𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 18

Rengoku se desplomó al lado de Celeste, sobre la cama. Su respiración se entrecortada y no se dio cuenta de lo cansado que estaba, hasta que ya no le proporcionaba la más placentera noche de su vida a la pelirrosa. Su vista se posó en aquella hermosa mujer, la misma que se giró de medio lado para observarlo, ella se encontraba más adolorida y por supuesto destruida que él. Se sonrieron, como dos tontos enamorados, como si frente a ellos estuviera la más valiosa de las gemas nunca vista. El rubor seguía presente en las mejillas de la muchacha y poco a poco fue desaparecido la vergüenza, dándole paso a la comodidad y confianza, no se sentía vulnerable o descubierta frente a aquel hombre, ahora se había entregado a él por completo, ese momento era especial.

—Mañana no voy a poder caminar por tu culpa —bromeó, golpeando débilmente un hombro de Kyojuro —. Agradece que el violín se toca con las manos.

El rio por lo alto ante aquel ocurrente comentario. Con mucho cuidado la tomó de la cintura para atraerla a él; enredó sus piernas en un nudo ciego; colocó la cabeza de la fémina contra su pecho, permitiéndole escuchar sus más acelerados latidos, ella era la culpable; abrazó su menudo cuerpo, capturándola con sus grandes brazos y brindándole un tierno lugar. Ni siquiera se vistieron, estaban completamente desnudos y aquello había tomado por sopresa a Celeste, una agradable sorpresa.

—¿Qué haces? —inquirió, cerrando sus ojos y relajando sus músculos.

—¿Pensaste que solo quería acostarme contigo y luego te dejaría ir? —depositó un sutil beso en la frente de ella para, luego, apollar su barbilla en la coronilla de la cabeza de la chica —. No, cariño. Quiero que pases la noche conmigo después de que nuestros cuerpos estén cansados y nuestra sed lujuria este sasiada, no solo quiero un momento a tu lado, los quiero todos.

La de orbes dorados sintió su pulso salirse de control, alcanzo velocidades no imaginadas. Abrió su boca, dispuesta a contestar, pero no pudo. Si lo había pensado, era culpable, había entendido que luego de tener relaciones carnales, ella se iría a su habitación y él se quedaría allí. No en el mal sentido, sabía que después de algo como eso seguirían justos, solo que no se le ocurrió, que de verdad Rengoku quisiera pasar la noche a su lado. Aquel bicolor no solo quería el cuerpo de la muchacha para complacerse, también lo deseaba para abrazarla y dormir a su lado, acurrucados, como ahora.

Celeste debía decir algo o quedaría como una estúpida.

—Ahora también me llamas cariño —su "prudente" boca temrinó soltando aquello, como un vago intento de escapar de lo anterior.

—¿Te desagrada? —cuestionó gentil el varón, apretándola más contra sí, aspirado su profundo aroma, común pero embriagador.

—Podría acostumbrarme —confesó. Menos mal que el rostro de su compañero se encontraba más arriba, así no podría divisar la sonrisa de boba que se le había quedado.

—En ese caso acostúmbrate, porque pienso llamarte así por el resto de mis días —dijo él. Sus párpados se cerraban solos y necesitaba verdaderamente una siesta.

Rengoku había pasado todo el día de trámite en trámite, organizando miles de cosas, buscando el tiempo suficiente para poder estar con Celeste, a raíz de esto no había tenido ni un descanso, había llegado a su límite. Encontró paz con aquella muchacha, ella le provocó tranquilidad y le transmitió la sensación de que todo estaría bien, de que podía dormir como un niño pequeño, porque no se iría.

.
.
.

Despertaron en la misma posición en la que se habían dormido sin darse cuenta. El primero en abrir sus ojos fue Kyojuro, a quien le dio pena mover a la fémina, no quería espabilarla. Se veía tan hermosa ahí, con él. Era como un maldito angel enviado a hacerle la vida más fácil y complicársela al mismo tiempo. Su padre siempre le dijo que cuando un hombre amaba a una mujer todo lo demás era irrelevante, que jamás lo entendería hasta conocer a la correcta. Bueno, tenía que darle la razón, sus sentimientos por Celeste iban más allá de lo imaginado, de lo posible, le nublaba el juicio.

Se vio tentado a seguir durmiendo, pero la magia se rompió cuando ella se escurrió de entre sus brazos para estirarse incosiente.

Sin tener noción del lugar o el tiempo, Celeste bostezó. A su cerebro le costó trabajo acordarse de todo lo de ayer, solía tener reacciones lentas y lagunas mentales en las mañanas. Cuando observó a Rengoku a su lado, le sonrió.

—Buenos dias —saludó.

—Buenos días —respondió su receptor —. Debo ir a trabajar.

—¿Tan temprano? —reprochó, empujando ligeramente su labio inferior hacia adelante, en un gracioso puchero.

—Tengo cosas que atender, te prometo que cuando termine te buscaré, pero el trabajo me llama —solo pudo soltar una carcajada. Le gustaba que ella deseara estar con él, que lo extrañara, que no quisiera que algo los separara. Lo hizo feliz ver esa reacción.

—El trabajo puede esperar un poco —sentenció la muchacha, desplazándose veloz. Se colocó, de piernas abiertas, sobre el abdomen de Kyojuro, depositando ambas manos sobre su estómago descubierto —, tenemos cosas más importantes que atender.

—La que decía hoy no andaría —Rengoku apresó su cintura. El trasero de la muchacha rozaba con su virilidad y despertaba lentamente a su amigo.

—Aún siento mis piernas, tienes que remediar eso —dijo coqueta, frotando su zona baja contra la de Kyojuro.

Él tuvo que soltar un gruñido por lo bajo, ¿qué si el truco inhumano y cruel de ella estaba funcionando? La duda ofende, lo estaba tentando descomunalmente.

—Te advierto que si comienzo no terminaré hasta satisfacerme, lo de anoche fue solo una ración, puedo ser más intenso —aferró sus palmas en la fina piel de Celeste, impidiendo que siguiera moviéndose; seguramente aquello le dejaría marca a la chica.

Lejos de asustarla, aquello sola la había hecho mojarse. La traviesa fémina se inclinó para acercarse a la cara del hombre, y justo cuando su respiración chocó contra la barbilla de él, susurró:

—Sorpréndeme.

No pudo controlarse, y mira que lo intentó, su miembro estaba elevado nuevamente, pidiendo a gritos y con fuertes punzadas embestir aquella pervertida pero a la vez ilusa mujer. El bicolor la lanzó a un lado y se colocó sobre ella, atacó sin contemplaciones su cuello y descendió su mano hacia su zona baja.

Celeste se arrepentiría.

.
.
.

Palabras del autor:

Bueno ya, el erotismo es mi vida, perdón por eso :')

Se acaba la tranquilidad darling C:

El Titanic se hunde y quién sabe que pasará con esta pareja.

No tengo mucho que decir, sorprendida por la actitud de Celeste pero yo hiciera lo mismo.

Si te está gustando la historia vota y comenta para que llegue a más personas ~(˘▽˘~)(~˘▽˘)~

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top