💀32💀
Siwon y Jimin abandonaron el club bajo el escrutinio de muchas miradas. El omega se sostuvo del fuerte brazo que el alfa le ofrecía y caminó con elegancia hacia la camioneta negra que esperaba por ellos.
—¿Y? —la voz de Choi rompió el silencio que se había formado cuando ambos estuvieron dentro del vehículo—. ¿Cómo te fue con el señor presidente?
—Tengo lo que Min quería —informó con aburrimiento, dejando escapar un bostezo en medio de sus palabras—. Kang me pidió que siguiéramos viéndonos.
Los ojos del alfa mostraron satisfacción. —Era de esperarse. Tú eres una lindura.
—Fue tan fácil que me resultó aburrido —se quejó el omega, con su mirada puesta en el paisaje exterior.
—Oh, no es para que te decepciones —aseguró Siwon, Amox le miró—. Se vienen cosas interesantes para todos.
El pelinegro elevó la comisura izquierda en un pequeño intento de sonrisa. El resto del camino se mantuvo en un profundo silencio que resultó inquietante para el alfa que de vez en cuando le veía. Amox permaneció sumergido en sus pensamientos, mismos que cuidaba con recelo, para no dejar ver nada de aquello que se empezaba a formar en su cabeza.
Tiempo después, Amox sintió como una arruga de extrañeza se formaba en su frente, en el mismo momento que de sus labios escapaba la afirmación que lo empezaba a poner en tensión.
—Este no es el camino a mi casa —habló luego de un largo rato de silencio.
Siwon asintió. —Lo sé. Yoongi ha pedido verte.
—¿A esta hora? —la madrugada recién iniciaba y él sólo quería dormir.
—A esta hora —repitió el mayor sin verle.
Sin nada más que hacer, Amox se puso cómodo en su asiento con la mirada fija en el exterior. Las luces nocturnas le daban a la ciudad aquel ambiente que siempre le resultó emocionante, inclusive podía escuchar el tenue retumbar de los muchos clubes que estaban en todo su apogeo, con hombres y mujeres celebrando y sin parar.
Perdió la cuenta de los pocos minutos que estuvo contando en su mente, sus pulmones le exigían el humo caliente de un cigarrillo, desgraciadamente no contaba con uno en la mano así que sólo le quedaba respirar profundo y relajarse. Una media sonrisa se formó en su rostro, en el mismo momento que sus dedos palparon la frialdad de aquel pequeño frasco que llevaba consigo, resultándole emocionante la idea de tener la oportunidad para usarlo.
Para cuando atravesaron los terrenos de la mansión del líder, Jimin tenía en su cabeza la idea clara de lo que debía hacer.
—Llegamos, lindura —la voz de Siwon le hizo verle nuevamente.
—¿No piensas bajar? —inquirió, aunque ya sabía la respuesta.
—Yoongi pidió verte a ti —hizo énfasis con travesura en su mirada.
Entonces, Jimin recordó un detalle mínimamente importante: Yoongi seguía en celo.
Sin mencionar palabra salió de la camioneta y empezó a subir las gradas sin mirar atrás. El ruido del vehículo al arrancar hizo eco en sus oídos, rompiendo el silencio que estaba formado en el lugar, podía notar las muchas miradas de todos los vigilantes del área, ellos simplemente le observaban sin la necesidad de detenerlo para un pequeño interrogatorio. Fue ahí que supo que de alguna manera su visita había sigo anunciada, aceptara o no.
Pasó una mano por su cabello y resopló. No le sorprendió que la puerta estuviese sin seguro teniendo en cuenta los treinta alfas que rodeaban la casa y sus alrededores, tampoco le sorprendió encontrar el interior completamente iluminado y vacío, lo que sí le tomó desprevenido fue la oleada de aromas fuertes y demandantes que atacaron sus fosas nasales sin ningún tipo de tregua.
El petricor, la lima y el roble estaban completamente fusionados, creando una armónica esencia que embriagó al omega. Jimin tomó una profunda inhalación y se permitió cerrar los ojos por breves segundos, negando a sus pulmones soltar los aromas atrayentes que componían la pureza líder del alfa.
Finalmente dio una brusca exhalación donde sacó de su sistema la divinidad de la esencia. Acarició el puente de su nariz con masajes constantes, con respiraciones rápidas y superficiales que le estaban ayudando a mantener su propio control. El omega en su interior permanecía relajado, mostrando un pequeño atisbo de irritación cuando los aromas nuevamente llegaron.
—Eres bastante silencioso.
Los ojos de Jimin siguieron la voz ronca que hizo eco en el gran salón, y no tardó mucho en encontrar al dueño de la misma. La imagen ofrecida provocó que el menor apretara fuerte los labios, no pudiendo evitar deslizar sus ojos por cada rincón accesible.
De pie al lado de las escaleras se encontraba Yoongi vestido únicamente en una bata blanca, tenía la cabellera mojada revelando un baño reciente, pequeñas perlas de sudor adornaban su frente, las cuales descendían en pequeños hilos por el cuello cubierto de tatuajes. Tenía la respiración inestable y pesada, eso Jimin pudo notarlo con facilidad gracias al lento subir y bajar de la caja torácica, y los ojos... el omega miró de más aquellos orbes oscuros que le veían como una pequeña presa vulnerable.
—Querías verme —respondió con total control en su tono de voz.
Yoongi ladeó la cabeza antes de caminar con tranquilidad hacia el mini bar que tenía en la esquina izquierda de la sala. Sus pies descalzos hicieron el mínimo ruido que le permitía estar alerta ante cualquier movimiento que el omega intentara hacer.
Tomó una jarra de agua y en un vaso sirvió un poco, la garganta la sentía reseca y la cabeza le dolía un poco, sin contar con la molestia de sentir su cuerpo caliente en combinación con la inquietud de su lobo y una maldita erección que se negaba a desaparecer, sin importar lo que hiciera.
Se volteó con el vaso en mano para encarar a su agradable visita. El omega permanecía quieto, con sus ojos evaluando cada movimiento del mayor sin perder detalle.
Yoongi rió al ver la cautela pintada en cada facción de su fruto prohibido. Agradecía el hecho de no poder olfatear el dulzor de los aromas del menor, porque de lo contrario está seguro de no poder permanecer en control.
—Relájate, precioso —de los bolsillos de su bata sacó un pequeño frasco que contenía una única píldora—. Sólo me tomaré un supresor.
—Dudo mucho que un simple supresor ayude con el descontrol que tienes —se sinceró, arrugando la nariz—. Eres un alfa puro líder, esas cosas funcionan con los de linaje inferior.
Yoongi tomó la píldora antes de responder. —Digamos que estos están diseñados especialmente para mí.
—Si tú lo dices —murmuró el castaño, destensando poco a poco cu cuerpo para empezar a caminar por el salón—. ¿Para qué me querías?
—¿No es obvio? —cuestionó el mayor, mientras se apoyaba en el respaldo del sillón y se cruzaba de brazos.
Los ojos del omega se estrecharon. —¿No tenías juguetes para eso? —preguntó, colocándose frente al alfa—. Según sé, hay una casa equipada especialmente para tus necesidades.
—Los juguetes luego de tanto uso aburren —informó, deslizando la mirada por todo el cuerpo del omega—. Es completamente extraño que uno de ellos conserve su encanto.
—No soy tu maldito juguete, alfa —siseó en amenaza.
—Nunca dije que lo fueras —mencionó el pelinegro con una mueca entretenida, para luego acercarse un poco más y con una de sus manos acariciar el hermoso rostro del omega—. Tú no eres un juguete reemplazable, mi travieso chico.
Jimin sonrió, permitiendo que el alfa acariciase su rostro con suavidad. Tiempo después retrocedió un paso para dirigirse al mini bar con total confianza, todo bajo la curiosa mirada del alfa.
—¿Una copa de vino? —ofreció, lanzando una mirada coqueta que avivó los deseos en Yoongi.
—Suena bien —aceptó, mirando con total descaro el trasero prominente del castaño.
Jimin fue rápido en sus movimientos. Sacó un par de copas y sirvió del vino tinto que estaba a disposición. Teniendo sumo cuidado sacó el pequeño frasco que llevaba y vació todo el contenido en una de las copas, la cual meció constantemente para que los líquidos se mezclaran.
Encaró al alfa con ambas copas en las manos, le ofreció una de ellas y sonrió con travesura cuando su ofrecimiento fue aceptado sin ningún tipo de preguntas.
—Salud —susurró, dando un pequeño choque a la copa que el alfa sostenía.
Los ojos de Yoongi no abandonaron en ningún momento las acciones del omega. Detallaron en los labios húmedos por el vino y en los ojos dilatados por el deseo. Tomó el contenido de su copa en un sólo trago que deleitó la resequedad de su propia garganta, embriagándose de cada gesto y emoción que se formaba en el rostro contrario.
Cuando terminaron el vino, ambos lanzaron las copas hacia algún lugar del salón, importándoles poco el ruido ocasionado de los cristales al romperse. Yoongi tiró del omega hasta encerrarlo entre sus brazos, todo en un movimiento ágil que tomó por sorpresa al menor.
—Te quiero follar —gruñó, deslizando ambas manos hacia el trasero del omega donde apretó con fuerza—. Ahora.
A Jimin no le dio tiempo de responder. Los labios del alfa se impusieron con violencia sobre los suyos dando inicio a un beso demandante. La lengua del mayor se internó en la cavidad bucal del castaño, explorando con destreza cada rincón, a la vez que sus mismas caricias generaban múltiples gemidos en el chico que caía adormecido bajo los aromas que volvían a imponerse gracias al celo del pelinegro.
Sus cuerpos juntos le permitían al omega sentir con claridad el prominente bulto que latía con fuerza bajo la tela delgada de la bata blanca. Jimin soltó un gemido agudo cuando los dientes del alfa se enterraron con fuerza en su labio inferior, haciéndole probar de su misma sangre, mientras su cuerpo sufría un espasmo lleno de dolor y de placer.
—Tu habitación —logró murmurar, ambos compartiendo aliento, y ambos con los mismos deseos.
En un rápido movimiento el alfa cargó el cuerpo del omega, Jimin enroscó ambas piernas en la cintura del mayor y se sostuvo con fuerza del cuello. Yoongi subió las escaleras con rapidez, gruñendo extasiado cada vez que el castaño se internaba en su cuello para tomar profundas inhalaciones de sus aromas.
Abrió la habitación de una patada y rápidamente se internó en ella con el cuerpo de su amante sostenido entre sus brazos. Tiró al omega a la cama con poca delicadeza, y desde su lugar lo miró.
—Quítate los lentes de contacto —ordenó, al mismo tiempo que empezaba a desatar el nudo de su bata.
Jimin alzó una ceja interrogante, pero decidió complacer al alfa. Se sentó en la cama y con destreza retiró las lentillas que cubrían el color natural de sus ojos, aprovechó también para quitarse los zapatos y el molesto cinto. Sonrió con picaría cuando encontró la mirada del mayor, decidiendo gatear encima del colchón hasta aproximarse al hombre que yacía de pie y con la bata completamente abierta.
Los ojos bicolores descendieron por el cuerpo desnudo. El pecho tatuado y el abdomen firme y blanquecino provocaron un estremecimiento en su interior, sintiendo como la humedad comenzaba a formar parte de su cuerpo cuando Jimin detalló en el miembro desnudo y totalmente erguido.
Alargó uno de sus brazos y tomó el pene en un agarre firme, el gruñido que escuchó le resultó excitante, instándole a continuar con su labor. Dio inicio a suaves masajes de arriba hacia abajo, la mirada estaba puesta en la punta rosa y brillante en líquido seminal que poco a poco iba cubriendo su propia mano, a medida que lo masturbaba podía sentir las venas palpitantes acariciar su palma, así como la tensión completa que había cubierto al cuerpo del alfa al estar siendo masturbado por él.
—Acércate más —pidió con sedosidad, decidiendo ver aquellos ojos oscuros en lujuria.
Yoongi obedeció, avanzó un paso más hasta tocar con sus muslos la suavidad de la cama. Tensó la mandíbula cuando sus ojos miraron las pequeñas manos del omega puestas en su intimidad, una de ellas deslizándose por todo el largo de su miembro, mientras que la otra masajeaba con vehemencia los testículos tensos y cargados de esencia.
—Cómelo —demandó con absoluta ronques.
Jimin le miró directamente a los ojos en el mismo momento que dejaba salir su lengua, con ella acarició de manera superficial el glande hinchado, robándose un par de gotas del líquido que goteaba de la pequeña ranura, además de provocar un jadeo ronco en el alfa que comenzaba a sudar por el calor abrazador que estaba atacando a su cuerpo.
—Sabes bien, alfa —halagó, decidiendo dar otra pequeña lamida sólo en la punta.
—Maldición —murmuró entre dientes—. Tómalo todo, omega.
Las maldiciones de Yoongi quedaron atoradas en su propia garganta cuando Jimin engulló con fuerza uno de los testículos. La boca del omega succionaba con hambre, y su lengua acariciaba cada terminación nerviosa, creando una bomba mortal de sensaciones placenteras que se veían reflejadas en la polla rígida que se imponía con potencia a escasos centímetros del omega.
La lengua húmeda lamió entre ambos testículos con destreza, hizo círculos y exploró cada rincón de los pliegues rugosos hasta provocar gritos de placer en su amante, las manos sujetaron con fuerza los muslos del mayor en lo que la boca se internaba más para devorar con completo deleite todo lo que le había sido ofrecido.
Yoongi tomó la cabellera castaña con fuerza y le hizo ir más allá. La boca de Jimin se abrió para dar lugar al gran trozo de carne que la estaba llenando centímetro a centímetro. El cuello y el rostro del omega enrojeció debido al esfuerzo, mientras el mayor se encargaba de enterrar en la húmeda cavidad todo su miembro hasta la base.
—Relájate lo más que puedas —dijo el pelinegro, afianzando el agarre que tenía en la cabellera del menor—, porque voy a follarme tu boquita.
Las embestidas fueron violentas, Jimin se sostuvo con fuerza de los muslos fibrosos de su amante, al mismo tiempo que trataba de mantener su respiración constante y la boca relajada. Podía sentir el pequeño dolor originado en su mandíbula gracias al exuberante tamaño que entraba y salía a gran velocidad, así como el hormigueo formado en lo profundo de su garganta cada vez que el glande del alfa la atravesaba sin piedad.
Minutos después Yoongi sacó su falo de la boca temblorosa, un espeso hilo combinado de saliva y líquido seminal unía los labios del omega con el miembro que anteriormente estuvo degustando, y esa imagen, más los ojos llorosos de placer fue un empujón más para que el mayor perdiera el control.
El alfa acarició con su glande las mejillas sonrojadas del menor, una de sus manos masturbó con fuerza, mientras que la otra sostenía la cabellera castaña de un expectante omega.
—Abre la boca —ordenó entre jadeos.
Jimin obedeció. Abrió la boca y sacó la lengua a relucir en una invitación tentadora. El mayor dejó escapar un gruñido gutural y aproximó su miembro hasta la boca del menor, donde sin contemplaciones llegó a su clímax, siendo un espectador directo de la entrada del líquido blanquecino en la cavidad hambrienta que estaba tomándolo todo sin rechistar.
El omega tragó hasta la última gota expulsada, sentía la espesa mirada del mayor sobre cada uno de sus movimientos, y eso le resultó estimulante. Dejó el miembro de lado y sus labios se posaron en el abdomen firme donde inició a dejar besos y lamidas que iban en ascenso hasta que sus labios alcanzaron uno de los pezones; ahí mordisqueó y succionó, escuchando gustoso los gemidos bajos que Yoongi expulsaba en medio de su deleite.
Las manos del alfa se encargaron de quitar la camisa que cubría al menor, mientras que Jimin reclamaba entre sus labios el pezón restante para estimularlo. Se estremeció cuando el frío de la madrugada golpeó en su piel desnuda, no tardando en sentir los dedos del pelinegro acariciar en toda la extensión de su espalda.
—Recuéstate en el colchón —ordenó el castaño, mientras salía de la cama.
El cuerpo de Yoongi quedó tendido en el amplio colchón, su desnudez completa iluminada con las luces bajas de la habitación y los pocos resquicios de la luz lunar que se colaba a través de los amplios ventanales. Esa visión para Jimin resultó agradable, sumando la necesidad enfermiza que podía ver en aquellos ojos gatunos que le desnudaban el alma.
Bajo la atenta mirada de su amante, el castaño se deshizo de las prendas que todavía le cubrían, lo hizo con movimientos pausados y sensuales, dejando que Yoongi apreciara cada porción de piel que poco a poco iba revelando. Sus manos se encargaron de acariciar sus pezones, subiendo por su cuello hasta llegar a la cabellera donde la revolvió en un movimiento grácil.
—Sabes que soy el único que llega a complacerte de verdad —afirmó Jimin, dando una vuelta en su eje para que su amante viese la totalidad de su cuerpo desnudo.
Yoongi no lo negó.
El omega apoyó las manos en el suave colchón y gateó con lentitud hasta que su propio cuerpo se posicionó encima del contrario. Los muslos gruesos abrazaron las caderas del mayor, ambos pechos se rozaban con suavidad, mientras que sus miradas yacían conectadas sin la intención de romper cualquier contacto.
—Manos arriba, alfa —susurró, cepillando con sus labios los finos del pelinegro.
Adormecido por el placer, Yoongi elevó las manos y permitió que el omega las sujetara, la piel de Jimin quemaba en sensaciones placenteras, y el aliento que soplaba en su rostro le invitaba a embriagarse una vez más en aquel abismo prohibido que sólo ese omega era capaz de ofrecerle.
El castaño reclamó los labios del alfa en un beso lento y cargado de erotismo, los labios gruesos acariciaban cada rincón posible, llenando el cuerpo del mayor de sensaciones extrañas y delirantes las cuales iban aumentando su nivel de excitación.
La mano derecha de Jimin acariciaba con parsimonia el fuerte pecho de su amante, los dedos creaban formas inconclusas y palpaban cada vena que iban encontrando, todo mientras continuaban en un beso lento y profundo que era capaz de robar suspiros y jadeos.
El descontrol de Yoongi llegó cuando Jimin inició a frotarse con total descaro. Ambos miembros se acariciaban mutuamente gracias a los movimientos circulares que el omega ejercía, los cuales iban aumentando de intensidad conforme los segundos pasaban.
Los pezones se irguieron gracias a las constantes caricias que creaban mutuamente, las respiraciones de ambos se descontrolaron, y lo que inició como un beso lento, terminó con un contacto violento y pobre de control.
Y en medio de ese momento cargado de necesidad, fue que Jimin dijo aquellas palabras que tiraron por la borda la cordura del pelinegro:
—Tómame, Yoongi. En este momento soy tuyo.
Los brazos del mayor encerraron el pequeño cuerpo en un agarre firme para luego girar en la cama y dejarlo bajo su cuerpo. Jimin abrió las piernas para permitir que el mayor se acomodara entre ellas, los ojos bicolores mirándole con una necesidad insana que poco a poco estaba hundiendo al alfa.
—No puedo esperar —dijo Yoongi con agitación, y la implicación de aquellas palabras estremeció al omega.
—Hazlo —abrió más los muslos, dejando ver la entrada de su agujero necesitado de atención.
El alfa tomó su miembro y lo deslizó por encima del agujero, el lubricante natural salía con fuerza bañando cada porción del trozo de carne que palpitaba en necesidad ante el caliente contacto. Yoongi se inclinó hacia adelante y se perdió en el cuello del menor donde empezó a dejar una serie de marcas que tardarían en borrarse, al mismo tiempo que su polla se abría paso en el estrecho y caliente interior del castaño, sin detenerse hasta que estuvo completamente enterrada.
—Voy a devorarte completo, precioso —prometió, y en el mismo momento sus embestidas dieron comienzo.
Los gemidos de Jimin aumentaron siguiendo la velocidad de las caderas del alfa. Yoongi se hundía sin descanso en aquel agujero estrecho, se sentía tan bien que sus propios jadeos lo confirmaban, al igual que la mirada cargada de morbo, la cual estaba clavada en el rostro sudoroso y sonrojado del menor.
—Más fuerte —demandó el castaño, arqueando la espalda cuando una potente estocada atacó su punto dulce.
Los labios de Yoongi bajaron para reclamar la boca contraria. Se encontraba enloquecido y hambriento, deseaba probar cada rincón ofrecido y nunca saciarse, perderse en cada curva que sus manos tocaban hasta verse condenado en aquel espeso infierno personal que él mismo había creado para su entero disfrute, donde aquel paraíso prometido se encontraba concentrado en grandes niveles.
Sus ansias por poseerlo podrían competir fácilmente con los deseos de aniquilarlo. Fue así como el juego entre ellos dio comienzo, uno excitante que los mantenía en un constante tira y afloja, con el deseo por obtener el dominio absoluto.
En medio de su nube de éxtasis, Yoongi enderezó la parte superior de su cuerpo y se llevó el del omega con él. El mayor se sentó sobre sus pies, permitiendo que Jimin enroscara sus propias piernas alrededor de sus caderas para nuevamente retomar las embestidas.
—M-me encanta que seas tan grande —confesó Jimin, mientras sus caderas subían y bajaban sobre la polla endurecida que le ocasionaba tanto placer.
—Eres una puta descarada —gruñó Yoongi, sin despegar la vista del rostro contraído en placer.
El omega le tomó de la cabellera oscura y tiró con brusquedad hacia atrás, el cuello del mayor quedó a su disposición, donde dejó que su propia lengua iniciara un camino húmedo hasta la oreja izquierda.
—Como te gustan —susurró, quedándose quieto con todo el miembro del alfa en su interior.
Yoongi le regaló una sonrisa torcida antes de empujarlo contra el colchón. El cuerpo del mayor se encargó de aprisionarlo de manera sofocante, mientras que las penetraciones volvían a su función. Esta vez con una fuerza brutal que tenía a Jimin gritando sin descanso.
Las piernas le temblaban, pero aún así pudo encontrar la manera de enrollarlas alrededor del cuerpo contrario. La sobre estimulación en su interior le hizo blanquear los ojos y babear de manera involuntaria, el sudor en su cuerpo se concentró en gran cantidad, todo mientras era cruelmente masacrado por un descontrolado alfa.
—¡Yoongi! —chilló agudo en el momento que el clímax le atacó como fuerte tormenta, liberando su esencia entre los abdómenes de ambos.
El alfa no detuvo el ritmo de sus estocadas. Con sus manos tomó los muslos del menor y los llevó a sus hombros donde los mantuvo sujetos, desde ahí podía ver con claridad el desastre que había hecho. Jimin se deshacía en gemidos y se retorcía constantemente, los ojos brillantes yacían entrecerrados y la respiración errática le mantenía con los labios entreabiertos, mismos que lucían rojizos e hinchados gracias a los múltiples besos y mordidas otorgados.
Sintió el cosquilleo nacer desde el interior de sus bolas y ese fue el impulso que le hizo aumentar en sus embestidas. La cama crujía con fuerza, en compañía de los gruñidos animales que salían de la garganta del mayor y de los lloriqueos placenteros que escapaban de los labios del menor al sentir la rudeza con la que estaba siendo follado.
La explosión del orgasmo alcanzó a Yoongi segundos después. Vació toda su esencia en el interior maltratado, dejando que el nudo creciera con toda su fuerza. Los colmillos salieron por mero instinto, mientras la bestia en su interior se retorcía para que marcara al omega que yacía bajo su cuerpo.
No lo hizo.
Las venas se marcaron con fuerza en el cuello del pelinegro, demostrando la lucha interna que tenía con su animal. Minutos después se desparramó encima del cuerpo de su amante, respirando pesadamente y esperando que el nudo se desinflamara para poder salir.
Los pulmones de ambos quemaban, sus pieles estaban completamente marcadas por el contrario, sus corazones latían desbocados por el esfuerzo y la necesidad de una ronda más subía con creces, revolviendo cada fibra de sus cuerpos.
Y en esa madrugada mientras recuperaban el aliento, ambos lo supieron.
Sus ansias por devorarse combatían con facilidad con sus deseos de matarse. El inicio de una lucha interna que estaba creando estragos en ambos amantes del pecado creado por ellos.
Dos bestias que estaban al mismo nivel, las cuales conocían el cielo creado por ellos y sus caricias, así como el infierno inminente forjado con su instinto de dominación.
Y ninguno pensaba detenerse hasta no tener al otro bajo su completo dominio.
Sexto día: Resistencia.
—¡Bien! Estoy viendo tres cabezas en Woobin y sólo debería tener una —Chen estalló en carcajadas, mirando atentamente al mencionado—. ¿Estoy perdiendo la cabeza?
—Perderás la cabeza si no te concentras —ladró Jay Park con molestia—. Debemos soportarlo en silencio, y tú nos haces hablar con tanto parloteo.
Un grupo de quince se encontraba atado a sillas metálicas, les habían inyectado una considerable dosis de veneno que se encargaría de entumir cada una de sus extremidades y hacerles doler cada uno de sus huesos. Frente a ellos se encontraban dos de los líderes, evaluando la resistencia que cada aspirante demostraría a medida que las dosis fuesen aumentando.
—Wow, necesito la tranquilidad de Amox —Chen volvió a hablar. Desde que le habían inyectado la primera dosis su lengua no había parado de soltar estupideces.
La mirada de todos viajó hasta el pelinegro atado en una de las sillas del fondo. Amox permaneció impasible, con la mirada fija en el líder del Dragón Negro.
—Juro que si sobrevivo, yo mismo te mataré —amenazó Jay con irritación.
Chen lo ignoró. —Oye Amox, ¿Cuantas dosis llevas?
—Cuatro —respondió sin verlo.
El peliplata jadeó. —¡Me llevas ventaja! —gritó, aumentando la irritación en sus compañeros—. ¡Líder, quiero otra!
Hwasa era la encargada de administrar las dosis, mientras que Yoongi evaluaba a cada uno y sus reacciones. El objetivo de la prueba era simple; el sujeto permanecía sentado recibiendo todo el veneno que su cuerpo pudiera soportar, se llevaba un conteo de las dosis administradas y todo aquel que soportara más de doce calificaba, de lo contrario existían dos caminos: ser descalificado y morir a manos de uno de los líderes, o no soportar el veneno y morir a causa del mismo.
La alfa se acercó hasta el enérgico chico con una jeringa en mano y sin esperar más la inyectó en una de las venas marcadas. El veneno ardió en el interior de Chen, al mismo tiempo que la temperatura aumentaba y los ojos se dilataban a causa de los delirios que comenzaba a tener.
Un grito lleno de dolor captó la atención de todos los presentes. Uno de los aspirantes había muerto en su silla tras recibir su tercera dosis.
—Débil —Yoongi chasqueó la lengua, para luego hablar a través de su audífono—. Cayó uno más, vengan a llevarlo y me traen otro.
Minutos después apareció Taehyung en compañía de NamJoon. Ambos se encargaron de llevar el cuerpo muerto, mientras que Yoongi se encargaba de atar a Jungkook a la silla.
—Quiero que seas suave conmigo, primo —molestó Jeon, recibiendo una mirada mortífera por parte del mayor.
—Otra dosis —pidió Jay Park cuando sintió que su cuerpo podía soportarlo.
—¡También quiero otra! —exclamó Woobin.
—También yo —habló Amox.
La pelinegra preparó cuatro jeringas y las administró a cada uno de ellos. Inició con Jungkook y luego con Amox, para posteriormente hacerlo con Woobin y Jay Park.
—El mundo me da vueltas —informó Chen, y nuevamente rió entretenido—. ¡El mundo está bailando para mí! ¡Soy su rey, inclínense ante mí!
—Mañana te mataré —prometió Jay Park, recordando con gusto que sería el último día de la semana de sangre. Debía soportarlo y sobrevivir.
—Yo sé que me amas —Chen le tiró un beso y siguió riendo.
Jungkook rodó los ojos con aburrimiento, arrastró la mirada por cada aspirante y finalmente se concentró en el único omega del lugar. Amox lucía tranquilo, pero las venas de su frente estaban marcadas y tenían aspecto negruzco, sin mencionar con el sudor que bajaba por su frente de forma desordenada y constante.
—¿Cuántas llevas? —preguntó.
—Cinco —respondió el omega, cerrando los ojos por pocos segundos.
—La fórmula fue modificada —descubrió el menor—. Esta vez es más fuerte.
—No es de extrañar —murmuró Amox, con sus ojos puestos en la mueca sonriente que Yoongi ofrecía—. Pero puedo soportarlo.
En los próximos diez minutos que transcurrieron, Amox, Jungkook y Jay Park pidieron otra dosis, dos aspirantes más habían muerto y Chen continuaba en su propio mundo creado bajo sus alucinaciones. El tiempo iba aumentando la agonía interna en cada uno de ellos, desatando una tortura diseñada especialmente para quebrantar desde la base todos sus pensamientos de lucidez.
—Luces pálido, Jeon —se burló Yoongi—. ¿Te libero? Así tu muerte sería tranquila.
—Bésame el trasero, Min —gruñó—. Hwasa, quiero una dosis más.
—Quiero llorar —anunció Chen con la mirada perdida.
Amox curvó los labios en una sonrisa entretenida al escuchar las ocurrencias del chico. Tomó una profunda inhalación y nuevamente pidió:
—Otra más.
—Líder —llamó Woobin—. Estoy listo para otra.
—¿Cómo van esos resultados, Min? —interrogó la alfa, mientras administraba las dosis pedidas.
Yoongi leyó el papel para informar: —Encabezando está Amox con siete dosis, seguido de Jay Park y Woobin, ambos con cinco dosis, Chen con cuatro, cinco muertos que no mencionaré, Jungkook con tres, y Tim, Zeo, HyunJin, Goon, Joon que no han pasado de la primera.
—¿Y bien, señoritas? —la alfa se dirigió a los cinco aspirantes que no habían pedido ni una sola dosis desde que fueron atados—. ¿Se rinden o pedirán una maldita dosis?
Tres de ellos se rindieron, mientras que Zeo y Goon pidieron otra dosis. Cinco cadáveres salieron en compañía de dos temblorosos alfas que sabían que su rendición equivalía a formar parte de los cuerpos muertos, los cuales constantemente salían de aquella sala.
—Una más —dijo Jungkook, al cabo de un par de minutos en silencio.
—¿Estás seguro? —inquirió la morena con desconfianza.
—Completamente —aseguró, para segundos después recibir el ardor del veneno.
—Oigan... ¿Qué vino primero? ¿La gallina o el huevo? —Preguntó Chen, con la vista fija en el techo y expresión pensativa.
—¿Están seguros que es el mismo veneno el que le administran a ese bastardo? —preguntó Jay Park.
Hwasa sonrió entretenida. —Los efectos suelen variar.
—Pónganle una a Yoongi para ver si se pone así de loco como Chen —el comentario de Jungkook provocó una carcajada colectiva.
Los minutos siguientes transcurrieron en un silencio que continuamente era interrumpido por las preguntas y comentarios de Chen. Amox no tardó en pedir una dosis más y seguido de él iba Jay Park y Woobin. Jungkook y el peliplata esperaron un poco más y nuevamente pidieron una dosis, siendo Jeon el que se atrevió a descubrir sus propios límites cuando apenas cinco minutos después pidió el doble del veneno.
—No me pienso dejar ganar —comentó Chen—. Señorita líder, ¡Una dosis más!
—Amox lleva ocho, los demás están con seis —informó Yoongi.
—Nueve —habló el omega—. Quiero una más.
—Si el puede, yo también —aseguró Jungkook con arrogancia—. Y la quiero doble.
Los próximos minutos se basaron en una competencia entre los aspirantes que se trataba de soportar el veneno en el mínimo tiempo. Amox alcanzó la dosis número trece una hora después, seguido por Jay Park y Jungkook. Woobin tuvo que soportarlo un poco más y Chen sobrevivió, logrando sorprender a cada uno de los presentes.
—¿Dónde estoy y cómo me llamo? —fue la pregunta que hizo cuando lo estaban soltando para que el resto del día lo descansara.
—Llévenlo a su habitación, dudo que pueda por sus medios —dijo Yoongi.
Los cinco se retiraron entre maldiciones y risas, Woobin y Jungkook se encargaban de llevar a un inquieto Chen, mientras que Amox y Jay Park les seguían desde atrás.
—Mañana es el último día —comentó Jay al omega—. ¿Tienes algún plan?
Amox sonrió. —Siempre tengo un plan.
—Muerte súbita, todos contra todos —analizó Woobin—. ¿Hay un plan para eso?
—Diez sobreviven —dijo Amox—. Entre esos diez debemos estar nosotros.
—¿Estrategia? —inquirió Jungkook.
—Exactamente —el omega sonrió ladino—. Juntos crearemos la estrategia perfecta para ganar, y ustedes serán mi equipo.
—¿No podemos matar a Chen? —preguntó Jay Park, ganándose una mirada de muerte por parte del mencionado.
—No —respondió Amox—. Y para ganar deberán seguir cada una de mis indicaciones.
Y fue así como los cinco compartieron una sonrisa cargada de complicidad. La semana de sangre terminaba al día siguiente, y ellos estarían listos.
¡Hola! ¿Cómo andan? 🥰
¿Qué les pareció el capítulo? 👁
Mañana nos leeremos en el final de esta historia. ✨
YOONGLH💀
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