ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɪ : ᴅᴇᴍᴀsɪᴀᴅᴏ ᴀᴘᴜᴇsᴛᴏ ᴘᴀʀᴀ sᴏᴘᴏʀᴛᴀʀʟᴏ

La luz del sol entra a raudales por los grandes ventanales, llenando de calidez el inmaculado apartamento.

Avanzo por el pasillo, canturreando y disfrutando de la mañana... hasta que noto el vapor que sale debajo de la puerta del baño.

— ¡Hola!

Golpeo con los nudillos la madera y la puerta se abre. Lo primero que percibo es el aroma, sándalo y menta mezclados deliciosamente en el aire nebuloso. Entonces sale un hombre, con una toalla que le envuelve las caderas, y se apoya en el marco de la puerta.

— ¿Qué demonios crees que estás haciendo, Jungkook?

El hombre se mira a sí mismo, como si acabará de darse cuenta de que está desnudo.

— Bueno, me ESTABA duchando... hasta que me interrumpiste.

Una gota de agua se desliza por su pecho, recorriendo sus tonificados abdominales... y hago todo lo posible por ingnorarla, parpadeando.

— ¿Qué haces en mi apartamento?

— ¿No querrás decir "nuestro" apartamento?

Algo peligroso debe haber brillado en mis ojos, porque Jungkook se pone serio de repente.

— En mi antiguo apartamento cerraron el agua para hacer mantenimiento. Decidí venir para ducharme.

— ¿Ah, sí?

— De verdad.

— Bueno, supongo que es una excusa válida.

— Me alegra haber obtenido tu aprobación.

Entorno los ojos hacia él y se aparta para dejarme entrar en el baño.

— Pero te advierto... No creo que quede mucha agua caliente.

— En realidad, ya me duché. Solo tengo que buscar algo.

Temiendo haber sonado demasiado permisiva, me pongo las manos en las caderas.

— Pero te agradecería que no volviera a ocurrir. Me niego a ducharme con agua fría por tu culpa.

— Bueno, si estás abierta a nuevas experiencias... — Él se inclina contra la puerta, con su voz baja y seductora — ... hay otras formas de calentarse.

— En tus sueños.

Doy un portazo y cierro la puerta... pero ni siquiera eso puede ahogar la sugerencia de Jungkook que se arremolina en mi cabeza, atormentándome.

• ୨❀୧ •

Entro en el edificio de oficinas con aire acondicionado y suspiro. Ya se está formando una cola bastante larga en la cafetería, pero no me preocupa.

— (Hoy necesito un extragrande. No todos los días te mudas con tu némesis)

— ¿Sabes? Pudimos habernos venido en mi auto.

Mis hombros se encogen ante la voz ronca.

— ¿Me estás acosando, Jungkook?

Sus cejas se fruncen.

— Trabajamos en la misma empresa.

— Es una pena. Imaginaba que habrías renunciado a estas alturas.

Suelto un fuerte suspiro y miro el menú, enviándole un claro mensaje. De alguna manera se pierde mientras avanzamos en la fila.

— No sé por qué te molestas en fingir que tratas de decidirte por una bebida. Todos saben que pedirás lo de siempre. Café normal, una medida de leche y una de azúcar.

— No supongas cosas. Tal vez hoy cambié de opinión.

Cuando me acerco al mostrador, rebusco dinero en mi bolso.

— Me das... Un regular grande, con una medida de leche y una de azúcar.

El barista asiente.

— "¡ya viene!".

— ¿Quién podría haberlo predicho?

Ignoro a Jungkook y voy a la zona donde entregan. Cuando le sirven un café negro, se pone a mi lado y tomamos nuestras bebidas en silencio.

— ¿Crees que...?

— "¡Ay no!".

Se oye un pequeño grito ahogado. Nos volteamos para encontrar a la nueva pasante de la empresa, una joven recién salida de la universidad, limpiándose la blusa. El café negro que derramó sigue esparciéndose por su blusa blanca.

— (El héroe local llegará en tres... dos... uno...)

— Hola, eres Beatriz, ¿verdad?

La joven asiente y se limpia ineficazmente la blusa con una servilleta seca. Jungkook le ofrece el blazer que está usando.

— Toma. Está limpio, aunque quizás sea demasiado grande.

La chica protesta, pero Jungkook niega con la cabeza.

— De todos modos, tengo demasiado calor.

La luz de los grandes ventanales parece proyectar un halo a su alrededor.

— (Incluso el sol quiere un poco de Jungkook. Cuando no me está acosando o provocando, parece casi encantador)

Cuando sale a la luz, puedo ver la definición de los músculos bajo su camisa. El sol hace que la tela blanca sea casi transparente. Me recuerda a esta mañana, cuando solo una toalla evitaba que su cuerpo estuviera desnudo... con sus músculos ondulando con cada movimiento, igual que ahora...

— Tienes algo de saliva en el labio.

Su voz me sobresalta y casi derramo mi café.

— ¡No es cierto!

Agarro mi vaso, me volteo y salgo. Solo puedo rezar para que no haya visto el rubor de mis mejillas.

• ୨❀୧ •

Mi paso es rápido y decidido, pero Jungkook me alcanza con rapidez con su larga zancada. Y se pone delante de mí, bloqueando mi camino.

— Espera, espera.

— ¿Qué pasa ahora?, tengo que ir a trabajar.

— Bueno, no es saliva... es espuma de tu café.

Él levanta el pulgar como si fuera a limpiarla. Estoy demasiado confundida para detenerlo, así que veo cómo acerca sus dedos a mi cara... dudando, como si esperara que lo detuviera. Sus dedos rozan mi labio superior, con tanta suavidad como una pluma... pero me estremezco cuando los aparta.

— ¿Y bien? ¿La limpiaste?

Miro sus dedos perfectamente limpios.

— Debe haber sido un truco de la luz.

— Sí, claro... Será mejor que no vuelvas a hacerlo.

— ¿Por qué? ¿Tienes miedo de que, si te toco, no quieras que me detenga?

— No. Tengo miedo de que, si me acercas el dedo a la boca, lo arranque de un mordisco. Y no creo que nuestro paquete de prestaciones cubra ese tipo de accidentes.

Jungkook echa la cabeza hacia atrás y se ríe.

— Por mucho que me gustaría averiguarlo, tengo que irme. Extráñame mientras no estoy.

— Solo vete, casanova.

Jungkook hace un guiño y va hacia los ascensores.

— Estoy segura de que, un día de estos, empezarán a enfrentarse delante de todos.

— Oh, estoy cerca.

Me volteo hacia Sophia, la recepcionista, que estaba observando nuestro intercambio como si estuviera en una gran película.

— Me encantaría borrar esa sonrisa de su cara.

— No era ese tipo de "enfrentamiento" al que me refería, pero está bien.

Me apoyo en el escritorio y me froto el puente de la nariz para evitar un inminente dolor de cabeza.

— Cambiemos de tema. ¿Te enteraste de las noticias?

Sophia frunce el ceño y agarra su placa de identificación.

— ¿Que todos los empleados están obligados a utilizar su nombre legal en los documentos oficiales? Sí, ya lo descubrí.

Su nombre completo, Sophia Beets, está a la vista.

— Ya era bastante malo que me ridiculizaran en la secundaria. ¡¿Y ahora también tengo que lidiar con ello como adulta?!

— No me refería a eso. Me refería a que si te enteraste de lo que pasó con el apartamento.

— Conseguiste que te lo alquilaran, ¿verdad?. Cuando mi amiga dijo que se mudaba, supe que el lugar sería perfecto para ti. Quiero decir, ¿a quién no le gustan las ventanas que dan al sur?

— Conseguí que me lo alquilaran... y también a Jungkook.

Sophia retrocede conmocionada.

— ¡¿Qué?!

— La agencia hizo una doble reserva. Pero firmamos el mismo día, en dos oficinas diferentes... así que el argumento del orden de llegada no funcionó.

Los ojos de Sophia se abren de par en par.

— ¡Pero si es de una sola habitación!

Su boca asombrada se convierte en una sonrisa.

— Oh... es una habitación de una cama... Podría ser una oportunidad para que... ya sabes... Puedan solucionar sus diferencias con sexo apasionado y alucinante.

— Si solo funcionara así... Me acostaría con él con mucho gusto, si eso significara que desaparecería a la mañana siguiente.

— ¿Así que te acostarías con él?

Sacudo la cabeza y la ignoro.

— Ya es bastante malo que tengamos que pasar seis meses viviendo juntos. Y trabajando juntos, no quiero acudir a ti y hablar también de él.

— No tienes que hablar en absoluto, habla con tu cuerpo.

Ella mueve los hombros y frunce los labios.

— De acuerdo, me voy.

— ¡No, espera!

Tiro mi taza de café vacía en la basura y me voy.

— ¡Que tengas un buen día, Sophia!

— ¡Eva!, ¡Tienes una reunión dentro de una hora con el presidente ejecutivo!

Pulso el botón del ascensor y me volteo para mirarla.

— ¡¿En serio?!

— ¡Sí!

— ¿Crees que sea sobre eso? ¿El ascenso?

Sophia cruza los dedos.

— ¡Creo que sí!

El ascensor suena y las puertas se abren. Entro y trato de reprimir un chillido de felicidad.

— ¡Oh!, ¡Eva!

Pulso el botón del último piso.

— Luego nos tomamos unas copas para celebrarlo, ¡¿sí?!

— ¡¡¡Espera!!!

Las puertas de cierran y comienzo a subir.

— Mierda...

• ୨❀୧ •

Una hora después, me encuentro en la puerta de la sala de reuniones.

— ¡Ah, Eva, entra!

Mi jefe está sentado en la cabecera de la mesa y tiene documentos a su alrededor.

— Buenos días, señor Bates.

El señor Bates rechaza mi formalidad con un gesto.

— Por favor, Eva... Llámame Henry.

— Por supuesto.

Me siento a su lado mientras consulta su reloj y un ceño fruncido se dibuja en su rostro antes de disimularlo.

— Bueno, supongo que podemos empezar. Como sabes, nuestra gerente de redes sociales se irá a finales de mes. Estamos buscando su reemplazo.

Me siento más erguida en mi silla.

— Señor Bates, Henry, yo estaría...

— ¡Siento llegar tarde!

Una voz conocida y ronca se escucha desde detrás de mí. Lucho contra el impulso de mirar por encima del hombro.

— Todos los ascensores se averiaron en la tercera planta, así que tuve que subir por las escaleras.

Obligo a mi rostro a esbozar una sonrisa de bienvenida.

— Me alegra que hayas podido unirte a nosotros, Jungkook.

— Jungkook. Siéntate.

Él se sienta frente a mí y sonríe, con una respiración perfectamente uniforme para alguien que acaba de subir una docena de tramos de escaleras. No le devuelvo el gesto.

— Bueno, ya podemos empezar oficialmente. Como ya saben, nuestra gerente de redes sociales se irá a finales de mes. Naturalmente, habrá que cubrir el puesto cuando ella se vaya. He pensado que lo mejor sería cubrir el puesto internamente... y ahí es donde ustedes entran.

Al principio creo que no lo he escuchado bien.

— ¿Ambos?

— Exacto. Los dos son unos empleados increíbles que han ido más allá de los límites por esta empresa y no tengo ninguna duda de que, con uno de ustedes en el puesto, podemos alcanzar nuevos picos de éxito.

Intento mantener la voz firme.

— No estoy segura de entender lo que está pasando.

— Simplemente, no puedo decidirme entre tú y Jungkook para el ascenso... así que vengo a proponerles un reto.

— Fantástico. Me encantan los retos.

Los ojos de Jungkook se clavan en mí mientras lo dice.

— (Así que este es el juego que quiere jugar, ¿mmm?)

Le devuelvo la dura mirada.

— (Empieza el juego Jungkook)

Henry continúa.

— Durante el próximo mes, quiero que los dos trabajen duro. Sorpréndanme. Complázcanme. Tráiganme los mejores anuncios y contenidos para nuestras redes sociales. Y luego, cuando termine el mes, elegiré a quien creo que sea más adecuado para el puesto.

— Así que compartiremos.

— No lo veas así, Eva. Piensa en ello como una oportunidad para demostrar tu valía.

Henry se levanta y recoge los papeles que trajo con él.

— ¡Estoy deseando ver lo que aportarán los dos!

Sin darse cuenta de la tensión que crece en el aire, Henry se despide con la mano y se va. Cuando la puerta se cierra, mi agradable sonrisa se convierte en un ceño fruncido. La de Jungkook no: él se recuesta en la silla y su sonrisa no hace más que extenderse por su apuesto rostro. Es la sonrisa que lo ha hecho tan popular entre hombres y mujeres por igual en la oficina.

— Te parece gracioso, ¿verdad?

— Divertidísimo, en realidad.

— Lo planeaste, ¿verdad?

Sus cejas se levantan.

— ¿Planear qué?

— Primero el apartamento... ¿y ahora esto?. Puede que sea una coincidencia, pero esto se está volviendo ridículo. Mi vida era increíble hasta que llegaste tú.

— Oye, no puedes enfadarte conmigo por el trabajo.

— Puedo y lo haré.

— Acéptalo, Eva. Ambos tenemos exactamente las mismas credenciales. Y empezamos a trabajar aquí el mismo mes, es justo que tengamos que probarnos ante el gran Henry.

Me cruzo de brazos mientras él continúa.

— Y en cuanto al apartamento, fue un error del agente inmobiliario. Imagino que los dos estábamos buscando ese lugar por la misma razón, es accesible, está cerca del trabajo...

— Tiene ventanas que dan al sur.

Jungkook parpadea.

— Eh... sí. Eso es muy importante, por lo visto. El caso es que no puede sorprenderte que ambos le hayamos puesto el ojo, especialmente por cómo ha estado el mercado últimamente.

— ¿Por qué no te comportas como un hombre y me dejas el apartamento?

Jungkook ladea la cabeza, riéndose.

— Eso es muy machista de tu parte, Eva. Estamos en el siglo XXI, ¿Por qué no te comportas como una mujer y me dejas a mí el apartamento?

— Eso no fue lo que quise decir.

Él se pone el dedo índice en la barbilla y finge pensar.

— Podríamos hacer un trato. Tú te quedas con el apartamento y yo consigo el ascenso.

— De ninguna manera.

— De acuerdo, ¿y por qué no al revés?, yo me quedo con el apartamento y tú consigues el ascenso.

— Eso no va a pasar.

— Entonces estamos en un punto muerto, ¿no?

Él sonríe con encanto.

— Déjalo ya. Tu sonrisa de anuncio de pasta de dientes y tu cuerpo cincelado no me convencen.

La sonrisa de Jungkook se amplía.

— ¿Crees que estoy cincelado?

Me encojo de hombros.

— Es difícil negarlo cuando andas casi desnudo por el apartamento.

Jungkook apoya los codos sobre la mesa y la barbilla en las manos.

— Por favor, continúa. Dime más sobre mi sonrisa.

Él me mira sonriendo mientras me levanto y recojo mis cosas.

— ¿Eso es todo lo que tienes? Qué pena.

Y a diferencia de esta mañana, él tiene la última palabra. Salgo, cierro la puerta y me apoyo en ella. Siento que puedo volver a respirar ahora que no estoy en el mismo sitio que Jungkook.

Sacó mi teléfono del bolso y decido enviarle un mensaje a Sophia:

Eva:

Yo

Necesito

Unos

Tragos

DE INMEDIATO

Sophia:

😂

¿Después del trabajo?

¿En nuestro lugar de siempre?

Eva:

¡Me parece perfecto!

Sophia:

Ven al almacén

Tengo algo para ti 😎

• ୨❀୧ •

Cuando entro en el almacén, encuentro a Sophia rebuscado entre unos atuendos preciosos.

— ¿De dónde salieron esos atuendos?

— ¿Recuerdas Fashion Nation?

— Por supuesto. Me encantó trabajar con ellos. Todo lo que venden es increíble.

— Pues bien, como agradecimiento por lo mucho que disfrutaron trabajando con nosotros... nos dejaron unos cuantos atuendos.

— ¡No puede ser!

Mi cara se contenta con una sonrisa ante la primera buena noticia que recibo en todo el día.

— En serio. Sabía que querrías ponerles las manos encima primero.

— ¡Claro que sí!

~ Conjunto elegido ~

Sophia mueve la cabeza con asombro mientras me examino desde varios ángulos.

— ¡Luces increíble con eso!

— Ventajas de tener trabajo tan increíble, ¿verdad?

— ¡Ni que lo digas!

Sophia agarra su bolso y se lo engancha al hombro.

— Vamos. Es hora de hacer que todos nos miren.

• ୨❀୧ •

En el momento en que tomamos las primeras copas, me siento mejor.

— Dios, necesitaba esto. Te juro que esta semana es cada vez peor.

— Mira el lado bueno. Cada día que sufres es un día más cerca del fin de semana.

— Brindo por ello.

Levanto mi copa en broma y Sophia choca la suya contra la mía.

— Aquí tienes algo para animarte. Me enteré de que Anabel, de informática, está muy enamorada de Jungkook. Ella fue la que le dejó aquel loco valentín hace seis meses. Ah, y al parecer Beatriz ha pasado todo el día elogiándolo por haberla salvado esta mañana. ¿Sabes algo de eso?

Gimoteo y meto la cabeza entre las manos.

— Ni siquiera lo nombres en voz alta. Tengo que verlo en el trabajo y ahora en casa. ¿No puedo pasar un día sin tener que lidiar con ese hombre?

Sophia mira por encima de mi cabeza.

— Eh... ¿De verdad quieres que te responda?

Mis ojos se entrecierran.

— ¿Por qué estás siendo rara?

— Bueno... Solo digo que, si quieres pasar una noche sin ver a Jungkook... quizás no quieras voltearte...

— No.

— Sí.

En contra de la advertencia de Sophia, miro por encima de mi hombro. Y efectivamente, Jungkook está en el otro extremo del bar... y no está solo. Observo cómo apoya un codo en la barra y le sonríe a la mujer con la que está. Ella se ríe de algo que él dice.

— Qué mujer más desafortunada. La pobre tiene que pasarse la noche escuchándolo.

Sophia se ríe.

— Tú podrías cambiar eso.

— ¿Qué quieres decir?

— Bueno... ¿de quién estás celosa? ¿De Jungkook, por estar con una mujer tan hermosa...? ¿O la mujer hermosa por estar con él?

— Estoy celosa de... Ella.

Observó cómo la mujer se ríe de la broma de Jungkook.

— Parece que la está pasando muy bien. Supongo que estoy celosa de eso, ¿Pero por qué?

— Pues ve y sé ella.

— ¿Que quieres decir?

— Quiero decir que vayas y se lo robes.

— ¿No acabo de enumerar todas las razones por las que estoy cansada de él?

Sophia voltea los ojos.

— Pues ve a arruinarle la cita y véngate por lo de hoy, si es lo que prefieres.

— ¿Sabes? Puede que tengas algo de razón.

Me levanto del taburete.

— Lo haré.

Quizás sea el valor líquido que canta en mis venas... o tal vez el hecho de haber visto a Jungkook tantas veces me ha afectado el cerebro. En cualquier caso, mi determinación me lleva al otro lado del bar.

La mujer está concentrada en el bartender que voltea y hace girar los vasos, así que aprovecho para apartar a Jungkook... y él salta sorprendido cuando le rodeo la muñeca con la mano y lo halo. No se resiste mientras lo arrastro a un rincón tranquilo.

— ¿Eva? ¿Qué haces aquí?

— ¡¿Qué hago aquí?! ¿Qué haces aquí? Sabes que este es mi bar favorito.

— ¿Lo es?

— ¡Sí!

— ¿Y como es posible que lo sepa?

Señalo la pared cubierta de Polaroids, y es obvio que Sophia y yo somos las estrellas principales. En una, vinimos en Halloween, y las dos estamos disfrazadas de coristas de Las Vegas. En otra, aparecimos con leis y sombreros de gran tamaño en la temática de noche playera.

— El bartender y el dueño nos llaman el Dúo Tonto.

— No sé si yo confesaría eso.

— Ese no es el punto.

Respiro profundo para tranquilizarme.

— El punto es que quiero algo que disfrutar yo sola, Jungkook. ¿Por qué tienes que aparecer en todas partes y arruinarme el día?

Él avanza, obligándome a retroceder un paso... hasta que mi espalda choca contra la pared de Polaroids. Jungkook pone sus manos a ambos lados de mi cabeza y se inclina.

— Tal y como yo lo veo, Eva... tú fuiste quien me apartó. Tú eres quien se siente incomodada por mí. Nerviosa, diría yo.

— Eres muy ensimismado. El mundo no gira en torno a ti, por mucho que quieras.

Me levanto un poco más para apartarlo de mi espacio personal.

— Déjame preguntarte algo, Eva. ¿Estás enojada porque vine? ¿O porque vine con otra persona?

— Yo... ¡no estoy enojada por nada de eso!

— Mentirosa.

Hago como si me revisara las uñas.

— En realidad, estoy enojada porque podría estar en casa, en mi nuevo y bonito apartamento, sin que tú estés allí. Si hubiera sabido que ibas a salir esta noche, habría aprovechado para cambiar las cerraduras.

En lugar de ofenderse o molestarse, Jungkook se limita a echar la cabeza atrás y reírse.

— Me vuelves loco, Eva.

— El sentimiento es mutuo.

Él se inclina para que sus labios estén junto a mi oreja.

— Ya saben lo que dicen... Del odio al amor hay solo un paso.

Intento sofocar el calor que se acumula en mí. Pero entonces me doy cuenta...

— (A veces hay que combatir el fuego con fuego)

Giro la cabeza para que mis labios estén a escasos centímetros de los de Jungkook.

— ¿Sabes qué? Tienes razón.

Arrastro mi mano por su pecho. Cuando mis dedos llegan a la parte superior de sus pantalones, lo acerco por la trabilla del cinturón.

— ¿Y sabes lo que siento?

Jungkook aprieta su frente contra la mía. Su respiración es superficial y su voz es ronca... y yo me esfuerzo por ignorar el gran bulto que me presiona.

— ¿Qué?

Por un momento, lo olvido. No hay nada más a mi alrededor que el hombre que tengo delante, su respiración mezclada con la mía... y yo estando peligrosamente cerca de juntar mis labios con los suyos.

— ¿Qué sientes, Eva?

Su voz ronca me recuerda con quién estoy tratando... y mis palabras salen dulces como la miel.

— Nada más que odio.

Lo alejo y me dirijo al pasillo. Siento que me mira mientras me voy... pero no me atrevo a voltearme para comprobarlo. El resto de la noche pasa sin más drama.

Sophia y yo bailamos toda la noche. El club está tan lleno que no vuelvo a ver a Jungkook. Al final, el DJ anuncia la última canción.

— Esa es nuestra señal.

— Sip, vámonos antes de que todos los taxis estén ocupados.

• ୨❀୧ •

Entro a tropiezos en el apartamento, todavía aturdida por los acontecimientos de la noche. Veo una lámpara encendida en el salón y hago una mueca al ver la figura que hay en el sofá. Jungkook está acostado en él, usando solo un par de pantalones, viendo videos en su teléfono.

— Oh.

— ¿Oh?

Aprieto los ojos. Cuando los abro de nuevo, él sigue allí.

— Mierda... Esperaba que fueras una alucinación de mi mente cansada.

Jungkook bloquea su teléfono.

— Nop. Tienes aún más suerte: estoy aquí en carne y hueso.

Me froto las sienes.

— ¿Estás bien?

— Agotada. Me voy a la cama.

Me arrastro por el pasillo, con él pisándome los talones.

— En realidad, estaba a punto de irme a la cama. El primero que llega es el primero que se sirve, ¿no?

— No.

Antes de que pueda entrar al dormitorio, Jungkook salta a la cama y se acuesta, con las manos detrás de la cabeza, haciendo que sus brazos crezcan mucho más de tamaño, y deje sus abdominales a mi completa vista.

— Levántate. Yo me quedaré con la cama.

— Entonces tendrás que sacarme de ella.

Me llevo las manos a las caderas.

— ¿Eso es un reto?

Agarro la manta sobre la que está acostado y la halo tan fuerte como puedo. Jungkook empieza a deslizarse hacia el extremo de la cama.

— ¡Hey, hey, hey!, ¡¡Estás haciendo trampa!!

Sigo halando.

— En el amor y en la guerra, todo se vale.

— Esto realmente no parece muy amoroso... ¡Eva!

Se cae al suelo con un golpe seco... y yo me dirijo a la cama mientras él se levanta. Sin embargo, antes de que pueda acostarme, él me levanta y me aleja.

— ¡Hey!, ¡Bajame!

Me levanta sobre su hombro.

— Nop. Puedes dormir en el sofá.

Estamos tan ocupados discutiendo que no me doy cuenta de que una persona nos ha estado observando desde la puerta.

Una risa conocida me deja helada... así que miro por encima del hombro y encuentro a la mujer del bar. En mi apartamento. Solo en ropa interior.

— ¡Eva!, ¡Me alegra mucho verte aquí!

Continuará...

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