27| A cold night

Twenty-seven;

A cold night






















































































































En el preciso momento en que vio a Steve y Dustin discutir por quién usaría los binoculares, mientras se alejaban, sabía que era una mala idea dejarlos vigilar.

Aunque a la vez, le parecía algo tonto. No creía que hubiera rusos en el Starcourt, Robin tampoco lo creía, así que no hubieran ido aunque quisieran. Y mientras los otros hacían su misión de superespías, ellos estaba en la parte trasera de heladería hablando.

Había ciertos momentos de la conversación en los que Ian se perdía en sus pensamientos.

Le preocupaba toda esta situación de los "Rusos malvados". Si bien al principio le parecía algo tonto, que de hecho a veces lo sigue pensando, le mantenía preocupado pensar que tal vez no lo era.

Su cabeza no podía evitar conectar todo con los sucesos de los años anteriores. No parecía realista, pues Ce había cerrado el portal y todo había terminado.....¿cierto?

— No lo entiendo — Dijo Robin sin creerselo mientras dejaba caer las palmas de sus manos en sus muslos.

— ¿Qué es lo que no entiendes? — Preguntó Andi divertido.

— No tiene sentido. No tiene ni una pizca de sentido. Me estas diciendo que toooooodo esto — Señaló al chico de pies a cabeza — ¿Nunca ha salido con alguien?

Asintió — Es exactamente lo que dije — Confirmó.

Robin negó varias veces con la cabeza de manera rápida y una expresión exagerada de incrédulidad, provocando que él extendiera su sonrisa.

— No te creo — Volvió a negar.

— Es la verdad, ¿por qué mentiría?

— ¿Por modestia? Yo qué sé. ¿O sea que nunca nadie tuvo el suficiente valor para andar contigo? — Ian negó con la cabeza — Y dicen que los hombres son más valientes — Se rió.

Robin dejó de reír cuando se dio cuenta de lo que dijo, mientras Andi alzaba ambas cejas, y se giró a mirarlo con una expresión algo preocupada y apenada.

— E-es decir. Es algo que escuché por ahí. El viejo rumor de que eres, eres, ya sabes. ¡No estoy insinuando nada! Mierda. La he cagado. ¿La he cagado? Olvida que dije eso. No debí de haberlo hecho. Probablemente te hice sentir muy incomodo y te ofendí, y ahora comenzarás a ignorarme por eso y dejaremos de ser amigos — Dijo de manera muy rápida con su voz temblado en ciertas palabras.

Andi dejó salir una pequeña risa nasal y le sonrió de manera despreocupada.

— No me ofendí — Aclaró y Robin suspiró más tranquila.

— Pero....Es decir.....No, nada, olvídalo. Iba a volver a arruinarlo — Bufó.

— ¿Qué sucede? — Preguntó extrañado y ella sólo negó con la cabeza — Déjalo salir, Rob.

— Pero, ¿es verdad? El que eres, ya sabes.....gay — Dijo con un tono apenado como si tuviera miedo de preguntar.

A Andi le daba algo de gracia. Sabía que la mayoría de la gente era homofóbica, pero el modo en que ella intentaba no decir o gritar que él era gay, era divertido. Aunque también le provocaba ternura al ver como ella no quería llegar a ofenderlo o incomodarlo.

— Sí. Es verdad - Admitió con orgullo — Soy gay.

Robin asintió y bajó la mirada a sus manos, donde sus dedos jugaban entre sí. Parecía que se había perdido en sus pensamientos.

Ian se levantó de la silla y se acercó a ella, que se encontraba sentada como indio en la mesada donde estaba la ventana.

— ¿Sucede algo? — Ella no respondió — ¿Acaso te espanté con mi homosexualidad? ¿Vas a salir corriendo? Parece que saldrás corriendo — Bromeó y ella sonrió un poco.

Después de unos cortos segundos, Robin levantó la mirada lentamente y miró sus celestiales ojos.

¿Cómo lo haces? — Su pregunta dejó algo descolocado a Ian.

— ¿Hacer el qué? — Preguntó confundido.

Ser quien eres sin el miedo de qué te dirán o harán los demás.

Ian pensó su respuesta antes de encogerse de hombros — Supongo que todos siempre tenemos miedo, pero...prefiero vivir con miedo siendo yo que sin él pero siendo otra persona.

La chica asintió y él se quedó pensando en la respuesta que había dado.

— Aunque.... — Volvió a hablar llamando su atención — Vivimos en un mundo cruel junto con personas crueles. No juzgo a aquellos que tienen miedo de que les hagan algo. Puedo defender de mi mismo, pero mucha gente no puede.

Robin parecía inquieta, al menos así lo veía él. No sabía que le pasaba realmente. Tal vez si le había molestado el hecho de que era gay y no se animaba a decírselo. Eso lo desanimó.

— ¿Sabes guardar un secreto, Ian? — Le preguntó en voz baja.

—  Es lo que se hace con un secreto, ¿no? — Intentó bromear pero ella no rió — Claro — Afirmó finalmente.

La rubia inhaló para después dejar salir un largo suspiro.

Tenía miedo y ni ella sabía el por qué.

— Yo.... — Comenzó pero fue interrumpida por el sonido de la puerta trasera.

Ambos miraron a la dirección del sonido y Robin se levantó para abrir.

— Su pedido — Dijo el señor entregándole los papeles.

— Gracias — Dejó la caja en la mesa y luego firmó los papeles.

— Que tenga un buen día — Se despidió el hombre.

— Igualmente.

Robin salió al pasillo y se quedó observando unos segundos por donde el hombre se había marchado. Podía ver sus labios moviéndose al murmurar algo para ella misma, pero no podía escuchar el qué.

Antes de poder preguntarle algo, la chica cruzó la puerta y salió corriendo de la heladería. Ian le siguió por detrás, pero se detuvo al ver a Steve y Dustin llegando.

— ¿Qué sucedió? — Preguntó Steve confundido mientras señalaba por dónde se había ido Robin.

— No tengo idea — Respondió encogiéndose de hombros.

Los tres caminaron afuera de la heladería buscando a Robin y la encontraron en la parte central del Starcourt.

— ¿Robin? ¿Qué haces? — Cuestionó Steve al llegar a su lado.

— Lo descifré.

— ¿Descifraste qué?

— Descifré el código — Respondió con una pequeña sonrisa orgullosa.

Dustin y Steve se miraron incrédulos e impresionados a la vez.

— ¿Cuál es el plan ahora?.......




















[....]




















— Busquen Panda Imperial y Zapatos Kaufman — Pidió Robin.

Los tres mayores junto al menor se encontraban a las afueras del Starcourt bajo la tormentosa lluvia que había comenzado hace unos treinta minutos.

Luego de que Robin les explicara lo que el código quería decir, Dustin dio la idea de espiar la entrada de carga a la hora que decía la transmisión, así que esperaron hasta la hora dicha y ahora se encontraban ya en el lugar.

Los cuatros traían puestos trajes de lluvia para no empaparse su ropa, aunque Steve y Andi no traían puestas las capuchas, por lo que tenían sus cabellos y rostros mojados.

Todos tenían sus ojos entrecerrados intentando ver bien, a culpa de las gotas que caían en sus ojos, menos Dustin que usaba los binoculares para espiar mejor a los repartidores.

Habían tardado un poco en llegar allí arriba, bueno, Steve y Andi, todo por la culpa se este último.

Mientras iban hacia allí, había bajado la velocidad de sus pasos quedándose atrás junto a Steve. Aprovechó el momento a solas y le hizo un capricho de que quería un beso bajo la lluvia.

Claro que el mayor no dudó en burlarse de él por eso, pero el pelirrojo le dijo que siempre había querido un beso bajo la lluvia. Como en las películas. Y, aunque después Robin los regañó, él había obtenido su beso.

— Esperan al que silba, a las diez — Avisó Dustin hablando un poco fuerte para que pudieran escucharlo por sobre la lluvia.

— ¿Qué habrá dentro? — Preguntó Steve.

— Armas de fuego, bombas — Sugirió Dustin.

— Armas químicas — Dijo esta vez la chica.

— Sea lo que sea, van armados hasta los dientes.

— Genial. Eso es genial — Dijo Steve de manera sarcástico.

Ian se giró disimuladamente hacia él para que no se diera cuenta y se le quedó observando.

El chico mantenía los ojos un poco entrecerrados, al igual que él, por la lluvia, su boca ligeramente abierta por donde respiraba, su largo cabello mojado se pegaban a su rostro, en especial aquellos mechones que siempre le quedaban colgando de su típico peinado. Las gotas de agua se deslizaban por su piel con tal delicadeza que la hacía ver aún más suave de lo que ya era. También sus labios, se veían más apetecibles de lo normal.

O tal vez eran los simples pensamientos de un tonto enamorado.

— ¿Qué? — Preguntó en un susurro Steve después de darse la vuelta al verlo observándolo.

Agradecía que era de noche y su novio no podía ver sus sonrojadas mejillas. Desde que comenzaron a salir, se había dado cuenta de a poco como Ian siempre que podía se le quedaba viendo. Como su mirada celeste cual diamante recorría cada centímetro de su rostro. Incluso también notó que siempre lo hacía con sus lunares, en especial luego de haberse acostado.

Le ponía nervioso, le pone nervioso desde la primera vez y está seguro de que lo haría toda su vida. Lo peor es que Ian ni siquiera se daba cuenta de eso.

Le ponía nervioso porque la mirada llena de amor que le da mientras lo hace parece tan irreal. Nunca nadie lo había visto o se ha tomado el tiempo de apreciarlo como él realmente lo hacía.

Le daba miedo de que en cualquier momento pudiera terminarse.

No quería eso. No lo quería por nada del mundo.

Nunca nadie lo había hecho sentir así. Ni siquiera Nancy, que si bien sí estuvo enamorada de ella, esto se sentía tan diferente.....pero tan bien.

Nunca se había sentido tan amado, y esperaba que así fuera siempre.

— Nada — Respondió Andi mientras.su comisura derecha se alzaba un poco.

— ¿Qué hay ahí adentro? — Preguntó Robin distrayendo a ambos.

— Más cajas — Habló el de rulos viendo el interior del lugar cuando las puertas se abrieron.

— Déjame ver — Le dijo Steve y le intentó sacar los binoculares al niño pero este se negó.

— No, estoy mirando. ¡Espera! — Tironeó de ellos.

— Quiero ver — Se quejó Steve y entre ambos terminaron golpeando la metálica baranda la cuál retumbó en todo el lugar abierto.

Los cuatro se dieron la vuelta y se acostaron en el suelo rápidamente, para evitar ser vistos, con sus corazones latiendo con temor.

Pudo sentir la mano de su novio apretando la suya con fuerza y sin querer soltarla.

Andi los llamó silenciosamente y les hizo una seña para que salieron de ahí. Los cuatros se levantaron agachados y se fueron de ahí antes de que los guardias pudieran encontrarlos.

Si eso llegara a pasar, estaba seguro de que estarían muertos.

El grupo se dirigió a la entrada del Starcourt.

— ¿Qué hacemos ahora? — Preguntó Robin agarrando su bicicleta.

— Eso lo veremos mañana, ¿sí? Ahora hay que irnos. Es tarde — Respondió Ian.

Robin asintió y se volvió a colocar su capucha para despedirse e irse en su bici bajo la lluvia.

— Hey. ¿No quieres que te llevemos? — Le dijo Steve a Dustin al ver que este tomaba su bicicleta también.

— No. No se preocupen. Me gusta la lluvia — Relajó el niño y se subió a la dicha para comenzar a alejarse.

— Está bien, ¡pero me avisas cuando llegues! — Le gritó el pelirrojo y en respuesta Dustin le hizo una seña diciendo que si.

— Eso sonó a padre protector — Dijo divertido Steve mientras se acercaba a él y pasaba los brazos por sus hombros.

Ian sonrió ante lo dicho — Es un niño —  Dijo obvio — No quiero que nadie vuelva a vivir lo que Will vivió.

Steve sonrió con ternura pero después de unos segundos la borró — Está bien. No es como si yo necesitara protección — Fingió estar celoso sin mirarlo a la cara.

Andi rió y lo atrajo hacia él empujando de su trasero.

— Ay, pobrecito. El niño quiere que lo cuiden — Se burló fingiendo una voz de "bebé".

— Idiota — Susurró intentando ocultar su sonrisa y lo empujó queriendo separarse. Claro que Ian no lo dejó.

— Al niño le gusta que lo cuiden y mimen. Ay, que chiquitito tan tierno — Le agarró su mejilla y tiró de esta como suelen hacer las mujeres mayores.

Steve se quejó y la apartó de un manotazo para que luego ambos rieran juntos.

— Te odio — Dijo el más grande acercándose a su boca.

— ¿Ah, sí? — Sonrió pícaro Ian.

— Sí — Afirmó antes de besarlo con fuerza.

El chico le siguió sin problema alguno el beso, de vez en cuando se les entrometían un par de sonrisas, pero no se separaban de los labios del otro.

Eran tan sabrosos para Andi. Como si se trataran de alguna clase de droga. Le encantaba tanto, le encantaban desde el momento uno en que los probó hace un año atrás en aquel estacionamiento.

Es impresionante como la vida te puede unir con quien menos te lo esperas, pero es tan lindo una vez que lo vives. Tal vez tu yo del pasado se quedaría impresionado, pero para ti será como un: "¿Por qué no sucedió antes?".

Andi cargó a Steve, aún bajo la lluvia, y este se sostuvo con sus piernas alrededor de su torso. Andi comenzó a caminar hacia el auto de Steve.

Al llegar, abrió una de las puertas traseras y entró con él al vehículo, para después cerrar la puerta.

El pelirrojo soltó un suspiro de satisfacción — Está caliente aquí adentro.

— No creo que vayamos a pasar frío — Le contestó Steve y le sonrió antes de volver a besarlo.

Era cierto, sentía como el calor comenzaba a aparecer en su cuerpo. Los ardientes de besos de Steve no dejaban sus, ahora probablemente hinchados, labios. Sus partes íntimas rosandose por encima de sus pantalones. Y las manos del mayor que no dejaban de acariciar su marcado abdomen y zona V.

Comenzaba a sentir los jeans que traía puestos muy ajustados. Le molestaba demasiado. Sentía su miembro más y cada vez más duro al rozarse contra el de su novio. No era difícil de sentirlo, pues los pantalones de su uniforme eran sueltos.

Ian se separó y se sacó su remera para tirarla en algún lado del vehículo. Repitió la acción con su chico y ambos se volvieron a besar con ferocidad.

Los besos del pelimarron dejaron sus labios lentamente e iniciaron camino por su pecoso cuello. Al igual, sus manos también comenzaron a bajar y desprendieron los jeans del menor.

Se hizo paso por su bóxer y tomó el erecto miembro de su novio con su mano. Ante el contacto, y los besos en la zona débil de su cuello, Andi dejó salir un gemido por lo bajo contra el oído del otro.

— Mierda. No, no — Murmuró repentinamente Andi y apoyó la cabeza en el desnudo pecho de su novio.

— ¿Qué sucede? — Le cuestionó el Harrington confundido dejando de besar su cuello.

— No puedo llegar tarde a casa. Si Vicktor se da cuenta de que llegué tarde otra vez estaré muerto — Le justificó a la vez que Steve le decía que no fuera a nombrar a Vicktor, aunque no le hizo caso y terminó haciéndolo.

— Quédate conmigo — Le susurró en su oído de manera provocativa comenzando a acariciar su miembro nuevamente — El auto está caliente y afuera sigue lloviendo. Está frío y podrías enfermarte. Quédate aquí.

— Yo no... — Intentó hablar, mordiéndose su labio para ocultar gemidos, pero Steve lo interrumpió.

— Pasemos una buena noche, Andi — Propuso queriendo que si se quedara con él.

Comenzó a acelerar la velocidad de su mano e Ian dejó salir sin contenerse un gemido, dejando caer derrotado su cabeza en el cuello de su novio en el cual, luego de unos segundos, inició un camino de besos en un intento de ocultar sus jadeos.

Mierda.....
Que fácil era rendirse ante él y sus encantos de Steve Harrington.

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