ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɪ : ᴄᴀᴍᴘᴀɴᴀs ᴅᴇ ʙᴏᴅᴀ

Un agradable nerviosismo rebosa en mi estómago cuando atravieso la puerta.

— ¡Jimin, estoy en casa!

Y escucho cómo deja caer un utensilio en el lavaplatos.

— "¡Un momento! Quédate donde estás".

Entonces me río.

(Esta noche es nuestro segundo aniversario. Sabía que tenía algo planeado)

Me quedo donde estoy, mirando alrededor del lugar que una vez compartí con otra persona. Los destellos de los recuerdos colorean mi visión... pero en cuanto veo la figura de Jimin, todas mis preocupaciones parecen alejarse.

— Hola, mi querido y guapo novio.

Una sonrisa radiante se extiende por su rostro, una sonrisa tan cegadora como el sol.

— Hola, mi hermosa novia. Bienvenida a casa.

— ¿Me extrañaste?

El brazo de Jimin me envuelve por la cintura y me atrae para plantarme un beso en la frente.

— Siempre.

Huelo ostentosamente su ropa, captando un aroma a cocina.

— Mmm. Parece que te has ocupado muy bien.

La sonrisa de su cara se vuelve tímida.

— ¿Confías en mí, Sara?

— Con mi vida.

Un brillo aparece en sus ojos.

— No creo que tengamos que ir tan lejos esta vez.

Jimin cubre con suavidad mis ojos con sus manos.

— Deja que te guíe, Sara. Tengo una sorpresa.

— De acuerdo.

Perfectamente relajada, me dejo guiar por Jimin. Como conozco este lugar de memoria, enseguida sé que vamos al comedor. Escucho crujir la puerta cuando Jimin la empuja con el codo.

— Ya puedes abrir los ojos.

Jimin retira las manos para revelar una preciosa cena preparada, con una buena vajilla y velas.

— ¡Guau, Jimin! ¡Esto es increíble!

Le doy un beso en la mejilla.

— El mejor aniversario de la historia.

— También dijiste eso del último.

— ¿Qué puedo hacer? Cada vez son mejores.

Incluso después de todo este tiempo, todavía tengo el poder de hacer que se ponga nervioso. Después de apretarme cariñosamente la mano, Jimin va a mi silla y la saca para que me siente.

— Siempre tan caballeroso, ¿verdad?

— Son simples modales.

Sonrío y me siento mientras él se adelanta y levanta una tapa que cubre un pato asado.

— Oh, guau. Eso huele delicioso.

— Bueno, veamos si también sabe bien.

Cuando Jimin lo corta, ambos tomamos un trozo y lo acompañamos de deliciosas verduras. Un solo bocado es todo lo que necesito para cerrar los ojos y gemir de aprobación.

— Esto está increíble, Jimin. Te juro que si no fueras guardaespaldas, serías un excelente chef.

Sus ojos se llenan de diversión y me doy cuenta de que está muy satisfecho con mi reacción.

— Entonces, ¿cómo está la socia más nueva del bufete?

— ¡Increíble! Sylvia me está tomando bajo su tutela. Cree que llegaré a ser socia junior... quizás para el próximo otoño.

— Bueno, contemplando que trabajar ochenta horas a la semana para ellos, me sorprende que no te hayan ascendido ya.

— Pero si apenas empecé el mes pasado...

La sonrisa de Jimin me dice, demasiado tarde, que me está provocando.

— Está bien, nerd. ¿Cómo van las cosas con el señor Fabián?

— Bien.

— ¿Quieres decir que sigue siendo un viejo gruñón?

Jimin suspira, mostrando por fin un atisbo de descontento.

— Me ha estado molestando para que saque a su perro a orinar.

— No puedes proteger su preciosa obra de arte si sales a pasear a un Yorkie, ¿verdad?

Nos reímos y sacudimos la cabeza.

— ¿Estás preparada para el postre?

— Por supuesto.

Jimin aparta los platos y saca su postre más impresionante: una isla flotante.

— Qué rico. Este es mi favorito.

— Lo sé.

Le sonrío y miro mi plato. El postre tiene crema de vainilla con islas flotantes de merengue rociadas con caramelo dorado. El encantador caramelo en forma de encaje adopta una forma conocida.

— Un momento...

Miro a Jimin, que está torpemente de pie.

(Es un... ¿anillo de caramelo?)

Mientras contemplo asombrada su habilidad para hacer postres, casi no me doy cuenta de que Jimin se arrodilla... y cuando me volteo para elogiarlo, quedo boquiabierta. Un diamante solitario en una elegante banda de oro descansa en el centro de una caja de terciopelo que Jimin está sosteniendo.

— Jimin...

Nuestros ojos se encuentran.

— Sara. Todo cambió el día que llegaste a mi vida.

Siento que los ojos se me llenan de lágrimas mientras lo contemplo, con el corazón acelerado.

— No soy un hombre de muchas palabras... Pero aunque lo fuera, no puedo imaginar poder decirte lo mucho que significas para mí. Solo puedo esperar que puedas sentir mi amor.

— Ay, Jimin...

Los ojos de Jimin brillan de emoción, reflejando los míos.

— Sara... ¿Quieres ser mi esposa?

Tengo que tragar dos veces antes de conseguir que mi voz pueda salir.

— Jimin... nada podría hacerme más feliz.

Los dos nos sonreímos como tontos.

— Entonces... ¿es un sí?

— ¡Por supuesto! ¡Por supuesto que es un sí!

Riendo y llorando, le paso mis brazos alrededor del cuello... y él me abraza con fuerza, soltándome lo justo para besarme. Cuando por fin nos calmamos, nos quedamos en nuestra propia burbuja, rebosantes de felicidad.

— Me alegra que hayas aceptado.

— ¿De verdad pensaste que no lo haría?

Percibo una pizca de reticencia antes de que hable.

— Bueno, ya has estado casada. No sabía si querrías repetir la experiencia.

Le pongo las manos en las mejillas y lo induzco a que me mire a la cara.

— Jimin. Mi relación contigo no se parece en nada a la anterior. Lo que dije fue en serio: nada me haría más feliz que ser tu esposa.

El alivio se apodera de las facciones de Jimin al comprender por fin la verdad.

— Me alegra escucharlo. Yo tampoco puedo esperar. Por supuesto, podemos tener un largo compromiso si quieres...

— ¡Ay, cállate!

Jimin se ríe de mi arrebato.

— Tengamos una pequeña boda... ¡lo antes posible! Soy impaciente, ¿sabes?

— A mí me parece perfecto.

Jimin me besa en la nariz mientras me derrito de nuevo en su abrazo... igual que nuestro postre, que tiene rato olvidado.

• ୨❀୧ •
Seis semanas después...

(Es demasiado para una pequeña e íntima boda)

Suspiro mientras estoy sentada en la mesa de mi cocina, intentando organizar más de quinientas invitaciones.

(Ni siquiera sé quiénes son algunas de estas personas. Pero sé por qué están en la lista)

En el momento en que Hannah y mi mamá se enteraron de la noticia de mi compromiso, empezaron a planificar... sin esperar a saber lo qué Jimin y yo teníamos pensado. Frunzo el ceño cuando lo miro mientras corta verduras en silencio en el mesón.

— Lo siento mucho, Jimin.

Él se voltea y levanta las cejas.

— Sé que esta boda no es lo que habíamos previsto. Quiero decir... el club de campo es un lugar encantador...

— Sí, claro. Lo recuerdo. Después de todo, el lago tiene patos y cisnes.

Me río, ya que eso fue exactamente lo que dijo Hannah cuando se entusiasmó con el sitio.

— Es que... siento que no puedo decirles que no, ¿sabes? Como si se los debiera, ya que mi primera boda fue algo muy apresurado y de treinta minutos. Están muy emocionadas. Sobre todo porque esta vez les agrada el novio y...

Me detengo cuando Jimin se acerca y me besa en la frente.

— Te lo dije, amor. Lo entiendo. Y sabes que atravesaría fuego por ti.

— No es tan malo, ¿verdad?

Jimin suelta una risita baja y se inclina para besarme la boca.

— Vas a tener que encontrar la manera de compensarme.

— ¿Yo? Toda esa charla sobre que harías cualquier cosa por mí...

— ¡Lo haría!

— ¿Además de atravesar fuego?

Los ojos de Jimin se entrecierran y me dedica una sonrisa pícara.

— Cualquier cosa.

— ¿Cómo qué?

— Mmm... Podría darte un masaje... Ya que estás tan estresada y todo eso.

Él se mueve por detrás de mí, y sus dedos empiezan a acariciar y masajear ligeramente mis hombros. Cierro los ojos cuando van a la base de mi cuello, disfrutando de la sensación.

— Bien, no es un mal comienzo.

— Y podría besar tu cuello tal como te gusta.

Él me lo demuestra, y el leve roce de sus labios me produce un estremecimiento.

— Ah, sí... un movimiento sólido.

Jimin se ríe contra mi cuello mientras sus manos exploran mi cuerpo, acariciándolo sugerentemente.

— Y hay otras cosas más que podría hacer...

Me inclino hacia atrás, suspirando cuando sus manos suben para acariciar mis pechos.

— Creo que voy a necesitar una demostración de esas "otras cosas" que mencionaste.

— Con mucho gusto.

De repente, siento que Jimin me levanta en sus brazos y doy un pequeño grito de sorpresa. Me lleva del comedor al dormitorio sin esfuerzo. Juguetonamente, me arroja sobre la mullida cama.

— ¡Ay!

Le frunzo el ceño fingiendo estar ofendida por el trato recibido. Jimin me devuelve la sonrisa, con los ojos brillando de picardía. La forma en que me mira hace que me derrita.

La sonrisa de Jimin se amplía y se cierne sobre mí, acercándose más con cada segundo que pasa. Mis ojos recorren su magnífica y musculosa figura. No importa el tiempo que llevemos juntos, nunca me canso.

Extiendo la mano, dejando que mis dedos sigan el camino de mis ojos... acariciando sus grandes y firmes bíceps, y sus fuertes hombros. Jimin me agarra por la cintura y empieza a besarme con urgencia. Le devuelvo los besos, profundizando en cada uno de ellos con un hambre que nunca parece satisfacerse del todo.

A medida que aumenta nuestro deseo, nos desvestimos mutuamente. Mi boca recorre su clavícula, bajando por el valle del centro de sus pectorales. Mientras bajo, Jimin inhala con brusquedad.

— "Hey, pensé que debía mostrarte lo que puedo hacer..."

Sonrío, llevándolo a mi boca y saboreando su aterciopelada longitud, sabiendo que lo disfruta. Sus dedos se enredan en mi cabello mientras lo lamo y lo introduzco profundamente, y luego lo suelto de nuevo. Lo repito una y otra vez hasta que la respiración de Jimin se vuelve agitada y me levanta, besándome con fuerza.

Nos giramos de forma que quedamos frente a frente, uno al lado del otro, y Jimin me acaricia... empezando por mis pechos con un ligero pellizco en el pezón. Me besa de nuevo y, mientras me derrito en él, cerrando los ojos, siento sus manos recorriendo mi piel.

Entonces empieza a acariciar mi cadera y luego mi muslo... antes de que sus dedos encuentren mi centro húmedo. Me encanta cómo la piel de sus dedos es un poco áspera. Empiezo a jadear cuando desliza sus dedos por mi sensible piel, provocándome. Su pulgar roza mi dura protuberancia mientras me separa con sus dedos... y yo separo las piernas, moviendo la cabeza hacia atrás por el placer. Jimin se pone encima de mí, con su punta caliente presionando contra mí.

— "Por favor, Jimin..." — susurro su nombre.

Mis dedos se clavan en sus caderas mientras él penetra profundamente. Mis jadeos se convierten en pequeños gritos y mis pensamientos son un borrón de éxtasis. Quiero más. Lo quiero más profundo.

Agarro su espalda con deseo, rodeando sus caderas con las piernas. Él respira con fuerza en mi oído y sus movimientos se vuelven más rápidos y bruscos a medida que su placer llega a su punto álgido. Me está llenando y el éxtasis aumenta con cada movimiento. Grito cuando el placer me invade como una ola que me atraviesa.

Mi espalda se arquea y me aferro a él, y mis caderas se agitan mientras grito una y otra vez. Jimin jadea en mi oído, mientras se une a mí, enterrándose tan profundamente como puede. Mis gritos se convierten en gemidos, pero las sensaciones siguen siendo deliciosas mientras él se mueve. Luego, la felicidad disminuye y nos relajamos el uno contra el otro, flotando en la ola. Jimin deja escapar un suspiro de felicidad y me aparta el cabello de la cara.

— Te amo, Sara.

— Yo también te amo.

Jimin sonríe y me besa con suavidad, una y otra vez. La alegría se mezcla con el resplandor físico, y desearía que pudiéramos quedarnos así para siempre. Me besa de nuevo y nos separamos lo justo para cambiar de posición. Mi cabeza encaja perfectamente, acurrucada en el suave lugar entre su pecho y su hombro. Podría quedarme dormida fácilmente, pero lo único que puedo hacer es suspirar.

— Tengo que levantarme. Sylvia necesita el contrato de Henderson a primera hora de la mañana.

— Por supuesto.

Le doy un beso más y me levanto.

— Ah, espera... Casi lo olvido.

— ¿Qué?

— Mi familia viene a cenar mañana por la noche. Pensé que podríamos pedir comida a domicilio...

— Tonterías. Podemos encargarnos de ello.

— Eres el mejor, ¿lo sabías?

Jimin solo sonríe.

• ୨❀୧ •

Estamos en el supermercado, comprando ingredientes para la cena con mi familia.

— No puedo creer que no haya zanahorias.

— No pasa nada. Utilizaré las batatas en su lugar. De hecho, pienso que resultarán mejor en este caso.

Le lanzo una exagerada mirada de horror.

— ¿Quieres usar un ingrediente diferente? Eso no es propio de ti, Jimin. ¿Seguro que estás bien?

Una sonrisa comienza a dibujarse en su rostro, pero se congela a medio camino. Un movimiento en la esquina de mi ojo capta mi atención justo cuando Jimin gira con brusquedad. Me volteo para verlo frente a un hombre que se acerca a nosotros.

— Hola. Eh... me resultas conocido.

El hombre parece de más o menos de nuestra edad, quizás un poco más joven. Jimin se muestra cortés pero firme.

— Creo que no nos conocemos. Nunca olvido una cara.

— ¿Tu papá trabajaba en el área de construcción?

El rostro de Jimin es neutro, pero noto que su manzana de Adán sube y baja.

— Eh... no sabría decirte.

— ¿Park Jihoon?

La expresión neutra de Jimin da paso a un ceño fruncido.

— Nunca había escuchado ese nombre.

Me acerco a Jimin y deslizo mi mano en la suya.

— Jimin, será mejor que nos vayamos. La cena es dentro de dos horas.

Jimin me mira y luego vuelve a mirar al chico.

— Tenemos que irnos. Gracias por, eh... Bueno, siento no haber podido ayudarte.

Me doy cuenta de que Jimin está tan extrañado como yo mientras me aleja del hombre.

(No es sorprendente, en realidad. La mamá de Jimin falleció hace años y él nunca conoció a su papá. Nadie se sentiría cómodo si se le acercan extraños y le preguntan por un hombre al que no conoce, pero que debería conocer)

Mientras nos alejamos del desconocido, intercambiamos una mirada.

— ¿Qué fue eso?

Jimin parece sumido en sus pensamientos mientras me responde.

— Probablemente me confundió con otra persona. Bueno, ya pasó. Vayamos por unos guisantes congelados.

• ୨❀୧ •

Una hora y media más tarde, la cena se está cocinando a fuego lento en el horno. Dejo a Jimin para ir a cambiarme.

~ Conjunto elegido ~

(¡Perfecto!)

Jimin se asoma para avisarme que llegaron los invitados.

— ¡Ya salgo!

Media hora después, mi entusiasmo por esta cena familiar se ha esfumado.

— Y le dije que, por supuesto, vamos a tener un pastel para el novio. TENEMOS que tener algo de chocolate junto con el pastel de boda.

— Con todas las personas que asistirán, quizás deberíamos tener dos pasteles de boda — agrega, Vanessa.

— Quizás incluso tres...

Mi mamá, por suerte, las detiene.

— Conversé con el cuarteto del que te comenté. Están libres a finales de diciembre.

— ¿El cuarteto? Pero ya te dije que Jimin y Sara van a tener a "Union of Pistols". ¡Ya los contraté!

— ¿Pero son un grupo de rock?

— ¿Y qué?

— ¿De verdad? A ellos... ¡les falta elegancia!

— Oh-oh... De ninguna manera. Quiero contratar a una banda local buena, no a unos rockeros.

Hannah sacude la cabeza con fervor.

— ¡Union of Pistols es la banda local más importante de los últimos años! Fueron teloneros de Flaming Squad, ¿sabes?

— ¿Se supone que eso significa algo para mí?

— Queremos bailar y divertirnos en la recepción...

— Un cuarteto de cuerda puede tocar unos valses preciosos, ¿sabes?

Hago una leve mueca y miro a Jimin, pero él las ignora cuidadosamente. Mi papá está demasiado ocupado separando los guisantes de las batatas para prestarle atención a nada. Me volteo hacia Vanessa, que está sentada a mi izquierda.

— ¿Tu departamento ha avanzado en la investigación de esos robos?

Vanessa trabaja para la polícia y, aunque no puede dar detalles, no le importa hablar de los casos en términos generales.

— ¿Te refieres a los robos?

— Sí, en las casas de los ricos.

— Todavía no hemos atrapado a nadie. De hecho, ayer mismo atacaron otro lugar.

— ¿De verdad?

— Sip. Salió en todas las noticias. Se llevaron varios cuadros y antigüedades.

Le lanzo a Jimin una mirada de preocupación.

(Su cliente actual, el señor Fabián, es un hombre mayor y rico con una colección de arte... Justo el tipo de objetivo que parece preferir el ladrón. Sé que Jimin es increíble en su trabajo, pero no puedo evitar preocuparme...)

— Estamos vigilando el mercado negro, por supuesto. El tipo está destinado a cometer un error, y normalmente eso ocurre cuando intentan vender las cosas que han robado.

— Sí. Supongo que no quieren ocultar la mercancía indefinidamente...

El sonido del timbre me interrumpe. Jimin se levanta y me dedica una rápida sonrisa mientras sale a atender la puerta.

— En fin. Espero que atrapen pronto al tipo.

— Sí, ¿verdad? Hasta ahora el ladrón solo ha robado en casas vacías, ¿sabes? Pero me preocupa que, tarde o temprano, cometa un error... Y me preocupa lo que pueda pasar si hay alguien en casa.

— Eso no sería bueno.

— No, no lo sería. El robo es una cosa... Pero no me gustaría que alguien saliera herido.

Miro en dirección a la puerta principal.

(Jimin se está tardando mucho. Quizás debería ir a ver cómo está...)

— ... y Vanessa está de acuerdo conmigo. ¿Verdad, Vanessa?

— Oh. Eh...

— ¡Esto es una boda, Hannah, no una fiesta de quince años!

Mi padre las interrumpe, cansado.

— ¡¿De verdad?! Porque escucharlas hablar de pancartas y flores sin parar me está dando esa impresión.

Me doy cuenta de que están a punto de arrastrarme a la discusión, así que me levanto para ir a ver por qué Jimin tarda tanto. Cuando llego a donde está él, veo a un hombre de pie en la puerta. Con una sensación de mareo en el estómago, me doy cuenta de que es el mismo tipo raro del supermercado.

Me muevo con rapidez hacia el lado de Jimin, y me doy cuenta de que mi prometido está muy quieto, con una expresión de sorpresa congelada en el rostro.

— Mmm... ¿podemos ayudarte de alguna manera?

— Tú debes ser Sara Harington. Soy Park Jihyun.

Parpadeo un par de veces, confundida.

— ¿Está bien?

El hombre me mira con una sonrisita.

— Es un placer conocerte. Soy el hermano de Jimin.

— ¡¿El hermano de Jimin?!

Continuará...

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