32 |"I'm fine"
Thirty-two;
"I'm fine"
La consciencia de Andi se fue recuperando de a poco. Estaba despertando y los demás eran conscientes de eso, se dieron cuenta en cuanto este comenzó a moverse un poco.
Les aterraba no saber si era bueno que despertase o no. Era bueno ya que no tendrían que seguir llevándolo a rastras, pero considerando que estaban en un espantoso momento en el que debían de hacer silencio no lo era. Si llegaba a decir o hacer algo, estaban muertos.
Andi abrió sus ojos y parpadeó varias veces hasta que finalmente su vista se enfocó. Estaba acostado en el suelo y al frente suyo estaban Jonathan, Nancy, Vicktor, Will y Lucas, sentandos contra el automóvil rojo. Los cinco lo miraban con los ojos muy abiertos como si tuvieran miedo de que hiciera algo que no debía.
Se reincorporó y lanzó un quejido ante el dolor. Inmediatamente, Jonathan le tapó la boca con la mano y lo tiró contra él, inmovilisándolo.
— No hagas ruido — Le susurró lo más bajo que pudo.
No lo soltó hasta que Andi asintió y lo dejó libre, dejando que se sentase a su lado y Vicktor estando del otro.
Pudo ver como este se daba la mano con Will, ambos asustados. No le tomó importancia, pero si lo anotó en su mente para preguntarle a Vicktor más tarde, y se puso de rodillas para asomarse un poco por encima del auto.
Se sorprendió al ver lo que tenía al frente. No podía creerlo. Parecía sacado de una película de terror.
El desuellamentes estaba en el medio del Starcourt. Era aún más grande de lo que se lo había imaginado, y caminaba con aquellas enormes patas por todo el lugar buscándolos.
Se volvió a agachar y se sentó poniendo su espalda contra el auto.
Agradecía haberse despertado, así les ahorraría un peso de encima a sus amigos de tener que estar protegiéndolo y ahora él podría cuidarlos a ellos.
Si bien sus costillas y hombros seguían doliendo, y su aún le costaba respirar, ahora se sentía consciente. Podía ver bien y ya no se movía el piso para él.
A lo lejos se escuchaba la voz de Dustin a través de walkie talkie roto, que anteriormente había arrojado el desuellamente, y se mostraba desesperado. Parecía que ya se había dado cuenta de que estaban atrapados allí, pero quería confirmar que estaban bien.
Una reja se cayó a lo lejos, o eso pudieron distinguir, y el monstruo se fue con apuro hacia allí, alejándose de ellos.
Lucas y Jonathan se asomaron para observar la situación. El Byers se volvió a sentar luego de unos segundos y Lucas se quedó allí. Sacó su resortera y luego una piedras del bolsillo de su pantalón.
La tiró lejos y un globo explotó, haciendo que la cosa se fuera en esa dirección. Lucas se agachó antes de poder llegar a ser visto.
Andi se volvió a asomar y lo vio distraído — ¡Vamos! ¡Vamos! — Apresuró, aprovechando el momento.
Todos salieron corriendo hacia el local frente a ellos y se metieron a la parte trasera, para ir por los pasillos de empleados.
Andi, dejándose llevar por la adrenalina, colocó una mano en su tórax y corrió lo más rápido que pudo, aguantándose el insoportable dolor. De la otra mano, era agarrado por Vicktor que lo iba guiando y se aseguraba de tener a su hermano por detrás.
Se había llevado un buen susto al verlo desmayado en el piso. Había corrido hacia él gritando su nombre, pero no contestó. Todos los demás se habían acercado y, tras minutos intentando saber que había sucedido, Jonathan levantó su remera dejando a la vista su hematoma. El Byers pudo deducir lo mismo que Andi, tenía las costillas rotas.
Y, a pesar de su poca fuerza física, cuando vio al desuellamentes en el techo, no dudo un segundo en arrastrarlo para esconderlo con él. No lo dejaría morir.
Lograron salir y se acercaron al auto. Los niños se metieron, mientras que los más grandes de quedaron al frente del capo.
El sonido del motor rugiendo volvió a hacerse presente y el trío se giró en aquella dirección.
— Mierda.
Andi le quitó el cable de arranque a Jonathan — Arranca el auto cuando te diga.
El chico se subió al piloto esperando a que su amigo le diera la señal y él colocaba el objeto en el auto. Nancy se había colocado con su arma al frente, por si las dudas.
— ¡Ahora! — Le indicó el pelirrojo cuando terminó y Jonn hizo lo pedido — ¡Ahora, Jonathan! — Gritó al ver que no arrancaba el vehículo.
El auto de Billy dio carrera en su dirección y Nancy comenzó a disparar.
— ¡Jonathan! — Exclamó, exigiendo que encendiera el motor.
Sabía que no era su culpa que el auto no encendiera, pero en momentos tan desesperantes como este no te detienes a pensar en eso.
Cuando percibió que al auto no prendería, vio a Nancy sin balas y a Billy a tan solo pocos metros de ellos, corrió hasta la chica y la pegó contra su cuerpo para darlos vuelta, exponiéndose, y se agacharon esperando un impacto que jamás llegó.
Ambos se dieron la vuelta y vieron a Steve y Nancy en un auto, ellos los habían salvado.
Sin perder tiempo, Nancy se subió al copiloto y Andi se fue a la parte de atrás. Jonathan arrancó el auto y se frenó enfrente de los otros dos, apurándolos a subir.
Estos así lo hicieron, y se colocaron en la parte trasera junto a Ian. Ellos uno al lado del otro y a su frente el pelirrojo.
El auto se sumió en un silencio en el que nadie quería hablar, todos estaban concentrados en no ser atrapados por el desuellamente, que venía detrás de ellos con rapidez.
El retumbar del suelo de sus fuertes pisadas y el ruido que provocaban eran aterradoras. Se sentía como si en cualquier momento los atraparía.
Ian colocó su mano en su boca y tosió con fuerza ante su repentino ardor en la garganta. Su tos se escuchó algo atascada, pero le preocupo más cuando vio sangre en su mano. Le asustó ver el líquido rojo, su expresión lo demostraba, sin embargo, fingió que nada pasaba.
— ¿Estás bien? — Preguntó el hermano del mismo girándose a verlo y este ocultó su mano.
Ian ya había perdido la cuenta de cuantas veces le habían preguntado en la noche si estaba bien.
Asintió — Sí. No te preocupes.
Steve y Robin se miraron confundidos y volvieron su vista hacia el pelirrojo.
— ¿Por qué no estarías bien? — Preguntó el chico con una preocupación oculta creciendo en él.
— Nada. No es nada importante — Respondió Ian evitando el tema.
— Si Vicktor lo preguntó fue por algo, ¿no? ¿Qué sucedió? — Insistió.
— Sólo pregunté. Es mi hermano, puedo preocuparme por él — Interrumpió Vicktor dándose cuenta de que Ian no quería decirle sobre su desmayo y costillas rotas.
Ninguno dijo algo como por unos diez segundos.
— Solo me torcí el tobillo cuando corriamos — Mintió Andi despreocupado al ver la mirada insegura de su novio.
Steve se quedó en silencio pensando en sus palabras. No sabía si creerle realmente.
Robin miraba la situación sin decir nada al respecto y los demás no estaban concentrados en la conversación.
— Dustybun, ¿me copias? — Habló una voz desconocida a través del walkie talkie.
— Te copio, Suziepooh — Respondió la voz de Dustin — Ahora te oigo mucho mejor, gracias.
Inconscientemente, Andi agradecía al niño por interrumpir el momento.
Los tres adolescentes se miraron, dándose cuenta — Suzie — Dijeron al unisonido.
— Escucha. ¿Sabes la constante de Planck?
— ¿Sabes que la Tierra órbita al sol? — Dijo obvia.
— Bien, sé que comienza con dos seis. ¿Cómo sigue?
— A ver si entiendo bien. No sé nada de ti en una semana, ¿y ahora quieres una ecuación que tú deberías saber para salvar al mundo?
— Suziepooh, juro que te compensaré lo antes posible.
— Puedes compensarme ahora. Quiero oírla.
— No. Ahora no — Negó asustado.
— Sí, ahora, Dustybun.
— Suziepooh, esto es urgente.
— Sí, quieres salvar al mundo. Ya te escuché, pero Ged quiere salvar Terramar y enfrentar a la sombra, así que Suzie, afuera — Dijo molesta.
— Espera. Espera. Está bien. Está bien.
Pasaron varias segundos en silencio, todos esperando a ver que pasaría, y, tomándolos por sorpresa, la voz de Dustin se oyó cantando.
Todos en el vehículo se miraron confundidos sin saber que estaba sucediendo. ¿Esto era real?
Dustin y Suzie estaba cantando una canción que Andi conocía. Era "Never Ending Story". No sabía de donde la conocía, recordaba haberla escuchado por ahí, pero eso no era lo importante ahora.
¿Por qué estaban cantando?
Estaban en una situación de vida y muerte, todos ellos.
Ya sabía que era la primero que haría cuando todo esto terminé. Matar a Dustin.
Cuando la canción finalizó y Suzie dijo la constante de Planck, la transmisión fue cortada y no se escuchó más nada. A conjunto de eso, el desuellamente se dio la vuelta y comenzó a alejarse de ellos, volviendo en dirección a Starcourt.
— Está dando la vuelta — Avisó Steve al conductor.
— ¿Qué? — Preguntó Nancy.
— ¡Está dando la vuelta! — Repitió.
— Quizá lo cansamos.
— No lo creo. Sujétense — Advirtió Jonathan y dio vuelta la dirección del auto, haciendo que todos se fueran hacia un costado por inercia.
El chico comenzó a andar a toda velocidad y Will se dio cuenta de un problema.
— ¿Cómo ayudaremos? Ce es la única que puede contra esa cosa — Dijo preocupado.
Andi lo vio y después se giró hacia Lucas — ¿Y los fuegos artificiales?
— Mierda. Los dejé en la planta de arriba del Starcourt — Maldijo al darse cuenta de su error.
Asintió pensando — Tenemos que ir por ellos. Entraremos por donde salimos, hay una escalera que lleva al segundo piso, ¿entendido? — Ordenó hacia todos y ellos asintieron.
Cuando entraron al aparcamiento, frenó derrapando las llantas y todos bajaron corriendo. Ingresaron por la parte trasera como había ordenado Andi, este se encontraba al frente guiando a todos. Al llegar a la escalera, subieron y salieron por un local de ropa.
Desde arriba pudieron ver al desuellamente y eso les hizo apurarse. Si había vuelto a donde estaban, no debía ser bueno para Ce.
— Ahí — Señaló Lucas a lo lejos y se acercaron al canasto lleno de pirotecnia.
Se acercaron a la baranda y el primero en prender y tirar uno hacia el monstruo fue Lucas.
— ¡Desuella esto, monstruo de mierda! — Escupió enojado y tiró otro.
Al igual que el chico, los demás comenzaron a tirar fuego artificiales al desuellamentes, desorientándolo y provocando rugidos de dolor de su parte.
Con los colores explosivos, la luz que emitían estos y el monstruo, no se podía ver absolutamente nada hacia la planta de abajo, algo que molestaba a Ian porque quería saber si estaba sucediendo algo allí abajo.
Habían dejado a Mike, Max y Ce cuando se alejaron en el automóvil, y no se había dado cuenta hasta que el desuellamente volvió al Starcourt. Si le llegara a pasar algo a cualquiera de los tres, se sentiría culpable.
— ¡Quedan pocos! — Gritó Will sobre los ruidos.
— ¡Ya sé!
— ¡Dustin! ¡No hay más tiempo! — Dijo Steve desesperado a través del aparato.
Era cierto, y a todos les daba miedo. Si la pirotecnia se acababa, el tiempo también. Y si el portal seguía sin cerrarse, podría estar llegando la parca al lugar para buscarlos a todos.
Obvio que tenían miedo, no querían morir ni que nadie muriera. Aunque principalmente les preocupaba Once. Era su objetivo principal.
Cuando la imagen explosiva se calmó, al contrario, el corazón de Andi se aceleró al ver a Ce en el suelo junto a Billy al lado.
Sin pensarlo, corrió hacia las escaleras automáticas y las bajó con velocidad para, por un costado, dirigirse hacia la chica, esquivando los pedazos de escombros de paredes y techo que se había desprendido. Sin embargo, un repentino grito lo detuvo y sus pies se quedaron congelados a la imagen frente a él.
Billy se encontraba frente a Ce, deteniendo al desuellamentes de herir a la chica. Retenía con ambas manos el tentáculo que salía de su boca, pero no pudo detener los que se dirigieron a su cuerpo.
Tal vez debería de haber hecho algo, todavía tenía tiempo de hacer algo. Pero su cuerpo no reaccionó. Podía ayudarlo más que nadie, tenía la fuerza para empujarlo y sacarlo de ahí. Idear algo hasta que el portal se cerrara. Pero no pudo. Tal como una parálisis de sueño. Tenía una imagen horrible frente a él, quería despertar y hacer algo, pero estaba tan congelado. Nunca había visto a alguien fallecer al frente suyo, ¿sería esta la primera?
Atravesó su corazón, aquel tentáculo, y el cuerpo calló al suelo lleno de sangre.
Fue recién ahí que reaccionó, se sintió como si alguien dejara de controlarlo y se fue un poco hacia a delate.
El desuellamentes gruñó y se encogió para comenzar a moverse a todos lados con desesperación, como si se ahogara. Luego de unos segundos, cayó muerto al suelo y se acabó todo.
Se acabó todo.
Debía de dejar de decir y pensarlo, lo hizo dos veces y se sorprendió al ver que nunca era así. Siempre iniciaba todo de nuevo. Volvía cual parásito.
Pero dicen que la tercera es la vencida.
Escuchó unos sollozos a lo lejos y cambió su llorosa mirada del desuellamente a donde provenía el sonido. Se encontró con Max.
Pequeña Max.
Aquella niña en la que tan poco tiempo le había tomado un inmenso amor. Aquella que considera y parece, física y sentimentalmente, su hermana menor.
Se acercó a ella y se agachó para abrazarla y reconfortar un imparable dolor que llevaría consigo para siempre. Billy había muerto. Y con ella la sonrisa de Max. Sus pequeños brazos pecosos lo abrazaban con fuerza, sin querer dejarlo ir. Su cabeza oculta en su pecho, derramando lágrimas que quedarían marcadas en su mirada hasta que lo dejara irse de su corazón dolido.
Dos reconfortantes más se unieron al abrazo. Vick y Ce abrazaban junto a él a su amiga. Aquella que tampoco pensaron que en algún momento llegaría en sus vidas. Tampoco creyeron que la necesitarían tanto, pero uno nunca sabe que parte del rompecabezas le falta hasta que la encuentra.
Y en un susurro le prometió.
No te dejaré caer, Max.
[....]
La tormenta caía sobre todos luego de la llegada del gobierno. Sentados en distintas ambulancias, la lluvia cayendo sobre sus cabezas al igual que la tristeza. Mojando sus rostros intentando llevarse sus penas, en especial de aquellos heridos.
Su pelirroja cabeza encimada sobre la pelirroja cabeza del menor. Ambos con toallas para cubrirse del frío, pero otorgándose calor corporal a través de un abrazo. Vicktor pegado a su torso, sintiendo el calor y afecto de su hermano, e Ian abrazado al cuepercito del menor como oso de peluche. Feliz de tenerlo en sus brazos sano y salvo.
— Disculpen, chicos. Necesito revisarlos para saber si se encuentran bien tras el accidente. Va a ser rápido — Habló una doctora que llegó hacia la ambulancia en la que estaban sentados.
— Aamm.....Si, claro — Dijo Andi y la mujer subió al vehículo.
— Soy Jennifer. Lamento lo de su amigo — Habló mientras se colocaba guantes de látex.
Amigo.
Billy no era su amigo, pero no se merecía pasar por lo todo lo sucedido. Tenía un futuro por delante.
— ¿Quién será el primero?
Andi señaló a Vicktor — Vicktor. Quiero ver que esté bien.
Vicktor se giró molesto hacia él — ¿Quieres ver que yo esté bien? Tienes la cara hecha mierda y costillas rotas, Ian. Cuando caíste al suelo desmayado no despertabas y estaba muy preocupado, pensé en que podía perder a mi hermano mayor. Así que por una vez en tu vida, necesito que te priorices a ti mismo antes que a mi. Sé que quieres protegerme y te preocupas demasiado por mi, con todos, pero hazlo también contigo. No sirve de nada que yo esté bien si tu no lo estás. No quiero ni puedo perderte. Te necesito.
Lágrimas de frustración y tristeza caían del angelical rostro del niño. De aquellos celestes ojos tan soñadores como los del mayor.
Andi se sintió mal por lo que su hermano dijo — Lo siento — Se disculpó y Vicktor se encogió de hombros como si nada hubiera pasado mientras se secaba las lágrimas.
— Perdone — Lamentó hacia la doctora por su discurso y esta sonrió enternecida ante la preocupación del chiquito por su hermano mayor.
— No tienes que disculparte por expresar tus sentimientos, pequeño — Le sonrió en confianza y miró a Ian — Creo que serás el primero. Necesito que te sientes en la camilla, por favor.
Andi hizo lo pedido y la mujer tomó su rostro. Empezó desinfectando las lastimaduras de su cara y luego hizo puntos en la cortada de su frente y labio partido. En el proceso salieron algunos que otros quejidos.
— Ahora acuéstate con delicadeza — Puso una mano en su pecho y lo empujó hacia atrás con suavidad.
Andi se dejó acostar y varios insultos se escaparon de su boca en el proceso por la fuerza abdominal. Jennifer tomó su remera, con su permiso, y la levantó dejando a la vista su torso. Vicktor se llevó ambas manos a su boca por la impresión. Sus ojos lo observaron con mucha preocupación.
— Andi..... — Susurró con la voz quebrada y se colocó de pie, sin dejar su toalla atrás, para ponerse a su lado y ver mejor el hematoma.
Había empeorado muchísimo. Ahora se encontraba esparcido por toda la parte derecha de su torso. Desde principio a final. Y de un color tan oscuro que casi llegaba a ser irreconocible.
— No te preocupes. Estoy b.....
— ¡No estás bien, Ian! ¡No lo estás! — Gritó enfurecido — ¡Deja de decirlo! ¡Mírate! No entiendo porque lo haces, porque siempre dices que estás bien cuando no lo estás. Deja de querer estar bien para los demás. No puedes evitar que la gente que te ama se preocupe por ti. Tu también puedes sufrir al igual que todos nosotros. Estoy aquí para ti, Ian, soy tu hermano. Steve está aquí para ti, más que nadie en este mundo. Nancy, la chica de la que alguna vez estuviste enamorado, también está. Jonathan, tu mejor amigo de toda la vida. Will, que te quiere como a un hermano, y lo sé porque me lo ha dicho miles de veces. Joyce, nuestra mamá. Todos te quieren. ¡Hasta mis amigos! Dustin más que nada. Estamos para ti. Así que, por favor, deja de decir que estás bien.
Andi se quedó algo cohibido y con un feo sentimiento en el pecho por las palabras de su hermano. No creía que el la pasara mal por querer hacerle ver que estaba bien, pero tenía razón
Le gustaba mostrarse bien para todos, en especial para Vicktor. Quería que siempre lo vieran bien para que se sintieran seguros, en especial en situaciones como estas. Quería demostrarles que, aunque estuviera mal y lo negara, los protegería contra todo. Les mostraba valentía para que ellos no mostraran miedo. Como una esperanza de salvación en todo el caos.
Luego del momento, ninguno dijo más nada y la doctora siguió revisando a Ian. Le dio la razón, si tenía las costillas rotas. No sólo una, dos. Tendrían que hacer un análisis más a profundidad en el hospital para tener más detalles al respecto, pero por las respuestas que Ian le daba a las preguntas de Jennifer y sus dolores, estaba segura de que había perforado uno de sus pulmones. Esto es lo que provoca su alteración en la respiración y sus subidas y bajas de presión, por eso el desmayo.
La mujer le contó todo al respecto.
Creía tener laceración pulmonar. La laceración pulmonar generalmente es causada por trauma penetrante pero también puede ser el resultado de una contusión en forma de tensión cortante. En este caso era un trauma penetrante, ya que lo más probable es que la costilla haya dañado el pulmón. A causa de ello se puede formar una cavidad llena de sangre, aire, o en ciertos casos de ambos. Esto provoca la falta de aire y el dolor de hombros.
La laceración también puede cerrarse por cuenta propia, lo que puede causar el estancamiento de sangre y potencialmente formar un quiste o hematoma, lo que explica el hematoma de Andi. También son normalmente acompañadas por hemoptisis (tos con sangre).
Él mismo le había preguntado respecto a esto, pues cuando vio la sangre en su mano se asustó mucho a pesar de no demostrarlo.
Lamentablemente, no puede ser visible utilizando radiografía de tórax porque una contusión pulmonar asociada o hemorragia lo puede ocultar. Cuando la contusión pulmonar aclara, normalmente dentro dos a cuatro días, las laceraciones comienzan a ser visibles en la radiografía de tórax. Así que no podría hacerse un estudio pronto.
De hecho, tendría que estar con aquel dolor y las costillas rotas al rededor de, mínimo, una semana. Eso le dijo la doctora. Entre la espera de que la contusión pulmonar se aclare para poder hacer radiografías y análisis, conseguir la plata para la operación y sacar turno, tardaría bastante. Le preocupaba el dinero, no sabría de donde lo sacaría. No sabía el precio de la operación, pero estaba seguro que operar un pulmón no debía ser nada barato. Mientras tanto, le recomendó hacer reposo profundo hasta que tuviera su primera cita con el doctor. Ni siquiera ir a trabajar, que ahora que lo pensaba, tendría que conseguir un trabajo nuevo.
Cuando la mujer se retiró, Steve ingresó a la ambulancia con su toalla encima y su cabello mojado, pues afuera llovía. El chico, al dirigir su mirada al torso de su novio sus facciones se volvieron completamente de preocupación y espanto.
— Andi, ¿qué? ¿Qué te sucedió? — Se acercó con rapidez a la camilla donde seguía acostado.
— Te mentí — Confesó y Steve lo miró a los ojos con el ceño fruncido — Cuando preguntaste en el auto. Te mentí.
— ¿Por qué?
— No quería asustarte o que te preocuparas por mi — Explicó con sus ojos llorosos.
— Claro que me preocuparía por ti, Andi. Eres mi novio. No puedes ocultarme estas cosas. ¿Qué hubiera pasado si esto te mataba? ¿Cómo crees que me sentiría al saber que algo te pasaba y ni siquiera me dí cuenta?
Su voz no expresaba enojo, molestia, decepción o algún sentimiento negativo hacia él y su verdad. Solo un relajado tono ocultando preocupación que podría llegar a hacerlo sentir peor. No quería hacerlo sentir mal, ya tenía suficiente con lo que veía.
— Lo siento. En serio lo siento — Se disculpó con su corazón teniendo un feo sentimiento de culpa.
Steve negó con la cabeza y se sentó con delicadeza en la camilla.
— ¿Qué tienes? ¿Cómo sucedió? — Puso su mano arriba de la del pecoso y la acarició con de dedo pulgar.
— Los rusos. Ellos no solo golpearon mi cara — Resumió sin querer dar detalles y revivir el momento — Tengo dos costillas rotas.
Steve suspiró al escuchar esto último.
— Sé que tal vez sea una pregunta tonta, pero ¿cómo estás?
No respondió al segundo — Estoy.....
Su mirada se puso llorosa y miró hacia atrás de Steve donde estaba Vicktor. Este negó con la cabeza para si mismo y salió de la ambulancia. Andi recordó las palabras de su hermano y un sollozo se escapó entre sus labios.
— Estoy cansado — Respondió sincero finalmente y dejó salir un par de lágrimas — Estoy muy cansado. Solo quiero ir a casa.
A Steve se le partió el corazón al ver al amor de su vida en ese estado. Golpeado y sintiéndose roto. Se acostó a su lado, asegurándose de no lastimarlo, y Andi lo abrazó por su cintura con fuerza.
Dejó salir sus lágrimas en el pecho de su novio. Se dejó desahogar cual niño con su madre. Y Steve lo sostuvo con fuerza haciéndole saber que estaba ahí. Que estaba ahí con él y siempre lo estaría. Porque no tenía pensando abandonar a Andi.
Lo amaba y no dejaría de ser así ni aunque muriera.
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