8 》Eres mía, esa fue mi recompensa

—¿Cuanto quieres maldita uva, eh? Dime, y si lo consigues, te lo doy. ¿Trato?

—¿Porqué siento que ya no tiene miedo de que le robe a su hija?

—Eres una maldita cínica. ¿Cuanto quieres por convencer a mi hija a la vacunacion anual?

—Cínica me dices, y usted lo es más —se mofó decir la de cabellos morados, cruzándose de brazos.

Hoy era viernes, tocaba ir a la vacunación anual de la rubia menor, y justamente era la tarea más difícil porque está era un drama andante cada vez que iba a uno, porque luego se quejaba del dolor en su suave y maltratada piel. Aunque Panambi la entendía, habían enfermeras locas y brutas, pero no por eso siempre serían así.

Sin embargo, estaba tan al tanto de la situación que cuando Bakugo Katsuki, el padre de la menor, la buscaba contratar como si fuera el chef en el matadero, a escondidas de la Señora Bakugo, se sentía complacida, se decía que Shinsou y Panambi eran el "tal para cual". Por eso Katsuki iba maldiciendo mentalmente, porque ahora se encontraba tragandose su orgullo, la última vez que la había llevado al médico tuvo que darle un golpe en la nuca a su hija para evitar que esta se resistiera, claramente se llevó un castigo por parte de su esposa por haber optado por esa opción, ¿pero que esperaban? Que le contará mentiras para que fuera a la boca del lobo? Pues que se jodan, no haría eso.

—Hmp.

—Ya deja de hacerte la importante, dímelo o muérete.

—Bien, lo haré, pero me dejará llevarla una semana de viaje conmigo. Y no sé quejara. No hay reembolso, acuérdese Bakugo-kun. Me ha dado la potestad de su hija, es mía a partir de ahora, jum~ un gusto hacer tratos con usted jajaja ah~ —dijo la peli morada, agarrando su celular para luego empezar a dejar atrás al rubio ceniza.

Quién estaba que quería matarla, pero se largó de allí, antes de mandar todo a la mierda.

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La rubia no sabía bien como había acabado siendo llevada por la de cabello morado a alguna parte pero con los ojos vendados, claro está que la mayor le había robado varios besos que la habían hecho encender tal cual fuera un fosfórico a punto de explotar tres veces tras cada roce. Pero al temer caerse, se reservaba la idea de matarla.

—Maldita sea, dime a donde me llevas, sempai.

—Si te lo digo, dejará de ser sorpresa, y si no superar esta fase de la sorpresa me desilucionaras Kouhai-chan ~

La rubia frunció el ceño, no quería defraudarla, pero, ¿que era tan importante como para dejar sin la vista? ¿Que tramaba?

—Tks... Te mataré...

—Si, si si, también te amo~

La rubia se mordió el labio inferior, pero cuando sintió que era alzada cual si fuera una dama en apuros, su corazón dio un salto de susto y sorpresa.

—¡Ahhh?que crees que haces??

—Pues mimando a mi novia... Antes de que me mate.

Lo último le había sonado a murmullo casi sin poder entender. Pero cuando logró oler el aroma, supo dónde estaba.

El aroma a desinfectante, mentol, fuerte y que te traía un estado de drogado por la paz, y ese era el... HOSPITAL.

Todas sus alarmas se activaron.

Intentó huir pero los brazos de su novia no la dejaban.

Pataleaba, pero cuando escucho la puerta abrirse, su corazón supo que sólo estaba la ventana para escaparse, pero no contó con un detalle.

—¿Estás acaso pensando en huir, mi luz? —preguntó con cierta voz ronca al oído de la rubia.

Logrando que aquello la hiciera estremecer, jadeando, pero se mordió la lengua y:

—MALDITA BASTARDA, ME HAS TRAICIONADO!? ¿Cómo te has atrevido a...?

—Caíste, perdón Kouhai-chan, pero es por tu bien. Ahora irás, aceptaras tranquila la vacuna y te daré un premio a la vuelta. Te amo, estaré a tu lado todo el tiempo. —era claro que Panambi Pucca había usado el "control de mentes" para hacer más tranquilo la cooperación de la rubia con este acontecimiento.

Era jugar sucio, pero era eso, o sobornar la con algo que capaz no iba a poder cumplirlo nunca. Y más con el poco tiempo que tenía ya que, estaba a pocos días del examen de ingreso a la Universidad, mientras su Kouhai recién iba a por el tercer año en el colegio.

Horas más tardes, la rubia había salido ilesa, por suerte la enfermera está vez había sido delicada y ya estaba lista para ir a dormir. O bien se encontraba tranquila, por lo que la pelimorada tan le agarró la mano, y la dirigió a su nueva moto.

—Ponte los cascos.

—¿Pará qué? No me vas a dejar en paz ahora que conseguiste lo que querías. Maldita tramposa de mierda.

La pelimorada hizo una mueca, sabía lo rencorosa e infantil que podía ser, pero le dolía que fuera así con ella, ya había pasado una temporada lejos de ella, y ahora no se lo quería ni imaginar. Eso era el motivo por el cual había avisado horas atras a su padre que iría a la cabaña de la montaña del cerro cerca, para pasar una pequeña semana con ella, cerca de su novia.

—No fue mi idea traicionarte. Pero... Supuse que era mejor idea a que tu padre te golpeara o que tu madre te prohibiera usar tu celular. Yo se que si no lees un poco y tienes música cerca no eres feliz. Así que... ¿Hazme el favor de ponertelo si?

La rubia reacia se lo coloca para luego ver como su novia sube a la moto y ella detrás, llevándola a quien sabe donde.

Tras una hora y media, habían logrado llegar, viendo una pequeña pero hogareña cabaña de color de madera rubia, con detalles suaves de tonos caoba.

—¿Donde estamos?.

—En una cabaña familiar.

—¿Pero para que?

—Pues...

—Dime.

La voz firme y seca de la rubia la hizo chasquear la lengua contra el paladar, se frustraba por la fuerza de voluntad que tenía en ella para darle información que no podía o no deseaba en el momento. Aunque no le hiciera ni falsa tener un quirk como el de ella, esto sucedía tan fácil desde que supo que estaba enamorada de su kouhai.

—Tu padre me contrató si se puede decir, claro. Con la excusa de que fuese yo la que te llevara. Que con el siempre termina mal y queda mal parado con tu madre. Así que, lo acepté porque no todos los días ves que el orgullo DEL GRAN Bakugo Katsuki se doblega por situaciones como esta. Así que lo hice a cambio de algo.

La rubia la miraba sin creerla, sin saber porqué había aceptado semejante cosa. Prácticamente estaban hablando como si fuera una mercancía, y más vale que tuviera una buena excusa o la mandaría a freír a la luna sus planes estúpidos.

—¿Que?

—Qué tendría potestad sobre ti, en otras palabras...

—¿¡Eeeeeeh?!

Las palabras habían hecho que se estremeciera ante semejante frase, sintiendo sus mejillas calientes.

—Eres mía, esa fue mi recompensa.

Siendo así como la peli morada levanta a la chica que parece haberse quedado en shock pero al reaccionar ya se encontraba siendo acorralada contra la cama.

—¿Q-que me vas a-a hacer?

—¡Suelta me!

—Nop.

—¡Esto es una violacion!

—MALDITA SUELTAME

—No será violacion si lo disfrutas~ te amo...  Nunca lo olvides~

Una vez dicho y hecho, las caricias, besos, por el cuello, la clavícula, junto con los suave Roces de la palma y manos de la sempai rozaba cuidadosamente el cuerpo de su amaba novia, llevando hasta el punto donde más disfrutaba tocar. Donde podía volverla loca.

Siendo así cuando las manos llegaron hasta más abajo, deslizándose tras la ropa, y perdiéndose en donde no toca el sol. Logrando que ambas se perdieran en el tiempo y lugar.

Ambas habían ganado.

Un buen acuerdo mutuo.

Se habían extrañado.

Y era este tipo de forma de ser, la que más prendía a la Kouhai.

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