〖Don't Touch 01: Dong Ju.〗

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Conocía muchos pasillos de aquel hospital, había vivido en el casi toda su vida. Aunque en un principio fue difícil el hecho de alejarse del resto, ahora le parecía más fácilmente pasear de un lado a otro en su solitaria habitación.

Algunas veces, San —quien estaba a su cargo— , llegaba hasta su habitación con la excusa de vigilar que se tomara su medianero como era debido. Aunque lo único que buscaba tras una excusa totalmente notoria, era una conversación amena.

Observó a sus amigos a travez de esa pantalla, bailaba con gran emoción. Señalaba a lo lejos algo, al parecer olvidaban que se trataba de un simple video llamada y no estaban en persona. Pero no los culpaba, el también quería imaginar estar ahí y les seguía el juego.

—Debo irme, hora del blog— hablo con una sonrisa. Kang Hyun asintió, al mismo tiempo que Seo Ho.

—Ojalá estuvieras aquí Dong Ju— murmuró Seo Ho con tristeza. El menor forzó una sonrisa para sus amigos.

—Tomen fotos a chicos lindos. Puedo tomar eso como una disculpa por irse sin mí— bromeó. Los contrarios rieron asintieron simultáneamente como si de una orden real se tratara.

Su pulgar llegó al botón de color rojo, al ser pulsado levemente la llamada había sido cortada borrando de la pantalla la sonrisa de sus amigos así como la de el mismo. Arreglo correctamente el delgado tubo que envolvía sus orejas introduciendo pequeños liberadores — como prefería llamarlos — en sus fosas nasales que le daban el oxígeno que sus pulmones destruidos necesitaban sabiendo que la respiración se volviera más fácil de realizar.

La mucosidad lo estaba matando, pero no era algo nuevo en su diaria rutina de evitar alejarse de todas las bacterias que el mundo le puede proporcionar.

San entró a la habitación, con el carrito de medicinas cuidadosamente ordenado. Son sonrió lanzándose en la cama mientras observaba al mayor hacer su trabajo.

—¿Están como lo pedí?— siendo un terrible amante del orden, cada cosa debía estar en su lugar para que se sintiera cómodo consigo. Choi sintió con una pequeña sonrisa.

—Está listo, rey del orden.

—No sé qué haría sin ti— bromeó el menor sonriendo mientras sus ojos se hacían pequeños formando medias lunas que derretían el helado corazón de aquel enfermero que solo buscaba el bien para sus pacientes.

—Estarías muerto.

Habló secamente siguiendo la broma del menor. Saliendo de la habitación la risa cesó, dirigió su vista hacia el blanco techo.

Quizás y San si tenía razón. Estaría muerto de no ser por él. Y no quería afrontar el hecho de que en cualquier momento su tiempo en este mundo podía acabar.

Tal y como a ella....

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