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—¡KEI!— Se despertó con la cara empapada en gotas salinas, sin saber si eran sudor o lágrimas.
Solo, estaba solo desde hace mucho tiempo, más de lo que podía recordar.
—No va a regresar... Deja de fantasear tanto...— Se levantó, exhausto como todas la mañanas, pero no podía hacer nada más que continuar, no tenía nada más que hacer. —Puede que...— Y aunque nunca lo admitiría, su esperanza seguía en pie.
"Der... Perdóname, no quiero que pienses que te abandoné sin un "por qué", no quiero que olvides que en realidad, tu eres y siempre serás mi motivo de sonreír."
Estrujó sus prendas, tragando sus emociones contenidas a lo más profundo de sus entrañas, enredándolas como si intentaran asfixiarlo.
"Lamento tanto no poder darte un abrazo, o un beso en la frente y ver como te ponías rojito y me reclamabas que dejara de tratarte como un niño pequeño, te recuerdo que para mi lo sigues siendo y eso no cambiará por más años que pasen."
Horas transcurrieron, y el pesar solo se hacía más grande. —Derick, termina de picar eso y ve a revisar la sopa.— Cierto, apenas conseguía comida por ayudar en algo en lo que era relativamente bueno, no debía dejar que más distracciones lo atraparan.
La dulce voz de su hermana no debía alejarlo de la realidad. —Si señora, ahora mismo.— Por más ganas que tuviese de ser envuelto en un abrazo de ella, eso no iba a suceder, y no sucedió en años.
"No quiero que tu cabecita de vueltas y vueltas sobre esto, no quiero que te angusties pensando de que estaré mal o si es que si quiera seguiré viva. Te aseguro que lo estaré, determinada como siempre, y esta vez más para poder reunirme contigo en un futuro, que espero, sea cercano."
Casi se le quema la sopa... ¿Era eso si quiera posible?
El golpe de uno de los ayudantes de la cocina y un reclamo colectivo fue su respuesta: Si. (Si es que te descuidabas tanto como él, estaba claro.)
"Debes haber notado que tu hermana a estado actuando raro desde hace unas semanas, ¿No? Eres un chico listo después de todo. . . Si notas manchas en el papel, te prometo que solo serán marcas de todo el cariño que te tengo, ¿Bien Der?"
—Gracias por la comida.— Agradecían mientras comenzaban a engullir los cazos hirvientes sin importarles si es que se quemaran.
Inevitablemente rió al ver las caras de todos los que aniquilaban parte de sus papilas gustativas por descuidados. —Con calma, hay platos para todos, nos aseguramos de eso.—
Todos lo miraron por unos segundos (Algo normal cuando casi nunca sonríes en público.): "Su risa es muy linda.", "¿Acaso sonrió?", "¡Es el fin del mundo, corran!". Miles de comentarios fueron susurrados al ambiente, haciéndolo reír aún más, aunque aquella risa se desvaneció rápidamente cuando comenzó a comer.
"Agradezco poder haber pasado tantos momentos contigo; lindos, tristes, puedo decir que incluso momentos de adrenalina, todos esos hermosos recuerdos con los que me quedo. Tu hermana está muy orgullosa de ti, aunque no me olvidaré de esa vez que robaste fruta para darme "una sorpresa" (que si lo fue pero creo que ese no era exactamente tu objetivo), eres alguien con un corazón de oro y lo demostraste desde siempre."
Lavó los platos cansado. Había sido un día largo, como todos, pero algo distinto al mismo tiempo, al igual que todos.
Regresó a la que ahora era su casa, su supuesto hogar, aunque nunca lo sintió como si lo fuera, no desde que se quedó vacío.
"¿Recuerdas cuando nos quedábamos a ver las estrellas hasta que una vez nos enfermamos y la señora Rowell tuvo que cargarnos hasta la casa? Debes saber que yo seguiré haciéndolo sin importar si me resfrío, y te aseguro de que sabré si no lo haces, así que hazlo, por mi (¿Por favor?)."
Se tiró en su cama, la cual no se había dignado a tender hace una semana. Las ganas simplemente no le llegaban.
Sus momentos de bajón eran intermitentes. No tenía más ánimo definido que no sea depresión y bolsas debajo de sus ojos por el insomnio que ganaba cada noche sin falta.
—Y pensar que antes dormía como una piedra.— Una risa melancólica escapó de su boca sin poder detenerla a tiempo.
"Te pido disculpas de nuevo, no sabes las ganas que tenía de pasar el resto de tus cumpleaños y prepararte de esas tortas que parecen feas por fuera pero son de los mejores postres que pueden haber. No puedo decirte cuando regresaré, ni puedo decirte que todo estará bien de ahora en adelante, porque las personas que te cuidaron inevitablemente se tendrán que marchar, tarde o temprano. Es hora de que abras tus alas y vueles con orgullo mi pequeño Cantilever, porque eso es lo que hacemos mejor: Atravesar ventiscas y tormentas sin importar que."
Delicadamente acarició el retazo de papiro algo desgastado, pero prácticamente intacto. —No sabes la falta que me haces.—
"La adversidad es lo que hace a alguien fuerte, ¡Espero verte de nuevo hecho un hombre! Aunque espero que aún me dejes acurrucarte en mis brazos cuando crezcas. Y lo más importante que puedo decirte (o escribirte): Nunca dejes de soñar, que ese "Der alma de niño" nunca te abandone, que tus esperanzas y fantasías no se agoten nunca, y que tu espíritu se vuelva inquebrantable, tal y como el mayor de los escudos."
Releía cada una de esas palabras como si ella estuviera allí, mirándolo con aquellas orbes desiguales y una enorme sonrisa, y seguramente haciendo señas raras con sus manos, para causarle risa.
"No dejes de pelear, no dejes de brillar, no dejes de sonreír, no dejes de reír, no dejes de llorar o de correr o de gritar o de fantasear. Todo eso te hace a ti, y eso es lo que más quiero en este mundo, a ti.
Te quedan muuuuuuchos años por delante, solo espero no perderme unos cuantos de más (Y no te atrevas a reclamarme por regalos de cumpleaños, que me costarán un poco si es que los acumulo)."
Risas estruendosas salieron junto con gruesas amenazas de llanto, procurando que ninguna cayera en su posesión más preciada. —Te reclamaré cinco regalos de cumpleaños, y tienes suerte de que no te cobraré los de navidad.— Hablaba como si no fuera una ilusión, una visión que tenía. Un espejismo que le devolvía a esos años en donde aún era un niño, aún era un polluelo que no había salido del nido.
"Hazme un favor, ¿Si? Cuida a todos los que lo necesiten, pero ojo, no olvides de cuidarte, si es que no te bañas en todo el tiempo que me vaya te daré una merecida patada desde lejos.
Y esto es algo personal... Ve al templo, todos los fines de mes, por favor... Es lo único que de verdad te pido con toda mi alma, cúmplelo, ¿Tenemos un trato?"
—. . .— Bajó su mano levemente. —Perdóname, no cumplí mi parte del trato. Solo... No me atrevía a entrar sin ti.— Recuerdos cruzaron fugazmente por sus ojos. Hizo una promesa silenciosa, un pacto con el vacío que ahora se aseguraría de cumplir.
"Gracias, cuídate mucho mi pequeña estrella, no dejes que te apaguen jamás.
Con mucho amor:
Keira ♡"
Sus párpados empezaron a cerrarse, exhalando profundamente, por fin pudiendo dormir una noche entera sin despertar.
"Gracias por hacerme este favor, no sabes cuanto te lo agradezco."
"Ni lo digas... Es lo mínimo que puedo hacer."
"¿Podrías dejarme un momento más?"
"Ven a buscarme cuando acabes."
"Duerme bien Der... Recupera tus fuerzas, que tu hermana te está cuidando..."
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