004.ᴄÁʀᴛᴀᴍᴏ

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ᴄÁʀᴛᴀᴍᴏ

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━━━6 de Enero

EMPEZAR EN UNA NUEVA ESCUELA NUNCA ES FÁCIL, no esperaba que lo fuera tras tener un promedio alto de cambios de escuelas por expulsiones.

Aún así traté de tener un buen optimismo.

Difícil considerando que estaría sola por unas semanas hasta que pudiera hacer alguna amistad. Percy asistía a otro colegio a unas calles de aquí, pero le quedaba de camino hacia nuestra casa, así que él me acompañaría cada mañana y luego me esperaría afuera para volver juntos.

«Ay mi corazoncito de pollo» pensé saludándolo con la mano mientras lo veía alejarse y me quedaba de pie frente a mi nuevo colegio. «Así me es difícil dejar de quererlo».

Entré al edificio y lo primero que me encontré fue a la sub-directora. Era una mujer de unos cincuenta años, usaba un vestido floral y chaqueta de color rosa que me recordó a Dolores Umbrige de Harry Potter. Usaba maquillaje muy cargado y unos lentes de pasta de color rojo.

Y me sonreía de una manera que me puso a la defensiva.

Una nunca deja de encontrarse con monstruos disfrazados si no se cuida.

—Usted debe ser la señorita Backer, ¿no es así?

—Sí, señora.

—¡Maravilloso! —exclamó guiándome hacia una puerta al final del pasillo con un gran cartel en la parte superior que decía "Oficina Principal"—. Tu madre dijo que hubo un incidente en tu colegio anterior.

—Algo así.

—Normalmente no aceptamos alumnos nuevos a mitad de año, pero tu padre fue muy persuasivo —dijo mirándome por encima de sus gafas como si aquello le hubiera parecido un poco desagradable la charla

La miré confundida.

—¿Mi padre?

«No tenía idea de qué él hubiera venido al colegio».

—Oh sí, el señor Valentine insistió en que te aceptáramos. —Contuve una carcajada al escuchar que mi padre se había presentado aquí usando un apellido como Valentine. Más en evidencia no podía quedar—, pero viendo que dentro de todo tus notas son maravillosas, decidimos hacer una excepción.

La mujer se detuvo en la puerta y me señaló con un dedo.

—No creo que sea necesario decir que a pesar de todo eso, estás bajo vigilancia, cariño —Me dio un escalofrío que me llamara así, la última maestra que solía llamar a sus alumnos "cariño" resultó ser una Furia, una de las torturadoras de Hades que casi mató a Percy—. Espero de ti un buen comportamiento, no queremos tener que enviarte a casa con una nota de expulsión ¿verdad?

—No, señora —dije nerviosa.

—Muy bien.

Abrió la puerta para que entrara. Dentro, la secretaria me dio una hoja con mis clases y notas para presentar a mis maestros por llegar tarde. Me hablaron de mi expediente académico y se me pidió que volviera al final del día para firmar unos documentos que faltaban.

Las clases fueron normales, ya estaba acostumbrada a pararme delante de mis compañeros y presentarme en cada hora, lo que me resultaba nuevo era que todos parecían muy amigables con mi llegada.

Para la hora del almuerzo me vi sentada en una mesa rodeada de un montón de personas interesadas en conocerme y dispuestos a comprarme la comida. Sin saber cómo lidiar con la atención excesiva, removí el puré de papas y fue cuando me di cuenta que mis uñas tenían un color morado.

«Esta mañana eran verdes» pensé recordando que el día anterior las había pintado. Observé a mis acompañantes notando que todos me miraban de una manera rara. «Ahh, otra vez usé mis poderes sin darme cuenta».

Ahora tenía sentido la sobre amabilidad.

En otros colegios solía caerle bien a la gente, me era fácil hacer algunas amistades aquí y allá, pero nunca habían sido tan empalagosos. Sobre todo los chicos.

Casi al final del día tenía una lista de números de teléfonos que no sabía dónde iba a poner porque no tenía un celular por mi aura semidiosa.

Pero la mayor sorpresa de todas me la llevé al encontrar tres flores amarillas en las ranuras de mi casillero. Tenían una nota colgando de un cordel que las sujetaba a las tres juntas.

Si eres como el cártamo, que es resistente a las sequías y espera pacientemente el verano para florecer brillante, cosas maravillosas vendrán a tí cuando llegue tu momento.

No tenía firma.

Miré a mi alrededor buscando a quién la hubiera dejado, pero nadie parecía prestar atención.

Me generaba curiosidad el por qué de pronto estaba recibiendo flores de todas partes, pero no me quejaría. Comenzaba a gustarme esto de tener admiradores secretos.

La guardé en mi cuaderno, esperaba poder secarlas para poder guardarlas. Tendría que buscar algún libro sobre eso.

Caminaba por el pasillo hacia la Oficina como me habían pedido, mirando algunas de las notas que tomé en clase, cuando la silueta de un chico a unos pasos por delante me llamó la atención.

Estaba parado al final del pasillo, apoyado en la pared a un lado de la puerta de la Oficina. Llevaba unos jeans rasgados, borcegos negros y una camiseta básica; en su cuello colgaban unos auriculares azul y plata.

Estaba hablando con una chica de último año.

Entrecerré los ojos mientras me acercaba a él. Supongo que se dio cuenta que ya lo había visto porque se apresuró a despedirse de ella, aunque la pobre parecía reacia a irse.

—Este es un nuevo nivel de acoso —dije en cuanto estuve a unos pasos.

Él me miró divertido.

—No es acoso —respondió encogiéndose de hombros—, solo te vigilo.

—¿En mi escuela? —cuestioné arqueando una ceja.

—Ya te había avisado que te estaría vigilando.

—¿No deberías estar cazando monstruos, Apolo? Artemisa dijo que Zeus lo había ordenado. ¿Qué haces aquí, perdiendo el tiempo con los alumnos de secundaria?

Apolo rodó los ojos.

—Soy un dios, niña, puedo estar en dos lugares al mismo tiempo si lo deseo —dijo en voz baja—. Pero la verdad es que decidimos separarnos para abarcar más espacio.

—Agotaste a Artemisa y ella te echó ¿verdad? —pregunté divertida. No lo había visto desde Navidad, así que asumí que estos días quizá había estado con ella, hasta que la diosa se hartó de las payasadas de su hermano.

—Missy tiene un nivel de tolerancia bajo —dijo restándole importancia—, y no tiene sentido del humor.

—¿Y por eso decidiste venir a acosarme?

—Ya te dije que no estoy acosándote —espetó—, estoy vigilando tu progreso.

—Acosando —volví a decir mientras lo apartaba de la puerta de la Oficina.

La secretaría me recibió con una sonrisa y me entregó los papeles que debía firmar, había algunos que tenía que llevárselos a mi mamá.

Cuando salí, Apolo seguía ahí parado.

—¿Cuánto vas a estar molestando hoy?

—¿Has comenzado a tener visiones? ¿Sueños? ¿Algo? —preguntó ignorando lo que había dicho.

—No —respondí—. No me habrás estafado ¿verdad?

Me dirigí hacia la salida, con el dios siguiéndome de cerca.

—Quizá aún tus sentidos se están acostumbrando, o quizá estás soñando pero no lo recuerdas —mencionó—. No tengo idea de cómo funciona eso, pero Hypnos suele decir que a veces los humanos no tienen la capacidad de recordar todo lo que sueñan.

En la calle, me giré hacia él.

—Solo espero que empiecen pronto, que esté viviendo mi vida mortal no significa que la guerra se haya detenido.

Apolo ladeó la cabeza.

—Aunque sea difícil de entender, el tiempo para los humanos no es igual para los inmortales —explicó—, quizá ustedes sientan que puede ser inmediato, pero es probable que no empiece hasta dentro de un par de años. Recuerda que el hijo de Poseidón aún tiene que llegar a los dieciséis, o incluso ni siquiera se trate de él y acabe siendo el otro niño, y en ese caso, aún queda mucho más tiempo.

—Dos años pueden pasar rápido, Apolo —dije frunciendo el ceño.

—Lo sé, para nosotros dos años son un pestañeo; pero para tí sigue siendo bastante, en comparación. No deberías preocuparte antes de lo previsto, sobre todo si aún no sabes qué ocurrirá.

Asentí poco convencida.

Miré mi reloj de muñeca y luego a mi alrededor. No me había dado cuenta que ya era un poco tarde de mi horario de salida, y Percy aún no llegaba.

—¿A quién buscas? —cuestionó el dios frunciendo el ceño.

—A Percy.

Apolo hizo un gesto despectivo.

—¿Sigues babeando por el hijo de Poseidón?

Me sonrojé tanto que hasta sentía calientes las orejas.

—¡Eso a ti no te interesa!

—Creí que ya lo habías superado, te rechazó completamente.

Entrecerré los ojos y di unos pasos hacia él hasta que tuve que levantar la vista, él me devolvió la mirada con seriedad, pero no se apartó.

—Si vuelves a sacar el tema de lo que pasó, la próxima vez no usaré un jarrón —siseé—, será una piedra.

Apolo se inclinó sobre mí, casi divertido por mi amenaza.

—No volverás a tomarme con la guardía baja —murmuró desafiante—. Adelante, quiero verte intentarlo.

—¿Intentar qué? —espetó una voz a nuestro lado.

Me aparté bruscamente del dios, él se enderezó y miró a nuestro acompañante con algo entre desprecio y aburrimiento.

—¡Percy! —exclamé nerviosa. Sabía que ahora él sabía todo sobre lo de Apolo y sabía que estaba enojado con el dios, lo último que necesitaba era que se pusiera a discutir con Apolo ahora.

Pero Percy no me miró.

Tenía la mirada clavada en Apolo y había un enojo contenido en su mirada. Sus puños estaban blancos y parecía estar listo para sacar a Contracorriente de su bolsillo.

—Creí haberte dicho que la dejarás en paz —murmuró entre dientes.

—Y yo te dije que no te metieras en lo que no es de tu incumbencia —devolvió Apolo en el mismo tono.

Yo los miré asombrada. No sabía nada de esto.

—Oigan...

—Habías prometido no molestarla más si la misión salía bien —replicó Percy—, pero sigues aquí.

—¡Prometí no hacerle daño!

—Chicos...

—¿Tienes idea de lo espeluznante que es que estés acechando a una adolescente de catorce años? —Percy no estaba dispuesto a darle tregua—. Sé que los dioses son acosadores naturales, pero esto ya es demasiado.

Los ojos de Apolo habían pasado del azul al dorado y el aire a nuestro alrededor se calentaba segundo a segundo. Con lo enojón que es, no sé por qué aún no pulveriza a Percy, pero después me acuerdo que también se ha refrendado conmigo, así que quizá con los siglos ha desarrollado un poco más de tolerancia hacia los "irrespetuosos humanos".

—Ahora entiendo por qué tantos seres inmortales te desprecian, Percy Jackson. Yo que tú, cuidaría mis palabras, no soy tan indulgente como Ares.

—Chicos...

—¿Estás amenazándome?

Apolo y Percy seguían replicándose el uno al otro, y estaban empezando a llamar la atención sobre nosotros.

Por cada palabra que intercambiaban, ambos parecían estar enojándose más y más, y ninguno estaba escuchándome. Comenzaba a preocuparme que esto acabara en una pelea divina.

Cuando ambos hicieron el gesto de acercarse con intenciones peligrosas, me apresuré hacia adelante, interponiéndome en medio y apartándolos con las manos.

—Es suficiente —espeté usando el don de Peitos—. Están siendo irrazonables, estamos en un lugar público lleno de mortales y están llamando la atención.

Miré a Percy.

—Agradezco que me defiendas, pero soy completamente capaz de cuidarme sola, no necesito que hagas enfadar a más dioses. Ya hay varios que te odian. —Él intentó replicar, pero no lo dejé—. No. Puedo resolver mis problemas sola, ya lo he estado haciendo hasta ahora. Si necesito ayuda, lo pediré.

Luego me giré hacia Apolo. Él tenía la mirada fija en mi mano apoyada en el hombro de Percy.

—Será mejor que te vayas, Apolo. —Clavó sus ojos en mí con frialdad.

Volvió a mirar a Percy unos segundos, y temí que de verdad fuera a pulverizarlo; pero al final se giró y se alejó.

—Darlene, si ese tipo se te acerca...

Me giré hacia Percy y le hice un gesto deteniendo lo que sea que fuera a decir.

—Percy, aunque odie tener que decirlo, Apolo tiene razón —respondí—. Ese es un asunto entre él y yo, no tienes que preocuparte. Juró por el río Estigio que no me haría daño, así que no puede hacerlo; y en todo caso, si se pone en modo imbécil, lo pondré en su lugar.

No iba a decirle que los asuntos de Apolo para andar molestando tenían que ver con los dones del futuro que me había regalado.

Percy me miró con dudas.

—Tranquilo, Percy —dije dándole un pequeño empujón en el hombro—. Soy una chica fuerte, le di un jarronazo a un dios y sigo viva. Puedo cuidarme sola.

—Está bien —murmuró aún sin estar seguro.

—Anda, vamos a casa —Lo empujé tratando de arrastrarlo—. Tengo mucho que contarte, tienes mucho que contarme, el camino es corto y mi novela va a empezar pronto.

Él se rió por mi entusiasmo. Era increíble lo mucho que seguía amando su risa.

—¿Y qué está pasando ahora con Don Pedro y Lucía que estás tan ansiosa?

—¡Es que hoy va a ser el casamiento de Lucía con Marcos, Percy! —exclamé—. ¡Y Monica va a interrumpirlo para contarles a todos que está embarazada de Marcos! O al menos eso insinuaron en el avance, por eso, ¡Apúrate que llego tarde y no me quiero perder el chismesito!

—Está bien, vamos —Sujetó mi mano y corrimos metiéndonos casi de cabeza en el tráfico de Nueva York con los conductores tocandonos bocinazos.

Si los monstruos no nos matan, seguro que nos matamos solitos por imprudentes.

Sí, el Brezo significaba Admiración y Soledad, se lo dio en base a la conversación que escuchó con Nico, admirado por como ella lo protege (y por lo que contó de su propia familia). Y el Heliotropo significa deseo de amistad.

¿Adivinaron el cártamo?

Meme time:

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