3| Girl in danger

Chapter three;
Girl in danger





















































Estos niños van a matarme algún día. Se dijo Ian en su cabeza, al frenarse frente a la puerta y llamar a ella varias veces.

— Buen día, Ian. ¿Cómo estás? — Preguntó la señora Wheeler con una sonrisa al abrir la puerta.

— Bien. Con el tiempo apretado en realidad — Dijo algo apresurado, queriendo que la mujer no lo detuviera mucho.

— Bueno, Nancy ya se fue a la escuela.....

— Oh, no. No vengo por Nancy. Quería ver a Mike. ¿Está en casa? Necesito hablar con él antes de ir a clase — Aclaró a la mayor y esta comprendió.

— Por supuesto. Pasa — Se hizo a un costado e Ian ingresó al hogar — Debe estar en el sótano. Y dile de mi parte que se de prisa, no quiero que llegue tarde a la escuela — Pidió antes de alejarse.

Andi se acercó al lugar dicho y tocó la puerta, aunque no esperó a ser atendido para ingresar. Sin embargo, alguien intentó cerrarle desde a dentro, logrando golpearle en la punta de la nariz.

— ¡No se puede, mamá! — Gritó Mike desde el otro lado.

— ¡Soy Ian! — El otro asomó su cabeza para confirmarlo.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó preocupado, demostrando que claramente no lo quería allí.

— Déjame pasar — Intentó ingresar, pero volvió a empujar la puerta.

— ¡No! Llegarás tarde a la escuela, ¿verdad? Tienes que irte — Lo quiso echar pero el pelirrojo sostuvo con su mano la entrada.

— Vicktor me contó sobre la niña. Déjame verla — Susurró, aunque fue más como una orden.

— ¿Niña? ¿Quién dijo algo sobre una niña? — Fingió demencia frunciendo el ceño.

Ian alzó una de sus cejas sin creerle nada — Michael.

El niño suspiró y abrió la puerta para bajar las escaleras con Andi siguiendole por detrás. Ian se quedó parado en su lugar al ver a la niña que su hermano había descrito en lo que parecía ser una pequeña casita hecha de frasadas. La chica le miraba algo asustada y precavida. Parecía no quererlo all,í.

El Andirzon se acercó a pasos lentos, pero la niña se hizo hacia atrás en su lugar con pavor.

— No te haré daño — Intentó tranquilizar. Se acercó más, con lentitud, y se puso de cuclillas frente a ella — ¿Cómo te llamas, pequeña?

La niña no respondió, en su caso, observó al chico Wheeler como si él pudiera decirle si estaba segura. O esperando a que respondiera por ella.

— Once — Informó Mike.

— ¿Once? — Repitió confundido frunciendo el ceño.

— Le digo "Ce".

— Ce, ¿crees poder decirme por qué estabas en el bosque? ¿Está perdida? — Su voz se expresó tranquila queriendo hacerle saber que estaban en un lugar seguro.

La chica pareció dudar pero terminó hablando en voz baja — Peligro.

— ¿Peligro? ¿Alguien quiere hacerte daño? — Cuestionó intentando comprender.

— Es lo mismo que me dijo a mi — Habló el niño y se acercó a ellos — Dice que mala gente la busca. Gente peligrosa.

— ¿Es por eso que estabas en el bosque? ¿Escapaste de esa gente peligrosa? — Ella asintió en respuesta — ¿Qué quiere hacerte esa gente?

— Malos — Fue su única respuesta.

Ian se levantó con suavidad y se alejó, trayendo consigo a Mike.

— Es obvio que está asustada. Hay que buscarle ayuda — Le murmuró mirando a la chica, que parecía jugar con el walkie talkie.

— No. Es peligroso. Mala gente la está buscando — Contradijo de inmediato.

— Justamente, Mike. Podríamos llevarla con Jim — Insistió.

— No — Negó — El puede llegar a llevarla con la gente mala.

— No la está siguiendo el gobierno, Mike. Tal vez sus padres son malas personas o algo le han hecho.

— No. Tienes que escucharme, ¿si? Me contó que peligrosa gente la sigue. Peligro, peligro — Hizo la forma de un arma con su mano y le apuntó en la cabeza.

— ¡Llegarás tarde, Michael! — Gritó Karen desde arriba.

— ¡No ahora, mamá! — Gritó de vuelta.

— No es una broma. Hay que ayudarla — Insistió una vez más.

— No. Te contaré todo. Sólo prometeme que no le dirás nada a nadie — Ante su mirada suplicante, Ian terminó asintiendo.

— Está bien.....Ven. Te llevaré a la escuela — Palmeó el hombro del chico y le dirigió una última mirada a la pequeña antes de subir las escaleras.

Mike se quedó unos segundos abajo, supuso que algo le dijo a Once, y luego subió a la primer planta de la casa.

—- Nos vemos, Sra. Wheeler —- Se despidió con una encantadora sonrisa.

—- Ten un lindo día en la escuela, Ian. Y, por favor, dime Karen. Me conoces hace mucho, basta de formalidades -— Pidió y le guiñó un ojo de manera divertida.

—- Si, si. Adiós —- Dijo un cortante Mike y empujó a Ian afuera de su casa.

Andi se acercó a la bicicleta del menor, la cuál se encontraba tirada en el césped, y la alzó para llevarla hacia el auto y guardarla en el maletero.

— ¿Castigarás a Vicktor? — Preguntó Mike una vez que ambos se subieron al auto.

— No. Fue mi culpa, de hecho — Admitió.

— Vaya. ¿No podrías haber sido tú mi hermano? — El comentario hizo reír al pelirrojo.

Como amaba a ese niño.



















[....]


















El pelirrojo se sentía devastado y de cierta forma un bueno para nada en la situación en que se encontraban. Creía que no estaba ayudando lo suficiente a su mejor amigo para encontrar a Will. Y se sentía mal con él mismo por eso.

— Ten. Déjame ayudar — Le dijo Andi a su amigo, entregándole dinero.

Había pasado toda la noche pensando mientras Vick dormía. Quería ayudar más. Quería hacer más. No creía que estuviera haciendo todo lo que está en su alcance.

— ¿Qué? No. No voy a recibirlo, Andi — Negó Jonathan mientras colgaba el cartel de desaparecido de Will en la cartelera.

— Jonn, acéptalo. Necesitamos hacer la mayor cantidad de copias que poda
mos — Insistió.

— No. Mamá me ha dado...

— Jonn — Interrumpió — Acéptalo. El chico le miró y negó con la cabeza suspirando.

Sabía que Ian lo hacía para ayudar. Sabía cuanto lo quería a Will y a él, incluso a su madre. Pero sentía que estaba abusando de su ayuda si aceptaba aquel dinero, él ya se encontraba haciendo suficiente.

Estaba muy consciente de que Ian salía a buscar a Will cada vez que tenía tiempo libre. También que había cancelado sus salidas ilegales a peleas, por el momento, hasta que lo encontraran. Hasta se había pedido una semana libre en el trabajo con tal de ayudar más, lo cuál no le convenía porque perderían dinero. Sin embargo, no parecía importarle. Estaba muy dispuesto a encontrar al pequeño.

— Estás haciendo más que suficiente y lo agradezco, Andi. Siento que estoy abusando de tu ayuda.

— No estás abusando de nada porque es mi desición. Eres mi familia, te ayudaré en todo — Dijo sincero y el otro suavizó su mirada.

Jonathan finalmente terminó de colgar el cartel y le miró a los ojos. Asintió no muy convencido y guardó el dinero en su bolso.

— Y no me agradezcas. No quiero que lo hagas — Dijo sonriendo, logrando sacarle una risa al otro.

— Hola — Habló una voz detrás de ambos que Ian pudo reconocer al instante.

— Hola — Saludó Jonathan con algo de timidez, que divirtió a su amigo pero no lo demostró.

— Sólo....quería decirte que lamento todo lo que pasa — Dijo Nancy con cierta mirada de pena que cualquiera odiaría que le dieran.

Jonathan miró hacia atrás con inseguridad, donde se encontraba el "grupo de imbéciles", como los denominaba Ian, sin contar a Barb. Steve simplemente apartó la mirada y Tommy saludó.

— Todos pensamos en ti. Es horrible — Volvió a hablar al verlo distraído.

— Sí — Respondió cortante sin saber que más decir.

— Seguro él está bien. Es muy listo — Al ver que el chico no parecía querer responder algo, se giró hacia su amigo — ¿Podemos hablar?

Ian asintió y acarició el hombro de su mejor amigo antes de alejarse un poco junto a la chica.

— Lo siento. Yo en serio lo siento — Se disculpó momentáneamente con una expresión llena de lamento.

— No tienes que disculparte, Nance — Restó importancia encogiéndose de hombros.

— Sí, si tengo que. Porque tal vez no debí de haberte mentido. Es decir, no era mentira que mamá no me dejaba salir, pero tal vez no debí de omitir la parte de Steve.

Realmente no pensó que Andi se llegaría a enterar de que estuvo con Steve aquella noche, pero si así fuera, no creyó que le caería tan mal la noticia. Sin embargo, ahora que lo pensaba, se daba cuenta de que era evidente que lo haría, pues lo odia.

— Bueno, supongo que es comprensible que estés enamorada. Lo que no es comprensible es que sea de él — Bromeó con una combinación de molestia y diversión, girándose a ver al chico. Nancy copió la acción y el grupo de amigos los vio extrañados.

Cuando Harrington vio como era observado por el pelirrojo, hizo un gesto que dejaba en claro que preguntaba por qué lo estaba viendo.

Ian solo sonrió y le sacó el dedo del medio, dejándolo algo confundido, y volvió su vista sobre la adolescente.

— Si....sobre eso....Hoy a la noche se juntarán en casa de Steve y le pregunté si tal vez....tú.... — Trató de insinuar.

— No. No y mil veces no — Negó de inmediato al leer sus intenciones.

— Vamos, Andi. Será divertido — Animó con una sonrisa y tomó sus hombros para moverlos en forma de baile.

— Nance. Yo.....

— Sé que, bueno, no te agrada mucho — Andi alzó una ceja — Está bien. Sé que lo odias — Corrigió — Pero tal vez podrías darle una oportunidad y a los demás. No hace falta que estés con ellos, es sólo que no quiero ir sola.

— ¿Qué hay de Barb? — Dio a entender otras opciones.

Nancy torció la boca con duda — No sé si querrá ir. Tengo que hablar con ella todavía.

— Lo siento, pero no. Es imposible que ponga un pie en esa casa — Negó.

— Por favor — Suplicó haciendo puchero — Al menos piénsalo, ¿si?

La conversación fue interrumpida por la campana de clases y la Wheeler lo saludó con la mano, diciéndole una última vez que lo pensara, para marcharse de ahí.

Ian se dio la vuelta, buscándo a su amigo, queriendo ver si se había marchado, y pudo encontrarlo saliendo por las puertas de la escuela. Aceleró el paso en su dirección y se colocó a su lado mientras caminaban — Jonn, hay que ir a clase.

— No puedo. Tengo que ir a hablar con mi padre — Informó entrando a su automóvil — ¿Vienes?

Pasó su mirada un par de veces de la entrada de la escuela a él dudando hasta que asintió decidido y se metió al asiento copiloto.

— Tendríamos que salir a hacer algo uno de estos días. Sé que estás preocupado, lo estoy también, pero no te haría mal despejar la mente — Aconsejó cuando ya había comenzado el viaje.

— No podría despejar mi mente aunque quisiera, todo me hace pensar en Will. No quiero dejar que mamá cargue con todo. Ella está algo......alterada con toda la situación — Suspiró y se quedó callado por un momento — Anoche llamaron al teléfono. Ella está convencida de que era él.

— ¿Will? ¿Dijo algo? ¿Dijo dónde se encuentra? — Preguntó intranquilo.

— No. Sólo se escuchaba una respiración. Ella asegura de que era la respiración de Will — Negó con la cabeza para él mismo, con la mirada al frente, sin creer del todo las palabras de su madre.

— ¿No se puede rastrear la llamada?

— No, no se puede. La tormenta quemó el teléfono. Ahora pasa todo el tiempo sentada al lado esperando a que vuelva a llamar, si es que en serio es él. No lo sé, creo que ella sólo está......alucinando.

— Está muy preocupada, Jonathan. Tal vez si era Will — Intentó comprender — Intenta aferrarse a algo con lo que ella cree que puede encontrar a Will. Intenta tener fe.

— ¿Y qué pasa si no es así? — Preguntó alterado — ¿Solo tengo que dejar que siga viendo cosas donde no las hay?

— Lo entiendo, pero tal vez solo necesita aferrarse a la idea de que él está cerca.

— Sólo no quiero que vaya a volverse loca o algo por el estilo — Suspiró frustrado.

El vehículo se aparcó frente a la casa del progenitor de Jonathan y ambos se bajaron del automóvil, encaminándose hacia la entrada.

El chico golpeó la puerta con fuerza mientras miraba a través de la ventana de esta — ¿Hola?

Luego de unos segundos, abrieron — ¿Se te ofrece algo? — Preguntó una joven mujer.

— Sí. ¿Está Lonnie? — Habló el hijo del mismo.

— En el fondo. ¿Qué quieren? — Su tono expresaba algo de molestia.

— Echar un vistazo — Esquivó a la mujer e ingresó a la casa.

— ¿Qué crees que haces? — Cuestionó ofendida por la acción.

— No tardaré — Informó Jonathan sin importarle.

Ian copió la acción de su amigo, con la diferencia de que él se quedó en la sala, mientras Byers se iba hacia el fondo de la casa.

Observó el hogar, girando en su eje, y cuando se dio la vuelta, puedo ver a la mujer observándolo con ojos descarados.

— Hola, guapo — Habló coqueta, mostrándose seductora.

Ian negó con la cabeza para él mismo y se acercó por donde su amigo se había marchado. La mujer lo siguió — ¿Podrían explicarme qué demonios pasa?

— Jonathan, Cynthia. Cynthia, él es Jonathan. Mi hijo mayor. Ven aquí — Presentó y se acercó intentando abrazarlo.

— Suéltame — Lo apartó enojado de un empujón.

El hombre hizo caso y dirigió su mirada al otro adolescente — Vaya. Ian. Has crecido mucho desde la última vez que te vi.

— Sí. Se llama pubertad — Dijo sarcástico y sonrió falsamente.

— Supongo que vinieron por lo que estoy pensando — Volvió a mirar a su hijo.

— Sólo vamos a revisar — Avisó Jonathan antes de salir al patio trasero, seguido por su amigo. El chico se acercó al auto.

— Observa esa belleza. Debiste verla cuando la compré. Me llevó un año, pero ya casi termino — El chico abrió el maletero — ¿En serio? ¿Por qué también no me revisas el trasero? Te digo lo mismo que le dije a la policía: No está aquí y nunca lo estuvo.

— Entonces, ¿por qué no llamaste a mamá? — Encaró molesto.

— No sé, sé......supuse que ella había olvidado dónde estaba él. Que se había perdido. Ese niño nunca supo cuidarse — Dijo con un tono indiferente, como si no le importara, que hizo molestar a los dos.

— Esto no es un chiste. Hay equipos de búsqueda, periodistas......

— Hopper no sigue siendo el jefe, ¿o si? — Ninguno contestó — Dile a tu madre que debe sacarlos de ese infierno. Vengan aquí a la ciudad. Aquí la gente es más real. Y yo podría verlos más.

Jonathan negó incrédulo con la cabeza — ¿Piensas que no deseo verlos? — Dijo al ver su acción.

— Sé que no — Sacó en cara sin una pizca de alegría.

— Esas son ideas que te metió tu madre. ¿Sabe que estás aquí? Genial. ¿Un hijo desaparece, y el otro anda dando vueltas por ahí? Que buena madre. Lo único que digo es que quizá no sea yo el desgraciado — Eso fue la gota que rebasó el vaso.

Ian, molesto por las palabras del hombre, tomó un cartel de Will y se acercó a él para pegarle con el en el pecho.

— Por si olvidaste su cara, imbécil — Y sin más se largaron de aquella casa junto a su amigo.

Ambos volvieron a subirse al auto e iniciaron viaje — Dios. Siempre he odiado a tu padre. Lo siento, tenía que confesarlo.

— Lo sé — Le sonrió a pesar de la situación — Tú cara siempre lo demuestra. Ian dejó salir una pequeña risa nasal.

— ¿Te dejo en tu casa?

— No. He dejado el auto en la escuela — Recordó el pelirrojo.

Y por el resto del camino, Jonathan pudo desconectarse por primera vez de toda la estresante situación.

No sabía que haría sin Andi.

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