ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ xɪɪ : ᴇʟ ᴘᴜɴᴛᴏ ᴅᴇ ɪɴғʟᴇxɪᴏɴ
Estás afuera de la Guarida de la Manada con Jimin y Morgan, rodeados por Sayre y sus soldados.
- Fuiste muy amable al traernos directo a la Guarida, Morgan...
- No... Él te siguió.
Tu mente aún da vueltas con todo lo que acabas de saber : Morgan no sólo es una mujer loba, sino la hermana mayor de Jimin...
- ¡Condujo a los Caballeros de Ossory directo hasta nosotros!
- ¡No lo haría, Jett! ... ¿O sí, Morgan?
- Te juro que no, Marisa. Jimin tienes que creer...
Él aparta los ojos del convoy de camiones de la SEP. Su voz es profunda, cortada, urgente.
- Morgan, antes de hoy no sabía que eras mi hermana. Tienes un lugar aquí en la Manada si lo deseas. Pero primero debes elegir a quién le eres leal. Ahora.
Sientes que ella piensa, casi físicamente dividida entre su padre, los Caballeros fuertemente armados y los miembros acorralados de la Manada.
- Yo...
- Morgan, la Manada es tu verdadera familia. Son tu sangre. ¿No lo sientes?
Puedes sentir cómo su corazón se parte en dos. Sayre la mira impaciente, esperando que se ponga de su lado.
- Morgan, por favor...
- No puedo... Yo...
- Morgan, ¿de recordarte que yo fui quien te crio? Quien te acogió cuando esas criaturas te dejaron para que murieras.
- ¿Por qué no me dijiste...?
- ¿Decirte qué? ¿Qué eres un animal?
- ¡La Manada no son animales!
Ambos te ignoran, centrados solo en ellos.
- Fui yo quien te cuidó, te moldeó, te hizo algo más.
- No puedo seguir luchando contra mi gente.
- Si hubiese sabido que no me serías de utilidad, no me habría molestado en criarte.
- ¿Qué?
Unas nauseabundas oleadas de conmoción y dolor se apoderan de Morgan, hirviendo de rabia con rapidez.
- ¿De utilidad para ti?
- Morgan...
Ella da un paso agresivo hacia Sayre.
- Nunca quisiste una hija. ¡Solo querías una herramienta! Alguien a quien pudieras controlar.
- ¡¿Te atreves a hablarme así?!
- Sayre... ¿De verdad lucharías contra ella? La criaste desde que era una bebé. ¿Eso no significa nada para ti?
- Dispárenle.
Hugo y Sergei apuntan con sus rifles a Morgan, Sergei con indiferencia y Hugo con triste resignación.
- ¿No ven que los está utilizando? No están salvando a la gente. Le están haciendo daño.
Hugo piensa y la punta de su rifle se inclina un poco.
- ¡Morgan es su compañera! Su amiga. ¡No pueden hacer esto!
- ¡Silencio!
- Última oportunidad, Morgan.
- Por favor, Hugo. Sé que no eres así. No eres un asesino.
- No te conozco muy bien, Hugo, pero sé que no matarías a las personas a sangre fría.
- Hugo, eres el único amigo que he tenido.
- Entonces, ¿por qué haces esto, Morgan? ¿Por qué te pones contra nosotros?
- Descubrí quién soy.
- No, no eres uno de estos... de estos...
- No son quienes crees, Hugo. Nunca lo fueron.
- ¿Vas a disparar tú o lo hago yo?
- Hugo... La SEP está destruyendo esta tierra. Si no lo detenemos, Sayre convertirá todo este bosque en ruinas y residuos.
- Todo con lo que crecimos, todo lo que amamos de él. Todo eso desaparecerá.
- No... Eso no es...
- Sé que no estás en esto por el dinero, Hugo. Haz lo correcto.
- Te di una orden. ¡Haz lo que te digo!
Hugo se eriza ante el tono de Sayre.
- ¿No ves que...? No le importas a Sayre. No eres más que otro soldado que puede utilizar en su guerra personal.
- Hugo, has estado a mi lado durante todos estos años. Me ayudaste a construir mi cabaña. Me ayudaste a crecer. ¿De verdad vas a matarme ahora?
- Yo... No.
La punta del rifle de Hugo cae y sientes la agridulce oleada de gratitud que envuelve a Morgan.
- ¡Dije que le dispares!
- Soy un cazador. No un asesino.
- Gracias, Hugo.
Los ojos de Sayre se entrecierran, pero su voz sigue siendo calmada mientras se voltea.
- Que así sea. Sergei, mátalos a los dos.
- ¿Qué? ¡No!
- Solo tienes un disparo, Sergei. ¿A quién le dispararás?
- Quítate de en medio.
- Elige bien o este disparo podría ser el último.
Sergei frunce el ceño y su puntería se mueve entre Hugo y Morgan, dudando lo suficiente para que la Manada asuma sutilmente posiciones estratégicas detrás de ti. La mano de Jimin encuentra la tuya, apretándola con fuerza durante un momento.
- Si la balanza de la batalla cambia, corre hacia la ciudad. Haz lo que debas para sobrevivir. Prométemelo.
- ... Lo prometo. Por favor... Ten cuidado. Y vuelve a mí cuando todo esto haya terminado.
- Siempre.
El labio de Sayre se curva con disgusto mientras va a su camioneta, haciendo un gesto de impaciencia hacia sus soldados.
- Encárguense de este problema.
- ¡Crías, entren! ¡Guerreros, defiendan la Guarida!
- Por aquí. ¡Rápido!
Una asustada Layla conduce a otras mujeres embarazadas y a los niños hacia las cuevas mientras Jimin y los demás adoptan la forma Primigenia.
- Grrr...
- ¡Raaar!
Los hombres lobo se ponen a cuatro patas ante una súbita ráfaga de disparos, ¡y el caos estalla!
- ¡Ah!
Morgan va hacia las camionetas, con el arma aún enfundada, mientras se mueve con cautela entre las hordas de gente. Está claro que le cuesta distinguir a los amigos de los enemigos.
- ¡Váyanse de aquí! ¡Sayre no tiene derecho a ordenarles que hagan esto!
Un soldado la alcanza y ella reacciona con fluidez ante su toque, agarrándolo y lanzándolo al suelo, pero su voz se pierde en el ruido. Eres derribada mientras la lucha estalla a tu alrededor. Ves a Layla de pie, en actitud protectora al frente de la Guarida, con los ojos muy abiertos, y a Sayre en la distancia.
Cuando los hombres lobo en su forma Primigenia avanzan, te apresuras a ir al lado de Layla, poniéndote entre ellos y la Guarida.
- Pon al resto a salvo. Tenemos esto controlado.
- Ten cuidado.
Los hombres lobo se ponen a tu lado para formar una sólida línea de defensa frente a la entrada de la cueva.
- ¡Protejan a las crías!
Mientras Layla se acerca a los demás, tu loba interior se asoma y ruges con la Manada. ¡Ves a uno de los soldados apuntando a un niño que corre hacia la guarida y lo atacas!
- ¡No los toques!
El hombre se voltea hacia ti justo a tiempo y aprieta el gatillo con desespero. ¡La bala te atraviesa la pierna, haciéndote caer con fuerza!
- Ayyy!
Pero mientras caes, la herida empieza a cerrarse. En segundos, vuelves a estar de pie, atacando súbitamente al aterrorizado soldado.
- ¡No puedes hacerme daño!
- ¿Qué demonios eres?
¡Utilizando tu fuerza de magia Primigenia, te unes a los hombres lobo, cargando contra los humanos atacantes y apartándolos de tu camino como si fueran bolos!
- ¿Quién quiere un poco? ¡Vamos!
- ¡Aaaaah!
De repente, te encuentras cara a cara con uno de los miembros de las fuerzas de seguridad de la SEP, que te apunta con ira.
- ¡Este no es lugar para ti, muchacha!
- ¡Fuera de mi camino!
La magia Primigenia se acumula en tu interior, haciendo más profunda tu voz e iluminando tus ojos con poder.
- ¡D... disculpa!
Él cae de rodillas. El poder se desprende de ti en ondas, como el calor, y los demás soldados humanos retroceden a tu alrededor, algunos tropezando en su prisa por alejarse de ti. De repente, sientes una punzada de adrenalina que no es tuya. Ves a Jimin detrás de la delgada cobertura de un árbol, con un roce de bala de plata que gotea sangre de su brazo. ¡Un francotirador lejano dispara y la bala hace crujir su pelaje!
- Raaar...
- ¡Jimin necesita ayuda!
¡Pero entonces tu atención se centra en Morgan, que intenta arrancarle el rifle de la mano a un soldado!
- ¡Aaah!
Ves un destello de luz solar en la copa del árbol mientras el francotirador apunta...
- ¡Déjalo en paz!
¡Corres como un rayo, apartando a Jimin del camino justo cuando el francotirador dispara y la bala rebota en las rocas junto a tu cabeza!
- ¡Marisa!
- Eso estuvo muy cerca.
Una piedra que rebota te hace un corte en la mejilla, pero cuando tocas la herida ya está curada, dejando solo una mancha de sangre.
- Todo ese entrenamiento está resultando muy útil.
Sus garras te aprietan contra él, manteniendo tu cabeza a salvo. Sientes que su pavor aumenta y miras el campo de batalla, buscando ayuda.
- ¡Isobel! ¡Estamos atrapados!
La cabeza Primigenia de Isobel se levanta, aguzando las orejas hacia ti cuando le señalas el nido de francotiradores.
- Lo vi.
Ella aúlla por un breve momento y otros dos se unen a ella para escalar el árbol con una velocidad sobrenatural. Segundos después, el cuerpo inerte del francotirador cae al suelo. Tú y Jimin salen de su escondite con facilidad, y él te agarra el brazo con una garra, con ojos dorados que te clavan en el sitio.
- No... te arriesgues... de nuevo.
Te apresuras a ayudar a una mujer loba más joven que recibió un disparo de plata en la pierna. Cuando te agachas para levantarla, una sombra oscura se cierne sobre ti.
- Debiste haberte ido cuando tuviste la oportunidad.
Sergei utiliza la culata de su rifle para atacarte las piernas y con el peso de la mujer loba herida sobre tu hombro, ambas caen al suelo.
- ¡Uf!
- La plata está pensada para derribar a los hombres lobo, pero funcionará a la perfección contigo.
Se oye un fuerte pam y un destello de fuego, pero segundos después, te das cuenta de que, de hecho, sigues viva.
- ¡Aaaaag!
Sergei retrocede a trompicones, agarrándose la muñeca ahora destrozada, mientras alguien te quita de encima el peso de la mujer loba herida.
- Nosotros no matamos a los humanos.
- Te debo una, Hugo.
Él asiente con firmeza y ayuda a la loba herida a ponerse a salvo. Los humanos superan en número a la Manada por lo menos en dos a uno, pero los hombres lobo Primigenios son más fuertes y más rápidos... Un disparo suena en el claro y un lobo cae a tu lado.
- ¡Aaaaag!
- Esto es malo...
- ¡Aléjate de ella!
Layla se coloca sobre Noemí, con los brazos abiertos, defendiendo su frágil cuerpo de un Caballero que las tiene acorraladas.
- No... Sálvate...
- ¡Las mataré! ¡Lo haré!
- ¿Le dispararías a una mujer embarazada?
Los ojos del hombre brillan mientras levanta la culata de su rifle, ¡tomando impulso con el brazo para golpear!
- ¡No le pondrás una mano encima!
¡Te lanzas delante de Layla para protegerla! El rifle se estrella contra tu brazo con un crack estruendoso. ¡El hueso se te rompe con el impacto!
- ¡Aaaaay!
- Marisa, ¡no!
- Estoy bien.
Aprietas los dientes y estiras el brazo, el hueso y la piel se vuelvan a unir.
- Tú... eres...
- ¿Invulnerable? Sip. ¡Es muy útil!
Te volteas hacia la batalla... solo para encontrarte mirando el cañón de una escopeta. Sergei está allí de nuevo, ahora con la muñeca rota. De alguna manera, se las arregló para apuntar su arma sobre su antebrazo.
- No hay más oportunidades, muchacha. Estoy listo para decirle a Sayre que por fin me libré de ti.
- ¿No ves que solo te está utilizando?
Te sobresaltas cuando su dedo aprieta el gatillo... ¡Y dispara a quemarropa! La ráfaga te golpea y caes de manos y rodillas mientras la sangre mancha tu ropa con rapidez.
- Por Dios...
La magia Primigenia se arremolina en tu interior y, aunque luchas por incorporarte, puedes sentir cómo se cierra la herida y el dolor se aleja. Los ojos de Sergei se abren de par en par cuando te pones de pie.
- Tú... estás...
- Soy de la Manada.
¡Él levanta su arma para volver a apuntar antes de que los gritos de Morgan lleguen a tu oído!
- ¡Nunca fuiste un padre para mí!
- ¿Qué hace ahora esa mocosa...?
Sergei frunce el ceño y sale corriendo hacia los gritos, mientras tú te apresuras a seguirlo de cerca. Morgan está frente a la camioneta de Sayre, con la pistola apuntando directo al hombre que creía que era su padre...
- ¡Todo lo que me dijiste era mentira!
- Ya basta de tanta tontería. No vas a matarme.
- Morgan... Él iba a matarte. ¡Ni siquiera dudó!
Ella baja el rifle despacio y sientes el tumulto de emociones en su interior : pérdida, odio, arrepentimiento. Mientras tanto, Sayre hace una mueca, altiva y fría.
- Sabía que no tenías el valor.
Pero un grito viene de detrás de Sayre.
- ¡Se están recuperando, jefe! No podemos contactar a los refuerzos.
- ¡Ríndanse...!
- ¡En la radio no hay más que estática!
- Ahora están en territorio de la Manada. Su tecnología es inútil aquí.
Puedes ver cómo Sayre se queda pensando y le dirige una única y fría mirada a Morgan, y la abandona sin decir nada...
- ¡Retrocedan! Ya sabemos dónde viven.
Los soldados sobrevivientes luchan por escapar en sus vehículos, perseguidos por varios miembros de la Manada. Te acercas a una temblorosa Morgan, tocándola con delicadeza en el brazo.
- Morgan, ¿estás bien?
- Yo... no pude hacerlo...
- Está bien. Ya se acabó.
Jimin aparece detrás de ti, volviendo a su forma humana. La preocupación le marca la frente y la sangre le resbala por el brazo. Él pone una mano en el hombro de Morgan y su voz es sorprendentemente suave.
- Morgan, entra con nosotros. Hay mucho que discutir.
Pero Hugo se enfrenta a los ojos de Jimin con una furia controlada...
- No tan rápido. No tienes que quedarte con ellos, Morgan. Hay más cosas en el mundo que ellos y Sayre.
- Hugo...
- Decidiste ayudarnos, ¿y ahora te pones en contra de nosotros?
- Luché por ella. Nunca olvidaré lo que me hicieron.
- Si los nuestros te hicieron daño, te pido disculpas, y agradezco tu ayuda de hoy. Tienes la protección de la Manada, si alguna vez la necesitas.
- No podríamos haber logrado esto sin ti, Hugo.
Él fija su mandíbula y se dirige a Morgan.
- ¿Estás segura de que estás tomando la decisión correcta?
- Tengo que saber quién soy en verdad.
- Cuidaremos bien de ella. Te lo prometo.
- Más les vale.
Hugo la abraza brevemente, luego asiente y se va del bosque.
• ୨❀୧ •
Después de atender a los heridos, la Manada se reúne en el círculo ritual donde Jimin se dirige a ellos.
- Puede que hayamos ganado esta batalla, pero Sayre volverá y necesitaremos toda nuestra fuerza para luchar contra él. Y por eso decidí darle la bienvenida a un miembro de nuestra familia. Morgan, mi hermana mayor, a quien perdimos hace mucho tiempo.
Una oleada de murmullos recorre la Manada y percibes la creciente incomodidad de ella ante la atención.
- Sé que puede ser difícil para ustedes aceptarme dada nuestra historia, pero hasta hoy, no sabía quién era, qué era. Ahora que lo sé, me gustaría aprender a ser uno de ustedes... Si me aceptan.
- Oigan... Morgan merece una oportunidad para demostrar su valía. Es una mujer loba como cualquiera de ustedes. Denle la oportunidad de mostrar su lealtad. Igual que yo mostré la mía.
Los miembros de la Manada murmuran entre ellos, analizando. Luego... poco a poco... se acercan a ella para darle la bienvenida, unos con más recelo que otros.
- Es bueno que hayas vuelto con nosotros.
- Espero que encuentres tu verdadero hogar aquí.
- Mmm... gracias. Yo, eh, también lo espero.
- Ven. Deja que te presente a todos...
Cuando te acercas a Callum y Layla, te sorprende verlo muy apoyado en el brazo de ella, con vendas en su costado ya empapadas de sangre.
- ¡Ay, no! ¿Los dos están bien?
- Estoy bien, gracias a ti. Es Callum quien me preocupa.
- ¿Qué pasó?
- Una bala de plata me rompió un par de costillas.
- Es mejor que descanses un poco por ahora, pero necesitarás que alguien te lleve a la laguna curativa. No deberías arriesgarte a caminar.
- Eso suena prudente.
Él se relaja un poco y, aunque la cara de Layla sigue tensa por la preocupación, asiente. Callum emite un gruñido de dolor, pero hace un esfuerzo por estrechar tu mano.
- Marisa, me alegra mucho que estés aquí con nosotros como un verdadero miembro de la Manada.
Layla ve por fin a Morgan, que espera inquieta aparte. Ella le muestra una sonrisa pensante.
- Morgan. Nunca tuve la oportunidad de darte las gracias. Me salvaste la vida. También la de mi bebé.
- Eres bienvenida a la Manada, Morgan...
Él se esfuerza por estar más erguido, por parecer más un guerrero.
- Podrás darnos información valiosa sobre lo que está planeando Sayre.
- Yo... en realidad no sé nada. Lo siento.
- Hey... Dejemos el consejo de guerra para más tarde, ¿sí? Deberías descansar, Callum. Nos ocuparemos de ello. No te preocupes.
La agradable sonrisa de Callum flaquea y Layla lo hace sentarse de inmediato junto al fuego.
- Lo siento. En realidad no está en condiciones de...
- No pasa nada. Lo entiendo.
Isobel te ve acercarse y mira a Morgan con desconfianza.
- Wow. Siempre suele mirarme así.
Para tu sorpresa, Isobel inclina la cabeza con respeto mientras te acercas. Tú le devuelves el gesto.
- Marisa. Morgan, con que Jimin te ofreció un puesto en la Manada. Supongo que tiene alguna razón para creer que no nos traicionarás.
- Ella siempre ha sido una de ustedes. Solo que no lo sabía.
- Una de las nuestras, ¿eh? Entonces, ¿has podido cambiar de forma?
- Mmm... no.
- ¿Sentiste el llamado de la luna llena en tu sangre?
- ¿A qué quieres llegar?
- Tenemos un nombre para los hijos de nuestra sangre que nunca se transforman.
- ¿Ah, sí?
- Humanos.
- Isobel... Morgan es la hermana de Jimin. Él lo dijo. Tiene tanto derecho a estar aquí como tú.
- Sea cual se su linaje, si no puede cambiar de forma, nunca será un miembro pleno de la Manada.
Noemí sonríe y te saluda con cordialidad cuando te acercas con Morgan.
- Ay, hija mía. Siempre es un placer verte.
- Me alegra que no te hayan herido en la pelea, honorable Sacerdotisa. Pensé que querrías tener la oportunidad de hablar con Morgan.
- Morgan. No habría pensando que hoy elegirías luchar de nuestro lado.
- Sí... Yo tampoco lo habría pensado, la verdad, pero mi papá... Sayre... fue demasiado lejos.
- Hiciste lo correcto.
- Morgan, te debo una disculpa.
- ¿Por qué?
- Por lo que ocurrió la noche de tu nacimiento. Naciste en luna llena. Esa es la razón de tu ceguera. Las lunas llenas son un momento peligroso para los nacimientos; tu mamá no sobrevivió.
- ¿Es... por eso que me abandonaron?
- La vida aquí es dura. No tenemos la facilidad y las comodidades de la humanidad. Nunca ha sido seguro para nosotros quedarnos con crías que parecían tener pocas probabilidades de sobrevivir.
- Morgan sobrevivió incluso sin el apoyo de la Manada. Nunca debieron abandonarla.
- Nos equivocamos. Nunca podría haber imaginado que esa pequeña cría ciega se convertiría en alguien tan competente y completa como tú, Morgan.
- Noemí... La Manada tiene que cambiar.
- Marisa, no tienes que...
- Sí, tengo que hacerlo. Puede que abandonar a las crías sea lo que hacían en la Edad de Piedra, pero ahora no hay excusa para ello.
- Tienes razón. Incluso siglos de tradición pueden llevarnos por el mal camino. Pero yo no puedo ser quien cambie las leyes de la Manada. Solo el Alfa puede hacerlo.
• ୨❀୧ •
Las dos van de nuevo hacia donde está Jimin, que está discutiendo con Jett.
- ¡No hablaré con una intrusa que trajo el caos y la ruina a nuestra Manada!
- Lo que ocurrió no es culpa de Morgan.
- Ella es una de nosotros ahora, Jett, y la tratarás como tal. Esta noche organizaremos una ceremonia de bienvenida para celebrar el regreso de Morgan a nosotros.
- ¡Jum!
Jett gruñe y se marcha enfadado. Jimin lo ve irse con la mandíbula tensa.
- Morgan, descansa ahora. Más tarde te llevaré al manantial sagrado para que te prepares.
• ୨❀୧ •
Más tarde... Tú y Morgan van a la casa del tío Zane para comprobar que Tyler haya estado a salvo durante la batalla.
- Gracias por cuidar a Tyler, tío Zane.
- ¡Blaaart!
- Solo lamento no haber podido quedarme con él después de la inundación.
- Bueno, por supuesto. Es que no estoy muy seguro de qué hacer con él, pero parece bastante capaz de cuidar de sí mismo. Además, eh... tengo que admitir... que ha sido agradable tener un poco de compañía por aquí.
Zane sonríe y se acerca para rascarle la cabeza a Tyler.
- ¡Chirrup!
- ¿Estás seguro de que estás bien aquí con mi tío?
- ¡Él me agrada!
Tyler se lanza contra tus piernas y casi te hace caer.
- ¡Wow! ¡Estás más fuerte desde la última vez que te vi!
- ¡He estado practicando!
Para demostrarlo, retrocede unos pasos y golpea su cabeza contra un pequeño árbol joven. El mismo se agita y algunas hojas caen al suelo.
- ¿Lo ves?
- Lamento haber tenido que dejarte, Tyler. Después de la inundación, tuve que ir a vivir a otro lugar.
- Con los lobo malos.
- Vendremos a visitarte a menudo y el tío Zane cuidará bien de ti.
- ¡Estoy bien, mamá! ¡Soy valiente y fuerte!
- Sé que lo eres.
• ୨❀୧ •
De regreso en la Guarida... Ayudas a Noemí a preparar la ceremonia mientras Morgan y Jimin están afuera, en el manantial sagrado.
- Solo he visto una Ceremonia de Bienvenida. Cuando un miembro de la Manada que creíamos muerto escapó del cautiverio humano.
Sus ojos brillan con picardía.
- Fue toda una bacanal. ¡Todos bailando, festejando y celebrando la vida!
- Parece que me espera una noche agitada.
Ella va a un cofre de almacenamiento, levanta su gran tapa, y saca una pesada capa negra y una faldita de cuero con ribetes de piel, mucho más elaborada que la ropa típica de la Manada.
- Toma, querida. Debes vestirte para la ocasión, para reflejar tu nuevo rango en la Manada.
Pasas las manos por el ribete plateado cosido a mano, algo original, atrevido y a la moda en la Manada.
- Es impresionante.
- Es la ropa de gala de una Sacerdotisa.
- ¿De verdad? No se parece en nada a lo que usas. Eh, sin ánimos de ofender.
- Ah, sí. Es lo que usaba cuando era joven y hermosa como tú. Ahora soy una anciana y puedo vestirme para mantener calientes mis frágiles huesos.
- Pero... si está destinado a una Sacerdotisa, ¿por qué me la darías a mí?
- Creo que tienes potencial para asumir ese papel algún día... Me harías un gran honor si la usas esta noche.
- Con mucho gusto.
Noemí te ayuda a ponerte la ropa de gala. Sus manos arrugadas ponen cada accesorio con cuidado antes de deslizar el chal negro sobre tus brazos.
- ¿Sabes? No era mayor que tú cuando me hicieron esto por primera vez. Me alegra mucho poder pasarlo a alguien más.
- Wow.
- Ahora sí que pareces una Sacerdotisa.
• ୨❀୧ •
Cuando el sol se oculta, la Manada se reúne para darle la bienvenida a Morgan, ahora ritualmente limpia y vestida adecuadamente. Un silencio se apodera de la Manada cuando ella entra en el claro, y uno a uno, cada hombre lobo cambia a su forma de lobo, tocando ritualmente con sus narices a Morgan.
- Jurf...
- Jurf...
- Orf...
- Eh, gracias... Gracias a todos.
- (Hasta ahora, todo bien).
Después de los hombres lobo, vienen los piel de lobo de Hunt's Peak, que la saludan con apretones de manos y abrazos mucho más humanos. Ves al tío Zane entre la multitud y te acercas a él. Él se encoge cuando te ve, todavía intimidado por el aura que pareces emanar.
- Tío Zane.
- ¡Ah, Marisa! Yo, eh... ¡Apenas te reconocí!
- Esta era la ropa de gala de Noemí. Cree que tengo potencial para ser Sacerdotisa.
- ¿Ves? ¡Te dije que todo saldría bien! Solo tenías que darle un poco de tiempo.
- ¡No esperaba verte aquí!
- Bueno, supongo que todavía soy lo bastante familiar como para venir a una celebración como esta.
Mientras te mueves entre la multitud, no puedes evitar sentir los ojos de admiración de las personas que se fijan en tu nueva ropa de gala.
- Honorable...
- ¿De dónde sacaste ese atuendo? - pregunta, Isobel.
- Me lo regaló Noemí.
- ¿Ella... cree que tú serás su sucesora? No es de extrañar que te hayan aceptado como miembro de la Manada.
- La Sacerdotisa te honra.
- Así es.
Tras los saludos, el ritmo de los tambores aumenta hasta alcanzar un ritmo salvaje y frenético. Los miembros de la manada se emparejan, bailando entre los árboles. Encuentras a Jimin cerca del centro de la multitud arremolinada de cuerpos, contemplado la celebración.
- Marisa, te ves... de otro mundo.
- ¿Eso es bueno?
Sus ojos brillan de orgullo, calentándote por dentro.
- Me alegra no ser el único que ve la conexión que tienes con la magia Primigenia. Supe que eras especial desde el momento en que te vi.
Sus manos se mueven alrededor de tu cintura, atrayéndote contra él.
- Estás deslumbrante de belleza y poder combinados. Estoy muy orgulloso de ti, mi amor.
Él se inclina para besarte, lleno de deseo y afecto. Puedes sentir la alteración de sus emociones a través del Vínculo. Algo le preocupa.
- ¿Sigues preocupado por Sayre?
- Debería estarlo, pero estoy demasiado atrapado en mi mente para pensar en el futuro.
- Entonces, ¿qué es lo que te preocupa?
- Morgan es mi hermana. Mi hermana mayor. ¿Y si eso significa que... nunca fue mi destino ser Alfa? ¿Y si era el de ella?
- Jimin... Quizás eso te daría más tiempo para nosotros.
- ¿Qué quieres decir?
- Tal vez ella pueda quitarte algo de presión. ¿Los hombres lobo tienen algo así como ayudantes de los líderes de la Manada? ¿Alfas encargados?
- ¿Asistentes?
- Si Morgan acaba asumiendo algunas responsabilidades, puede que por fin puedas elegir lo que quieres hacer. Y tener más tiempo para... otras cosas.
- Tener la libertad de estar contigo siempre que lo desee... tiene cierto atractivo.
A tu alrededor, la fiesta se ha vuelto salvaje y desenfrenada. El baile es un ritmo intenso que refleja sombras iluminadas por el fuego en la arboleda. Ves destellos de piel desnuda cuando más miembros de la Manada se aparean sin pudor entre las sombras que se alargan. Tu ritmo cardíaco se acelera. Los ojos de Jimin están llenos de un oscuro interés mientras te observa. Él te tiende la mano y sientes la energía crepitante en tu interior, que te pide que te unas a la suya.
- Baila conmigo, Marisa. Celebramos justos esta noche victoriosa. Ven.
Él sonríe, te agarra de la mano y te lleva a la multitud de bailarines que se arremolinan. El ritmo de tus pies coincide con el suyo, y poco después ambos se mueven al ritmo de la música... Te volteas y presionas tu trasero contra su parte baja, moviéndote y haciendo círculos con tus caderas con movimientos rítmicos y deliberados.
- Umjú...
Él toma tus caderas entre sus grandes manos, clavando los dedos mientras iguala tus movimientos con el ritmo.
- Nunca había visto a la Manada así.
- ¿Así cómo?
- Feliz.
Te alejas un paso hasta poder ver la cara de Jimin mientras sus cuerpos siguen moviéndose al mismo ritmo.
- Últimamente hemos tenido pocos motivos de celebración.
- Tienen que... Encontrar otras formas de ser felices...
- ¿Y qué sugieres?
Él te acerca y sus labios encuentran los tuyos mientras su cuerpo presiona el tuyo. Su contacto te hace sentir un calor intenso. Cuando se retira y te deja respirar de nuevo, estás jadeando.
- Ya se nos ocurrirá algo.
Al otro lado del fuego, ves que Layla abandonada el baile para acomodarse contra un árbol, descansando la espalda. Callum, con mejor aspecto tras su visita a la laguna sagrada, agarra un tambor. El tempo se acelera cuando él hace los ritmos más rápido, más feroces.
- ¿Qué otras celebraciones tienen en la Manada?
De repente, te das cuenta de lo poco que sabes de ellos, de esas personas que comparten tu sangre.
- Bueno, ¿tienen, por ejemplo, fiestas? Ya sabes, como la gran orgía del Día del Árbol o algo así.
Jimin sonríe y la luz del fuego se refleja en sus ojos. Por un momento, los vuelve tan dorados como en su forma de lobo.
- Nuestras ceremonias no están tan formalizadas como las de los humanos. Celebramos lo que nos conviene : el nacimiento de una nueva cría, el reconocimiento de un Vínculo. Y, por supuesto, la Noche Más Oscura.
- ¿La Noche Más Oscura?
- ¿Tu mamá no la celebraba contigo? Es el día más corto del año, siempre nos reunimos para celebrar. Es como la luna llena, pero conservamos todos nuestros recuerdos y sentidos. Y todos los piel de lobo salen a festejar con nosotros.
- Yo... No puedo esperar.
- Te encantará. La Manada caza lo suficiente para todos y los piel de lobo lo asan sobre las llamas. Hay tambores y bailes, y cuando sale la luna, hasta los piel de lobo alzan la voz para cantarle.
- ¿Y los regalos? Más vale que haya regalos.
- Te daré cualquier regalo que me pidas.
Sientes los tambores como el latido de un corazón externo que surge a través de ti, y empiezas a reconocer el cosquilleo de la magia Primigenia que surge de la tierra. Jimin debe sentirlo también, ya que de repente se transforma en Primigenio, ¡levantándote con sus muy fuertes brazos!
- Marisa.
- ¡Hey! Abrázame.
- Con gusto...
Él te levanta por completo y te hace girar con él mientras baila en un estimulante y salvaje torbellino, mezclando su alegría con la tuya. Sin dejar de abrazarte, Jimin se encoge hasta alcanzar las proporciones humanas, retrayendo su pelaje para presionar su piel caliente contra la tuya.
- Esta fiesta no es solo para Morgan, ¿sabes? También es para ti. Regresaste a nosotros, igual que ella, sangre de nuestra sangre, guardiana de mi corazón. Nuestros hijos liderarán la Manada algún día
- Yo... No puedo esperar para empezar a hacerlos...
- Siempre nacen muchos cachorros nueve meses después de una celebración como esta.
Miras a tu alrededor y ves a los miembros de la Manada emparejados, bailando y abrazándose a la luz del fuego.
- ¡No lo dudo!
Él te atrae, sus brazos bajan por tu espalda hasta rodear tus muslos de manera sugerente, acercándote.
- Me encantaría tener un hijo tuyo, Marisa. Sería el mayor regalo de mi vida.
Los fuegos están apagados y la oscuridad se hace más profunda, pero aún puedes ver los cuerpos a tu alrededor, que ahora bailan menos y se entrelazan, gimiendo, desnudos en el aire de la noche.
- Parece que la fiesta está terminando...
Jimin encaja sus caderas contra las tuya y puedes sentir su dura longitud contra ti y el ritmo de los tambores que los impulsa a los dos.
- O calentándose.
Le das un golpecito en el hombro cuando su mano empieza a deslizarse por debajo de tu ropa.
- Aquí no.
Sus ojos oscuros brillan con compresión y, sin decir nada, te agarra de la mano, llevándote hacia la oscuridad de los árboles, hasta que la luz del fuego es casi invisible en la distancia...
- Esta está mucho mejor.
Con una sonrisa, te hace girar y te presiona contra un árbol, cuya corteza se clava en tu espalda. Él mete la mano entre sus cuerpos para quitarte la ropa, arrojándolas al oscuro suelo del bosque y dejándote totalmente desnuda ante él.
- ¿Esto es lo que querías?
Su mano se desliza entre tus piernas, presionando tu calor interior, y gimes cuando sus expertos dedos te tocan. Gimiendo incoherentemente, te arqueas hacia atrás, moviéndote contra sus dedos mientras te acaricia con rudeza, bajando sus dientes para morderte el cuello.
- Jimin, por favor...
Lo agarras, buscando su erección, y él gime cuando tu mano roza su piel sensible. Lo atraes, ansiosa por encajar sus cuerpos, mientras tus dedos trabajan en él. Él se ríe en voz baja.
- Te daré lo que necesitas, Marisa.
Atrapada entre el árbol y la sólida pared de su pecho, jadeas cuando él separa tus piernas y se mueve entre ellas, lento y firme. Clavas las uñas en la corteza cuando por fin te llena por completo, abrumada por la sensación.
- Dios, sí...
Aprietas los ojos mientras él inicia el movimiento, cada empuje te deja sin aliento. Aprietas tu mejilla indefensa contra la corteza... Se siente áspera en tu piel, pero no más que la barba de su cara cuando te gira para reclamar tu boca.
- Eres mía, Marisa. Para siempre.
Él se impulsa contra ti al pronunciar esas palabras, su piel desnuda se calienta contra la tuya mientras te acerca cada vez más al límite. Su cuerpo se mueve sobre ti hasta que te pierdes por completo, excepto por su sensación, hasta que ambos acaban bajo la creciente presión.
- ¡Jimin!
- ¡Marisa!
• ୨❀୧ •
Recuperas la conciencia mucho más tarde, y te sorprendes al ver que la celebración sigue en marcha. Ves a Morgan en el borde exterior de la estridente fiesta, un poco nerviosa. Tras un momento para recomponerte, te acercas.
- Morgan, ¿estás bien?
- No es nada... Acabo de darle la espalda a todo lo que he conocido y me uní a las mismas criaturas que he cazado toda mi vida.
Su respiración es acelerada y sientes el filo de su ansiedad sobrecargando el Vínculo.
- Me siento como si estuviera en una pesadilla viviente, Marisa.
- Todo estará bien... Los cambios siempre dan miedo. Sé que estás pasando por más cambios que la mayoría de la gente, pero... eso no significa que sea malo. Tienes la oportunidad de volver a empezar. Con personas que te querrán, tal y como eres...
- Pero... ¿y si empiezo a convertirme en mujer loba? ¿Y si... durante la luna llena...?
- No lo sé. No tengo mucha experiencia en esa área.
- Pensar que podría convertirme en uno de esos monstruos... herir a alguien y no darme cuenta...
Ella se estremece.
- No sé por qué no había ocurrido.
- Quizás has estado demasiado tiempo alejada de la Manada. Podría llevar tiempo. Al menos, eso es lo que me dicen todos.
- Al menos podemos superar esto juntas.
La nariz de Morgan se arruga.
- Espera. ¿Por qué hueles diferente? Y... tu ropa, también suena diferente.
- Noemí me dio su ropa de gala. Al parecer, cree que algún día podría ocupar su lugar como la más conectada con la magia Primigenia. Adelante. Tócala.
Morgan recorre con la mano el trabajado detalle de tu atuendo, y luego silba.
- Impresionante. Apuesto a que te ves fantástica.
- Ah, así es.
El ritmo de los tambores sigue golpeando tu mente, el baile desenfrenado continúa hasta el amanecer. Tienes un repentino destello de la mente de Morgan. El ritmo de los mismos es ensordecedor y le impide percibir lo que hay a su alrededor. Hay cuerpos por todas partes, bailando, girando, besándose. Su olor es abrumador, inunando sus sentidos.
- Yo... sé que esta fiesta se supone que es para mí, pero... ¿hay algún otro lugar al que podamos ir?
- Creo que aún no estoy preparada para dejar de bailar, pero, ¿hablamos más tarde?
- Estaré... por aquí.
• ୨❀୧ •
No sabes lo tarde que es cuando te despiertas a la mañana siguiente... De mala gana, vas a la zona común para buscar el desayuno. Ves a Jimin y una oleada de ternura te invade al recordar la noche anterior.
- Buenos días, Marisa.
De repente, se calla y sientes que un presentimiento lo atraviesa. Te volteas para ver qué está mirando. Jett está de pie en la entrada, mirando fijamente a Morgan.
- ¡Morgan! El Alfa habló y ahora eres miembro de la Manada. Como miembro pleno, sangre de nuestra sangre, estás sujeta a la ley de la Manada.
- ¿Qué quieres decir, Jett?
- Eres responsable de los crímenes contra la Manada, de las heridas causadas por la plata, tanto a Isobel como a mí. ¿Lo niegas?
- No, pero yo...
- Entonces te reto a un duelo. Solo con dientes y garras. ¡Sin armas humanas!
Continuará...
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