⛓ 18 ⛓
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Volví a meter el pétalo de rosa en el libro y acababa de dejarlo donde estaba, justo cuando oí el eco de unos pasos en el pasillo.
Parecía que alguien se encaminaba directamente a la biblioteca.
Me había atrapado.
Yoongi entró en la estancia.
Llevaba unos pantalones de color tostado anudados a la cintura, e iba sin camisa.
Si estaba sorprendido de verme allí, no lo demostró.
Encendió una pequeña lámpara.
— Jimin —dijo, como si fuera lo más normal del mundo que yo estuviera en la biblioteca a las dos de la madrugada.
— No podía dormir.
— ¿Y has decidido que la poesía te noquearía? —preguntó, advirtiendo ante qué sección estaba.
— Te propongo un juego, ¿te parece?
«Ella camina en hermosura como la noche/
de regiones sin nubes y cielos estrellados;
y todo lo mejor de la oscuridad,
y el brillo se encuentra en su aspecto,
y sus ojos...»
Me sonrió.
— ¿De qué poeta es?
— Lord Byron.
Me crucé de brazos.
— Me toca.
«Duermo contigo y me despierto contigo,/
pero tú no estás aquí;
mis brazos sólo piensan en ti,
y estrechan el aire»
La diversión le iluminó el semblante.
— No debería haberle sugerido una competición como ésta a un bibliotecario licenciado en Letras. Ése no lo sé.
— John Clare. Un punto para mí.
Esbozó una traviesa sonrisa.
— Prueba con éste —dijo.
— «No dejes que tu corazón profético,
me presagie mal alguno.
El destino puede ponerse de tu parte
y dar cumplimiento a tus temores»
Vaya, esa estrofa era un poco críptica (Refiere a algo que no es comprensible para la mayoría de las personas porque está hecho para ser entendido por unos pocos).
Entorné los ojos.
— John Donne.
Asintió.
— Tu turno.
Inspiré hondo y pensé en el poema que había leído el miércoles por la noche, el que me delataría.
¿Lo reconocería él?
— «Me diste la llave de tu corazón, mi amor;/
¿por qué entonces me haces llamar a la puerta?»
«Lo sé —le dije con la mirada— Lo sé y quiero esto. Te quiero a ti»
Pero Yoongi no demostró ninguna sorpresa, sólo esbozó aquella sonrisa suya que me calentaba el corazón.
— John Boyle O'Reilly —dijo— Y me doy un punto por saber los siguientes
versos:
«Oh, eso fue ayer, ¡por todos los santos!/
Y, por la noche, cambié la cerradura»
«Esto es nuevo para mí —me advertía su expresión— Deja que lo haga a mi
manera»
Eso yo podía hacerlo.
— Entonces hemos empatado.
Me alejé de la estantería, deslizando un dedo por el sofá de piel.
— Dime, ¿por qué has venido a «mi» biblioteca a estas horas de la madrugada?
Hizo un gesto en dirección al piano.
— He venido a tocar.
— ¿Puedo escuchar?
— Claro.
Se sentó en el banco y empezó.
Me quedé sin aliento.
Era la melodía de mi sueño.
Era real.
Era Yoongi quien tocaba.
Escuché asombrado la pieza que tanto me había esforzado por encontrar en mis sueños.
No estoy seguro de cuánto tiempo estuve allí sentado, escuchando.
Quizá se detuviera el tiempo.
Y Yoongi...
Podría haberme quedado allí sentado para siempre, mirándolo.
Era como si estuviera haciendo el amor.
Se lo veía absolutamente concentrado; sus dedos acariciaban las teclas con suavidad y delicadeza.
Creo que a ratos incluso me olvidaba de respirar.
La melodía se propagó por la noche y potenció la melancolía que sugería la luz de la luna.
Por fin, adoptó un evocador crescendo y luego se desvaneció hasta cesar.
Nos quedamos sentados en silencio durante un buen rato.
Yoongi fue el primero en romperlo.
— Ven aquí —susurró.
Yo empecé a cruzar el espacio que nos separaba.
— Ésta es mi biblioteca.
— Éste es mi piano.
Me acerqué al banco.
No estaba seguro de si debía quedarme de pie o sentarme.
Yoongi disipó mis dudas rodeándome la cintura con los brazos y tirando de mí hacia su regazo para que me colocara a horcajadas sobre él.
Me quedé mirando su pecho, con el piano a mi espalda.
Me pasó las manos por el cabello, siguió por los hombros y las deslizó luego por mi espalda hasta llegar a mi cintura.
Entonces dejó caer la cabeza hacia delante justo en mi pecho y suspiró.
Yo le puse las manos en la cabeza y hundí los dedos en su espeso cabello.
«Por favor, por favor, por favor, bésame», quería suplicarle.
Quería tirar de su cabeza y besarlo ya.
A fin de cuentas, estábamos en mi biblioteca.
Pero quería que fuera él quien me besara.
Si no, no sería lo mismo.
Si no, no significaría tanto.
Yoongi me besó el pecho derecho por encima de la fina tela de mi camisón.
Se metió el pezón en la boca y lo succionó.
Entonces decidí que quizá debía dejar de pensar y limitarme a sentir.
— Te deseo —dijo, mirándome a los ojos— Te deseo aquí. Frente a mi piano. En medio de tu biblioteca.
Y lo volvió a hacer:
Me estaba dando una salida.
Estábamos en mi espacio y podía rechazarlo.
Pero antes hubiera preferido dejar de respirar que hacer eso.
— Sí —musité.
Nos pusimos los dos de pie.
Él deslizó las manos hasta mi cintura y me quitó el camisón por encima de la cabeza.
— En mi bolsillo —me susurró, mientras yo le bajaba los pantalones.
Oh, claro.
El preservativo.
— Estás muy seguro de ti mismo, ¿no? —le pregunté, rasgando el envoltorio.
No me contestó.
No tenía por qué hacerlo.
Cuando lo toqué, ya estaba erecto y le puse el condón, provocándolo con un áspero apretón mientras lo hacía.
Luego se sentó en el banco del piano y yo me volví a colocar a horcajadas encima de él.
— Toca para mí —le susurré, rodeándolo con los brazos y deslizando los dedos por su espalda.
No podía alcanzar muchas de las teclas conmigo sentada en su regazo, pero lo intentó y tocó una canción que yo no había oído nunca.
Empezaba con un ritmo lento y sensual.
La melodía era delicada.
Provocadora.
Levanté las caderas y me deslicé sobre él.
A Yoongi se le escaparon una o dos notas, no podía estar seguro de cuántas fueron.
— Sigue —murmuré, levantándome y volviendo a deslizarme sobre él.
Yoongi siguió tocando.
Me quedé quieto, me incliné hacia delante y le dije al oído:
— Me encanta sentirte dentro de mí.
Se le escaparon algunas notas más.
— Durante la semana, pienso en tu polla, en su sabor.
Contraje los músculos interiores.
— En las sensaciones que me provoca.
Le temblaron los brazos.
— Cuento las horas que faltan para poder verte.
Empecé a moverme muy despacio.
— Para poder estar así contigo.
Sus manos se apartaron del teclado y me agarraron el trasero, tratando de embestirme con más fuerza, pero yo me quedé quieto.
— Sigue tocando.
La melodía adoptó un ritmo más rápido e intenso, yo empecé a subir y bajar mientras él tocaba.
— Nunca me había sentido así —reconocí— Tú eres el único. Eres el único capaz de hacerme sentir así.
Su forma de tocar era caótica; ni siquiera sonaba ya como una canción, sólo eran notas desordenadas.
Yoongi empezó a sudar y supe que se estaba debatiendo, luchando por no perder el control que tanto valoraba.
Esforzándose por seguir tocando.
Pero perdió la batalla.
La música paró y, de un solo movimiento, me agarró de las caderas y me penetró del todo.
— ¿Crees que es diferente para mí? —rugió con voz ronca.
Me sujetó por los hombros, internándose más adentro.
— ¿Qué te hace pensar que para mí es distinto?
Empezamos a movernos más deprisa, cada uno tratando de aguantar por el otro, como si alcanzar primero el clímax fuera una forma de rendición.
Yo me mordí el labio para concentrarme:
Quería que él se corriera primero.
Entonces dejó resbalar una mano entre nuestros cuerpos y empezó a excitarme el clítoris.
Maldito fuera.
Lo agarré del pelo y estiré.
Yoongi gimió contra mi hombro y me frotó con más fuerza.
Llegó un momento en que la sensación fue demasiado para mí.
A fin de cuentas, él era el amo.
Podía hacer lo que quisiera con mi cuerpo.
Yo no tenía con qué combatirlo.
Me rendí y dejé que el clímax me superara.
Yoongi me siguió segundos después.
Mientras esperábamos a que el ritmo de nuestros corazones se estabilizara, me di cuenta de que él había vuelto a levantar su muro.
Ladrillo a ladrillo.
Se había vuelto a encerrar de nuevo en sí mismo y a mostrarse distante.
— El desayuno a las ocho en el comedor, Jimin.
Me levantó de su regazo y me dejó de pie en el suelo.
Había recuperado el control.
— ¿Tostadas francesas? —pregunté, mientras me ponía el camisón, tratando de ver si en la prenda había algún rastro del Yoongi que había descubierto.
— Lo que prefieras.
No.
Había desaparecido.
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Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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