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Había perdido la noción del tiempo; lo único que el alfa sabía era que ya estaba entrada la noche. Su cuerpo medio desnudo yacía tirado en cualquier lugar de la habitación; muchas botellas de licor barato estaban rotas, y en sus labios resecos todavía predominaba el tibio aliento del tabaco recién fumado.
Su mirada vacía viajó a la amplia cama donde el cuerpo desnudo que lo había distraído durante la tarde descansaba de manera pacífica, haciendo que él nuevamente se preguntara de que sí aquella guerra que sentía en su interior solamente había sido creada para hacerle de la vida una mierda.
Al parecer así lo era.
Sabía que se lo merecía; había roto todas las promesas que poco a poco iba formando en su mente, se sentía molesto consigo mismo al saber cuán débil era; ¿Perder el control? Aquello simplemente no podía aceptarlo; y, sin embargo ahí estaba la ferviente prueba de toda la mierda que lo conformaba.
Su esposo hospitalizado, su vida y la del cachorro que lleva en su vientre en peligro de muerte; siendo cuidado por completos extraños, y ¿Qué hace él? Revolcarse por horas con su amante en su propia casa.
Se levanta con pereza del frío suelo, el cuerpo lo siente entumecido al haberse mantenido en una misma posición por un largo tiempo; sus pasos lentos y arrastrados se dirigen a la salida de la habitación en búsqueda de más licor, uno que sea lo suficientemente fuerte como para olvidar y librarse de sus culpas.
Más de una vez ha pensado en ir a verlo, quiere asegurarse de su estabilidad y el bien del cachorro. Sin embargo, NamJoon sabe que aquello no es conveniente; es por eso que ha permanecido todo ese tiempo internado en su mansión, sin hacer el mínimo intento para siquiera saber un poco del estado de salud de su omega.
<<Tiene que sobrevivir>> es lo que grita su mente, mientras su garganta siente el placentero ardor del líquido quemante que se desliza por ella con extrema lentitud.
El arrepentimiento y miedo se ha ido; en su mente su actuar lo ve correcto. SeokJin lo insultó, él le dijo que parara y el omega no lo hizo, queriendo ahondar más en aquel precioso abismo en el cual inevitablemente había caído.
Su desobediencia era la causante de todo. NamJoon tan solo le dió el castigo que merecía.
Sabiendo que con el vaso no tendría suficiente para satisfacer su sed, decidió tomar directamente de la botella; el ardor en su garganta no hizo más que aumentar, en compañía del exquisito placer que el dolor en sus entrañas le provocaba, haciéndole desear el arrancar cada partícula de su cuerpo hasta convertirse en nada.
Escuchó el sonido de unos pasos apresurados, pero no prestó real atención. Su mente adormecida y drogada concentrada únicamente en beber hasta ahogarse.
—Aquí estás —escuchó a sus espaldas—. No es muy agradable el que me dejes sola en esta casa, ¿Sabes?
—Vete a la mierda —farfulló el moreno, estrellando la botella vacía en la pared más cercana.
Moonbyul frunció el ceño molesta. —Tú me trajiste aquí, NamJoon; si por mí fuera nos hubiéramos quedado en el departamento, pero insististe —le recordó—. No puedo creer que estés así por él.
El tono dolido de la omega lo hizo bufar. —No tiene por qué importarte, y no te metas con SeokJin.
—No entiendo esa manía que tienes para querer estar con ese —el tono despectivo causó que el alfa la encarara—. Déjalo y permanece a mi lado, sabes que solo yo puedo darte lo que deseas.
—No pienso dejarlo —aseguró el moreno—. SeokJin es mi omega y futuro padre de mi cachorro; tú no eres más que un calentón que me ha gustado más de lo normal —le observó con molestia—. Así que no te confundas.
La omega tensó la mandíbula en un intento de retener todo aquello que quería decir. SeokJin, realmente no tenía una idea clara de lo mucho que odiaba a ese hombre; él tenía lo que ella siempre ha deseado, es el que NamJoon presume en sus reuniones importantes y el que vive en su mansión lujosa como el señor de todo, dejándole a ella las migajas que las sombras ofrecen. El tiempo que ha ofrecido a esa relación escondida es mucho, y Moonbyul está dispuesta a reclamar lo que por derecho le pertenece.
—Siempre me has dado las sobras y no me he quejado —le recordó—. Pero ambos sabemos que tu relación con tu esposo se ha arruinado —el alfa gruñó en desacuerdo—, y cuando él te deje ¿A quién tendrás?
—SeokJin no me dejará —tomó con fuerza el cuello de la mujer—. Él me pertenece, y así seguirá siendo incluso después que muera —la soltó bruscamente—. Ahora vete.
Moonbyul salió dejando un espeso rastro de su amargo aroma; NamJoon cerró los ojos, sus manos temblaban producto de la ansiedad y todo su cuerpo lo sentía pesado y tenso. En más de una ocasión había pensado en llamar a Taehyung para averiguar acerca de la condición de su omega; más descartó la idea al saber que no sería tan buena idea.
Estaba en su profundo mundo de voces y pensamientos cuando de repente gritos aterrados, combinados con un par de disparos se escucharon en la entrada. El alfa salió rápidamente al pasillo y sus pasos rápidos lo guiaron a la sala de estar, donde todo el desastre se estaba llevando a cabo.
Frunció el ceño, sintiendo como la ira volvía a burbujear con fuerza en su interior mientras sus ojos quedaban estáticos en el bastardo que se había atrevido a invadir su territorio.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con tono neutral y tranquilo; sin embargo, la tensión evidente de su cuerpo le delataba.
Jungkook sonrió y lentamente fue sacando las garras que tenía enterradas en el cuello de uno de los encargados de seguridad de la mansión. NamJoon observó el cuerpo caer laxo en el suelo, con dos grandes aberturas a cada costado el cuello, los ojos abiertos y congelados en terror al ser su verdugo lo último que miró.
Sus ojos observaron al otro alfa, ignorando los gritos aterrados de todas y cada una de las omegas que trabajaban ahí.
—Hola, pequeña mierda —saludó el menor, observando gustoso como la espesa sangre escurría de manera agonizante por sus garras.
NamJoon no se inmutó. —¿Qué haces en mi casa?
—Sencillo —respondió el pelinegro, retrayendo sus garras lentamente para luego observarle con una sonrisa—. Vine a hacerte pagar.
—¿Por qué? —el moreno se cruzó de brazos con gesto arrogante—. ¿Por darle una paliza a mí omega?
Sorprendentemente Jungkook permanecía tranquilo.
—Touché —sonrió ampliamente.
—No me das miedo —aseguró Kim, sus sentidos completamente alertas.
El menor rió de manera divertida. —Pues tu cuerpo tenso y el cambio en tus aromas me dice otra cosa —comentó, sin borrar del todo su sonrisa—. ¿Qué pasa? Deberías haberlo visto venir —su mirada se volvió oscura—, después de lo que te atreviste a hacer, debías saber que vendría por ti.
—No puedes tocarme, recuerda quien soy y el puesto que tengo —argumentó irritado.
—Según Yoongi, puedo hacerte de todo excepto matarte —comunicó Jungkook, paseándose de manera parsimoniosa por toda la sala—; y tú sabes que hay cosas mucho más divertidas y dolorosas que la muerte.
NamJoon vaciló ante la mirada decidida del menor.
—Sabes que no te conviene —argumentó, su mirada seguía de manera cuidadosa los movimientos del menor—. Deja de meterte en los problemas que tenga con SeokJin; él es mi pareja, por ende mi problema.
—Pareja que obligaste a que estuviera contigo —acusó el pelinegro, su voz denotando la ira creciente de su lobo—. ¿Cómo pudiste ser capaz de maltratarlo? —gruñó, sus ojos estaban dilatados y sus potentes aromas iban en aumento en clara amenaza—. Lo mínimo que mereces es que te despedace aquí mismo, hijo de perra.
—Tú eres igual —lo enfrentó el moreno—. Quizá seas peor, sé perfectamente el largo historial de omegas y betas muertos que están de sombra tras tu espalda —sonrió—. Todos muertos por tu mano. Dime ahora, Jungkook ¿Quién es el peor?
El menor soltó una risa sardónica. —No soy un hipócrita como tú; desde un principio les hablé claro, les dije que si permanecían conmigo acabarían muertos porque solo quiero a un omega —lo miró—; al mismo que tú te atreviste a tocar.
Supo que había tocado la fibra perfecta cuando se percató de la mandíbula tensa del mayor. NamJoon sabía que el pelinegro buscaba provocarlo; aquella tranquilidad y burla no eran más que las bases para hacerlo caer en su propia trampa; Jungkook había presionado en su punto sensible al reclamar a su omega frente a su cara, burlándose de su autoridad como alfa y valiéndole muy poco el letal instinto territorial que un alfa enlazado desarrollaba.
Sabía que no debía ceder, caer en toda la mierda que el menor estaba creando sería ponerse una soga al cuello. Los líderes del triángulo habían sido claros con él desde que el regreso de Jeon fue notificado; sus pasos tenían que ser firmes y cautelosos, con la mente despejada de cualquier tipo de distracción y una voluntad de hierro, hasta crear aquella barrera indestructible que ocultaría el verdadero pensar humano de las garras de todo ser viviente que lo quisiera ver caer hasta podrirse en su propia miseria.
Pero se le estaba haciendo jodidamente difícil; Jeon sabía exactamente que teclas tocar y usar a su conveniencia para guiar al moreno a una caída sin pase de salvación en el abismo de su propia locura.
—Métete en tus putos asuntos —dijo el moreno; el gesto gélido en su rostro y los puños cerrados en amenaza le estaban dando las señales que el menor tanto estaba esperando—. No te conviene meterte conmigo, Jeon; todavía no me conoces.
—El omega que lastimaste es mi asunto —la voz del menor adquirió cierto toque amenazante—. No quieras pasarte de listo, Kim; ambos sabemos que SeokJin nunca cederá a tus estúpidos deseos —empezó a rodear el cuerpo del mayor, sus aromas subiendo en clara amenaza—. Varias veces te advertí que lo dejaras tranquilo, que no lo tocaras si él no quería —los ojos del pelinegro se tornaron dorados—; incluso había accedido al maldito trato que los líderes impusieron —negó con la cabeza—. Según lo pedido, yo no me involucraría en tus asuntos con Jin, si tú no excedías un límite —sonrió, una sonrisa enferma y oscura—. Si todo estaba tranquilo, yo también lo estaría; pero, ¿Qué fue lo que hiciste tú? —NamJoon guardó silencio y Jungkook gruñó amenazante—. Lo tocaste más allá de lo que estoy dispuesto a tolerar, y por eso he venido a cobrármelas, para que de una vez vayas sabiendo que ese omega es intocable.
Ambos pares de ojos se encontraron llenos de furia; las miradas llenas de desprecio y reto haciendo cortocircuito entre ellos, sintiendo como el fuerte hilo de la tensión se estiraba de manera dolorosa, provocando que ambos animales enjaulados gruñeran de manera profunda, enviando descargas puras de adrenalina que recorrían sus cuerpos como lava ardiente, la cual estaba en su punto máximo.
—Llegaste demasiado tarde —una mueca de superioridad se formó en el rostro del moreno; el fuerte orgullo encargándose de deformar sus pensamientos hasta convertirlos en palabras descuidadas que le servirían de veneno—. Ya lo rompí de todas las maneras posibles —a esas alturas no le importaba pensar con astucia, la ira burbujeante actuando por él—. ¿Y sabes qué? Disfruté hacerlo.
Y solo cuando lo escuchó decir aquello, fue que Jungkook perdió todo control.
El potente impacto producido por ambos cuerpos al caer al suelo fue un sonido ensordecedor que llenó cada rincón de la mansión. El fuerte golpe que NamJoon recibió debido a la embestida no fue tan letal como los que le vinieron después, producidos por los puños del menor que caían sin descanso en su rostro.
La furia de Jungkook estaba siendo descargada en un perdido NamJoon, quien por haber sido tomado por sorpresa no podía responder con la misma potencia. Como única opción, llevó ambos brazos hacia el frente en un intento de cubrir su rostro de la fuerza del menor.
Kim no era tonto, sabía que por cuestiones de jerarquía Jungkook llevaría cierta ventaja; el menor tenía más agilidad y fuerza, y el hecho de que esté furioso era un incentivo más para que su lado animal saliera a flote logrando perfeccionar sus ataques. Sabía que tenía que moverse, aquella posición era una clara desventaja para él, siendo tan solo un blanco insulso e incapaz de responder.
Con la decisión tomada rodeó el cuerpo del pelinegro con sus piernas, utilizándolas como mortales anclas para mantenerlo sujeto, sus reflejos le avisaron de manera veloz el próximo puñetazo que recibiría, llevándole a girarse de manera brusca contra el suelo y provocando que el puño de Jeon impactara en el mármol hasta volverlo añicos. NamJoon aprovechó aquel bache de distracción para acomodar la situación a su favor; con suma rapidez volteó ambos cuerpos hasta posicionarse encima del furibundo alfa; y, utilizando el peso a su favor rodeó el cuerpo de su adversario como una mortal serpiente, colocando sus brazos alrededor del cuello hasta provocar que el aire fuese imposible de entrar a los pulmones de Jungkook.
—Deja de joderme las bolas, Jeon —amenazó, su voz baja y mortífera a centímetros del rostro contrario—. Nunca podrás lograr lo que quieres.
El mayor expulsó un grito de dolor cuando sus costillas crujieron al ser rotas de una fuerte patada perpetrada por el pelinegro. Jungkook se puso rápidamente de pie y caminó los pocos pasos que su golpe lo habían separado del otro alfa; y, sin contemplaciones lo arrastró por todo el lugar hasta aventarlo con fuerza a la pared más cercana.
NamJoon jadeó sintiendo el dolor quemante disolviendo cada una de sus partículas; el impacto fue tan fuerte que solo bastó de un par de segundos para que el moreno sintiera el tibio y espeso líquido carmín resbalarse por su frente y mejillas, sin tener la mínima oportunidad de pensar o actuar, ya que nuevamente tenía a Jungkook sobre él.
—¡Vamos, basura! —gritaba Jungkook, sus ojos siendo dos pozos negros por la furia—. ¡¿Eso es todo lo que tienes?!
Una nueva corriente de adrenalina embargó el cuerpo del moreno; NamJoon se zafó con fuerza del agarre del menor, provocando que éste trastabillara un poco. El mayor escupió la sangre que tenía en su boca y con la nueva furia desatada se lanzó de lleno al pelinegro.
El cuerpo de Jungkook impactó en el inicio de las escaleras; su cabeza cayó con fuerza en el duro material sacudiéndose en el proceso; pronto sintió las manos del mayor tomarlo por los extremos de su chamarra, para luego recibir los fuertes golpes del alfa.
Toda la servidumbre sentía pánico; en medio de la sala dos alfas de poderosa categoría se estaban matando, y nadie ni siquiera los miembros de seguridad se atrevían a separarlos.
—¡Se van a matar! —gritó Moonbyul histérica—. ¡Deben hacer algo!
Pero nadie le prestó atención; todos la veían como algo insignificante. Después de todo, ella no era más que la amante de su amo.
Un jadeo grupal se escuchó cuando las grandes puertas de cristal que daban vista al jardín fueron rotas ante el impacto que NamJoon sufrió al ser aventado por Jungkook al exterior; el sonido estridente de los vidrios rotos fue ensordecedor para todo aquel que veía y escuchaba con temor la mortal pelea que se estaba llevando a cabo.
Los golpes y gruñidos iban en aumento; ambos alfas estaban decididos a llegar hasta las últimas consecuencias, sin importarles nada más que destrozar a su contrincante.
NamJoon era el más lastimado; Jungkook había logrado romperle varios huesos, y las heridas en su rostro y cabeza lucían preocupantes. El menor también estaba golpeado, el moreno había logrado romperle el pómulo izquierdo y su nariz no paraba de sangrar; sin embargo, sus golpes parecían leves rasguños a comparación de los de Kim.
—Eres una completa mierda, eso es lo que eres —gruñía el menor, sus brazos enredados al rededor del cuello de NamJoon, logrando inmovilizarlo—. ¿Esto es todo lo que tienes para mí, Kim? —se burló, el mayor se atragantó con su propia sangre—. Esperaba ver más de ti.
—P-púdrete —logró articular con esfuerzo, la fuerza del pelinegro lo tenía controlado.
—Puedo matarte con tanta facilidad en estos instantes —susurró Jeon, haciendo más presión en su agarre—. Solo sería cuestión de segundos, pero lamentablemente no puedo —rió maniático—. ¿Ves el público? —de un solo tirón giró el cuello del alfa que tenía a su merced, provocando un grito de dolor de éste—. Ellos llamarían a Yoongi, ¿Y sabes lo que dijo que haría si te mato? —acercó su boca al rostro ensangrentado del mayor—. Dijo que él mismo mataría a SeokJin, y yo no puedo permitirlo bajo ninguna circunstancia —negó con efusividad, para luego soltar de manera brusca el agarre que tenía en el moreno.
NamJoon cayó de lleno en el duro suelo; todos los estragos de la pelea le estaban matando de manera lenta, sus sentidos estaban adormecidos y sentía la furia y debilidad de su lobo en una extraña combinación que solo lograba marearle. Giró un poco su mirada, y a pocos metros de distancia pudo ver a la servidumbre con muecas de horror; provocando que un gruñido descontento saliera de lo profundo de su garganta.
Jeon alzó una ceja, sintiéndose bastante entretenido con la situación; su lobo se encontraba eufórico, el sabor del triunfo tenía aquel dulzor adictivo que siempre llegaba a encantarlo y para él aquello significaba el pase libre para recuperar lo que le pertenece.
Porque aquella había sido una batalla de dos alfas por un omega, y Jungkook había salido triunfador.
—Eres patético —chasqueó la lengua, el mayor apenas y lo miró—. Es más que claro que has descuidado tu entrenamiento, y puedo asegurar que la razón es por tu alto rango en la organización —negó con la cabeza, luego se acuclilló para poder hablar en un tono más bajo—. No te confíes, Kim; en este negocio el más débil cae y el más fuerte triunfa —la comisura derecha se elevó en una media sonrisa—. Tú caíste y yo me alcé entre todos tus escombros —se puso de pie y desde ahí advirtió con voz mortífera—. Sabes las consecuencias de esta derrota; has perdido tu derecho sobre SeokJin, así que no te quiero cerca de él —luego se inclinó un poco para poder susurrar—. Si lo haces, me olvidaré de toda amenaza que Min haya hecho y te mataré con mis propias manos.
—N-no cantes victoria, J-jeon —escupió saliva, mostrando una sonrisa de dientes ensangrentados—. E-esto aún no termina.
Jungkook le devolvió la sonrisa, para luego posar sus ojos en la omega que temblaba a pocos metros de distancia.
—Realmente espero que tu perrita te regale buenos momentos —comentó en voz alta para que Moonbyul pudiera escuchar, sus ojos oscuros y cargados de desprecio puestos en ella como dagas llenas de veneno—. Porque te aseguro que será lo único que tendrás.
Salió de la mansión con paso seguro y dejando a su paso su espeso aroma cargado de la sangre que había arrancado de su contrincante; no puede negar que su lobo se siente insatisfecho, y Jungkook no puede culparlo; ambos querían asesinar y fueron frenados.
Sin embargo, había cosas más importantes por resolver; decidiendo actuar ya que NamJoon no sería una molestia por el momento.
—Taehyung —habló cuando su llamada fue respondida—. Dime dónde tienen a SeokJin.
En algún rincón de su mente podía escuchar el tenue sonido que emitía su lobo herido. Los susurros del exterior morían en el mismo instante que él pensaba comprenderlos, dejando una laguna negra que poco a poco lo iba consumiendo.
El dolor lacerante en cada una de sus heridas eran el fiel recordatorio de todo el infierno que estaba viviendo; le quemaba, le dolía y frustraba todo aquello, más la deshonra que sentía al sentirse tan ultrajado y traicionado.
SeokJin no se reconocía, ¿Dónde había quedado su fuerza y voluntad de hierro?
Quizá había perecido en los puños del alfa; quien se había encargado de eliminar toda esperanza para él.
El lamento de su lobo por la ausencia de su cachorro era una completa agonía; el omega le llamaba incesantemente en busca de la mínima señal de vida, más siempre era un profundo y agónico silencio lo que recibía.
Quería despertar, quería respuestas y terminar de destruirse; pero aquel profundo pozo oscuro lo tenía cautivo, su mente siendo su mortal cárcel en aquella perpetua agonía.
"SeokJin"
Escuchaba su nombre en algún punto muerto de su adormecida mente; los impulsos de responder estaban presentes, pero no podía hacerlo ya que no poseía la fuerza suficiente.
"SeokJin"
Nuevamente escuchaba aquel llamado insistente; el omega se removía con ímpetu causando más dolor en sus entrañas, pero nada ocurría, la oscuridad no lo soltaba.
"SeokJin, despierta"
Lo intentaba, de verdad lo hacía; pero los golpes habían sido tan inhumanos y crueles que lo tenían consumido en algún rincón de su miseria, tan solo recordando el dolor sufrido en una profunda tristeza.
"SeokJin, corres peligro, por favor despierta"
¿Por qué seguir luchando? Todo lo que una vez amó lo había perdido; entonces, ¿Qué caso tenía?
"Sé que puedes escucharme, vamos no te rindas y trata de despertar"
Escuchaba y entendía, pero no tenía fuerzas; no, no podía luchar.
"Vamos, tenemos poco tiempo, sé que puedes hacerlo, confío en ti"
No, él no podía hacerlo; tampoco podía luchar en algo sin propósito. El omega estaba herido, sentía que había perdido todo lo bueno que alguna vez creó, y sabía que morir nunca sería castigo suficiente para tanta cobardía.
Su lobo humillado y triste yacía tirado en algún rincón podrido, entregándose voluntariamente a una muerte inminente.
"¡Vamos SeokJin! ¡Demuestra tu fortaleza y despierta!"
No quería hacerlo, tan solo deseaba dejar de escuchar.
Dejar de sentir.
"¡Hazlo por tu cachorro!"
¿Su cachorro seguía con vida? No, aquello era imposible porque él no podía sentir el lazo que había formado con su pequeño. Todo tenía que ser una cruel mentira para obligarlo a volver.
Pero, ¿Y si no lo era?
Su lobo había mostrado un leve indicio de movimiento, sus orejas se habían alzado y su cola se movía de manera lenta y constante. Aquello debía significar algo.
"¡Si no despiertas tu hijo morirá!"
La respuesta fue instantánea; SeokJin sintió como su cuerpo era sacudido de manera violenta a causa de la descarga de adrenalina que se había disparado como huracán por todo su sistema. Sus instintos despertaron, sintiendo con más nitidez el dolor de sus heridas, provocando múltiples jadeos de dolor que no pudieron ser contenidos, Y; entre medio de tanta bruma y los latidos frenéticos de un corazón que bombeaba con fuerza fue que pudo volverlo a sentir.
Ahí estaba, pequeño y débil, pero tirando de él de manera constante.
El pequeño lazo con su cachorro, dándole un nuevo impulso para seguir luchando.
Porque su pequeño seguía con vida.
Fue así como abrió los ojos de manera repentina; la luz fuerte y brillante de aquel cuarto blanco haciendo estragos en sus delicados orbes, quienes habían permanecido en oscuridad quién sabe por cuanto tiempo.
Parpadeó un par de veces tratando de acostumbrarme a la luminosidad del lugar, podía sentir el constante sonido de la gran máquina que estaba ubicada a su costado derecho, donde nacían múltiples cables que estaban adheridos a su cuerpo.
El primer impulso que tuvo fue el de tocar su vientre, más descubrió que no podía hacerlo al tener los brazos vendados e inmovilizados.
Sintió la necesidad de llorar y así lo hizo; gruesas y amargas lágrimas se deslizaban por su amoratado rostro, mientras sentía el punzante ardor de su garganta ante aquel tubo invasor que lo mantenía cautivo de sus propias palabras.
En medio de su bruma pudo sentir un suave y tímido tacto acariciar en su brazo izquierdo; la delicadeza del toque dándole a entender que no estaba solo, sirviendo como un pobre medio de consuelo.
Su mirada viajó con mucho esfuerzo hacia el cuerpo que estaba de pie a su lado; encontrando la figura delgada de una mujer que se le hacía vagamente familiar.
Ella le mostró una sonrisa cálida y tranquilizante, provocando que el llanto quisiera aumentar.
—Tranquilo, SeokJin —su voz sonaba baja y con un poco de temor—. Ya pasaste por lo peor, estarás bien.
Pero el omega no estaba tranquilo, él quería una explicación; la necesitaba encarecidamente.
Grace tragó saliva, tratando de ser lo más suave posible; el estado de su paciente era delicado y sabía que cualquier información dada sería catastrófica para él.
Sin embargo, sabía que no era justo que permaneciera en la densa bruma de una duda que sabía, lo iba matando por dentro.
Se inclinó un poco sobre el cuerpo tumbado en la camilla, y de ahí le susurró con seguridad. —El cachorro está bien; tus reflejos lo protegieron de los golpes que recibió tu cuerpo, provocando que el pequeño sufriera el mínimo daño —sonrió, atreviéndose a acariciar los suaves mechones del omega—. Fuiste muy valiente, e hiciste un gran trabajo protegiéndolo.
Aquellas palabras lograron reconfortarlo, pero a pesar de que había certeza y seguridad en ellas, SeokJin quería comprobarlo por sí mismo.
Ella comprendió lo que el omega quería; suspiró para tratar de disminuir la tensión que se había creado en el ambiente, y con sumo cuidado ayudó a que SeokJin moviera su brazo izquierdo hasta tenerlo posicionado sobre su pancita.
—¿Quieres escucharlo? —preguntó Grace, la mirada de SeokJin se posó en ella—. Estoy segura que escuchar a tu cachorro te dará la fuerza que necesitas.
Los ojos brillantes de anhelo en el omega le dieron la respuesta que necesitaba.
La peliplata caminó un par de pasos hasta el pequeño Doppler fetal que tenía en la misma habitación; lo llevó con cuidado hasta posicionarlo en el lado izquierdo del omega, y cuando tuvo todo listo dió un par de indicaciones.
—Sentirás un poco de frío por el gel que te colocaré, pero la reacción será momentánea —dijo, sacando un tubo de color blanco que contenía dicha sustancia—. Mantente tranquilo, y relaja tu cuerpo.
A los pocos segundos pudo sentir lo que ella le había explicado; la sensación fría en su abdomen fue incómoda, pero soportable. Se mantuvo quieto y lo más tranquilo posible, tratando de mitigar aquella ansiedad que estaba en lo profundo de su pecho ante la expectativa de escuchar por primera vez a su pequeño cachorro.
Los segundos pasaron, y cuando el omega estaba a punto de entrar en crisis por no escuchar nada, fue que el sonido fuerte y palpitante inundó aquellas paredes blancas.
Ahí estaba, el fuerte y rápido latir del corazón de su cachorro sirviendo de melodía que llegaba a relajar su alma.
Lo escuchaba tan claramente que pronto pudo sentir con profundidad el fuerte sentimiento de entrega y protección que venía con la seguridad indudable de la presencia de su cachorro en su interior.
Estaba vivo y creciendo dentro de él.
Nuevamente se sentía útil, al saber que pudo protegerlo.
—El cachorro está muy bien —informó Grace, una pequeña sonrisa bailando en sus labios.
La peliplata retiró el pequeño aparato y limpió con dedicación los restos del gel que habían quedado esparcidos en el abdomen del mayor, cuando estuvo todo listo lo ayudó a cubrirlo y le miró.
—Ahora es importante que descanses —le aconsejó—; tu estado aunque es estable, sigue siendo delicado, así que es importante el reposo absoluto —le volvió a sonreír—. No te preocupes por nada más que no seas tú mismo y el pequeño cachorro que llevas dentro.
Con una última caricia a los suaves cabellos del omega, Grace salió de la pequeña habitación, encontrando en el pasillo a un tranquilo Taehyung apoyado en uno de los muros frontales mientras veía con aparente diversión al pelinegro alfa que caminaba de un lado a otro por el estrecho pasillo, soltando leves gruñidos de vez en cuando.
Ella se tensó cuando el reconocimiento llegó a su mente.
Jungkook dejó de gruñir cuando el pequeño cuerpo de la omega llegó a su campo de visión, provocando que rápidamente se acercara a ella.
—¿Cómo está? —preguntó, logrando desconcertar un poco a la omega.
La peliplata observó a Taehyung, quien le hizo una señal de silencio.
—Está estable —dijo.
El pelinegro relamió sus labios con ansiedad. —¿Puedo verlo?
—No, recién despertó y tiene que estar tranquilo. Cualquier emoción fuerte podría repercutir en grandes complicaciones para él y el cachorro.
Jungkook gruñó con frustración llevando su mirada a la desinteresada del alfa rubio.
Taehyung se encogió de hombros. —Te dije que no ganarías nada viniendo.
—¿Me aseguras que estará bien? —preguntó Jeon a la omega, su mirada con el tinte asesino que su lobo aún sentía.
Grace no se inmutó. —Lo estará, pero pero debes dejarlo en paz.
Jungkook no estaba para nada feliz; llevaba horas esperando por alguna respuesta que le confirmara el bienestar del omega, y en ese tiempo las ansias por querer verlo habían aumentado.
—¿Cómo está el cachorro? —preguntó luego de unos minutos.
—Está bien, SeokJin pudo protegerlo.
—Será mejor que te vayas, Jeon —dijo Taehyung—. Hwasa seguro querrá verte.
Ambos alfas sabían a lo que el rubio se refería.
—Quédate aquí y cuídalo —murmuró el pelinegro, su cuerpo tenso y con pocas ganas de moverse.
El mayor bufó. —Aunque no me lo pidieras tengo que hacerlo; fueron órdenes directas del alfa Min.
—¿Qué interés tiene Yoongi en todo esto?
—No lo sé —se encogió de hombros—. Sabes que con él solo es obedecer sin preguntar.
Jungkook asintió, y antes de que pudiera hacer cualquier tontería que pusiera en riesgo al omega salió de la pequeña clínica; en el exterior el frío era mortal, pero no pudo importarle menos cuando su mente le recordaba un último asunto pendiente.
Hwasa lo esperaba, y sabía que era para cobrarle la falta que había hecho contra un miembro de su misma organización.
Lo que la alfa no sabía era que él estaba dispuesto a acabar con todo aquel que le hiciera daño al hombre que quería, y si eso significaba enfrentarse a una de las líderes, malditamente que lo haría.
Porque mientras él viviera, nadie más se atrevería a lastimar a Kim SeokJin.
—Ya me tienes aquí, ¿Para qué me querías?
Hoseok observó en silencio al relajado alfa frente a él y frunció el ceño.
—¿Por qué estás tan feliz, Yoongi?
El mayor alzó una ceja. —¿Acaso no puedo estarlo?
—No dije eso —negó con la cabeza, luego miró la carpeta negra que tenía en su escritorio y suspiró—. Ya tengo lo que me pediste.
Yoongi sacó un cigarrillo de su chaqueta y se dispuso a fumarlo. —¿Qué es?
—Toda la información existente de Park Jimin.
El humo que se había encargado de calentar sus pulmones salió de manera lenta y agonizante de los finos labios; poco a poco una pequeña sonrisa torcida iba naciendo en la boca del mayor, dando realce a las pupilas dilatadas y oscurecidas que brillaban en el par de ojos brillantes de ferocidad.
—Tardaste mucho, ¿No crees?
El pelinaranja asintió. —Tu querido juguete es más misterioso de lo que creí —el menor empezó a hojear los papeles que tenía recopilados en la carpeta—. Empecé por lo básico y no encontré gran información, no pensé que serían necesarios nuestros contactos, pero me equivoqué —ambos alfas se observaron—. Park Jimin tiene dos grandes secretos guardados, y me costó sangre averiguarlos.
—Habla entonces —apremió el mayor, mientras seguía degustando de su cigarrillo.
—Para empezar, quedó huérfano a temprana edad —contó—; no tengo el año exacto, pero mis fuentes lo ubican entre los cinco y diez años de edad —hizo una pausa—. Su vida desde ahí es una mancha negra, no hay información existente de él en esos años hasta que cumplió los dieciséis —Yoongi alzó una ceja a la espera de más información—. ¿Sabías que se casó?
—Es de conocimiento público —respondió Yoongi con tono aburrido—. El apellido que usa es el de su jodido ex.
—El de uno de ellos —corrigió Hoseok, logrando tensar al alfa frente a él.
La mirada de Yoongi adquirió un tinte oscuro que gritaba peligro; sentía el lento emerger de su bestia enjaulada cosquilleándole bajo la piel, su mente activada y repitiendo una y otra vez la oración dicha por el menor, haciéndole caer en pensamientos que no ayudarían en nada para mantener su autocontrol.
—¿Uno de ellos? —repitió las palabras, sintiendo el asco que se producía en su paladar con tan solo mencionarlas.
—Jimin estuvo casado en tres ocasiones.
Aquella información logró sorprenderlo y enfurecerlo a la vez; ¿Tres matrimonios? Todo aquello era una mierda.
—¿Conseguiste los nombres? —preguntó el mayor con los dientes apretados en furia.
Hoseok revisó los papeles. —El primero se llamaba Lee HyunJoong y era un millonario alfa que se dedicaba a la venta ilegal de armas, de hecho, tu padre fue uno de sus mayores clientes —rió ante el gruñido del mayor por la mención del viejo Min—. El segundo era Jang MiKwan —anunció, el pelinegro no creía lo que escuchaba—. Así es, querido Min; tu fruto prohibido fue el único esposo del líder de los laboratorios clandestinos que fueron tumbados hace cinco años por la policía, un alfa sin escrúpulos que estaba obsesionado con la experimentación de la pureza de sangre —el pálido asintió, él había conocido muy bien a aquel lunático—. Y bueno, por último está Park Jaesang, el gran magnate de los negocios elegantes.
Yoongi aparentaba tranquilidad, más sus facciones endurecidas y la acidez en sus aromas se encargaban de delatarlo por completo.
—¿Sabes lo que tienen en común esos tres tipos? —preguntó el pelinegro, encargándose de apagar el cigarrillo en una de las fotografías de los alfas que estaban desparramadas en el escritorio.
Hoseok asintió. —Están muertos.
—Y en rangos de tiempo cortos —observó el mayor, sobando su mentón mientras pensaba—. Es mucha coincidencia, ¿No crees?
—Lo es —concordó el menor—. También averigüé de que el último matrimonio de Jimin fue por seguridad; el omega tenía veinte años en ese entonces y ya había sufrido tres intentos de asesinato.
—Con los esposos que había tenido antes, lo más lógico es que lo quisieran muerto —razonó el mayor.
El pelinaranja estuvo de acuerdo.
—¿Hay algo más? —preguntó Yoongi.
Hoseok jugó con el encendedor entre sus manos, no estando muy seguro de como reaccionaría su amigo ante la próxima información que daría.
—Estuve hablando con nuestros contactos en Busan; ellos tardaron un poco pero por fin me confirmaron lo que sospeché desde que hice mi primera investigación.
El pelinegro gruñó. —Sabes que detesto cuando te haces el interesante, Hoseok. Dime la puta información ¡Ya!
—Cuando Park Jimin tenía diecisiete años quedó en cinta.
El mayor golpeó el escritorio con fuerza brutal, causando que sus manos ardieran por el impacto y lanzando varios de los objetos que estaban en él al suelo.
—Tienes que estarme jodiendo —los ojos de Yoongi brillaban en sangre.
Hoseok tragó en seco. —No, hay registros de Park Jimin embarazado a esa edad —el menor sacó una fotografía del omega de ese entonces y se la tendió a Yoongi.
En ella se podía observar a un omega con aspecto delgado a excepción de la voluminosa panza que tenía, la cual era de un tamaño anormal para ser considerada como un simple embarazo, a menos que se tratara de más de un feto. Yoongi hizo una mueca, en aquel joven no había la mínima señal de su fruto prohibido, la sensualidad que actualmente poseía no estaba, dejando tan solo los escombros de un cuerpo maltratado y muerto en vida.
El alfa arrugó la fotografía en su mano hasta convertirla en masa.
Estaba muy furioso.
—¿Qué pasó con el bastardo? —quiso saber.
—No hay información.
—Hoseok, ¿Qué pasó con el bastardo?
—Te dije...
—¡QUIERO RESPUESTAS, JODER!
—¡NO LAS HAY! —gritó el menor, para luego agregar con voz serena—. Los que sea que estuvieran involucrados borraron todo rastro de información —calló por unos instantes—. El único que puede darte las respuestas que quieres, es el mismo Jimin.
La temperatura en el mayor incrementó; la sangre que corría por sus venas aumentó de velocidad con el latente burbujeo de la furia presente en ella; sentía a su lobo despierto y al asecho, con sus instintos a flote formando una segunda capa en sus potentes aromas cegados de ira, a la espera constante de matar y despedazar.
—Ten por seguro que las conseguiré —anunció con voz baja y llena de amenaza, con el gruñido ahogado de su bestia martillándole desde lo profundo de sus entrañas.
Salió de la residencia del pelinaranja con un único objetivo.
Buscar respuestas, y quizá mostrar su verdadera naturaleza a su fruto prohibido.
Les traigo maratón para que vean como los consiento. 😌🖤
En este capítulo hay muchos pedacitos del pasado de Jimin, ¡Aprovéchenlos!
Poco a poco vamos ingresando a la parte más interesante, así que quiero darles un consejo.
No se centren en los Shipp, ni se apeguen al Yoonmin. En esta historia el romance no es lo principal, sino más bien un complemento a lo verdaderamente importante.
Si están a la espera de lo que sucederá con la pareja principal, dejarán de lado lo demás al creer que es relleno (cuando no lo es) y luego andarán bien confundidos y yo no quiero eso. :(
Deben estar alertas para entender todo lo que viene. 👁
Una cosita más: Char y Grace son la misma persona, ténganle especial importancia ya que su aparición repercutirá en muchos sucesos futuros.
Creo que eso es todo y si hay suerte, mañana nos leemos en el segundo capítulo del maratón.
Si les gustó el capítulo háganmelo saber, últimamente mis ánimos no han sido los mejores y ustedes siempre logran animarme. ❤️
Loviu. 🖤
YOONGLH💀
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