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𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐑𝐒𝐄 𝐘 𝐏𝐄𝐑𝐃𝐈𝐃𝐀
Los presentes corrían hacia el campamento, pues cuando regresaron a donde habían dejado el camión, este ya no estaba. Llegaron a la conclusión de que pudo haber sido Merle y que se querría vengar.
Las piernas de Lia ya dolían; quería tirarse al pasto y descansar para luego seguir con su camino. Lo pensó mucho, pero cuando iba a tomar una decisión, el sonido de una escopeta siendo disparada y gritos la hicieron cambiar de opinión.
Un chillido en especial fue el que llamó su atención: Carl. Lo podía reconocer a la perfección incluso estando lejos. De tan solo escucharlo, una electricidad recorrió todo su cuerpo, recargándola de energía.
Corrió más rápido, sobrepasó a todos. Sus pies le pedían que pare, sus músculos quemaban como el infierno y el sudor caía sin parar de su frente. Ni siquiera eso pudo frenarla; solo pensaba en el pequeño niño asustado que esperaba por ella.
Lori, Isaac, Carl. Carajo, solo esperaba no llegar tarde y que todos ellos estén bien. Incluso que Shane esté bien y logre protegerlos. Más disparos, gritos, gruñidos. Estaban cerca, muy cerca.
Lograron llegar y varios caminantes estaban en el lugar. Lia sacó su pistola comenzando a disparar a cada muerto que veía, intentando visualizar la pequeña figura de su hermano hasta que lo encontró. Isaac cargaba al pequeño en sus brazos mientras mantenía a Lori detrás de él, Shane estaba protegiendo a los tres.
Quiso correr hacia ellos, pero una mano en su brazo se lo impidió. Un zombi ahora forcejeaba con ella intentando llevarse la muñeca de la castaña a su boca. Quiso empujarlo y tomar su arma, que había terminado en el suelo.
Pensó que era su fin, ¿así iba a terminar? Había hecho tantos planes, ver crecer a Carl, hacer las paces con su madre e incluso casarse con Isaac como lo habían prometido de niños si llegaban solteros a los veinticinco. Quiso dar una última mirada a su familia, sabiendo que ellos estaban bien.
La lucha terminó cuando el caminante cayó muerto con una flecha incrustada en su cráneo. Volteó encontrándose con Daryl, recargando su ballesta. Le dio una mirada furiosa al ver su intento de rendirse.
—¿¡Estás loca, mujer!? — Aquel grito la trajo a la realidad. La menor se inclinó para recoger la flecha y tirársela.
Tomó su arma y ahora sí fue corriendo a su familia, matando a todos los caminantes que se interponían en su camino. Quiso rendirse, tirar la toalla y dejar a los que amaba. Así no era ella, pero tuvo miedo, se congeló por primera vez. Se juró a sí misma que eso no volvería a suceder, lucharía por vivir.
—¡Carl! — Al escuchar la voz de su hermana mayor, el pequeño no dudó en correr a sus brazos mientras lloraba a mares. — ¿Estás bien? — Revisó sus brazos buscando alguna mordedura o algún rasguño, pero no. Él estaba limpio; nada le sucedió. Lo acurrucó en sus brazos mientras su remera se mojaba por las lágrimas que el niño soltaba.
Los gruñidos y disparos cesaron. Se separaron del abrazo, y el castaño corrió a los brazos de su padre. Lia se puso de pie, yendo con su madre. Ninguna dijo una palabra y se fundieron en un abrazo.
Ambas tuvieron miedo. Lori temió apenas su hija se fue, rezaba por que nada le pase. Malia también tuvo terror de tan solo pensar que algo le podría pasar.
—¿Estás bien? — Tomó el rostro de su primogénita en sus manos, acunándolo. Acarició su mejilla.
—¿Tú estás bien? — La contraria asintió, separándose.
—Llegaron a tiempo. — Isaac se acercó a madre e hija. La castaña se alejó de su madre para abrazar a su mejor amigo. — Me alegra que estés aquí.
Cuando ella iba a responder, unos sollozos llamaron la atención. Andrea estaba en el piso, con Amy quien fue mordida más de una vez. Aquella escena era desgarradora; la rubia perdió a la persona que más amaba.
—Debería terminar con su sufrimiento. — Murmuró el chico, sosteniendo aún a Lia abrazándola por los hombros.
—Cada quien hace su propio luto. — Respondió la muchacha.
El de rizos apoyó su cabeza en el hombro de su mejor amiga, girándose para no ver aquella escena. Se encorvó para poder estar a su altura y así ser consolado por la castaña.
En el tiempo que convivieron, había logrado encariñarse con la rubia menor. Algunas veces fueron a pescar juntos, pasando el día lleno de risas, ya que el chico no podía hacer bien un simple nudo. Ahora, aquello solo eran recuerdos a los que aferrarse.
Aquel llanto desgarrador se escuchaba por todo el campamento. Los sollozos fuertes demostraban todo el dolor de Andrea. Perder a su hermana nunca había estado en sus planes y, de un momento a otro, sucedió, un día antes de su cumpleaños. Había planeado tantas cosas con su pequeña Amy y ahora no haría ninguna de ellas.
Aquel día que tenía que ser especial se había convertido en una pesadilla.
—Ahora recuerdo lo que soñé. — La voz de Jim sonaba perdida, como si estuviera hablando lejos. Estaba aturdido. — Y porque cava los pozos.
[•••]
La mañana había llegado luego de horas. Algunos de los hombres del campamento estaban haciéndose cargo de los cuerpos, tanto los de caminantes como los de su gente.
Lia estaba sentada en el suelo, abrazando sus piernas y mirando un punto fijo. Isaac, a su lado, jugaba con el cabello castaño de su amiga buscando alguna distracción. Su rostro tenía líneas de lágrimas secas, también algunas manchas de sangre como el de la Grimes.
Andrés seguía allí, observando el inerte cadáver de su hermana. La pequeña rubia estaba pálida, con sus ojos cerrados como si estuviera en un simple sueño.
Malia no escuchó la conversación de los presentes, simplemente vio cómo su padre se acercó y la mayor lo apuntó con su arma. Se puso de pie inmediatamente, tomando su arma dispuesta a enfrentarla por el simple hecho de atreverse a amenazar la vida de su progenitor. Lo hubiera hecho si Lori no la tomara del brazo en el momento que dio un paso.
Pudo calmar su rabia al ver que Rick se alejaba y Andrea bajó su arma. Entendía por lo que estaba pasando, pero ella no perdería a su padre por su culpa.
Cuando el Grimes se acercó, Lia tomó su mano. Él alzó su mirada y acomodó el sombrero que todo este tiempo había estado en la cabeza de su hija.
—Iré a ayudar. — Murmuró la menor, recibiendo un asentimiento de su parte.
Fue en dirección a algunos cuerpos sin vida de caminantes. Tomó las piernas de uno en un intento de arrastrarlo al fuego, pero fue en vano; no tenía la fuerza suficiente. No había dormido en toda la noche ni tampoco se alimentaba bien, sin mencionar la poca hidratación que tenía.
Quiso llorar de la rabia que esa situación le generaba. ¿Por qué debían pasar por eso? No eran malas personas, no estaban pagando un karma.
Se dio por vencida, soltando las piernas bruscamente. Caminó sin rumbo queriendo perderse. Llegó al bosque maldiciendo en voz alta, sintiéndose libre de allí poder llorar en libertad sin ser juzgada.
Pateó una roca en el suelo, irritada. Quería golpear un árbol con sus puños, gritar, patalear como si tuviera cinco años y su padre no quisiera comprar su dulce favorito.
—¡Mierda! — No lo aguantó y lloró. Sollozo de manera involuntaria, sonidos incomprensibles salían de su boca sin siquiera poder evitarlos.
—Lia. — La voz de su mejor amigo hizo que volteara. Isaac la miraba con esos hermosos ojos aguados. Se tiró a sus brazos, llorando sin control. — Ya está. — Acarició su despeinado cabello castaño, aquel que él tanto amaba y cuidaba desde que eran pequeños y jugaban a la peluquería. — Todo estará bien.
—No me mientas. — Susurró, con la cabeza contra el pecho del rubio. Las lágrimas mojaron su camisa. — No quiero perder a nadie más.
—Lo sé, cariño. — Con un brazo sujetaba la cintura de la chica mientras que la otra bajaba de su pelo, a su espalda dejando caricias en busca de darle un poco de paz. — Todos queremos lo mismo, pero será inevitable. Este mundo se llevará todo lo que amamos y no podremos evitarlo; simplemente viviremos con ese dolor en nuestro corazón.
—Sólo prométeme que tú no te irás. — Imploró, tomando la remera del chico con su puño, aún sin verlo.
—Linda, no puedo...
—Isaac. — Ahora levantó la mirada. Esos ojos avellanos que tanto amaba el chico, ahora estaban rojos por todas las lágrimas que había soltado. — Sólo hazlo.
—Malia, prometo que...
—Par de tórtolos. — Una voz detrás de ellos se escuchó, haciendo que ambos giren. Daryl estaba allí, mirándolos con su típica cara de estar oliendo mierda. — Tu padre te busca, mocosa. — Sin decir más, se fue de allí volviendo a dejarlos solos.
—Vamos, Lia. — La mano de Isaac recorrió la muñeca de su amiga hasta llegar a su mano, dándole un apretón.
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Hola, hoy no es mí mejor día pero no quería dejarlos sin capitulo. Sé que es largo pero hoy la estoy pasando mal cómo para continuarlo. Sólo quería agradecerles por los 9k 💞
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