11》Crush
La imagen del primer beso accidental de Eros y Emiko parecía ser una escena cruel para la pelimorada, pero cuando aquello sucedió solo prefirió callarse y tragarse todo, para seguir adelante. Sabía que todo lo que tuviera relación con la rubia ceniza era una paradoja, todo era contradictorio. Pero mientras los días fueron pasando aunque ella no lo demostrase sabía que la mujer que tenía como novia no sabía dar la cara, ¿vergüenza, miedo? Todo podía ser. Tal vez, podría ponerse en sus zapatos y decir que ella se sentía fatal pero siendo sinceros, nunca podría saber con certeza, la realidad tras esa mente. Le dolió, para que mentir. Pero sabía desde el principio, que no podía cantar victoria.
Bakugo Emiko.
Esa mujer menor de la familia explosiva en caracter y quirk.
Esa mujer pequeña a la que llevaba un año de diferencia.
Nunca le había pertenecido. Nunca fue suya, realmente ella siempre ha sido de ella misma.
Sus fantasías jugaron con su mente, y quiso marcar esa diferencia con el destino. Por lo que dejó que pasaran semanas, hasta que no aguantó, aquella rubia de la nada habia desaparecido, la había bloqueado por todos los medios, logrando que se le acabara la paciencia súbita que siempre portaba y la enfrentó. Justo cuando había dejado a Maitei, Tony, y Daipiero con Dani.
Las cosas estaban claras, Panambi podía ser muy bromista, pero lo seria lo portaba de naturaleza por su padre. Por ende, a pesar que sus ojos fueran su poder especial, nunca usaría su quirk para malas cosas pero si se viera necesario lo haría. Bakugo Katsuki fue el ejemplo claro, tuvo que desconcentrarlo para encarar en casa de la desaparecida. Al piquetear la puerta para entrar la rubia en muy estado abrió, pero no se espero verla.
Panambi estaba con ojeras típicas de su familia, pero se la notaba cansada.
—¿Q-que haces aqui?
Emiko no sabía porque el miedo había atizado por ella al verla tan seria mas aun al ver una sonrisa suave, que no coincidía con la expresión de la uva.
—¿Que hago? Vengo para que me digas a la cara todo. He soportado demasiadas veces que me bloquees cuando tienes conflictos contigo misma. Entiendo perfectamente que no nos conocemos mucho como tus otras amigas, pero... —la sonrisa se vuelve algo amarga, mientras revuelve su flequillo que solía tapar su rostro, llevandolo para atrás—¿Acaso merezco ser tratada tan malditamente mal? ¿Acaso no soy tu novia? O es que acaso eso de bloquear y desaparecer la usas como vía más rápida de cortar? Si no es así, pues fíjate que desaparecer un mes, mas el día de nuestro aniversario, fue demasiado lejos. ¿No te parece Bakugo-chan?
El tono tranquilo, exasperado pero friolento, no permitía percibir otra cosa más que dolor. Emiko fue retrocediendo por cada palabra dicha, como si fueran puñales por lo que con cada palabra sus puños se apretaban mas.
—Cállate.
—Que lástima, pero desde el principio sabías que yo no me amilano tanto cuando me dañan.
—Que te calles... —rumiando entre dientes sin levantar la mirada, temblando.
—¿Así será siempre? Me callaras y ya. No, no m-....
Panambi no pudo decir nada porque la rubia ceniza le habia agarrado del cuello de la cangurera azul, abriendo los ojos y callandola al sentir la pared contra su espalda.
—Cállate maldita uva. No tienes ni un maldito derecho de hablarme así.
Una mueca suave fue transformando la sorpresa en tristeza. Y sus labios tan solo tiemblan un poco ante lo dicho.
—¿Así que es eso? —susurra sintiendose mas débil ante la abrupta realidad—, ya veo.
La voz le había salido quebrada, por ende al ver como ambos ojos se conectan, notando las lágrimas en los ojos rubíes, supo realmente la realidad. Por lo que toma la mano de la rubia y la separa del cuello de la ropa, bruscamente, mientras los ojos morados solo se notan mucho mas vacíos de cuando llegó.
Sintiendo un escalofrío recorrerla, Emiko se muerde el labio, sintiendo ese rechazo que nunca sintió en ella.
—Yo... Yo.. No...
—¿Sabes? Vine hasta aquí para tratar de resolverlo de la mejor manera. En vez de llegar a la violencia como en tus mas oscuros pensamientos pudieran simularse de mi. Bakugo-chan, se lo que pasó aquel día...
Emiko sintió miedo, verguenza y miedo de perderla, lo había cagado, lo sabía, siempre lo hacía. Pero entre los días que había desaparecido había reflexionado e iría a hablarle, pero los días se le fueron de las manos y no tuvo el valor suficiente.
—Si tan solo me hubieras dicho a la cara, como aquella vez que discutimos por las diferencias de edades. Tal vez, la situación sería distinta. No te castigues por el pasado, pero me hubiera gustado por una vez en tu maldita vida me hubieras dicho el problema. Sin mentirme, sin esconderte, sin alejarme cuando más sabías que la habías cagado.
—¡Lo intenté, pero no es fácil! No soy como tu, no soy fuerte, no...!
—¡YA LO SE! PERO ESO NO TE DA EL PUTO DERECHO DE TRATARME COMO BASURA. —la voz se eleva por primera vez, y Emiko tiembla, tiembla por el tono y color de ojos, se la veía batallar con su quirk—, sé... que nunca fue tu intención. Pero mientras más huyes, mas dañas. Te di la oportunidad de ser feliz conmigo... Si fui egoísta, pero... Aunque no lo creas, sabía que tu no eras para mi.
La rubia ceniza frunce el ceño iba a mandarle a la mierda. ¿Quien se creía para decir aquello? Pero, las lágrimas que se deslizaron tras aquella mirada que parecía vivir un vacío y esa sonrisa tan solo parecía estar quebrandose.
—Panambi...
—Lamento haber y seguido siendo egoísta con querer tenerte para mi. Ese beso con Eros, no estuvo del todo mal, era tu destino despues de todo.
—¿¡Ese beso fue un error!? No fue destinado, eso... Eso...
—No te mientas, fue mejor que los míos. Lo se... —se había axercado a ella, para acariciar su menton y labios, con una dulce melancolía— El te amará de verdad, Bakugo Emiko, no te niegues a amar de verdad, no a él, ya han sufrido demasiado. ¿No te parece?
La voz tan melodiosa, habia tocado profundo el corazon de Emiko, por ende, las lágrimas ante la sorpresa, rabia y frustración la dejaban callada, muriendose por todo, muriendose por quemarla, y quemarse a si misma.
—¿¡porque maldita sea siempre te conformas con lo poco?! Acaso valgo demasiado poco para ti, como para luchar por mí , ¡¿es eso no!? Dime maldita sea.
Las lágrimas de Panambi seguían cayendo pero ahora su boca estaba apretada, ella temblaba, temblaba de enojo, de frustración, de decepción.
—Vales demasiado para mi, que siempre te deseare luz de bendiciones para ti, aunque sacrifique mi propia felicidad con ello...
Al levantar la mirada, sus ojos tenían ese destello caracteristico de su quirk, las lágrimas caían por montones, Emiko quiso gritar al ver aquello.
—¡¿Que has hecho!?
—Sé feliz mi crush, seremos conocidas como siempre tuvo que haber sido. Te relevo de todo, mi hermosa kouhai...
Un gran mareo recorrió por completo a la rubia al querer responder, pero su cabeza gritaba, dolía, tanto que una oscuridad la había carcomido más rápido de lo que pudo ser capaz de ser consciente, dejandola inconsciente.
Claramente Panambi, la atrapa a tiempo, deja suavemente en la cama, la acobija y ve como lentamente todo lo que le había regalado a la rubia se va desvaneciendo en polvo.
—Elegiste el camino difícil. Te querrá matar si lo descubre.
El corazón de la pelimorada saltó al escuchar su voz, era la pelinegra, Nunchi, la madre y esposa de la familia Bakugo.
—Si... —un mohin fue lo único que se escapa al suspirar, se había asustado mucho.
—Eres una chiquilla buena, igual que tu madre. Aunque me hubiera gustado que fueras feliz dentro de nuestra familia.
—Lo seré Nunchi-san... Ella lo será con Eros...
—¿Me borraras tambien la memoria? —dice con una expresion compasiva.
—No podría aunque quisiera, pero sé que elegirá bien, usted sabe que es lo mejor. Le deseo un buen camino, yo estaré velando su felicidad de lejos.
—Te mataras niña, eso no esta bien... Hitoshi se enojara mucho.
—Lo sé, pero asumo las consecuencias. Después de todo soy la luz a un mejor camino.
Nunchi no la detuvo, claramente ver a su esposo con jaqueca fue el indice de que algo sucedía, pero saber como terminaron le había dejado triste, no por su hija pequeña, sino por lo que ya carhaba consigo la hija de Itaete.
Sin duda alguna la habia relevado de toda responsabilidad. Emiko era muy joven para ser madre de tres hijos, era muy joven para estresarse por ende, todo iba bien en teoría para la familia Bakugo.
Poco después se enteró que Eros solo recordaba haber recibido un golpe muy contundente en la cabeza, claramente Panambi lo había dejado marca por tocar lo suyo pero tambien le había dado algo que tal vez nunca sabría lo que fue. Después de todo, la luz seguiría en pie.
Mientras tanto, por el lado de Panambi despues de haber usado mucho su quirk había caido en un coma por un mes, cuando despertó las cosas estaban algo sombrías, Cameron al fin se había reencontrado con sus hermanos, Eros ya era el próximo Jasy Jatere, Daniel había desaparecido como si se tratase de una historia de cachorros cuando saben que su muerte esta cerca, por lo que la muerte aplicaba a sus incógnitas. Hitoshi lo único que pudo decidir fue que la única forma para evitar que su única hija, juntos con los descendientes de Benjamin y Sirius estuvieran a salvo, era un cambio de aire.
Claramente que, aunque Panambi pareciera seguir adelante sin demostrar mucho el alma en pena que era por dentro, se alegraba de que todo lo que era ajeno a su vida fuera como debió ser. Eros había al fin logrado que Emiko fuera su novia, claro que, había recibido muchos golpes, pero parecía que era el perro mas fiel e indicado para la rubia.
Por ende, como desconocida para la rubia, le deseó un buen camino, y con la luz en sus ojos para su familia, lo poco que quedaba de ella, se trasladó a Japón, vivirían con su abuela.
Maitei, Tony y Daipiero crecerían con ambas culturas, y ya para cuando fueran mayores, tal vez sus destinos comenzarían en el lugar que dejaron atrás. Después de todo, nadie abandona sus raíces para siempre.
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