VI
La mañana había llegado. Pure abrió sus ojos de manera suave y pesadez y es que la poca iluminación natural lograba entrar por las cortinas, sentía como unos brazos lo rodean por la cintura, su cabello revuelto y su posición de cucharita, él estaba ahí, durmiendo mientras seguían abrazados.
Pure se giro, pudiendo ver a detalle el rostro del monarca, miro como era más maduro que la de él, de como esas pestañas blancas y esas leves arrugas. Sonrió un poco al creer que ese hombre era un viejo, tal vez no recordaba quien era él, pero a menos se sentía cómodo y feliz, era como alguien familiar.
Antes de que pudiera sentarse en la cama, termino por ver esos impotente ojos púrpuras, quien parecían brillas debido al amor y felicidad que tenían.
— No te burles a mis espaldas.
Susurró suave, acercando y besar la frente, logrando hacerlo ruborizar, quien después de eso, no trato de ver.
— Vamos Puré Vanilla, tienes a menos que admitir que es lindo esas muestras de afecto.
— Yo... Si, lo son... Solo que...
Había tomado asiento, junto al emperador, quien esperaba una respuesta, Puré se dedicó a tomar las sábanas estaba nervioso, sus mejillas estaban tan rojas que poco a poco sus orejas estaban iguales. Esto fue visto por el moreno quien de nuevo se acercó, besando y mordiendo un poco el lóbulo, haciendo que el menor solo se estremeciera, sintiera un suave sentimiento de extrañeza y satisfacción.
— Perdón... Me siento cómodo a su lado.
Logro decir, después de un suave suspiro que hizo alejar al moreno, le brindo una sonrisa cómoda y lo abrazo con dulzura.
— Lo lamento mi manera de ser, es que espere tanto por ti, no podía salir de mi nación, por órdenes de los antiguos reyes, pero ahora que fui el gobernante salía por ti.
Pure escucho todo eso, el no estaba seguro si era esa persona, seguía sin creer que él era ese tal "Pure Vanilla" si obedecía a ese nombre era por el hecho de no recibir algun castigo de parte del gobernante.
El no recuerda su pasado, solo recuerda ser salvado por Black Raisin y todo se vuelve blanco, hasta el día que el despierta, en dónde va conociendo poco a poco a sus nuevos amigos.
Black Raisin aunque no lo parezca es demasiado mayor, debido a su manera de vivir es casi imperceptible. Haciendo que se siga viendo joven.
Pure logra ver cómo el gobernante se pone de pie, su atuendo es el mismo, cosa que el rubio camina hasta él, lo ayuda a acomodarlo, después de todo, fue culpa suya que el monarca durmiera ahí. Ayudo acomodando la ropa, en cambio solo para caminar hasta la corona que estaba sobre la mesita de noche.
Cacao se siente contento, se imagina muchas cosas, entre ellas un hermoso matrimonio que sería demasiado hermoso. Una vez que Pure regresa es cuando sostiene la corona, le hace recordar el pasado, cuando recién toma el título como gobernante tras la caída de sus padres que de manera misteriosa habían muerto. Pero eso no le impidió que fuera tranquilo, su gobierno se llevó acabo, a base de claridad y firmeza, a su vida llegó el primer heredero, un joven príncipe que nacio en una de sus doncellas, pero tras un sucesos la doncella termino muriendo, dejando al pequeño en manos del monarca quien cuido por mucho tiempo, el monarca miro de nuevo el rostro de ese joven, mirando las largas pestañas que lentamente se juntaron, mientras una sonrisa inocente y suave nacía.
— No me odio en absoluto, eres lo mejor que tengo. La felicidad no se detendrá tengamos o no familia.
Sus palabras confundieron al rubio, no comprendía por qué eso, solo dirigio su rostro hacia el moreno quien seguía mirándolo con suavidad.
— Te amo tanto.
Beso de nuevo la frente, está vez su mano tomo la mano del menor y después de ese pequeño gesto salió.
Dejo a un Pure Vanilla confundido, tenía mucho que pensar mucho, aún así miro con calma aquella caja, tal vez, sería buena idea vestirse por un momento así, esperando así recordar el pasado, pero no era por ese motivo, sino que también estaba el motivo de tener la mirada de ese monarca.
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Affogato estaba en la sala del trono, caminaba en círculos, esperando al emperador, estaba un tanto incómodo, había ido a buscarlo a su habitación y no lo encontró, incluso la noche anterior tampoco. Y eso lo estaba poniendo nervioso, el suave aroma hacia relajar a todos, pero no había duda que el consejero real estaba incómodo y molesto.
Finalmente el emperador llegó, su caminata fue tranquila y los presentes hicieron reverencias, tomo asiento en el trono, el aroma le pareció algo agobiante, adoraba más el aroma de vainilla que su amado brindaba y esto fue perceptible por el consejero.
— Majestad, ¿Dónde estuvo? Ya es algo tarde...
— Estuve ocupado. Pero a menos ya has tomado una decisión.
— ¿Decisión? No, usted debe de saber primero, no quisiera que se enojara conmigo majestad.
— Perfecto. Hablen.
Está vez su orden fue directamente hacia los presentes, que eran algunos soldados y otros secretarios de sectores.
— No hemos encontrado pistas su alteza, estimamos que el principe salió del territorio.
— Entiendo...
— Alteza si me permite, quiero decir una teoría. Pienso que el principe logro salir debido que alguien de nuestra nación salió. Recuerde que envío a un Erudito de la Villa del café.
— ¿Que dices? La villa del café es la más leal. ¿Que te hace creer que ese joven erudito haga tales cosas?
Affogato sonó molesto, encarando a ese joven ministro quien solamente no levantó la mirada lleno de miedo de que el emperador estuviera del lado del consejero.
— Eso es cierto, pero él a salido de mi nación, posiblemente se infiltró en la línea del ejército para poder salir de aquí.
Hablo Dark Cacao con seriedad. Aunque lentamente comenzó a pensar y una suave sonrisa nació.
— Bien, esto es la nuevo decreto, Cierre de nación.
Affogato quedó sorprendido. Los que estaban presentes se estremecieron, aquello era solamente cuando había problemas, ¿Acaso era tan complicado? ¿Que ni siquiera el consejero o soldados se daban cuenta?
— Majestad ¿Está seguro? Digo, deberíamos mejor pensarlo bien ¿No cree?
Affogato siguió hablando, cosa que el emperador se puso de pie.
— Eso me da entender que estás apoyando al príncipe.
— ¿Que? ¡No! Soy leal a usted y bien lo sabe.
El consejero palideceo, sin embargo se defendió, haciendo que el gobernante se dirigiera a sus hombres.
— Se a terminado la reunión.
Los hombres hicieron una reverencia y se fueron, Affogato quedó en silencio, viendo al gobernante irse, esto molesto tanto, no pensó que el gobernante tomará decisiones tan apresurada, ni siquiera había escuchado sus palabras, miro el incienso solo para recordar de quién pudiera tratarse.
Había ido tras ese visitante, tras ese molesto plebeyo, lo encontró, en los jardines, mientras unos animales como topos se encontraban en su regazo, el consejero lo miro, se asombro al verlo usar ese atuendo, tan diferente al regional.
— Tu...
Affogato se molestó, lo llamo, haciendo que el rubio dirigiera su vista, sorprendiendose un poco, ya que los animales terminaron por huir.
— Tu te has metido con su majestad, has hecho lo peor... Has provocado todo un mal.
— ¿Cómo? No te entiendo, no he hecho nada malo.
— ¿No has hecho nada malo? Aw cosita... No me importa, por tu culpa el emperador no escucho mis palabras ahora dió decreto de cierre de nación, y esto es muy peligroso, pero ahora te sientes superior ¿No?
Affogato movió su báculo iba a golpear a ese condenando plebeyo, no iba a destruir su plan, que durante años había logrado conseguir.
— Voy a darte una lec...
Quedó en silencio. Su báculo dejo de moverse y es que alguien más había sujetado ese báculo. Pure estaba temeroso, no quería recibir un daño, pero al no sentirlo, abrió sus ojos un poco, encontrándose con aquel emperador.
Affogato sintió un escalofríos recorrer su cuerpo, era increíble. Sin embargo su vista fue lenta hasta llegar a ver la presencia del hombre.
— ¿Cómo te atreves a hacer eso? Sabes que es delito, estás dañando a tu futura gobernante.
La voz del monarca sono tan fría, llena de odio, Affogato rápidamente se hinco, disculpándose pidiendo clemencia, estaba llorando.
— Lo... Lo lamento majestad... Pido clemencia.... Clemanecia...
El gobernante alzó su mano, el destello de energía púrpura entre pequeños rayos, apareció estaba por herirlo, pero Pure se acercó, tocó su brazo tratando de detenerlo, su mano lentamente lo guió hasta aquella energía que sentía un suave ardor. Cosa que Cacao noto y a los pocos segundos dejo de hacerlo.
— Está bien, espero que esto no se repita.
— Gracias a maestro Pure Vanilla. Gracias su majestad, le han perdonado la vida a este fiel seguidor.
Con esas palabras tomo su báculo y se fue. Su camino fue de miedo y a la ves de enojo, no haría nada a menos no por el momento.
— Siempre tan suave con las personas, deberías de tener cuidado, no todos están llenos de buenas intenciones.
— Cierto, pero el no se merece que lo trates así, supongo que tuvo una equivocación.
— Aún así, no deben de tratarte mal.
— No me molesto, solo me confundió. A menos eso creo, ven, vamos a comer algo.
Con esas palabras y tomar el brazo de Cacao caminaron hasta una pequeña mesa en el jardín, el clima no era tan frío como en otras ocasiones era perfecto para mantener una comida tibia y deliciosa, el rubio sonrió con amor mientras el gobernante lo miraba.
— Te ves hermoso cuando sonríes.
Esa pequeña frase hizo que el rubio se ruborizara, su mirada fue nerviosa y su mano cubrio un poco sus labios.
— Vamos no estés así. Es la realidad.
El emperador se acercó, le tomo la mano con amor y le brindo un suave beso en las mejillas.
— Desayunemos.
Dijo.
A lo lejos se encontraba Affogato, mirando al dúo disfrutar de uno y del otro, no podía creer que todo lo que estaba pasando era por culpa de él, no creyó que el emperador lograría encontrarlo.
— ¿Espiando al emperador Affogato? Ha ha ha
— Cállate Caramel...
— Vaya y pensar que eras alguien distinguido, pero tal parece que le tienes celos al joven maestro.
— ¿Celoso yo? ¿De ese plebeyo? Ni loco. Es solo que...
— Se interpone en tu plan. Lo sé. ¿Por qué continuas con eso? No puedes simplemente olvidarlo. Y dedicarte a hacer tu trabajo, has llevado a la nación a grandes glorias, pero en cambio, has solo destruido tu integridad solo por una venganza.
— Caramel debes entender que esto lo hago por nuestra villa, nuestra villa casi fue masacrada, el emperador en aquel entonces nos abandonó a nuestra suerte. ¿Por qué no me apoyas en esto?
— Yo creía en ti, pero... Desde que enviastes a los reyes a esa guerre, comencé a notar tu egoísmo, tu verdadera venganza. Tu solo quiere asesinar a los reyes. Cueste lo que cueste, no importa si la nación cae junto a ellos, solo los quieres ver muerto.
— Es por el bien de ti, de mi, de todos.
— No, solo es de ti, nunca pensé que cambiarás tanto... Me hice una guerrera para estar aquí, verte, pero veo, que solo fue una mentira que me impuse.
— Caramel...
Affogato estaba por acercarse, pero ella retrocedió.
— Debí a verme ido con el principe cuando tuve oportunidad.
Susurró, solo para finalmente irse, dejando a un Affogato más que triste, quien lentamente cambio rotundamente a la irá. Miro por última vez ese dúo quien parecía estar felices, solo para darle la espalda e irse también.
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El pequeño pueblo se encontraba haciendo sus deberes, el grupo de investigadores, Espresso y Eclair, se encontraban trabajando muy duro, sin embargo Espresso empezó a sentirse fastidiado, puesto había niños que estaban enfrente del escritorio, mirando los movimientos de aquel hombre. Eclair había descansado hace unos minutos y se encontraba jugando con los niños, sin contar que Tea parecía fascinado a pesar de que su rostro no cambia de expresión y es que el caballero miraba encantador a ese joven erudito.
— Eclair, porque no sales de la carpa. Y llévate a todos los niños.
— ¡A la orden!
Llamo a todos y finalmente se fueron, Espresso siguió investigando, el libro no llegaba en absoluto y sus investigaciones estaban tardando, sobre todo el informe. No fue hasta que alguien entro, a principio no llamo su atención ya que estaba sumido en la investigación cuando finalmente se alejo de aquel artefacto.
— ¡¿Que?!
Su vista fue alzada, el encontrarse con aquel hombre de cabellos oscuros y ojos rubí. Espresso miro con sorpresa e hizo una leve reverencia.
— ¿Ya sabes?
— Hace unos segundos, usted se dió cuenta.
— Es el motivo por la cual está tierra no es fértil para las plantas de esta nación.
— No pensé que... Los únicos capaces de eso, son...
— Aquellas armas de la familia real.
El hombre dejo presente la espada de una gema rubí incrustada. Haciendo que Espresso solo quedará estático.
— Su alteza... ¿Sabe que sucedió?
El hombre solo miro a Espresso, sin embargo no dijo nada, no tenía pensando decir alguna queja, puesto había más que debía de revelarse.
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