31| Needing a hospital
thirty-one;
needing a hospital
— Vamos a morir. Vamos a morir — Repetía una y otra vez Dustin en susurros.
— No vamos a morir. Cierra el pico — Obligó Andi con mirada enojada.
Este era el contexto de la situación.
Luego de aquel tan hermoso momento de amigos en el baño, pues, vino un momento no tan lindo.
Después de sus imparables risas, Dustin y Erica habían logrado encontrar, y, como en todo el trayecto, los obligaron a levantarse para escapar de allí, pues luego de todo los rusos aún los buscaban.
Ninguno pensó que terminarían detrás del mostrador de un local escondidos, con el Starcourt totalmente vacío, y los guardias buscándolos con la intención de, quien sabe, tal vez matarlos.
El silencio era abrumador. De aquellos tan, pero tan, silenciosos que sientes que cualquiera podría escuchar tu respiración, corazón y hasta tus pensamientos.
Lo único que rompía aquella falta de ruido, era el suave sonido de pisadas cuidadosas que se escuchaban de aquí y allá. De vez en cuando, pequeños voces rusas susurrantes.
Eso les ponía los pelos de punta.
Las respiraciones de los cinco eran algo agitadas a pesar de intentar relajarse, haber corrido y estar asustados no era una buena combinación.
Steve se encontraba a su izquierda, mientras que Dustin a la derecha. Al lado de este estaba Robin y le seguía Erica. Esta última, cada cierto tiempo daba miradas que demostraban su miedo.
Le hacía sentir mal verla con aquella expresión tan espantada, pues si bien la niña siempre se mostraba sin miedo y como la reina del mundo, no dejaba de ser una niña.
El pelirrojo, sostenía la mano de Dustin con suavidad en un intento de que se relajara un poco. Parecía alterado, al igual que su respiración, y su mirada de pánico estaba pegada al frente.
Quería otorgarle seguridad, pues al igual que Erica, si bien era más grande que ella por tan solo unos años, no dejaba de ser un niño.
Ahora, los adultos responsables eran Steve, Robin y Andi, que a pesar de ser solo adolescentes, eran los más grandes allí y lo importante ahora era proteger a los niños.
Andi haría cualquier cosa para proteger tanto a los niños como a su amiga y novio. No permitiría que nada les pasara.
Sus reparaciones aceleradas comenzaron a entrecortarse al sentir que varios pasos comenzaban a escucharse cada vez más cerca de ellos. Se estaba acercando y los cinco los sabían.
Sintió la mano de Dustin aumentar la fuerza de su agarré a la suya y él le devolvió el apretón, queriendo demostrarle protección. Que estaba ahí con él.
Repentinamente, la alarma de un automóvil comenzó a sonar en todo el Starcourt y los cinco jadearon asustados ante el ruido y pegaron más sus espaldas contra el mostrador.
No entendían que sucedía. Tal vez los rusos intentaban distraerlos. O el ruido era simplemente una distracción para que no pudieran escuchar sus pasos ni sus voces.
Luego de unos segundos sonando, oyeron fuertes ruidos de destrozos y se miraron confundidos entre ellos.
Los cinco se dieron la vuelta y se fueron asomando de a poco para ver que sucedió.
A su derecha, se encontraba un auto rojo aplastado contra un local de comida. De los guardias rusos ya no había rastro, aunque había algunos en el suelo.
Andi frunció el ceño y su mente solo llegó a pensar en una sola persona. No quería estar equivocado.
Se giró hacia la izquierda y su mirada subió un poco. Pudo ver a quienes definitivamente no esperaba ver allí, pero una sonrisa apareció en su rostro al igual que un increíble sentimiento de alivio en su corazón.
El grupo comenzó a bajar a donde estaban ellos por las escalera mecánicas y ellos salieron de donde estaba para acercarse.
— Lo lanzaste como un Hot Wheel — Dijo Dustin emocionado antes de abrazar a Once y Mike.
Andi no prestó atención a los reencuentros de los demás. Su mirada solo se concentró en su hermanito menor, que al conectar su mirada con el mayor, ambos salieron corrieron hacia el otro y se abrazaron con fuerza.
Ian lo apretó lo más que pudo contra su cuerpo sin querer que se fuera a escapar de sus brazos de nuevo. Un brazo lo atraía desde su espalda y la otra mano se encontraba en su cabeza, atrayéndolo hacia su hombro.
— Estaba tan preocupado — Le susurró y dejó un beso en su cabellera.
Los dos se separaron un poco y se vieron con sonrisas en sus caras. Vicktor tenía sus ojos llorosos.
— ¿Dónde demonios est......
Vicktor no pudo terminar la pregunta, ya que Andi fue aplastado por dos pares de brazos con fuerza.
Andi miró hacia abajo y divisó a Max y Ce, quienes lo abrazaban como si su vida dependiera de ello. Él les devolvió el abrazo al instante.
— Hola, pequeñas — Dijo con ternura hacia las menores y acarició las cabezas de ambas.
Se separaron y Andi les sonrió — Me alegra de que estén bien.
Max sonrió también — No pensamos que ustedes también estarían metidos en algo raro.
El pelirrojo rio y al mirar hacia atrás de ellas pudo ver a ambos Byers. Se alejó de las niñas, las cuales fueron hacia sus amigos, y los abrazó a ellos también, tomándolos por sorpresa.
— Andi — Dijeron al mismo tiempo y correspondieron a la acción.
La verdad es que no había persona a quien no quisera abrazar luego de su encuentro. Todos los que se encontraban ahí eran personas muy importantes en su vida. Hasta podría decir que le agarró cierto cariño a Erica, que a pesar de su carácter era buena niña.
— Por Dios. Tu rostro — Dijo Jonathan al separarse y Andi recordó las golpisas de los rusos. Probablemente su cara estaba destrozada.
— ¿No hay abrazo para mi? — Preguntó una voz detrás suyo que reconoció al instante.
Se dio la vuelta con una sonrisa, pues era la único que hacía desde que llegaron, y se encontró con la brillante mirada y sonrisa de Nancy que estaba con los brazos abiertos.
Repitió la misma acción que había hecho anteriormente y la levantó un poco del suelo, haciendo que ella doblara sus piernas y soltara un chillido feliz.
— ¿Lucas? — Escuchó que Erica llamaba a su hermano.
— ¿Qué haces tú aquí? — Le preguntó este.
Andi bajó a su amiga y ambos se acercaron hacia el grupo, donde los hermanos hablaban.
— Pregúntales a ellos. Es su culpa — Señaló a los tres amigos.
— Cierto. Es totalmente culpa nuestra — Admitió Steve y Lucas le miró mal.
— Todavía no entiendo qué pasó con el auto — Interrumpió una impactada Robin.
— Ce tiene superpoderes — Soltó Dustin como si fuera de lo más normal.
— ¿Perdón?
— Lo tiró con la mente — Explicó Steve — Despiértate.
— ¿Ella es Ce? — Cuestionó esta vez Erica.
— ¿Quién es Ce? — Se volvió a meter la rubia.
— Perdón, ¿y tú? — Habló por primera vez Nancy. No lo preguntó en tono despectivo, solo que nunca antes había visto a la chica.
— Soy Robin. Trabajo con Steve. Soy amigo de Andi.
— Descifró el código — Contó Ian, metiéndose en la conversación.
— Así nos enteramos de los rusos — Siguió Steve.
— ¿Rusos? ¿Qué rusos? — Preguntó Jonathan sin entender.
Cierto era que todos estaban muy confundidos con lo que el grupo contrario les decía, pues había vivido lo mismo pero desde diferentes lados y perspectivas. Pero si alguien llegara a escuchar la conversación desde afueran pensarían que era como comunicarse con alienigenas.
— ¡Los rusos! — Recalcó obvio señalando a donde antes habían estado.
— ¿Esos eran rusos? — Habló Max impactada.
— Algunos.
— ¿De qué hablan? — Cuestionó Lucas alterado al no entender absolutamente nada.
— ¿Oíste el código rojo? — Cambió de tema Dustin.
— Sí. No entendí la mitad de lo que estabas diciendo — Habló Mike por primera vez.
— Maldita batería baja.
— ¿Cuántas veces te advertí sobre eso? — Peleó Steve.
— Todo salió bien, ¿no?
— ¿Bien? Casi morimos — Contradijo Erica.
— Sí, pero no morimos.
— Sí, Dustin. Por poco morimos. En especial nosotros — Concordó Andi mientras se señaló a él y a Steve y Robin.
— ¿Esos rusos están trabajando para el gobierno ruso? — Preguntó el Sinclair.
— ¿Qué es lo que no entienden? ¿No hablo claro? Es una situación igual a la de Amanecer Rojo.
— Entonces, ¿esto ni tiene nada que ver con el portal? —Interrumpió la pelirroja.
— Tiene todo que ver con el portal.....
Un ruido frenó la charla de todos y al darse la vuelta vieron a Ce tirada en el suelo. Todos se acercaron preocupados.
— La pierna — Dijo adolorida.
Entre Jonathan y Nancy le sacaron la venda de la pierna y todos hicieron sonido de impresión al ver la lastimadura.
Algo se movió adentro de la pierna de Ce, lo que les causó impresión a todos, y la chica gimió de dolor.
— ¡Ce! Ce, ¿estás bien? ¡Ce! — Exclamó Mike hacia su novio al ver que esta no paraba de quejarse.
La chica no respondió, solo dejó salir un fuerte grito de dolor que asustó a todos los presentes.
— Que siga hablando. Que no su duerma — Pidió Jonathan antes de salir corriendo.
El chico se acercó a un local de comida donde, mientras buscaba en todos lados, tomó una cuchara de madera, guantes y un cuchillo. Este último lo calentó en la hornalla y luego volvió con los demás.
— De acuerdo. ¿Ce? Esto te va a doler mucho — Advirtió y ella asintió con dolor — Quédate muy quieta. Toma, puedes morder esto, ¿si?
Le entregó la cuchara de madera y ella puso el mango entre sus dientes, mordiendo.
Ce, cerrando sus ojos preparándose para el dolor, buscó a ciegas la mano de Andi y, al encontrarla, la sostuvo con fuerza.
Jonathan cortó con precisión la pierna de Once y luego de mentalizarse por milisegundos, metió sus dedos en la lastimaduras buscando lo que se movía por dentro.
La niña gimió con fuerza mientras mordía la cuchara y los rostros de todos se contragieron ante el dolor que daba solo ver la situación.
Andi apretaba con fuerza la mano de su hermanita y dejaba que ella hiciera lo mismo. Apretaba su mano con tal fuerza que parecía que se la arrancaría, pero no le importaba ni un poco.
— ¡No! ¡Basta! ¡Basta! — Gritó y alejaron a Jonn de ella — Puedo hacerlo yo. Puedo hacerlo yo — Se reincorporó del suelo con ayuda de Mike y Andi.
La chica estiró la mano en dirección a su pierna y en esta se pudo ver como la cosa adentro se movía. Lanzó un fuerte grito que hizo romper una vidriera detrás suyo y lo arrojó lejos cuando logró sacarlo.
Intentó escapar a trastras, sin embargo, un pie llegó a aplastarlo antes de que fuera muy lejos.
Todos subieron sus miradas y se encontraron con personas que en definitiva salvarían sus vidas.
[....]
— Okey. Esto es lo que Alexie llamaba "el centro". Ahora, el centro lleva a la sala de la bóveda — Explicó Murray mientras señalaba el mapa.
— ¿Dónde está el portal? — Preguntó Hopper.
— Aquí mismo. Desconozco la escala, pero debe estar cerca de la sala de la bóveda, quizá a unos quince metros.
— Más bien ciento cincuenta — Se metió Erica — ¿Qué? ¿Entrarán alegremente como si fuera un Disneyland comunista?
— Perdón, ¿quién eres tú?
— Erica Sinclair. ¿Quién eres tú? — Preguntó esto último con tono despectivo.
— Murray Bauman.
— Escuche, señor "Bunman", no le diré cómo hacer las cosas, pero pasé veinticuatro horas en ese pozo inmundo. Y, con todo respeto, si hacen lo que dice este hombre, morirán todos.
— Perdón, ¿por qué me habla esta niña de cuatro años? — Preguntó molesto el mayor ante el tono de Erica.
— Tengo diez años, calvo desgraciado.
— ¡Erica! — Regañó Lucas ante el insulto.
— Es la verdad — Respondió sin importarle.
— Tiene razón. Así van a morir, pero pueden evitarlo. Disculpe — Habló Dustin y tomó el mapa — ¿Me permite?
— Adelate — Sonrió sarcástico.
— ¿Ven esta sala de aquí? Es un depósito. Hay una escotilla que va al sistema de ventilación subterráneo. Eso lleva a la base del arma. Ahí abajo es un laberinto, pero Erica y yo podemos guiarlos.
— ¿Ustedes pueden guiarnos? — Repitió Jim.
— Descuide, usted lucha y hace lo peligroso y heroico, y nosotros somos sus.....navegantes — Dijo sonriente.
— No — Negó el oficial.
La sonrisa de Dustin se borró con tan solo esa palabra.
Luego de que Hopper se negara repetidas veces ante el plan de Dustin y Erica, los mayores se pusieron a buscar armas y cosas que necesitaban mientras los otros solo observaban o hablaban.
Hasta ahora, lo único planeado es que todos se irían de allí, más que todo para ponerse a salvo todos y a Ce, mientras que los mayores entrarían a la base rusa.
— Hey. Atrapa — Hopper le lanzó un walkie talkie a Dustin — Puedes navegar, pero desde un lugar seguro.
— No es tan simple. La señal no llega. Con esto no. Necesitamos una frecuencia más alta para transmitir de la torre rusa. Necesitas alguien que conozca la sala de comunicaciones y cuente con una torre artesanal superpoderosa, preferentemente ubicada en el punto más alto de Hawkins. Oh, espera, alguien como yo. Podemos hacer de navegador. Pero danos la ventaja. Y un auto — Dijo Dustin de manera tan rápida que el mayor sólo se quedó callado procesando.
— Yo iré — Se paró Steve de donde estaba.
— Igual yo — Repitió la acción Robin.
— Está bien. Manténganse a salvo, ¿está bien? — Pidió Hopper y le tiró las llaves de un auto a Steve.
Los demás volvieron a lo suyo y el grupo se dio la vuelta para marcharse de ahí. Sin embargo, Steve, al darse cuenta de que su novio no estaba con él, se frenó y se dio la vuelta.
Lo vio sentado alejado de los demás, solo y en el suelo, mientras apoyaba su espalda contra una pared de mármol.
— Adelántense — Les dijo a los otros y le dio la llave a Robin.
Se acercó al chico y se puso de cuclillas al frente de él. Andi mantenía sus ojos cerrados.
— ¿Estás bien?
Ian abrió sus ojos lentamente al sentir una caricia en su mejilla y se encontró con los ojos de su amante.
— Estoy bien — Afirmó con voz algo quebrada.
— ¿No vendrás? — Preguntó preocupado.
Negó con la cabeza — Lo siento. Necesito quedarme con Vick, ¿si?. Quiero protegerlo si algo pasa. A él o a cualquiera. Sabes que todas estas personas son mi familia. Bueno.... excepto el señor Bauman — Esto último hizo reír a ambos — Tengo hermanos, hermanas, padres, amigos. Pero me alegra saber que ustedes estarán a salvo estando fuera de aquí — Acarició la mejilla de Steve y este cerró los ojos disfrutando del tacto — Te amo.
— Te amo — Correspondió y le dio un profundo beso que no pudo expresar más que amor por el otro.
Aunque al separarse, la mirada de Steve sólo expresaba miedo.
— Cuídate, ¿sí? Hazlo por mi.
Andi asintió y el otro dejó un pico en sus labios antes de alejarse y salir del Starcourt.
Silencio por su parte se hizo presente. Escuchaba a los demás pero realmente nos les prestaba atención, estaba muy enfocado en intentar respirar bien. Había confirmado sus pensamientos anteriores, si tenía la costilla rota, o las cotillas rotas, no estaba seguro si sería una o varias. Su dificultad para respirar cada vez era más y más, sentía que de a poco le iba faltando el aire. El dolor muscular era muchísimo, por cualquier cosa que hiciera, y aún más si exigía hacer fuerza con el abdomen.
Levantó su remera con lentitud ante el dolor y observó un gran hematoma en la parte derecha de las costillas. Era enorme y de un color morado y rojo fuerte, de hecho era casi complrtente rojo y estaba hinchado. Eso si que terminaba de confirmar que tenía una lesión torácica.
Sintió a alguien sentarse la lado suyo y bajó rápidamente su remera, intentando ocultar su dolor y calmar su respiración.
— Hola, cariño — Saludó Joyce en un tono suave y lo abrazó por los hombros.
Se tuvo que tragar su gemido de dolor ante el tacto en sus hombros, pues allí también le dolía a causa de su lesión.
— Hey..... — Saludó algo desgastado.
— ¿Estás bien? — Le preguntó y asintió en respuesta.
La mujer tomó su mentón con delicadeza y giró su rostro para poder ver sus lastimaduras.
Tenía del lado izquierdo del rostro un gran hinchado moretón verde y violeta que rodeaba todo su ojo, por suerte este no estaba golpeado, no como Steve. Del lado derecho de la frente su piel abierta en una línea y en esta había sangre seca que se quedó seca en forma de goteo. También tenía sangre seca debajo de su nariz cayendo hasta su boca, donde tenía roto el labio inferior.
— ¿Duele mucho?
Negó con la cabeza — No tanto — "No tanto como mis costillas".
— Estaba tan preocupada. Estoy con un ruso que nos cuenta que hay una máquina debajo de Hawkins que está reabriendo el portal y luego me entero de que están buscando a unos niños y, Dios, sabía que eran ustedes — Dejó caer un par de lágrimas — Me preocupé muchísimo. No quería que nada les pasara. Y luego, al llegar, te veo a ti con todo tu rostro golpeado y lleno de sangre como si hubieran intentado matarte. Juro por Dios que.....
La mujer hablaba muy rápido y con su voz entrecortada, su respiración se aceleraba con el paso a causa de su llanto, y Andi la detuvo rápido teniendo de sus manos.
— ¡Estoy bien! — Le dio su mejor sonrisa aún sabiendo que lo que decía era mentira — Estoy bien. Estoy aquí, sano y salvo. Puedes verme aquí contigo, mamá.
Joyce se relajó y su mirada se iluminó mientras miraba a los celestiales ojos de Andi. Una sonrisa se asomó con los segundos y fue cuando el pelirrojo se dio cuenta de lo que había dicho.
— Joyce — Se corrigió al instante negando con la cabeza — Joyce — Repitió y apartó la mirada de la mujer.
Joyce, aún sonriendo, lo atrajo hacia ella y dejó que apoyara su cabeza en su pecho, para acariciar su pelo.
— Te amo, hijo — Dijo con aquel amor que solo una madre sabe dar.
Andi cerró sus ojos y cayó una lágrima de estos.
Cuanta falta le hacía sentir el amor de una madre. Sus pequeños brazos se sentían seguros al igual que sus palabras. Y su corazón se llenaba nuevamente.
Hijo.
La amaba. Siempre lo hizo.
Incluso cuando su madre aún seguía con vida.
Siempre fue más madre que su propia progenitora. Lo sintió así desde el primer abrazo que le otorgó cuando Jonn lo llevó a su casa con tan solo cuatro años. Siendo recién conocidos, pero bastando para una amistad de siglos.
— Es hora — Les avisó Vick, que desde lo lejos había visto la escena.
Madre e hijo se colocaron de pie. Andi se quejó por la fuerza abdominal que tuvo que hacer, por lo que Joyce lo miró algo preocupada. Él solo le hizo una seña de que estaba bien.
La mujer le hizo una seña a Vicktor para que se acercara. Cuando este así lo hizo, puso una mano en un hombro de cada uno.
— Cuídense, por favor. Siempre protéjanse el uno al otro — Los abrazó y segundos después se separaron.
— Lo haremos — Prometió Andi y Joyce besó sus mejillas para alejarse.
Todos los niños y adolescentes se juntaron y comenzaron a caminar hacia la salida del Starcourt, Andi teniendo a su hermano al lado. Mike y Max llevaban a Ce.
Se detuvo cuando se dio cuenta de que se olvidaba de algo y dio la vuelta para acercarse a paso rápido, ya que no podía correr, a Hopper.
Lo abrazó con fuerza, tomándolo por sorpresa. Sin embargo, correspondió.
— Protégelos, niño — Le sonrió al separarse — Simpre lo haces.
Señaló su torso haciendo referencia a la cicatriz que tenía, la cuál se había hecho protegiendo a sus amigos.
Asintió y luego de unos segundos se volvió por donde los demás se habían ido, para alcanzarlos.
Intentó correr, pero ni siquiera pudo hacerlo más de dos pasos que su respiración de agitó de una manera agresiva y su cabeza comenzó a dar vueltas. Su suelo comenzó a moverse y su vista se volvía borrosa de momentos.
Agarrándose de las paredes del pasillo, logró llegar al final y salió del Starcourt. Vio a todos subiéndose al vehículo y se acercó a pasos arrastrados.
Abrió la parte de atrás y dejó que Mike y Max subieran junto a Once, para después subirse él. Se sentó del lado de los asientos traseros y apoyó su frente en estos.
— ¿Andi? ¿Te encuentras bien? — Preguntó una voz que se escuchó como un lejano eco.
No pudo reconocerla, así que levantó la cabeza y vio que era Max quien preguntaba. Lo miraba preocupada al igual que Ce y Mike.
El asintió con la respiración algo acelerada, lo que le hacía aún peor porque le causaba mayor dolor torácico, pero era algo que no podía evitar ya que la misma lo causaba.
— Me encuentro bien — Respondió en un susurro.
Los tres se miraron entre sí sin estar muy seguros, pero no volvieron a preguntar.
Andi no podía escuchar nada, es decir, podía, pero tan lejano y con tanto eco que las voces se distorsionaban al ser tantas, lo único que sabía es que estaban discutiendo. Estaba tan mal que ni siquiera le importaba por qué.
Lo único que pudo distinguir por su fuerza, fue el rugido de un motor. Con lentitud, giró solamente su cabeza hacia atrás y pudo ver el Camaro azul que muy bien reconocía. Sin embargo, ante su estado, no sabía que tan malo era eso.
Vio como los tres niños sentados con él, abrieron la puerta y se bajaron con rapidez. Bueno, para ellos era rápido, Andi los veía borrosos.
Era aún peor que cuando los rusos los había drogado. De hecho, para él no tenía comparación.
Al ver las figuras de todos bajando, lo hizo también. Todos entraron con velocidad al edificio de nuevo y Andi se quedó atrás solo. Sus pasos eran lentos y arrastrados, a veces se tambaleaba hacia los costados cuál borracho, y ni siquiera el rugido del auto podía apresurarlo.
Ingresó, empujando la puerta a duras penas, y la luz lo cegó. Era manchas, todo era manchas. En especial las luces y las personas.
Intentó mantenerse en pie, pero no lo resistió más. Su cuerpo dejó de andar y lo sintió en cámara lenta cuando se cayó al suelo. Sus ojos no pudieron ver más y se cerraron. Lo último que pudo ver fue la borrosa imagen de un pelirrojo corriendo hacia él junto a su lejano nombre siendo gritado.
Creo que es buen momento para darle una visita a Morfeo.
No saben la cantidad de cosas que tuve que investigar sobre laceración pulmonar para poder describir lo que Andi sentía gracias a sus costillas quebrada.
Uno o dos capítulos más y se termina el acto tres.
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