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ꜱᴏʙʀᴇ ʜᴀᴄᴇʀ ᴘʀᴏᴍᴇꜱᴀꜱ Qᴜᴇ ʟᴀꜱᴛɪᴍᴀɴ ᴄᴏᴍᴏ Áᴄɪᴅᴏ
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LO MALO DE TENER MEJORES AMIGOS SOBREPROTECTORES, es que no olvidan nada de lo que dijiste sobre algo feo que te pasó.
En cuanto salimos de la Casa Grande, Percy y Lee me llevaron a rastras, cada uno por un brazo y nada de lo que dije logró convencerlos de dejarme ir.
Me arrastraron hacia los establos, aún cuando ya quedaba poco para el toque de queda pero de todas maneras, esa noche a nadie le importaba porque ninguno podría dormir.
Había mucho que preparar en tan poco tiempo.
Cuando llegamos, ambos me soltaron y me miraron como si fueran dos adultos apunto de reprender a un niño pequeño por una travesura que resulta peligrosa.
—Chicos...
—Vas a contarnos exactamente qué es lo que ha pasado entre tú y Apolo —dijo Percy con un tono bastante enojado.
Miré a Lee, nerviosa porque a fin de cuentas es su padre, pero él tenía el mismo brillo enojado que Percy en sus ojos.
Agradecí que Michael no estuviera.
—Oigan, ¿qué hacen aquí? —preguntó Michael como caído del cielo, entrando al establo justo en ese momento.
«Puta madre, Tique de seguro me odia»
Tragué con dificultad porque sabía que ahora no tenía forma de escaparme. Los tres no me dejarían pasar esto hasta que no les contara todo.
Percy y Lee lo pusieron al tanto de lo que había pasado en la reunión y ahora estaba frente a los tres chicos más sobreprotectores de mi vida, sin contar a mi padre.
«No si yo ando coleccionando guardabosques»
—¿Y bien? —espetó Michael—. ¿Qué pasó?
Así, resulta y acontece, que su servidora se vio teniendo que contar todo.
Desde el sueño hace dos años cuando me amenazó mientras intentó ahorcarme, como me salvó de la herida de Luke porque "solo él puede intentar matarme", sobre las ronchas por el sol, los resfríos y la alergia, luego sobre como me volvió a salvar del barco de Luke el verano pasado y que en realidad solo me estaba secuestrando en su templo.
También expliqué mejor lo que había contado el señor D, de cómo lo engañé para que jugara un juego en el cual si ganaba me dejaba ir y que al final perdí, pero Ares me salvó y el jarronazo que le di.
Eso les sacó a los tres una sonrisa entre orgullosa y divertida.
Y que al final, cuando nos volvimos a ver en el autobús, por alguna razón que no entendía, evitó que me lastimara por la manera de conducir de Thalia.
Cuando terminé de contarles todo, los tres parecían listos para iniciar una cacería contra el dios del sol.
Me costó muchísimo convencerlos de que Apolo había estado bastante tranquilo en los últimos meses y que lo más probable era que fuera que Eros había hecho algo, porque nadie había estado más enojado que mi padre con todo lo que pasó.
Lo que me dolió, fue ver la decepción en los ojos de Lee y Michael. Esta era precisamente la razón por la que no quería que ellos lo supieran.
—¿Por qué no nos lo contaste? —preguntó Lee.
—Porque...pensé que con que mi padre lo supiera era suficiente —respondí en voz baja. No iba a hacer que se sintieran culpables de que yo me hubiera quedado callada.
—No es que sea muy sorprendente —espetó Michael—, ya sabemos de lo que son capaces los dioses.
Durante al menos una hora más, estuvimos hablando de la misión. No querían dejarme ir sola, pero no había mucho que pudieran hacer.
—Será mejor que intentes dormir un poco —dijo Lee poniéndose de pie.
—Me quedaré un rato más, necesito hacer algunas cosas —expliqué mostrándoles el espejo.
Los tres se marcharon murmurando tonterías sobre formar un escuadrón anti-Apolo.
Me quedé en el establo juntando valor para llamar a mi familia para avisarles que estaba en el campamento.
No quería tener que contarles que saldría en una peligrosa misión, pero sabía que se merecían escucharlo de mi boca.
—Lo siento, mamá —murmuré luego de haberle contado todo.
Ella me miraba con los ojos llenos de lágrimas, a su lado el abuelo parecía que ya le hubieran dicho que preparara mi funeral.
—Aunque lo intente no puedo mantenerte lejos de todo eso ¿verdad? —dijo conteniéndose de estallar en llanto—. Es el mundo en que naciste, y yo no puedo hacer nada para mantenerte a salvo como desearía.
Nunca les había dicho expresamente que nos acercábamos peligrosamente a una guerra, y quería creer que estaba haciendo lo correcto al no decirles, pero tampoco podía irme sin despedirme de ellos.
—Haz lo que tengas que hacer, amor mío —dijo al final—, pero prométeme que harás todo para volver a casa.
—Lo haré —respondí sintiéndome una mentirosa, porque había muchas probabilidades de que no volviera. El año pasado cuando fuimos al Mar de los Monstruos había comprendido realmente lo que era ir de misión como semidiosa. Cada segundo un acercamiento más a mi muerte. No podía prometerle algo de que estaba más allá de mis manos.
—No, Darlene. Realmente intenta volver a casa —dijo mi abuelo—. Eres todo nuestro mundo, al menos prometenos que no harás ninguna locura y que pondrás tu vida por encima de todo.
—Lo prometo —mentí.
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Colgué mi bolso al hombro mientras bostezaba de cansancio.
Apenas eran las cinco de la mañana y aun estaba de noche, no había dormido nada, pero mi mente seguía repitiendo la última conversación que había tenido hacía unas horas.
Guardé el espejo en mi bolsillo sintiéndome una mierda. Nunca, dar una promesa se sintió como ácido en mi boca.
—Nunca es fácil dejar a la familia, mucho menos ir a algo peligroso —dijo una voz detrás de mí que me hizo soltar un grito por la sorpresa.
—¿Qué mierda...? —Me coloqué la mano sobre el corazón que me latía como loco y vi al recién llegado—. ¿Puedes dejar de actuar como un acosador psicópata?
Apolo no dijo nada, solo me miraba como si fuera una criatura inferior.
«Que claramente así es cómo me ve».
—¿Qué haces aquí?
—Al parecer las profecías se empeñan en que tengamos nuestros hilos conectados —murmuró.
—¿Profecías? ¿En plural? —pregunté enarcando una ceja, pero él siguió sin responder y cambiando de tema.
—Irás a salvar a mi hermana, espero que tengas éxito.
—Voy porque sé lo importante que es salvar a la señora Artemisa...y por Annabeth que es importante para mí, pero no porque deseé solucionar nada como dijo tu Oráculo —dije dejándole en claro que la parte de saldar la deuda con él me daba igual.
Él se mantuvo en silencio, como perdido en sus pensamientos antes de finalmente mirarme a los ojos.
—Hagamos un trato —dijo mirándome seriamente.
—¿Qué clase de trato? —cuestioné con sospecha.
Las cosas nunca salen bien cuando haces un rato con los dioses.
—Sé que después de todo lo que te hice no tienes ninguna razón para confiar en mí, pero...—dijo como si le estuviera costando pronunciar cada palabra— si salvas a mi hermana...¡si no quitas esa sonrisa te vas a arrepentir! —espetó enojado.
No pude evitar sonreír con burla. Supongo que si le costaba porque no debe ser fácil para un narcisista con complejo de centro del universo tener que rebajarse a pedir un favor.
—Está bien, lo siento —solté entre risitas.
Apolo soltó un suspiro resignado.
—Si salvas a mi hermana y sobrevives a la profecía —siguió hablando, aunque en esto último lo dijo con un dolor tan profundo que por un momento sentí que podría llorar—, olvidaré lo de tu padre, y no volveré a intentar dañarte nunca más.
—¿De verdad? —pregunté sospechando. No me creía que pudiera dejar ir su enojo tan fácil, pero supongo que su hermana es lo más importante para él.
Apolo asintió.
—Además, te concederé un don —agregó—. Lo que tú quieras.
«Ok, ahora sí tienes mi atención».
No iba a cuestionarme mucho sus intenciones, si estaba dispuesto a darme tanto es porque realmente temía por la seguridad de Artemisa.
—¿Lo juras? —Mi voz sonó baja, casi como un susurro.
Apolo dio unos pasos hacía mí, mirándome siempre a los ojos, hasta que estuvo tan cerca que tuve que elevar la mirada por la diferencia de altura.
—Por el río Estigio —susurró.
Sostenía en mis manos el arco que papá me regaló, estaba lista para cumplir esta misión a cualquier costo, aunque seguía teniendo la sensación de que varias cosas saldrían mal.
Pero...la expresión de Apolo...
—Amas a Artemisa.
Él asintió.
—Es mi hermanita, no hay nada que no haría por ella y nadie puede hacerle daño sin mi castigo —dijo.
Tanta ayuda era sospechosa, pero por ahora no me quejaría porque entendía de dónde venían sus motivaciones.
Yo misma era capaz de hacer cualquier cosa por los que amo, incluso aceptar ayuda de aquellos que no me agradan.
—Por muy buena que seas, un arco no será útil si te atacan de sorpresa —dijo Thalia sobresaltándome. Apareció por mi lado mientras me extendía una espada algo sencilla—, al menos ten un respaldo.
—Eso ya lo sé —mascullé irritada. Thalia me dio una mirada que me dejaba ver que pensaba que darme una espada era una pérdida de tiempo.
La tomé y ella se marchó a buscar a las cazadoras que aún no aparecían.
Quirón, que estaba a unos pasos observándonos, le dio una palmada en la espalda y murmuró algo que no alcancé a escuchar. Ella asintió y se alejó, casi chocando con Percy que subía la Colina y se paraba a unos pasos de nosotros.
«Supongo que vino a despedirse».
Estaba tan metida en mis pensamientos de la charla con Apolo que no me pregunté si él vendría o no. Ahora al verlo sentí el calorcito que me invadía el pecho y las mariposas que siempre me dominaban cuando Percy estaba cerca.
Entonces el centauro se acercó a mí con una mirada triste.
«Pareciera que ya me ve muerta».
—Buena suerte.
Asentí guardando la espada en su funda y colgándomela de la cintura.
Miré a un costado donde Percy estaba parado al lado de la furgoneta Se veía muy deprimido e irritado.
—Estará bien —me dijo Quirón.
—Sigo pensando que él debería venir —mascullé.
—En realidad, mi deseo ideal sería que ninguno tuviera que ir, Darlene —dijo mirándome con lástima—. Será una misión muy peligrosa y no me gusta nada lo que se avecina. De hecho, estuve a punto de ofrecerme yo mismo como voluntario. Habría ido de no ser por el último verso: «Uno perecerá por mano paterna.»
No hacía falta que me lo aclarara. Sabía que su padre era Cronos, el malvado señor de los titanes. Aquel verso habría encajado perfectamente si Quirón hubiera participado en la búsqueda. A Cronos no le importaba nadie, ni siquiera sus propios hijos.
—Quirón, tú sabes en qué consiste esta maldición del titán, ¿verdad?
Su rostro se ensombreció. Hizo una garra con tres dedos sobre su corazón y la desplazó hacia fuera, como si apartara algo de sí: un gesto antiguo para ahuyentar los males.
—Como le dije a Percy, esperemos que la profecía no signifique lo que pienso —expresó frunciendo el ceño—. Las profecías a veces son un verdadero incordio y no pretendo entender cómo funcionan los hilos que tensan nuestros destinos uniéndonos entre sí, pero la verdad es que no importa lo que hagamos, las cosas que deban ocurrir, ocurrirán de las maneras más inesperadas. Solo podemos ser pacientes.
—La paciencia a veces se siente como tener una guillotina sobre mi cabeza —dije haciendo una mueca.
Quirón asintió y me dio una palmada en el hombro.
—Cuídate, Darlene.
El centauro se alejó para despedirse del resto de mis compañeros y me quedé parada frente al vehículo sin saber qué esperar. Sentía un nudo en la garganta, expectante y ansiosa por el futuro, asustada y preocupada.
Percy se acercó a mí en ese momento.
—Entonces ya te vas. —Asentí mirándolo con pena. Sería mi primera misión oficial y él no estaría ahí, me pregunté si acaso Percy se sintió así hace dos años cuando Quirón no me dejó acompañarlo.
—¿Vas a volver a casa?
—No lo sé, supongo —dijo metiendo las manos en los bolsillos—. Quirón cree que sería lo mejor.
—¿Y qué crees tú?
Él se encogió de hombros—. Supongo que no importa... —murmuró.
—¡Sí que importa! Annabeth está...—Él bajó la cabeza, tenía los puños apretados y se estaba conteniendo de explotar todas las emociones que guardaba—. Solo...solo quiero que estés bien —murmuré.
—No te preocupes por mí —dijo mirándome a los ojos, una sonrisa triste adornó sus labios—. Estaré bien...
—Te juró que buscaré a Annabeth, la encontraré y la traeré de regreso al campamento.
Él asintió y luego me dio un fuerte abrazo.
—Estoy seguro que sí —murmuró—, ambas volverán y todo estará bien entonces.
Se apartó de mí, y me miró con seriedad.
—Anoche volví a soñar con la cueva —dijo en voz baja—, Artemisa está realmente prisionera, en el mismo lugar que Annabeth.
Rápidamente me explicó todo lo que vio. No quería hacer suposiciones pero...
Un techo enorme de roca que era sostenido sobre los hombros de su prisionero. Eso solo podía ser algo muy malo.
—Estate atenta, estarán esperandolas —me dijo justo cuando Thalia se nos acercó.
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PERCY
La camioneta arrancó y el grupo finalmente se fue.
Mirando como el vehículo se perdía en la distancia, recordé la conversación que había tenido esa misma madrugada.
Después de escuchar la conversación de Zoë y Bianca, podía imaginar perfectamente lo que estaba pensando Nico. Vi que respiraba hondo y que se disponía a correr tras ellas. Entonces me quité la gorra de invisibilidad.
—Espera —le dije.
Casi se resbaló en los escalones mientras se giraba.
—Pero... ¿de dónde sales?
—He estado aquí todo el rato. Invisible.
Él movió los labios, como deletreando la palabra.
—Uau. Increíble.
—¿Cómo has sabido que Zoë y tu hermana estaban aquí?
Se sonrojó.
—Las oí pasar junto a la cabaña de Hermes. Yo... bueno, es que no duermo muy bien en el campamento. Escuché ruido de pasos y luego las oí susurrar. Y las seguí.
—Y ahora quieres seguirlas en la búsqueda que van a emprender.
—¿Cómo lo has adivinado?
—Porque me siento de la misma manera con dejar ir a Dari sin mí —respondí—. Puedo entender cómo te sientes, pero no puedes hacerlo.
Me miró desafiante.
—¿Porque soy demasiado joven?
—Porque ellas no te lo permitirán. Te atraparán a la primera y te enviarán de vuelta al campamento. Y sí, también porque eres demasiado joven. ¿Te acuerdas de la mantícora? Habrá un montón de criaturas parecidas por el camino. Más peligrosas incluso. Y algunos de ellos morirán.
Hundió los hombros y desplazó su peso a la otra pierna.
—Quizá tengas razón. Pero... tú podrías ir en mi lugar.
—¿Cómo?
—Puedes volverte invisible. ¡Tú sí puedes ir!
—A las cazadoras no les gustan los chicos —le recordé—. Si llegasen a descubrirlo...
—No dejes que lo descubran. Vuélvete invisible y síguelas. ¡Y no pierdas de vista a mi hermana ni a Dari! Tienes que hacerlo, por favor.
—Nico...
—De todos modos, ya lo estabas pensando, ¿no?
Iba a negarlo, pero él me miró a los ojos y no me vi capaz de mentirle.
—De acuerdo —repuse—. He de encontrar a Annabeth, y no quiero que Dari vaya sin mí, siempre hace locuras cuando la dejo sola. Tengo que ayudarlas, aunque ellas no quieran.
—Yo no te delataré. Pero tienes que prometerme que mantendrás a salvo a mi hermana y a Dari. Promételo —insistió—. Ambas son importantes para mí, no quiero que les pase nada.
Entendía lo que sentía. Dari también era sumamente importante para mí, pero prometer que ambas volverían sanas y salvas era mucha responsabilidad. Ir a una misión era peligroso, y de por sí ya sabíamos que dos morirían.
—Haré todo lo que pueda. Eso sí te lo prometo.
—¡Entonces muévete! ¡Y buena suerte!
—Dile a Quirón...
—Ya me inventaré algo —dijo con un tono travieso—. Eso se me da bastante bien. ¡No te entretengas!
Eché a correr. El sol empezaba a salir y me volví invisible. Alcancé la cima de la Colina Mestiza justo a tiempo de divisar la furgoneta del campamento donde los demás se preparaban para marcharse.
Dari hablaba con Quirón a un lado de la furgoneta. Me detuve allí para fingir que solo me venía a despedir de ella. No dejaría a mis amigas solas.
Aunque ahora que estaba de pie allí sin nada más que la gorra de Annabeth, la espada y pues...nada más, todo me parecía una locura.
No tenía ningún plan, había sido un idiota. ¿Cómo se suponía que iba a seguirlos? ¿A pie?
Entonces oí un poderoso batir de alas. Blackjack se posó a mi lado y empezó, como quien no quiere la cosa, a mordisquear unos tallos de hierba que asomaban entre el hielo.
«Si tuviera que apostar, jefe, diría que necesita un caballo para darse a la fuga. ¿Qué dice? ¿Le interesa?»
Se me hizo un nudo en la garganta de pura gratitud. Aun así logré responder—: Sí. Volando.
Me subí a su lomo listo para marcharme.
—¡Eh, Jackson!
Me paralicé, temiendo haber sido descubierto justo en ese momento. Maldije internamente mi mala suerte mientras me giraba hacia quien me había llamado.
Atonito, observé a Lee y Michael, subiendo la colina tan armados como para ir a una guerra.
Acá como vieron, Apolo medio entró en su fase de "Negociación": Si Dari cumple con la misión y salva a Artemisa PUEDE que él considere al menos llevarse bien con ella y ser amigos. 😂😂😂
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