sᴏʟᴏ ᴀ́ᴍᴀᴍᴇ
—Quítate la ropa lentamente hoy quiero amanecer contigo... Y cuidado si sospechan los vecinos, mi mujer o tu marido...
SeokJin sonrió, su amante siempre era tan elocuente cuando se encontraba excitado.
Despacio, se acercó a él y rozó sus gruesos labios sobre la sensible piel del cuello. Frotó su entrepierna con descaro sobre la muy dispuesta del menor.
—Qué nos perdone nuestro divino Señor si cometemos un delito... -Susurró el mayor sobre la oreja del contrario, dejando suaves lamidas a su paso. —Pero Adán y Eva pecaron por tentación, tú y yo no somos distintos...
JungKook gruñó, se apoderó de esa boca deliciosa en un beso apasionado mientras desprendía las prendas de su precioso SeokJin.
¿Qué tenía ese hombre que lo volvía loco?
Ni siquiera con su esposa sentía tal necesidad animal de posesión. SeokJin le encantaba, desde la cabeza a los pies, no había nada en él que no fuera correcto... Excepto su marido.
Poco a poco, lo recostó sobre aquel colchón que era el testigo de sus encuentros cada noche de jueves.
Ahí donde su pasión se desbordaba, donde se permitían ser realmente ellos, y consumar el deseo prohibido de sus corazones.
SeokJin se aferró a la espalda musculosa del menor, gimiendo sin descaro por los besos y caricias que se iban depositando en todo su suave y hermoso cuerpo.
—Tú y yo durmiendo con los enemigos... Dos seres que jamás hemos querido. -Jin susurró entre la nube de lujuria que lo tenía apresado.
Y es que, desde que SeokJin y JungKook se habían conocido, era ansiado por ambos el unir sus vidas para siempre.
Sin embargo, el destino jugó en su contra y los obligó a enlazarse con personas que no aman... Pero por conveniencia permanecían junto a ellas.
—Te aseguro que esos tontos no van a entender, que si les somos infieles, es por un gran querer...
JungKook descendió sus besos, asegurándose de amar cada trocito de piel, SeokJin se merecía el cielo, la felicidad absoluta, algo que sabía, solo con él podría tener.
Por su parte, Jin anhelaba que aquel momento fuera eterno, odiaba pensar en volver a su vida cotidiana, esa donde tenía que fingir estar bien con su estilo de vida.
No...
Esa noche, no.
Eran solo ellos, SeokJin y JungKook, como debía ser.
Admiró el hermoso rostro de su conejito lamiendo todo a su paso, oh... Cómo lo amaba.
El pelinegro jugó con su entrada, frotaba sus dedos húmedos y se deleitaba con los dulces gemidos que Jin dejaba escapar.
Sin meditar palabras, se tragó de un bocado el miembro del mayor, un grito placentero se escuchó y JungKook hizo su trabajo con mucho entusiasmo.
Para eso vivía, para complacer a SeokJin en todo lo que quisiera.
—Oh JungKook... Por favor... Ya no puedo más...
Sí, esos ruegos lo encendían. Decidió no hacerlo sufrir y pronto, se encontraba entre las bellas piernas de su amante.
—Él no entiende el procedimiento cuándo y cómo darte un beso... -Kook acarició la parte interna de su muslo derecho y lo vio estremecerse. Sonrió. —Yo, en cambio, encuentro el punto débil que te eleva hasta el exceso...
Hundió su miembro de una sola estocada en la dilata entrada del mayor y lo escuchó gritar, él sabía que no era de dolor, si no que de satisfacción.
Esta era su parte favorita, donde por fin podían estar unidos en cuerpo y alma.
Empezó a embestir de una manera desenfrenada, Jin simplemente se sujetaba de las sábanas y gemía sin parar.
—JungKook, ¡JungKook!
Y JungKook amaba el sonido de su nombre saliendo de esos labios de cereza.
—Qué traviesos somos... Y qué bien se siente...
Observaba hipnotizado a SeokJin, cuánta belleza, dulzura y sensualidad en un solo ser.
Lo amaba demasiado...
Tanto, que le dolía no poder ser suyo, le dolía no enfrentarse a la realidad y huir junto a él...
Bajó sus labios y le besó con un amor infinito, esto no era solo sexo, y SeokJin lo sabía.
Sus ojos se llenaron de lágrimas por un instante, abrazó a JungKook y se entregó a él como nunca lo haría con su esposo.
Porque no había nadie que se mereciera su amor como JungKook.
—Yo te amo hasta lo infinito. Sólido como un meteorito. Lo que siento jamás lo van a entender... -Murmuró sobre los labios maltratados del menor.
JungKook sintió su corazón explotar de amor, sonrió, aun cuando en sus ojos se formaron las lágrimas no derramadas.
—Soy capaz de lo incapaz por ti mi cielo. Hago un pacto con el diablo y le ofrezco mi alma entera sin pensar en mi futuro... Todo, si ha de ser por no perder tu amor...
SeokJin volvió a besarlo, ellos no necesitaban pactos o promesas, solo debían huir.
Huir lejos, a un país donde nadie pudiera encontrarlos jamás.
En esta noche de sexo... SeokJin se juró luchar por la persona que en realidad amaba.
Sonrió, no le importaba sin con ello perdía todo, pero si aún mantenía a JungKook a su lado, la avalancha de derrota valdría la pena.
Y estaba seguro, que su conejito no dudaría en seguirlo si eso les prometía la felicidad que anhelaban.
—Solo ámame...
JungKook lo miró con intensidad, no había manera en que no hiciera lo que SeokJin le pidiera.
—Eres mío. Mío, mío. -Gruñó y volvió al ataque.
Jin arqueó su espalda en una entrega inmediata, sí, lo era.
Era de JungKook para siempre. Y él también le pertenecía.
—Sencillamente tú, amado mío. Me pones necio, con este sentimiento que me va consumiendo...
—Te amo, JungKook, por la eternidad.
Y si aún existía un atisbo de duda, esta desapareció por completo al ver la sinceridad en la suave expresión de SeokJin.
—Tu cuerpo es la cárcel y yo un prisionero... Jamás quiero salir, condenado soy feliz. Te amo, mi dulce Jinnie. Prométeme que no me vas a dejar sin tu amor...
Y SeokJin sonrió, encantado, porque su corazón latía por JungKook y así mismo, moriría por él.
—Nadie puede comprender mi religión por tu querer... Eres mi dios y yo por ti hasta muero... En cualquier momento. -Jin recitó como un mantra, uno en el que creía con fuerza.
Llenó de besos el rostro de su menor, amó cada parte de él y se juró a sí mismo, que no sería la última vez.
Quería ver su hermosa sonrisa todos los días por el resto de su vida.
—Pongo en ti toda mi fe, me arrodillo a tu merced, eres quien manda en este humilde corazón... Jinnie, no hay nadie que te ame como yo.
Qué afortunado era...
—Eres mi droga... Solo tú me causas estos efectos.
Agua de manantial divino, así se sentía el amor de JungKook y Jin lo cuidaría.
Porque ellos aún tenían un largo y emocionante camino por recorrer juntos.
Bueno, he aquí mi pequeño regalo en celebración por mi cumpleaños 🥳
Es una mezcla de canciones de Romeo Santos y Aventura 😂
Hice lo mejor que pude con el poco tiempo que me queda, espero haya quedado decente y que les guste ❤
¿Qué dicen, segunda parte? 🤔
¡Nos leemos pronto! 🥰
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top