ᴛʜʀᴇᴇ

𝐂𝐈𝐆𝐀𝐑𝐑𝐈𝐋𝐋𝐎𝐒 𝐘 𝐑𝐄𝐄𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐑𝐎

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╰─►¿Cuánto había pasado? ¿Una semana? ¿Un mes? Malia dejó de contar cuándo pasaron los cinco días, no tenía sentido hacerlo.

Todo seguía igual, el mundo hecho mierda repleto de caminantes y ellos luchando por sobrevivir. No habían perdido a nadie y varios se unieron, una familia, los Morales. Luego dos hombres, T-Dog y Jim.  Y por último una mujer, Jacqui.

El grupo creció, habían más personas que alimentar y por quienes preocuparse. Nuevos niños que tendrían que crecer aprendiendo sobre armas para poder sobrevivir al mundo cruel.

Ahora dormían en carpas, alcanzaban para todos. Malia tenía la suya, no le gustaba dormir con los demás. Algunas veces Carl se infiltraba y se quedaban leyendo comics hasta que él pequeño se dormía en los brazos de su hermana mayor.

La Grimes terminaba de hacerle el desayuno a su hermano, el cuál estaba muy concentrado haciendo los ejercicios de matemáticas que su madre ponía en sus hojas.

Se acercó a él con un poco de fruta silvestre en un tazón de plástico. Escuchó un quejido del menor al no entender su tarea.

—¿Te ayudó, pequeñín? — Preguntó tendiendo su alimento. Carl lo tomó entré sus manos y asintió levemente. — La respuesta es treinta y cinco. No le digas a mamá que te ayude.

—¡Gracias, Lía! — Chilló emocionado, anotando de manera apresurada. Malia le guiñó un ojo y lo dejó sólo para que haga el restó.

Caminó hasta su madre, la cuál estaba quitándole la piel a un pescado que comerían a la noche.

—Ire a la cuidad, quiero buscar unas cosas. ¿Necesitas algo?

—¿Qué buscarás? — Preguntó apresurada cuándo su hija mayor estaba apunto de alejarse. — Tenemos buenas provisiones.

—No importa. — Intento restarle importancia pero sabía que Lori no lo dejaría ahí. — Son cosas personales.

—Dime, Malia.

—Cigarrillos.

—¿Otra vez? Se supone que lo dejaste. — Su tono de voz se elevó de manera leve.

—Baja la voz. — Pidió fijando su vista en Carl. — No vamos a discutir frente a él. — Declaró con el ceño fruncido. — Y si quiero volver a fumar es cosa mía, no son tus malditos pulmones los que se dañen.

—Siempre haces lo que se te da la gana sin pensar en los demás. — Soltó el cuchillo con fuerza ocasionando que se caiga al suelo generando un ruido que llamo la atención de algunos. — ¿Volverás a caer en las drogas? No me sorprendería. Ahora no está tú padre para sostener tú mano.

—Solo cierra la boca de una vez, Lori. — La mención de Rick le dolió, sabía que él no estaba y su madre no tenía que recordárselo cada que tenía la oportunidad. — Iré, si necesitas algo dímelo ahora.

—No necesito nada. — Respondió tosca volviendo a su labor y agarrando el utensilio del suelo.

—Bien. — Fue lo último que dijo para tomar las llaves que estaban al lado de la castaña mayor.

No entendía que problema tenía su madre con ella, cada cosa que hacía era para discutir. Malia tomo malas decisiones en el pasado y ya había aprendido su error, pero Lori aprovecharía su oportunidad para recordarle todo lo que pasó. Metió a su padre en eso está vez.

El auto abandonó el lugar recorriendo la calle de asfalto. La castaña apretaba el volante con furia mientras que su otro brazo estaba por fuera de la ventana abierta.

Una vez que llegó a la cuidad estaciono lejos de la zona poblada de zombies, sabía a la perfección cuál era y que no tendría que acercarse allí.

Una tienda se pudo ver a lo lejos y Malia no dudo en apuntarlo a su destino. El vidrio estaba roto por lo que podría pasar por allí con mucha facilidad.

Habían cuerpos de caminantes muertos, alguien se encargó de despejar el caminó poniéndola alerta. Al parecer la sangre era fresca.

Supuso que los cigarrillos estarían en la parte del vendedor; efectivamente estaban allí cuándo fue a comprobar. Habían apenas dos cajas de Malboro, suficientemente para poder sobrevivir dos días y medio si se controlaba bien.

De pronto en la parte trasera de su cabeza sintió un cañón frío apoyarse. Reconocía perfectamente que era.

—Deja los cigarrillos ahí, muñeca. — La voz fría y áspera de un hombre hizo que todo su cuerpo sea recorrido por un escalofrío. — Házlo ahora si no quieres que un puto hoyo decore tú cabeza.

—Bien, lo haré. — Siseo con calma manteniendo sus brazos arriba con ambas cajas de cigarrillos. — No hay que ponerse violentos. — Dejó los objetos en su respectivo lugar.

—Ahora date la vuelta lentamente, primor.

Hizo caso para que una bala no atraviese su cráneo. Su cuerpo gira encontrándose con el rostro de un hombre mayor, quizá de unos treinta años o más. Mantenía una expresión divertida. Su cabeza estaba rapada, sus ojos rasgados. Era de complexión media y alto a comparación de ella.

—Pero si eres una lindura. — Paso su lengua por la parte inferior de su labio. — Quizá podamos divertirnos un poco.

—Y una mierda. — Respondió agresiva cuándo la mirada del mayor la recorrió por completo. — Los cigarrillos son tuyos, déjame ir.

—¿Y en dónde queda lo divertido?

—Merle, dejá en paz a la chica. — Detrás suyo se escuchó una voz, una que conocía a la perfección.

Giró sobre sus talones sin importarle que ése tal Merle la estuviera apuntando. Allí estaba él: con su típica bufanda que decoraba su cuello. Sus rizos estaban levemente sucios y su rostro tenía algo de tierra.

—Isaac. — Aquello salió cómo un suspiró de sus labios, se sentía tan bien decir su nombre por fin.

—Linda. — Una risita nerviosa se escapó de los labios del rubio. — ¿Eres tú realmente? — Se acercó a paso lento temiendo que sólo sea una alucinación.

—Soy yo. — Sonrió débilmente y por fin se decidió a lanzarse a sus brazos. Sus piernas terminaron enrolladas en la cadera de su mejor amigo mientras que él la sostenía fuertemente teniendo que desapareciera si la soltaba.

Él realmente estaba allí, Isaac estaba vivo. Malia nunca perdió la esperanza de volver a verlo, sabía perfectamente que él era muy inteligente cómo para morir.

Sus cuerpos se dieron un poco de distancia y los pies de la castaña por fin tocaron el suelo. Las manos del chico se instalaron en el rostro de la Grimes. Apoyó su frente con la de ella respirando su mismo aire.

—Si eres tú, eres mí pequeña Malia. — Decirlo en voz alta era satisfactorio.

—Y tú eres mí Isaac. — Ahora las manos de ella hicieron contacto con la suave piel de su rostro. Ambos se acariciaban de manera delicada.

—No quiero interrumpir su estúpido momento romántico pero quiero respuestas. — Merle fue quien rompió el reencuentro.

—Es ella. — Isaac dirigió sus palabras a su amigo. — La chica de la que tanto les hablé, Malia Grimes.

—No sabes cuántas pajas te ha dedicado esté idiota. — Bromeó soltando una sonora carcajada por sus propias palabras.

—Oye. — Se queja el rubio con el rostro ruborizado. — Eso no es cierto.

—Isaac, Merle. — Una tercera voz se oye a lo lejos. — Traigan sus traseros aquí, encontré una lata de comida. — Aquella voz era ronca y rasposa.

Un hombre con una ballesta se hizo presente. Su cabello era corto, sus ojos azules y alto. Su rostro estaba serio y se puso alerta cuándo vió a Malia.

—¿Y tú quien mierda eres? — No dudo en levantar su arma y apuntarla.

Isaac se puso delante de ella ante la acción de su amigo. — Baja eso, es mí amiga.

—Me importa un carajo, niño. — Escupió de manera brusca sin mostrar intenciones de bajar la ballesta.

—No soy una amenaza. — Se apresuró a defenderse la castaña, dando un paso delante dejando a su amigo en la posición que ella estaba. — No vengo armada.

—La niña solo tenía cigarrillos en sus manos. — Merle fue él que habló, dándole a entender al contrario que la menor tenía razón.

—Tengo un grupo de sobrevivientes que podría interesarles. — Y allí estaba él típico reclutamiento que estuvo haciendo desde que todo comenzó. — Vivimos alejados de todo y tres más no nos vendrían mal.

—¿Podemos ir? ¡Digan que si! — Chilló Isaac de forma infantil, uniendo sus manos pidiendo desesperadamente. — Quiero ir con ella.

—Ve tú. — Él hombre decidió dejar de apuntarla luego de decir eso.

—No quiero dejarlos, Daryl. Me ayudaron mucho desde que todo comenzó.

—Un grupo, podría ser interesante. ¿Qué dices? — Merle se dirigió al otro hombre el cuál se encogió de hombros.

El de rizos sonrió feliz. Cuándo todo comenzó él pudo escapar y luego de unas horas se encontró con los hermanos Dixon. Al principio quisieron matarlo por desconfiar de él pero luego supieron que era totalmente inofensivo, incluso un poco infantil.

Todo el tiempo que pasaron juntos, Isaac sólo se dedicaba a hablar sobre una castaña hermosa que era su mejor amiga. Les juro que iba a encontrarla y así lo hizo, la tenía delante de él.

Pasaron de ser sólo tres a formar parte de un grupo de sobrevivientes. Quizá no iba a ser tan malo convivir con ellos.

Luego de unos treinta minutos lograron llegar al campamento. Merle iba en su moto mientras que Daryl y Isaac iban en el auto de Malia.

Al bajar todas las miradas se dirigieron a los nuevos integrantes. Carl llegó corriendo al lado de su hermana y no dudó en lanzarse a sus brazos.

—¡Volviste! — Grito con emoción. Malia lo sujetó para luego darle un par de vueltas en el aire sacándole un par de risas.

—Siempre vuelvo, mí pequeño monstruo.

El corazón de Isaac se encogió ante esa escena. Sabía lo mucho que su amiga amaba a su pequeño hermanito.

—¿No hay saludó para mí, campeón?

—¡Isaac! — Se soltó de los brazos de Malia para tirarse a los del rubio, el cuál lo recibió gustoso.

Ahora sí se sentía cómo un hogar.

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Subí capítulo aunque el mínimo no se cumplió pero es para celebrar por la nueva portada ❤️
Ahora que está Daryl ya puede comenzar lo bueno 👀

Para desbloquear el siguiente cap se tendrá que superar el mínimo de 13 comentarios y 28 votos ✨

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