Wakko se encontraba saliendo de los estudios Warner, les habia dicho a sus hermanos que saldria a dar un paseo, le dolia mentirles, pero le daba miedo que no aceptaran su relación con el chico de Ducktales.

Caminó por varios lugares, hasta que llegó a aquel campo en donde siempre veía a su pareja.

—¡Dewey!— Llamó Wakko mientras miraba por todos lados para tratar de localizarlo.

—¡Aquí estoy! Perdón por tardar— Se disculpó el pato con algo de vergüenza.

—No te preocupes, cariño, me alegra verte aquí— Dijo el de gorra roja para luego besar la mejilla de Dewey, provocandole un pequeño sonrojo.

Ambos se recostaron sobre el pasto y miraban el cielo bastante tranquilos, Wakko miraba en algunas ocasiones a Dewey, y sonreia al mirarlo, ya que para él, era el chico más lindo del mundo.

Sin embargo, Dewey parecia un poco desanimado, su rostro tenua una expresión triste.

Wakko pudo notar eso, y decidio preguntarle que sucedia.

—Cariño, ¿sucede algo?— Preguntó un tanto preocupado.

El de camisa azul soltó un suspiro.

—Solo es que he estado pensando, ¿alguién nos descubrirá? Si algo así llegara a pasar no podriamos volver a vernos— Respondio Dewey sin mirarle y con la cabeza baja.

Wakko se quedó mirandolo, Dewey parecia bastante triste, pero se precupó al ver que los ojos del pato empezaron a aguarse.

De inmediato, Wakko lo abrazó con fuerza, lo cual sorprendio un poco a Dewey.

—¿Sabes? Incluso si alguién llegara a descubrirnos, eso no me separaria de ti.

—¿Uh?

—Soy un Warner, mis hermanos y yo siempre hemos escapado de situaciones y hallado la manera de hacer cualquier cosa, si alguien llegara a separarnos, yo buscaria la forma de poder verte otra vez— Dijo el de gorra roja mientras seguia abrazando al pato de camisa azul.

Dewey se sorprendio por aquellas palabras, pero sonrió empliamente y correspondio al abrazo de su pareja, mientras se limpiaba las lagrimas.

—A veces me pregunto como haces para siempre levantarme los animos— Dijo el pato mientras miraba a Wakko.

—Es un secreto— Respondio el Warner guiñandole un ojo a Dewey, haciendo que este soltara un risa.

Ambos se separaron del abrazo y continuaron mirando el cielo.

Dewey se encontraba más tranquilo, ya que ahora sabia que incluso si sus emprezas los separan, podrian seguir viendose.

Cada tarde en aquel campo era magica para ambos.