45 | You will always be my sister
Chapter forty-five;
You will always be my sister
Fue inmediato. Había sacado fuerza de voluntad desde su profundo ser, la que al parecer estuvo guardando en estas últimas horas de inconsciente cobardía. Se sentía desesperado. Pudo haber llegado a ser un instinto, casi un momento que le otorgó la adrenalina suficiente para levantarse.
Sus piernas se activaron, y se movieron muy conscientes de a dónde se dirigían. Corrió a las afueras de la casa, ignorando los llamados prepcupados de sus amigas y novio. Los tres sabían lo que Maxine significa en su vida, lo que no sabían era qué llegaría a hacer por ella. Realmente no solo por ella, cualquiera que estuviera en su lugar. Ian era de mente caliente al estar enojado o desesperado, estalla cuál meteorito y no piensa con claridad. Sólo desea una cosa como cualquier persona impulsiva, y es la necesidad de satisfacer ese impulso.
Tenía un fuerte nudo en su garganta, pero no de tristeza, era más bien una combinación de enojo y culpa. Su entrecejo se encontraba tan hundido que sentía que su cabeza explotaría, las lágrimas en sus ojos se obligaba a no derramarlas por el enojo que portaba dentro, y respecto al nudo en la garganta, quería arrancarlo.
Estaba tan concentrado en su camino, como si un hilo rojo lo jalara hacia allí, que apenas se pudo dar cuenta de que pasó por al lado de Dustin. No fue hasta que oyó su voz llamándolo. Un quebrado tono de voz.
— ¿A dónde vas? — Preguntó sollozando.
Suspiró tembloroso — Max — Respondió simplemente, dando a entender todo — Necesito ir a por ella.
Se dio la vuelta y no dio muchos pasos más que Dustin lo detuvo. Se volvió a él. Fue apenas ahí que pudo notar el estado del menor. Sus ojos se encontraban rojos y algo hinchados, las lágrimas caían de ellos sin querer cesar y se deslizaban hasta sus labios y mentón. Sus pasos eran desgastados. Sollozos se escapaban de su boca, y su mirada......mierda, su mirada. Lucía tan.....quebrado. Parecía que en cualquier momento caería de rodillas al suelo. Fue cuando cayó en cuenta.
— Dustin..... — Llamó con cuidado mientras se acercaba — ¿Dónde está Eddie?
No hubo respuesta, jamás llegó. Al menos no verbalmente. Solo un fuerte sollozo se escapó de entre sus labios al escuchar el nombre del chico. Su cabeza cayó hacia abajo y su mirada quedó en el suelo, evitando la mirada del pelirrojo. Las lágrimas salían y salían, parecían no querer parar, como si estuviera dejando salir el agua con la que alguna vez se ahogo. Su mano fue a su boca luego de darse cuenta de que no podía detenerse.
— Dus, ¿dónde está Eddie? — Repitió un poco más preocupado ahora. Al llegar al lado del chico, se detuvo de su lado y se inclinó un poco a su altura. Intentó encontrar su mirada pero no se lo permitió.
La abrumadora falta de sonidos se hizo entre ellos. Fue lo que pareció un minuto hasta que Dustin alzó su mirada y se encontró con la del mayor. Se quedó viendo a esos ojos celestes, pareciera que queriendo comunicarse sin tener que decir palabras. No se animaba a pronunciar esa palabra.
— Eddie..... — Se oía como si le doliera pronunciar su nombre —- Él...... — Calló de nuevo. Las fichas cayendo de a poco en la cabeza de Andi, haciendo que negara con ella — .....Tienes que ir a buscarlo, Andi......por favor — Dos palabras; "por favor", en las que se pudieron reconocer el inició de una quebradura en el ya no sano corazón del chico.
No respondió, no había tal necesidad, pero supo que era una emergencia cuando se quedó quieto y Dustin lo repitió; por favor. Desgastado, esta vez casi inaudible.
Se mantenía aún en shock. Comenzó a alejarse del menor caminando con pasos lentos hacia atrás, su mirada completamente perdida en la nada. Cuando se dio la vuelta, dejando de caminar al revés, se detuvo. Alzó con lentitud la mirada hacia delante de él, fija en el bosque a su frente.
Fue como si algo se activara, porque sus pies comenzaron a moverse en arrastrados pasos, que pronto fueron acelerados, luego en trote y finalmente en una carrera a través de los árboles. Cosas tan pequeñas de la vida que podrían hacerte tener un mal día se hacían tan insignificantes en ese momento. Como su calzado hundiéndose en el barro y la tierra ensuciando su limpieza. Las raíces de árboles con las que se tropezaba, que en esta ocasión volvía a levantarse rápidamente. Las ramas o espinas que golpeaban y lastimaban sus brazos.
Se sentía un camino infinito, una carrera sin final, de esas que te cansas tanto que no ves la hora de llegar a tu destino. El bosque era tan profundo y oscuro que ni siquiera había una luz al fondo que distinguiera su final. El final......esa palabra se repitió en su mente. Horribles pensamientos viniendo a ella, que lo hicieron correr más veloz, si es que eso era posible.
A tan solo unos minutos de corridas pudo distinguir que llegaba a su final, que terminaba de cruzar su camino. Podía diferenciar con cada vez más claridad el trailer de Eddie a la lejanía mientras más se acercaba a él. Así que, se direccionó a él.
— ¡Eddie! — Gritó mientras subía las escaleras — ¡Eddie! — Llamó por segunda vez y abrió la puerta de un golpe. Esperaba una respuesta inmediata de su voz, solo así podría relajarse, pero no llegó.
— ¡Eddie! ¡Eddie! ¿Dónde estás? — Se detuvo debajo del portal y lo vió.
La soga por la que podían ir de un lado a otro no estaba. Se encontraba cortada, con una mitad de cada lado del portal. El colchón apartado a un costado, y del lado de Hawkins una silla justo en el hueco del portal. Eso lo asustó, ¿qué había sucedido?
— ¡Eddie! — Siguió llamando, esta vez dirigiéndose con prisa a la habitación del chico.
Apenas abrió la puerta su vista se dirigió a la parte destrozada del techo. Era una esquina en donde el techo parecía destrozado sin control alguno, marcas de garras había a sus costados. ¿Habían podido ingresar?......mierda.
— Dios mío, ¡Eddie!
No supo que más hacer, no se encontraba en la casa. Ni siquiera había un rastro de algo que le guiara hacia él. Salió del trailer y bajó las escaleras hasta el suelo. Sus exhalaciones salían agitadas, no porque se encontrara agitado, sino por el miedo que tenía apretando su corazón.
Miró a todos lados en busca de un algo que lo guiara hacia su amigo, y lo encontró. A lo lejos pudo ver, no muy seguro de lo que sus ojos distinguían, varias cosas tiradas en el suelo. Mientras más se acercaba más pudo distinguirlos, se trataban de los murciélagos. Todos absolutamente muertos. Pero entre medio de ellos......al fin lo vio.
Negó con la cabeza para él mismo — Eddie — Murmuró desgarrado.
Trotó en su dirección, deseando que lo que veía y su mente intuía fuera todo mentira. Que fuera alguien más. O que fuera un espejismo. Sin embargo, sus pasos se frenaron y se volvieron lentos al llegar a centímetros de Eddie.
Un sollozo se escapó involuntariamente de su boca al verlo frente a él. Acostado en el suelo con sus ojos cerrados y su cuerpo sangrado, rodeado de miles de murciélagos muerto. Terminó de acercarse. Sus rodillas flaquearon y cayó al suelo.
— Eddie — Llamó haciendo paso a las primeras lágrimas — Eddie, por favor — Rogó mientras tomaba su rostro entre ambas manos — Eddie. Edward, por favor, no puedes dejarme. Eddie.
Se inclinó hacia él y apoyó su oído en su pecho con una ya muerta esperanza. No oyó nada.
— ¡Eddie! Eddie, por favor. En serio, amigo, levántate — Sus súplicas salían entre cortadas por sollozos y a culpa de algunas lágrimas que iban a su boca — ¡Eddie! ¡Por favor! Vamos. Vamos a casa, amigo. Levántate y te llevaré a casa. Allí podrás descansar, pero no aquí, por favor.
Sentía una sierra cortando su corazón. Una mano gigante apretando su pecho. Una soga asfixiando en su garganta. No sentía nada más que su cuerpo muriendo de a poco junto al de su amigo. Su garganta ardía al igual que sus ojos ahora rojos e hinchados. Sus manos se hacían puños y apretaban la camisa de Eddie mientras rogaba que se levantara. Esperando a que abriera sus ojos y se burlara de él por estar llorándole. Que le bromeara de esa forma tan característica de él.
Se sintió una mierda. Recordar que horas atrás Eddie le había confesado sus verdaderos sentimientos, y el hecho de que él no podía corresponder. Saber que cada palabra que decía pegaban de forma diferente en él, cada abrazo, cada caricia, cada mirada, eran vistas desde la perspectiva del amor. Y aunque sabía que no era su culpa, se sintió culpable de no haberle correspondido. Porque ahora ya no estaba.
— Eddie, te necesito. Aún te necesito — Murmuraba sobre su pecho, como si así fuera a escucharlo mejor — Te llevaré a casa, ¿sí? Te llevaré y todo mejorará, sanarás. Pero necesito que despiertes.......por favor. ¿Podrías hacer eso por mi?
No podía sentirlo. Ya no podía sentir a Eddie allí, porque ya no estaba. Lo único que lo abrazaba era el frío de su cadáver y las manchas de sangre de su pecho que pintaban sus manos y cara. Era una escena de crimen donde parecía que él mismo había asesinado al chico, tal vez esa es la comparación porque así lo siente.
No pudo resistirlo más. Fue como si algo finalmente adentro de su corazón hubiera hecho "crack" y se hubiera quebrado otra parte más. Proveniente de su profunda y desolada alma, un grito salió de su garganta raspando la misma. Fuerte, escalofriante y paralizante. Fue el derrumbe, así fue.
Sentado en el suelo, sus manos y cara con la sangre de quien no estaba, las lágrimas en su rostro, ojos rojizos e hinchados, fuertes y quebradizos sollozos, fue que sostuvo el cuerpo de Eddie contra su pecho. Susurros de súplicas que no podrían ser cumplidas salían de su boca. Las repetía esperando a que abriera los ojos, aún sabiendo que eso no era posible; "por favor".
Necesitaba a su amigo, siempre lo necesitaría. Y no podía creer que no estuviera más con él.
Sintió una mano en su hombro y fue una de las primeras veces en que no se sobresaltó porque no podía importarle menos. Su cabeza se giró con lentitud, pues sus energías no existían, y observó a su novio de pie detrás de él con una expresión de lástima y pena. Sus llantos no cesaron incluso mientras miraba a sus ojos, y aunque no les dirigió la mirada, supo que Robin, Nancy y Dustin estaban allí también.
Apartó la mirada y la volvió a Eddie. Cerró y apretó sus ojos al igual que su boca. No podía parar. No podían pedirle que parara de llorar. Escuchar ahora los sollozos de Dustin por detrás le hacía derrumbarse el triple. Aquel adolescente amaba y admiraba más que nadie a Eddie, todos sabían que lo seguirá haciendo.
— Andi...... — Llamó Steve con suavidad, y dio una caricia a su hombro — Tenemos que irnos.
Apartó el hombro de su mano y su respuesta fue inmediata — No — Negó con dureza.
— Andi, entiendo. Pero, por favor, tenemos que...... — No logró terminar que fue interrumpido.
— ¡No! ¡No voy a dejarlo! ¡No puedes pedirme que lo deje! —- Gritó molesto. Sin embargo, luego se relajó y su voz recuperó el tembloroso tono — N-no puedo dejarlo. No pueden pedirme que lo deje. No voy a abandonarlo. No lo haré.
No hubo respuesta por parte de Steve, pero oyó unos lentos pasos detrás de él acercándose. Pronto, pudo notar de reojo una figura agacharse de cuclillas a su lado. No hacía falta verla para saber quién era. Ella siempre estuvo y estaba para él.
La chica tomó con delicadeza, casi como un dulce contacto cálido de pieles, el mentón del pelirrojo y trajo su mirada hacia ella. Ahí estaba. Nancy. No dijo nada. Absoluta.mente.nada.
Su comisura derecha solo se alzó hacia arriba de una casi minúscula interceptible forma, otorgándole una mirada de reconfortamiento en la que se sintió comprendido y calentó su rota alma. Sollozó mirando a sus ojos por ese sentimiento de compresión, y se derrumbó en sus brazos. Nancy no dijo nada. No se apartó, ni quejó al respecto, simplemente envolvió sus brazos alrededor de la espalda de su mejor amigo y la acarició.
Andi se dejó caer en su pecho y apretó su torso con sus brazos, aferrándose. No le importó manchar la ropa con sangre, no le importó haberle hablado mal a Steve, no le importó quedarse allí llorando. Solo le importaba una cosa en ese momento, y no estaba. Nunca más estaría.
{ Dos días después }
Era constante........No se refería de nada respecto a sí mismo.
Era constante. Ya no sus pesadillas, no su respiración, no el repiqueteo de sus dedos.
Era constante el sonido. El sonido de la máquina. El sonido de los latidos de Maxine.
Era constante el subir y bajar de su pecho en paz con cada inhalación y exhalación.
Era constante su silencio.
Era constante sus párpados cerrados.
Era constante su falta de presencia.
Era constante la ausencia de su voz y risa.
Y era constante la probabilidad de su muerte.
"Max. Max. Max.
Tus palabras de miedo aún pasean en mi cabeza.
Tus palabras de súplicas porque fueras tú en vez de mi.
Te comprendo, hubiera hecho lo mismo por ti. Quise, pero no me lo permitiste.
Sin embargo, tú no me comprendiste.
No comprendiste como me dolería verte en este estado. O ya ni siquiera poder verte.
Pero está bien, descansa. Yo cuidaré bien de ti, como tú lo hubieras hecho conmigo"; había escrito horas atrás en su libreta.
Cuando sus pesadillas habían comenzado a ser constante acudió a la psicóloga. Una libreta. Una puta libreta fue toda su solución. "Escribir es una forma de desahogo. En el momento en que no sepas qué hacer, esos momentos en los que te sientas desactivado, sin lágrimas que llorar, sin gritos que dejar escapar, sin cosas que golpear, escribe", fue lo que la mujer le había dicho.
Siempre pensó que era tonto, que no funcionaría. Sin embargo, ahora, las veinticuatro horas que pasaba al lado de Max, todo lo que hacía era escribir. Necesitaba desahogarse. No fue hasta ese momento que lo comprendió.
Todos les decían que debería de salir de allí, tomar un descanso. Hacía dos días no salía de la habitación de Max. No salía del hospital. No quería irse de su lado, necesitaba cuidarla y protegerla. Quería ser el primero en verla si despertaba.
A veces estaba solo, aunque mayormente lo acompañaba Lucas. Él siempre le traía un café al saber que se encontraría allí, y era el único que no lo obligaba a irse ya que si él pudiera estaría tiempo completo también. Mentalmente le agradecía a Andi por cuidar de su Max todo el tiempo. Se moriría si algo más llegara a pasarle. Erica se pasaba varias veces también, más que todo para acompañar a su hermano. Los demás pasaban de vez en cuando, cuando podían.
Se encontraba sentado incomodamente al lado de la camilla de Max. Sus brazos cruzados entre sí y apoyados en el colchón, mientras su cabeza reposaba arriba de ellos con la mirada hacia abajo, claro que sus ojos estaba cerrados. Llevaba horas así. Sus brazos y trasero ya estaba acalambrados, pero no tenía energías suficiente para levantarse, moverse o irse.
Tres golpes se oyeron en la puerta, y seguido de eso pasos ingresaron al cuarto.
— Andi — La voz de Steve se oyó.
Se mantuvo unos segundos en silencio, analizando si realmente quería responder.
— No quiero hablar, amor — Aclaró antes que todo, su voz escuchándose ahogada por el colchón.
— Sé que no quieres hablar, no es esa la razón — El tono de su pareja era dulce — Hay gente aquí que quiere verte — Avisó.
Eso lo confundió, sin embargo no lo demostró en sus facciones. Sus párpados se abrieron de manera lenta y lo primero que vio fue el blanquecino suelo del hospital. Luego, levantó la mirada y allí sí se permitió arrugar un poco el entrecejo. Una mitad por confusión y otra por la luz. Parado al frente de él estaba Steve.
No preguntó nada sobre lo dicho. Se levantó de su asiento sin prisa alguna y dedicándole una corta mirada de confusión a su novio, caminó hasta la puerta del cuarto. Abrió la puerta y asomó un poco su cuerpo por allí.
Ambas cejas dejaron su expresión y se alzaron al instante. Su cabeza se dejó caer un poco hacia un costado y su expresión facial se convirtió en una de paz y tranquilidad. Vicktor al frente suyo, entre los demás, le sonrió un poco. Su expresión mostrando la misma felicidad de verlo.
Ambos caminaron hasta el otro y al juntarse se fundieron en un fuerte abrazo. La cabeza de Andi se hizo hacia abajo y apoyó la frente en la cabeza del menor, mientras que este ocultaba su rostro casi a la altura de su cuello. Ambos con sus ojos cerrados se permitieron disfrutar más de la presencia y el calor del otro.
— No tienes una idea de cuánto te extrañé — Le dijo a un bajo volumen para que escuchara solo él.
— Te necesité, Andi. En serio te necesitaba allí conmigo — Confesó con tranquilidad.
El mayor llevó una mano a la larga cabellera de Vicktor y la acarició — Creeme, tú no tienes idea de lo que te necesité, zanahoria — Contratacó.
Disfrutó muchísimo del abrazo, del contacto de su hermano. Lo había necesitado en todo momento, no se sentía tan fuerte sin él, y en definitiva así fue. Pero ahora con Vicktor allí, un pequeño suspiro aparecía en su vida.
Al separarse, lo sostuvo de los hombros y lo observó a los ojos. Apretó un poco los labios antes de apuntar con la cabeza hacia la puerta de la habitación.
— Hay alguien que quiere que la visites — Informó decaído. Vicktor entendió de inmediato.
Cuando llegaron a Hawkins fue muy emocionante ver a todos de nuevo, aunque a la vez algo preocupante ya que no sabían muy bien qué había sucedido más allá de lo que Once les contó. Fue Nancy principalmente quien se encargó de contarle a detalle todo lo sucedido, explicándoles en el camino que lamentablemente Eddie había fallecido, cosa que lo hizo llorar por una hora entera, y luego explicó lo sucedido con Max. En esa parte también se respondió a la duda que tantas veces había cuestionado preocupado; ¿dónde estaba su hermano?.
En cuanto Vicktor ingresó a la habitación, volvió la mirada al grupo y se dio cuenta que al fin todos estaban reunidos de nuevo. Eso le sacó una pequeña y desgastada sonrisa. Los primeros en acercarse corriendo y estrellarlo en un abrazo fueron Once y Will, a quienes recibió con fuerza y cariño. Rio un poco por ese lindo sentimiento instalándose en su pecho.
Al separarse, dejó una mano en el hombro de cada uno — Por Dios. ¿Ha pasado tanto que no te veo? ¿O porqué tienes un nuevo corte? — Le preguntó divertido a Will, quien sonreía con sus ojos brillosos por lágrimas, y luego su mirada se dirigió a Once — Y por lo que veo tú también. ¿Había promoción en la peluquería? — Bromeó, queriendo hacerlos sentir mejor. Claro que funcionó porque Ce soltó una tonta y corta risa. Sin embargo, luego ambos se quedaron mirando — Te extrañé......A ambos. Me pregunto en qué momento los dejé crecer tanto — Suspiró y remojó sus labios — Vayan. Los está esperando.
Ambos asintieron antes de ingresaron al cuarto a ver a su amiga. Su mirada se dirigió a Mike, y aunque a él lo había visto hace poco tiempo, también se preocupó. No recibió mucho afecto por su parte, pues el ahora adolescente no solía ser tan cariñoso, pero le dio un corto abrazo y le dijo que le alegraba de verlo bien antes de cruzar la puerta.
Finalmente sus ojos cayeron en su mejor amigo. No había ingresado a la habitación directamente, sino que allí estaba, había esperado a poder saludarlo también. Fue por eso que cuando fue el último no dudó en acercarse a abrazarlo, siendo correspondido momentáneamente. Su cabeza cayó en el hombro del pelimarrón y sus ojos se pusieron llorosos.
— Estás aquí — Dijo más para él mismo que para su amigo.
— Estoy aquí — Confirmó Jonathan — Hubieras sido de mucha ayuda con nosotros, Andi.
— Tú hubieras sido de ayuda aquí. En especial para mi — Suspiró y se obligó a no comenzar a llorar de nuevo — Acabo de perder a un amigo y no pude ayudar a Max. Y tengo este sentimiento, junto a estas pesadillas y ese miedo que me atormentan desde hace dos días. De que lo peor está por venir y algo muy grande se viene.
Jonathan se separó y lo sostuvo de sus hombros — Hey. Hey. No es tu culpa, Andi — Contradijo los pensamientos del pelirrojo.
—- Lo sé —- Mintió.
— No es tu culpa — Repitió firme con su mirada café fija en la celeste de Ian — Estoy feliz de verte de nuevo.
— Yo también — Su mirada se desvió por unos momentos y fue hacia atrás de Jonn, donde había un extraño chico de largo pelo que no conocía pero por alguna razón secaba una lágrima que había derramado.
— Lo siento mucho. Eso fue tan emocionante, hombre. Nunca antes había visto un reencuentro tan hermoso — Aclaró cuando vio que era observado por el par de amigos y suspiró emocionado.
— Disculpa, ¿quién es él? — Interrumpió Ian antes de que dijera algo más.
— Andi, Argyle. Argyle, Andi — Presentó rápidamente y se giró hacia el latino — Será mejor que esperes aquí.
Él asintió — Yoh, no hay nada que aclarar — Se quedó unos segundos callados, que se volvieron algo incómodos así que habló de nuevo — Iré a por una soda — Avisó antes de marcharse de allí como si nada.
Jonathan dejó una palmada reconfortante en el hombro del Andirzon antes de ser el último en ingresar a la habitación de Max.
En el momento en que se quedó solo, se acercó a la pared y se apoyó contra ella dejando caer su cabeza hacia atrás contra la misma. Sus párpados se cerraron y una silenciosa exhalación salió entre sus labios. Era proveniente de una combinación entre preocupación, culpa, pero tranquilidad. Fue por primera vez que su cabeza, por un milisegundo, se sintió en paz y no pensó mil cosas juntas.
Oyó y sintió nuevamente alguien colocándose a su lado, y no tuvo que mirar o hablar para saber de quién se trataba. Con el tiempo, por tres años, aprendió a identificarlo en todos los sentidos. Eran los beneficios de conocerlo mejor que nadie. El sonido de sus pasos, su respiración, su aroma, y su silencio.
— ¿Te encuentras bien? — El cariñoso tono de Steve llegó a sus oídos.
Seguido de eso, sintió su mano ir a su reboltoso cabello y colocar correctamente un mechón detrás de su oreja. Luego, unos dulces labios dejaron un duradero beso en su mejilla, y al terminarlo acarició suave con la punta de su nariz en el mismo lugar. Tomó unos pocos centímetros de distancia después de eso.
Andi abrió los ojos y giró su rostro para poder ver a su novio, que mantenía su cuerpo cerca del suyo y el mentón estaba apoyado en su hombro, sus ojos siendo presa de su atención.
— Eso creo — Respondió finalmente.
Se mantuvo observado a aquellos ojos cafés de los que tanto de enamoró, pero nunca se cansaría de ver. Pasó tanto tiempo de cada día apreciándolos que descubrió cada uno de sus detalles. El hecho de que empezaban de un color café oscuro y se iba disolviendo hacia afuera a uno más claro, y en la parte clara se mantenían ocultos algunos infiltrados puntitos oscuros, le obsesionaban. Quería que todo terminara. Poder un día despertarse con la misma tranquilidad de hace 4 años atrás, antes de que todo comenzara, con la única diferencia de que en vez de odiarlo estuviera allí con él. Que abriera sus ojos en la mañana y su primera vista fuera Steve, que se encuentre durmiendo sobre su cuerpo abrazándolo. Que su única preocupación sea no despertarlo mientras acaricia y siente su cálido cuerpo y piel. Amaba amarlo con locura, pero odiaba que al suceder todo aquello no tuviera tiempo para demostrarlo como solía. Aunque sabía que Steve era consciente de su infinito amor, nunca se cansaba de repetirselo.
— Te amo — Dijo en tono seguro. Sus palabras saliendo naturalmente de lo profundo de su alma — Te amo con cada latido de mi corazón y lo seguiré haciendo así se detengan.
Steve nunca se cansaría de escucharlo. Amaba lo cursi que era Andi. Podría volverse loco en la droga que sus palabras escupen. Quería ahogarse en su amor y que fuera él mismo quien lo salvara.
— Y yo te amo con el fuego — Correspondió con su mirada fija en los celestiales ojos de su novio — Porque incluso cuando muera mi amor por ti seguirá ardiendo con él.
Una pequeña sonrisa se asomó en el rostro de Ian, por amor y un poco por encanto. Steve no solía ser tan cursi, de hecho siempre se burlaba de él por serlo aunque en realidad le volvía loco, así que escuchar esas palabras provenientes de él le derritieron su amoroso corazón.
— Tengo algo para ti — Volvió a hablar el mayor y Andi alzó las cejas invitándolo a seguir — Max.......Ella me dio esto para ti — Metió la mano en su bolsillo y sacó una carta la cual le extendió — Ella me pidió que te la diera.
Ian tomó con lentitud la carta y la observó. En su tapa tenía una linda escritura que decía; "Para Andi".
— Iré a.....Iré a leerla — Titubeó un poco.
Steve lo detuvo de su mano antes de que se vaya y se acercó — ¿Me darías un beso antes?
No respondió verbalmente, pero acercó su cuerpo al de él y lo atrajo de la cintura, provocando que el otro pasara sus brazos por sus hombros. Le sonrió un poco y se giró a todos lados a ver que nadie los viera, antes de acercar sus labios y besarlo.
No se preocupó por separarse de inmediato o de que alguien apareciera y los viera, solo se concentró en los suaves labios de Steve moviéndose encima de los suyos. Sin quererlo, en medio del beso, una tonta sonrisita se le escapó, contagiando al otro. Le selló el beso con un último pico.
— Si necesitas algo me buscas, ¿sí? — El pelirrojo asintió a su pregunta antes de alejarse.
No salió del hospital, tampoco se quedó en un pasillo, ni mucho menos fue a la terraza, pues la tarde estaba fresca. Optó por buscar una habitación que estuviera solitaria, así que al encontrar una se adentro de inmediato. Cerró la puerta con cuidado y se acercó a la camilla, se subió a ella y se sentó como indio. Su mirada bajó a la carta en sus manos. Le provocaba nervios leerla.
Pasaron minutos en los que solo se quedó congelado mirando la carta entre sus dedos, acariciándola con los mismo, pero finalmente soltó un largo y profundo suspiro antes de abrirla con delicadeza.
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"Para Andi:
Realmente no sé muy bien como comenzar esta carta, es una de las que más me ha costado escribir. Tengo tantas cosas por decir, no quiero quedarme con las ganas de que sepas algo, pero.....siempre fui muy reservada en sentimientos, es la razón por la que siento vergüenza mientras escribo esto. Eso tú lo sabes muy bien.......
Creo que empezaré con lo importante.
No quiero que te sientas culpable, Andi. No quiero que pienses que lo que sea que haya sucedido conmigo fue tu culpa, porque no lo es. Fue mi desición. Y si así fue y tanto insistí por ello, es porque no podía ver que algo te sucediera. Sé que tú querías lo mismo para mí, pero no podía permitir que mueras. Has hecho tanto, Andi, tanto por nosotros. Has hecho tanto por mi, me has salvado en muchos aspectos diferentes de mi vida, a pesar de que no en este, pero realmente eso no importa. Quería devolverte el favor. Sufriste mucho y veo eso, haces tanto y también lo veo. No permitiría que hicieras más por mi, sería egoísta. Tal vez no lo veas de ese modo todavía, perseguirías la muerte para traerme a la vida, pero no puedo aceptar que des la tuya. Tienes un hermano que te ama, un novio que te admira, amigos que conoces hace años. Sea lo que sea que suceda, quiero que sepas que hice esto por mi cuenta. Y sí, Andi, tengo miedo, mucho miedo, pero necesito, por Dios en serio necesito que recuerdes que no es tu culpa. Vive sin la culpa. Si mi muerte puede salvarte y a los demás, no será en vano. Recuerdalo.
Si sigues sintiéndote culpable, me levantaré entre los muertos y te golpearé, Ian. Lo juro......
Cambiaré de tema. Me provoca mucho miedo hablar de mí como si ya estuviera muerta, aunque sé que Lucas estará allí. Es duro de asimilar.......
Quiero agradecerte.
Probablemente te preguntes porqué.
Son demasiadas cosas, estoy segura de que muchas las he olvidado, pero quiero recalcar la más importante para mí; cambiar mi vida.
Quiero agradecerte por cambiar mi vida, Andi. Todavía recuerdo cuando mi madre me dijo que nos mudariamos de California, sentí que caía en un pozo. Pensé que Hawkins sería mi perdición, un lugar de mierda donde pasaría encerrada hasta poder cumplir los dieciocho y poder irme, pero luego conocí a Lucas y Dustin, ellos me llevaron a los demás. Entonces, cuando si quiera sabía de tú existencia, apareciste. Tomaste un lugar en mi vida que pensé que nadie podría tomar, y me demostraste que no se necesita de tiempo sino de conexión. Que no hace falta años de amistad para que alguien se vuelva de tu familia.
Nunca lo dije, pero un día comencé a considerarte mi hermano mayor, comencé a sentirte de esa manera, y hasta el día de hoy es el modo en que te veo. Tengo que admitir que me daba vergüenza decírtelo, por eso lo escribo aquí, quiero que lo sepas. Sonará estúpido, pero tenía miedo de cómo reaccionarias, a parte de que también sentía algo de celos. Has tenido a Vicktor toda tu vida, un hermano con quien compartir la vida. Y supongo que años después llegó Ce. Se ganó un lugar rápido en tu corazón, no estaba en aquel entonces pero pude deducirlo por el cariño con el que la miras, aunque no lo supe hasta que la vi por primera vez aquella noche en la casa de Will. Como te acercaste a abrazarla y decirle cosas, siempre logrando sacarle una sonrisa. Me sentía celosa porque quería ese puesto en tu vida, quería que me vieras como tu hermana, y con Ce allí pensé que sería imposible obtener la oportunidad. No creo que sea extraño, creo que tener un hermanastro de mierda te hace desear las cosas simples de la vida.
Cuando me llamaste hermana por primera vez, me tomó tan repentinamente y no dije nada al respecto, pero por dentro pensaba; "¡Me dijo hermana!". Al principio me sentí rara, no por cómo me llamaste, sino por mi reacción. Pensé que estaba siendo una niña y que no iba con mi personalidad, que yo nunca reaccionaría así por algo. Luego me di cuenta de una verdad que no quería admitir, sí era una niña, y una niña siempre anela una persona con quier compartir la vida. Sin embargo, pensé en que finalemente podría ir formando mi propia familia. La familia que siempre soñé con tener.......
Y la conseguí.
Tal vez nunca te lo hayan dicho, Andi, tal vez si, pero quiero que lo sepas y que se guarde en tu memoria.
Eres de las mejores personas que alguien podría conocer.
Si no me crees puedes preguntarle a Steve. Irónico, ¿verdad? La única forma de que alguien te odie es que no te conozca en lo absoluto.
El punto es, que eres especial, Ian.
No hace falta conocerte para que tu energía envuelva a tu alrededor. Eso me ha pasado contigo. Pensar que con apenas conocerme me defendieras de Billy y pudieras ver y deducir lo que él hacía con tan solo una acción.
Eres fácil de amar. De un corazón que no cualquiera sabría cuidar.
Sabes hacer reír a cualquiera, incluso en los momentos menos debidos.
Tienes el don de cuidar y proteger por naturaleza, incluso a quienes no lo merecen. Lo sé porque me has cuidado desde el primer segundo hasta al último sin que fuera tu obligación. Lo has hecho por amor.
No me gusta describirte, siento que si lo hago estoy recalcando las cosas importantes y nada de lo otro lo es, pero es todo lo contrario. Quiero que lo sepas para que el día en que alguien te diga lo contrario sepas que miente.
Como sea, no quiero sonar sentimental, pero terminaré esta carta diciéndote gracias.
Gracias por darme la oportunidad de ser una hermana, porque me gané ese puesto y aprendí a ser una gracias a ti.
Gracias por la oportunidad de formar una familia contigo y los demás.
Te ama;
tu pequeña hermana, Max.
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Las lágrimas de Ian se deslizaban por sus mejillas desde que había comenzado a leer la carta, y seguían cayendo hasta aquel momento. El papel de la carta se encontraba mojado por las mismas, pero que por suerte no distorsionaban la tinta de la escritura. Sus manos sr aferraban al papel como si eso fuera a salvarlo.
El chico llevó la carta contra su pecho, como si al hacerlo pudiera tener más cerca suyo a Max, y se dejó caer hacia atrás quedando acostado en la camilla.
— Tú eres mi hermana, rojita — Susurró con la esperanza, aunque se encontraran a cuartos de distancia, que Max pudiera oírlo — Siempre lo serás.......
El próximo capítulo ya va a ser el último y se termina Yuanfen 😭😭
Bueno.....al menos hasta que salga la T5.
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