34| Nightmares
Chapter thirty-four;
Nightmares
El miedo es un sentimiento de desconfianza que nos impulsa a creer que va a suceder algo malo, se trata de la angustia ante un peligro que puede ser real o imaginario. La relevancia de ese matiz estriba en que aunque el peligro no exista por ser imaginario, el miedo, por el contrario, sí puede ser muy real. El miedo es una emoción muy útil para escapar o evitar los peligros, sin embargo, también es una barrera que puede, en caso de que sea excesivo, llegar a bloquear y a impedir el transcurso de una vida normal.
El corazón acelerado, las bajas temperaturas del cuerpo, presión alta, alteración de la respiración. Cosas que Andi sentía todas las noches.
El miedo puede provocarse a causa de distintos factores:
Razones imaginarias de la mente propia.
Alertas ante un peligro.
Fobias a algo.
Algún trastorno (ataques de pánico, ansiedad, asma, etc).
Traumas.
Pesadillas.
Pesadillas.....
Las pesadillas se suelen considerar un trastorno llamado parasomnia si se tienen constantemente con el pasar del tiempo, y también pueden ser causadas por varias razones:
Estrés o ansiedad.
Traumatismo.
Privación del sueño.
Medicamentos.
Abuso de sustancias.
Otros trastornos.
Libros y películas de terror.
Que feo sentimiento, aunque no referentemente el de las pesadillas, aunque si lo son, sino el querer encontrar respuestas y no obtenerlas.
No tenía privación del sueño, estrés o ansiedad, eso se lo provocaban las misma pesadillas. No leía o veía cosas de terror, no son su tipo, tampoco consumía medicamentos. No tenía trastornos o traumas, al menos que él supiera. Abuso de sustancias.....bueno, no era abuso si las consumía para intentar sacar esos malos sueños de su cabeza.
No encontraba la razón a sus pesadillas, algunas sin sentidos y otras que eran recuerdos de su niñez.....No muy buenos recuerdos.
Despertaba todas las noches, sudado, el corazón a mil pulsos por hora, su cuerpo frío y pesado, asustado, y viendo cosas que no eran en la oscuridad de la habitación.
A veces se despertaba y se encontraba con la preocupada mirada de Vicktor, no era intencional pero algunas veces hacia ruido o se quejaba mientras dormía. Por suerte eran pocas las veces, no quería asustarlo o que no pudiera dormir a culpa de él.
Hoy fue una de esas noches, sin Vicktor a su lado por suerte. Reincorporándose del colchón y quedando sentado intentando respirar bien. Una mano en su pecho. Las gotas frías de sudor cayendo de su frente, pecho y columna vertebral. La piel de gallina por los escalofríos, más por las suaves corrientes que ingresaban por la ventana que olvidó abierta. Ese sentimiento de miedo que no se iba ni aunque estuviera despierto. Y esas sombras que ve y cosas que escucha luego de ellas, cual noche en la que vez una película de terror y luego te sientes paranoico viendo cosas donde no las hay.
No sabía que pasaba y comenzaba a consumirlo emocional y psicologicamente. Se sentía desgastado, cansado todo el tiempo por la falta de sueño, molesto a veces. Tampoco soportaba mucho a la gente últimamente, no sabía por qué, simplemente no la quería cerca.
Intentaba alejarse de Vicktor porque no quería llegar al punto de gritarle o tratarlo mal, ya suficiente con aquella vez que le había alzado un poco la voz, se sentía una mierda cada vez que lo recordaba. A Steve lo evitaba. Le dolía, como le dolía. No lo evitaba todo el tiempo, no es como si pasara a su lado y lo ignorara cual fantasma, pero ya no estaba con él como antes, no porque no lo amara, lo hacía más que nada, pero se sentía una molestia para su novio. No quería llegar a tratarlo mal a causa de lo que sus pesadillas provocaban, le daba miedo hacerlo, así que se alejaba de él a veces. A Steve no le gustaba la situación, obvio que se daba cuenta de que Andi se alejaba de él de a poco sin darle explicación alguna, y sentía que había hecho algo mal. Se torturaba pensando que error había cometido para que ya no lo amara como antes, pero sin tan solo supiera que no era su culpa.
Si se seguían juntando, por supuesto, se besaban, acostaban, pasaban horas hablando, pero hacía tiempo que no tenían citas o dormían juntos. Con lo que le gustaba a Steve dormir con esos fuertes brazos sosteniéndolo, con su pecho de almohada, y las caricias en su espalda. Mirando las estrellas o la luna a través de la ventana al lado de la cama, en especial si era después de una buena noche juntos.
El tiempo en el trabajo se sentía pesado, de hecho odiaba ir al trabajo, pero tenía que hacerlo. Andi mantenía la mente ocupada, siempre que llegaba un cliente era el primero en intentar atenderlo, o si había algo que acomodar él se ofrecía. Era raro tanto para Steve como para Robin, al principio siempre se peleaban o hacían piedra, papel o tijera para ver quien iría, pero un día simplemente comenzó a hacerlo todo el pelirrojo.
Cansado de sentirse así, aun con esa presión de miedo en su pecho, se levantó de la cama, en la oscuridad de la habitación, y tomó unos shorts deportivos del suelo para ponérselos. Salió del cuarto sin hacer ruido y bajó las escaleras para salir al patio trasero. Suspiró y tomó asiento al lado de la piscina, hundiendo los descalzos pies en el agua fría.
No dudó cuando metió la mano en el bolsillo del short y sacó de él cierto porro especial junto a un encendedor. Lo llevó a su boca y lo encendió, para hacer paso a la relajación cuando dio la primera calada.
No fumaba, no era algo que en su vida hubiera hecho por adicción o todos los días. Recordaba haberlo hecho pocas veces, tal vez cinco en toda si vida, pero eran simples cigarrillos. No se sentía orgulloso de fumar hierba actualmente, pero era lo único que realmente podía liberarlo de las pesadillas. Aunque siempre seguían ahí. Solo lo ayudaban al despertar. Lo ayudaban a desconectarse de la realidad que estaba viviendo.
Su mente se nublaba y dejaba de pensar, lo agradecía. Ya no se torturaba al recordar cada pesadilla que tenía, ni tampoco pensaba "¿Por qué? ¿Por qué a mi? ¿Qué hice? ¿Es alguna clase de castigo? ". No lo entendía.
Odiaba en especial las pesadillas de su niñez, tenía malos recuerdos de ella gracias a una persona. Era como revivir el momento y lo odiaba. Recordaba el dolor que sentía en esos tiempos como si estuviera ahí nuevamente, el dolor físico y mental.
— ¿Por qué odias a mamá? — Preguntó un inocente niño Vicktor.
Un pre-adolescente Andi se encogió de hombros — Hay cosas que son mejor que los niños no las sepan, zanahoria — Le dio una pequeña sonrisa para calmarlo y así lo hizo.
Hasta el día de hoy, Vicktor sigue sin saberlo. No sabía si algún día lo haría, no quería arruinar esa bella imagen que tenía de su madre. Siempre la amó muchísimo, sufrió mucho ante la partida de sus padres, así que contarle la realidad sería cambiar su perspectiva de a quien siempre atesoró.
Se dio cuenta de que el porro se acaba mientras que lágrimas caían de sus rojizos ojos, no sabía si por el llanto o la hierba. Su cabeza estaba comenzando a pensar de nuevo y no lo quería. Se puso de pie y caminó a paso arrastrado hasta adentro de la casa con las lágrimas aún saliendo de sus ojos. Tomó el teléfono entre sus manos y marcó el número esperando a ser atendido mientras escuchaba la línea del aparato.
Inconscientemente, su cerebro repetía "atiende, atiende, atiende", esperando a que así fuera. Su frente apoyada en la pared de la que colgaba el teléfono, una mano sosteniendo el mismo y la otra tirando de su cabello anaranjado.
— ¿Hola? — Contestó una ronca voz del otro lado.
Su respiración se trabó. Tal vez no debería de haber hecho la llamada, eran pasando las cuatro de la mañana y ahí estaba él molestando a causa de sus pesadillas. Era tarde para arrepentirse. No sabía a quién más podría haber recurrido.
— Hola — Respondió en un susurro casi inaudible, sintiendo las tristeza de sus lágrimas invadirlo.
— ¿Andi? ¿Qué sucede? Es de madrugada — Dijo confundido mirando el reloj de su muñeca.
Mierda. Lo había despertado, ahora también se sentía culpable de eso, y podía notarlo por su tono somnoliento y su ronca voz.
— Yo...... — Se calló sin saber como seguir.
El silencio invadió la llamada y ninguno decía nada, no por incomodidad, sino esperando a que Andi dijera algo al respecto, aunque este no tenía idea de qué decir exactamente.
— ¿Quieres que vaya?
A veces se preguntaba si a la hora de conocer era una persona muy fácil de leer, aún no podía creer que en el poco tiempo que se conocían lograba saber qué le sucedía.
Asintió con lentitud en respuesta, pero luego se acordó de que no puede verlo — Sí..... — Fue todo lo que respondió y fue más que suficiente para el otro.
— Llego en diez minutos — Avisó rápidamente antes de cortar.
Suspiró y se quedó pegado contra la pared, el teléfono ya en su lugar.
Estaba tan asustado. También le asustaba estar asustado. No entendía que sucedía, era un miedo tan diferente al que se suele conocer, o al que cualquiera sufriría por un mal susto. Era abrumador y ansioso. Sentía como si ese miedo quisiera desmorronarlo, como si tironeara de su alma y piel, era así cada noche y día desde la primer pesadilla que tuvo hace unas semanas. Desde aquella vez no pararon. Ni siquiera puede "soñar despierto" que algo siempre se aparece, cosas que el no quiere o no imagina. Quería que se fueran, que de un día a otro se fueran sin explicaciones, ni siquiera se gastaría en buscar tales explicaciones, estaría agradecido de que se fueran sin dejar rastro alguno.
No fue hasta que su cuerpo se encontró sumergido en el agua fría de la piscina, con un porro entre sus labios y la compañía con sus pies en el agua, fumando también, que pudo relajarse un poco. No pudo hacerlo por completo.
— ¿Qué fue lo que sucedió, Andi? — Preguntó con un cariñoso tono, Eddie.
El nombrado suspiró y se apoyó a su lado con sus brazos en el borde de la piscina. Dio una calada y luego dejó salir el humo lentamente.
— Pesadillas — Respondió simplemente y restó importancia encogiéndose de hombros.
— ¿De nuevo?
— Todas las noches — Confesó con cierto cansancio en su voz.
Eddie, quien lo miraba con cierto cariño en sus ojos sin que él se diera cuenta, puso una mano en su cabello y lo acarició intentando hacerlo sentir mejor.
— ¿Qué sueñas?
Quería saber que sucedía en su cabeza para saber como ayudarlo. La hierba podría ayudarlo a intentar dormir sin miedo, pero no a que las pesadillas se vayan. Quería ver si podía hacer algo por él.
— Algunas veces con cosas extrañas. Como......ese horrible monstruo que pareciera incendiado. Me busca en mis sueños y dice que no puedo seguir huyendo, que no importa cuanto lo intente me terminará encontrado.
El mayor frunció ligeramente el ceño algo confundido — ¿Huir de qué?
— No lo sé — Respondió frustrado y refregó su cara — Pero la mayoría de las veces son recuerdos de mi infancia.
— ¿Por qué eso sería malo?
No quería insinuar algo o sacar sus propias conclusiones, pero sabía que Andi odiaba a su madre, o al menos le tenía rencor, porque se lo dijo Vicktor. No lo hizo a propósito o de buchón, pues sabe que es algo en serio privado para su hermano, pero se le escapó mientras hablaban los dos solos luego de terminar una campaña de D&D.
— No son recuerdos de los lindos — Explicó — Desearía soñar con momentos lindos.
— No los puedes soñar, pero tal vez puedes decirmelos. ¿Cuales momentos te gustarían volver a vivir? — Le dedicó una pequeña sonrisa intentado hacerlo sentir mejor y que se soltara.
— Cualquiera en el que esté Vicktor, eso es seguro. Todos los momentos son especiales si está él ahí — Y no mentía, no sabía que haría sin el pequeño en su vida. Eddie se enterneció al escuchar sus palabras — Mi cumpleaños número ocho con papá. Mi baile de invierno de la primaria — Recordó cierto momento y una tierna sonrisita apareció en su rostro — La primera vez que me besé con Steve.
La sonrisa que se había formado en Eddie al ver a Andi sonreír, fue decayendo de a poco al escuchar sus últimas palabras.
— ¿Steve Harrington? — Preguntó confundido. En realidad, era el único Steve que conocía.
Asintió — Es mi novio — Contó con mirada enamorada.
La sonrisa de Eddie terminó de borrarse, pero a los segundos volvió a sonreír para disimular.
— No sabía que tenías pareja. Suena bien — Mintió, con su mano acomodando los mechones pelirrojos pegados al rostro de Andi a causa del agua.
¿Entonces por qué estoy yo aquí contigo y no él?
Se preguntó Eddie en su cabeza.
Lo era. Era realmente lindo poder estar de pareja con quien estás enamorado. La persona que quieres besar cada mañana, salir cada tarde y acostarte cada noche. Crear momentos inolvidables y sentir tu pecho lleno al perderte en sus ojos.
Le dolía lo que estaba haciendo. Se alejaba de Steve y no podía hacer nada más que odiarse por eso, pero tenía que mantenerse firme ante su desición. No quería llegar a tratar mal a Steve, no podría perdonárselo.
Por el resto de la noche, Andi pudo llegar a sentirse mejor gracias a la hierba y a su amigo. Agradecía haberlo conocido, en momentos como estos, él lograba comprenderlo sin juzgar.
Ojalá que sus pesadillas desaparezcan rápido. Tal vez así podría volver a sentirse normal.
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