ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴢ: ʟᴀ ꜰᴀᴍɪʟɪᴀ.

Quince días después.

Wonka era una persona muy rápida, por ende, pronto fue que contacto a la madre de Malorie y pronto se volverían a ver. Malorie estaba muy nerviosa que quería vomitar y huir, quería desmayarse y escapar, y aunque reconocía el enorme esfuerzo que estaba haciendo Wonka, ya que todo esto del viaje había salido del bolsillo de él, ella aún temía del reencuentro. También le agradecía al hombre, pues bien, gracias a él, no se verían ni en la ciudad de origen de Malorie ni en la ciudad de la fábrica, sino en otra nueva, para conocer y reencontrarse de una manera diferente.

—No puedo, Willy —susurró Malorie tragando saliva mientras Willy se quitaba sus gafas de sol y la miraba a los ojos con confusión.

Al instante se posicionó frente a Malorie poniendo sus manos en los hombros de la mujer sin apartar la vista y sin eliminar su sonrisa tierna y pacífica

—Todo estará bien, confía en mí —susurró el chocolatero con ternura para después apartarse de ella y seguir caminando de forma natural hacía donde antes iban.

Malorie siguió sus pasos con la cabeza tan confundida sin entender cómo en estos días la comunicación entre Willy y ella había incrementado tanto que daba miedo. Era tan inusual, pero habían descubierto que ambos tenían tantas cosas en común que se sentían tan bien de seguir hablando. Por otra parte, Leonardo se había molestado tanto con Malorie gracias a sus celos que había decidido no verla. Por ende, el blog donde Malorie hacía sus reportajes estaba en el olvido y era lo mejor, pues ahora que conocía tanto a Willy era un riesgo ella ante querer publicar algo por publicar. Pero Malorie ya sería incapaz, pues ya le tenía tanto apego al hombre que se sentiría tan mal en defraudarlo.

Finalmente, Wonka se había detenido en un parque enorme de la ciudad cerca de un poste de luz y un árbol inmenso y Malorie se posicionó a lado de él mirando hacía todas partes en espera de ver a su madre entre la gente que había ahí.

—¿Qué tal si ya no me quiere volver a ver? —preguntó entonces la mujer. Y aunque sabía que era imposible, ya que desde un principio su mamá se hubiera negado, aun así no dudo en preguntar aquello por sus inseguridades y su miedo.

Pero antes de que Wonka dijera más, apareció en el campo visual de ambos, la madre de Malorie. Ella era castaña y alta; una mujer bien cuidada y lucía joven pese a su edad. Era más blanca que Malorie, pero sí tenían ciertos parecidos.

La madre iba con paso seguro acercándose al lugar, mientras que la muchacha estaba tan indecisa y tan nerviosa que podía sentir sus lágrimas caer y a sus manos sudar sin cesar. Cuando su madre estuvo cada vez más cerca, ya no lo soporto más, y la hija corrió hacia los brazos de su madre y se unieron en un gran abrazo.

—Soy yo mamá, te extrañé.

—Te extrañé mucho, mi Malorie —susurró dándole un beso en la frente—. No vuelvas a alejarte así.

—¡Perdón, perdón, perdón!

—No pidas perdón, mi amor —susurró la madre acunando el rostro de su hija con sus manos y mirándola con una tierna sonrisa—. Lo importante es que estamos juntas ahora.

Sin darse cuenta, ese momento se llenó de besos y abrazos. La felicidad de la madre y la hija era enorme que Wonka se sintió tan feliz de ser parte de ese reencuentro.

Malorie no paraba de pensar en la razón que tenía Wonka sobre esto y cuando se apartó de su madre, él no dudo en dársela a conocer.

El carraspeó de Wonka las hizo volver a la realidad y ambas voltearon a verlo.

—¿Tenía razón? —preguntó de forma divertida y Malorie asintió con una sonrisa limpiando mis lágrimas—. Ahora, ¿les gustaría ir a comer con este humilde chocolatero? —ofreció el hombre sacándose su sombrero, dando una reverencia.

La madre de Malorie lo miró extrañada ante lo raro que era el novio de su hija. Porqué sí, era extraño y sí, la madre pensaba que eran pareja, pero no lo diría en este momento.

—Creo que mi madre le encantará convivir contigo un momento.

—Por supuesto, me gustaría saber cómo se conocen y cómo lograste hacer qué nos volviéramos a unir —mencionó la mamá con una sonrisa.

—Es una estupenda historia —dijo el hombre regresándole la sonrisa a la madre.

Y los tres comenzaron a caminar dentro del parque.

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Finalmente, el día había acabado y los tres estaban en el aeropuerto esperando su vuelo. Por el momento, Willy estaba lejos de las mujeres para darles privacidad mientras que ellas seguían hablando sobre lo que les había sucedido, hasta que Malorie buscó con la mirada a Willy hasta encontrarlo, y al fijar la vista a su madre ella la miraba con picardía.

—No es nada. Sólo le tengo un cariño y aprecio —aclaró Malorie, antes de que su mamá pensará de más, pero su madre ya había pensado en eso.

—Tengo que admitir que es un hombre raro, pero parece buena persona.

—Él me recuerda a mi padre —aclaró Malorie bajando la mirada esperando dejar el tema atrás.

—Es bueno para que tengas una figura paterna —aclaró con ternura, pues, aunque el hombre parecía buena persona, su madre no miraba adecuado que ella estuviera con alguien mayor.

—No entiendo lo que dices —confesó la mujer y su madre apretó los labios sin saber que decir.

—Es un hombre mayor. Probablemente sea asexual o algo por el estilo.

—Tengo entendido que Wonka no le gustan las relaciones —declaró Malorie con una sonrisa—. "Un chocolatero debe ser libre" —dijo con exageración, levantando su mano, colocándola en su frente tratando de hacer drama con aquella frase, pero lo único que recibió fue un zape de su mamá ante esa escena. Malorie decidió fingir que no había pasado eso y continuó su conversación: —Cuando veníamos para acá tuvimos una breve plática sobre como llego hacer lo que es. —le contó a su madre con una sonrisa tímida—. Y me contó que tenía la mentalidad de ser libre. Las familias son un impedimento, claramente, una pareja también lo es. Supongo yo, que por eso nunca tuvo una.

—O tal vez nunca encontró la indicada —mencionó la madre creyendo que quizá tenía algo extraño el hombre, pero decidió no decirlo—. Te voy a extrañar demasiado, mi pequeña —susurró la madre cambiando el tema.

—Te amo, mamá.

Una vez más la escena se llenó de abrazos y besos de despedidas. No querían separarse y Wonka lo notó al instante que se sintió incómodo por ello. Mínimamente su padre vivía con él en la fábrica, pero ellas no vivirían de nuevo juntas y eso lo hizo sentir confundido.

El vuelo de la madre de Malorie se escuchó y el tiempo se acababa. Era el tiempo de la despedida.

—No quiero qué te vayas —susurró Malorie viendo a su madre a los ojos, sintiendo las lágrimas caer. Su madre se las limpió y prosiguió.

—Ven conmigo —ofreció—. Vuelve a tu hogar, pequeña.

Malorie no paró de pensar en la idea de volver y sin pensar más, aceptó.

—Pronto.

Ante esas palabras, su madre tomó sus cosas para irse, pero después se detuvo ante una razón por la cual su hija se fue de casa.

—¿Quieres saber por qué murió tu padre? —cuestionó de repente haciendo que el corazón de Malorie se detuviera—. ¿Te lo digo?

—No —contestó segura la mujer—. Eso no importa ya. Son cosas del pasado, y ahora, estoy feliz de saber que estás bien y que serás parte de mi nueva familia —aclaró volteando a ver a Wonka con una sonrisa.

Con esa escena, la madre le mando un beso y se fue. Malorie se acercó a Wonka y esté estaba tan serio que daba miedo. Él se sentía tan desbastado pues él creía que ella debía irse con su madre, y no entendía la razón por la cual no lo había hecho. Él quería lo mejor para ella, y al parecer no lo había logrado.

Malorie estaba confundida, no entendía porque Wonka actuaba así.

—Wonka, yo... —susurró, pero él la detuvo.

—¿Quieres volver con tu madre? Hazlo —articuló el hombre—. Yo quería que supieras el valor de la familia y creo que esto es suficiente. Entiendo sí quieres ir con ella, sí eres feliz, eso es bueno. No soy nadie para detenerte —confesó el chocolatero con indiferencia.

Malorie entendió todo y lo abrazó.

—No lo haré —dijo con una sonrisa—. Ya lo dije. Mi nuevo hogar está aquí con mis amigos; es mi nueva familia.

En lo dulce de la vida, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

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