ꜰɪᴠᴇ
𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐙 𝐘 𝐕𝐄𝐍𝐀𝐃𝐎
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╰─►Los brazos de su padre la protegían del frío, siendo acurrucada por él y por su pequeño hermano, Carl.
Lori apoyaba su cabeza en el hombro de su marido, el cuál se dejaba ya que no podía abrazarla al mantener ambos brazos ocupados en sus hijos.
Malia había imaginado varias veces poder estar así otra vez, ahora se había vuelto realidad y no dejaría que nada le pase a su familia.
La luz de la luna y de la fogata iluminaba el rostro de sus amigos alrededor. Estaban todos juntos, menos la familia Peletier. Ellos se mantenían alejados con un fuego propio.
—Desorientado, así es cómo me sentía. — Rick empezó su relato bajo la atenta mirada del grupo. — Con miedo, confundido, pero la palabra correcta sería desorientada.
—Las palabras no alcanzan. — Dijo Dale, apoyando su taza en el suelo. — Algunas veces realmente no alcanzan.
—Sentí que me habían quitado mí vida y me habían puesto en otro lado. — Sus dedos acariciaban el cabello castaño de Malia, la cual acepto los mimos de manera gustosa. — En un momento pensé que estaba en coma... soñando y que nunca jamás iba a despertar.
—Mamá dijo que habías muerto. — Murmuró Carl, mirando el rostro de su padre. Rick dirigió su mirada a su esposa, ella no sabía que decir en ése momento.
—No le faltaban razones para creerlo, no lo dudes.
—Pero ahora estás aquí y no te dejare ir. — Sonrió su hija mayor, acercando sus labios a la mejilla de su padre y depositando un dulce beso en ésa zona.
—Cuándo las cosas se pusieron feas, en el hospital me dijeron que te llevarían a ti y a otros pacientes a Atlanta. Nunca sucedió.
—Es lógico luego de lo que sucedió allí. — Concordó Rick, sabiendo que la cuidad terminó infestada. — Y el hospital parecía estar desbordado.
—Lo estaba. — Murmuró Shane. Su mirada estaba pérdida pero luego se encontró con los ojos de Malia. — Apenas pude sacar a tú familia. Lia no se despegaba de tú lado y tuve que llevarla arrastrando.
—No puedo explicarte lo agradecido que estoy, Shane. No sé cómo expresarlo.
—Otra vez las palabras se quedan cortas. — Sonrió él anciano. — Que tontería.
Ed Peletier se levantó de su lugar, con ambas manos en los bolsillos. Únicamente las saco para tomar un tronco y tirarlo al fuego, haciendo que las llamas se agranden.
—Oye, Ed. — Llamó el ex policía al señor regordete. — ¿Por qué tiraste ésa rama?
—Hace frío, amigo. — Respondió con simpleza sintiéndose reconfortado por el calor que emanaban aquellas brasas color rojizas.
—Tenemos reglas, para el frío existen las mantas. — Malia se metió a la conversación, levantándose un poco de los brazos de Rick.
—Mantenemos el fuego bajo para que no nos vean de lejos. — Siguió el mayor. — ¿No es así?
—Dije que hace frío, métete en lo tuyo, ¿quieres?
Welsh no tardó en levantarse de su lugar para dirigirse a la familia Peletier, más específicamente al marido.
—Ed, ¿seguro quieres tener está conversación? — La postura del hombre llegó a intimidarlo. Rascó su cuello con nervios para luego dirigirse a Carol.
—Apaga eso, ya. — La mujer se quedó estática en su lugar unos segundos. — Vamos. — Habló en un tono más elevado logrando que lo obedezca.
—Dios. — Susurró Shane, intentando buscar un mínimo de paciencia.
—¿Acaso no tienes brazos? — La chica Grimes estaba cansada del maltrato que la mujer mayor recibía día a día. — Si tú prendiste el fuego, entonces te toca apagarlo.
Dejó de estar en su lugar para dirigirse al lado del mejor amigo de su padre, ocupando una postura contraria a la de él. Sus brazos se cruzaron mientras miraba a Pelieter.
—Tú no- — Cerró la boca cuándo la menor dió un pasó sin sacar su mirada de él, peor fue cuándo Rick y Shane también lo miraron esperando algún movimiento de su parte para atacar.
—¿Yo qué? — Desafío levantando su mentón.
Él contrario no dijo nada y con una madera corrió algunos troncos para luego aplastarlos con su pie, así dejando la llama de la fogata baja.
Shane se agachó a la altura de Sophia y su madre analizandolas con la mirada.
—Hey, Carol, Sophia, ¿cómo están? — La mujer ni siquiera se atrevía a mirarlo.
—Bien. — Respondió de manera rápida permitiendose por un segundo mirarlo a los ojos, demostrando todo lo contrario a lo que decía. — Estamos bien.
—De acuerdo.
—Perdón por el fuego. — Se dirigió a ambos. Lia deshizo su cruce de brazos mientras su mirada se suavizó al encontrarse con los ojos de la contraria.
—No hay problema. — Sonrió dulcemente. — Si tienen frío puedo traerles una manta, tengo unas de sobra.
—Descuida. — Negó levemente mientras decía eso.
—Tenga una buena noche. — Se despidió de madre e hija para volver a dónde estaba su familia.
—Gracias por cooperar, Ed. — Dijo Shane con ironía, luego imito la acción de la Grimes y volvió a su lugar.
—¿Han pensado en Daryl Dixon? — El ambiente volvió a ponerse tensó gracias a la pregunta de Dale.
—Otro problema. — Susurró Malia, apoyando su cuerpo contra el de su padre, siendo otra vez abrazada por él.
—No le gustará saber que dejaron a su hermano haya.
—A mí tampoco me gustó lo que le hicieron. — Bufó Isaac. Merle era su amigo, aunque sabía que era un maldito impulsivo y seguro que se merecía estar encadenado en aquel tejado.
Luego de haberle explicado la situación, él quería ir a buscarlo. Lia había logrado persuadirlo de aquella decisión, diciendo que era muy tarde y que era mejor esperar al hermano del hombre.
—Yo se lo diré. — Se ofreció T-dog. — Perdí las llaves, es mí culpa.
—Yo lo espose, eso fue mí culpa.
—Amigos, no es una competencia. No quiero ser racista pero... preferirá que se lo diga un banco.
—Él es su hermano, Glenn. No importa quién le diga, reaccionara igual. — Musitó la Grimes de mala gana, llevándose una mirada del grupo. — Lo conocemos, saben que tengo razón.
—Podríamos mentir. — Opinó Amy, apoyada en su hermana mayor.
—O decir la verdad. — Dijo Andrea. — Merle estaba descontrolado, había que hacer algo o nos mataría a todos. Tú esposo hizo lo que había que hacer. — Se dirigió a Lori. — Y si Merle quedó allá, no es culpa de nadie.
—¿Y le diremos eso a Daryl? No creó que surga una discusión muy racional después de eso. Seamos inteligentes y estemos preparados para cuándo vuelva de su cacería.
—¿Quieren que le diga yo? — Habló él de rizos. — Convivimos el tiempo suficiente para que no quiera matarme.
—Hagamos lo que surja en el momento. — Declaró Malia y todos asintieron de acuerdo a lo que dijo.
—Tuve miedo. — Confesó el moreno. — Me escapé, no me avergüenzo de eso.
—Todos teníamos miedo y escapamos, ¿a qué te refieres?
—Tuve tiempo para encadenar la puerta. La escalera es angosta, sólo unos cinco o seis caminantes podrían empujarla a la vez. No es suficiente para derribarla, no con ésa cadena, no con ése candado.
—¿Eso quiere decir que está vivo? — Stone preguntó, con un mínimo de esperanza en su interior.
—Sí. — Aseguró T-dog. — Sigue en el techo. Depende de nosotros. — Sin decir nada más, se levantó y se fue directamente a su carpa.
Luego de eso la ronda quedó en silencio y poco a poco cada uno se fue por su lugar a dormir.
La carpa de Malia ahora estaba siendo ocupada por ella y por Carl, quién anteriormente dormía con su madre pero ahora que Rick volvió, la mayor supuso que necesitarían privacidad.
La estúpida "relación" de Shane y Lori llegaría a su fin, algo que alegraba a la castaña. Noe diría a su padre de la aventura de su madre, no le daba el corazón para destruir a su familia ahora que estaban juntos.
Los hermanos Grimes estaban acostados en colchones separados. Rick acarició el cabello del menor, luego dejó un beso en su frente.
—Te quiero, papá. — Murmuró Carl. Sus pequeños orbes azules estaban achinados por el sueño que tenía.
—Y yo a ti, hijo. — Despeinó un poco su cabello. Él niño cerró los ojos esperando dormir.
Sin hacer tanto ruido, se acercó a su hija mayor y repitió la misma acción que con Carl.
—Si me despierto, ¿seguirás aquí? — Pregunto Lia, temerosa de que aquello sea un simple sueño y que su padre nunca haya vuelto.
—Te prometo que seguiré aquí en la mañana, princesa. — Sonrió con dulzura, pasando su mano por la mejilla de su primogénita mayor. — Gracias por quedarte a mí lado en el hospital.
—Aún estaría allí si Shane no me hubiera sacado.
—No lo dudó.
—Cuándo pensé que moriste, algo dentro de mí me decía que no podía seguir. — Susurró pensando que su hermano estaba durmiendo. — Pensé en rendirme pero no podía, por Carl, por mamá. Incluso por ti, aunque ya no estabas. Ahora que estás aquí... siento que puedo con todo, así que Gracias, papá. Gracias por ser la fuerza que necesitaba para continuar.
—Mí pequeña niña. — Sonrió con ternura, acariciando su cabello castaño. — Yo seguí por ustedes, con la esperanza de que volvería a verlos. Y mirá, aquí estamos. Nada nos va a separar ahora.
—Te amo, papá.
—Y yo a ti, mí niña. — Su mano abandonó el cabello de su primogénita. Acercó su boca a su frente, dejando un beso en dicha zona.
Rick abandonó la carpa de sus hijos para dirigirse a la suya con su esposa. Malia sonrió y por primera vez en mucho tiempo fue una sonrisa completamente sincera.
Carl se removió abriendo los ojos. — Lia. — Llamó a su hermana mayor en un murmuró apenas audible.
—¿No estaba durmiendo? — Cuestión susurrando.
—No puedo hacerlo si no me abrazas.
—Ven aquí. — Palmeó a su lado y el menor no dudo en levantarse para luego acordarse al lado de su hermana.
—Papá realmente está aquí.
—Si, mí pequeño. — Su dedo acarició delicadamente la nariz del castaño. Estaban de frente al otro mirándose a los ojos.
—Gracias por cuidar de nosotros, Lia.
—Ése es mí deber.
Ambos hermanos durmieron cálidamente por el calor que ambos emanaban. La paz estuvo toda la noche con ellos y con sus padres, tanto cómo el amor y el cariño.
Carl se aferraba a la camisa de su hermana mayor. Su mano estaba hecho un puño tomando un poco de aquella prenda, mientras que la contraria solo pasaba su brazo por el cuello del pequeño.
Sus respiraciones eran calmadas, pues ambos estaban zumbidos en el mundo de los sueños.
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Malia despertó más tarde de lo normal, se dió cuenta cuándo su hermano ya no estaba a su lado. Ella era quién todos los días estaba arriba antes que él, llevándole un desayuno para empezar el día juntos.
Estiró su cuerpo, algunos de sus huesos sonaron por aquella acción. Dormir con Carl era tener que aguantar patadas toda la noche.
Se levantó del colchón poniéndose sus zapatillas. Decidió sólo cambiarse la remera, optando por una de color celeste. Sus shorts de ayer estaban sucios y decidió que los lavaria hoy, quedándose con la parte baja de su pijama.
Salió de la carpa para dirigirse a Isaac, él cuál la esperaba con una taza de café negro, cómo todos los días.
—Pero si se despertó la bella durmiente. — Carcajeo el de rizos. — Nunca pensé que podrías dormir tanto.
—Callate. — Murmuró tomando un trago de la infusión amarga. — Me duele la espalda, Carl patea fuerte.
Antes de que su mejor amigo pudiera contestar, los gritos de su hermano y de la pequeña Sophia lograron alterar a todos en el campamento. Ambos niños pedían por sus madres de manera desesperada.
Malia dejó caer la taza al suelo y sus piernas corrieron de manera rápida, rompiendo algunas ramitas secas que estaban en el suelo. Llegó a la par del resto, pero se detuvo con el castaño y lo abrazo a su cuerpo. Lori repitió su acción, inspeccionando el cuerpo de su hijo en busca de alguna lastimadura provocada por un caminante.
—¿Te mordieron o rasguñaron? — Preguntó apresurada arrastrando algunas de las palabras pero él menor pudo entender a su madre a la perfección.
La mayor dejó que Lori abracé al de ojos azules y se acercó al grupo de hombres. El zombie estaba comiendo el estómago de un venado, quién tenía clavada algunas flechas en la parte trasera de su muslo.
Al verse rodeado de gente, el caminante se levantó queriendo atacar al primero que tenía a su alcancé, ése era Rick. El ex sheriff lo golpeó con un objeto de metal cuándo apenas se hizo para delante.
El resto repitió su acción, golpenadolo torpemente hasta tirarlo al suelo. Allí fue cuándo Dale corto su cabeza.
—Es el primero que tenemos. — Dijo el anciano, agitado por su esfuerzo. — Nunca habían llegado tan lejos.
—Se habrán quedado sin comida en la cuidad. — Intentó adivinar Jim.
Unos pasos detrás suyo los alertó y todos se pusieron en posición para golpear a cualquier caminante que pase por allí, sin embargo no era uno de ellos. Daryl Dixon se dejó ver entré las hojas, con su ballesta en mano. Pudieron respirar tranquilos y bajar su defensa al verlo.
—¡Hijo de perra! — Gruñó el hombre. — ¡Ése es mí venado! — Se acercó al cuerpo con furia. — ¡Lo arruinó todo esté sucio! — Le propinó una patada. — ¡Apestoso! ¡Estúpido! ¡Hijo de perra!
—Cálmate, hijo. — Pidió Dale. — No servirá de nada.
—¿Y tú qué sabes, anciano? — Se acercó al hombre. — ¿Por qué no tomas tú estúpido gorro y vuelves al geriátrico? — Volvió a alejarse para tomar las flechas que estaban clavadas en el animal. — Seguí a esté venado por kilómetros. Lo llevaré al campamento y lo cocinaremos, ¿Que les párese si cortamos está parte mordida? — Señaló la zona con sus manos.
—Yo no me arriesgaría. — Le respondió Isaac, con una mueca de asco en su cara.
—Sus órganos pueden estar infectados por la mordida del caminante. — Malia se encogió de hombros cuándo terminó de decir aquello.
—Es una lástima. — Suspiró. — Atrapé unas ardillas, diez o doce. Comeremos eso.
El zombie abrió los ojos. Aquella cosa seguía con vida, apretando su mandíbula débilmente en busca de morder algo.
La Grimes se asustó pero no titubeó al acercarse y aplastarle el cráneo con su pie, mojándose de viseras y sangré.
—Vamos, amigos, ¿que hicieron? — De quejó Dixon. — Hay que darle al cerebro, al parecer sólo una persona lo sabía. — Lo último fue dirigido a la chica. Daryl paso por su lado dándole una última mirada antes de irse al campamento.
—Que asco. — Susurró para ella al ver su pie.
—¡Merle! — La voz del cazador se escuchó incluso estando lejos. — ¡Ven aquí! Traje unas ardillas, ven a cocinar.
—Carajo. — Siseo Isaac, sabiendo que ahora todo se volvería un caos.
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Estoy muy enamorada de esté fic, por esa razón actualizo seguido. Quiero llegar a las partes que tengo planeadas 🤭
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