24| Brother or son?

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Brother or son?







































Kukelure 》


Nunca se está demasiado lejos de un lugar en donde puedes sentarte a contemplar una increíble vista y admirarla con nada más que tus propios pensamientos como compañía.

Un estado que toma los elementos reflexivos de un soñador y la inactividad de un procrastinador, para definir a los momentos de pensamiento profundo en los que no se hace absolutamente nada más.

Eso era lo que últimamente hacía Andi.

O al menos lo hace desde que está el Starcourt.

Sus piernas colgaban del precipicio del edificio mientras la fresca brisa acariciaba su pecoso y relajado rostro. Su cabello dando ligeros movimientos danzantes ante la corrida de este.

El atardecer frente a sus ojos, el cielo naranja y rojizo a la vez, las nubes reflejadas en una suave pincelada amarilla, y el sol escondiéndose detrás de las lejanas montañas.

Los últimos rayos del sol pegando en su rostro, otorgándole calidez, y haciéndole saber que otra noche de verano comenzaría.

Otra noche de verano en la que podría ver el estrellado cielo a través de la ventana con Steve en sus brazos.

Steve......

Steve.

No se había dado cuenta de lo mucho que le gustaba ese nombre hasta aquel día en que lo dijo por primera vez.

La primera vez que lo pronunció y la primera vez que besó los labios del portador del nombre.

La primera vez que se dio cuenta de que las personas realmente pueden cambiar.

Y la primera vez que se dio cuenta de que el amor puede llegar de quién menos te lo esperas.

Su horario de descanso era de veinte minutos, tenía dos en todo el día y los usaba para dos cosas diferentes. El primero para ir a ver a Steve a la heladería en algún momento que estuviera aburrido, y el segundo siempre lo usaba al mismo horario para poder ver los hermosos atardeceres en el techo de Starcourt.

Luego de que el Starcourt fuera hecho, Chloe mudó la tienda allí, pues sabía que si no lo hacía terminaría perdiendo un montón de compradores y no ganarían casi nada de dinero.

Andi miró el reloj en su muñeca y suspiró al ver que su horario de descanso se había terminado. Le dirigió una última mirada al cielo, ahora ya oscuro, y se levantó del suelo para caminar hacia la puerta. La abrió y bajó las escaleras para entrar de nuevo a Starcourt luego de pisar el último escalón.

Para ser ya de noche, aunque hace tan solo unos pocos minutos, el lugar seguía repleto de gente. Se seguía escuchando aquel bullicio de personas hablando junto a la baja música que había de fondo.

Caminando hacia el local donde trabaja, junto al borde de la baranda, no pudo evitar mirar hacia la planta de abajo hacia cierta heladería.

Ahí estaba él.

Robin reía sentada en la encimera mientras Steve la miraba de brazos cruzados y le hablaba con rostro serio. Parecía que Robin se burlaba de Steve por algo y a él no le parecía gracioso.

Lo mismo de todos los días.

Cierto era que a Ian le caía muy bien Robin para el poco tiempo que la conocía. Era carismática, graciosa, amistosa. Había aprendido a pasar un buen tiempo con ella, al contrario de Steve que parecía detestarla.

No entendía el por qué.

Andi sonrió divertido al ver a la chica anotar otro punto en "apestas" en la pizarra, mientras que el chico intentaba borrarlo, fallando en el intento.

Steve le había pedido por favor que no le contara sobre su relación a Robin, no porque su relación fuera un secreto o se avergonzara de su pelirrojo, de hecho todos sus conocidos estaban al tanto de los dos chicos, pero como Robin no era alguien cercana a ellos, contando que a Steve no le caía muy bien, no quiso decírselo, y Andi respetó eso.

A parte de que Steve le había confesado a Andi que le daba miedo que la gente pudiera llegar a insultarlo o tratar de forma diferente por quién era, o ser golpeado por otros hombres, pues vivían en un mundo homofobico.

Y no sabía si Robin era una de esas personas.

A veces se preguntaba como es que Ian pudo y puede soportarlo.

Era irónico.

Se enamoró de quién más se burlaba y tenía miedo de que le hicieran lo que él algún día hizo.

La idea de hacer que Steve consiguiera salir con alguna chica había sido idea de Robin y, si bien el Harrington estuvo a punto de rechazarla, terminó aceptando al escuchar a su novio burlarse de él.

Cuando las escaleras mecánicas terminaron de llevarlo a la planta baja se dirigió hacia la heladería.

Chloe no se enojará si tardaba un ratito más del que debía.

Mientras se acercaba cada vez más a ellos pudo escuchar su discusión.

— Admitelo, Romeo. No se te dan las mujeres — Dijo una burlona Robin bajándose de la encimera y se puso frente a Steve pudieron así ver a Ian acercarse, pues Steve le daba la espalda a la entrada.

Al llegar, se apoyó en sus manos en la encimera.

— Te lo digo que es este estúpido uniforme, y no puedo si sé que estás esperando a que falle — Dijo Steve bufando.

— Es en definitiva el sombrero — Habló repentinamente Andi haciendo que Steve se diera la vuelta asustado y lo empujara en el pecho — ¿Te molesta si lo robo?

Robin rio y negó con la cabeza — Más bien me harías un favor. Aprovecharé e iré al baño, ¿sí? — Le avisó a su compañero mientras colocaba un cartel de "vuelvo pronto" para marcharse.

Andi miró rápidamente que nadie los viera y confirmó que Robin si se haya ido, para agarrar a Steve de su cintura por detrás y arrastrarlo junto a él a la parte trasera del local donde nadie podría verlos.

Lo dio la vuelta y lo pegó contra la pared para poder ver la cara de su novio.

Novio.

Que bien se sentía esa palabra.

Steve sonrió divertido ante la repentina acción del pelirrojo. El sabía que le ponía nervioso que lo encerrara contra la pared, más cuando lo miraba con aquella bella sonrisa que hacía que quisiera comérselo a besos.

— No pude verte en todo el día — Dijo Andi mientras acercaba aún más sus cuerpos. Amaba tenerlo cerca.

— Yo fui a visitarte — Informó el Harrington, lo que hizo que el otro frunciera el ceño.

— No te vi.

— Es porque Chloe me echó — Dijo divertido e Ian rio por lo bajo.

Ambos se quedaron en silencio mientras observaban al otro con cariño en sus ojos.

Los pensamientos de Andi se volvieron hacia hace un par de minutos cuando estaba en el amanecer pensando en Steve.

Una sonrisa picarona apareció en su rostro — Estuve pensando en ti — Murmuró en sus labios.

— ¿En mi? — Le siguió el juego y pasó sus brazos por los hombros del más alto.

— Mhm — Afirmó a la vez que asentía — Hace mucho no vienes a casa. ¿Qué dices? Tú, Vick y yo. Pedimos pizzas y vemos una película.

Steve asintió — ¿Y luego.....? — Preguntó con dobles intenciones y Andi rio divertido.

— Y luego dormiremos — Finalizó.

Steve bufó mientras tiraba su cabeza hacia atrás en modo de queja por la respuesta de su novio.

Andi aprovechó que dejó su cuello descubierto para acercarse y comenzar a dejar lentos y húmedos besos por toda la zona, a lo que el más grande dejó salir una pequeña risa ronca dejándose llevar por la sensación.

— ¡NO! — Se escuchó un grito por detrás de la puerta a lo que ambos se separaron rápidamente.

Ian miró confundido a su novio y caminó hacia la puerta, siendo seguido por el otro. Al atravezarla, se cruzó de brazos al ver a la persona detrás de la encimera, o sea, del lado en que solo los trabajadores pueden estar.

— ¿¡Cómo puede ser que no haya más menta granizada!? — Cuestionó un incrédulo Vick, quien tenía el cucharon en su mano dejando en claro que si ese sabor hubiera estado donde debía lo hubiera devorado.

Vicktor había cambiado bastante este último año.

Había crecido de altura, pues mientras que el año pasado le llegaba a su pecho ahora le llegaba al mentón, y eso que Andi era bastante alto. Su cabello había crecido mucho, tenía una melena en la cabeza que no dejaba de ser linda, hasta incluso le hacía resaltarse entre todas las personas. Su rostro ya se podía ver como el de un adolescente, pues si bien sus facciones seguían iguales ya no poseía ese rostro de niño.

Su gran cambio gracias a la pubertad había llamado la atención de muchas chicas, y aunque Andi se podía dar cuenta de eso, Vicktor no.

Si hay algo que no sabía hacer Vicktor, eso era coquetear. O si quiera saber que le están coqueteando. Es muy malo para darse cuenta de ese tipo de cosas.

A veces cuando iba a hacerle compañía en su trabajo varias chicas se acercaban a hablarle. Hasta una vez había escuchado a una chica alagandolo de forma indirecta y ella quedó muy confundida, pues pensó que Vicktor estaba de cierto modo rechazandola, pero lo cierto era que Vicktor ni siquiera se había dado cuenta de que le estaba coqueteando.

Pero quien podía juzgarlo.

Se le hacía tierno saber que su hermano era un pan de Dios.

De todas formas, el corazón del pequeño pelirrojo solo le pertenece a una persona.

— Vick, deja eso— Dijo Steve sacándole el cucharon al que intentaba sacar de otro helado.

— ¡Hey! Pensé que ser el hermano de tu novio tendría beneficios — Dijo a lo que el Harrington levantó las cejas dejando en claro lo que pensaba.

Andi, quien miraba divertido la escena, tomó un cono de helado y lo extendió hacia su hermano menor.

— Yo lo pago — Ofreció y el chico lo agarró feliz, al igual que le sacó de nuevo el cucharon al más grande, e intentó servirse una bocha.

— Si malcrías a tu hermano, no me quiero imaginar a tus hijos — Dijo Steve poniendo sus manos en el pecho del otro.

— ¿Hijos? — Rio — Eso no será algo posible para mi.

El más bajo se encogió de hombros — Siempre se puede adoptar.

— ¿Estás proponiendome algo, Harrington? — Preguntó divertido y el otro apartó su mirada algo sonrojado.

Andi sonrió con ternura y tomó su mentón para hacer que lo viera de nuevo.

Podría quedarse horas viendo aquellos ojos cafés.

— Por el momento me basta con Vick — Ambos se giraron a ver al nombrado y este se encontraba chupandose sus dedos llenos de helado.

— Oh, por Dios — Dijo Steve en un murmuro al ver las marcas de los dedos del niño en los helados.

Ese niño algún día lo mataría del estrés.

















[....]


















— ¡Steve! ¡Bájame! — Gritó un histérico Vicktor mientras los dos más grandes solo reían divertido.

Los tres se encontraban en la residencia Andirzon como habían planeado.

La historia era esta.

Luego de que el horario de ambos terminaran, se fueron a casa junto a Vicktor y comenzaron a cocinar las pizzas que habían dicho, esto luego de pasar a comprar los ingredientes necesarios para hacerlas.

Vicktor, como amante de la comida que es, no paraba de comerse los ingredientes, la salsa, el queso, el jamón, así que Steve lo alzó en su hombro cuál saco de papas para que dejara de hacerlo, y aquí estamos.

— Tienes que soportar las consecuencias de tus pecados — Se burló Steve.

— ¿¡Haberme comido el queso es pecado!? — Cuestionó alterado.

— ¡Sí! — Respondió la pareja al mismo tiempo.

Mientras Andi terminaba de colocar las pizzas en el horno, Steve se fue hasta la sala y tiró al niño, ahora no tan niño, al sofá y este se quejó un poco al caer. Steve se dio la vuelta para volver con su novio pero el pelirrojo se reincorporó rápidamente y como venganza se tiró encima de la espalda de Steve como koala y tiró de él haciendo que ambos cayeran al suelo y comenzaran a pelear en el suelo.

Ian cerró el horno y se dirigió en dirección a los ruidos, golpes y quejas de parte de los otros dos.

Al llegar, se encontró con una escena muy divertida. Mientras que Steve sostenía un zapato de Vick, este tenía la remera de Steve en sus manos, por lo que el menor andaba descalzo de un pie y el mayor con el torso desnudo.

— ¿En serio? — Preguntó incrédulo.

Los dos intentaban sacarle al otro sus pertenecientes prendas, sin embargo no lograban nada más que golpearse entre sí como niños de dos años.

— ¡Andi, ayúdame! — Pidió Vicktor.

— ¡Ayúdame a mi, soy tu novio! — Dijo esta vez Steve intentando esquivar los manotazos del menor.

— ¡Y yo su hermano! ¡La familia va primero!

Ian negó con la cabeza para él mismo y se acercó para sacarle a ambos las prendas, recibiendo quejas. Le entregó la remera a Steve, la cual se volvió a colocar, y el zapato a Vick, el cual dejó en el suelo y se sacó el que tenía puesto para quedar totalmente descalzo.

Tomó a los dos de las orejas y los llevó hasta al sofá, ignorando sus quejas, y los sentó para después ponerse entre los dos.

— Es como vivir con monos — Susurró Andi mientras prendía la televisión, pero hermano y novio lo escucharon.

Steve y Vicktor compartieron miradas cómplices y contaron con los dedos hasta tres para tirarse encima de Andi, quien quedó aplastado contra el sofá.

— Quítense — Se quejó Andi con la voz aplastada ya que su cara estaba contra una almohada — Pesan una tonelada.

— ¿Cómo dices? No puedo escucharte — Se burló su hermano y junto al otro comenzaron a hacerle cosquillas.

Andi, al estar boca abajo, comenzó a intentar safarse de los dos pero sus fuerzas se fueron agotando y no podía hacer más que reír ante las cosquillas.

Que sufrimiento era aquel.

No sé en qué momento pensó que sería buena idea hacer que Steve y Vicktor se llevaran bien. En momentos como estos se arrepentía.

Aquellos dos lo matarían algún día.

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