011.ᴘᴇᴏɴɪᴀꜱ ʙʟᴀɴᴄᴀꜱ
╔╦══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╦╗
ᴘᴇᴏɴɪᴀꜱ ʙʟᴀɴᴄᴀꜱ
╚╩══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╩╝
━━━2 de octubre
EL DÍA QUE WILL Y YO NOS IRÍAMOS A SU CASA HABÍA LLEGADO CON MÁS RÁPIDEZ DE LA QUE HABÍA ESPERADO.
La misión a la primera redada había comenzado hace dos días, así que no volvería a ver a Michael hasta que volviéramos.
El sol saldría pronto, pero yo ya me sentía totalmente despierta. Tenía todo listo, la noche anterior había revisado tres veces para no olvidar nada. Aún así, me sentía bastante inquieta. Suspiré y me volví a girar por milésima vez en la última hora. Era un viaje común, bastante normal para semidioses, pero siempre había un porcentaje de que algo saliera mal. Quería mantenerme optimista, pero era un largo camino hasta Texas y podía pasar de todo.
En el interior de la cabaña, todos estaban dormidos, así que el silencio se sentía acogedor, por eso me sorprendió cuando Silena, ataviada con su pijama de Victoria Secret y máscara para dormir colgada del cuello, corrió las mantas de mi cama y se acostó a mi lado.
Fue automático. Me aferré a ella fuertemente. En mi primer y segundo año en el campamento, siempre solía acostarme con ella usando tenía pesadillas. Silena era mi lugar seguro en la cabaña de Afrodita.
—Lamento haberte despertado.
—No pasa nada —susurró media dormida contra mi cabello—, pero llevabas un rato inquieta y me estaba comenzando a preguntar por qué no habías venido a mi cama.
Tardé una segunda sin contestar.
—No quería hacer una molestia. —Siseé cuando ella me pellizcó el brazo.
—No seas tonta, nunca serás una molestia para mí.
Nos quedamos un rato en silencio, al punto que llegué a pensar que se había quedado dormida de nuevo.
—Desde hace días que te despiertas temprano, a veces incluso antes de que salga el sol, pero hoy solo te quedaste acostada, por eso me preocupé.
—¿Qué tiene de malo?
— Nada. Pero eres la persona menos madrugadora que existe y de repente ahora te despiertas JUSTO antes de la salida del sol. Y siempre luces tan feliz cuando ves el amanecer. Por eso que hoy no estuvieras tan apurada por arreglarte para ver la salida del sol fue extraño.
—Tal vez solo estoy cansada —Me defendí, aunque mi voz no fue del todo convincente—. Además estoy tratando de crear hábitos saludables, y el amanecer es muy bonito.
—¿El amanecer o quién trae el amanecer? —Me quedé callada sin saber qué responder—. No necesitas seguir fingiendo con nosotros. Todos en la cabaña hemos notado la forma en que te iluminas cuando alguien menciona a Apolo.
Mis mejillas ardieron, mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas.
—Solo somos amigos —respondí nerviosa.
—Sí, entiendo —dijo divertida—. La delgada línea dónde no sabes si ser amiga o “amistosa”.
Me pasé la lengua por los labios algo resecos.
—Tenía muchas cosas en la cabeza — Respondí en su lugar cambiando de tema—. Me preocupa el viaje. Quiero que salga bien para Will pero me preocupa lo que podamos llegar a encontrar en el camino.
La sonrisa de Silena se apagó, y me sentí mal por alguna razón.
—Es entendible. Pero eso significa que serás cuidadosa, qué no harás nada de imprudente —respondió con voz suave, mientras jugaba distraídamente con un mechón de su cabello—. Serías una buena capitana.
Fruncí el ceño. Sabía que silen quería que yo fuera la capitana cuando ella se fuera a la universidad del próximo año, pero a veces, escucharla hablar de eso me parecía que estaba planeando su propio funeral.
Y había algo, en su tono de voz, la manera en la que me abrazaba, la enorme tristeza y culpa qué su ser desprendía.
—¿Qué te preocupa?
Ella negó con la cabeza.
—No es nada, supongo que todo este asunto de la guerra y eso. —Levantó levemente la cabeza para mirar a los demás de sus camas—. Todos ellos están a mi cargo, me preocupa no poder mantenerlos a salvo a todos.
—Haces un trabajo maravilloso como capitana.
—Me cuesta mucho mantenerte a salvo a tí —murmuró—. Si no es que mueres, es que tienes el corazón roto. Nunca estás completamente bien, siempre estás tan pendiente de los demás, y no sé cómo cuidarte aunque lo intente.
Se me atoró el aire en la garganta.
—Estoy bien —dije sonriendo levemente.
—Es cierto que esta semana has mejorado mucho —dijo con pesar—, pero tener que distraerte para olvidar como te sientes, no es estar bien, Darlene.
Silena deslizó su mano entre las mías y dio un apretón.
Sus manos estaban frías…frías como las de un cadáver.
Mirándola apenas entre las sombras de la cabaña, tuve la sensación de tener hielo en los huesos. Me aterraba estar viendo una aparición, ya no quería perder más personas.
Me tembló el labio, aguantando las ganas de empezar a llorar.
Nos quedamos abrazadas durante un momento, compartiendo el peso de todo lo que nos preocupaba a ambas.
—Vamos, será mejor que te vayas —dijo de repente, Dándome un empujoncito en el hombro.
Con mucho cuidado más la pusimos de pie. Me cambié rápidamente, tomó mi bolso y me acompaño hasta la puerta de la cabaña. Le di una última mirada, el pijama rosa chicle, el antifaz con adornos de plumas y las pantuflas de conejo. Silena era la hermana mayor que siempre deseé tener.
—Despídete antes de irte. —La miré confusa, mientras ella sonreía, apoyándose en el marco de la puerta. Lo comprendí entonces—. Despídete, estoy segura que le gustará muchísimo tu saludo.
Contrario a mi buen juicio de tratar de mantener las apariencias Traté de contener la enorme sonrisa que me invadió.
—¿Tú crees?
—Sí. Ahora, vamos, vete.
Solté un suspiro, divertida y avergonzada. Me di la vuelta y salí de la cabaña, ignorando su risa risueña.
—Buenos días, Sunshine —mascullé muy por lo bajo algo sonrojada.
━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━
Will llevaba una gran mochila llena de suministros y parecía bastante ansioso por el viaje. Sus hermanos habían venido a despedirlo y le dieron un fuerte abrazo.
Silena nos despidió también y volvió a la cabaña, tal vez para seguir durmiendo otro ratito. Quirón nos dio una bendición y nos dijo que cualquier cosa enviaremos un mensaje Iris, intentaría socorrernos de alguna manera. Esperaba que no fuera necesario.
Argos nos llevaría a la estación de autobuses. Will también llevaba su arco en el asiento trasero y un carcaj.
Era extraño salir del campamento para algo diferente a ir a mi casa o a alguna misión. No sabía qué esperar y tenía el estómago lleno de nervios ante la expectativa.
Miré por el rabillo del ojo a Will, se había puesto una sudadera amarilla y sus jeans cortados a la rodilla. Jugaba con su collar de cuentas mientras miraba por la ventana.
—¿Ansioso?
Se giró ante el sonido de mi voz y sonrió.
—Algo —admitió—. No he visto a mi mamá desde hace dos veranos. La extraño.
—Y ella estará contenta de verte.
El auto se movió por debajo de un puente y cuando lo pasamos, el paisaje comenzó a volverse más y más urbano.
Will suspiró y jugueteó con una de las cuentas de su collar mientras miraba por la ventana. Parecía reflexivo mientras procesaba sus pensamientos. Después de un momento, volvió a dirigirse a mí.
—Han pasado muchas cosas desde la última vez que hablé con ella —dijo Will con un tono nostálgico en su voz.
Sonreí con ternura y asentí.
Pronto llegamos a la estación de autobuses, teníamos nuestros boletos en mano así que en un instante estábamos camino a Texas.
Mientras el autobús avanzaba por la ruta, observaba a Will, sumido en sus pensamientos. Decidí seguir conversando para distraernos durante el viaje.
—¿Qué es lo que más te emociona de volver con tu mamá? —pregunté con curiosidad.
Will levantó la mirada.
—Pasar tiempo con ella, tener la oportunidad de hablar y ponerme al día con todo lo que ha sucedido desde la última vez que nos vimos —respondió, su voz llena de anhelo—. También quiero mostrarle cómo he crecido y todo lo que he aprendido en el campamento. Quiero que se sienta orgullosa de mí.
Le devolví la sonrisa, admirando su determinación y el amor que sentía por su madre.
—Estoy segura de que estará muy orgullosa de ti, Will. Has demostrado valentía y un espíritu impresionantemente fuerte.
Will asintió, agradecido por mis palabras de aliento.
A medida que el viaje continuaba, aprovechamos el tiempo para conversar, compartir risas y recordar algunas de nuestras mejores experiencias en el campamento. El viaje era bastante largo, casi un día y veinte horas. Íbamos a quedar acalambrados, por lo menos teníamos dos paradas antes de llegar a Austin: una en Atlanta y otra en Houston.
Comimos unos sandwiches y café que llevaba en mi bolso, y jugamos a algunos juegos de viajes, como "veo veo" o "cuántos autos de color hay", incluso jugamos un rato al tutifruti.
Y antes de que nos diéramos cuenta, ya era de noche.
—Aún quedan varias horas antes de llegar a Atlanta —murmuré cuando las luces del bus se apagaron—. Duerme un poco.
—¿Segura? ¿Pero y si pasa algo? —preguntó de repente nervioso.
—No te preocupes, puedo vigilar un tiempo. Aunque no creo que pase nada malo —lo ayudé a acomodarse contra mí y lo cubrí con mi abrigo.
Will se acomodó junto a mí, apoyando la cabeza en mi hombro mientras cerraba los ojos. Me aseguré de que estuviera cómodo y luego desvié mi mirada hacia la oscuridad que se extendía fuera de la ventana del autobús.
—Gracias, Dari —susurró.
—¿Por prestarte mi hombro? —pregunté divertida.
—Por apoyarme en esto.
Sonreí y le di un suave apretón en la mano.
—Siempre estaré aquí para ti, Will.
Mientras él descansaba contra mi hombro, me sumergí en un estado de tranquilidad. La suave respiración de mi amigo y el suave murmullo del autobús me envolvieron, creando un ambiente reconfortante en medio de la oscuridad nocturna.
Observé el paisaje pasar rápidamente por la ventana, las luces de la ciudad parpadeando en la distancia. El viaje se volvía cada vez más tranquilo, y poco a poco, los sonidos y el movimiento se desvanecieron en mi conciencia.
A medida que mis pensamientos vagaban, mi atención se centró en las estrellas que empezaban a brillar en el cielo oscuro. Una punzada me invadió al ver a la Cazadora, aquella constelación que Artemisa había creado a partir de la muerte de Zoë hace casi dos años.
Mientras el autobús continuaba su viaje, las estrellas brillaban con intensidad en el cielo, como pequeños destellos de esperanza y determinación. Miré a Will, aún descansando pacíficamente contra mi hombro y una ola de protección me invadió.
Pasé el brazo por encima de su hombro, y Will se deslizó un poco más, un pequeño ronquido se le escapó, sacándome una sonrisa.
Mis pensamientos se desvanecieron poco a poco, y me dejé llevar por el suave vaivén del autobús y el calor reconfortante de Will apoyado en mi hombro.
En medio de la serenidad de aquel momento, no pude evitar pensar en la importancia de mantenernos unidos y cuidarnos mutuamente, al igual que Artemisa y las Cazadoras lo habían hecho; como intentábamos hacer en el campamento, a pesar de la guerra a la que Luke nos estaba arrastrando.
Mis ojos se posaron una vez más en la constelación de la Cazadora, y una sensación de determinación y coraje se apoderó de mí. No importaba qué desafíos nos esperaran en el camino, estábamos listos para enfrentarlos juntos.
━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━
Ya era casi medianoche cuando el autobús finalmente llegó a la estación de Austin, Texas. Después del tremendo viaje mi cuerpo se sentía adormecido y ya me quedaba dormida de pie. Miré a Will, quien parecía igual de exhausto. Esperaba que el trayecto a su casa no fuera tan largo.
Me estiré y bostecé, mi espalda crujía levemente.
—¿Estamos muy lejos?
Will negó, refregándose el ojo con la mano.
—No, ya casi estamos. Mi casa está a solo unos minutos de aquí —respondió con voz somnolienta.
Asentí, tratando de despertarme un poco más y sacudiendo mis brazos para reactivar la circulación. El cansancio era evidente en nuestros rostros, pero también podía sentir la emoción de Will al acercarse a su hogar y reunirse con su madre.
La gente nos miraba al pasar, y era lógico.
Dos niños caminando por la terminal de autobuses a medianoche, con bolsos y sin ninguna compañía adulta. Aunque probablemente, debíamos tener unas pintas horribles, porque nadie se atrevía a acercarse a nosotros.
Me preguntaba qué verían al ver el arco que Will llevaba en su espalda.
—¿Crees que le gustarán? —me preguntó.
Miré al pequeño ramo de peonias blancas que había comprado en Dallas. Ya estaba algo marchito por la cantidad de horas de viaje, y me hubiera encantado tener la habilidad de los hijos de Demeter para hacerlo lucir bonito de nuevo, pero aún lograba verse maravilloso.
—Seguro que sí, el solo hecho de que te tomaste el tiempo de comprar un ramo de flores para ella hace que sea especial. —Will sonrió, aunque miraba el ramo con pena—. Anda, vamos a buscar un taxi así podrás ponerlas en agua pronto.
Salimos de la estación y caminamos hacia un taxi que estaba esperando en la acera. El conductor nos saludó amablemente mientras abría la puerta trasera para que nos acomodáramos.
Al entrar en el auto, me hundí en el asiento y dejé escapar un suspiro de alivio. El interior era cálido y acogedor, lo cual era reconfortante después de pasar tantas horas en un autobús frío y con aire acondicionado. Will se sentó a mi lado, y ambos nos recostamos contra los asientos, sintiendo cómo el cansancio se apoderaba de nosotros.
El paisaje urbano pasaba rápidamente frente a nosotros, pero mis ojos luchaban por mantenerse abiertos. Traté de mantenerme despierta, luchando contra el sueño que me envolvía.
—Probablemente esté en el estudio de grabación —comentó de repente, sacándome de mi ensoñación.
Lo miré confusa.
—¿Qué?
—No sabe que veníamos, así que probablemente haya ido a ensayar con su grupo.
Asentí, aunque lo miré enarcando una ceja.
—¿Querías sorprenderla?
—Ajá —respondió sonriendo avergonzado—. A mamá le encantan las sorpresas.
—Bueno, seguro que va a sorprenderse cuando nos vea —dije riendo.
El taxi se detuvo frente a una casa pintoresca, con luces suaves iluminando el camino hacia la puerta principal. Will y yo salimos del taxi, y nos encontramos de pie en la acera frente a su hogar.
Will respiró profundamente, como si estuviera absorbiendo toda la energía y emoción del momento. Me miró con una sonrisa cansada pero llena de gratitud.
—Gracias por acompañarme, Dari. No podría haberlo hecho sin ti —dijo con voz suave pero llena de aprecio.
Sonreí y le di un suave apretón en el hombro.
—Deja de agradecerme, me importaba mucho que llegaras a casa sano y salvo.
Nos acercamos a la puerta y Will sacó las llaves de su bolsillo. El sonido de la cerradura girando resonó en el aire, y la puerta se abrió lentamente revelando un interior cálido y acogedor.
Miró hacia adentro, y una expresión de pura felicidad se dibujó en su rostro.
Una vez dentro, todo estaba a oscuras, pero Will me tomó de la mano y me guió por un pasillo al fondo, abrió una puerta y me hizo señas para que pasara.
—Mamá probablemente llegue muy tarde, no tiene sentido esperarla —dijo encendiendo la luz de la mesita de noche—. Ambos estamos cansados, mejor que durmamos y ya la veré en la mañana.
—¿Seguro que no quieres esperar?
Negó con la cabeza.
—No, ya has hecho demasiado. No has dormido en dos días por cuidarme —respondió—. Nos vemos en la mañana, Dari. Que tengas buenas noches.
Se acercó a mí y me besó la mejilla.
—Buenas noches, Will.
Con paso pesado, salió de la habitación, dejándome sola.
Dejé caer mi bolso en el suelo, y me volví a estirar. Me dolía todo y estaba muerta. Miré con pesar mi morral, con los ojos casi cerrándome por el sueño, ahí estaba mi pijama, debería cambiarme, pero me sentía tan cansada.
Decidí que no valía realmente la pena.
Destapé las mantas de la cama y me acosté, quedándome dormida en menos de un minuto.
Esta vez no tenemos meme time, sino los dibujos que hizo Apolo de Dari en el capítulo anterior (mentira, son picrews 🤣)
Club Winx (Enchantix y Harmonix)
Ever After
Bratz
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top