💀28💀
El crujir de la leña al ser consumida por el fuego se le había hecho sumamente interesante para ver; el mismo calor que desprendía provocaba que la noche fría fuera más fácil de soportar, mientras aguardaba en silencio por las nuevas noticias que su informante tenía para dar.
Escuchó el molesto ruido que las grandes puertas de metal provocaron anunciando la llegada de su esperado visitante, los guardias que custodiaban la mansión estaban alertas, la noche era demasiado silenciosa y traicionera con su velo oscuro perpetuo capaz de ocultar las verdaderas intenciones de las mentes perversas.
—Amo, él ya está aquí —anunció uno de sus betas.
El líder no se inmutó, sus ojos frívolos permanecían fijos en el fuego destructivo que consumía todo lo que iba tocando, viéndolo como un espejismo mismo que provocaba una sonrisa tétrica en sus maduras facciones.
—Que entre ya —ordenó, y aunque su voz sonó extremadamente baja, pudo escucharse con claridad.
No recibió respuesta; en su lugar, las puertas del salón fueron abiertas dándole el paso a un alfa joven de espesa cabellera negra. El aroma conocido provocó que el mayor girara en su asiento, conectando su mirada con la del recién llegado.
—Dame el informe.
El alfa menor tensó la mandíbula. —Logró calificar en los dos primeros días; su presentación en la etapa de purificación fue excelente y hace pocas horas se hizo el anuncio que también había pasado la etapa de elección —hizo una pausa—. Hasta el momento, ha sabido mantenerse en la cima.
Aquella información no le sorprendió, conocía los alcances que Amox tenía porque estuvo ahí en todos los pasos que se dieron para la formación del chico. Lo que le enfurecía era lo que éste había hecho; postular para pertenecer al triángulo no era algo que haya permitido, mucho menos sabiendo todo lo que el asesino conocía del Circuito. DongYul sabía que tarde o temprano aquella hermosa rosa negra se convertiría en un arma de doble filo, y lo corroboró esa misma noche, cuando ya era tarde.
—Parece que el chiquillo quiere jugar en las ligas mayores —fue todo lo que dijo, soltando una carcajada carente de gracia que logró erizar los vellos de cada uno de los presentes.
—También reveló su identidad —informó el espía, DongYul borró su sonrisa—. Lo hizo antes de dar su primera presentación, frente a toda la organización.
Los ojos contrarios adquirieron un matiz oscuro que gritaba peligro; el chiquillo en el que habían invertido una millonada se había escapado de sus manos, burlándose de su poder y posición. Con un peligro así de inminente, el alfa líder solo veía una solución.
—Tendremos que matarlo —sus palabras lograron tensar a los contrarios—. Si Amox decidió el triángulo, y darle la espalda a la organización que lo forjó, ya no es un asunto que deba interesarnos —tomó un habano y se dispuso a fumarlo—. No pienso arriesgar todo por él.
Justo en ese momento, una alfa de larga cabellera rubia y grandes ojos verdes hacia su entrada al lugar, su porte extranjero y rostro de hielo provocaron que el silencio reinara ante su presencia.
—No tocarás al chiquillo, DongYul —habló con un tono ruso arrastrando sus palabras—. Amox es el favorito de Morlov y si lo tocas, te mueres.
El mayor apretó los puños. —Morlov no está aquí.
—Pero yo sí —sonrió arrogante—. Y tengo órdenes de matarte si osas tocar lo que al líder del Núcleo le pertenece.
Min DongYul tragó el gruñido que amenazaba con salir de su garganta. Como líder absoluto del Circuito debía analizar con ojo crítico sus intereses; el hecho que Amox haya decidido ir a jugar a la patética organización que su hijo había formado en un acto de rebeldía significaba una amenaza para sus planes, una que debía eliminar de raíz si no quería tener graves consecuencias. Sin embargo, sabía que no la tendría fácil; después de todo, el pequeño omega había ganado más que habilidades en sus laboratorios clandestinos.
Fuera de toda habilidad, fuerza y resistencia que haya desarrollado, Amox también pudo obtener el arma perfecta que hasta el momento lo ha convertido en alguien intocable, y esa era la única que desgraciadamente DongYul no podría arrebatarle.
El amor de Morlov; un alfa duro y cruel que es el jefe del Núcleo, la cual es conocida como la mafia más poderosa de toda Rusia con gran influencia en el continente asiático.
DongYul sabía que su misma organización era un juguete para el Núcleo, las pocas alianzas obtenidas con él fue gracias al ciego amor que el líder Ruso tenía por Amox. Ahora que el chico estaba jugando con sus propias reglas, no sabía que tan beneficioso sería tener a ese rostro de encanto respirándole en la nuca como un susurro de muerte y gran amenaza.
—Veremos si Morlov le sigue queriendo al saber que Amox se le ha abierto de piernas a mi hijo —mencionó DongYul con toda tranquilidad.
La rubia se mofó. —Eso es algo que le tiene sin cuidado; sus órdenes han sido no tocarlo.
—¿No entiendes lo que esto significa? —preguntó entre dientes—. Ese niño fácilmente puede delatarnos, si Yoongi se entera que el proyecto AX003 sigue, no habrá nada ni nadie que lo detenga hasta conseguirlo —la mujer endureció la mirada—. Ahora imagínate lo que pasaría si se entera que Amox es ese experimento hecho persona.
—Un experimento fallido —chasqueó la lengua.
—Con mejores resultados de los que esperábamos —le recordó DongYul—. Mi hijo no es tonto, Zella; no tardará mucho en averiguar lo que corre en las venas de Amox, y cuando lo haga todos estaremos jodidos y trabajo de años se irá al drenaje —resopló—. Estoy seguro que no soy el único que piensa que en estos momentos vale más muerto que vivo.
La Rusa se cruzó de brazos, su porte demasiado intimidante por las cicatrices en sus brazos y cuello mantenían al resto de los presentes sumidos en un profundo silencio.
—Amox es lo suficientemente inteligente como para saber que no le conviene decir lo que es, ni lo que en un futuro será —aseguró con calma—. Tras años de conocerlo puedo decir que el chico no es fiel con nadie, ni siquiera contigo que le has dado "todo" —hizo comillas—; si está del lado de tu hijo es porque lo ve necesario para que el experimento avance, Morlov lo ve así y yo también.
DongYul pensó seriamente y quiso estar de acuerdo, más no hubo un solo milímetro en él que lograra confiar en las palabras de Zella. Amox era un chico astuto que solo pensaba en lo que le convenía a él mismo; había aprendido a aprovecharse de sus debilidades y explotar sus fortalezas convirtiéndose en un arma letal que no podía ser controlada. La exterminación absoluta era el único escape viable, pero tal parecía que debía llevarlo a cabo con el mayor sigilo posible.
—¿Qué hay de la niña? —preguntó luego de un rato—. Ella sí es compatible, pero por el mismo Morlov no la tenemos en nuestras manos para continuar con el experimento.
—Iremos por ella cuando sea el momento indicado —respondió la alfa—. Por ahora, debemos mantener un perfil bajo para no atraer atención innecesaria.
El líder del Circuito asintió con una media sonrisa. —Por supuesto, así se hará.
O tal vez no.
Salió de la sala en la que había pasado las últimas horas sumergido en los espesos aromas de la combinación de los propios con los del alfa. Amox compuso su ropa a cómo pudo y tiró su cabello hacia atrás, el sudor que lo cubría se le hacía incómodo provocándole desear una larga y caliente ducha.
Caminó en silencio por los pasillos forjados en metal puro y cubiertos de cámaras; la habitación que le asignaron quedaba en el ala derecha con la numeración 009, así que no veía manera alguna de perderse. En ese momento quiso tener un cigarrillo para poder fumarlo, el frío de la noche traspasaba hasta sus huesos en un arduo intento por entumecer cada uno de ellos, hasta el punto de provocarle un dolor incómodo.
Llegó al final del pasillo principal y dobló hacia la derecha donde las numeraciones iniciaban; sus pasos disminuyeron de velocidad en el mismo momento que su sensible olfato detectó dos aromas que, aunque eran conocidos para él, le sorprendía sentirlos, justo en aquel momento y lugar.
Sabía que no se había equivocado cuando sus ojos captaron la figura curvilínea de una mujer apoyada en la puerta que indicaba el número de su habitación. Quizá sus aromas avisaron su presencia ya que la pelinegra giró en su dirección, conectando sus ojos grises en su persona y provocando una sonrisa ladeada en el asesino.
—Debo decir que es una grata sorpresa encontrarme contigo —habló primero—. Aunque por lo que puedo ver, no es un simple encuentro —ladeó la cabeza, avanzando un par de pasos—. ¿Para qué me buscabas?
Hwasa sonrió, sus ojos calculadores barriéndolo de pies a cabeza. —Necesitaba hablar contigo a solas.
—¿Es importante? —preguntó cruzándose de brazos—. Debo tomar una ducha urgente.
La morena se acercó hasta donde el menor permanecía tranquilo, olfateó un poco y una mueca burlona se formó en sus facciones.
—Por lo que veo, Yoongi te ha dado un profundo interrogatorio —comentó, sacando un cigarrillo de su chamarra.
—No es lo único que me ha dado profundo —arrebató el cigarrillo de las manos de la alfa y lo colocó en sus rellenos labios—. ¿Me lo enciendes?
Hwasa lamió sus labios por reflejo, buscó un encendedor en los bolsillos de sus vaqueros y cuando lo encontró acercó la llama hacia el cigarrillo que era apresado por los labios rellenos. Amox tomó una profunda calada, degustando del humo caliente que llegó a sus pulmones, y con la mirada clavada en la contraria fue expulsándolo de manera lenta en el rostro serio de la mujer.
—Entra ya —dijo ella, señalando con un movimiento de cabeza la puerta de la habitación.
El omega sonrió con aire travieso, pasó por el lado de la mujer e ingresó a la habitación. Inspeccionó todo a detalle encontrando lo estrictamente necesario; una cama, una pequeña mesa, y la puerta que suponía era la del baño.
Hwasa ingresó minutos después con un cigarrillo entre sus rojizos labios, Amox la miró por un momento con un brillo de curiosidad presente en sus ojos, pero decidió que sería mejor idea esperar; en esos momentos le urgía más tomar un baño.
—Me imagino que no te molestará esperar a que tome un baño —dijo el pelinegro con una ceja alzada.
La morena se encogió de hombros, poniéndose cómoda en la cama mientras expulsaba el humo con lentitud.
—Puedo esperar.
Amox no respondió; en su lugar inició a desvestirse sin vergüenza alguna frente a los ojos penetrantes de la mujer. Quitó sus botines, pantalón y camiseta, dibujando una media sonrisa cuando sus bóxers cayeron al suelo revelando su completa desnudez. Sus ojos nuevamente se encontraron con aquellos pozos grises que le veían sin expresión, le miró unos segundos más y luego se encaminó hacia el baño con total naturalidad.
Hwasa se recostó, apoyando la cabeza en las suaves almohadas y terminó su cigarrillo en completa calma, de fondo podía escuchar el agua correr y su mente no pudo evitar imaginar el cuerpo desnudo que había visto hace algunos minutos cubierto de agua y jabón. Sacudió esos pensamientos, si bien ese omega era lo suficientemente lindo y tentador como para tener a Min de cabeza, no era motivo suficiente como para que ella se dejara enceguecer por una belleza peligrosa y engañosa. No, primero debía discutir el motivo principal que la tenía ahí, y luego... ya vería lo que pudiese suceder.
Quince minutos después la puerta del baño fue abierta; la morena dejó de jugar con sus largas uñas y miró al chico que salía con el cabello goteando en su rostro, usando un pijama gris que lucía bastante cómodo y fácil de quitar.
—¿Ahora si puedes hablar? —el tinte impaciente que cubrió su voz provocó diversión en el menor.
Amox se sentó en la mesa que estaba frente a la cama y asintió lentamente. —Te escucho.
—Mañana es el día de inspección, los novatos y aspirantes tienen pase libre para mostrarnos sus habilidades y así ganar un lugar dentro de la organización —le miró a través de sus pobladas pestañas y Amox asintió—. ¿Qué has pensado mostrar?
—No tengo idea —rió ante la mueca perpleja de la mayor.
Hwasa carraspeó. —Espero que no sea algo tan común como las maneras que hay para asesinar a alguien —dijo con naturalidad—. Viniendo de alguien con tus antecedentes sería un concepto bastante usado, ¿No te parece?
—Estoy de acuerdo —asintió con picardía—. Lo menos que quiero es que se aburran de mí —fingió pena—. Todavía tengo mucho que mostrar.
—Por eso vine a darte una idea —la sonrisa encantadora de la alfa distaba mucho de la ferocidad de sus ojos—. A diferencia de lo que muchos piensan, no es la habilidad la que valoramos, para eso están los entrenamientos que se reciben una vez se entra al triángulo.
Amox mostró interés en las palabras dichas por la mayor. —¿Qué es lo que les interesa ver?
—El nivel de entretenimiento que puedan brindarnos —le guiñó un ojo—. ¿Ahora lo entiendes?
Los aromas del omega se dulcificaron por la excitante idea que cruzó por su mente. Desde hace días que estuvo pensando la manera ideal para darse a conocer, la misma idea que se había formado en su cabeza, era la que una de las líderes le estaba planteando, y eso le encantaba.
—¿No va contra las reglas? —preguntó con una sonrisa siniestra adornado sus angelicales facciones.
Hwasa se sentó en la cama. —No hay reglas, lindura —se mordió el labio para retener la sonrisa—; y si las hubiera, ¿Las seguirías?
—Tienes un punto —Amox soltó una risa encantadora—. Pero estoy seguro qué hay algo más.
La pelinegra no lo negó; se puso de pie y de manera lenta se fue acercando hasta el menor que le esperaba con las piernas abiertas para que ella se acomodara entre ellas.
—Cuando me diste el espectáculo de tu cuerpo desnudo, pude notar algo que me llamó la atención —comenzó con voz sedosa.
El menor apoyó las manos en la mesa y tiró su cuerpo hacia atrás para ganar distancia. El rostro de la alfa lucía un interés inquietante que iba más allá de cualquier placer carnal que pudo haber imaginado.
—¿Qué fue lo que viste? Aparte de mi enorme trasero —alzó una ceja con picardía.
—Un tatuaje que no veía desde hace mucho tiempo —sonrió ladina cuando Amox se tensó—. Nunca había visto que alguien llevara tan bien la flor de loto con las codificaciones en su cuerpo —se acercó lo más que pudo para susurrar—. El sello AX003.
El cuerpo del omega se movió por instinto. Tomó del cuello a la alfa y la empujó con fuerza a la cama, colocándose a horcajadas sobre ella con una mirada llena de locura e ira reprimida.
—Miraste algo que no debías ver —dijo entre dientes, sus manos apretaban con fuerza ambos brazos de la mujer para mantenerla completamente inmóvil—. ¿Cómo fue posible? Está en un lugar difícil de notar.
—Tengo una vista muy aguda —dijo entre jadeos—. Me parece increíble que Min no lo haya notado con las tantas veces que se revolcó contigo.
—Los tatuajes se cubren, ¿Sabías eso?
La pelinegra sonrió con superioridad. —Pues hoy te falló el teatrito, porque pude verlo y ahora tengo una idea bastante loca de lo que eres y por qué estás aquí.
—Espero que eso no sea un impedimento en mis planes de unirme —sus labios cepillaron la mejilla izquierda de la alfa—. Sería caótico para mí tener que matarte.
—¿Me estás amenazando? Creo que no es una jugada tan inteligente, sobretodo viniendo de ti —trató de zafarse pero fue inútil, el chico era terriblemente fuerte.
Y eso solo le confirmaba su teoría.
—Esa es una parte de mí que no estoy dispuesto a compartir —le dijo Amox con una tranquilidad angustiante—. Esa información me cuesta sangre, una que no tiene precio así que espero y entiendas —su rostro se volvió plano, no habían emociones que mostraran el verdadero sentir del omega, haciendo imposible la tarea de leerlo—. De lo contrario, me veré en la penosa obligación de demostrarte el nivel máximo de mis capacidades, pero desde ahora te advierto que no vivirías para contarlo.
Hwasa supo mantener controlados sus aromas para que el menor no supiera lo que verdaderamente estaba sintiendo. En su rostro se dibujó una sonrisa, porque si bien no había obtenido información alguna, el comportamiento de Amox le gritaba aquello que deseaba saber desde un principio.
—Tranquilo —susurró—. Sabes bien que lo único que nos importa es tener solo a los mejores dentro de la organización —el menor fue soltando su agarre—. Con pasado misterioso o no, has demostrado ser un gran elemento, y mi deseo personal es que trabajes con nosotros —Amox se relajó por completo—. Sin importar la modificación que hay en tus genes.
—Sabes demasiado para no haber pertenecido nunca al Circuito —observó el pelinegro estrechando la mirada.
—Yoongi sabe más que yo —anunció y Amox no pudo evitar sorprenderse—. Ese maldito es más astuto de lo que crees, así que ten cuidado —advirtió con seriedad—. Por mucho que le atraigas, si él se entera, no habrá nada ni nadie que te salve.
Una sonrisa amarga surcó en los labios del menor. —Desde un principio no tuve salvación, así que ahora no aspiro por tenerla.
Se miraron por un minuto más en un silencio agónico que los consumió a ambos, y antes que Amox pudiera levantarse para dejar a la alfa en total libertad, ésta lo jaló hacia abajo donde sus labios le esperaban para fundirse en un violento beso.
El omega gimió sobre los labios que se encargaban de morderlo con hambre y ferocidad, las manos de la morena fueron a parar a los glúteos del menor, estrujándolos y moldeándolos a su antojo, instando al cuerpo que tenía sobre ella a que se moviera.
Los movimientos fueron automáticos. Las caderas del pelinegro iniciaron con un lento vaivén, provocando que el miembro de la alfa creciera en ardiente excitación. Sus labios no se separaron y no podían hacerlo, ambos siendo esclavos del otro, amando las sensaciones de dominio que sus cuerpos anhelantes de contacto ejercían en su amante.
Hwasa quitó con velocidad la camisa que cubría el cuerpo esculpido del menor, sus ojos grises detallaron los piercings que cubrían a cada pezón, así como los tatuajes que estaban en las costillas y los antebrazos, tatuajes que no había visto antes.
—Me das una imagen diferente a la que tenía de ti —comentó con voz pesada.
Amox se inclinó sobre ella y volvió a besarla. —Es la única que tengo para darte.
Los labios de la morena se trasladaron hacia el cuello que ya estaba marcado por otros labios que no eran los de ella. Sin embargo, ese no fue impedimento para que dejara su propia marca en el caliente chico que pensaba follarse. La ferocidad con la que mordía y chupaba tenían enloquecido al menor, quién había enroscado las piernas alrededor de la cadera de la alfa, cuando ésta se había sentado en la cama para tener un mejor acceso.
Besó el cuello y bajó por el esternón, dejando una serie de mordiscos húmedos en su camino; Amox le sujetó de la larga cabellera con fuerza, tirando la cabeza hacia atrás cuando los labios de la morena jalaron el piercing que adornaba su pezón izquierdo.
Las uñas de Hwasa se enterraron con fuerza en la desnuda espalda de su amante haciéndole gritar. El omega retomó sus movimientos, deleitándose con la dureza que sentía bajo su trasero, tan dura y caliente que moría por tomarla.
La alfa dejó de juguetear con el piercing para engullir el pezón por completo; sus labios le dieron la bienvenida al pequeño montículo de carne y su lengua se encargó de estimularle para tenerlo completamente erecto. Los movimientos que el menor realizaba sobre su miembro la tenían sumida en completa excitación, los gruñidos que de vez en cuando salían de su garganta eran graves y bajos, disfrutando de la calidez que la sangre en la espalda del menor le provocaron al contacto con sus uñas filosas y largas.
El omega mordía sus labios hasta sentir la sangre escurrir hacia su paladar; la espalda le ardía con fuerza y eso solo aumentaba su grado de excitación, podía sentir con claridad como largos hilos de líquido carmín escurrían a través de su columna vertebral, provocados de los arañazos violentos que la alfa le había otorgado.
Las manos de Hwasa descendieron sintiendo cada curva que el omega poseía; se adentraron en la ropa del menor, sonriendo al descubrir que no llevaba ropa interior. Sus frías manos se posaron en cada glúteo donde apretaron con fuerza, tragándose gustosa el largo gemido que el pelinegro expulsó al volverle a besar tan hambrientamente.
Los labios de la mayor mordían sin cuidado los gruesos del omega; los jadeos combinados en dolor y placer provocaban que la lujuria entre ellos aumentara, pareciendo dos animales necesitados y hambrientos por el otro.
—No sabes como me encanta que no seas tan delicado como aparentas —murmuró la morena, dando un fuerte tirón al labio inferior del omega.
—Me encanta engañar a mis amantes con mi apariencia —rió coqueto, gimiendo por el placer que el ardor en su cuerpo le provocaba.
Hwasa le nalgueó violentamente. —Espero que Yoongi haya sido inteligente y te jodiera duro.
—Lo es —los ojos del menor se dilataron—. La violencia con la que me folla no se compara —le sonrió ladeado—. Ni siquiera contigo, querida.
La alfa lo tumbó con fuerza sobre el colchón ocasionando que fuertes carcajadas salieran del menor; Hwasa movió sus manos con agilidad sobre el cuerpo contrario, tardando menos de cinco segundos para quitar la última prenda que cubría al omega.
—No me importa quién es mejor o peor para ti —zafó el botón de sus vaqueros y bajó la cremallera—. Lo único que quiero es follarte duro, y es lo que haré.
Amox se mordió los labios, sus ojos traviesos delatando el enorme deseo que sentía por ser follado. Miró con atención el miembro salir de entre la tela que lo cubría, y como la morena lo tomaba para colocarse el condón, todo en un proceso lento y tortuoso que lo tenían en agonía.
—No soy de las que preparan a los omegas, así que si vas a hacerlo te sugiero que vayas empezando —le dijo, mientras ella se encargaba de masturbar su propio falo cubierto de látex.
El de ojos bicolores le mostró una sonrisa traviesa; abrió sus piernas con total descaro mostrando su agujero que aún permanecía dilatado.
—Min ya hizo el trabajo por ti —respondió con sorna.
Hwasa miró con atención aquel orificio rosa que ya había comenzado a expulsar lubricante natural; tomó su pene con ambas manos y lo alineó en la entrada que se contraía en necesidad, donde con su glande empezó a frotar de manera constante y juguetona.
—Que el diablo bendiga a Min —dijo, para posteriormente hundirse por completo en el caliente interior que la recibió gustoso.
Un gruñido lleno de placer salió de la garganta de la pelinegra; sabía que el omega había estado con Min horas atrás, y aún así se mantenía endemoniadamente estrecho. Sus ojos fríos se clavaron en los bicolores que brillaban deseosos, al mismo tiempo que su cuerpo empezaba a moverse con violencia sobre el del omega, dando certeras y profundas embestidas.
El miembro de Hwasa lograba acariciar aquel punto dulce en Amox, los gemidos agudos del menor cubrieron la habitación haciendo un perfecto contraste con el choque de ambas pieles sudorosas. La morena apoyó ambos brazos en el colchón, su larga cabellera acariciaba cada rincón del rostro de su amante, en caricias superficiales que le provocaban cosquillas de placer.
Las manos de Amox rodearon la cintura de la pelinegra atrayéndola hacia su propio cuerpo. Gimió largo y tendido al sentir el contacto directo de sus sensibles pezones con la tela áspera de la chamarra de la mayor, provocando que su nivel de sensibilidad alcanzara el punto más alto de su propio éxtasis.
Jaló de los largos cabellos con rudeza y sus labios impactaron con el cuello ajeno que estaba cubierto por pequeñas gotas de sudor que su ávida lengua se encargó de robar. Hwasa dejó escapar un jadeo entrecortado al sentir los dientes del menor apretando en su sensible piel, dejando una marca dolorosa y placentera a la vez.
Amox rodeó con sus piernas las caderas voluptuosas de la mayor y tiro de ellas con fuerza hasta quedar encima del cuerpo femenino. Teniendo todo el control en sus manos inició a moverse con potencia, gruñendo y jadeando cada vez que el miembro dentro de él escarbaba más profundo.
Las uñas de la alfa se enterraron en las caderas contrarias para crear su propio movimiento, el cuerpo del menor se movió con la gracia de una marioneta, tan sumiso y manipulable que tenía el placer de ambos elevados por los cielos.
Cerca de que su orgasmo explotara, Amox inclinó su cuerpo hacia atrás; apoyó ambas manos en las rodillas de la alfa e impulsándose de ellas empezó a subir y bajar a gran velocidad. Los músculos de sus muslos gruesos se marcaban de manera exquisita debido al esfuerzo, y grandes capas de sudor escurrían por su cuerpo desnudo, sirviendo de banquete y tentadora vista a la mujer que tan salvajemente estaba montando.
Los gemidos y gruñidos combinados danzaban en la caliente atmósfera que ambos amantes crearon; Amox tomó su sensible miembro con la mano izquierda, mientras que con la derecha se seguía sujetando y rápidamente empezó a masturbarse con los gritos ahogados saliendo sin descanso de sus labios rojos y maltratados.
La sublime sensualidad que el asesino desarrollaba en la cama era algo que Hwasa no pudo ignorar. La suavidad de su cuerpo y la dureza de sus movimientos eran atributos que enloquecerían a cualquiera, y solo en ese momento fue que pudo comprender la severa obsesión que Yoongi tenía con aquel chico.
Porque Amox era tremendamente adictivo, mejor aún... Jimin era el encanto vivo robado del cielo, poseedor de las armas más mortales en el bajo mundo... unas que sabía usar demasiado bien.
Belleza e inteligencia.
El menor dejó fluir su placer en un último gemido ahogado; finas líneas blanquecinas fueron disparadas con violencia del glande enrojecido, llegando a manchar parte de la ropa de la pelinegra, la cual aún no alcanzaba su orgasmo.
Hwasa golpeó los muslos del omega con fuerza. —Te quiero sobre la mesa.
Amox asintió estando aún aturdido; se levantó sintiendo sus piernas pesadas por el esfuerzo y sin perder más tiempo se inclinó sobre la mesa. La fría madera que tocó sus pezones y abdomen se encargó de mandar un escalofrío directo a su columna vertebral, provocando un jadeo bajo y pausado.
Sintió un cuerpo colocarse tras el suyo, Hwasa levantó el muslo derecho del pelinegro y lo mantuvo sujeto mientras volvía a penetrarlo con velocidad, ocasionando que la madera crujiera bajo el peso de ambos cuerpos.
La alfa plantó ambos pies sobre el suelo de manera firme para que la rudeza de sus empujes no le hicieran perder el equilibrio; con una mano mantuvo elevado el muslo del omega y con la otra lo sujetó de la cadera, creando de este modo más profundidad en sus estocadas.
—¡M-más fuerte, carajo! —demandó el menor perdiendo toda la paciencia.
La alfa gruñó y solo entonces inició a penetrarlo de verdad. El cuerpo bajo suyo se sacudía de manera violenta debido a los fuertes golpes que el agujero caliente recibía, su falo completamente endurecido entraba y salía a una velocidad descomunal, logrando afectar el equilibrio que ella misma había creado en un principio.
Soltó el muslo del omega y con ambas manos lo sujetó de la estrecha cintura. Las embestidas aumentaron en intensidad y rudeza, llegando a estremecer cada partícula que componía el cuerpo de su amante.
Terminó en un potente gruñido extasiado; toda su esencia quedó presa en el látex que cubría su falo, decidiendo salir del cálido interior antes que el nudo empezara a formarse.
El pelinegro tomó un par de hondas respiraciones para calmar la agitación que le sacudía; mientras tanto, la alfa retiró el condón, lo anudó y tiró en el cesto de basura. Acomodó su ropa, recogiendo su larga cabellera en una coleta alta y una vez más miró al omega.
—Mañana la prueba será a las ocho —le recordó con naturalidad, Amox asintió con pereza y se tumbó a la cama ignorando todo lo demás—. La tarde la tendrán libre, y por la noche volverán a ingresar.
—Genial —murmuró el omega, mirándole desde su lugar.
Ella sacudió sus manos y salió en completo silencio de la pequeña habitación. El omega se estiró de manera perezosa entre las sábanas y dió un profundo bostezo, antes de caer rendido en el mundo oscuro de los sueños.
Tercer día: Inspección.
Amox se encontraba al lado de Chen; ambos estaban atentos a la presentación que Jungkook estaba dando en la arena de combate, con toda la organización atenta en cada uno de los movimientos del novato.
—Él es demasiado bueno —aseguró el peligris—. No me explico que aún sea novato.
El pelinegro chasqueó la lengua. —Puede ser bueno, pero es un completo irresponsable.
—¿Le conoces de antes? —interrogó con auténtica curiosidad, Amox pensaba que aquel chico era demasiado blando para estar ahí, más en el combate mostraba otra aura completamente diferente, la cual lo había mantenido con vida hasta el momento.
—¿A Jungkook? —Chen asintió—. Entrenamos juntos en el pasado.
—Eso explica lo bueno que es —concluyó el alfa con expresión seria.
Un grito potente les obligó a retomar su concentración en lo que sucedía frente a ellos. Jungkook había decidido mostrar su habilidad con los cuchillos, matando a cuatro cazadores con el tiempo límite que los líderes impusieron. Todos los presentes le vitorearon cuando el último cazador cayó con un cuchillo enterrado en medio de ambos ojos; demostrando con ello que el alfa puro había pasado la primera fase de la semana de sangre sin ningún problema.
Taehyung se aproximó hasta donde Amox estaba, con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón y un piercing en la ceja izquierda, el alfa rubio emanaba un porte amenazante y varonil que era imposible de ignorar.
—¿Hay algo en especial que desees para hacer tu prueba? —preguntó al llegar.
Como era pase libre para que los aspirantes y novatos demostraran sus habilidades, cada uno de ellos tenía el derecho de pedir algo en específico.
—Seis personas —mencionó—. Que sean rápidos, y con buenos reflejos —ladeó la cabeza—. Pero que sus vidas no cuesten bajas significativas en la organización.
—Señuelos entrenados —dijo el rubio con un tinte de curiosidad pintada en sus ojos—. Los tendrás en cinco para que subas.
El omega asintió y Taehyung salió del lugar para buscar lo pedido por el mayor. Cuando Amox estuvo nuevamente solo sacó pequeñas balas de forma circular y de mínimo tamaño.
—Nunca había visto de ese tipo de balas —comentó Chen con una mirada de curiosidad.
—Ni tendrías por qué —dijo Amox, empezando a colocarlas en su arma—. Son hechas por mí.
El alfa dejó caer la mandíbula de manera exagerada. —¿Tu prueba es mostrar habilidades para crear armas?
—No —Amox rió por la mueca del contrario—. Mi prueba es mostrar la habilidad de mi puntería utilizando mis propias armas.
En el mismo instante que terminó de hablar, su nombre salió en la gran pantalla del centro, anunciando a los presentes que el turno de Amox había llegado.
Subió a la arena de combate que en esa ocasión tenía forma rectangular, los líderes estaban frente a él observándole con atención pero Amox no se concentró en ellos. Sus ojos estaban situados en las puertas dobles de la entrada, por donde ingresaba Taehyung con los seis hombres que había pedido.
Los señuelos se situaron frente a él, en sus ojos podía ver miedo y odio reprimidos al verse presos y sin otra opción que ceder a participar en su retorcido juego. Pasaron algunos minutos para que la demandante voz de Yoongi partiera el silencio del lugar.
—¿Qué habilidad mostrarás?
Amox se acercó a Hoseok quién le tendió el micrófono.
—La perfección de mi puntería bajo situaciones de presión y alto riesgo —respondió con tranquilidad.
Susurros audibles y cargados de incredulidad se dejaron escuchar cuando todos los presentes notaron que a cada señuelo le entregaron una navaja larga y curva con la cual defenderse; pero ese no fue el motivo de tanto caos.
No, todo se descontroló cuando Amox sacó un pañuelo y vendó sus ojos.
Los tres líderes se pusieron de pie al mismo tiempo; sus rostros cargados de incredulidad causaron más gritos eufóricos en la multitud, la cual se encontraba expectante y ansiosa por el espectáculo que el asesino iba a presentar.
—No veo nada y Hoseok puede comprobarlo —el mencionado asintió apoyando las palabras del pelinegro—. Los seis hombres frente a mí pueden atacarme con todo lo que tengan; porque yo haré exactamente lo mismo.
Hoseok dejó el micrófono de lado y se dirigió a los seis alfas que atacarían al omega.
—Amox tiene el total permiso de matarlos —los contrarios tragaron en seco—. Hay un tiempo límite de dos minutos, así que defiéndanse bien y sobrevivan.
Cuando el pelinaranja dejó la arena de combate el clásico sonido que indicaba el inicio del combate se dejó escuchar por todo el lugar. Amox cerró los ojos, sin importar que éstos permanecieran cubiertos por la tela, tomó su arma con sus dos manos y pacientemente esperó.
Sus oídos pudieron captar con facilidad movimientos a su derecha; llevándole a disparar en ese lugar sin dudar, escuchó el jadeo asustado de un segundo justo al frente así que llevó su arma hasta ahí y nuevamente disparó.
—Dos —contó en voz baja, sus pies no se habían movido ni un centímetro.
Todos los presentes empezaron a gritar en un intento de aturdir al asesino; Amox arrugó la nariz en disgusto ya que no podía escuchar más de los movimientos de sus adversarios por el potente sonido de los gritos que llegaban hasta sus oídos.
Giró sobre sus talones y dió un tercer disparo, creando un jadeo de dolor en el hombre que pensaba atacarlo por la espalda.
—Aún puedo olfatearlos —sonrió—. Van tres, quedan tres.
Mientras tanto, los líderes permanecían estupefactos, en especial Siwon que parpadeaba seguido en una esperanza de terminar de asimilar lo que sus ojos veían.
—¿Vieron donde van a caer las balas? —preguntó el líder de Xolot, tragando en seco.
—Justo en la frente —respondió Hwasa con un brillo de satisfacción presente en sus ojos.
Yoongi permanecía en silencio. —Las balas no los matan, solo los dejan aturdidos —frunció el ceño mientras pensaba—. Deben ser de corto alcance.
—El punto aquí es que la habilidad de ese chico es impresionante —comentó Siwon—. ¡Está vendado, joder! Y aún así se las arregla para dejarles un disparo en la frente.
Escucharon un disparo más y voltearon justo en el momento que un cuarto hombre caía de bruces en la arena de combate. Amox permanecía en el mismo lugar y con la respiración perfectamente controlada.
—Cuatro —susurró el asesino, lamiendo sus labios para sonreír con la gracia de un depredador.
Los dos restantes no se atrevían a moverse, sus ojos asustados veían a sus compañeros tirados en el suelo con una bala certera en sus frentes y aún así seguían con vida sin rastros de sangre.
—Vamos —la voz de Amox les sobresaltó—. Si no se mueven les dispararé sin dudar; sé perfectamente dónde están y ya no sería divertido.
Ambos alfas asintieron, y sin pensarlo mucho se movieron con la agilidad de un felino zigzagueando para aturdir al asesino. Amox se movió a tiempo de evadir la apuñalada que iba directo a su abdomen, giró hacia la derecha a gran velocidad, pasando por encima del cuerpo que le había atacado.
—Te tengo —canturreó, dejando escapar el quinto disparo en el alfa que le estaba esperando. Igual que el resto, acomodado en la frente.
Pudo escuchar jadeos cansados a su izquierda y sonrió; él había pedido agilidad y destreza, debe admitir que se siente decepcionado.
—Cinco —murmuró, sosteniendo el arma en alto y listo para dar el disparo final.
Chen, que observaba todo con curiosidad rió divertido al notar que los alfas heridos comenzaban a levantarse del suelo.
—Sabía que esas balas tienen algo extraño —susurró, queriendo ver el golpe final del pelinegro.
El último disparo resonó en las altas paredes del lugar. Amox había tumbado a su último adversario cuando éste, en un intento desesperado se lanzó hacia él por la espalda, creyendo que de aquella manera tendría la mínima oportunidad.
—Seis —sonrió triunfador.
Esperó un momento más, escuchando de fondo los gritos eufóricos, y cuando creyó que el momento ideal había llegado presionó el pequeño botón que estaba en la parte superior de su arma.
Los seis cuerpos que empezaban a levantarse del suelo explotaron en miles de pedazos. Trozos de carne, huesos y mucha sangre salió disparada por los aires llenando a la multitud, los líderes y a él mismo.
—Sabía que no eran balas —sonrió Chen, haciendo una mueca de asco al verse cubierto de sangre.
—Eran putos detonadores —gruñó Yoongi, haciendo una mueca entre divertida y enfadada.
Hwasa sacudió sus ropajes y sonrió ampliamente. —Nos dió lo que queríamos, un auténtico espectáculo.
La multitud enloquecida y cubierta de restos humanos fue la que lo recibió en el mismo momento que retiró la venda de sus ojos. Amox miró el desastre que había hecho y luego al cronómetro que marcaba el tiempo en la gran pantalla.
—Tres, dos, uno... —el sonido de la culminación del tiempo se dejó escuchar, demostrando que su presentación la había hecho dentro de los minutos establecidos.
Hizo una profunda reverencia cargada de solemnidad y bajó de la arena de combate luciendo un porte real que provocó risas divertidas entre todas las personas que empezaban a verle con respeto y admiración.
Uno que estaba siendo ganado a costa de sangre y terror.
FINALIZACIÓN DE LA PRIMERA FASE DE LA SEMANA DE SANGRE: |INTEGRACIÓN|
INICIO DE LA SEGUNDA FASE: |DEFENSA|
¡Hola! ¿Qué tal su sábado?
Aquí está el capítulo del día y realmente espero que les haya gustado, aunque sea un poco. :)
Errores ortográficos los corregiré en los próximos días que vuelva a leer el capítulo, así que me disculpo si ven uno por ahí. 🥺
Y quería decirles que ya quedan como diez capítulos para que este libro termine jsjsjs
Muchas gracias por todo el apoyo, familia Yoon.
Nos leeremos el próximo sábado y mañana en Daddy Issues 🌚
Loviu 🥺
YOONGLH💀
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top