Era invierno en Buzan y la lluvia se caía en demasía a tal punto de que las pistas se habían inundado un poco. La pequeña Eunji veía desde la ventana empañada el camino por donde su padre tendría que pasar, se estaba tardando quince minutos más de lo habitual y eso le preocupaba.
Eunji a sus cortos nueve años se había vuelto una niña independiente e inteligente. Su padre no paraba en casa los días de semana por trabajar pero aun así hacía lo posible por recuperar ese tiempo perdido los fines de semana. Eunji era consiente de cuanto se esforzaba su padre por sacarlos adelante.
La niña de cabellos azabaches bajó del sofá para dirigirse hacia la cocina, cuando su padre llegara tendría sed por lo que fue hacia la alacena para sacar un vaso y llenarlo de agua. Con esfuerzo pudo llevar la bebida sin derramarla, hacia la mesa. Allí esperaría a su papá, quería hablarle sobre la obra de teatro que presentarían el próximo mes y esperaba poder contar con su presencia, aunque si su padre no podía ella lo entendería porque después de todo ella sabía que lo hacía por ambos.
La puerta se abrió, dejando ver al mojado azabache que intentaba cerrar el paraguas torpemente. La niña fue de inmediato a ayudarle.
─¡Papá llegaste!─Le saludó, abrazándole fuerte y Jungkook sonrió. Lo que más amaba al final del día era poder ver el rostro de su hija sonriéndole.─¿Por qué demoraste? Me estaba asustando.
─No encontraba taxi gracias a la lluvia. Y la estación del metro estaba congestionado.─ Respondió, quitándose el abrigo húmedo para dejarlo en el perchero.─ Traje pollo picante, sé que te gusta mucho. Vamos a poner la mesa ¿Si?─La niña asintió, yendo a la cocina a traer los platos mientras Jungkook iba hacia su cuarto a cambiarse.
Hoy no había sido un buen día, había tenido que hacer el trabajo de Hoseok porque este no había asistido. Además la señal en la imprenta se había ido por durante una hora, así que debía redactar todo como si su vida dependiese de ello en quince minutos.
Y estaba aliviado de alguna forma, mañana era sábado por lo que podría descansar y pasar tiempo de calidad con su hija. Aunque primero irían a visitar la tumba de su madre, Jungkook la extrañaba.
Hace dos años su mamá había partido hacia un mejor lugar debido a su edad.
─¡Papá, ya serví la comida!─Gritó la niña desde el comedor. El azabache soltó una pequeña sonrisa, quería mucho a su hija y ella era lo mejor que le había pasado, con ella no se sentía solo ni perdido y podía encontrar un apoyo y soporte.
─¡Enseguida voy!─Respondió.
Cambió su habitual camisa azulada y pantalón de vestir por un polo de piolín y un buzo a cuadros. Esa era la pijama favorita de su hija por lo que la usaba por ella. Salió de su habitación y caminó hasta llegar al comedor junto con su hija quien le veía sonriente.
─Come antes de que se enfríe.─ Le dijo llevándose un pedazo de pollo a la boca.
─¿Cómo te fue hoy?─Preguntó. La niña masticó lo que tenía en la boca pensando en lo más interesante que le había sucedido pero no había nada, a excepción de la obra.
─El próximo mes haremos un musical.─Jungkook abrió los ojos sorprendido, hace mucho que no hacían alguna actividad en la escuela de su hija por lo que le tomó desprevenido.─ Obtuve el papel principal en el lago de los cisnes.
─¡Felicidades Eunji!─Acarició los cabellos de su niña sintiéndose infinitamente orgulloso. Si había algo que caracterizaba a su hija era que siempre obtenía lo que quería y se esforzaba por ello.
─Me preguntaba si tú podrías venir a verme.─ La pequeña jugaba con el tenedor nerviosa esperándola respuesta de Jungkook. Cierta parte en ella esperaba que él pudiese asistir, esta era una ocasión importante y esperaba verlo allí.
─Yo... no puedo asegurarte mi presencia allí pero haré todo lo posible por estar contigo ¿Si?─La niña asintió algo desilusionada y el azabache se sintió como la peor persona pero no podía mentirle, él siempre había sido honesto con su hija. Si algo malo ocurría él se lo decía. Si no disponían de dinero, también se lo hacía saber. Absolutamente todo.
─Descuida, yo sé que te esfuerzas por nosotros.─ Le regaló una sonrisa sincera. Confiaba en que su padre haría todo lo que estuviese en sus manos por estar con ella.
La cena transcurrió como de costumbre. Jungkook no era un persona muy abierta por lo que no era el tipo de padre efusivo que diría "mi princesa" o se pondría a saltar de emoción. Bueno, quizá él fue así en algún momento pero el abandono de su esposa dejó una marca en él.
A sus dieciocho años Jungkook experimentó por primera vez el amor. Se enamoró de su maestra, una mujer de veinticinco años con clase y belleza innegable. Su cabello era negro y brillante, su piel blanquecina y suave, tenía una estatura promedio pero lo que más le gustaba a Jungkook de ella eran sus ojos ¿Cómo no resistirse a ellos desde que los vio aquel día en el que se presentó como la suplente de la profesora Jung?
Jungkook nunca antes se había enamorado, por no decir que hasta ese momento se consideraba asexual. Nunca dio su primer beso y mucho menos planeaba hacerlo hasta que la conoció. Se enamoró tan profundamente que reprobó su materia por contemplarla en vez de prestar atención a lo que decía.
Un miércoles seis de abril el azabache descubrió que era un romántico empedernido. Comenzó a mandarle pequeños poemas a través de aviones de papel y cartas en forma de corazón, todo bajo la firma de "-Jk".
Jieun le gustaba, no, la amaba. Sentía su corazón palpitar desenfrenadamente por ella, quería una oportunidad para poder conocerse pero sobre todo para que ella lo conociese.
Y pasó, después de tantas cartas. Un doce de Septiembre Jieun habló con él. Alegando que ella también se sentía atraída por él y que las cartas le parecían dulces y tiernas, que nadie había hecho algo así por ella. Esa noche Jungkook no pudo dormir de la emoción, su pobre corazón adolescente estaba experimentando la mejor experiencia de su vida, había sido aceptado.
"Quiero saber más de ti, Jungkook. Me gustas y por ello quiero intentarlo"
Seis citas. La primera en un restaurante no muy elegante en el que Jungkook tuvo que sacrificar parte de sus ahorros, él no trabajaba y no quería pedirle dinero a sus padres, ellos seguramente lo interrogarían y cuando se enterasen con quien estaba saliendo seguramente le prohibirían acercarse a ella.
"Descuida Jungkook, puedo pagar mi parte. No debes preocuparte por impresionarme. Ya lo haces, eres un chico muy tierno"
La segunda cita fue en un cine, fueron a ver Rio 2. Jieun le había dicho que amaba las películas animadas y el la llevó a ver una. Amaba ver su sonrisa con cada escena graciosa, le gustaban tanto sus expresiones dulces y su aura tranquila. Esa manera despreocupada de tomar las cosas.
"Me gustó mucho la película. ¿Cómo sabías que me gustaba esa? Eres genial."
Su tercera cita fue en la playa. A Jungkook no le gustaba mucho ese ambiente pero a Jieun sí y pensó que si iba con ella llegaría a gustarle, aunque eso no sucedió, amó mucho ver ese hermoso brillo en sus ojos emanando felicidad. Quería ser causante de ello siempre. Él quería permanecer con ella siempre, no sabía el "porqué" de ese sentimiento de querer protegerla y cuidarla había nacido en él, pero con tan solo verla no podía estar más de acuerdo.
"Hoy fue un lindo día. Deberíamos venir otra vez ¿Si? La pasé muy bien. Gracias Jungkook."
Su cuarta cita fue en un parque de diversiones. A ella no le gustaban mucho ese tipo de lugares por ser ruidosos pero él apreció mucho que aceptara venir. Ganó un peluche de conejo para ella, compró algodón de azúcar, jugaron un poco en alguna de las atracciones. Había perdido en puntería pero había prosperado en el de fuerza.
"Siento que cada vez me gustas más, tengamos más días así."
La quinta cita fue una caminata por el puente del río Hann. Jieun le habló de sus penas, de sus problemas familiares y económicos, de su madre alcohólica y su padre ausente. También le habló se sus deudas, sus sueños frustrados.
Y por primera vez aquella aura tranquila y despreocupada se rompió. La vio llorar, llorar de dolor, de rabia, de impotencia.
Jungkook se sintió como un gran inútil ¿Qué podía hacer él? Era como un niño sin dinero que aún dependía de sus padres. Apenas y llevaba un año en la Universidad ¿Cómo podría ayudarla? Él quería ser su soporte, realmente deseaba poder darle apoyo y hacerle olvidar de todo. Joder se sentía tan impotente.
"Descuida Jungkook, sé qué quieres lo mejor para mí. Con que me escuches es suficiente, eres tan lindo y atento."
Esa noche recibió su primer beso, y fue tal como siempre soñó que sería. Bajo la luz de la luna y estrellas, frente al hermoso río azulado gracias a la noche, y con la mujer que amaba. Pero sin esa pizca de dulzura, sino un beso triste. Un beso cargado de penas, amargura y desconsuelo. Sin embargo, muy a pesar de ello quería que perdurara más, él lo anhelaba.
Su sexta cita fue en la casa de Jieun, sus padres había salido de viaje debido a un problema familiar. Al parecer había fallecido alguien y se estaba peleando por las propiedades, o algo así.
Jungkook descubrió que a ella le gustaba mucho la lectura, la limpieza y el orden. Tenía muchos libros, su cuarto estaba muy organizado y tenía dos agendas donde programaba sus clases. Además, había un horario para cada actividad. El azabache no pudo evitar sentirse mal, ella ya era una mujer y el un simple niño que aun jugaba overwatch, al que su madre aún le lavaba la ropa y que se emocionaba por ver un capítulo de one piece.
Aquel día descubrió muchas cosas, pero la más resaltante de todas fue su primera vez. Había intimado con ella, hicieron el amor. Y él no podía describir como se sentía, para él fue maravilloso, no había esperado que las cosas terminaran así pero estaba agradecido por ello.
"Descansa Jungkook."
La semana siguiente continuó igual en clases, fingían ser simplemente profesora y alumno pero al salir de clases se encontraban en casa de la pelinegra. A veces hablaban y en otras ocasiones las palabras no hacían falta.
Pasaron dos meses y ese jueves uno de Diciembre ella no asistió a dar clases. Al día siguiente tampoco y mucho menos el resto de la semana. Jungkook se preocupó, no quería pensar en que algo malo le había sucedido porque si no él desfallecería, sentía que la amaba tanto que no soportaría si algo le hubiese sucedido.
Cuando tocó su puerta ella abrió, su rostro estaba ojeroso y pálido. Era una Jieun que jamás había visto, descuidada y cansada. Pero él la seguía amando con la misma intensidad, aún con cualquier des perfección él nunca la vería mal, siempre sería perfecta de la forma que sea en la que se presentase.
Ella le contó que no había dejado de sentirse mal, vomitaba todo el día tenía algo de fiebre. Jungkook se preocupó y la cuidó ese día, el resto de la semana también hasta que una idea pasó por su cabeza mientras iba a comprar paracetamol a la farmacia.
La primera vez que lo hicieron, ellos no usaron protección ¿Podría estar ella embarazada? No pudo negar que tenía miedo, él no se sentía listo para cuidar de otra vida pero era el amor de su vida, no importaba que pasara él la seguiría queriendo a ella y al posible bebé.
Sin su consentimiento compró una prueba de embarazo. Cuando se la dio ella se mostró aterrada, no se le había pasado por la cabeza quedar en cinta, eso no estaba en sus planes, no quería a un niño. Su situación era la peor de todas, seguramente sus padres la echarían de casa y... ¡Un bebé de Jungkook! Él era prácticamente un niño ¿Qué estaba pasando por su cabeza al acostarse con él? No, debía calmarse. Quizá estaba haciendo mucho alboroto por nada.
Positivo.
La maldita prueba dio positivo. Y se sintió asqueada, más aún cuando Jungkook la abrazó emocionado y feliz. Ella no dijo nada, simplemente se durmió en su cama y esperó a que el azabache se fuera para llorar.
Estaba arruinada, no tenía un empleo estable puesto a que ella estaría dictando clases solo hasta que la señora Jung se recuperara de su operación. Sus padres seguramente la matarían a golpes por ser una deshonra. Maldita sea, estaba jodida y odiaba como Jungkook sonreía por su desgracia. Sabía que no lo hacía con mala intención pero deseaba que él estuviese tan molesto como ella.
Si Jungkook estuviese enfadado, él la ayudaría a abortar pero se veía tan feliz que haría lo posible para impedirlo.
Y todo sucedió como lo predijo. Su madre no la golpeó solo por lo ebria que se encontraba, pero si le recalcó lo perra y puta que había sido al seducir a uno de sus alumnos y ser tan estúpida como para embarazarse. Y cuando menos se lo esperó sus cosas estaban siendo tiradas a la calle como si fuesen basura, se sintió tan humillada que quiso llorar y golpear su vientre aún plano, ese niño tenía la culpa ¿Por qué tenía que sucederle a ella?
Y como siempre, Jungkook venía a rescatarla con una mirada tranquilizadora. Lo abrazó aferrándose a él ¿Qué más le quedaba? Él siempre estaba con ella y eso era suficiente.
El azabache la llevó a casa, su madre lo llenó de preguntas a las que él prometió responder apenas y pudiese dejar descansar a Jieun en su cuarto. Así sucedió, su madre al escuchar todo lo que había pasado entre la maestra y su hijo quiso gritarle a esa mujer y castigar a su hijo pero sabía que aprenderían la lección por ellos mismos.
Mientras Jungkook asistía a clases Jieun se quedaba en casa ayudando a su madre y cuidando del bebé. Jeon sabía que ellos estarían bien, él los amaba a ambos sentía que él podría salir adelante por los tres.
Pasaron siete meses más, Jieun dio a luz a una hermosa niña de mejillas rosáceas. Tenía los hermosos ojos de Jieun y la graciosa forma de fruncir los labios de Jungkook. La niña era más parecida a JiEun que a él, era como una pequeña copia suya y a él le agradaba.
"Ella es tan hermosa como tú, será como mi pequeña princesita."
"Las amo tanto, nunca dejen de sonreír por favor."
Un año, Jieun comenzaba a cansarse del llanto de la niña, ahora sentía que era irritante. Su faceta de madre se estaba agotando junto a su paciencia.
Había retomado su trabajo en una Universidad vecina a la de Jungkook que quedaba más lejos por lo que tenía que levantarse más temprano y su hija no cooperaba. Sin querer había comenzado a odiarla, o quizá siempre lo hizo pero aquello había quedado en el fondo de sí misma por la calidez de Jungkook, a él lo quería sentía que realmente comenzaba a sentir algo más que gusto. Pero esa niña empezaba a ser un estorbo para ella, no había intimado con Jungkook desde que se enteró que estaba embarazada y eso le desesperaba.
"Hagamos el amor Jungkook."
"Eunji está despierta, no podemos. Además mañana tienes que dar clases y yo un examen."
Y allí estaba esa niña siendo un obstáculo en su camino.
Jungkook se desvivía por cuidarla, la consentía demasiado y ella pagaba por ello. Su hija se había vuelto tan engreída que cuando ella la cuidaba y no le daba lo que quería rompía en un llanto imparable que solo la hacía querer dejarla en un tacho de basura. No la odiaba, la detestaba.
"Jungkook hijo, quiero hablar contigo. Es sobre Jieun"
"¿Qué sucede con ella, madre?"
"Sabes que nunca me meto en lo que no me incumbe. Pero ella no se ve contenta viviendo aquí, parece irritada, sobre todo cuando cuida a Eunji"
"Mamá, descuida. Ella ama a su hija tanto como yo lo hago. Siempre está feliz, y yo lo estoy igual. Quizá solo no la viste en su mejor momento, a veces está estresada por su trabajo."
Pasó un año y otro y otro y otro. Eunji tenía cinco años, a su corta edad sabía diferenciar entre quien era bueno y quién no. Su abuela Hann Hyesun era buena y cariñosa, algo efusiva porque siempre jalaba sus mejillas pero la quería. Su abuelo Jeon Jicheol era más calmado y apacible, siempre le daba algún chocolate escondido para que no le llamasen la atención. Su papá Jungkook era muy atento y siempre la llamaba princesita y le daba muchos besos y al igual que su abuelo, la consentía mucho. Su mamá Jieun era distante con ella, no la abrazaba mucho ni le daba cariños. En un principio Eunji se sentía resentida por ello, pero luego se acostumbró y ya no buscaba el afecto de su madre.
Y una noche cuando Jungkook regresó de casa vio todo hecho un desastre. Su padre consolaba a su mamá que no paraba de llorar y Eunji lloraba también en una esquina en silencio.
"¿Papá que pasó?"
Nadie respondió, tan rápido como pudo buscó a Jieun pero ella no estaba. Se había ido de casa, el bajó tan rápido como pudo para buscarla -aunque no supiese donde-
"¿Papá dónde está ella?"
Su hija lloraba con más intensidad y su madre igual, mientras Jiecheol fruncía el ceño con cólera. No comprendía y eso le estaba matando por dentro ¿Qué había sucedido?
"No vayas a buscarla, ella no es buena hijo."
¿Cómo debía interpretar eso? Jieun era perfecta, tan sonriente y feliz ¿Cómo podían decir eso? Ellos estaban mal, no sabía de lo que hablaban. Iba a refutar pero su padre lo detuvo.
"Estaba golpeando a Eunji, eso debería bastarte para saber que ella no es lo que aparenta ser. Por el bien de tu hija no la busques."
Y con eso todo pareció romperse en mil pedazos. ¿Su Jieun golpeando a su propia hija? No, eso no era cierto. ¿Cómo podía eso pasar? ¡Era mentira!
Miles de veces ella le había hablado de que no quería ser como su madre, que siempre le pegaba de niña por no hacer las cosas bien ¿Cómo su Jieun podría hacer semejante cosa como golpear al fruto de su amor? Tenía que haber una explicación. Quizá no la estaba golpeando, quizá era un mal entendido. Quizá...
"Eunji, dime ¿Qué pasó? Por favor dime la verdad"
Vio a su hija, ella tenía la mirada vacía y seca mostrándole su brazo enrojecido con marcas de lo que podría ser una regla o algo rectangular.
Era mentira, no, no y no.
Ese día el mundo se cayó a pedazos, empezó a detestarla por haberle hecho algo como eso a su hija. A la hija de ambos. Ahora no quería verla nunca, pero cierta parte en él la quería y eso lo hacía rabiar ¿Cómo podría quererla? Eso estaba mal, ella no era buena para él ni para su hija.
─Todo está bien, todo está bien.─ Se repitió así mismo acostado en su cama. Ya habían transcurrido cuatro años y sorprendentemente había superado a Jieun, pero aún le guardaba rencor y había tantas cosas que hubiera querido decirle y recriminarle.
☆
A la mañana siguiente su hija lo despertó con un beso de buenos días en la mejilla y una bandeja con jugo de pera y tostadas con mermelada. Pero lo mejor era su sonrisa alegre y divertida.
─¡Buenos días, papá!─Exclamó con ferviente energía, cada mañana su hija siempre amanecía con buen ánimo tanto así que la envidiaba un poco ya que él despertaba adolorido y cansado por el trabajo.
─Buenos días Eunji.─ Bostezó, observando luego la bandeja de comida.─ Alguien se esmeró hoy ¿Eh?─La pelinegra asintió feliz.
─Esta vez no se quemó la tostada.─ Comentó viendo como su padre se disponía a tomar una.─ Lamento por las tostadas que te he servido anteriormente papá.
─Descuida, es de humanos cometer errores. Si no te equivocas ¿Cómo aprenderías, entonces?─La niña asintió de acuerdo.
Hoy era uno de los días favoritos de Eunji, salir a visitar a la abuela y estar con su padre por durante todo el fin de semana. Extraña mucho a Jungkook cada vez que se va trabajar y está dispuesta a que nada ni nadie los interrumpa hoy, ayer terminó todos sus deberes para poder pasarla bien estos dos días. E incluso preparó un listado con las actividades que realizarían hoy.
─Iré a cambiarme para ir a ver a la abuela.─ Aseguró dando brinquitos cortos hasta llegar a la puerta. Jungkook sonríe enternecido, su hija es más de lo que puede pedir y está satisfecho con su vida. Aunque quizá tal vez desearía un ascenso o un aumento de sueldo y más tiempo para poder invertirlo en Eunji.─¡Te espero abajo!─Le grita desde la sala, animada.
Camino a la ya conocida florería de la señora Lee, Jungkook aun sostiene la mano de su hija sonriendo mientras con la otra sostiene un paraguas negro. En el camino se encuentra con una de las amigas de la señora, muy sonriente y amigable, quien se a encargado de cuidar de vez en cuanto a su Eunji por lo que le agradece.
─Buenos días señora Hye ¿Cómo amaneció hoy?─Pregunta deteniéndose frente a la casa de esta.
─Buenos días hijo.─ Corresponde, bajando las escaleras.─ Amanecía bien, aún me duelen un poco las rodillas pero me estoy recuperando ¿Y tú? ¿Hoy pasarás a ver a tu madre?─El azabache asiente con amabilidad.
─Iré a traerle flores. Las gardenias eran sus favoritas. Así que siempre aprovecho para traerle algunas.─ Responde y Hye asiente, dándole un vistazo a la hija de Jungkook, la pequeña Eunji.
─Pero mira a quien tenemos aquí ¿Cómo te va a ti? Ayer me contaste sobre tus planificaciones ¿El plan marcha bien?─Le guiña un ojo a la niña, quien le imita con complicidad y levanta un dedo pulgar en señal de afirmación.─ Bien entonces no los molesto más, cuidense mucho.
─Hasta luego señora Hye, que le vaya bien. Si tiene algún percance puede llamarme, tengo día libre.─ Se despide Jungkook despidiéndose amablemente.
En el trayecto a la florería, su hija no dejaba de ver a su alrededor con curiosidad. Habían tomado otra calle debido a un accidente que había ocurrido en la ruta principal así que ambos optaron por ir por un camino un poco más largo. Allí descubrieron una pequeña pastelería que tenía un ambiente cálido y decoración vintage. Lamentablemente estaba quizá un poco separado de sus destino por lo que prometieron ir otro día.
Al llegar, Eunji fue la primera en ingresar. Había miles de macetas tanto fuera como dentro de la tienda. Y la niña veía con emoción absolutamente todo.
Jungkook se acercó hacia la recepción. Sin embargo, no había nadie. Por lo que tocó la pequeña campanita oxidada y polvorienta. De inmediato y casi cayéndose apareció un chico de cabellos castaños y ojos color miel, con tres cajas de maceteros en sus manos.
Y quizá habría tenido el accidente más patético de su vida si no hubiese sido por Jungkook, quien hábilmente logró sujetar dos de las cajas de arriba.
─¡Lo lamento mucho!─Se disculpó el chico de cabello castaño haciendo una rápida reverencia.─ Perdóneme señor, por la demora y por esto...─Musito avergonzado. Era su primer cliente y ya estaba empezando mal.
Él simplemente había querido colocar algunas muestras de los nuevos diseños de macetas en la vitrina y así poder vender más. Pero le había salido el tiro por la culata y se encontraba terriblemente asustado de haber hecho enojar al comprador
Su abuela lo regañaría por ser tan descuidado ¡Y seguro lo despediría! ¿Por qué le sucedían esas cosas a él? Aunque era su culpa después de todo. Ah... si tan solo no-
─¿Estás bien?─Jungkook se veía realmente preocupado.─ Esto no está hecho de plástico, podrías haberte lastimado la cabeza.─ Le dijo, dejando las cajas sobre el mostrador.
─Disculpe las molestias ¡Hoy es mi primer día y si no lo hago bien la abuela me despedirá! ¡Además mamá siempre dice que soy muy torpe para todo!─Exclamó, casi rompiendo en llanto por la desesperación.─¡Le pido que me dé una segunda oportunidad! ¡Juro que lo haré bien!
─Tranquilo, está bien.─Lo calmó, posando su mano en el hombro contrario.─ Si piensas que estoy disgustado, estás equivocado. Pero debes tener cuidado. Tu vida no vale más que llegar segundos tarde.
─¿Papá? ¿Dónde está la señora Kang?─Interrumpió Eunji, posicionándose frente a Jungkook y encarando a Taehyung quien lagrimeaba un poco.─¿Tú quién eres?
Los ojos del menor se posaron de inmediato en la niña de cabellos azabaches. Y de inmediato una sonrisa se formó en sus labios y sus ojos brillaban más que una noche estrellada.
─¡Eres adorable!─Dijo entusiasmado, con muchas ganas de abrazarla pero sabía que esto no estaba bien al ser él un desconocido.─ Mi nombre es Kim Taehyung, la señora Kang es mi abuela y este mes estaré ocupando su lugar en el puesto. ¿Y tú?
─Oh... ¿No veremos a la señora Kang este mes?─Sonó entristecía, viendo a su padre poco después.─ Mi nombre es Jeon Eunji, él es mi papá. Venimos cada fin de semana a llevarle flores al cementerio a mi abuelita.
─Estoy seguro de que amará las flores que van a llevarle. Más aún si son ustedes quienes se las entregan personalmente.─ sonríe amigablemente, Eunji lo hace igual con entusiasmo. Taehyung había dado una buena primera impresión.─¿Quisieran hortensias? Son bellísimas y transmiten tranquilidad.
─En realidad, siempre compramos gardenias. Eran las flores favoritas de mi madre.─ intervino el azabache. Taehyung asintió comprendiendo y de inmediato fue a buscar lo pedido y volvió poco después con un hermoso ramo de gardenias.
─Aquí está, lo decoré un poco con algunas florecillas más sencillas.─ Comentó orgulloso.─ Espero que le gusten muchísimo.─ Le tendió el ramo sonriendo.
Y por una milésima de momento Jungkook sintió un extraño una sensación de calidez inexplicable que lo dejó un tanto inquieto pero lo ignoró de inmediato, sonriendo cortésmente. Tomó el ramo de flores de dejó el pago en caja.
─Bueno... ¡Que les vaya muy bien! Por favor, vuelvan pronto.─ Exclamó Taehyung, despidiéndose con la mano y una bella sonrisa en su rostro.
Eunji correspondió de igual forma y Jungkook se despidió con una reverencia sutil. Tomando poco después la mano de su pequeña hija.
No me odien mucho a Jieun:( no la justifico pero después de todo ella nunca tuvo una buena imagen materna o si quiera una familia estable.
En fin, este es un capitulo un poco introductorio para que conozcan un poco a Jungkook y un poco de su pasado.
Y en la multimedia podrán ver a Jieun y Eunji jjsjs creo que se parecen un tanto.
Nos vemos el proximo domingo.
- que tengan lindo día ♡
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