42| Promises.....again

Chapter forty-two;
Promises.....again


























































































— Andi — Le había llamado alguien.

Se dio rápidamente la vuelta asustado, aún nadando debajo de la noche, y miró a todos lados sin encontrar nada ni a nadie. Se estaba desesperando, creía que en cualquier momento podría empezar a tener un ataque de pánico.

— Andi — Volvió a llamar la misma voz grave por detrás suyo.

No quiso darse la vuelta de nuevo, simplemente se hundió en el agua y cerró sus ojos con fuerza a la vez que llevaba sus manos a sus orejas, queriendo callar aquella voz que tanto escalofríos le causaba.

No sabía qué hacer. Se sentía un idiota. Toda su vida fue una persona valiente que sabe solucionar problemas, incluso si pareciera no tener solución, encontraba una. ¿Qué estaba sucediendo ahora? Se sentía aquel indefenso Ian de ocho años, que cuando su madre lo golpeaba no sabía qué hacer.

Sintió algo agarrándolo, lo que lo asustó, e intentó llevarlo a la superficie. No se atrevió a abrir sus ojos, solo comenzó a pegarle e intentar separarse de lo que aquello fuera. Sin embargo, no parecía ser suficiente. Lo sostenía con fuerza. Y, cuando llegó a la superficie, una voz habló.

— ¡Andi! — Llamó asustado dejando de sostenerlo.

Con lentitud, se atrevió a abrir los ojos y se quedó paralizado al ver a Steve al frente de él. Ambos estaban en el agua y por detrás del chico se encontraban Nancy, Robin y Eddie en el bote, los tres con expresiones de temor, que a pesar de verlo ya de vuelta en la realidad, no pudieron relajarse.

El pelirrojo no se atrevió a decir algo, estaba congelado. ¿Y qué si Vecna seguía jugando con él? Así que, cuando Steve nadó un poco queriendo acercarse, se apartó. El mayor le vio confundido, pero después su expresión se volvió comprensiva.

— Andi, soy yo. Steve — Dijo con delicadeza — Somos nosotros, amor. Nadie puede herirte aquí, ¿sí? Estás a salvo.......¿Te encuentras bien?

Ian tardó solo unos segundos en responder, pero terminó asintiendo con la cabeza. Sin decir nada más, comenzó a nadar y a acercarse al bote. Los tres ya en el, se hicieron hacia atrás dándole lugar, y Steve lo siguió por detrás. Sin hacer mucha presión en el bote, hizo fuerza con sus brazo y se subió a este. Steve repitió su acción y al instante se acerca a abrazarlo, ambos ya estando sentados.

Los brazos del mayor lo sostenían por sus hombros con fuerza, atrayéndolo hacia su cuerpo, y Andi pasaba los suyos por el torso de Steve mientras su cabeza estaba reposando en su pecho. Nancy se acercó y se sentó junto a ellos para acariciar con cariño la espalda del pecoso, haciéndole saber que estaba ahí para él. Queriendo transmitirle seguridad.

— ¿Qué sucedió, Andi? — Se atrevió a preguntar Robin. En su tono de voz se escuchaba preocupación.

La mente de Andi quiso volver instantáneamente a los sucesos de hacía un par de minutos, sin embargo, bloqueó esos recuerdos antes de recordar algo. No quería volver a esos momentos.

Negó con la cabeza — No quiero hablar de eso ahora — Susurró y, sin quererlo, su voz se escuchó quebrada — Tenemos que seguir. Hay que encontrar el portal.

— Andi......— Intentó hablar Eddie.

— No, por favor. En serio. Esto es importante, ¿sí? Solo sigamos. Pretendamos que nada sucedió — Pidió suplicante.

Los otros cuatro se miraron entre ellos no muy seguros, pero terminaron accediendo al pedido del chico. Segundos después, ya se encontraban siguiendo la dirección de la brújula por segunda vez.

Nancy, Robin y Eddie estaban concentrados en encontrar el portal, también hablaban sobre el tema mientras seguían las indicaciones de Wheeler tal como al principio.

— ¿Cómo te encuentras? — Preguntó Steve en un susurro, sin querer ser oído más que por su novio — Y no me digas que bien, Ian. Te conozco.

Andi abrió y cerró su boca un par de veces, pensando que decir, pero ninguna palabra terminó saliendo de ella.

— Pensé que te perdería — Volvió a hablar el mayor, al ver que Andi no estaba dispuesto a tomar la palabra — Tenía tanto miedo de perderte, amor.

Inclinó un poco su cabeza para poder ver el rostro de su novio, aún recostado en su pecho, y dejó un largo beso en su frente. Al separarse, dejó una caricia en su mejilla.

— Wow. Wow, wow, deténgase — Detuvo repentinamente Nancy a Robin y Eddie. Los cinco se acercaron a ver la brújula, la cuál giraba con velocidad sin apuntar a un lugar exacto.

Chicos, ¿qué pasa? — Preguntó Dustin a través del walkie talkie — Vamos, respondan, ¿qué pasa?

— Ah, Dustin, tu brújula pasó de volverse loca a volverse...... — Respondió Robin sin saber muy bien qué decir.

Antes de que alguien volviera a hablar, Steve se separó con cuidado de Andi y comenzó a sacarse sus zapatos y calcetines.

— Steve, ¿qué haces? — Preguntó Nancy, sacándole la pregunta de la boca.

— Alguien debe bajar a revisar qué hay. Y a menos que uno de ustedes sea mejor que el cocapitán del equipo de natación y salvavidas por tres años, yo voy a tener que ir. Sin quejas, ¿está bien? — Respondió el nombrado antes de ponerse de pie.

— Oigan, no me quejo. Yo no quiero explorar ese lago — Aceptó Eddie al instante, ganándose una mirada incrédula de Andi.

— Steve, no puedes solo....... — Su voz se calló cuando su pareja se quitó la remera dejando su torso desnudo.

Tragó saliva y remojó sus labios, quedándose observando en silencio el cuerpo del mayor, sin saber muy bien qué hacer o qué hacía él. Sin embargo, no era el único, pues sin quererlo, Nancy se había quedado del mismo modo que él.

— Oye...... — Llamó Eddie y le pasó a Steve una linterna envuelta en una bolsa de plástico — Suerte.

— Gracias — Aceptó el objeto y se preparó para saltar del bote.

— Steve — Detuvo un preocupado Ian, sosteniendo su mano — Cuídate, ¿sí?

Este asintió y dejó una caricia en su mano con el dedo pulgar antes de soltarla. Se volvió a preparar y se tiró al agua de clavado, desapareciendo de sus vistas.

El silencio los envolvió y ninguno abrió la boca. Nancy se puso a controlar los segundos y los otros tres simplemente esperaban preocupados, el pelirrojo más que todos. Steve había llegado a pensar minutos atrás que lo perdería a él. Ahora era él quien tenía miedo de perder a Steve o que algo le pasara. Al estar debajo del agua, no sabrían si algo lo atacaba.

Decidió no pensar en negativo, solo apagó su cerebro y dejó que el tiempo transcurriera como debía.

— ¿Cuánto lleva? — Preguntó Robin.

— Casi un minuto — Informó Nancy observando su reloj.

Sus ojos estaban fijos en el agua, esperando a que en cualquier momento él saliera de la profundidad del lago.

Sintió una mirada pegada a su nuca, observándolo con inseguridad, y al darse la vuelta se encontró con Eddie, quien apartó la mirada y carraspeó un poco queriendo disimular.

Andi estuvo a punto de decir algo, pero Steve salió de repente del agua sobresaltado, asustando a todos y haciendo que estos dejaran salir insultos.

— Lo encontré — Informó agitado y nadando hacia ellos.

— ¿Lo encontraste? — Cuestionó Nancy sorprendida.

— Sí, lo encontré — Afirmó.

Robin tomó el walkie talkie — Dustin, eres un maldito Einstein.

— Es una locura — Retomó la palabra Steve — Es un portal bebé más que un portal madre, pero......aun así, es muy grande.

No pudo seguir hablando que el chico se hundió en el agua de un momento a otro y volvió a salir por voluntad propia. Todos se tiraron en su dirección preocupados y se miraron confundidos entre ellos, en especial Steve, que se quedó en silencio intentando procesar qué había pasado.

Sin embargo, no duró mucho que Steve fue hundido completamente y esta vez no volvió a la superficie. Todos gritaron y lo llamaron preocupados.

— ¡Steve!

— No puede ser, ¿lo ven? — Gritó Eddie espantado — ¿Qué carajos fue eso?

— ¡Steve! ¡Steve! — Llamaban desesperadamente Robin y Andi al mismo tiempo.

— ¿Qué pasó? — Preguntó la primera.

— ¿Dónde está? — Le siguió Eddie.

Andi dejó de gritar y fue un milisegundo en el que el pensamiento cruzó por su mente. Se colocó de pie con cuidado, sin importarle dejar a los demás atrás, para poder ejecutar su acción sin duda alguna.

— ¡Espera, espera! ¡Andi! No piensas meterte, ¿o sí? — Lo detuvo Eddie.

— Es mi maldito novio — Fue su única respuesta antes de tirarse de clavado al agua, ignorando los llamados de los demás.

Nadó lo más rápido que sus piernas y brazos le permitieron, su respiración siendo retenida en sus pulmones intentando aguantar lo más posible. A la lejanía, al fondo del lago, ya podía observarse con claridad una fuerte luz roja que se iba viendo mejor mientras más se acercaba. Era justamente como Steve lo había descrito. Pequeño, a comparación del original, y con el mismo aspecto que todos siempre tenían.

Al llegar a él, rompió la biscosidad que impedía su paso a través de él y lo cruzó, haciendo que por inercia fuera llevado hacia el otro lado. Su espalda se golpeó con fuerza contra el suelo al llegar, sacándole un gruñido, y al fin pudo respirar.

Se levantó del suelo con apuro y escuchó como algo aterrizó por detrás de él, seguido de un gruñido. Se dio la vuelta y pudo ver a Nancy tirada en el suelo, al parecer lo había seguido, por lo que supuso que los demás también.

Quiso acercarse a ayudarla, sin embargo, al escuchar un trueno en el suelo seguido de raros chillidos, comenzó a correr queriendo encontrar a su novio.

Mientras sus piernas se movían con velocidad, pudo verlo a un par de metros de él en el suelo, luchando y siendo retenido por lo que parecían murciélagos, intentando liberarse. Uno lo sostenía por el cuello y tiraba de él ahorcándolo, otros dos estaba en su torso mordiéndolo.

Se acercó al bote, que en esta realidad se encontraba entre las enredaderas, y de ahí tomó un remo. Corrió sin perder un segundo y al llegar con su novio, golpeó uno de los murciélagos que mordía su torso.

— Hola — Habló una agitada voz por detrás, que no tuvo que darse la vuelta para saber que se trataba de Nancy.

La chica se acercó y se apresuró a golpear al otro animal que mordía a Steve.

— ¡Rápido, que no se mueva! — Pidió Andi a Robin.

Ella no tardó en poner un pie por encima de la cola que ahorcaba al chico y Andi comenzó a golpearlo con el remo ejerciendo toda la fuerza que tenía. Claro que nada podía ser tan fácil, pues el animal no se moría.

— ¡Carajo! — Exclamó Eddie al escuchar varios chillidos.

Más murciélagos comenzaron a llegar y de ellos se encargaron el rockero y Nance, hacían lo mejor que podían, pues los otros dos seguían intentando liberar a Steve.

— ¡Ya muérete! ¡Por favor! — Suplicó Robin desesperada al ver a su amigo casi sin poder respirar.

— Andi, ¡detrás de ti! ¡Cuidado! — Le advirtió Eddie.

No llegó a cubrirse a tiempo, pues un murciélago lo tomó de la espalda, clavándo sus garras allí y se aferró a él como si su vida dependiera de ello. Andi gimió adolorido y Robin corrió a su auxilio.

Sostuvo al animal de la cola y comenzó a tirar de él, queriendo sacárselo de encima, aunque le dolía a causa de sus garras. Luego de unos segundos, la chica logró su propósito, y lo tiró al suelo. Ian se reincorporó y se acercó para clavar con fuerza y enojo el palo de madera en la cabeza del ser.

Se giró, queriendo ayudar a su novio por segunda vez, pero este ya se encontraba de pie. Sostenía al monstruo de la cola y lo golpeaba una y otra vez, de un lado a otro, contra el suelo. Finalmente, puso su pie en él y con fuerza tiró para terminar partiéndolo en dos, con la sangre cayendo por su boca.

— Steve — Llamó un inquieto Andirzon acercándose — Por Dios, Steve. ¿Estás bien?

Sabía que la pregunta era estúpida, pero es a lo que cualquiera le sale preguntar en una situación de peligro como esta. Su pareja tenía su torso sangrando gracias a las heridas provocadas anteriormente por las mordidas.

— Me quitaron un buen pedazo — Bromeó Steve sin ningún tono de chiste, más bien de dolor, mientras era revisado por el otro — Pero fuera de eso......yo, de maravilla.

— No es momento para bromas — Respondió Andi abrumado y algo molesto.

No era a causa del mayor, sino que toda la situación lo había asustado tanto que no podía volver a sentirse bien.

— No vuelvas a asustarme así — Rogó, sosteniendo una de sus mejillas.

— Sí.......para la próxima vez creo que tendré que aprender a luchar contra murciélagos de otra dimensión, así te preocupas menos — Bromeó nuevamente. Su respiración se mantenía agitada.

— Eh, ¿sabes si estos murciélagos tienen rabia? — Interrumpió Robin y todos la vieron confundidos.

Steve frunció el ceño — ¿Qué?

— Es que la rabia es mi miedo número uno, y creo que deberíamos llevarte con un médico muy pronto, porque, cuando presentes síntomas, ya es tarde, estarías muerto — Habló Robin con rapidez.

Ninguno respondió algo al respecto, simplemente callaron. Aunque, el silencio fue interrumpido con chillidos. Al alzar sus miradas, vieron más muerciélagos yendo en su dirección. Por suerte, estos no los atacaron de una, pues aterrizaron en el portal y se quedaron a los bordes de este.

— Bueno, no son tantos — Dijo Steve — Podemos con ellos. ¿Cierto?

Instantáneamente de lo dicho, sus ojos viajaron a la tormenta roja, permitiéndose ver la cantidad de animales que iban a su dirección, dispuestos a despedazarlos.

— El bosque. ¡Vengan! — Ordenó Nancy y comenzó a correr hacia el lugar dicho, seguido de los demás.

Andi tomó la mano de su pareja y ambos corrieron juntos penetrando el gran bosque de Hawkins. Se mantuvo a su lado por sí llegara a pasarle algo, se desmaya o necesitaba de su ayuda. El grupo terminó llegando a la Roca Calavera y se escondieron por debajo de ella.

Pasaron los segundos, en los que se mantuvieron callados y agitados, y los murciélagos pasaron de ellos sin verlos, provocando sus suspiros y jadeos de relajación.

— Ah.....okey. Estuvo cerca — Dijo Robin asomándose con cautela.

— Sí. Muy cerca — Confirmó Eddie asustadizo mientras salía junto a ella.

Luego de ellos, con cuidado y estando atentos, Nancy e Ian salieron de abajo de la Roca, permitiéndose ver que ya estaban a salvo. Al menos, así lo era por el momento.

Por detrás de ellos, se escuchó un jadeo seguido de un insulto, y al darse la vuelta vieron a Steve tambaleándose, llegando a sostenerse de la misma roca. De inmediato, Andi se acercó a él al igual que la chica.

— Estoy bien. Estoy bien — Intentó tranquilizar.

— No, no, no. Claro que no. Estás sangrando. Ven, siéntate — Le pidió Andi y suavemente, con la ayuda de Nancy, ayudó a su novio a sentarse en el suelo. Aunque, esto no impidió que se quejara de dolor.

El chico sacó su mano de la lastimadura, dejando que los otros observaran la profundidad de esta que los hizo hacer un jadeo de impresión.

— Mierda — Susurró el pelirrojo.

Pensó que hacer y tomó de su remera para ejercer fuerza y arrancar un largo pedazo de la tela.

Okey. La buena noticia es que estoy segura de que el mareo no es un síntoma de la rabia pero, si empiezas a alucinar o tienes espasmos musculares, o te sientes agresivo, como si quisieras golpearme, avísame, por favor, ¿sí? — Habló Robin de manera rápida. Al parecer en serio tenía miedo de que fuera a darle rabia al chico.

— Robin......— Detuvo el mismo en un quejido — Creo que quiero golpearte.

Ella rió de manera nerviosa — Tu sentido del humor está intacto. Es buen síntoma — Fue lo último que dijo antes de ponerse de pie y alejarse un poco.

Una vez se apartó, Andi se acercó a Steve, quien levantó un poco su cuerpo para que pudiera hacer las cosas mejor.

— Esto va a doler, ¿sí? — Advirtió.

Presionó la tela en la parte del frente del torso, en la altura de la herida, y pasó por detrás cada extremo para llevarlos al frente por el lado contrario. Quiso ser cuidadoso para que no doliera tanto, sin embargo, si no presionaba bien, no se detendría el sangrado. Terminó por atar las puntas y hacer un fuerte nudo por encima de la lastimadura.

Cuando finalizó, Steve suspiró con dolor y se volvió a sentar contra la roca queriendo relajarse aunque sea un poco.

— Gracias — Murmuró con la respiración agitada.

Andi se apartó de él y se sentó a su lado, poniendo con delicadeza una pierna arriba de una de Steve, ya que ambas se encontraban extendidas en el suelo, para tener más contacto físico.

— Eso va a dejar una cicatriz — Dijo Steve por lo bajo, manteniendo su cabeza hacia atrás apoyada en la piedra y sus ojos cerrados.

— Sí.....ni me lo digas — Intentó bromear, ya que él tenía muchas a causa de situaciones como aquella, pero solo recibió un suspiro en respuesta.

— Me asusté — Admitió Steve, pero se explicó sabiendo que Andi tal vez no había entendido — Cuando aquel estúpido murciélago no dejaba de ahorcarme dije: "mierda, no quiero morir". "No quiero dejar a Andi".

Fue cuando el nombrado, que observaba el perfil de su novio, bajó la vista a su cuello y vio las marcas que dicho animal había dejado. Acercó su mano y con cuidado rozó la marca haciendo que Steve sisee.

— ¿Duele?

— No mucho — Negó sin querer preocuparlo.

El silencio se hizo presente unos segundos, pero Ian volvió a hablar — ¿Puedo decirte algo a ver si te hace sentir mejor?

— ¿Qué? — Le dejó proseguir, pensando que se trataría de algo serio.

— Fue muy caliente — Confesó con una sonrisa divertida queriendo distraerlo y hacerle olvidar el dolor.

Steve frunció el ceño y reincorporó su cabeza para verlo — ¿Qué? — Cuestionó confundido.

— Sí.....verte pelear con ese murciélago fue..... — Pretendió desmayarse, logrando su propósito, ya que el otro rodó los ojos y una de las comisuras de sus labios se elevó.

— Nunca me dejes, Ian Andirzon — Pidió, ya sintiéndose mejor por el comentario de su novio.

— Una vez, prometí que si me decías que sí, Steven Harrington, nunca te dejaría ir. Y yo siempre cumplo con mis promesas — Prometió por segunda vez luego de dos años.

— Y yo dije que no quería que me dejaras ir. No quiero — Se corrigió y luego Andi extendió su dedo meñique hacia él — ¿En serio?

— ¿Qué? — Se quejó divertido — Siempre lo hice con Vicktor. Y mira, mi dedo sigue ahí, quiere decir que nunca he roto una promesa.

Steve negó con la cabeza divertido, pero terminó entrelazando sus dedos meñiques en una promesa de amor.

Andi bajó su vista a la mano de Steve y al seguir su vista por su brazo pudo ver su piel de gallina por el frío.

— ¿Tienes frío? — No esperó una respuesta y se sacó su remera, evitando las negaciones de Steve, dejando su torso al aire — Pontela.

— Andi, no. Estoy bien. No quiero que pesques un resfriado.

Ian alzó una ceja — Suenas como a una madre. Pontela — Ordenó.

— No voy a......

— Steve — Lo interrumpió — Pon.te.la — Ordenó, recalcando cada sílaba de la palabra.

El mayor lo miró serio y suspiró antes de aceptar a regañadines. La tomó y se preparó para el dolor que sabía que le haría sentir moverse. Separó su espalda de la roca y con cuidado pasó cada brazo por su manga correspondiente. Al ver que le costaba un poco, Andi lo ayuda a colocarla bien.

— ¿Mejor? — Recibió una afirmación con la cabeza de respuesta — Vamos. Hay que levantarte.

Se puso de cuclillas al lado de Steve y pasó su brazo por la cintura del mayor, a la vez que este se sostenía de sus hombros.

— Entonces..... — Escucharon que Eddie habló y sus miradas se dirijeron a él, quien estaba encima de una roca — ¿Este lugar es como Hawkins, pero con monstruos y atrocidades?

— Más o menos — Respondió Nancy — Espera, cuidado con las enredaderas. Es una mente colmena — Advirtió al ver que casi pisaba una liana.

— ¿Una qué?

— Todos los bichos que hay aquí son como uno mismo. Si pisas una enredadera o un murciélago, pisas a Vecna — Explicó esta vez Steve.

Eddie entendió y comenzó a bajar con precaución — Qué asco.

— Pero lo de nuestro mundo sigue aquí, ¿no? Menos las personas, obvio — Cuestionó Robin, aunque se trató más de una afirmación.

— Hasta donde entiendo, sí — Afirmó Wheeler.

— Así que, en teoría, podríamos ir a la estación de policía y robar armas y granadas para volar a todos esos murciélagos que custodian el portal.

— Sí, dudo mucho que la policía de Hawkins tenga granadas, pero armas seguro tienen — Opinó obvio Steve.

— No tenemos que ir tan lejos por armas. Yo tengo armas. En mi habitación.

— Sí. Y yo también. Podríamos buscar todas — Coincidió Ian con Nancy ante lo dicho.

— Es decir, de ti lo creo — Eddie señaló a Andi — Pero tú, Nancy Wheeler, ¿tienes armas, en plural? ¿En tu habitación? — Dijo incrédulo.

— Está llena de sorpresas, ¿no?

— Una Makarov rusa y un revólver — Especificó la de rulos.

— Sí. Casi me disparas con esa — Recordó Steve, poniéndose a su lado.

— Casi te lo merecías — Le respondió Nancy,  mirándolo con cierta mirada que hizo que Andi arrugara el entrecejo.

El mismo dicho, sintió que algo le golpeaba el pecho repentinamente. Lo sostuvo y al bajar su vista divisó el chaleco de jean de Eddie.

— No me malinterpretes. No me molesta en lo absoluto — Bromeó el chico con aires divertidos, haciendo que Andi deje salir una corta risa nasal.

Agradecía al mayor por haber interrumpido, lo que podría haber sido un "momento", entre Nancy y Steve. Ahora, era este último que miraba a Eddie con el ceño fruncido.

De un momento a otro, un fuerte terremoto movió el suelo agresivamente. Andi, reaccionando a tiempo, sostuvo a Robin, ya que estaba a su lado, y la atrajo hacia él para que no saliera herida ni se cayera al suelo. Duró tan solo unos cortos segundos, pero al terminar, se escucharon muchos gruñidos y chillidos por más de diez segundos, que los hizo quedarse congelados.

— Las armas me parecen una gran idea en este momento — Opinó Eddie levantándose del suelo.

— Sí, a mi también — Coincidió Robin que se aferraba a Ian en un abrazo como si su vida dependiera de ello.

— ¿Y qué estamos esperando? — Preguntó Andi colocándose el chaleco de Eddie como pudo, ya que la chica no se despegaba de él.

Steve comenzó a caminar en lo que sería el camino a la casa de Nancy, siendo el único con linterna, y todos les siguieron por detrás. Buckley finalmente dejando libre a su amigo.

En el camino no hubo mucho que decir, mientras Nancy, Robin y Andi se mantenían juntos adelante, más atrás de ellos caminaban Steve y Eddie juntos. Era algo extraño porque no eran amigos, o si quiera se llevaban bien, pero tal vez sería bueno que se conocieran aunque sea un poco. Solo para poder llevar mejor la situación.

Robin, que estaba a su derecha, tomó su brazo con una mano y apoyó su cabeza en él, mientras suspiraba y seguían caminando.

— ¿Estás cansada? — Le preguntó Ian en un tono relajado. Por primera vez ahí adentro, no tenían que estar tan a alerta.

Ella negó con la cabeza — ¿Qué hay de ti? — Se dirigió esta vez a Nancy.

La de rulos suspiró por lo bajo — Cansada no. Solo......me gustaría que todo esto terminara. Y no solo me refiero a Vecna, sino a todo. Quiero que el Otro Lado y todo respecto a ello desaparezca de nuestras vidas.

— Sí, también yo — Coincidió Ian — La rutina semanal de cada año.

Ante la broma, las dos chicas sonrieron un poco, al igual que Andi, pero luego terminaron riéndose un poco por la estúpida broma, pues era tan cierto que de algún modo les causaba gracia.

— ¿Creen que todo esto terminará? — Habló Robin luego de que las risas cesaron.

— Haría cualquier cosa para que esto terminara — Respondió confiado el pelirrojo.

La conversación se cortó, ya que el suelo comenzó a moverse agresivamente. Era el segundo terremoto desde que estaba allí. Los tres cayeron al suelo y se quejaron por el golpe. Duró aproximadamente lo mismo que el anterior, pero con la diferencia de que Nancy se puso de pie a la mitad y comenzó a caminar apurada, alejándose de ellos.

— ¡Nancy! ¿A dónde vas? — Gritó Robin sosteniéndose de un árbol.

Los dos amigos se levantaron del suelo y corrieron a por ella. Al llegar a ella, se colocaron a su lado y vieron que la chica observaba su propia casa, que estaba muy lejos de ellos. A los segundos, Eddie y Steve llegaron a ellos.

— Vamos — Pidió Wheeler antes de caminar. Los demás la siguieron.

No tardaron mucho en llegar a comparación de lo que pensaron. La casa lucía igual que todo en allí. Vieja, sucia, escalofriante. Al entrar, fue Nancy la primera y le siguieron los demás.

— Vengan, no quiero quedarme mucho tiempo — Pidió la dueña de la casa.

Todos subieron las escaleras, evitando las enredaderas en el suelo, y siguieron a Nancy hasta su habitación. Al ingresar, fue directo a su closet y sacó de la parte de arriba una caja. La apoyó sobre su escritorio y al abrirla solo había un par de tacones.

— Esas no son armas — Recalcó Eddie preocupado.

— Esos tacones son puntiagudos, pero esperaba algo cercano a un proyectil letal.

— No entiendo — Dijo Nance para ella misma.

— Tal vez las guardaste en otra parte — Sugirió Munson.

— Mi hermana tiene seis, sé dónde las guardo — Respondió molesta — Además, tiré estos zapatos hace años.

Se quedó callada pensando y extendió su mano para agarrar varias cartas de colores, que tenían escritas en ella cosas de química. Comenzó a ver una detrás de otra y Andi leyó cada una de ellas, dándose cuenta de que algo estaba mal.

— Entiendo que te importan mucho las calificaciones, pero ¿no podrías estudiar después? — Preguntó Robin sarcástica, pero fue ignorada.

— Algo está mal — Habló Ian y tomó las cartas — Esto es química de segundo año. Recuerdo ese examen. Fue la noche que peleamos.

— Sí...... — Coincidió ella confundida — Y este.....este papel tapiz es el viejo papel tapiz. Y ese espejo se fue en la venta de jardín. Y esto...... — Sostuvo un viejo peluche — No debería estar aquí. No, se lo di a mi prima Joanna hace dos años.

La chica fue hacia su mesita de luz al lado de su cama y abrió una libreta para pasar las hojas de manera rápida.

— ¿Qué pasa? — Preguntó Eddie sin entender.

— ¿Nancy? Estás asustándome — Se quejó Robin.

— Creo que la razón por la que mis armas no están.....es porque todavía no existen.

— ¿Qué no.....existen? — Repitió el rockero entre dientes.

Nancy se dio la vuelta — Este diario debería estar completamente lleno, y no es así. Lo último es del 6 de noviembre del 83.

— El día que Will desapareció. El día que el portal se abrió — Recordó Andi y ella asintió.

— Estamos en el pasado.

Se miraron entre ellos, pero antes de que alguno pudiera hablar, unos gritos provenientes de abajo les llamaron la atención. Era la voz de Steve. Corrieron rápidamente hasta las escaleras y bajaron para dirigirse hacia la cocina, donde estaba Steve gritando una y otra vez el nombre de Dustin mientras miraba a todos lados.

— Puede ser que sí tenga rabia — Les murmuro la rubia.

— Steve, ¿qué haces? — El nombrado se dio la vuelta hacia ellos y les apuntó con la linterna, haciendo que se cubrieran de la luz con las manos.

— Está aquí. Henderson. Ese infeliz está aquí. Está, está.....en las paredes o algo. Escuchen, escuchen — Se callado al igual que los demás, pero nadie escuchó nada — ¡Dustin! ¡Dustin! ¡Dustin! ¿Me escuchas? — Comenzó a gritar de nuevo.

Con el paso de los segundos, los cuatro amigos se quedaron quietos pensando en lo que el chico les dijo e intentado oír, aunque no fue después de un rato que la voz de Dustin aparecía con más claridad.

La primera en llamar al chico junto a Steve fue Nancy, luego le siguieron los otros tres. Se dispersaron en la casa y no se escuchaba nada más que el nombre de Dustin por sus voces. Sin embargo, el parecía no escucharlos.

— O no nos escucha o ese niño se está portando como un imbécil — Dijo Steve más para él mismo que para los otros.

— Will pudo hacerlo — Comentó repentinamente la chica Wheeler.

Ian se giró hacia ella — Las luces — Recordó.

— ¿Qué?

— Will. Encontró la manera de hablar con Joyce con las luces — Explicó a su novio y fue a intentar prender las luces pero no funcionó — No funciona.

— Oigan. ¿Ven eso? — Harrington mantenía la linterna en dirección a la lámpara colgada del techo, la cuál se encontraba repleta de lo que parecían pequeños brillitos flotantes.

El pelirrojo se acercó con lentitud y curiosidad y se detuvo a la altura del objeto. Estiró su mano y con sus dedos tocó las lucecitas, que al hacerlo brillaron con más intensidad.

Una pequeña sonrisa se fue asomando por su rostro mientras seguía jugueteando con sus dedos. Sus cejas se elevaron con diversión y en sus ojos apareció un brillo de curiosidad inexplicable.

Al pasar los segundos, los demás se le unieron y repitieron su acción. En sus rostros apareció la misma expresión que Andirzon ya tenía.

— Hace.....cosquillas — Murmuró Eddie.

Él asintió sin mucho que decir. Su boca se mantenía un poco abierta, de manera inconsciente, y su mirada no se apartaba de donde estaba.

— Se siente muy bien — Agregó Robin y el rockero le regaló una adorable sonrisa.

— Ian. ¿Sigues sabiendo código morse? — Preguntó Nancy y él negó.

— No recuerdo nada. Hace mucho no lo uso.

— ¿SOS cuenta? ¿Con eso......con eso basta? — Ante la pregunta de Edward, las dos mujeres se giraron hacia él antes de afirmar a la duda.

Se acercó aún más a la lámpara y volvió a estirar su mano para realizar repetidamente el código de auxilio. Al parecer, y por suerte, el adolescente se dio cuenta y su voz se oyó a través de las paredes.

¿Chicos? ¿Son ustedes?

Como no sabían cómo responder a eso, Eddie solo dejó su mano allí haciendo que la lámpara brillara y luego la apartó, como si fuera un sí.

Vayan a la habitación de Nancy.

Hicieron lo pedido y se pusieron de rodillas frente a la cama — Oigan. ¿Pueden ver esto?

Al igual que antes, las partículas brillosas de antes reaparecieron y la dueña de la casa jugueteó con ellas. La risa de felicidad de Dustin llegó a sus oídos y Andi sonrió encantado.

— Es hermoso — Susurró y Steve se giró a verlo con una tierna sonrisa.

— Sí..... — Coincidió embobado.

Intenten ahora.

La chica titubeó pensando que decir, pero terminó escribiendo con la yema de su dedo un "Hola".

Funcionó — Avisó y los cinco festejaron.

— ¡Hola! — Le exclamó Eddie a las luces recibiendo una mirada divertida del pelirrojo.

— Okey.....aam..... — Esta vez escribió "atrapados" que por suerte fue entendido.

¿No pueden volver por el hidroportal?

¿Qué mierda es un hidroportal? — Cuestionó Steve confundido como los otros.

— Es un portal que está en el agua — Explicó Andi sencillamente como si fuera lo más obvio del mundo.

"Custodiado", les dijeron esta vez.

Okey, creemos tener una teoría que podría ayudarlos. Creemos que el hidroportal no es el único. Hay un portal en cada escena del crimen.

Robin frunció el ceño ¿Alguien entiende de qué está hablando? — Como todas las respuestas fueron negativas, Nance trazó un signo de interrogación.

Ay, no. ¿Es en serio? ¿Cuántas veces tengo que tener razón antes de que confíen en mí? — Gritó exasperado.

Dios, ese niño tiene que bajarle a su ego — Se quejó Steve negando con la cabeza.

— Es el tono, ¿no? — Apoyó Eddie.

— Sí.

Wheeler se giró hacia el rockero — ¿Qué tan lejos está tu trailer?

— Once kilómetros.

— ¿Nancy? Sé que tu casa está congelada en el tiempo y toda la cosa, pero ¿no siempre tuvieron bicicleta? — Recordó Robin.

La nombrada arrugó el ceño de forma pensativa. Era cierto. Se miraron entre ellos y Eddie suspiró.

— Allá vamos — Susurró antes de que todos salieran de allí.













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— Esto debe ser un récord Guinness por más kilómetros unterdimensionales — Habló Robin a penas se bajaron de sus respectivas bicicletas y se dirigieron al trailer.

— Acabo de inhalar esa porquería — Se quejó Steve mientras tosía — Se me atoró.

Abrieron la puerta e ingresaron. Sus miradas inmediatamente fueron hacia la parte derecha del trailer. En el techo se encontraba otro miniportal, brillando de un color rojo, lleno de enredaderos como cualquier otro. Sus expresiones se mostraban sorprendidas, la teoría de Dustin era real.

— No puede ser — Dijo Steve apagando la linterna.

— Aquí es donde murió Chrissy. Fue justo en este lugar — Informó Edward con su voz temblando con un poco de miedo.

Robin tragó — Creo que hay algo ahí adentro.

Era cierto, pues en el portal comenzó a verse algo que se movía. Parecía tener una punta y empujaba hacia la biscosidad al parecer queriendo romperla.

— ¿Qué carajos es eso?

Pareció alejarse un poco, pero no duró mucho. El portal terminó rompiéndose y aquella cosa golpeó de lado a lado con agresividad, logrando espantarlos.

Con lentitud y precaución fueron acercándose y colocándose debajo del portal, justo donde antes estaban. Para sorpresa y suerte suya, no era nada de lo que debieran temer.

— No es cierto — Dijo Andi impresionado al ver del otro lado a Dustin, Max, Lucas y Erica.

El primero se rio — Hola ahí.

— Hola — Respondieron todos al unisonido, con sonrisas impresionadas en sus rostros, y dejaron salir pequeñas risas.

— Ay, Dios, esto es una locura — Murmuró Robin.

— ¡Bada Bada Bum! — Exclamó Dustin alegre.

— Sí......bada bada bum — Repitió Andi sin creerselo.

Sí.......estaban a salvo.

Me tardé pero acá está.

Tenía el capítulo escrito hace unas semanas ya pero nunca podía terminarlo porque siempre estaba ocupada y en el poco tiempo libre que me quedaba, a veces, prefería hacer otra cosa.

Les dejó un capítulo largo como recompensa.

Besitos 💋

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