013.ᴀᴄᴀᴄɪᴀ ᴀᴍᴀʀɪʟʟᴀ - ᴘᴀʀᴛᴇ 2

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ᴀᴄᴀᴄɪᴀ ᴀᴍᴀʀɪʟʟᴀ - ᴘᴀʀᴛᴇ 2

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NO SÉ QUÉ ME POSEYÓ EN ESE MOMENTO, pero no pude evitar sonreír con picardía.

—Soy hija del dios del amor —respondí con falsa inocencia—, todo lo que tenga que ver con el tema, me interesa.

Naomi pareció sorprendida por un instante y luego rompió en carcajadas.

—Realmente me agradas, cariño —dijo tomando las cosas que habíamos usado y poniéndolas en el lavavajillas. Luego se reclina en la mesa, mirándome con la misma sonrisa que le había dado—. ¿Te has enamorado de algún dios, Darlene?

—No —respondí con una certeza que me sorprendió a mi misma. A medida que avanzaba la conversación cada vez menos me reconocía—. Es curiosidad, no puedo hablar de esto con mi mamá. Ella no superó nunca a Eros y tú pareces…

—¿Aceptar que Apolo nunca me amó lo suficiente?

Negué con la cabeza.

—Lidiar mejor con la ruptura —corregí. 

Ella se miró las manos un instante, pensando en mis palabras.

—No sé si lidiar con la ruptura es la palabra correcta, pero en el mundo de la música conocí a un montón de hombres antes de Apolo, y conocí otro montón después de él. Nunca esperé que se quedara.

»Sabía, sin que él lo dijera, que lo nuestro no iba a durar mucho así que no me hice ninguna esperanza. Lo tomé como lo que era, un romance pasajero.

Me parecía una forma muy madura de ver las relaciones, al menos así te evitaban sufrir después.

—Además —continuó—, siempre tuve la sensación de que él no entregaba todo de sí, y a veces, parecía tan perdido en sus pensamientos. Miraba siempre a las personas que estaban a su alrededor como si buscará algo o alguien, con anhelo y desesperación. Y cuando se lo hacías notar, parecía resignado y triste, pero intentaba ocultarlo.

»Creo que Apolo buscaba a alguien de quien enamorarse, pero no sabía quién era.

—Quizás…ni él sabía qué buscaba exactamente —murmuré sintiendo un nudo en el pecho, como si me estrujaran el corazón.

Naomi reflexionó por un instante, mirando hacia la ventana como si buscara las palabras adecuadas.

—Tal vez. En algunas ocasiones, se mostraba melancólico, como si tuviera un vacío en su corazón. No creo que nuestra relación haya sido suficiente para llenar ese vacío.

»Él fue muy dulce conmigo, un buen amigo y compañero que me apoyó a cumplir mis sueños —dijo con una sonrisa nostálgica—, si encontró lo que buscaba, espero que sea feliz.

Medité sus palabras. No me imaginaba pasar toda mi existencia buscando a ese amor que tanto anhelaba, quizá por eso Apolo se enamoraba tan fácil, porque seguía buscando a "esa" persona.

—¿Crees que podría enamorarse de verdad? —pregunté, titubeante.

Naomi dejó escapar un suspiro pensativo antes de responder.

—No lo sé, cariño. Como te dije, nunca tuve la impresión de que Apolo entregara completamente su corazón. Pero eso no significa que sea imposible para él. Tal vez solo…necesita encontrar a la persona correcta. 

El corazón me latía con fuerza mientras escuchaba las palabras de Naomi. Sentía un nudo en el estómago y una mezcla de emoción y temor recorría mi cuerpo.

Por un lado, me llenaba de una tonta esperanza pensar que aun no hubiera emcontrado su amor verdadero. Pero, por otro lado, eso venía acompañado de un sentimiento de miedo e inseguridad.

«Sí aún no lo encuentra, seguro que no soy yo» pensé con amargura.

Ambas nos quedamos en silencio, procesando la conversación que habíamos tenido. Entonces Naomi se rió. 

—No debería hablar de esto, pero he tenido tu edad, y sé que fingir que no pasa es una estupidez. Y además, no he tenido a nadie para hablar del tema sin tener que esconder los detalles de dios olímpico —dijo contrariada.

—¿Qué cosa? —pregunté con intriga.

—¿Sabes cual es la parte más divertida de salir con un dios? —Ella me miró con una sonrisa socarrona, que me contagió. Era imposible no divertirse con ella.

—No.

Se inclinó sobre la mesa, como si me estuviera por contar un secreto muy importante.

—Su experiencia —susurró.

Una corriente eléctrica me recorrió la espina, y me encontré conteniendo una carcajada.

—Bueno, supongo que ser inmortal le da siglos de ventaja —respondí en tono de complicidad.

Ella asintió divertida.

—No sé como serán otros dioses, pero Apolo… —volvió a bajar la voz—, tiene….dedos de pianista.

Me sonrojé tanto que sentí mi cara, cuello y orejas ardiendo, y apenas pude contener la risa nerviosa que amenazaba con escaparse. 

Conocía esa expresión, mucho tiempo en Wattpad. No se hagan las puritanas, ustedes también tienen la mente sucia.

Continuamos hablando por otra hora hasta que el aroma del pastel recién horneado llenó la cocina, Naomi me había contado tantas cosas que pondría escribir tremendo fanfic M, y no solo de Apolo, también de sus otras experiencias con citas del mundo de la música. Ella era mi heroína.

Unos minutos después, Will entró en la casa de nuevo, y ambas nos quedamos calladas de golpe.

Se detuvo al vernos, tan rojas por reírnos hasta quedarnos sin aire.

—¿Qué estuvieron hablando? —preguntó curioso.

—No quieres saber —dijimos al mismo tiempo.

Él nos miró con desconfianza, pero decidió no preguntar más.

—¿Y esas flores? —pregunté mirando las ramas con flores Amarillas.

Will levantó las ramas con una sonrisa divertida. 

—Me gustaron…así que me las robé de los árboles de acacia de la abuela —dijo como si nada.

—No recuerdo que tuvieran esas flores —comentó Naomi. 

—Es que son nuevas, las plantaron hace unos dos años porque leyó eque sirven para alejar el mal y la mala suerte.

—Ah, y tú te las robaste —dije enarcando una ceja.

—Ajá. 

Ambas nos miramos atónitas y luego a él. 

—Bueno, ¿quién quiere pastel? —preguntó Naomi eligiendo no preguntar más. Yo levanté la mano, siguiendo su ejemplo.

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Más tarde, esa noche estaba revisando mi libro de plantas que Katie me había regalado hacía unos días, cuando Will entró en mi habitación.

—¿Qué estás leyendo? —preguntó asomándose por la puerta.

Le hice señas para que pasara.

—El lenguaje de las flores. Katie me lo regaló —expliqué—, en la época victoriana se usaban mucho las flores para comunicar mensajes entre los amantes. Se llama Floriografía.

»¿Sabías que darle una planta de albahaca a alguien es un símbolo de que lo desprecias? —pregunté con amargura.

—¿Ah sí? Que interesante…y desagradable.

—La acacia sale aquí —comenté con tono insinuante. 

—¿Y qué significa? —cuestionó sentándose a mi lado.

Lo miré entrecerrando los ojos y sonriendo. 

—Amor secreto.

—Ah.

—"La acacia ha sido asociada con el simbolismo del amor secreto en diferentes culturas y tradiciones. Sus flores de un cálido color amarillo representan la pasión y la emoción oculta que uno puede sentir por otra persona, pero que no se atreve a expresar abiertamente." —leí en voz alta—. Me parece curioso que te sintieras atraído de repente por esa flor….

—No sabía que tenia un significado —dijo palideciendo de repente y apartando la mirada.

—Will…¿hay algo que quieras contarme? 

—No.

Lo miré entrecerrando los ojos, sabiendo que mentía y que él sabía qué yo sabía. Él no era bueno para mentir, siempre apartaba la mirada o se pellizcaba el labio cuando mentía. Y yo podía leer sus picos emocionales, no le gustaba mentir así que la culpa era altísima. 

—Está bien —dije volviendo la atención  a mi libro.

Él pareció confundido.

—¿Eso es todo? 

—Ajá.

—¿No vas a preguntar más?

—Nop, si dices que no hay nada para contar, te creo.

—Ah… —Will estaba muy confundido por mi falta de insistencia, y yo me estaba aguantando las ganas de pellizcarle las mejillas—. Sí, no hay nada.

—Bien. —Seguí leyendo—. "Esta hermosa flor, con sus espinas protectoras, también encarna el carácter reservado y cauteloso del amor clandestino. Así como las acacias crecen en lugares apartados y se esconden entre la vegetación, el amor secreto florece discretamente, lejos de miradas indiscretas y juicios externos."

—No me gusta nadie.

—Ok.

Permanecimos en silencio un momento. Podía ver que sus nervios y confusión crecían más.

—Y aunque me gustara alguien, no me correspondería —declaró con firmeza—, pero no es el caso, porque no me gusta nadie.

"También puede ser interpretado como una metáfora de la delicadeza de los sentimientos no revelados. Al igual que esta flor requiere cuidados especiales para prosperar, los afectos ocultos necesitan ser protegidos y nutridos en silencio, esperando el momento adecuado para florecer."

—¡No me gusta nadie! —exclamó sonrojado.

—Ya sé, Will —dije divertida—, lo dijiste varias veces.

Will suspiró aliviado y pareció relajarse un poco más. 

—¿Y la lavanda qué significa? —preguntó de repente.

—¿Qué? —Lo miré confundida.

—La lavanda, hace unas semanas te regalaron un cuadro de lavandas —dijo sonriendo con complicidad.

Le devolví el gesto.

—Ya sé lo que estás haciendo, Will. No uses mis trucos contra mí. —Busqué la flor y leí.

»“En el amor, la lavanda representa un compromiso duradero, un lazo inquebrantable entre dos personas que se prometen amor. —Mi corazón latió como loco al leer aquello, y sentí que la respiración se me atoraba—. Al regalarlas, se envía un mensaje lleno de esperanza y promesa, diciendo a esa persona especial que el amor compartido será eterno. Es un recordatorio de que el amor verdadero es una fuerza poderosa que trasciende el tiempo y se mantiene firme incluso en la distancia."

Mis pensamientos iban a mil, incapaz de establecer una idea clara.

¿Era una tonta si me ilusionaba al pensar que quizá Apolo había elegido conscientemente las lavandas cuando decidió pintarlas y regalármelas? 

¿U, otra vez estaba pensando demasiado y cayendo por algo que era un simple gesto amable, igual como me había pasado con Percy?

—¿Dari?

La voz de Will me sonaba como un murmullo lejano. Sabía que podía estar haciendome ilusiones muy estupidas de adolescente, pero no podía evitarlo.

¿Cuántas eran las posibilidades de que él no supiera lo que me estaba regalando?

—Dari…

«Es un dios, Darlene, y uno tan enamoradizo que es más conocido por sus romances que por otra cosa» me dijo esa vocecita insegura que siempre aparece para cagarme la felicidad. «No te creas que lo hizo porque te considera especial».

¡Pero quería creer que sí era especial para él! ¿Tan malo sería realmente permitirme ilusionarme?

«Sí, para que pase lo mismo que pasó con Percy» dijo esa voz de mierda. «Cuando se enamoré de alguien más, será hermoso haberte ilusionado para nada».

—Dari…

—Estoy algo cansada, Will —murmuré suspirando.

Will me miró con una expresión de preocupación y comprensión. Sin decir una palabra, se levantó de la cama y se acercó para darme un cálido abrazo. Sus brazos rodearon mi cuerpo con ternura, y su cercanía me reconfortó de alguna manera.

Después de un momento, se acercó hacia la puerta, listo para marcharse.

—Buenas noches, Dari —dijo con tono suave, mirándome con esos ojos tan parecidos a los azules que me visitaban en sueños cada noche.

—Buenas noches, Will —respondí con una sonrisa forzada.

Cuando la puerta se cerró detrás de él, me quedé sola en la habitación, sintiéndome un poco perdida. Me recosté en la cama, abrazando una almohada y la mente me seguía dando vueltas.

Sentía un nudo en la garganta mientras las palabras que había leído resonaban en mi cabeza. 

«¿Realmente significa algo o solo estoy exagerando y dejándome llevar por mis propios deseos?».

No podía evitar cuestionarme todo, temía lo que podría pasar si me ilusionaba demasiado. Cerré los ojos y me cubrí con las sábanas, tratando de encontrar un poco de consuelo en la oscuridad.

«¿Por qué siempre me dejo llevar por estas ilusiones?» pensé con frustración. «Quizá debería ser más realista y no leer tanto en los gestos de los demás».

Pero era difícil evitarlo. Cada pequeño detalle, cada mirada o palabra, parecía tener un significado oculto para mí. Era como si mi corazón estuviera constantemente buscando pistas que confirmaran mis deseos, incluso cuando mi mente sabía que era peligroso caer en esa trampa.

Me quedé ahí, sumida en mis pensamientos, hasta que la fatiga y la confusión se apoderaron de mí. Poco a poco, me fui dejando llevar por el sueño.

Abrí los ojos recostada en el sillón del taller de Apolo.

Y él estaba sentado en el suelo a mi lado, con el mentón apoyado en su mano sobre el sillón y observándome fijamente. 

  Su sonrisa brilló como el mismo sol, sin decir nada, extendió su mano apartando un mechón de cabello de mi frente, y luego sus dedos acariciaron mi rostro con infinita ternura.

Cerré los ojos, disfrutando de su toque tan suave como la caricia de una pluma.

—Hola, ángel —dijo en un murmullo tan bajo que apenas se escuchó. 

Lo miré, incapaz de apartar la mirada de la suya mientras él continuaba acariciándome. Sabía que mis mejillas debían estar sonrojadas, sobre todo al ver como su sonrisa se acentuaba más y más a medida que pasaban los segundos.

—Esto es lo más acosador que has hecho hasta ahora —murmuré en el mismo tono.

—Te ves hermosa cuando duermes —respondió como si fuera su única justificación. 

Me reí, sentándome y él levantó la cabeza para verme pero sin moverse del suelo.

—Y eso solo lo hace más espeluznante.

Apolo sonrió con arrogancia, apoyando las manos a cada lado mío e impulsándose hacia arriba hasta estar tan cerca de mi rostro que su aliento cálido me rozo los labios.

Mi corazón latía con fuerza, incapaz de resistir su cercanía. Se inclinó aún más cerca, sus ojos brillando con intensidad mientras su mirada se aferraba a la mía. Podía sentir la electricidad en el aire y se me cortó la respiración al pensar que estaban tan cerca que podría besarme.

—Espeluznante… —repitió divertido—, y sin embargo no pareces asustada o enojada por mis acciones.

Ladeé la cabeza, sintiéndome mareada por su voz ronca. Nunca le había escuchado ese tono de voz, ni había visto sus ojos tan llenos de un anhelo aplastante.

—Ya nada de tí me asusta.

Apolo se quedó en silencio, sin apartar la mirada de mí. La atmósfera estaba cargada de tensión, y podía sentir el latido de mi corazón resonando en mis oídos. Cada segundo que pasaba parecía eterno, como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento.

—Realmente no has visto todo de mí —murmuró como perdido en sus pensamientos, poniéndose de pie y apartándose. 

Mi corazón lloró su distancia. Me quedé sentada en el sillón, sin saber qué decir o hacer. Él se acercó a la mesa, revisó algunos pinceles y otras cosas como si estuviera buscando distraerse de lo que sea que le molestaba.

Al final, decidí cambiar de tema.

—Me gustaría hacerme un tatuaje —comenté con casualidad. 

—¿Ah sí?

Su voz sonó monótona, como si me estuviera escuchando a medias.

—Sí. —Me puse de pie y con una sonrisa traviesa, me acerqué lentamente mientras él aún miraba distraído sus pinceles—. Tal vez un enorme gato rosa en la frente. 

Noté con diversión como Apolo bajó lentamente las cosas, quizá comenzando a prestar atención a mis palabras. Me miró por encima del hombro con algo de diversión, pero no dijo nada, así que me acerqué aún más hasta que estaba de pie detrás suyo, me paré en puntas de pie, apoyándome en sus hombros.

»O tal vez un sol —murmuré cerca de su oído.

No tenía ni idea de dónde había salido tal confianza para comportarme de esa manera. Yo no actuaba así, no era mi manera de comportarme cuando alguien me gustaba, sin embargo, esto se sentía mucho más natural, como si esta fuera una nueva faceta de mí que no sabía que tenía dormida bajo la piel.

—¿Un sol? —preguntó sin apartar la mirada por encima de su hombro. 

Me apoyé contra su espalda, y sonreí disfrutando al ver como sus pupilas se dilataron.

—Ajá, un sol —susurré de nuevo, jugando con el borde de su camisa. 

Apolo se giró lentamente, apoyándose contra la mesa y colocó sus manos en mi cintura.

—Siempre me resultas impredecible —dijo con una sonrisa.

—Quizás es parte de mi encanto —respondí en tono juguetón, sin apartar la mirada de sus ojos. 

Cada pequeño gesto, la manera en que me sujetaba o como sus ojos parecían perderse hacia mis labios…era imposible que fueran solo ideas mías. ¿verdad?

No podía estar confundiendo sus señales, no podían ser solo imaginación mía. 

—¿Y de dónde salió este repentino deseo de un tatuaje? —preguntó con gracia, pero sin soltarme.

Me encogí de hombros.

—En realidad, lo estuve hablando con Will, él también quería hacerse uno así que probablemente iremos juntos.

Apolo enarcó una ceja, pero asintió comprendiendo.

—¿Y cuándo irán?

—Quizá mañana, estoy en su casa.

—Ah, sí —dijo frunciendo el ceño—, me contaste que lo llevarías a casa.

—Ajá —Sonreí, aguantando las ganas de reírme—. ¿Sabes? Hoy conocí a Naomi.

La satisfacción que me generó ver como Apolo se tensó al escuchar el nombre de su ex novia en mis labios fue monumental. Parecía que de repente le hubieran puesto un hielo en la espalda.

—¿Naomi?

—Sep, me pareció una mujer maravillosa —comenté con inocencia—, en la tarde, Will fue a visitar a sus abuelos así que nos quedamos solas y horneamos un pastel.

Era imposible de creer, pero nunca pensé en ver al dios del sol tan pálido.

—¿Y…de qué…hablaron? —preguntó muy nervioso.

Me encogí de hombros, apartándome de él y caminando casualmente alrededor de la mesa.

—De cosas.

Apolo se giró, siguiéndome con la mirada y desbordando un nivel de ansiedad y nervios muy alto para ser un dios.

—¿Qué clase de cosas?

—Oh…nada especial.

—Darlene…

—Me contó como empezó su carrera músical —dije tomando su lira—, ya sabes, lo de su familia y que empezó como corista.

Me acomodé en el sillón, sosteniendo la lira con curiosidad mientras él me miraba con una mezcla de sorpresa y nerviosismo. Decidí seguir bromeando un poco más, disfrutando de la situación.

—¿Solo eso?

Asentí con una sonrisa juguetona mientras seguía tocando algunas notas en su lira.

—Sí, Naomi es muy simpática y abierta. Me contó muchas anécdotas divertidas de sus giras.

—Ah.

Me mordí el labio aguantando las ganas de reírme.

—También me habló sobre la noche en que te conoció —dije con tono inocente, y Apolo parecía al borde del desmayo—, me dijo que te robaste toda la atención del público solo con sentarte ahí.

Apolo frunció el ceño y su mirada se volvió aún más intensa, como si estuviera tratando de averiguar si le estaba tomando el pelo o si realmente Naomi me había contado algo escandaloso.

¡Ven! No podían ser imaginaciones mías. 

Si yo no le interesara, no estaría tan preocupado de que su ex me hubiera contado cosas de su romance. ¿verdad?

—Bueno… —dijo tragando nervioso—, soy el dios del sol, es imposible para mí no ser el centro de atención.

—Por supuesto —mascullé divertida.

—¿Y…qué más te contó? —preguntó haciendose el tonto.

—Oh nada importante…ni siquiera puedo recordarlo —dije haciendo una mueca como si estuviera tratando de acordarme de toda la conversación.

Apolo me miró con curiosidad y una pizca de preocupación.

—Estás mintiéndome —dijo nervioso—, ¿por qué estás mintiendo? ¡¿Qué te dijo?!

«Estúpido dios de la verdad» pensé rodando los ojos.

—Basta, Apolo —exclamé—, deja de alterarte tanto. De verdad me divertí con ella hoy.

—¿Qué te dijo? —insistió.

—Solo…dijo que…su relación contigo había sido como… —me tomé todo el tiempo del mundo en responder—, la describió si mal no recuerdo sus palabras exactas: “un romance juvenil bastante intenso”.

—Ah.


Apolo me miró muy preocupado, buscando algún signo de que estaba enojada o algo así.

Lo ignoré, fingiendo que no me daba cuenta de su estado y disfrutando de poner al mujeriego dios del sol tan nervioso por saber lo que su ex me había dicho.

—Me contó que le cantabas serenatas —dije casualmente.

—¿Serenatas? ¿Eso dijo? —replicó Apolo con incredulidad.

Asentí con una sonrisa traviesa. —Sí, serenatas. Parece que le gustaba mucho cuando le cantabas al amanecer.

—Sí, algo así —masculló inseguro.

—¿Sabes qué fue lo más interesante? —cuestioné inocente. Apolo enarcó una ceja—. Naomi mencionó algo sobre tí muy puntual.

—¿Qué cosa?

—Dijo…que tenías dedos de pianista.

Sus ojos se abrieron, impactado y aterrado, al darse cuenta que Naomi sí había sido especifica sobre lo que me había contado.

—¡¿Qué…?!

—También me habló sobre…

—¡Detente! —exclamó acercándose a grandes zancadas hacia mí, y me levantó del sillón, sujetándome los brazos y mirándome a los ojos—. ¡Lo que sea que te dijo no es importante!

Lo miré, sorprendida por su reacción tan intensa. Sus manos sujetaban mis brazos con firmeza, y su mirada desesperada buscando mi enojo.

—Yo…

—¡Ella solo estaba exagerando!

—¿Por qué te importa tanto? —pregunté con un tono burlón—. No me dijo nada que no fuera de conocimiento público.

—¿Qué? —cuestionó confundido.

—Ay por favor —dije rodando los ojos—, tu cabaña es la más repleta del campamento, y si por algo eres conocido en los mitos, es por la cantidad de amantes que has tenido. Todo lo que me contó Naomi no me sorprendió en sí, lo que me sorprendió fue que lo contara, pero no lo que dijo.

Apolo me miró confundido, como si no entendiera por qué no estaba enojada.

—Yo…

—Además, todos tenemos un pasado ¿no? —agregué con inocencia—, por ejemplo, yo besé a Percy.

Su expresión se volvió seria de repente, como un fuego abrasador o una bomba a punto de estallar. 

—No me recuerdes eso.

Me reí con ganas, mientras él me miraba irritado.

Percy siempre sería su fibra sensible.

¿Han notado de que a pesar de que ninguno a dicho en voz alta lo que sienten, de por sí ya se comporta como si fueran una pareja?

Nada, me da felicidad escribir estos momentos juntos.

Rosa de los Alpes = Quiero ser digno de ti.
Lirio Malva= Tus ojos me enloquecen.
Peonia Blanca = Soy afortunado de tenerte (este no fue para Dari, fue algo de Will a su mamá)

Y la Acacia de Will enamorado...

MEME TIME

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