10| ¿Ian?

Chapter ten;
¿Ian?















































"No hay tristeza más grande que la compartida". Al menos eso decía el libro que una vez leyó.

Creía que era cierto.

Se encontraban dos amigos juntos, con corazones tristes y heridos ante una cruel realidad que en el pasado no hubieran querido aceptar. Dos personas que compartían los mismos sentimientos de culpabilidad y que se comprendían sin decir absolutamente nada.

Sabían que el otro se sentía exactamente igual. Podían sentirlo. Porque a veces hay cosas que no se pueden o no se dicen, solo se sienten. Y si tienes a una que te comprende de esa manera, estás en el lugar correcto.

O tal vez no lo estás. Pero así lo sientes porque la tristeza es compartida.

La cabeza de Nance se encontraba recostada en el hombro de Ian, mientras este acariciaba su cabello con cariño.

Lo cierto era que Ian tenía a Jonathan, los niños, su hermano. Pero ella se sentía sola. Sabía que Andi siempre estaría ahí, pero así era como se sentía su pobre y roto corazón. Había perdido a su mejor amiga.

— ¿Quieres hablar? — Preguntó él en voz baja.

Había escuchado a la perfección la pregunta de su amigo, pero....no sabía que responder. Sentía que había matado a su amiga.

Nancy levantó la cabeza del hombro y se quedó con su vista al frente — Yo solo....me siento tan culpable. Y así lo siento porque es mí culpa — Su voz se quebró un poco.

— No es tu culpa, Nance — Se sentía hipócrita diciéndole eso a su amiga cuando él se sentía igual.

— Lo es. Lo es y yo, dios, fui tan estúpida y egoísta. La obligué a irse sola a casa sólo porque yo quería acostarme con Steve. Si me hubiera ido con ella estaría aquí ahora con nosotros. Si tan solo pudiera cambiar esa pequeña acción y en vez de subir esas escaleras yo las bajara — Expresó dejando salir un par de lágrimas — Recuerdo cada momento con ella, cada uno de los recuerdos que tenemos juntas desde que nos conocimos. Son tantos, y en todos ella siempre fue tan buena conmigo. Se supone que es lo que hace una buena amiga, ella lo era, yo no lo fui. No debí dejarla sola. Es mi culpa. Y de algún modo siento que la maté.

Las últimas palabras descolocaron al chico. Este se giró a verla y sostuvo con sus manos el rostro de Nancy, obligándola a verlo, mientras secaba con los pulgares sus lágrimas.

— No vuelvas a decir eso. No es tu culpa, ¿si? Tampoco la has matado. Y si de algún modo así fuera, yo también tendría la culpa — La chica negó con la cabeza ante las palabras de él.

No era su culpa. Era de ella.

— No-no, tu no.....

— Sí, Nance. Yo también estuve ahí — Dijo con suavidad — A veces también pienso que no debería haber subido esas escaleras. Y yo en serio lo lamento — Se disculpó con los ojos llorosos.

Ella negó con la cabeza y abrazó a su amigo por el torso, escondiendo su rostro en el pecho de él. Ian le devolvió el abrazo y acarició su espalda intentando calmarla.

No podía imaginar lo destrozada que estaba Nancy como para pensar que había matado a su mejor amiga. Solo sabía que debía ser de los peores sentimientos.

No sabía que haría si Jonn muriera y comenzaba a pensar que lo mató.

No podría perdonarselo.

El nombrado ingresó al pasillo donde ambos amigos se encontraban y caminó en silencio hasta llegar a su lado y tomó asiento, dejando a Nancy en el medio.

Ella sorbió su nariz y se apartó de Andi para poder sentarse al igual que los otros dos. El silencio invadió el ambiente por unos segundos.

— Tenemos que volver a la comisaría — Dijo Nance por lo bajo.

— ¿Qué? — Preguntó Jonn confundido.

— Tu mamá y Hopper andan por ahí como carnada. Esa cosa sigue ahí. No podemos quedarnos aquí y dejar que los mate a ellos también. No podemos — Sorbió su nariz.

— ¿Aún quieres intentarlo?

— Quiero terminar lo que empezamos. Quiero matarlo — Habló calmadamente, pero ambos sabían que ella realmente deseaba matar a esa cosa. Como venganza por Barb.

Jonathan miró a Ian cuestionando con la mirada que harían. Él asintió seguro de la decisión de Nancy.

— Está bien. Vamos. No hay tiempo que perder.

Los tres se pusieron de pie y se encaminaron a paso rápido a la salida de la escuela. El fresco de la noche les dio la bienvenida, pero ninguno se quejó porque era lo que menos podía llegar a importarles en ese momento.

Se subieron al vehículo y el Byers condujo a toda velocidad hacia la comisaría. Mientras antes llegaran mejor, no podían perder tiempo valioso.

Ian se dio la vuelta para mirar a su amiga, quien miraba nerviosa por la ventana — Nance, lo mataremos — Aseguró, tomando su mano por unos segundos.

Ella le dedicó una sonrisa, aunque fue más una mueca, y volvió a concentrarse en las afueras del auto. Cuando llegaron, salieron e ingresaron a la comisaría silenciosamente. Pudieron ver a un oficial, quien se encontraba distraído, por lo que pasaron rápido hacia la oficina de Hopper.

Jonathan tomó la caja y volvieron a caminar a la puerta. En el camino, Nancy tomó un mata fuego, y lo guardó en el automóvil cuando subieron de nuevo. Las llantas sonaron contra el asfalto y el viaje hacia el hoga Byers comenzó.

— ¿El plan es el mismo? — Cuestionó Ian para asegurar.

— Sí — Respondieron los otros dos.

No tuvieron mucho tiempo para pensar o decir algo al respecto, pues, ante la velocidad, llegaron antes de lo pensado. Bajaron todas las cosas que compraron e ingresaron a la casa.

Lo primero que hicieron fue volver a colocar los focos a las luces navideñas. Estas por alguna razón no estaban puestas y era muy importante para el plan que funcionaran. Solo así sabrían si el demogorgón iba a por ellos.

Luego prepararon todo el plan.

Jonathan preparó la trampa para osos en el medio del pasillo, Nancy se encargó del camino de gasolina junto al yoyo, que sería lo que les avisaría que el monstruo quedó enganchado en la trampa, y Andi cargó las armas y armó el bate con clavos.

Cuando estuvieron finalmente listos, cada uno tomó un cuchillo y se quedaron juntos.

— Recuerden — Dijo Jonathan.

— Directo al cuarto de Will — Recordó Nancy.

— No pisamos la trampa — Siguió Ian.

— Esperamos que se mueva el yoyo.

— Entonces.... — Prendió el encendedor — De acuerdo. ¿Están listos?

— Listos — Aseguró Nancy.

Ian acercó el cuchillo a su mano, al igual que los otros.

— A la cuenta de tres. Uno, dos, tres — Contó y los tres cortaron sus palmas, que provocó quejidos y muecas.

La sangre cayó en el suelo y dejaron los cuchillos en la mesa — Vengan. Hay que vendar rápido para frenar el sangrado — Les dijo Ian y los tres se sentaron en el sofá.

Primero se vendó su propia mano, para así poder vendar la de los otros dos. Habían dejado que el pelirrojo lo hiciera, ya que este al ser boxeador, tenía mucha experiencia con el vendaje en las manos.

— ¿Oyeron eso? — Preguntó Nancy asustada, mientras miraba a todos lados.

— Es el viento, nada más — Tranquilizó Andi, vendado la pequeña mano de la chica. A Jonathan ya lo había vendado.

— No te preocupes. Mi mamá dijo que, cuando llega, las luces hablan.

— ¿Hablan? — Preguntó confundida.

— Parpadean — Corrigió — Imagina que son alarmas.

Ian mordisqueó su labio inferior algo incómodo por el momento que parecían estar teniendo sus dos amigos. Pues a pesar de estar él ahí, se habían quedado mirando, mientras él solo seguía con lo suyo y pretendía no tener idea de lo que sucedía.

— ¿Está demasiado ajustado? — Cuestionó Andi al terminar de vendar, y también para romper un poco la tensión.

— No, está bien. Gracias.

Los segundos pasaron e Ian no pudo evitar sentirse mal tercio, a pesar de solo encontrarse en silencio. Era muy obvia la atracción que Nancy y Jonathan se tenían el uno al otro, aunque no quisieran aceptarlo, lo cual causaba cierta tensión sexual entre ellos. Si le sacas la parte incómoda, se le podría hasta hacer gracioso.

El silencio fue interrumpido ante unos fuertes golpes en la puerta que hicieron que el trío se asustara.

— ¿Jonathan? ¿Estás ahí? ¡Soy Steve! — Gritó el chico detrás de la puerta — ¡Solo quiero que hablemos!

Compartieron miradas confundidas y Nancy se levantó para abrir la puerta — Nancy. ¿Qué....?

— Steve, escúchame. Tienes que irte — Le dijo una nerviosa Nancy.

— No busco pelea — Aclaró.

— Eso no importa. Debes irte — Ordenó.

— No. Metí la pata, ¿si? Metí la pata. En serio. Por favor. Solo quiero arreglar las cosas. ¿Está bien? Por favor..... — Intentó disculparse.

Al ver que Steve no tenía pensado marcharse, Ian se acercó a la entrada y se asomó por detrás de Nancy, ya que era más alto, y sostuvo la puerta por encima de la chica.

— Okey ¿Harrington? No me importa porque estas aquí. Tienes que irte ya mismo — Obligó con dureza.

Steve lo miró por unos segundos, confundido por su presencia — ¿Qué? No. Solo quiero arreglar las cosas. También lamento lo que dij....

— ¡Harrington! No importa, ¿si? Ya está. Puuff. Olvidado. Perdonado — Dijo rápido restando importancia. Solo quería que se marchara.

El chico iba a seguir hablando, pero notó la mano vendada de Ian.

— ¿Qué te pasó en la mano? ¿Eso es sangre? — Preguntó agarrando su mano.

— Un vidrio roto — Respondió apartando la mano.

Steve dirigió su vista a la mano de Nancy y esta al notarlo la apartó también.

— ¿Qué sucede? Nancy, ¡déjame pasar! — Empujó la puerta y terminó ingresando a la casa para ver que sucedía.

Harrington se quedó bastante confundido al ver todo el estado de la casa — ¿Qué...?

— Tienes que irte de aquí — Ordenó un alterado Jonathan, mientras intentaba sacarlo de la casa, pero el otro se negaba — Escúchame. No es un pedido, es una orden, ¡vete!

— ¿Y ese olor? ¿Es gasolina? — Dijo apartándose de Jonn.

— ¡Vete de aquí ya mismo, Harrington! — Exclamó molesto Ian.

— ¡Steve, lárgate! — Dijo Nancy apuntando con el arma al chico. Los otros dos se apartaron de inmediato de él.

— ¡Esperen! ¿Qué está pasando? — Preguntó Steve desesperado al no entender nada y ser amenazado por Nancy.

— Tienes cinco segundos para irte — Advirtió.

— ¿Es chiste? Basta. Bájala.

— Lo hago por ti.

— Nancy — Llamó Jonathan al ver que las luces comenzaban a parpadear.

— Esperen. ¿Qué es esto?

— Tres. Dos... — Comenzó a contar ella, cargando el arma.

— ¡No! ¡No! ¡No! — Gritó asustado ante eso.

— ¡Nancy! Las luces — Advirtió Andi por sobre todos los gritos.

La chica se dio la vuelta a ver las luces y fue recién ahí cuando se dio cuenta. Los dos adolescentes se acercaron a la mesa y Jonathan agarró el bate, mientras Ian su arma.

— Está aquí — Avisó Jonn.

— Esperen, ¿qué cosa? — Preguntó Steve, siendo ignorado olímpicamente.

El trío se pudo en ronda y comenzó a mirar desesperado para todos lados — ¿Dónde está? — Los tres ignoraban los gritos de Steve — ¿Dónde está?

— No sé. No lo veo.

— ¿Dónde está qué? ¿Hola? ¿Alguien podría explicarme qué diablos está.....? — La pregunta de Harrington fue interrumpida cuando el techo comenzó a romperse en gran cantidad.

Nancy comenzó a disparar hacia aquella dirección pero, sabiendo que ese no era el plan, Jonathan tomó de ella — ¡Rápido! ¡Corran! ¡Rápido! ¡Sal de aquí!

Los tres salieron corriendo e Ian tomó a Harrington de la mano para obligarlo a correr hasta la habitación. Saltaron la trampa de osos y finalmente entraron a esta.

— Cielos. ¿Qué diablo era eso? — Cuestionó Harrington luego de separarse de Andi.

— ¡Cállate! — Gritaron enojados los tres y el chico hizo caso.

Se pusieron frente a la puerta y se quedaron en posición de defensa en pleno silencio. Nancy y Andi con sus armas apuntando, y Jonathan listo con el bate y encendedor.

Las luces seguían parpadeando y sus respiración se encontraban igual de alteradas por el miedo. Se podían escuchar al monstruo ahí afuera, pero no caía en la trampa.

— ¿Qué hace?

— No sé.

Esperaban el sagrado momento en que la cuerda del yoyo tirara y les avisara que esa cosa había caído en la trampa, pero no fue así.

Las luces dejaron de parpadear y los sonidos afuera del cuarto se detuvieron.

— ¿Oyen algo? — Cuestionó Wheeler con inseguridad.

— No — Negaron los otros dos al unisonido.

Jonathan apagó el encendedor y se acercó a la puerta para abrir esta. Él fue el primero en salir, con lentitud. Le siguió Nancy y luego salió Ian, quien mantenía a Harrington detrás suyo por reflejo de protección.

Caminaron hasta la sala, a paso miedoso, y entraron a esta, viendo que el demogorgón ya no se encontraba allí.

— Esto es una locura — Murmuraba Steve una y otra vez para él mismo — Esto es una locura. ¡Esto es una locura!

Tomó y teléfono e intentó marcar a un número, que supuso que sería la policía, pero Ian le arrebató el aparato y lo lanzó contra el suelo.

— ¿Qué haces? ¿Estás loco?

— ¡Va a regresar! Esa cosa que viste, Harrington, va a volver. Así que tienes que irte en este preciso instante — Obligó recalcando cada palabra.

El chico se le quedó mirando inseguro un par de segundos y luego caminó rápido hasta la puerta y se fue asustado. A penas se marchó, las luces iniciaron con su parpadeo, haciéndoles saber que se encontraba ahí de nuevo. Los tres se pusieron en posición de defensa en el medio de la sala.

— ¿Dónde está?

— Vamos. Vamos, hijo de puta — Dijo Jonathan.

— ¿Lo ven? — Cuestionó Ian.

— No. ¿Dónde....?

— Vamos. ¿Dónde estás? ¡Vamos!

Las luces se apagaron repentinamente, por lo que cada uno se quedó quieto esperando a que algo pasara. Solo se podía escuchar las agitadas respiraciones y algunos jadeos asustados de Nancy.

— ¡Ian! — Gritó repentinamente Nancy.

El nombrado se dio la vuelta asustado y sintió un fuerte dolor en el abdomen, para después ser tirado al suelo y que el monstruo se le colocara encima. Este acercó su "cara" al rostro del pelirrojo y cayó baba a su boca, provocándole, además de miedo, asco.

Al momento que abrió su boca para devorarlo, Nancy disparó, atrayendo su atención a ella — ¡Vete al diablo, hijo de puta!

La cosa se levantó y comenzó a acercarse a los otros dos, quienes se encontraban indefensos. A Jonathan se le había caído el bate cerca de la puerta y ella se había quedado sin municiones.

Sin embargo, repentinamente, el demogorgón recibió un fuerte golpe por parte del bate que ahora Steve portaba. El chico comenzó a pegarle una y otra vez, llevándolo hacia el pasillo.

Ian aprovechó la distracción y se levantó del suelo soltando un quejido de dolor por su abdomen, sin embargo, no le prestó atención.

— ¡Cayó en la trampa! — Gritó Steve — ¡Está atrapado!

— Jonathan, ¡ahora!

El chico hizo caso y tiró el encendedor. Todo se prendió fuego al segundo y ellos cubrieron un poco sus ojos ante la fuerte luz.

El monstruo parecía agonizar ante el fuego y soltaba sonidos de dolor mientras se iba achicharrando de a poco.

— ¡Retrocedan! — Advirtió el Byers y disparó el matafuego. El fuego se extinguió y todos tosieron un poco ante el humo.

— ¿Adónde se fue? — Habló la chica.

— No. Tiene que estar muerto. Tiene que estarlo — Respondió Jonn.

Los cuatro se acercaron a ver la trampa, en la cual se podía observar un pedazo de piel quemada y ardiendo. Tenía que estar muerto, ¿verdad?

El grupo fijó su vista en las luces navideñas que se prendían poco a poco. Parecían estar haciendo un camino. Todos siguieron con atención la dirección en que se prendían y llegaron hasta la puerta del lugar. Como las luces se acababan ahí, salieron de la casa, donde vieron la luz del farol parpadear un par de veces.

— ¿Adónde va? — Preguntó Nancy.

Para Ian, su voz se escuchó distorsionada y su vista comenzó a nublarse repentinamente, haciendo que lleve la mano a su adolorido abdomen y soltó un quejido al sentir la presión. Bajó su vista borrosa para abajo y pudo ver su mano junto a su remera empapada de sangre, al menos fue lo único que pudo distinguir por su fuerte color.

Los otros no parecían haberse dado cuenta de su situación, pues él se encontraba detrás y ellos seguían viendo hacia la calle.

Su vista se volvió negra por unos segundos y cuando se tambaleó hacia atrás pegó su espalda contra la pared, lo que provocó un ruido muy fuerte.

— ¿Chicos? No me siento bien — Habló con voz baja.

Los otros tres se dieron la vuelta y sus amigos se preocuparon de inmediato.

— Andi — Dijo Jonathan preocupado y pasó un brazo del pelirrojo por sus hombros para ayudarlo a entrar a la casa.

Steve, al reaccionar, se colocó del otro lado y lo ayudó también. Ambos lo sentaron en el sofá y él se quejó ante el dolor.

Nancy se agachó asustada frente a él e hizo presión en la lastimadura — ¡Mierda! — Exclamó ante el dolor.

— Haz los brazos hacia arriba. Tenemos que sacarte la remera — Pidió Jonathan.

Como pudo, levantó los brazos y su amigo retiró la prenda, dejando ver una profunda herida que empezaba cerca de su pezón derecho y bajaba un poco cruzada pasando su ombligo.

Nancy se llevó las manos a su boca ante la impresión, y Jonathan se sacó su abrigo para colocar presión en la gran herida para detener la hemorragia. Steve solo podía quedarse viendo, sintiéndose inservible al querer ayudar y no saber cómo.

— ¡Hey, Andi! ¡Resiste! ¿Si? — Dijo Jonn al ver a su amigo cerrar sus ojos.

— ¿Andi? ¡Andi! — Llamó Nancy mientras palmeaba su rostro — Mantente despierto ¿Ian? Por favor.

Quería hacerle caso a su amiga. Vaya que quería. Pero para su cuerpo y conciencia, una siesta no sonaba nada mal.

Nada pasaría.

Holiii!! Ya se acerca el final del acto uno. Estoy emocionada por el acto dos porque ahí se podrá ver muchísima más cercanía entre Ian y Steve, y empezara realmente esta historia de amor entre ambos.

¿Qué les parece la historia? ¿Les gusta? Ojalá que sí.

Nos vemos en le próximo capítulo
💗🥰

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