ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ xᴠɪɪ : ʙɪᴇɴ ᴇsᴛᴀ ʟᴏ ϙᴜᴇ ʙɪᴇɴ ᴀᴄᴀʙᴀ
— ¿Disculpa? ¡¿Has estado viviendo con otro hombre todo este tiempo?!
Alex se voltea hacia mí, sorprendida.
— ¿No se lo dijiste?
— ¡Nunca salió el tema! E intenté...
— Olvídalo, Eva. Ya vi tu cara.
— ¿Cuándo viste mi cara?
— Cuando te enteraste de que Jungkook te ama. Es realmente obvio que tu corazón está en otra parte.
— Theo...
— No. No digas más. No hagas esto más difícil de lo necesario.
— Theo, he intentado romper...
— Sé que lo intentaste. Pero no lo suficiente. Así que VOY a romper CONTIGO, Eva.
Intento decir algo, pero él sacude la cabeza para detenerme.
— No llores, Eva. Aunque nos separamos, estoy seguro de que al final, conocerás la felicidad. Te deseo lo mejor.
Me quedo boquiabierta mientras se marcha.
— ¿Puedes creerle? ¿Cómo puede romper conmigo si nunca tuvimos una relación? Y claro, tuvimos un par de citas... Intenté romper con él al menos dos veces. En primer lugar, ¡ni siquiera debía estar aquí!
Alex está demasiado ocupada pensando para reconocer mis palabras.
— Puede que Theo nos haya interrumpido pero lo que dije iba en serio. Independientemente de por quién sientas algo... ahora no importa.
— ¿Qué?
— ¡Mira a tu alrededor, Eva!
Ella hace un gesto hacia la ahora vacía mesa... y me doy cuenta de lo que quiere decir.
— (Todos se fueron por mi culpa)
— Independientemente de lo que sienta por ti, puedo hacer esto. No después de todo lo que hizo Jungkook por mí. Si eso significa que tengo que perderte para que él sea finalmente feliz... Bueno, que así sea.
— Pero Alex...
Antes de que pueda detenerla, se aleja.
— ¡Eva!
Sin darse cuenta de que se me está rompiendo el corazón, Sophia se acerca corriendo. Se le soltó el cabello y tiene los ojos nublados por el alcohol.
— ¿No estuvo increíble la cena? Espero que todos...
Ella hace una pausa cuando su mirada cae sobre la mesa.
— Espera un momento. ¿Dónde están todos?
Exhalo con brusquedad.
— No lo creerías si te dijera.
• ୨❀୧ •
Pasan los días. Días tranquilos y sin vida en los que no sé nada de Alex ni de Jungkook. Lucho contra un suspiro mientras me hundo más en el sofá de Sophia.
— Ha sido genial. Todas las mañanas, Santiago me deja el café en la mesita de noche. Y también hace un chiste o un dibujo tonto en él.
Ella mira con nostalgia por la ventana.
— Y se asegura de que mi toalla esté siempre caliente cuando salgo de la ducha. Te juro que... si así será el resto de mi matrimonio, me pasaré toda la vida feliz. Eva. ¡Eva!
Me doy cuenta de que mis pensamientos han estado en otra parte todo este tiempo.
— ¡Lo siento! Es muy bonito que Santiago deje notas en tus toallas de baño.
Sophia me mira con cara de "tienes que estar bromeando".
— ¿Qué te pasa?
— No es nada. Solo estoy cansada.
— Bueno, yo estoy cansada de tus tonterías.
Prácticamente me ahogo.
— ¿Disculpa?
— No puedes engañarme. Sé que algo está mal.
— Sophia... No es nada personal. Me alegro mucho por ti y por Santiago.
Mis hombros se desploman mientras suspiro.
— Siento haber sido tan mala amiga últimamente. He estado muy estresada.
Ella me agarra la mano y la sostiene.
— Se trata del fulano, ¿no?
Finjo ignorancia.
— ¿Qué quieres decir?
Ella voltea los ojos.
— Vamos, mujer. No puedes engañarme. Reconozco el amor cuando lo veo. Y tú, querida, te enamoraste con todo. Así que dime. ¿Qué pasa?
Decido abrirle mi corazón.
— Se trata de... Jungkook. Compliqué mucho las cosas entre nosotros.
— De acuerdo. ¿Y?
Parpadeo, sorprendida.
— ¿Qué quieres decir con "y"?
— ¿Y... cómo vas a arreglarlo?
Pongo la cabeza entre las manos.
— No tengo idea.
— ¡Vamos, Eva! ¿Crees que las relaciones deben ser fáciles? Noticia de última hora. ¡NO LO SON!
Ella se pone de pie y me sermonea como un entrenador deportivo.
— Santiago estuvo viajando por todo el país durante meses. Las cosas no siempre fueron lindas y fáciles para nosotros. Y sí, estuvimos a punto de dejarlo todo. Pero dije que no, que lo íbamos a solucionar. Porque el amor vale la pena, Eva. Vale mucho, MUCHO la pena.
Ella me señala.
— Si te rindes, no eres la persona que yo creía que eras. Así que mueve el trasero y arregla las cosas. Sé que puedes hacerlo.
Las palabras de Sophia encienden un fuego en mí.
— (Ella tiene razón. No puedo sentarme a esperar que otras personas resuelvan mis problemas. Tanto Jungkook como Alex se han convertido en amigos increíbles para mí... Les debo decir la verdad)
— ¿Cómo sabes qué decir siempre?
Sophia sonríe.
— Es uno de mis muchos talentos. ¡Ahora vete!
Me arrea hacia la puerta. Y cuando está se cierra, se me ocurre una idea.
• ୨❀୧ •
Voy caminando y agarro mi teléfono.
— (Puedo hacerlo. ¡Puedo hacerlo!)
Antes de mentalizarme, saco el número de Jungkook.
Eva:
Hola...
¿Te importaría pasar por aquí?
Olvidaste tu reloj.
Jungkook:
Me preguntaba dónde había ido a parar.
Estaré allí dentro de una hora.
Suelto un suspiro que no sabía que estaba conteniendo.
— (Es tiempo más que suficiente)
Casi todo está preparado y listo. Bueno, todo menos yo. Me apresuro a ir al dormitorio para encontrar el atuendo perfecto.
~ Conjunto elegido ~
Cuando llaman a la puerta, me sobresalto.
— (Es él)
Abro la puerta y siento que se me corta la respiración. Hace días que no veo a Jungkook y me parece que estoy viendo a un fantasma.
— Hola.
— Hola.
Me hago a un lado y lo dejo entrar.
— No hacía falta que llamaras.
Él se mete las manos en los bolsillos y mira a su alrededor.
— Pensé que era lo más cortés.
Entonces mira hacia la cocina y olfatea el aire.
— Aquí huele bien. ¿Interrumpí tu cena?
— En realidad, te estaba esperando. Ven conmigo.
Los nervios bullen en mí mientras llevo a Jungkook a la sala. Todo se queda en silencio mientras él asimila la escena. Atenué las luces y encendí todas las velas que pude encontrar. Stevia vino a ayudarme a trasladar la mesa del comedor a la sala para poder presentar la cena. Las entradas y aperitivos y una gran botella de vino parecen ocupar toda la mesa.
— Nos preparé la cena.
Lo digo en voz baja y observo cómo la luz de las velas baila en sus ojos.
— Solo... No mires la basura.
Él suelta una risita suave y sorprendida. Me parece que fue hace toda una vida cuando fingió que cocinó comida de un restaurante local. Mi broma rompe la tensión y por fin me siento preparada para hablar.
— Lo siento.
Me volteo hacia Jungkook y dejo que las palabras sinceras salgan de mí.
— Lo siento de verdad, de verdad. Fuiste amable conmigo desde el principio y, sin embargo, cuestioné tus intenciones en todo momento.
Inhalo profundamente.
— No estuvo bien. Tomé tu amistad y la hice pedazos. Y esta es la única forma que se me ocurre para compensarte.
Recojo el grueso montón de papel y se lo doy a Jungkook. Lo agarra con una expresión confusa.
— ¿Qué...?
— Es el contrato de alquiler del apartamento.
Se me aprieta el corazón. Solo hay un nombre en la línea de puntos... y no es el mío.
— Me retiro, Jungkook. El apartamento es tuyo. Vivir aquí sola estos últimos días me ha demostrado la verdad. No eran las ventanas de lujo ni los suelos de madera lo que lo convertía en el apartamento de mis sueños... fuiste tú. Tus bromas. Tu risa resonando por los pasillos. Tu canto en la ducha. Siempre fuiste tú.
Su nuez de Adán sube y baja mientras me mira. Me mira de verdad.
— ¿Por qué haces esto?
Le sostengo la mirada. La expresión cruda y vulnerable de Jungkook me atraviesa.
— Lo hago porque...
Las palabras se me atascan en la garganta.
— Perdí la apuesta.
Él frunce el ceño.
— ¿Qué quieres decir?
— Ya sabes lo que quiero decir.
Respiro con dificultad.
— Te amo, Jungkook. Te amo desde hace mucho más tiempo del que creía. Antes de que me contaras tus propios sentimientos. Fui demasiado cobarde para decírtelo. Solo... tuviste que decirlo primero.
Sus nudillos se tornan blancos mientras aprieta el papel.
— Lo justo es lo justo, ¿no?
Él sacude la cabeza.
— No. No lo es.
El sonido del papel triturado resuena en la sala cuando él rompe el contrato. Miro los trozos con asombro.
— No quiero vivir aquí. No sin ti.
Se me corta la respiración cuando se acerca a mí y apoya una mano en mi mejilla.
— Te amo, Eva. Este apartamento no significa nada para mí si no lo comparto contigo.
— ¿Quieres decir que...?
— Quiero que este sea nuestro hogar. De los dos.
Le rodeo el cuello los brazos y lo halo para que se acerque. Sonrió y miro al hombre que amo.
— De los dos.
Jungkook lanza el contrato al aire y deja que el papel llueva sobre nosotros. Me agarra en brazos y me besa con una pasión que nunca había experimentado. Cuando el beso termina, me deja sin aliento y tardo en volver a tierra. Pero cuando lo hago... mi corazón se agranda tres veces al ver su cara radiante.
— ¿Qué te parece si lo celebramos?
— Déjame adivinar. ¿En el dormitorio?
— O en el sofá. En la ducha. En el mesón de la cocina...
— ¿Quién dice que tenemos que elegir? Podemos hacerlo en todas partes.
La mirada amorosa de Jungkook empieza a arder de lujuria. Chillo cuando él me levanta sin esfuerzo y empieza a llevarme al dormitorio.
— Me gusta cómo suena eso.
• ୨❀୧ •
Un año después...
Me acuesto en una gran toalla de playa y dejo que el sol me caliente la cara. Grandes olas rompen en la orilla y una sombra cae sobre mi cuerpo.
— Entrega.
Mi apuesto novio me sonríe. En sus manos tiene dos bebidas tropicales con bonitas sombrillas que sobresalen de la parte superior.
— Muchas gracias, señor.
Agarro uno de los cócteles afrutados y bebo un sorbo.
— ¿Hay algo más que pueda hacer por ti? ¿Un masaje?
La sonrisa de su cara me dice exactamente en qué tipo de masaje está pensando.
— ¿Traerte fresas cubiertas de chocolate?
Suspiro.
— Lo siento, pero mi novio volverá en cualquier momento. Y no le gusta compartir.
Jungkook se ríe y se une a mí en la arena.
— Eres muy coqueta.
Le beso la mejilla.
— Aprendí del mejor.
Él apoya su brazo detrás de mí mientras miramos el agua azul cristalina. Nuestro jefe nos dio rienda suelta en la casa de la playa que tiene en un pintoresco pueblecito. Dijo que nos lo merecíamos y ni Jungkook ni yo podemos estar en desacuerdo.
Ahora, mientras yo me encargo de la gestión de las redes sociales... Él es el embajador que se encarga de engatusar a los clientes con su encantadora sonrisa y sus inteligentes bromas. Aunque nuestras oficinas están una al lado de la otra, me parece que extraño la cercanía de compartirla.
— ¿En qué piensas?
— En pocas cosas, en realidad. Solo en lo mucho que me gustaría que pudiéramos volver a compartir oficina.
Jungkook se ríe.
— ¿Compartir apartamento no es suficiente? ¿Compartir la cama no es suficiente?
Sacudo la cabeza.
— Nop. Soy codiciosa.
Él se levanta y me ofrece la mano.
— Ven conmigo.
— ¿Qué?
Aunque no tengo idea de qué trucos se guarda en la manga, confío en él. Entonces me guía por la arena. A lo largo del camino, pequeñas velas iluminan nuestro recorrido. El sendero nos lleva a un tramo de la playa en la que nos espera una gran cabaña... y las cortinas de tela transparente se mueven con la suave brisa. Jungkook se enfrenta a mí mientras nos ponemos en medio de ella. Noto que un leve rubor tope sus mejillas.
— (Está nervioso. ¿Por qué está nervioso?)
Entonces se aclara la garganta.
— Si compartir una cama, un apartamento y un lugar de trabajo no es suficiente... ¿qué te parecería si compartiéramos el resto de nuestras vidas?
Él se mete la mano en el bolsillo y se arrodilla. Abre la caja de terciopelo, revelando un diamante de tallado princesa incrustado en un anillo de oro blanco. Jadeo y me tapo la boca con la mano.
— Eva, te he amado desde el momento en que te vi... y me sentiría absolutamente honrado si pasaras toda la vida conmigo. ¿Quieres casarte conmigo?
Me río, pero parece más bien un sollozo de felicidad.
— ¡Sí, SÍ! ¡Por supuesto!
Jungkook se levanta y desliza el anillo en mi dedo.
— Te queda perfecto.
Miro el brillante diamante y luego vuelvo a mirarlo. Sus ojos brillan más que cualquier piedra preciosa.
— Nosotros también somos perfectos el uno para el otro.
Cuando él me carga en brazos, me agarro con fuerza y dejo que me deslumbre con sus besos. Y sé... que no hay ningún otro lugar en el que prefiera estar que en sus brazos.
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