𝖮𝖮1 › 𝖺𝖽𝗂𝗈𝗌 𝖾𝗆𝗉𝗅𝖾𝗈

¿Cómo había resultado todo? Simplemente bien, pero mal. El tiempo había cambiado y ahora me encontraba sentada haciendo cuentas y mirando todos los empleos que estaban a mí mano y a los que podía acudir. Mi jefe había tomado la decisión de cerrar el restaurante debido a que iba a salir del país e iba a vender el lugar.

¡Claro! Aquella persona tiene en sus planos convertir esto en un bar y odio eso. Pero no podía enfadarme por esas cosas tan simples, solo tenía que continuar y con un poco de suerte podía conseguir algo más.

La vida era así, y no podía escapar. Unos días sin trabajar no me harían daño pero vamos; ¡seamos realistas! Yo no voy a aguantar más de dos días en casa encerrada o solo saliendo para mi diversión. ¡Ni siquiera tengo con quien salir!

Mi hermano trabaja, mi amiga ya consiguió empleo y empieza mañana y yo quedaría sola.

Tampoco es como si me fuera a quejar, mi vida es lo suficientemente buena como para hacerlo.

La campanita suena y levanto mi cabeza con rapidez solo para ver quien era. Dos sujetos caminan a mi casi irreconocibles, no tuve que hacer mucho esfuerzo y solo seguí tachando los nombres de los lugares a los que llamaba y siempre decían lo mismo; estaban llenos de personal y no estaban interesados en nadie o quizás más adelante puedas volver a llamar.

¡No lo necesitaba para más adelante, lo quería para esta semana a más tardar!

Tomaron asiento frente a mí y tampoco me asusté, los miré con cara aburrida y llena de frustración, quería dejar escapar un grito pero iba a asustar a las pocas personas que apenas quedaban en la cafetería.

Tampoco era como si me fuera a ganar el despido, de todos modos hoy es el ultimo día para todos, y como siempre a mí me toca cerrar el edificio.

—¿Qué haces? —uno de ellos me quitó la libreta donde tenía apuntado los nombres y el número de las empresas. Le dí con el lápiz que ocupaba mi mano en la cabeza, algo no muy ingenioso de mi parte, y se la quité.

—No cojas cosas ajenas.

Sonrió—. ¿Para qué buscas empleo? —me preguntó Beomgyu.

—Es obvio, ya te conté que me van a despedir porque van a vender la propiedad y entonces, bye bye con todo.

—Puedo mantenerte por un tiempo. Dinero me sobra.

—Pero yo no quiero que lo hagas porque, no soy como mamá —repliqué. En cambio ella si vivía del dinero de Soobin, gastaba cuanto le daba y le sacaba cuanto podía. Pero mi hermano también era inteligente.

—Quiero a tu hermana de novia —Beomgyu hizo un puchero y recibió un golpe por parte de mi hermano.

Siempre hacia esos juegos. Beomgyu y yo eramos de los que mejor nos llevabamos entre los seis (claro, mi hermano pertenece a una banda y son cinco), creo que incluso mejor que con el mismo hermano mío.

—Ya, ya, basta, no le pegues —detuve a mi hermano.

—Tu hermana es tan linda —dijo, suspirando como si estuviera enamorado, amaba ponerle los pelos de punta a Soobin—. No es interesada, le gusta su trabajo, es sencilla, sincera, amorosa, paciente, y hermosa.

—Menos paciente —hice una mueca.

—Mi hermana es todo eso pero ¡nunca! saldrá contigo ni con los chicos. ¡Hicimos un trato!

—Ya, ya, hyung. Solo quería molestarte.

—Ah, cierto. Ahora que estas buscando trabajo recordé algo. En la empresa donde trabajo están buscando una persona que pueda ser parte del staff.

—¿De verdad?

—Si —Beomgyu interrumpió—. Pero para ser parte del staff hay que tener una serie de requisitos, de echo, creo que solo aceptan mujeres casadas, pero eso no es impedimento porque nosotros podemos hablar por ti, no es como si fuera la primera vez o algo así.

Asentí repetidas veces ante todo lo que me decían como si fuera una niña chiquita que le estaban ofreciendo dulces por comportarse bien en lo que la madre no estaba.

Cuando se fueron me dijeron que iban a hablar. Cerré la libreta ahora feliz de que quizás ya tenía un trabajo y seguí con mi rutina, agradeciéndole a TaeYeon por haberme sustituido en unos minutos que erróneamente fueron dos horas.

Al final del día, cuando todos se fueron me encargué de dejarlo todo limpio y organizado. Me cambie de ropa en el baño y cogí mi bolso junto con las llaves.

Cerré la puerta y deje la cerradura. Tenia que entregar las llaves al gerente mañana en la mañana y luego: adiós empleo, nunca nos volveremos a ver, fue agradable los cuatro años que duró.

Me aseguré de cerrarlo bien y guardando las llaves en el bolso emprendí mi camino por las calles apenas iluminadas y casi vacías.

Un auto paró a mi lado y por instinto me detuve.

—¡Hola, bestia! —dijo cuando bajo la ventanilla.

Bufé y seguí caminando como si no fuera conmigo.

Kim SeokJin era el sinónimo de odio, maldad y enojo. Siempre molestaba y era un mimado. No entendía como mi hermano se llevaba tan bien con el.

¿Cómo lo conocía? Eso era simple, mi hermano lo llevaba al restaurante y desde la primera vez que nos vimos pasamos la vida insultándonos. Amamos hacernos la vida imposible el uno al otro. Es lo único en común que tenemos.

—¿Te adelanto a casa?

¡Que amable!, quise decirle con sarcasmo pero sabia que eso era lo que el quería que dijera, así que solo dije—: Gracias por tal gesto de amabilidad, pero no.

Su camino a casa siempre quedaba por donde yo tenia que ir a mi trabajo y de vuelta a casa. Si, impresionante.

—Como quieras. Nos vemos.

Me quede parada en el mismo lugar viendo como aceleraba y se iba. Maldita sea, ¿que le costaba darme un adelanton? Es de noche y tengo frío.

Frustrada golpee el suelo con mi pie y grité, aun viendo su auto en mi campo de visión—: ¡Te odio, Kim SeokJiiiiiiiiiiin! —gasté todas mis energías en ello y me importó un bledo lo que la gente dijera. Existian miles de Kim SeokJin en el mundo seguro, ¿por qué motivo pensarían las personas que me estaba refiriendo al idol?

Sacó su mano e hizo un gesto de despedida y solo terminó por irritarme.

¡Lo detesto tanto!

—Arrogante —sin remedio seguí caminando. Podría reclamarle en otro momento.

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