Capítulo dos.
—Me sirves mucho por tu falta del nervio.
Comentaba la criatura extraña. Nos encontrábamos en una oficina que al parecer era lo más elegante del lugar. Aún no me ubicaba porque aquel ser no me dejaba salir de donde me mantenía privado.
He intentado escapar pero siempre logra saber mi ubicación para atraparme y darme algún castigo psicológico. Eso ha pasado en la semana en lo que me he quedado aquí.
—Deja de pensar en escapar. Ahora vives aquí.
—Deja de adentrarte en mis pensamientos. Da igual, nunca podré salir de aquí.
Es aburrido tener que permanecer en un lugar donde solo somos nosotros dos, solos. Solos, eso me perturba. Crucé mis piernas con inseguridad y ese "hombre" siguió hablando de él porque me necesita.
Por lo que me mencionó es para el beneficio de ocultarse, es como tratar de que nadie se entere de más sobre su leyenda. Dice que hay gente de trata de averiguar datos que es mejor estar sin saber de ellos porque pueden encontrar alguna debilidad así que manda a sus ¿Proxys? para acabar con esas personas.
—Ya tengo el complemento. Tus "hermanos" llegarán en unas horas si es que su misión les salió bien.
—¿Hay más gente? Debe ser los dueños del cuarto.
—Así es, solo son dos.
—Vaya.
Comenzó a describirlos. El primero se hace llamar Timothy pero de sobrenombre es Masky; tiene un temperamento el cual hace temblar a los demás por tener un carácter fuerte y cuenta con una personalidad diferente que ese es Masky. Tim no se muestra por mucho tiempo y es algo que la criatura huesuda a tratado de controlar, solo necesita a Masky para las misiones.
El otro es Brian pero hay que llamarlo Hoodie. Ese chico es tranquilo y serio por el hecho de que su voz es un tanto demoníaca pero no es alguien de cuál correr al verlo si es aliado. Se la pasa mirando la cámara que lleva en sus manos, evidencias que graba para su operador.
Mis nuevos "hermanos", odio esa palabra.
No tenía interés, quiero volver a casa para disculparme con mi madre pero ha de estar maldiciendo mis actos como en mis pesadillas constantes.
—Tobías, concéntrate.
—Lo siento, señor.
Me crucé de brazos como un niño para seguir escuchando sus pláticas y algunos regaños por seguir con mi plan de estar de mal humor. No entiendo cómo haré que entienda que no tengo algún interes.
Al terminar con aquello me dejó ir de la habitación para encaminarme a la nueva alcoba que me asignó para tener espacio y no interferir en la de los otros chicos.
Me picaba un poco la curiosidad de verlos, me los describió pero no tengo una buena imaginación para tratar de hacer un retrato en mi cabeza, es algo difícil. Puedo tratar de pensar unos hombres muy fuertes con cara fea u hombres drogadictos, no sé porqué.
Me adentré a mi lugar correspondiente para mirar el techo un rato mientras estoy suspendido en mi cama. No dejaba de pensar en mi madre, he tenido un apego a ella que no puedo estar bien si no la tengo a un lado.
Papá decía que los hombres no lloran, eso muestra debilidad, siempre he sido un hombre débil.
—Soy terrible.
Seguiría mirando el techo sucio pero interrumpieron mi concentración cuando escuché como las escaleras rechinaban de una forma un tanto acelerada acompañadas de unas voces roncas.
—Al fin en "casa".
—Estar horas fuera hace que pierda la cabeza.
—Estuve presente pero quiero volver a ver el vídeo de cómo lo mutilamos.
Oh, eso salió de mi boca al escuchar la conversación. Eran esos hombres de los que hablaba puro hueso, debería salir a ir a verlos pero no tengo ganas.
Una estática invadió mi cabeza, resonaba como un chirrido espantoso que hizo que colocara mis manos sobre mis orejas para tapar la audición pero era inútil. Cerré los ojos con fuerza para derrumbarme al suelo, algunos de mis tics se hicieron presentes, quería gritar.
Todo acabó y subí mi rostro para ver a ese hombre de nuevo junto con los dos que suponía que eran quienes me habló hace rato en su oficina. Vaya que no tardaron nada, estoy algo sorprendido.
Me levanté del suelo sacudiendo un poco mi pantalón desgastado para verles mejor el rostro, no eran como imaginaba. Me siento algo humillado, son mucho mejor que yo, no me equivoqué al decir que son fuertes.
—Tobías.
—Tiene nombre de perro.
Sí, ese es Masky, algo me lo dice muy fuerte.
—Basta, Timothy.
Lo supuse.
—Él es Tobías, un chico con falta de nervio. Ustedes se encargarán de que aprenda lo que les he enseñado, será un proxy.
Las miradas de ambos me hacen sentir como un idiota, me miraban con algo de disgusto pero no es como si hubiese pedido el estar aquí con ellos ahora. Solo me limité a asentir y evitar sus ojos para no sentirme tan más mal.
—Comenzarán mañana, por ahora pueden descansar.
Desapareció muy pronto al terminar de decir eso. Ahora los tres nos quedamos parados sin hacer nada, al momento de que el monstruo se marchó, ellos perdieron la postura intimidante.
Puede que me haya equivocado de nuevo, ahora se ven un poco más amigables.
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