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Un nuevo día había comenzado, todos se encontraban en comisaría, esperando a que el superintendente llegara y asignara los trabajos que haría cada quién ese día.
- ¡Perla! ¿Qué tal? - saludó Horacio acercándose a él.
- Estoy bien, ¿y tú?-
- Bueno, podríamos estar peor, como hace unos días - rió débilmente Horacio.
Había pasado un tiempo desde el incidente con la mafia, desearían poder decir que todo había vuelto a la normalidad, desgraciadamente este no era el caso. Las cosas se habían calmado, pero se podía notar que estaban un poco más alerta de lo que sucedía a su alrededor.
- Ya...podríamos estar mucho peor - le dio la razón el rubio. - al menos ahora sabemos que Volkoff se preocupa por ti -bromeó también.
- Si si, lo mismo está enamoradísimo de mi - quiso seguir hablando pero alguien apareció.
- ¿¡Quién está enamorado de quién!? - dijo el comisario Greco entre los dos amigos.
- Nada, Greco, estabamos bromeando sobre cómo Volkov había ido a ayudar a Horacio en el operativo - le explicó Gustabo mientras aguantaba una risa.
- Umh...No sé, la verdad es que no estoy muy seguro de ello. Estoy entre Volkov o Claudio para Horacio... - decía el comisario llevando una mano a su barbilla y miró al techo pensando.
- Oye, pues tiene razón, ¿eh Horacio? -
- Tal vez, Gusnabo, tal vez... - sonrió el de cresta.
- ¡Uy! Pues el ruso está ahí. Venga Horacio, es su momento de brillar, ya nos contará cómo le fue la cosa... - Greco tomó a Horacio de los hombros y lo llevó hasta el comisario de pelo plateado que entraba a comisaría junto al superintendente.
Gustabo miraba la escena tapando parte de su cara con el cuello de su camiseta.
El trabajo en comisaría sería muy aburrido si no los tuviera a ellos.
- ¿Y qué hago, Greco? - susurró Horacio.
- Tú déjate fluir y yasta' - le animó el comisario deteniéndose frente al ruso -. Querido y estimado amigo mío, Volkov. Le presento a este apuesto joven, con un gran corazón al igual que un enorme sentido para la moda. Cómo podrá observar tiene todo el porte de un verdadero héroe. Está soltero, lo de entero no lo sé, pero no tiene bendiciones. Tal vez, no sé, podrían ir a hacer 10-33 juntos... - decía el de barba con voz de vendedor de la teletienda.
- ¿Qué cojones acabo de escuchar...? - preguntó Conway. Acababa de llegar a comisaría y las idioteces le comenzaban a rodear.
- No iba para usted, simplemente ignorelo - le dijo Greco -. Bueno, ¿aceptas o no? Por que puedo ser más convincente si quieres...
- Eh...Si, está bien, supongo - Volkov dijo, entonces se dirigió a Horacio - Venga, vayamos a patrullar.
Volkov se dio le vuelta y fue a por su patrulla. Horacio se giró para ver a Greco con cara entusiasmada.
- ¡Olé! ¿Cupido? No sé, no le conozco, yo solo conozco a Greco - Horacio decía mientras se colocaba bien su chaleco y salió corriendo de comisaría.
- Madre mía... Vuelve con los agentes, anormal, ya tengo suficientes tonterías por ahora - ordenó Conway antes de ir al despacho de primera planta a por unos papeles.
Greco volvió donde estaba Gustabo riendo.
- ¿Qué te ha parecido? In-cre-í-ble, ¿verdad? - decía orgulloso el de barba.
- Me ha encantado, 10 de 10, Greco - Gustabo alzó sus pulgares mientras soltaba alguna que otra risa.
- Bueno pues, tras descartar el punto de Horacio en mi lista de cosas que hacer hoy, el siguiente punto es el de Gustabo con B de bombón -
- ¿Cómo? -
- Cuéntame...¿Hay algo que te inquieta te atormenta, te perturba...? - decía el comisario mientras movía sus manos lentamente por el aire.
- Pues... - no le dejó terminar.
- ¡Calla, no me lo digas! Creo que ya lo tengo. ¿Acaso no te interesaría saber si alguien de esta comisaria está enamorado de alguien? - continuó con aquella danza extraña de manos.
- Oye pues no te diría yo que no a un buen cotilleo - rio Gustabo.
- Empecemos por algo fuerte... ¡El súper pasta de dientes! - dijo Greco como si acabase de tener una revelación divina.
De pronto, su tan seria conversación se vio interrumpida por alguien.
- Chicos, estamos todos haciendo fila, esperando nuestras asignaciones, ¿no creéis que es hora de dejar de hablar y ponerse serios? - Preguntó el subinspector Brown, quien venía con Sergey a su lado.
- ¿Eskiusmi? ¿Quién te crees que eres? Que yo soy el comisario aquí -
- ¡Eso, Greco, demuéstrale quién manda! - le animó Gustabo.
- Solo estáis hablando de tonterías... Incluso estáis hablando de Conway. ¿En serio creéis que puede llegar a querer a alguien? - Decía Sergey cruzando los brazos sobre su pecho.
- Exacto, dudo que alguna vez haya querido a alguien ya sea cómo pareja, amigo, compañero... - se burló Brown mirando a Sergey.
- ¡Oye! ¡Que a ti no te quieran ni en tu casa no es su culpa! - le atacó Gustabo, intercambió papeles con Greco y ahora el comisario le animaba a él.
- A ti si que no te quiere nadie, al crestas le ha faltado tiempo para dejarte sólo para patrullar. -
No te quiere nadie
Gustabo volvió a centrar su mirada tras escuchar sus propios pensamientos. Una tontería, todo culpa de los estúpidos de Brown y Sergey.
- Pues a ti - le volvieron a interrumpir por décimo novena vez en aquel día.
- Capullos, cerrad ya la boca, esto no es una pelea de gallos. Y vosotros dos, ojo con el tono de subnormal con el que habláis a vuestro superior, el comisario, y al subinspector. ¿Os ha quedado claro? - reprendió Conway a Brown y Sergey. A estos no les quedo otra que asentir y volver a sus sitios mientras murmuraban algo.
- ¡Ese es mi papu! ¡Cómo nos defiende! - gritó Gustabo con una sonrisa.
- No te emociones, muñeca. Ahora ponte a hacer fila antes de que saque la porra - le ordenó Conway. Gustabo simplemente respondió haciendo el saludo militar y corrió a la fila.
Conway negó con la cabeza viendo al rubio, quién no se pudo aguantar el gritar un "¡CALVO!" a un hombre de poco pelo que pasaba por la puerta de comisaría. Una sonrisa casi imperceptible apareció en su rostro.
- Greco, vamos a asignar los- ¿Qué cojones...?- su voz se fue apagando conforme dio la vuelta para mirar al comisario y se lo encontró moviendo las manos de forma extraña.
- Detecto amor en el aire...Digo- ¡Sí, vamos! - Greco volvió a ponerse serio y fue con Conway al frente de la fila de agentes que buscaban asignación.
El superintendente fue mandando a los agentes a patrullar por binomios. Acabó con solo Torrente, Greco, Gustabo y él en la recepción de comisaría.
- Súper, somos impares, a alguien le toca ir solo. - Dijo Torrente ya que Conway debía de hacer algo de papeleo ese día.
- Torrente, ve tú con Greco. Yo puedo ir solo con la mary - propuso Gustabo, pero le fue denegado.
- No, solo no vas a ir - se apresuró a decir Conway.
- ¡Qué yo no soy como Leonidas, qué no me voy a caer de la moto cada tres segundos! - Gustabo se quejó.
- A ver, he de decir que estoy de acuerdo con Conway. Yo tampoco quiero que vayas solo... - Greco dijo dejando atrás el tono burlón que usó antes, fue sustituido por uno más serio. ¿Y cómo no estarlo si recordó el rostro de Gustabo en el hospital tras el operativo de la mafia?
- Está bien... -
- Perfecto, pues vente conmigo, nos vamos a patrullar, nena - habló Conway. No esperó recibir respuesta, por lo que fue directo a la salida de comisaría para ir al parking. Sabía que Gustabo iba justo detrás suyo al haber escuchado unos pasos correr hacía él.
- ¿Z o mary? - preguntó el rubio caminando a sus espaldas.
- Vamos en Z, así podremos llevarnos a los detenidos. -
- ¡Okay, papu! -
Conway dio un suspiro pero, esta vez, ni se molestó en decirle algo. Hoy tenía los cojones católico y, simplemente, lo dejó pasar.
- Venga, nena, ¡Let's fucking go! -
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