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Rara vez admitían a nuevos pacientes dentro de los programas de trasplante, o para probar la nueva línea de medicamentos. De hecho quienes estaban dentro de ello, a pensamiento de Dong Ju tenían una pequeña oportunidad de vida.

Cómo él.

—¡Muy buenas noches gente del exterior!— habló con ánimos frente a la cámara mientras los mensajes llegaban con gran insistencia. —El día de hoy, su fiel servidor tuvo que renunciar a asistir a un viaje escolar, pero eso no es problema. Puesto que gracias a eso estoy aquí con ustedes.

Cualquiera diría que no se trataba de un paciente con FQ, si no de un chico con un pensamiento positivo de la vida que seguramente estaba sano totalmente. Y es que no le gustan ser pesimista ante su situación, para el menor era todo un placer y honor estar dentro del programa de trasplantes.

Siguió hablando hacia la cámara, leyendo unos pocos comentarios y rechazando unas cuantas confesiones. Le gustaba saber que al resto le agradaba escuchar sus tonterías que a veces no tenían sentido alguno.

La hora de ir hacia su sala favorita en todo el hospital había llegado. Se despidió de sus seguidores con una sonrisa. Tomo la mascarilla que se encontraba cerca de su cama, colocándose la en su rostro para protegerse de las bacterias, un par de guantes desechables. A si como el inhalador.

Salió de su habitación rumbo a la sala de neonatología, se detuvo un poco al divisar a cierto chico pelinegro entrar a un habitación. Lo siguió con la mirada.

O mis ojos me engañan, o acabo de ver un chico lindo.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz del apuesto desconocido, se acercó lentamente hasta la puerta. Ahí estaba, un pelinegro hablando con una pareja que supuso eran sus amigos.

—Recuerden, limpien antes de irse.

Habló mientras la pareja asentía, Dong Ju hizo una mueca de desagrado. Era lindo pero un completo idiota, sin esperar un solo segundo más siguió caminando hasta su destino, sintiendo como a su vez alguien la seguía.

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