ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɪᴠ : ʀᴇᴛᴀᴅᴏʀ

Tu sueño aún persiste en tu mente... el lobo dorado con la voz de Morgan, encadenado a la tierra. Incluso despierta, puedes sentirla, más lejos de ti que Jimin, pero cada vez más cerca, buscando...

Así que ahora no te sorprende en absoluto encontrarla esperándote en la frontera de lo que ahora reconoces como las tierras de la Manada.

- ¡Marisa! Te dije que volvería por ti. ¿Estás bien?

- ¿Cómo sabías que estaría aquí?

Sientes su sorpresa y, en el fondo, su temor de que no se haya sorprendido en absoluto, de que haya sabido todo el tiempo dónde estarías. Morgan se encoge de hombros, como siempre, sin mirarte a los ojos.

- Solo fue... un presentimiento. Mira, no tenemos mucho tiempo. Mi amigo está esperando con la camioneta para llevarnos de regreso al pueblo. No podré enfrentarme a toda la Manada, ni siquiera con refuerzos. Ven conmigo ahora, mientras tengamos la oportunidad.

- Yo... No quiero irme. Pertenezco a este lugar. Creo que... de alguna manera... siempre supe que pertenecía aquí.

- Son monstruos, Marisa. Lo que te hayan dicho...

- No me han dicho nada, es... quienes son. Quien soy.

- Tú no eres una de ellos...

- Pero mi familia sí lo es. Somos... No lo sé. Lo llamaron "piel de lobo". Descendemos de la misma sangre.

- Pero tú no eres como ellos, Marisa. Eres... diferente.

Morgan toma aire y, por un momento, su confusión te invade.

- Anoche soñé contigo. No sé por qué. Se sintió... muy real. Corría por un bosque como una loba, y tú...

Terminas su frase, las dos dicen exactamente las mismas palabras.

- ... estabas a mi lado.

- Escucha, esto puede parecer una locura, pero siempre he tenido sueños extraños... Supongo que las personas los llamarían sueños lúcidos. Sueños que parecen tan verdaderos como la realidad. En ellos, puedo controlar lo que hago, saber cosas que suceden al día siguiente. ¿Quizás... te ocurra lo mismo?

- Yo... nunca...

La mano de Morgan se mueve hacia la tuya y luego duda, como si no estuviera segura de tocarte... Vuelves a llevar tu mano a tu lado, tras un momento, ella deja caer la suya.

- Yo... no he podido dejar de pensar en ti. Espero que no sea raro decirlo. Solo...

Ella sacude la cabeza.

- Sé que los hombres lobos... se reproducen con los humanos y nunca los he detenido.

Se inclina un poco más y murmura.

- Pero, de alguna manera, la idea de que estés con ellos... me hace desear quemar este bosque hasta los cimientos.

- En realidad, me gusta este lugar.

Retrocedes un poco.

- Morgan, agradezco que intentes protegerme... pero estoy bien.

- ¿Quieres... quedarte con Jimin?

- Con mi gente. Vine para conocer a mi familia. No voy a irme ahora.

A medida que se adentran en los árboles, el antiguo follaje del bosque hace que sea cada vez más ocuro. Poco después, te parece que estás caminando en un profundo crepúsculo, a pesar de lo temprano que es. Tus ojos se adaptan al instante, captando las más mínimas señales de calor y movimientos en el oscuro bosque. Te estremeces al recordar cómo cambió tu visión ayer bajo la guía de Jimin. ¿Fue obra suya o tuya? Miras a Morgan y te sorprende ver que las gafas oscuras siguen cubriendo sus ojos.

- ¿Cómo puedes ver con esas cosas? Puedes quitártelas, ¿sabes?

Ella se tensa y, de pronto, el ambiente se vuelve incómodo entre ustedes.

- Eh... ¿Dije algo malo? Lo siento, no...

- ¿De verdad quieres que me quite las gafas...?

Dudas, pero Morgan respira profundo y se quita las gafas de sol, mirándote por primera vez con los ojos descubiertos. Con un sobresalto, te das cuenta de que sus pálidos ojos no te están mirando, no te están viendo, no están viendo nada.

- ... Nací ciega.

- Ay, por Dios... Lo siento mucho. Debes pensar que soy muy insensible.

- Para nada.

- No sé cómo no me di cuenta...

Ella se encoge de hombros, con su mirada vacía orientada hacia un poco más allá de tu hombro.

- La mayoría de las personas no se dan cuenta. Soy bastante buena compensando. Luz, oscuridad, no importa. Ninguna de las dos me molesta en realidad.

- Pero... ¿cómo lo haces?

Mientras caminas, ella te aparta una rama baja antes de que camines hacia ella.

- ¿Cómo lo haces? ¿Cómo sabías que estaba ahí?

- Supongo que puedo... sentir las cosas. Como el lugar de mi mejilla donde la rama bloqueó el viento. Puedo oler el rocío de las hojas y el musgo de las cortezas. ¿Tú no puedes?

- Bueno, supongo que más o menos, pero no le presto mucha atención.

Morgan se detiene frente a ti. Con delicadeza, levanta la mano y traza un camino desde tu sien hasta tu mandíbula.

- Incluso puedo... olerte.

- Espero que eso no sea una insinuación sobre el desodorante.

- Para nada. Me... gusta saber que estás cerca.

Ella se relaja un poco, sonriendo.

- Si de verdad quieres saber cómo es moverme por el mundo, quizás podría... ¿mostrártelo? Dejar que experimentes el mundo como yo. Utilizando los olores y sonidos, en lugar de la vista.

Morgan saca un pañuelo de un bolsillo y lo levanta. Su voz es más baja.

- ¿Confías en mí?

- Para ser sincera, creo que debería mantener los ojos abiertos en un bosque lleno de hombres lobos.

Su cara se entristece, ya que ambas recuerdan por qué está aquí.

- Entonces regresa conmigo al pueblo. Ahora, mientras tienes la oportunidad de escapar.

Incluso sin ver, sus ojos parecen clavarse en ti, suplicantes y desesperados.

- Antes de que alguien descubra...

- ¿Qué está pasando aquí?

- ¡Isobel! ¿Qué estás...?

- Fraternizando con el enemigo, Marisa ¿De nuevo?

Ella sonríe con altivez.

- ¡Solo espera a que Jimin se entere de dónde has estado toda la mañana!

Sus ojos se estrechan peligrosamente hacia Morgan.

- Y con quién has estado.

- Isobel... No hice nada malo. Solo estaba dando un paseo y me encontré con Morgan. No conviertas esto en algo que no es.

Morgan se interpone entre tú e Isobel.

- Voy a llevar a Marisa de vuelta al pueblo.

- Ella no va a ninguna parte sin la aprobación de Jimin.

- Eso no hará que me detenga.

- ¡Tu opinión no significa nada!

Isobel gruñe con fuerza y ferocidad, y entonces... ¡Su cara se alarga hasta convertirse en un hocico y el pelaje brota de su piel!

- GRRRRR...

¡Isobel se transforma en una enorme loba, cuyas mandíbulas se ciernen sobre el torso de Morgan!

- ¡Cuidado!

Pero ella se aparta con destreza, justo a tiempo. Para tu horror, aparece con una pistola en cada mano.

Ella baja la pistola hacia Isobel, apuntando de modo infalible, a pesar de no poder ver...

- ¡No! ¡Morgan, detente!

Te lanzas y agarras su brazo. Ella se sacude, asustada.

- Marisa, ¿por qué hiciste eso? ¡Pude haberte disparado!

- ¡No le hagas daño!

- ¡Grrrr!

Morgan retrocede mientras Isobel vuelve a arremeter contra ella. ¡PAM! De repente, ella dispara un tiro, ¡y te das cuenta de que es una pistola tranquilizante cuando ves el dardo temblando en la piel de Isobel!

- ¡No!

- ¡Rraaar!

Isobel gruñe y se tambalea, intentando correr de regreso al bosque, pero ya se está cayendo y sus extremidades traseras ceden. Sus patas delanteras se desploman bajo ella y su hocico golpea el suelo con fuerza, pero no antes de soltar un fuerte y afligido aullido.

- AUUUUUUUUUU...

Sus ojos se cierran poco a poco, mostrando los dientes hasta el momento en que pierde el conocimiento. A pesar de tus sentimientos hacia Isobel, lo que ves te oprime el corazón.

- ¿Es letal? ¿Se va a recuperar...?

Morgan se apresura a tu lado cuando una camioneta se acerca a ustedes, conducida por uno de los guardabosques que viste hace poco con ella...

- ...

- Sergei, bien, justo a tiempo.

Ella se voltea hacia ti, con determinación en su cara.

- Vamos, los demás la habrán escuchado. Ayúdame a montarla en la camioneta.

- Espera, ¿qué?

- Tengo que llevarla al laboratorio para estudiarla.

- ¿Para estudiarla? ¿Por eso estás aquí, Morgan? ¿Para secuestrarlos para algún tipo de experimento?

Ella no te espera, sino que agarra las patas traseras de Isobel y empieza a arrastrarla, por lo que te apresuras a ponerte en su camino.

- ¡Detente! ¡Suéltala!

- He estado trabajando en un proyecto secreto. Intento encontrar una cura.

- ¡No necesitan ser curados! No tienen una enfermedad. ¡Esto es lo que son!

- No me importa. Son un peligro y curarlos es mejor que matarlos.

Sergei grita por la ventanilla abierta de la camioneta.

- ¡Vamos, tenemos que irnos!

Morgan piensa, avanzando a tientas para sentir si aún le bloqueas el paso.

- ¡No vamos a hacerle daño! Solo... a estudiarla. La atrapamos y la soltamos. ¿Me ayudarás? Por favor.

- Yo...

Abres la boca para responder, pero antes de que puedas hacerlo... ¡La Manada llega! Un furioso Jimin se transforma en pleno salto sobre el cuerpo tendido de Isobel, haciendo que Morgan se aleje.

- ¡Arrrrr!

- ¡Jimin! ¡Dentenla! ¡Intenta llevarse a Isobel!

Retrocedes, uniéndote a las filas de los hombros lobo que se reúnen de forma protectora frente a ti.

- Lo siento, no sabía...

Jimin gruñe, elevándose en toda su altura, al menos dos metros y medio de músculos muy cubiertos de pelo, dientes y garras brillantes.

- Vete... humana. Mientras... aún... puedas.

Morgan retrocede y, aunque sabes que no puede verte, intentas encontrarte con sus ojos, susurrando...

- Lo siento.

- Yo también...

Ella se monta en el asiento del copiloto y Sergei acciona el moto, pero la aceleración de la camioneta es lenta en el terreno accidentado. Jett se acerca a Jimin.

- Deberíamos... matarlos.

- ¡Eso no servirá de nada!

- ¡Grrrr!

Jimin ve partir a Morgan, con los labios contraídos en un gruñido silencioso mientras sientes que lucha con su ira... Pero entonces Isobel gime, y su atención cambia de inmediato de la venganza sanguinaria a la preocupación por su seguridad.

- No...

Él levanta el cuerpo inconciente de Isobel en sus brazos y vuelve hacia la Guarida.

- Vamos.

• ୨❀୧ •

Sigues a Jimin de regreso a la Guarida y luego a tu habitación... A través del Vínculo, sientes su sospecha y traición como un muro físico entre ustedes.

- Jimin, lo siento.

Él apenas te mira.

- Sé que no elegiste estar aquí. Puede que aún desees marcharte, pero déjame hablar.

Entonces se sienta a tu lado en la cama.

- ¿Isobel se pondrá bien?

- Debería recuperarse. Solo fue un tranquilizante, no plata. Te agradezco lo que hiciste. Hay que tener un corazón fuerte para defender a alguien que te ha tratado tan mal.

Él te mira con ojos llenos de preguntas y cansancio.

- ¿Estás herida?

- No. Morgan puede ser tu enemiga, pero no parece ser la mía. Me dijo que estaba estudiando a los hombres lobo.

Jimin mira el suelo como si la propia tierra lo hubiese ofendido.

- Está mintiendo.

Su labio se curva, recordándote por casualidad su gruñido de lobo.

- Morgan es miembro de los Caballeros de Ossory, una antigua orden de cazadores de hombres lobo. Se originaron en Irlanda en el siglo XII y desde entonces han cazado a la mayoría de las principales manadas europeas hasta su extinción. Algunos de mis antepasados, y de los tuyos, huyeron a esta tierra para escapar de ellos.

- Cazadores de hombres lobo... ¿Así que ustedes huían de la persecución?

- Estábamos huyendo de la aniquilación, sin embargo, nuestra especie sigue en peligro, incluso ahora. Ya hemos perdido a muchos de nuestra Manada a manos de Morgan y sus compañeros cazadores. Haga lo que haga con ellos, nunca regresan. Y ahora también quiere arrebatarnos toda esperanza de futuro.

Él te mira.

- Ya ves por qué no... disfruto al verte con ella.

- Jimin... no lo sabía. Si lo hubiese sabido, yo...

Él se levanta.

- Isobel está tardando en despertarse del tranquilizante. No ha podido volver a su forma humana. Me temo que lo que usó es tóxico para nuestra especie. Vine a decirte que vamos a salir de caza para intentar reconectarla con la magia Primigenia.

- ¿Eso la ayudará a mejorar?

- Es su mejor oportunidad para combatir las toxinas de su cuerpo y poder volver a transformarse. Me gustaría que vinieras con nosotros.

• ୨❀୧ •

El sol se oculta mientras Layla y tú caminan por los senderos del bosque detrás de la Manada... Todos están en forma de lobo y sus colas se agitan con orgullo mientras ensanchando sus fosas nasales, buscando presas.

- Entonces, ¿solo estamos aquí para observarlos? ¿O... tenemos trabajo que hacer?

- Los piel de lobo suelen sacar a las presas de la espesura y acercarlas a la Manada.

Ella agita un palo largo a los lados del camino, para hacer crujir la hierba y los arbustos. Con tu nueva visión, puedes distinguir a cada lobo con facilidad por sus siluetas. Ves cómo Isobel se queda atrás todo el tiempo, todavía desequilibrada sobre sus patas...

- Mrrraw...

Jett se mantiene cerca de ella por un lado y Jimin por el otro, manteniéndola andando con suaves empujones.

- Jfff...

- Isobel no mejora.

- Con suerte, esto la ayudará. Si no, no sé qué hará Jimin.

- Entonces mientras tanto solo... ¿caminamos en círculo y hacemos mucho ruido?

- Más o menos. A veces creo que me siguen la corriente. No puedo decir que haya sido muy útil, pero me ayuda a sentir que soy parte de todo.

- Entonces supongo que esto es algo bastante frecuente.

- Bueno, sí. Así es como comen. Las cosas que adquirimos en el pueblo, son es su mayoría para nosotros. ¿Has cazado mucho?

- En realidad... Me encanta cazar. Aunque nunca lo he hecho así...

- ¿Verdad que no? Te hace sentir parte de la naturaleza, incluso solo observándolos.

La sangre se acelera en tus venas. Ves a Jimin a lo lejos y tu corazón martillea. No estás segura de si es la sed de sangre suya lo que sientes, a la tuya propia.

Layla asiente ante Isobel, todavía en forma de loba. Ella se queda detrás del resto, jadeando, con la lengua fuera.

- Jrfff... jrfff...

- Todavía no está bien. Por lo general, ella y Jimin lideran la manada.

¡De repente, Isobel tropieza con un tronco caído!

- ¡Arrrww!

Isobel gime, luchando por levantarse. Tú y Layla se apresuran a ir a su lado mientras la Manada hace una pausa en la caza, formando un círculo protector alrededor de las tres.

- Isobel, ¿estás herida?

- Déjame ver.

Isobel te mira con recelo, pero te permite tocarle la pata. La doblas con suavidad, buscando el problema, cuando...

- ¡Ajá!

Le arrancas una astilla de la almohadilla de su enorme pata trasera.

- Ya está. Ya debería estar mejor.

- ...

Ella se levanta, ahora capaz de poner peso en su pata trasera. Sin hacer ningún otro sonido, alcanza al resto de la Manada, no sin antes inclinar la cabeza a regañadientes hacia ti.

- Lo tomaré como un "gracias".

- Wow. Puede que te esté tomando cariño.

De repente, escuchas que la Manada empieza a aullar mientras la caza se intensifica. A medida que la misma se concentra, puedes escuchar el estruendo de las pisadas más adelante y sentir la excitación de Jimin cuando dirige a la Manada tras ellos. Te encuentras con que tus manos se aprietan a los lados y de repente te invade una extraña sensación. Es como si estuvieras allí mismo con los lobos, hambrienta y cazando. Un remolino de poder se agita en tu interior, tan palpable como una tormenta que se avecina.

- Lo sientes, ¿verdad? ¿Lo que él siente?

- Más que eso...

A medida que la Manada avanza, puedes sentir una conexión con algo más que Jimin. Es lo que sentiste en la mina. La magia Primigenia...

- ¡Auuuu...!

Escuchas el aullido de la Manada y, por un momento, casi puedes sentir las palabras en él, casi escuchas los gritos de alarma de los pájaros que huyen volando. Si escuchas lo suficiente, jurarías que entiendes lo que dicen...

Cierras los ojos, intentando abrirte a la magia Primigenia y, poco a poco, los aullidos de la Manada se transforman en palabras que entiendes.

- Jrrroww... owww... ¡Isobel! ¡Conmigo!

Isobel se apresura a alcanzar a Jimin, recuperando la fuerza en su paso. Mientras él literalmente ladra órdenes, te das cuenta de que no solo puedes entenderlo, sino también...

- AaaUUUuuuuu...

A kilómetros de distancia, los aullidos de los lobos salvajes rasgan el aire como sirenas. Hasta que...

- Esto es muy raro...

- ¡Aaaa... ataque! ¡Ciervos en el arroyo!

La Manda comprende y se desplaza poco a poco hacia el arroyo. Entonces... ¡El canto de los pájaros en lo alto también cambia!

- ¡PELIGRO! ¡VUELEN, VUELEN!

- ¡Escóndanse!

Ves la manada de ciervos agrupada en la orilla del arroyo. Los olieron por el viento, y sus orejas giran.

- ¡Alerta!

- ¡Cúbranse!

La Manada baja a la maleza, escondiéndose de los ciervos.

- ¿Tamb...? ¿También las escuchas, Layla?

- ¿Escuchar qué? ¿Los aullidos?

- Todo el bosque está lleno de... ¡de voces!

Layla solo te mira, boquiabierta, y sabes que la respuesta es "no". Esto no es algo que puedan hacer todos los piel de lobo. Solo tú. La Manada ha acorralado a los ciervos y los está rodeado. Los ciervos brincan nerviosos mientras los lobos se acercan. Entonces tu corazón empieza a acelerarse.

- Flanco izquierdo. ¡El cojo!

- Está asustado. A punto de huir.

Con el vientre en el suelo, Jett se arrastra por el lado del ciervos herido. Sus ojos se abren mientras da un salto desesperado para alejarse.

- ¡Lo tengo!

- ¡Callum! ¡Por la derecha!

Mientras Callum asesta un mordisco en los miembros traseros del ciervo, Jett avanza desde el otro lado, haciendo que el ciervo retroceda confundido.

- ¡Esperen!

Los lobos se controlan a sí mismos, conteniéndose para no dar el mordisco mortal.

- ¿Isobel?

Juntando las patas bajo ella, Isobel gruñe y salta hacia el ciervo...

- ¡Blaaaaart!

- ¡Arrrf!

Observas, cautivada, cómo Isobel clava sus mandíbulas en la garganta del ciervo. Entre sus dientes corren hilos de sangre mientras el ciervo lucha y se queda sin fuerzas.

- ¡Auuuuu!

Jimin y los demás unen sus aullidos a los de Isobel mientras esta aúlla triunfante y comprendes que, de alguna manera, esto la curó.

• ୨❀୧ •

Esa noche, de regreso en la Guarida... La Manada descansa, somnolienta y bien alimentada, mientras tú y Layla cocinan para ustedes la carne de ciervo restante.

- Felicidades por tu primera cacería...

Distraída, ves a Isobel en una esquina, murmurándole a Jett mientras sus ojos van a ti con insistencia. Decidiendo que no merecen tu tiempo, te volteas hacia Layla.

- Disculpa, ¿qué decías?

- Solo te preguntaba si disfrutaste...

Pero no puedes evitar escuchar.

- ¿Qué hace ella todavía aquí?

- Cuanto más tiempo se quede, más peligro traerá. Jimin es demasiado permisivo con ella. Lo que ocurrió hoy es solo es principio.

- Tal vez sea el momento de un cambio de liderazgo...

Sientes que la conciencia de Jimin se agudiza, y lo sientes acercarse antes de que llegue a ti. Aunque su rostro es impasible, puedes sentir la ira que hierve en su interior.

- Suficiente. Marisa es de la Manada ahora. No permitiré que le falten el respeto.

- Esta humana no ha hecho nada para merecer mi respeto.

Él se levanta, para quedar pecho a pecho con Jimin, y te señala con un dedo acusador.

- Destruyen todo lo que tocan, ¿y aún así nos llaman monstruos?

- Marisa es piel lobo, no humana.

- Ella huele a ciudad. No sabe nada de lo que significa formar parte de la Manada. Y lo que es peor, trae a los cazadores a nuestro territorio. ¡Ella no te conviene! ¡A ninguno de nosotros!

Jimin habla en voz baja, pero la amenaza es clara.

- ¿Estás cuestionando mi juicio?

- Jimin... Solo te está provocando. Y parece que está funcionando.

Su mano se cierra en un puño a su lado.

- Relájate. No vale la pena pelear.

Sientes que la calma en tu mente se asienta sobre Jimin. De alguna manera, su rabia se disipa ante tus palabras y sus manos se relajan.

- Faltarle al respeto a Marisa es faltarme al respeto a mí como Alfa. No vuelvas a hacerlo.

Los ojos de Jett van a ti y a Jimin, y parece que se da cuenta de que está siguiendo tus indicaciones.

- ¿Desde cuándo el Alfa se deja influir por una humana?

Las fosas nasales de Jimin se agitan y, por un momento, te preguntas si está a punto de perder el control, pero entonces su férrea voluntad se reafirma.

- Yo soy el Alfa y eso significa que sometes tu voluntad a la mía.

Sus ojos se fijan, el marrón profundo de Jimin, recubierto de un toque de oro lobuno, y el oscuro de Jett, lleno de desafío. Tras un largo momento, Jett aparta la mirada, levantando la barbilla para revelar el fuerte pulso de la sangre en su garganta.

- ... Sí, Alfa.

Mientras se aleja, sonríes...

- Gracias por eso.

... solo para sentir que la ira de Jimin vuelve a estallar, esta vez contra ti.

- ¿Jimin?

- Creo que ya dijiste bastante.

Él pasa a tu lado, saliendo de la Guarida, dejándote a ti y al resto de la Manada boquiabiertos. Hay un silencio absoluto durante un momento, y luego...

- ¿Quieres... ver si está bien?

• ୨❀୧ •

Sales, pensando, observando a Jimin moverse con confianza en la oscuridad casi total. Parece estar practicando algún tipo de movimiento de lucha, algún tipo de arte marcial de los hombres lobo que nunca has visto. Él cambia de forma con elegancia mientras se mueve, atacando el aire con movimientos rápidos y poderosos.

- Jo... rraj...

De repente, sus golpes son sustituidos por mordiscos mientras se hunde en el suelo...

- Jorrrr...

Luego se transforman en enormes garras demoledoras mientras se eleva a su máxima altura Primigenia...

- Jorrrf...

Lo observas un momento, hipnotizada.

- Wow... Qué impresionante. Tendras que enseñarme algunos de esos movimientos... al menos los que puedo hacer.

Jimin vuelve a transformarse en humano. Está sudado y agotado, pero sigue enfadado. Entonces se detiene para beber un trago de una petaca cercana.

- Vuelve dentro, Marisa.

- A mí... Me gustan los hombres enfadados. Quizás quiera quedarme aquí contigo.

- Tú...

Él tapa la petaca y la arroja a la arena, acercándose a ti, con los ojos brillando de color amarillo.

- Mientras estés en la Manada, soy tu Alfa y espero que me obedezcas.

- Jimin... Oblígame.

- ...

Lo miras desafiándolo, retándolo. Sabes que estás jugando con fuego, pero lo deseas demasiado para que te importe. ¡Con un gruñido, Jimin te agarra las manos bruscamente, inmovilizando tus brazos sobre tu cabeza! Él presiona tu cuerpo entre el tronco del árbol y su cuerpo sólido, atrapándote por completo.

- ¡No me presiones esta noche, Marisa!

Su respiración es entrecortada y su pecho se agita. Sus ojos ahora están casi dorados mientras el marrón desaparece. Una emoción abrumadora te recorre y te dejas relajar en su agarre. Captas la mueca de sorpresa de su ceño cuando se da cuenta de tu rendición.

- ... Soy tuya.

Separas tus labios, inclinando tu cabeza hacia la suya, eligiendo confiar en esto. Confiar en él. Su agarre se relaja y él baja la cabeza...

- Nunca había conocido a una mujer como tú, Marisa.

Con el corazón martillando en tu pecho, fijas la mirada en él y él te suelta las manos, inclinándose para rozar sus labios en tu garganta.

- Las mujeres de la Manada son fuertes, pero siguen el orden de las cosas. He conocido a pocas mujeres humanas, pero todas se dejan intimidar con facilidad. No sé qué hacer contigo. Pareces muy frágil, y, sin embargo... eres temeraria.

- Eso es porque... Sé que estoy a salvo contigo. No importa lo feroz que parezcas, sé que no me harás daño.

- ¿Segura?

Tomando eso como un desafío, Jimin agarra tus muñecas con más fuerza por un instante, pero no te inmutas.

- ¿Crees que puedes dominarme? ¿Es eso?

- No... pero creo que te dejarás domar por mí.

Jimin gime.

- Nadie me ha hecho sentir como tú. Va más allá del Vínculo. No puedo... controlar mi deseo por ti.

Sus labios se ciernen sobre los tuyos, hambrientos, como si hiciera todo lo posible por no besarte. Sientes la lujuria y la furia luchando dentro de él, al igual que dentro de ti. Su voz es un gruñido bajo, un susurro de aliento contra tus labios.

- Es todo lo que puedo hacer para no hacerte mía en estos momentos.

Tomas la decisión por él, esforzándote contra su agarre para apretar tus labios contra los suyos. El dique se rompe en su interior, liberando toda la fuerza de su necesidad frustrada, y te besa con una fuerza contundente. Sus manos sueltan tus muñecas para recorrer posesivamente tu cuerpo, avivando un fuego que lleva mucho tiempo ardiendo.

- Marisa...

Jadeas mientras te roba el aliento para apoderarse de ti. De repente, se aparta y los dos se tambalean. Él tarda varios segundos en recomponerse lo suficiente como para hablar.

- Yo... sé que aún no te has comprometido con la Manada. Si me permito ir más lejos esta noche, nunca podré dejarte ir otra vez.

- Yo... Estoy dispuesta a comprometerme.

Sus ojos brillan y sus hombros se tensan, pero se contiene, hablando con palabras muy bien elegidas.

- Me alegra escucharlo, pero no es tan fácil desprenderse de la sociedad humana. Necesitas tiempo para meditar tu decisión. Yo... no quiero que te arrepientas.

Él se acerca a ti despacio, deslizando sus manos hasta tus caderas y bajando su frente hasta la tuya.

- Pero cuando estés segura...

Sus manos se tensan posesivamente, casi abarcando tu cintura.

- Estaré aquí, listo para darte la bienvenida a casa.

- Jimin...

Pero él sacude la cabeza, alejándose de ti y adentrándose en el oscuro bosque.

- Es mejor que mantengamos la distancia durante un tiempo.

• ୨❀୧ •

Cuando Jimin regresa por fin a la Guarida, Jett le espera, con Isobel de pie detrás de él e instándole a continuar. Con el rostro lleno de fría furia, Jett se acerca y habla lo bastante alto como para que todos lo oigan.

- Ningún verdadero Alfa escucharía a una humana por encima de la Manada.

- Te lo advertí, Jett...

- Tu obsesión por Marisa te está volviendo débil. Ya no mereces el título de Alfa. ¡Te reto por el liderato de la Manada!

Continuará...

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