ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ᴏᴄʜᴏ: ᴍɪꜱ ᴘᴇQᴜᴇÑᴏꜱ ᴇꜱᴘÍᴀꜱ.
Una vez más, Malorie y Leonardo estaban dentro de la fábrica de chocolates de Willy Wonka. Habían hecho lo mismo de la otra vez y todo había funcionado bien, pues los oompa loompas ante la soledad de su dueño, dejaron esa oportunidad abierta para que su líder cumpliera aquellos anhelos que los pequeños hombres deseaban.
Por otra parte, tanto Malorie y Leonardo estaban felices de volver y se sentían como unos niños. Recorrían los mismos pasillos de la otra vez en espera de encontrar algo asombroso; siendo el hombre el que tenía la delantera. Sin embargo, Malorie no dejaba de pensar en el paraíso de niños, que, aunque fuera arriesgado, a la mujer le gustaría que su amigo llegará allí y tomando el riesgo, decidió llevar a Leonardo a ese magnifico lugar que ella tanto extrañaba.
─Sígueme.
Leonardo siguió indicaciones y ahora era Malorie la que tenía la delantera. Una ventaja buena de ella, era que tenía una buena memorización, y, a pesar que sólo había estado ahí una vez, logró encontrar el pasillo con un poco de dificultad. Al estar cerca de esté, la mujer comenzó a agarrar rapidez sin importar que el pasillo cada vez se hiciera más estrecho y sin cuidar sus alrededores, y quizá eso fue su perdición.
─¡Malette! ─levantó la voz el coreano─. ¡Detente!
Para Leonardo era difícil seguirle el paso y todo se complicó cuando Willy Wonka apareció frente a la mujer.
La fémina lo miró alarmada y se quedo quieta y con la boca abierta; Leonardo se encogió, parecía un niño regañado y Wonka se miraba tan molesto y fastidiado que podían jurar que ahora sí estaba a punto de meterlos a la cárcel por invasión de propiedad ajena. Aunque lo que más molestaba al chocolatero era que él había confiado en sus trabajadores para reactivar la seguridad y no lo habían hecho. Pero él entendía la razón. Ellos aún estaban encaprichados a la idea de que Wonka merecía conocer a más seres y para él eso era inaceptable.
Wonka estaba dispuesto a todo para deshacerse de ellos, pero Charlie apareció, salvando el día.
─¡Malorie, Leonardo! ─gritó alegre─. Me alegra verlos de nuevo.
El pequeño Charlie apareció detrás del chocolatero corriendo a los brazos de Leonardo para abrazarlo con fuerza. Después de ello, fijo su vista a Malorie y se acercó para abrazarla.
─¡Hay tantas cosas que quiero contarles! ─exclamó Charlie separándose levemente de Malorie para mirar a Leonardo con una sonrisa. Sin embargo, aquella alegría la quebrantó el chocolatero.
─Vaya, mis pequeños espías han vuelto ─comentó el chocolatero en un tono molesto atrayendo la atención de todos.
Malorie y Leonardo temieron lo peor, pero Charlie, a diferencia de todos, él reconocía que sin el par que estaba en frente, él seguiría teniendo una mala vida. Por ende, debía regresar el favor.
─No son espías, son visitas ─aclaró el niño con voz neutra─. Y a las visitas hay que tratarlas bien.
─Yo no los invite ─mencionó el chocolatero con una mirada de disgusto, levantando el mentón mostrando superioridad.
─Pero yo sí ─afirmó Charlie colocándose a un costado de Wonka para mirar a la pareja con una sonrisa─. Él me dio el boleto dorado ─aclaró el niño apuntando al coreano─. Así que mi familia y yo lo habíamos invitado a mi casa de modo de agradecimiento. Y ahora está fábrica es mi casa y ellos son bienvenidos cuando gusten.
El pequeño le sonrió a Leonardo y el asiático al niño. Ambos eran tan similares que era hermoso que se hubieran conocido. Ambos eran personas de buen corazón.
─Ella es la amiga de Leonardo. Y sino me equivoco, creo que ella fue la que escribió cosas buenas sobre ti. Malorie también merece estar aquí ─mencionó el pequeño observando a la mujer con una sonrisa─. Sin ellos, no estuviéramos ambos aquí.
Malorie y Leonardo se sintieron aliviados y aunque Wonka mostraba su fastidio sin importar como se sintieran las visitas. Ellos no estaban corriendo el riesgo de ser corridos.
Después de eso, Charlie fue el que dirigió la conversación y los invitó a entrar al paraíso de niños, en dónde estaba la vieja casa de los Bucket y la madre del niño tendría la comida. Hoy sería el día que se cumpliría aquella promesa de comer en casa de la humilde familia, y eso hizo sentir muy cómodos a todos, menos a Wonka que no paraba de maldecir a la vida y a todos.
Cuando llegaron a la casa, todos se acomodaron en la mesa. Por cosas del destino, Malorie y Wonka les tocó sentarse frente a frente y aunque a la mujer al principio le incómodo, después se adapto a que el chocolatero no dejara de verla. Pese a que el hombre aun le hacía conflicto estar junto a ella, poco a poco en su mente se jugaba un poco a las posibilidades y el ver a una mujer muy bonita e interesante lo atrapaba más; y el saber que ella seguía tan sola y sin familia, lo encadenaban más. Poco a poco se estaba perdiendo, pero no lo quería decir en voz alta.
Leonardo por su parte oía la conversación con interés, la conversación de la familia Bucket en donde hablaban de las tradiciones y costumbres de su hogar y cómo son tan bellas de tomar. Para el asiático eso se le hizo interesante, y más interesante se le hizo que su amiga no estuviera poniendo atención. Sutilmente chocó el hombro de su amiga y no dudo en hablar.
─¿Estás poniendo atención a la conversación? ─preguntó y Malorie negó─. Hablan del valor de la familia, deberías aprender de lo qué dicen aquí.
Malorie rodó los ojos y esa acción no paso desapercibida para los ojos del chocolatero que, le dio un poco de pena que ella aún no aprendiera lo que él aprendió gracias a Charlie. A él le gustaría que ella volviera con su familia y aunque a Malorie no le gustaba decirlo en voz alta, a ella también le gustaría volver a estar con su familia.
De repente el chocolatero se levantó de la silla y se retiró; paso desapercibido por ser él una persona tan ocupada para trabajar, pero lo que no pasó desapercibido fue la señal con las manos que le hizo a Malorie para que lo siguiera.
La mujer se extrañó, pero con curiosidad, después de unos minutos que se retiró el hombre, ella decidió ir tras él.
Al salir del hogar, Malorie rápidamente localizó al chocolatero cerca de unos árboles de manzanas. La mujer sonrió y se acercó a él con duda sin entender las intenciones del hombre, más porqué él era muy impredecible, y claro que lo era.
─La familia es importante, Anette.
─¿Qué?
La primera conversación había sido tan extraña que descolocó a la mujer, pero el chocolatero continuó tratando de seguir con lo último que había presenciado de ella.
─Te miré con Leonardo y sé tú historia ─murmuró Wonka─. Todavía no te has reunido con ellos.
─No lo creo necesario ─mencionó Malorie─. Me ha ido de maravilla sin ellos y seguirá siendo así.
El chocolatero sonrió y volteo a verla, dándose cuenta que ella mentía, pero no le dijo nada y continuó con su discurso.
─Yo creía lo mismo que tú ─aclaró el hombre─. Yo era como tú, hasta qué un día me sentí tan vacío. Y ahí es cuando me di cuenta de qué necesitaba el amor y la calidez de una familia.
La forma en que Wonka se expresaba a esos temas era extraña para una persona que no se atrevía a decir la palabra "padres". Pero aún estaba él en el proceso de sanación de heridas de la infancia. Malorie lo comprendía, pero como lo terca que era, lo negó.
─No sólo está el amor y calidez de una familia. Existen más tipos.
Eso descolocó al hombre.
─Charlie sólo me enseñó ese tipo de amor ─mencionó el hombre confundido.
─Está el amor qué le tengo a Leonardo ─aclaró Malorie con una sonrisa─. Ese es el amor qué me ha acompañado en este tiempo y no necesitó de más. La amistad es suficiente para mí.
Ella, al igual que Wonka, no conocía lo que era el amor de pareja. Para ella eso era algo tan lejano que le tenía miedo, por ende, cuando se sentía rara al estar con Wonka no entendía la razón, pero la realidad era que ya estaba todo escrito.
Ante las palabras de la mujer, Willy no evitó reírse. Porqué como muchos dicen, no hay mayor ciego que el que se niega a ver, y Willy no era un ciego, y reconocía ciertas señales. Leonardo miraba como algo más a Malorie, pero ella lo escondía con el tema de mejores amigos.
─Debes estar bromeando ─aclaró divertido─. Las amistades no son para siempre, y él no quiere sólo una amistad. No soy tan ingenuo como crees, Anette.
Ante la forma de expresarse de Wonka, Malorie se molestó y no dudo en darlo a conocer.
─¿Y qué pasa con Charlie? ¿Esa amistad no es para siempre? ─levantó la voz acercándose a él─. ¿Y a qué te...?
─Charlie es mi familia.
Entre los dos se sacaban de quicio y eso era lo peor o lo mejor para ambos.
Fue entonces que el chocolatero decidió retomar su conversación y proseguir en persuadir a Malorie.
─Te puedo ayudar a volver a verte con tu familia ─susurró el hombre acercándose a Malorie y ella retrocedió.
─No es necesario, señor Wonka...
─Llámame Willy ─ordenó al instante provocando que los nerviosismos de Malorie aumentaran.
─Willy ─susurró─, estoy demasiado contenta así sola.
─Puedo llevarte con tu familia, Anette, te acompañaré como Charlie lo hizo conmigo ─aclaró al instante─. ¿No te gustaría volver a disfrutar de su compañía?
La oferta de Willy era tentadora, pues Malorie siempre quiso volver, pero le daba pena. Quizá eso era lo mejor, además, últimamente y con la presencia de Wonka, ya no le daba tristeza el chocolate, es más, se sentía cómoda. Era como si él llenara aquel vacío que tanto le afectaba con su familia. Quizá era eso y no pasaba nada sí lo intentaba. Pues el que no arriesga, no gana: y a Malorie le gustaba ganar.
─Me gustaría qué me acompañarás en eso.
Y aunque anteriormente Leonardo se lo había ofrecido, era apenas ahora que ella creía haber superado su fase con el chocolate.
En lo dulce de la vida, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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