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—Escojan una pareja y vayan a hacer la rutina que les enseñé —pidió su profesor de educación física, tocando el silbato.
Jennie le dirigió una rápida mirada a su mejor amiga y ambas asintieron. Jisoo se acercó discretamente a Lalisa que conversaba con su mejor amiga, y pestañeando lento le preguntó si podían ser juntas.
La menor se congeló unos segundos, y luego miró a Roseanne como diciendo un "lo siento" y se volteó otra vez hacia la coreana mayor, sonriéndole como boba enamorada. Por supuesto que aceptaría ser su pareja en la rutina. Jisoo se la llevó del brazo, dejando sola a la neozelandesa, quien frunció los labios mirando hacia Jennie. Sabía que había sido su idea y lo confirmó cuando esta comenzó a caminar hacia ella con una ceja alzada.
Aunque ninguna contaba con que una muchacha bastante linda de su curso le ganara a Jennie, llegando antes donde Roseanne, pestañeando igual de coqueta como había hecho Jisoo hace un rato, con todas las intenciones de proponerle ser juntas.
Jen apresuró sus pasos, arrugando el ceño.
—¿Podríamos ser jun-?
—Piérdete, niña, Park ya es conmigo —y sacó a Roseanne de ahí, dejando a la chica y a la rubia de boca abierta.
—Wow, relájate, bonita. No tienes que ser tan celosa.
—Ya quisieras.
—No debiste ser así de mala con esa chica. Quizás debería ir a ver si está bien —dijo con gracia, haciendo como si girara para buscar a la joven de antes.
Jennie pisó su pie con rabia y Roseanne no supo cómo ese pequeño cuerpo tenía tanta fuerza.
—Tú no te mueves de acá, tarada.
Roseanne reprimió una mueca de dolor, inflando sus mejillas.
—Lunática —escupió, sobando su pie.
—Cállate y partamos con la rutina, el profesor nos está mirando.
Roseanne no quería admitirlo, pero estaba fascinada con trabajar con Jennie. Se veía tan sexy con esos cortos shorts y playera ajustada, agachándose cada tanto para las sentadillas.
—Mis ojos están aquí arriba, idiota —le regañó, notando que le estaba mirando las tetas.
Roseanne tuvo el descaro de sonreírle mientras el resto de sus compañeros las observaban con intriga. ¿Qué se supone que hacía la reina de Oddatelier con su peor enemiga? Todos sabían que no se soportaban.
Estaban en el último ejercicio de la rutina, Jennie debía hacer abdominales y Roseanne tenía que sostenerle las rodillas.
La mayor se había acostado sobre una colchoneta y elevaba el abdomen con dificultad.
—Se nota que las princesitas como tú no se ejercitan —se burló Roseanne, viendo lo mal que lo estaba haciendo su compañera. La castaña tenía un cuerpo hermoso y delgado, pero por genética, pues ella detestaba sudar por culpa de los deportes, así que no los practicaba con regularidad—. Así no van las manos, Kim —volvió a hablar, esta vez separándole las rodillas y bajando su torso hasta tomar las manos de Jennie y colocarlas en la posición correcta para generar mejor equilibrio.
Ahora quedaron cara a cara, Jennie echada en la colchoneta y Roseanne entre sus piernas, quien le sonrió engreída, la coreana tenía sus ojos sobre sus labios y parecía que moría por besarla.
—Mis ojos están aquí arriba —repitió lo que había dicho antes la más baja, y esta le observó ahora con molestia.
—Perdón, me estaba fijando en el grano que tenías —mintió, pues la piel de la idiota de Park estaba tan lisa como la suya, pero tampoco se iba a dejar humillar.
Roseanne rió sin despegarse, decidida vengarse.
Discretamente, y sin que nadie las viera, hizo presión con su rodilla que estaba entremedio de las piernas de la mayor, justo dando con su centro. Jennie jadeó con sorpresa, tapándose la boca.
—Vaya, que sensible eres, Jenjen —le guiñó un ojo y se alejó, sin querer llamar la atención del resto.
A Jennie le tomó unos segundos recomponerse, sintiendo de repente su piel caliente. ¿Cómo esa imbécil había dado justo en su punto exacto?
Se acomodó con la cara roja y siguió con los abdominales, ignorando la cara de diversión de la menor. No iba a pelear porque no estaba en condiciones ahora.
Jodida Park.
●●●
El timbre para almuerzo había sonado hace pocos minutos. El camerino estaba casi vacío, a excepción de Jennie, Jisoo, Roseanne y otras dos muchachas más.
Cuando las jóvenes salieron por fin, Roseanne le susurró algo a su amiga, quien asintió y tomó su mochila, largándose de allí.
Roseanne había observado todo por el reflejo del espejo, volteándose hacia la bajita con una ceja alzada.
—¿Qué?
—Nada... solo, bueno, supongo que le dijiste a tu amiga que se fuera para dejarnos a solas porque mueres porque te bese —le sonrió.
—Oh, por Dios, resulta que te doy un simple beso y se te suben los humos a la cabeza —se cruzó de brazos, apoyándose en la pared.
—¿Simple beso? Parecía que querías que te follara allí mismo —rió, acercándose a ella.
Jennie rodó los ojos, mirando sus uñas con fingido desinterés.
—No te creas mucho, Park. Un beso no es nada.
—No solo me has besado, Jenjen —canturreó, apoyando una mano contra la pared para acorralarla contra esta—. Te recuerdo que te gusta mandarme fotos de tus tetas también —sonrió.
—¿A mí me gusta? Eres tú quien las pide.
—Bueno, no te negaré, me gustan esos pezones rosados.
Jennie abrió la boca tanto como su mandíbula se lo permitió, honestamente sorprendida del descaro de esa rubia. No sabía de a dónde se había sacado la personalidad, pero mierda, le encantaba que fuese así.
—Cuidado con las moscas, bonita —Rosé cerró su boca y se pegó a ella, no haciéndose de rogar para besarla otra vez.
Jennie cerró los ojos, dejándose apretar contra la muralla, sintiendo las manos de la menor meterse bajo su remera. Le acariciaba el estómago mientras mordía y chupaba sus labios, gruñendo de excitación en cuanto Jennie se permitió gemir en el momento que subió sus dedos y le tocó por encima de su brasier.
—La... l-la puerta, Park —susurró, mareada ante el toque—. Alguien puede entrar...
La nombrada hizo todo su esfuerzo por separarse de ella y corrió hasta ponerle seguro a la puerta del camerino. Si alguna maestra preguntaba por qué estaba con llave, se inventarían una excusa sin mucho problema.
Roseanne volvió hacia la joven que dejó recostada en la pared, aunque una vez conectó sus labios, Jennie la empujó hacia atrás hasta que se sentara en el borde del ancho banco que tenía el camarín, subiéndose sobre su regazo.
Sus manos viajaron sin pensarlo dos veces, cayendo en el trasero de Kim que apretó sobre la tela de sus prendas.
—Park... —gimió, moviendo sus caderas con el centro palpitante. Le ponía tanto hacerlo con su enemiga, o lo que sea que fueran.
Roseanne aprovechó de meter su lengua en el beso, hurgando hasta el fondo mientras ambas jadeaban. Al ser baja, Jennie le quedaba a la misma altura, facilitando las cosas. Llevó una mano por detrás de la espalda de la coreana, por debajo de su remera y desabrochó su sostén sin esfuerzo, liberando esos hermosos senos que bien conocía. Todavía no podía verlos en vivo y en directo, pues la playera seguía en el cuerpo de Jennie, pero sus pezones erectos se dejaban apreciar.
—Deja de mirar y actúa —le dijo, desafiante.
Roseanne rió suave y le levantó la playera, sorprendiéndola por lo rápido de su movimiento. El frío que sintió al tener los pechos descubiertos no duró demasiado, ahora con la cálida y húmeda boca de su enemiga saboreándole las tetas.
—¡Rosé! —gimió, pasando los brazos por detrás de su cabeza—. Mmh... Park.
La menor tenía los ojos cerrados igual que ella, mordisqueando y lamiendo sus senos como bebé hambriento, afirmándola por su torso. Tenía su cabeza entre esos preciosos pechos, pareciendo disfrutar de un buffet.
Jennie creía estar en el cielo, viendo estrellas y ángeles, pero su mundo perfecto se vio interrumpido una vez sintió la gran mano de Roseanne escabullirse por sus shorts.
Lo sabía, si no se detenía ahora Roseanne se la iba a follar y era demasiado pronto. Debía asegurarse primero su maldito tango antes de tener sexo con Park.
—D-detente —suspiró, viendo el momento en que Roseanne salía de sus pechos con ojitos tristes y confundidos. Se veía tan caliente así, que Jennie se replanteó una vez más si todo aquello valía la pena o mejor se entregaba de una vez por todas a esa sexy y tonta desteñida.
Pero no. Debía ser fuerte.
—¿Por qué? —cuestionó, sus pupilas aún oscuras.
—Debemos ir a almorzar —susurró a penas, bajándose de su regazo.
Se puso sus partes de arriba de la ropa y fue hasta el espejo para retocarse el maquillaje. La verdad seguía con ganas de todo y más, pero tenía que actuar para no ser tan obvia.
Roseanne, que le tomó un rato levantarse, se colocó a su lado en el espejo.
—¿Te gustó al menos? —preguntó, y Jennie se impresionó por su tono tímido. Se volteó hacia ella y sonrió, atrayéndola de sus anchas prendas.
—Sí, Park, claro que sí —admitió, alzando las puntas de sus pies para volver a unir sus labios, colgándose de su cuello.
Bueno, estaba actuando un poco colgada por esa alta chica, pero no podían culparla, Roseanne acaba de darle la mejor chupada de tetas de su historia, tenía que agradecerle, ¿no?
Se besuquearon un tiempo más hasta que Jen se separó, guardando sus cosas.
Luego de ese beso las cosas parecieron volver a la normalidad.
—Nada de esto ocurrió, Park.
—Claro que no, enanita.
Y Jennie se fue primero, no queriendo que las vieran salir juntas.
Roseanne se quedó con una sonrisa de oreja a oreja que nadie le pudo borrar.
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