30| Drugged confessions
Chapter thirty;
drugged confessions
Fue una mala idea.
No podía sentir su cuerpo. Era como si se lo hubieran adormecido.
Sentía su golpeado rostro y cuerpo palpitar ante la agresividad que recibía. Como si fuera un saco de boxeo.
Podía oler y sentir la cantidad de sangre saliendo de su boca y nariz, también su sabor metálico en la lengua. Un chorro de esta caía por su frente, luego de que le diera un cabezazo a uno de los guardias con la intención de liberarse al tener las manos esposadas.
Su torso doliendo cuando tomaba largas respiraciones, así que tenía que respirar lento. Capaz le habían roto una costilla y le apretaba los pulmones, no lo sabía, pero la posibilidad era peligrosa.
Su pómulo, para él, era como un globo. Sentía como se hinchaba cada vez más al estar amortiguando golpe tras golpe, al igual que su ojo.
Sus muñecas, encerradas en las metálicas esposas, ardían ante sus intentos de librarse. De a poco sentía como se iban durmiendo.
— Lo repetiré.....¿Para quién trabajas?
La voz del hombre se escuchaba a la lejanía. La escuchaba por detrás del sonido pitido en su oído. Era como el lejano eco de una cueva profunda.
Ni siquiera respondió. No había respondido a ninguna de las preguntas desde que lo habían llevado ahí, tampoco habló. Tal vez por eso se había llevado el peor premio.
Sintió otro golpe en sus costillas, haciendo que se quejara y escupiera sangre por la boca.
Se terminó cayendo al suelo sin quererlo. Sentía que en cualquier momento dejaría aquel plano y se terminaría desmayando. No estaba muy lejos de esa realidad.
Lo que pasó después fue rápido para él. Fugaz.
Escuchó un par de sonidos y luego un dolor insoportable en su cara, pues aunque él no podía distinguir que pasó, le habían pegado una patada en la cara. A lo lejos se oyeron voces rusas enojadas y, finalmente, dos pares de manos lo tomaron por sus brazos e iniciaron un camino, arrastrándolo.
Sus ojos se cerraron sin poder evitarlo y se cabeza cayó hacia delante. Se desmayó y recién ahí pudo dejar de sentir el dolor de su cuerpo.
Se merecía unos minutitos de descanso.
[....]
— ¿Este sigue durmiendo?......
Escuchó que dijo una voz a la lejanía.
Aún estando algo dormido, sintió una mano tirar de su pelo y hacer su cabeza hacia atrás, y otra dando palmadas fuertes en su rostro.
El pelirrojo se quejó ante el dolor se su lastimada cara y de a poco fue abriendo sus ojos. Le costaba hacerlo, pues estos querían cerrarse solos.
Lo primero que vio, fue al ruso aquel quien suponía desde el principio que era el jefe allí. Este le sonrió de manera cínica al verlo abrir los ojos.
— Despierta, pequeño. Papá trajo al doctor — Dijo burlándose de él.
Robin y Steve lo llamaron varias veces y le preguntaron si estaba bien, pero no fue capaz de responder.
El hombre lo miró a él por unos segundos y luego a Steve.
— Esta vez prueben decir la verdad. Hará menos dolorosa la visita del Dr.Zharkov — Advirtió acariciando el rostro de Steve.
Fue cuando Ian alzó su desgastada mirada y pudo ver al frente suyo a un hombre de bata blanca que le daba la espalda.
El hombre se dio la vuelta y se acercó a ellos con una gran aguja que contenía un líquido azul.
— Un momento. Esperen ¡Esperen! ¿Qué es esa cosa? — Preguntó Steve alterado al ver que iban hacia él.
— Los ayuda a hablar.
— ¿La limpió, al menos?
Ninguno respondió y lo único que se escuchó fue el grito por parte de Steve al sentir la aguja atravesando su cuello. Andi y Robin se asustaron un poco antes eso.
El doctor se acercó al pelirrojo y echó su cabeza hacia atrás, tomando de su pelo, para repetir la acción.
Soltó un quejido y una maldición al sentirlo. Estaba seguro de que le hubiera dolido igual que a Steve si no fuera porque recién recobraba la consciencia.
— No la toques — Susurró con cansancio al ver que se acercaba a la chica.
— Al parecer si hablas — Le dijo el jefe y el doctor clavó la aguja en la chica, que soltó un pequeño y chillón grito.
— Esperemos que esta vez si hablen. Si es que quieren seguir en una pieza.
Todos los rusos presentes en la sala se marcharon y el trío quedó a solas, acompañado del silencio.
Silencio.
Aquel que tanto amaba, porque en los peor momentos, llegaba a ser reconfortante, no tenías la torturante cosa llamada ruido. O en aquellos momentos inexplicablemente hermosos de soledad, como cuando ves las estrellas y la luna, y él te hace compañía sin molestarte en lo absoluto.
Pero en aquel momento, el silencio era pesado y desesperante.
— No saben..... — Habló Andi con un tono extremadamente bajo. Su voz se escuchó diferente ya que era amortiguada por la sangre en su boca — No saben lo preocupado que estaba. Pensé que.......
Su lengua se trabó y ni siquiera pudo completar la frase. Él realmente había pensando que ellos habían muerto.
Pensó que si lo estaban moliendo a golpes a él, Dios sabría que cosas le hubieran hecho a ellos. En especial a Robin.
Se mostraba tan fuerte, que lo es, pero la conocía bien para saber que también es muy sensible. Se hubiera quebrado si le intentaban hacer algo.
— Ustedes me asustaron a mi — Dijo esta vez Robin — Los trajeron y ustedes estaban desmayados, sus rostros llenos de sangre y yo llegué a pensar que tal vez..... — Un sollozo se escapó de su boca — Que tal vez a partir de ahora sería solo yo.
— Hey. No piensen esas cosas, ¿si? — Interrumpió un cansado Steve — Estamos bien. Lograremos salir de aquí y Dustin vendrá por nosotros.
El silencio invadió otra vez.
No sabía decir cuánto tiempo había pasado, tampoco tenía un reloj, pero estaba seguro de que había pasado al menos media hora. El mareo que comenzaba a aparecer y el dolor de su cara que repentinamente desaparecía de a poco se lo confirmaban.
— La verdad, no siento nada ¿Ustedes? — Dijo Steve arrastrando las palabras.
— Es decir, me siento bien. Normal — Respondió la chica.
— Mareado — Susurró Andi pero ninguno llegó a escucharlo.
— Sí, yo me siento bien — Concordó Steve — Me siento muy bien.
Los dos comenzaron a reír fuertemente como si la situación fuera la más graciosa de todas. Andi solo sonrió un poco al escucharlos reírses, pero no pudo hacerlo él también.
— ¿Les digo un secreto? — Preguntó Robin aún riendo.
— ¿Qué?
— También me gusta. Me siento bien.
Ian no comprendía. No sabía por qué ellos estaba diferentes a él. No se sentía de una manera que definiría como "bien". Le duele respirar a culpa de su costilla, el mareo que le dio y su cansancio.
Si así era drogarse, estaba seguro de que nunca lo haría de nuevo.
— Los idiotas se equivocaron de droga.
— ¡Idiotas! ¡Idiotas! ¡Oigan! — Gritaron divertidos sin problema alguno.
— No. Definitivamente nos pasa algo — Dijo la rubia luego de calmarse un poco.
— Algo anda mal.
Antes de que pudieran decir algo más, la puerta se abrió haciendo ruido y el trío se calló de inmediato.
Entraron los mismos guardias rusos y el doctor. Este último traía esta vez un maletín negro consigo del cual comenzó a sacar cosas.
— ¿Este sería buen momento para decir que no me gustan los médicos?
Todos la ignoraron.
— Vamos a probar otra vez. ¿Para quién trabajan?
Como siempre, Andi se quedó callado y Steve respondió lo que siempre decía.
— Para Scoops Ahoy — Rió.
— ¿Cómo nos encontraron?
— Por pura casualidad.
— Más mentiras — Dijo el jefe y Andi suspiró al escucharlo.
— ¿Y ese juguetito brillante? — Preguntó Steve cuando el doctor se le acercó con unas pinzas y tomó su mano — ¡Espere! ¡No! ¡Espere! ¡No! ¡No!
— ¡Había un código! ¡Oímos un código! — Gritó Andi al escuchar los gritos de Steve.
La verdad es que no estaba en sus cinco sentidos, pero los gritos de terror de su novio su trajeron un poco a la realidad.
— Un código. ¿Qué código?
— "La semana es larga. El gato plateado se alimenta cuando azul y amarillo se encuentran en el Oeste" — Relató Robin — Transmitieron esa estupidez secreta a toda la ciudad, nosotros la captamos en Cerebro y la desciframos en un día ¡En un día! Se creen muy inteligentes, pero un par de chicos que trabajan en una heladería descifraron su código en un día. La gente sabe que están aquí.
— ¿Qué gente, suka? — Dijo enojado.
— Dustin sabe — Respondió Steve sin darse cuenta de que en realidad estaba poniendo al niño en peligro — Sí, Dustin Henderson, él sabe.
— ¡Steve! — Reprocharon los otros dos.
— Dustin Henderson. ¿Su pequeño amigo de pelo rizado?
— De pelo rizado. Gran pelo. Rizos pequeños. Como afro.
— ¿Dónde está?
— Se fue hace mucho, imbécil. Debe estar llamado a Hoper, y Hoper llamará al gobierno de Estados Unidos. Vendrán abriéndose paso a los tiros y los enviará de una patada a Rusia. Los harán pedazos.
Steve se rió contagiando a Robin y, por primera vez, a Andi también.
— ¿No me digas? — Escupió sarcástico.
Steve afirmó sin darse cuenta de su tono y el trío se siguió riendo hasta que una repentina alarma comenzó a sonar en todo el lugar.
Salieron corriendo de allí, no sin antes cerrar la puerta.
— ¿Qué está sucediendo? — Preguntó Ian, pero ninguno dijo algo ya que Dustin entró corriendo con......lo que sea que ese palo electrizante fuera, y atacó con él al doctor, que cayó al suelo desmayado.
Los tres se pusieron felices de verlo.
— ¡Henderson! Qué loco, justo hablaba de ti — Dijo un sonriente Steve.
— Prepárense para correr — Advirtió y los liberó a los tres.
Los hizo salir de la sala a regañadines, pues estaba apurado y ellos iban de lo más tranquilos, y los metió en la parte trasera de un transporte rojo.
Se subió al asiento del conductor y comenzó a manejar con velocidad acelerada, por lo que los tres, por inercia, se cayeron hacia la misma dirección y se quejaron ante el golpe.
— Cielos, ¡más despacio! — Se quejó Steve.
— Sí, ¿qué es esto? ¿La Indy 500? — Preguntó Robin.
— Es la Indy 300 — Corrigió Steve seguro de si mismo.
— No, bobo, 500.
— Trescientos.
— Digamos un millón — Cambió repentinamente la chica y los tres rieron a carcajadas nuevamente.
La verdad es que Andi no entendí de qué carajos estaban hablando, no sabía que era la Indy 300 o 500, pero se reía porque le había hecho gracia. En realidad todo le daba gracia, no sabía por qué.
Dustin frenó repentinamente, chocandose, y los tres se volvieron a caer con fuerza.
— ¿Están bien ahí atrás? — Preguntó el niño y ellos solo respondieron con gruñidos mientras se reincorporaban.
Le abrieron la puerta trasera y los obligaron a bajar de tirones.
El de rulos se acercó al ascensor y puso la tarjeta en el lector. La puerta se abrió y segundos más tarde, ya se encontraban los cinco subiendo con velocidad.
Steve estaba arriba de una plataforma con ruedas, haciendo como si patinara, Robin sostenía y movía la misma, y Andi se encontraba tirado en el suelo mientras miraba divertido a los otros.
Por otro lado, Dustin y Erica los observaban sin comprender desde una esquina.
— Es como si surfearas.
— ¡Sí! — Gritó el chico con euforia — ¡Nací para esto! Mira.
Robin movió la base y Steve se cayó encima de su novio, haciendo que los tres ríesen fuertemente, mientras el pelirrojo lo abrazaba.
— ¡Revolcón!
El Henderson se acercó a Steve, que estaba aún arriba de Andi, y le tomó la fiebre.
— Estás ardiendo.
— Andi está ardiendo — Respondió riendo al igual que Robin.
— Un segundo. Steve — Pidió cuando este comenzó a apartarlo — Tiene las pupilas muy dilatadas — Le dijo a Erica.
— Quizá los drogaron.
— Steve, ¿te drogaron? — Cuestionó al nombrado.
— ¿Cuántas veces, papá? No consumo droga — Respondió este.
— Es solo marihuana — Dijo la pareja al unisonido y rieron.
— No es gracioso. Debo saber qué les hicieron ¿Van a morirse?
— Todos morimos, niño extraño que es mi amigo. Solo es cuestión de cómo y cuándo — Interrumpió de manera sádica la adolescente.
Dustin la ignoró — Estarán buscándonos. Dime dónde quedó el auto — Ordenó.
— ¿Hacemos parada técnica en el patio de comidas?
— Mataría por una salchicha en palito — Coincidió Robin.
— Muy bien. Sí, comida. Pueden comer todo lo que quieran, pero antes dime dónde quedó tu auto.
Vio que Steve no le hacia caso, así que lo sacó de encima de Andi.
— Oh-oh. No tenemos auto — Recordó tirado al lado de su novio.
— ¿Qué?
— Me quitaron las llaves. Los rusos me quitaron la llave. Hace como mil años. Que pena, ¿no? — Dijo esto último burlón mientras Robin reía.
Dustin se giró hacia el pelirrojo — Andi, ¿y el tuyo? ¿Tu auto?
Andi suspiró y palmeó sus bolsillos sin sentir nada. Luego, metió sus manos en estos y los sacó hacia afuera dejando ver que no tenía nada. Esto provocó que hiciera puchero.
— Las perdí — Dijo con tono triste como a un niño al que se le cae su helado al piso.
Los otros miraron mal a Dustin — Ya hiciste llorar al pequeño. Eres malo, papá, ¿lo sabes? — Reprendió Steve acariciando el pelo de Ian con vagos movimientos.
Pasaron unos pocos segundos y los tres se miraron para reírse.
Dustin comenzaba a cansarse de eso.
Finalmente, el ascensor dejó de moverse y los niños obligaron a los mayores a colocarse de pie, y los sacaron de ahí.
— Dios, ¡qué rico! Chicos, ¿saborean el aire? — Habló Robin sacando su lengua.
Andi no prestó atención, pues su vista estaba al frente de ellos donde unos guaridas rusos aparecieron repentinamente.
Aunque estaba drogado, a veces reconocía pequeñas cosas de la realidad de la que escapaban.
— ¡Mierda! ¡Vamos! — Ordenó el Henderson.
Entre los cinco corrieron hacia una entrada del Starcourt e ingresaron sin dejar de correr.
Andi llevaba a Steve de la mano y lo guiaba, aunque este seguía a los niños, pues era el más "consciente" de los dos.
Se sentía como un niño. Como si estuviera jugando a las escondidas y vas con tu amigo a esconderse juntos. Esperando a no ser encontrados, aguantándote las ganas de reírte o de hacer pis.
Repentinamente, todos se frenaron, haciendo que Andi también lo haga, y Steve choco con las espalda de su novio, lo que lo hizo reír. Los niños lo callaron al instante.
El de rulos se asomó por una puerta y luego salió — Despejado.
Los niños lo guiaron hasta una sala de cine y, en el camino, Steve tomó una bolsa de palomitas del cesto de basura para comer un puñado de este. Después, tomó otro y se lo dio de comer a su novio.
Bajaron las escaleras, acercándose a la pantalla y los obligaron a tomar asiento.
— No, estamos muy cerca — Se quejó Robin.
— Mala ubicación — Coincidió Steve con la boca llena.
— No miren la película.
— Queremos mirarla. Hace mucho tiempo no vengo al cine — Interrumpió Andi.
— ¡Pues mírenla! — Exclamó Dustin y las personas lo mandaron a callar.
Ian bajó su mirada y se cruzó de brazos como niño regañado.
— Hagan lo que quieran, pero no se vayan de aquí — Obligó con mirada seria.
— Bien, papá — Aceptó un burlón Steve.
Erica y Dustin simplemente los ignoraron y se alejaron para tomar asiento en la otra punta de la fila pudiendo al fin descansar un poco de cuidar a los adolescentes que más bien parecían niños.
Steve, al ver a Andi cabizbajo, tomó un puñado de palomitas y lo acercó a la boca del chico. Este negó con la cabeza.
— Come — Insistió con ese tono drogado que los tres tenían.
— No tengo hambre — Volvió a negar y Steve lo tomó de la mandíbula para intentar hacerlo comer — No...Steve. Dejame. Auch. No.
El mayor, que intentaba abrir su boca, no se rindió hasta que Ian lo hizo y él metió las palomitas allí. El pelirrojo masticó tosiendo un poco, ya que se había ahogado, mientras Robin se reía de Andi a carcajadas silenciosas.
— ¿Mejor? — Preguntó Steve con una sonrisa sin darse cuenta de que casi mataba de ahogamiento a su novio.
Andi asintió cohibido — Gracias — Steve sonrió y se giró a mirar la pantalla para seguir comiendo como si nada.
— Estoy aburrida — Se quejó la única chica mirando a los otros dos.
— Sí, yo también — Coincidió el Harrington y se giró hacia ella.
— Y tengo sed — Agregó.
— Yo también — Repitió el chico mientras asentía lentamente.
— Vamos — Se levantó de su asiento y Steve copió su acción.
Ambos se giraron hacia Andi y se lo encontraron mirando la pantalla de manera muy concentrada, con la mirada iluminada cual pequeño con su juguete favorito, mientras llevaba lentamente una palomita a su boca.
— Andi, vamos — Llamó Steve e Ian lo miró.
— Quiero ver la película — Dio a entender que no quería irse.
— Andiiii. Tenemos sed — Dijo Robin y las personas de atrás las mandaron a callar, para que ella hiciera lo mismo con ellos.
— Quítense del medio. Quiero ver — Se cruzó de brazos.
Los dos tomaron a Andi uno de cada brazo y comenzaron a tirarlo para levantarlo. El chico se retuvo todo lo que pudo, pero cuando Steve le hizo cosquillas mientras tironeaban de él, terminó cediendo sin quererlo.
Los tres salieron del cine, mientras los dos llevaban a Andi de las manos para que no se les escapara, y se dirigieron a un bebedero que estaba cerca de ellos.
— No pude concentrarme mucho en la película, pero estoy segura de que la mamá quería acostarse con su hijo — Opinó Robin mientras Steve tomaba agua.
— Espera, ¿la chica sexi era mamá de Alex P. Keaton? — Preguntó este.
— Sí, con seguridad.
— Pero tienen la misma edad.
— No, pero él viajó al pasado — Explicó.
— ¿Y por qué se llama "Volver al futuro"? — Dijo confundido.
— Él tiene que volver al futuro porque está en el pasado. Así que el futuro es el presente, que es su época — Explicó Ian quien realmente si había prestado atención a la película.
Steve se quedó unos segundo con la boca abierta procesando la información — ¿Qué?
Robin lo empujó del bebedero — No, es mi turno. Ya tomaste suficiente.
Andi, si bien no estaba ahí por desición propia, se encontraba sentando en el suelo esperando su turno para beber agua. Sin embargo, al ver a su novio mirando con concentración el techo del Starcourt, se puso de pie y se acercó.
Se puso a su lado y alzó al vista hacia arriba para entender que era lo interesante.
Vaya.
No sabía exactamente qué estaba viendo, pero se veía......mágico. Eran como diamantes. Amaba los diamantes, tendría uno si pudiera. Y las luces que emitían, o reflejos de luz en todo caso, no estaba muy seguro, parecían bajar y querer llegar a acariciar su rostro. Podía casi sentirlo.
Hacia sentir que su estómago comenzaba a resolverse. ¿O realmente se estaba revolviendo? Al principio parecían mariposas, como cuando te enamoras, pero ahora se sentía más como un tornado.
Tragó duramente y llevó una mano hacia su estómago, antes de salir corriendo en dirección a los baños. Los otros dos los seguían por detrás aunque él no estaba consciente de eso.
Vomitó todo en él retrete por segundos que se sintieron infinitos, pues vomitar era desde su punto de vista una de las cosas naturales más asquerosas, y cuando terminó se quedó tomando largas respiraciones luego de tirar la cadena.
Se dejó caer en el suelo y apoyó su espalda contra una de las paredes del cubículo. Después, limpió su boca con el borde de su remera.
— Mi techo dejó de dar vueltas. ¿El de ustedes?
Ambos chicos negaron a la respuesta, dejando saber que ya ninguno de los tres estaba drogado, y el silencio los invadió. Era un pacífico silencio para los tres, pues estar drogados se sintió como estar en una montaña rusa llena de gritos.
— ¿Ya habremos vomitado todo? — Preguntó Steve.
— Tal vez. Pregúntame algo. Interrógame — Respondió Robin.
— Bien. Te interrogaré. Claro. ¿Cuándo fue la última vez que te hiciste pis encima?
— Hoy.
— ¿Qué? — Dijeron divertidos Andi y Steve.
— Cuando el médico ruso sacó la sierra — Explicó y ellos rieron — Pero fue solo un chorrito.
— Definitivamente, aún nos afecta.
— Ahora yo — Pidió Robin — ¿Alguna vez te enamoraste?
Ian levantó su mirada hacia el frente a penas escuchó la pregunta de la chica. Le daba curiosidad saber que respondería Steve.
Ni siquiera sabía si en realidad Steve llegaba a estar enamorado de él, le gustaba creer que sí.
¿Estaba enamorado pero le mentiría a Robin? ¿No está enamorado así que en realidad no estaría mintiendo? ¿Le confesaría todo? ¿Se lo diría de manera indirecta?
— Sí. Nancy Wheeler. Primer semestre, último año — Respondió el chico.
Era una respuesta que si la veía venir, sin embargo, algo se removió en su pecho al escucharla. Se sentía mal.
— Dios mío. Es una remilgada — Dijo incrédula.
— Resultó que no.
— ¿Sigues enamorado de ella?
Andi dobló las rodillas contra su pecho y ocultó su cabeza allí, con sus brazos pasando arriba de ella. Tenía miedo de escuchar algo que no le gustaría.
— No — Aseguró con confianza en sí mismo.
— ¿Por qué no?
— Porque encontré a alguien mejor para mí. Es una locura. Fue Dustin el que siempre insistía en que estaba enamorado, yo no quería aceptarlo, pero él me hizo abrir los ojos. La cuestión es que estoy enamorado. Es curioso. Es alguien que en la escuela odiaba muchísimo, realmente lo hacía, y lo cierto es que......ni siquiera se por qué. Quizá porque no le molestaba lo que dijeran de él y podía ser él mismo estando orgulloso de eso. Qué estupidez. Dustin tenía razón, todas eran idioteces. Porque, si lo pienso, siempre debería haber estado con esa persona. Tiene esa facilidad para hacerte sonreír con solo verle, una forma de ser tan cariñosa que te envuelve. Aquel comportamiento tan infantil que a veces suele tener, que a mi realmente me vuelve loco. Y es valiente. Mucho más que yo. Sabe como enfrentarse a un monstruo de otra dimensión y es capaz de sacrificar su vida por los que ama sin miedo o arrepentimiento alguno. Es diferente a cualquier persona que alguna vez tuve en mi vida.
Steve terminó de hablar y el silencio les invadió a los tres dentro del baño.
Andi se escondía entre sus brazos, no podía creer que Steve realmente pensara todo eso de él. ¿Era real o estaba imaginándolo todo?
En ningún momento lo había mencionado o había insinuando que quien le gustaba era hombre, pero pensaba que Robin ya se había dado cuenta.
— ¿Andi? — Golpeó la pared del cubículo — Andi, ¿tuviste una sobredosis?
El pelirrojo sacó la cabeza de entre sus brazos.
— No. Solo....solo pensando — Contestó finalmente.
Steve se dio la vuelta y se agarró de la parte baja de la pared que los separaba, para impulsarse e ingresar a su cubículo.
Se acomodó y quedó sentado a su lado.
Robin, al escuchar al chico irse con Andi, se levantó y fue hasta ellos para sentarse al frente de ambos.
— ¿Qué piensan? — El mayor fue el primero en hablar.
— ¿Sobre qué?
— Sobre esta persona — Aclaró.
— Suena sensacional. Por el tiempo en que te he conocido puedo decir que tiene suerte — Opinó Robin con sinceridad.
Steve se giró hacia su novio.
— ¿Qué piensas tu?
Andi se encogió de hombros con la mirada perdida — Creo que el chico tiene mucha suerte de tenerte. Para él, tal vez, llegaste a ser lo mejor que le pasaste en su vida. Y.....estoy seguro de que te ama con todo su alma, porque.....incluso cuando el cuerpo muere, el alma es infinita.
Por primera vez ahí, se giró a verlo y miraron a los ojos del otro.
— Así que, aunque muera, siempre te amaré — Expresó con un sentimiento abordado su pecho de manera que explotaría.
Los labios de Robin, que observaba la escena con concentración, se separaron cuando las ideas de su cerebro se conectaron al escuchar las últimas palabras del pelirrojo.
Había tantas cosas que entendía ahora.
Fue cuando en su corazón se instaló un sentimiento de paz y amor, sabiendo que se encontraba segura entre aquellas paredes y esos dos chicos frente a ella.
Y se atrevió.
— ¿Recuerdas lo que dije sobre la clase de Click? ¿Qué estaba celosa y obsesionada? — Le preguntó a Steve y este asintió.
Andi frunció el ceño sin saber de qué hablaba, pero de igual manera no interrumpió.
— No era porque estaba enamorada de ti. Era porque.....ella no dejaba de mirarte.
— ¿La Sra. Click? — Andi rodó los ojos ante su confusión.
— Tammy Thompson. Quería que me mirara a mí. Pero no apartaba los ojos de ti y tu estúpido cabello. Yo no entendía, porque se te caían migas de pan por todo el piso. Hacías preguntas tontas. Y eras un desgraciado. Ni te fijabas en ella y.....Yo me iba a mi casa y gritaba en la almohada.
— Pero Tammy Thompson es una chica — Dijo aún sin entender.
Andi movió un poco su brazo con el suyo — Steve.... — Susurró intentando que comprendiera.
— Steve.... — Dijo de igual manera Robin.
— ¿Si?..... — Miró a ambos y aflojó sus facciones -— Oh.....mierda.
— Oh — Repitió ella — Sí. Mierda.
Ninguno de los tres dijo nada más. Steve pensando y Robin esperando a que alguno dijera algo.
Andi puso una mano en la pierna de Robin, la cuál estaba contra la pared atrás de su espalda, y esta la miró.
— ¿Por qué no me lo has dicho antes?
— Lo intenté, pero tenía miedo.....Lo siento — Contestó con la voz rota.
Negó con la cabeza — No tienes que disculparte por ser quien eres, Ro.
La chica le dio una sonrisa que fue más una mueca y observó a Steve.
— Steve. ¿Tuviste una sobredosis?
— No. Solo estoy pensando — Calló unos segundos — Sí. Tammy Thompson era linda, pero.....es una inútil.
Andi sonrió enternecido al saber las intenciones que tenía su novio.
— Nada que ver — Contradijo algo ofendida.
— Sí, lo es. Quiere ser cantante. Hasta quiere mudarse a Nashville — Justificó.
— Tiene sueños.
— Es un cero para la música. No tiene oído musical. ¿La oíste? Siempre estaba.... — Cantó haciendo una voz aguda como imitación a la chica.
Los otros dos rieron al escucharlo.
— Cállate.
— Tiene razón — Coincidió Andi aún riendo y Robin lo miró ofendida y divertida.
Steve lo señaló con una sonrisa — ¿Ves?
— No era así — Siguió negando.
— Exactamente. La imito igual. ¿No es así, amor?
El corazón de Andi se detuvo de felicidad al escuchar que lo llamó amor frente a Robin sin problema alguno. Sin embargo, no dejó que eso lo desconectase.
— La imita igual — Dio la razón sonriendo.
-— No era así — Rió fuertemente al ver como la pareja se complotaba contra ella — Cantas como Muppet.
— Ella canta como Muppet — Rió Andi.
— Canta como un Muppet dando a luz — Dijo esta vez Steve y la siguió imitando.
Los tres comenzaron a cantar con el mismo tono agudo de voz y después estallaron en risas.
No podían dejar de reír ni sonreír, y sus estómagos dolían al igual que sus mejillas. Se sentía tan bien que se olvidaron completamente de todo y, por ese momento, solo fueron un grupo de amigos riéndose de estupideces y siendo felices entre ellos.
Se sentía muy bien.
No había rusos malvados. No había un portal a otra dimensión. No había un monstruo asesino.
No había nada malo.
Y por ese momento, pudieron ser felices después de mucho tiempo.
Capítulo larguito y espero de todo corazón que les guste.
Hay muchas partes aburridas ya que son igual que como están en la serie, o al menos así lo veo yo porque me suele gustar hacer la historia diferente a la serie.
Desde ya les dedico una Feliz Navidad! Pasenla hermoso.
Los amo 💫🎁
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