💀20💀
—¿Crees que se atreva a hacer algo?
El rubio observó intensamente al otro alfa; Jungkook parecía una auténtica bestia enjaulada, la respiración errática y pesada retumbaba en las paredes silenciosas de la habitación, mientras que los gruñidos que escapaban de vez en vez de su boca eran prueba directa de la gran discordia que el pelinegro tenía con su animal interior.
Taehyung siempre se ha considerado alguien reservado. La verdad, los problemas amorosos de Jeon no son de su incumbencia y está a una queja más de dejarlo solo; sin embargo, sabe que no es conveniente. El menor es demasiado violento y temperamental, y una pelea entre dos miembros importantes del Dragón Negro entorpecería a la organización entera, y eso era algo que el rubio no podía permitir.
Decidió responder. —No lo creo, es su esposo después de todo.
—¿Y eso qué? —bramó con molestia—. Tú mismo has sido testigo de todas las mierdas que el hijo de puta de Namjoon le ha hecho a Jin —un nuevo gruñido emergió de su garganta—. Juro que si se atreve a tocarle un tan solo cabello voy a...
—Tú no harás nada —le cortó el mayor con mirada profunda—. Tus estúpidas acciones pueden afectar más al omega, ¿Entiendes eso?
El menor apretó los dientes. —Es mí omega.
—¿Según quién? —preguntó el rubio con una sonrisa ladeada—. Porque las pocas veces que lo he visto, es la marca de Kim la que adorna su cuello.
—Una marca que no durará por mucho —prometió Jeon.
Taehyung se puso de pie, estar sentado todo el tiempo mientras observaba al menor tan inquieto lo estaba mareando; se acercó a la pared lateral del lado izquierdo y empezó a acariciar con la yema de los dedos el arsenal de armas que estaban a completa disposición.
—Te arriesgas demasiado —comentó luego de algunos segundos de silencio—. Lo que provocarás es una guerra interna entre todos nosotros, un desequilibrio que podría dejarnos comiendo mugre —lo encaró, sujetando entre sus manos un látigo de cuero—. ¿Y todo por qué? Por un omega que está marcado y espera un cachorro de otro.
—Ese omega es todo lo que quiero —afirmó el menor—. Quizá tú no entiendas, pero no necesito que lo hagas —se acercó hasta el mayor—, lo único que quiero es que no intervengas.
Taehyung sonrió, mientras acariciaba con la punta del látigo todo el largo de la mandíbula del menor. —No eres más que un niño que ha perdido su juguete, y que ahora está haciendo berrinche para recuperarlo —sujetó con su mano derecha la negra cabellera, mientras que con la otra enrollaba el látigo en el cuello del contrario—. Un niño malcriado que necesita ser disciplinado —tiró con fuerza de los cabellos, Jungkook gruñó—; ¿Quieres que lo haga yo, cariño?
El menor rió por unos instantes, para luego sacar su lengua y pasearla por el labio inferior del rubio.
—Sabía que te había encantado tenerme en tu cama, pero nunca imaginé que tanto.
La risa ronca de Taehyung lo calentó. —Fue muy excitante el poseerte, y sé que tú lo disfrutaste tanto como yo —los ojos oscurecidos del menor reafirmaban lo dicho por el rubio—. Así que deja de querer joder las cosas y pásala bien conmigo.
—Una tentadora oferta —susurró Jeon con una sonrisa perversa—. Sin embargo, aunque follemos y vivamos experiencias excitantes no lograrás persuadirme de partirle el culo al idiota de Namjoon —el rubio blanqueó los ojos y lo soltó—. Lo siento Tae; pero por mucho que nos divirtamos, nunca podrás compararte con SeokJin.
—No eres tan diferente a Namjoon, ¿Sabes? —comentó, sus ojos paseándose por el cuerpo contrario—. Hablas de amor y bla, bla, bla; pero a la hora de cometer una traición o jugarte por el poder no te importará nada más que tú mismo —Jungkook apretó los puños—. Piensas sacar del infierno a ese omega para meterlo a otro, ¿No sería eso egoísta?
—Me importa una mierda lo que tú pienses.
Taehyung se encogió de hombros. Observó su reloj y dedujo que su tiempo de niñero había acabado. Tenía cosas verdaderamente importantes que hacer en su casa, que involucraban a una perra de cabellos plateados; estar con Jungkook no generaría algo productivo y solo significaría una pérdida de tiempo.
—Haz lo que quieras, Jeon —respondió con aburrimiento—. Solo recuerda que estaré en primera fila para ver el espectáculo cuando Yoongi te castre —se acercó al alfa menor y le tomó del mentón—; piensa las cosas bien, no hagas estupideces a menos que sean necesarias —le soltó y se dirigió hacia la salida. Cuando estuvo en la puerta le volvió a observar—. Supongo que no es necesario recordarte que mi cama siempre estará disponible para ti —le guiñó un ojo y salió, dejando al menor solo con sus pensamientos.
Jimin nunca imaginó que estaría en aquella situación.
Con el torso apoyado en el pulcro escritorio de su oficina, y sus pantalones y ropa interior enrollados en sus tobillos, mientras que su culo desnudo recibía gustoso la enorme polla que se perdía entre los voluminosos glúteos llegando hasta el fondo de su necesitado agujero.
—Vamos, precioso —susurraba el alfa con voz ronca y cargada de excitación—. Gime para mí.
Como si hubiese estado esperando por aquella demanda, Jimin empezó a gemir sin contenciones; justo en ese momento agradecía que su oficina contara con paredes insonorizadas, si no, sus empleados estuviesen escuchando aquel show que ambos amantes habían decidido montar minutos atrás.
Cuando Yoongi llegó a Cars Company Jimin no se sorprendió. Últimamente el alfa estaba más posesivo de lo normal; le invitaba a salir, y quería pasar con él la mayor parte del tiempo; es por eso que no se le hizo extraño cuando sin previo aviso irrumpió en su oficina, con aquella sonrisita jugadora que siempre se le formaba en los finos labios cada vez que lo veía.
El omega sabe que se está arriesgando más de lo que debería; Yoongi es un alfa muy pasional, pero también peligroso; tiene esa aura que indica que a su lado las cosas nunca serán tranquilas, que siempre habrá un profundo y desconocido abismo esperando; sin embargo, eso no es algo que al castaño atemorice, porque muy en el fondo sabe que su vida no es tan diferente a la del mayor.
El sexo por supuesto es exquisito; si fuese lo contrario, Jimin está seguro que no estaría en esos momentos abierto de piernas y envuelto de sudor, mientras se deleita con cada salvaje movimiento perpetrado por el grande y duro trozo de carne que le ha llenado tanto.
—D-dame más alfa —ronroneó, asegurándose de que su culo hiciera aquellos mortales movimientos circulares que tanto enloquecían al pelinegro.
—¿Te gusta duro? —gruñó el alfa, encargándose de lamer la suave piel del cuello de su fruto prohibido, sintiendo gustoso como su pene era empapado por el lubricante que el omega expulsaba.
Jimin recostó la mejilla derecha en la fría madera; llevó ambas manos hacia atrás, colocando una en cada glúteo. Yoongi sacó gran parte de su miembro, dejando tan solo el glande insertado, observando con lujuria pura el como aquellas pequeñas y delicadas manos se encargaban de separar ambas mejillas, las cuales estaban rojas y con marcas abiertas de mordidas, provocando un gemido excitado en el pelinegro cuando tuvo la vista perfecta de la entrada mojada de su amante con parte de su pene dentro.
A como pudo, el castaño le observó con una sonrisa lasciva. —¿Te gusta, alfa?
La dura estocada que recibió por parte del mayor fue su respuesta.
Yoongi se sentía enloquecido, un completo adicto sin remedio que nunca obtendría suficiente de aquel éxtasis; sus grandes manos acariciaron con vehemencia cada porción de piel descubierta y rojiza, sintiendo como el deseo por corromperlo crecía en su interior.
Inclinó su rostro hacia adelante y murmuró en voz baja y sensual. —Me encantas —sus embestidas se volvieron agonizantemente lentas—. Eres delicioso —movimientos lentos y circulares eran los que las caderas del alfa realizaban, logrando de este modo que todo su miembro vibrara en el interior caliente y estrecho, provocando el máximo placer en ambos—; así precioso, así —susurró, cegado de deseo cuando sintió como el omega apretaba su pene—. Dámelo todo.
—Mgh, tan grande... —jadeaba el menor, perdido en su placer y los incesantes gemidos que su pecaminosa boca provocaban.
Yoongi llevó su mano derecha al miembro erecto del omega, le masajeó con firmeza provocando que más gemidos y maldiciones brotaran de aquella boca de cereza de la que tanto se había estado envenenando.
Jimin blanqueó los ojos debido al placer. Las embestidas del pelinegro habían vuelto a ser rápidas y violentas, logrando sacudir todo su cuerpo estimulado; eso, y las sensaciones que los movimientos expertos de la mano del alfa hacían en su miembro lo tenían cegado de placer, con solo el deseo de obtener más y más.
En un momento dado, el alfa salió bruscamente del interior de su amante; Jimin gimió frustrado, sorprendiéndose cuando sintió como su cuerpo era tomado en los fuertes brazos del mayor. Yoongi lo tomó por la cintura y lo alzó, el castaño se deshizo de la ropa que tenía atrapada entre los tobillos y enredó ambas piernas alrededor del alfa, mordiendo su labio inferior con fuerza cuando su cuerpo nuevamente fue sacudido por una profunda estocada de parte del pelinegro.
Jimin se sujetó del tenso cuello del contrario, mientras que Yoongi le tomaba de la parte posterior de los muslos para impulsarlo hacia arriba y hacia abajo, con el fin de que su fruto prohibido sintiera a profundidad cada vena que palpitaba en deseo por él.
Ambas miradas se encontraron y el alfa observó con deleite aquellos ojos oscurecidos por la lujuria y perdidos en el deseo que solamente él era capaz de provocar en el menor. Una sonrisa arrogante nació en sus labios mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas a la par de los movimientos del cuerpo sobre el suyo, los jadeos de Jimin le calentaban en demasía, percibiendo con nitidez el tibio aliento que era exhalado por los deliciosos labios que estaban sellados y mordidos por él.
—Justo así, bebé —gruñía el alfa, al sentir como las caderas del menor se movían a compás de sus propios movimientos.
Los gemidos de Jimin aumentaron, el pene del alfa acariciaba los puntos exactos que se requerían para impulsarlo al límite. Su boca abierta, húmeda y rojiza era una constante tentación para el pelinegro, quien no duró mucho en sucumbir ante ella.
Los labios de Yoongi reclamaron los contrarios; los movimientos del alfa eran rudos y demandantes como sus embestidas, su lengua experta se encargaba de brindar el mismo placer y el mismo éxtasis que su endurecido miembro, guiando a Jimin a aquel abismo de morbosidad que poco a poco lo iba abduciendo.
Las mordidas violentas iban quedando impresas en ambos pares de labios; alfa y omega se reclamaban y marcaban con ferocidad, sintiendo el instinto de su salvaje lado animal a flote, respondiendo a los estímulos y deseos que sus mentes expresaban por medio de sus cuerpos.
Un grito agudo inundó las paredes del lugar; Yoongi sintió extasiado el como el cuerpo de su fruto prohibido se estremecía entre sus brazos siendo víctima de su propio orgasmo. Un gruñido profundo salió de lo profundo de la garganta del alfa cuando la entrada del menor se contrajo de manera violenta, encerrando su miembro en aquel paraíso y haciendo de él un completo desastre.
Siguió embistiendo mientras sentía el placentero cosquilleo nacer en sus tensas bolas y alojarse en su polla, sus ojos adquirieron un matiz rojizo y sus encillas picaban en aquel prohibido deseo que lo estaba torturando. Un par de embestidas más y una última profunda donde se enterró en su totalidad, dejando salir su caliente esencia en compañía del prominente nudo que se adueñó por completo del interior maltratado, provocando un último gemido en el omega que yacía adormilado de placer entre sus brazos.
Sus ojos ubicaron la silla del omega y dirigió a ambos hacia ella; se sentó, escuchando el leve suspiro que el movimiento del nudo causó en el castaño, y cuando estuvieron cómodos esperaron en silencio a que la unión finalizara.
—Recuérdame venirte a visitar más seguido —pidió el alfa, mientras sus labios se encargaban de dejar cortos besos en la mandíbula del menor.
Una risa cansada brotó de los labios de Jimin. —No dejaré que te aproveches.
—¿Yo? —fingió indignación—, pero si fuiste tú quien me cayó encima para devorarme.
—Las marcas que dejaste en mi cuerpo y el dolor en mi trasero dicen otra cosa —refunfuñó el omega con el ceño fruncido.
El pelinegro rió entre dientes. —Tú lo querías duro.
—¿Y siempre eres tan complaciente?
Yoongi le miró a los ojos, con el calor abrazador brillando en aquellos orbes oscurecidos por la maldad. Había algo en la mirada del alfa que de un modo extraño, lograba encantar al omega, haciéndole prisionero de aquella mirada, aunque solo fuese por algunos segundos.
—Siempre y cuando se trate de ti —respondió el mayor con franqueza.
Jimin rió complacido, levantándose del regazo del mayor cuando la presión que sentía en su interior desapareció; justo a tiempo para atender el teléfono de su oficina que había empezado a sonar.
Tomó su ropa interior y se la colocó rápidamente para luego responder el teléfono, colocando el altavoz.
—¿Qué ocurre? —preguntó a su secretaria, mientras se colocaba los pantalones.
—Señor Park; lamento la interrupción, pero tiene visitas.
Por el rabillo del ojo pudo notar que Yoongi ya se encontraba pulcramente vestido. Con premura trató de hacer lo mismo, olvidándose por algunos segundos de la llamada que seguía vigente; cuando se aseguró de que no había nada fuera de lugar, volvió a dirigirse a la chica.
—¿De quién se trata? —preguntó mientras se sentaba, y el pelinegro quitaba el seguro de la puerta.
—La señora Min Seulgi solicita verlo —informó, captando la inmediata atención de alfa y omega dentro de la oficina—. Dice que es un asunto importante acerca del caso de los hermanos Park.
Jimin pudo escuchar la para nada disimulada risa del alfa. Al parecer, a Yoongi le divertía más de la cuenta toda aquella extraña e incómoda situación.
—Hazla pasar —susurró el alfa, con una sonrisa ladina en su rostro.
Jimin corrió hacia los grandes ventanales y los abrió, con el único objetivo de que el denso aroma del sexo se disolviera en el aire.
—Dile que pase —ordenó el omega, colgando el teléfono al segundo siguiente.
Yoongi tomó asiento frente al escritorio del castaño, ambos se observaron con una sonrisa juguetona que desapareció en el mismo momento que Seulgi hizo su entrada en la oficina.
La omega lucía elegante y hermosa; su larga cabellera castaña sujeta en una coleta alta, dejando al descubierto su delicado y perfectamente maquillado rostro. Vestía un impecable traje de color negro que se amoldaba de manera perfecta a su pequeño cuerpo, dándole el toque sensual y elegante los altos tacones de punta fina.
La sorpresa en el rostro de la mujer no pudo ser ocultada; ambos amantes observaron con claridad la manera en la que el rostro de Seulgi se pintaba en auténtica confusión, mientras que un casi imperceptible ceño fruncido acompañaba su desconcierto.
—Abogada Min —saludó Jimin con tono neutral.
La mencionada formó una sonrisa cordial. —Señor Park —respondió, realizando una leve reverencia—; lamento haberme presentado sin cita previa, pero es importante.
Yoongi observaba a su esposa con una mueca divertida. Últimamente la omega había estado distante con él, lo notaba porque siempre encontraba la excusa perfecta para evitarlo; sus conversaciones habían pasado de ser simples a inexistentes y el alfa hubiese seguido sin saber la razón si no hubiera sido por Siwon, quien tuvo la amabilidad de contarle con lujo de detalles lo que había pasado aquella tarde en una de las casas del triángulo.
Ahora que el alfa conocía el verdadero motivo del extraño comportamiento de la omega no le importaba. Desde un inicio le había dejado las cosas claras, y el hecho de que Seulgi haya mantenido absurdas esperanzas, no era su problema.
Se puso de pie manteniendo su sonrisa, ganando la atención de ambos omegas. Observó profundamente a su esposa, logrando que ésta se estremeciera y luego le sonrió con cordialidad al castaño, mientras en sus ojos estaba presente la tenue diversión de aquel juego tan divertido y adictivo.
—Ha llegado el momento de retirarme —su voz ronca resonó en las paredes de la oficina—. Señor Park —tomó una de las manos del mencionado y la besó lentamente—, ha sido un placer verlo.
La omega apretó los puños a sus costados, luego de haber descubierto la traición de su esposo, Seulgi había tratado por todos los medios de evitarlo y así hacerle saber de alguna manera la decepción que estaba sintiendo. Sin embargo, en esos momentos donde veía la atención del alfa en un omega tan hermoso como lo era Park los celos emergieron de lo profundo de su ser, haciendo que su pequeño pacto silencioso se fuera por el drenaje.
—Amor —habló con una brillante sonrisa, Yoongi alzó una ceja entretenido—. ¿Qué hacías aquí?
El alfa lamió la comisura derecha de su boca. —Estaba buscando un auto, pero mis exigencias son altas —respondió con tranquilidad, sus ojos fijos en Jimin—; me temo que robaría mucho tiempo del señor Park; y por lo que veo, ustedes tienen un asunto importante que atender —se encogió de hombros—. Así que volveré otro día.
La omega asintió convencida con la respuesta. —¿Estarás en casa?
—No lo sé —sonrió el pelinegro, enfocando su mirada en la omega—. Tengo trabajo.
—Oh, está bien —suspiró, sonrojándose cuando se percató de la mirada curiosa que le dedicaba el otro omega.
Yoongi asintió, tomó su saco y se lo colocó. Cuando terminó, nuevamente sus ojos se posaron en el castaño pecaminoso y sonriente que lo estaba tentando.
—Nos veremos muy pronto —prometió con voz ronca, valiéndole muy poco lo que su esposa pensara.
Jimin le devolvió la sonrisa. —Será un gusto volver a atenderle, señor Min.
Un gruñido complacido quedó oculto en lo profundo de la garganta del alfa. La sonrisa del pelinegro se ensanchó y antes de retirarse por completo de la oficina, le dedicó un guiño coqueto a su fruto prohibido, sintiendo como el deseo que hasta el momento había estado saciado, volvía a intensificarse.
Cuando ambos omegas se encontraron por completo solos, Jimin dedicó una encantadora sonrisa a su visita, mientras que con ayuda de su mano señalaba el asiento colocado frente a su escritorio.
—Tome asiento, por favor —pidió con cortesía. Seulgi obedeció con una sonrisa—. ¿En qué puedo ayudarla?
La omega sacó unos documentos de su portafolios. —Buenas noticias para usted, señor Park —anunció, dejando los documentos sobre el escritorio de Jimin—. Mis clientes han retirado el caso.
Lo dicho por la mujer lo sorprendió. Tomó rápidamente los documentos y empezó a leerlos; por lo poco que pudo ver, ahí se plasmaba la anulación total de la demanda, provocándole una satisfacción increíble que indudablemente lo hizo sonreír.
—Bueno, luego de tantos intentos fallidos lo más razonable era que se rindieran —comentó Jimin con naturalidad.
Los ojos de la omega mostraron decisión. —Es una verdadera lástima que no me hayan buscado antes.
—El resultado hubiera sido el mismo —cortó el omega, su mirada adquirió un matiz oscuro—. Agradezca que se ahorró la humillación de haber perdido un caso por primera vez —sonrió inocente—. ¿No es eso lo único que le importa?
—Me importa hacer justicia —respondió a la defensiva—, y no creo haber caído en humillación —agregó—. Estoy bastante segura de que mis clientes hubieran ganado este caso.
Jimin rió divertido. —El hubiera no existe, querida —dijo, estando bastante entretenido con el modo de pensar de la omega—. A mí nadie me gana, y siempre obtengo lo que quiero —reveló con sedosidad, sonriendo por ser el único conocedor del verdadero significado de sus palabras.
—Estoy segura de que así es —dijo Seulgi, su sonrisa era forzada, mientras se ponía nuevamente de pie y encaraba al sonriente omega—. No me queda más que aceptar la decisión de los hermanos Park, así que espero no volvamos a encontrarnos en este tipo de situaciones.
—Yo también lo espero —asintió el castaño—. Lamento que su trabajo haya quedado a medias —fingió pesar—, supongo que ya habrá otra oportunidad.
El rostro de Seulgi adquirió ferocidad. —Y créame que cuando la obtenga no la dejaré ir —prometió—. Señor Park, muchas gracias por su tiempo —hizo una reverencia de despedida y se retiró de la oficina.
Jimin se meció de izquierda a derecha con una sonrisa de satisfacción bailando en sus labios; envió un mensaje a su abogado, invitándole a cenar para celebrar, y luego salió de su oficina dispuesto a atender con una brillante sonrisa a cada cliente del día.
Todo estaba saliendo tal y como esperaba.
Le desconcertó el hecho de no encontrar seguridad alguna en su residencia.
Tony salió de su Bugati, y el silencio que envolvía su casa le provocó una amarga sensación en su interior; su lobo gruñía ante la amenaza que sentía palpable en el aire y sus sentidos estaban alerta, buscando el mínimo indicio de movimientos sospechosos.
Tomó su móvil y con pasos rápidos y sigilosos ingresó por la puerta trasera que guiaba a la cocina; ahí dentro todo se encontraba en aparente orden, y se hubiera dado el permiso de respirar con tranquilidad si no hubiese sido por las pequeñas gotas de sangre que estaban esparcidas en el oscuro piso recubierto de madera.
Llevó sus dedos hacia el líquido carmín y los embarró; la sangre permanecía tibia, y eso le corroboró que seguía fresca, quizá de algún par de horas.
—Mierda —gruñó, maldiciendo a todo lo existente por haber sido tan idiota como para caer en aquella trampa.
Tomó rápidamente su móvil y marcó al número de emergencia; se trataba del único contacto que englobaba al triángulo completo, donde cualquiera de las tres organizaciones que lo componían tenían el deber de acudir a ayudar.
La que respondió fue Kila, y Tony se sintió aliviado al saber que MoonBlack estaba disponible.
—Ubicación —fue lo único que dijo la pelirroja apenas la llamada fue respondida.
—Casa número tres —respondió el americano de manera apresurada—. Código de identificación: 190999T.
Pasaron algunos segundos en silencio, en los cuales el estrés del moreno no hizo más que aumentar.
—Vamos en camino —fue la respuesta de la alfa para luego finalizar la llamada.
El moreno respiró profundamente y en silencio salió al pasillo que lo guiaría a la sala de estar y a la biblioteca. Todo parecía estar en orden, pero el denso aroma de la sangre le daban a saber que aquel silencio era solo un espejismo, una trampa más para hacerlo caer.
Cuando llegó a la sala no se sorprendió al ver los cuerpos desmembrados y ensangrentados de sus hombres; las cabezas ensangrentadas colgaban del abanico del centro, las cuales giraban a compás con las varillas del artefacto llenando de sangre todo alrededor, llegando a manchar la camiseta del americano al igual que su rostro.
—Malditos bastardos —gruñó de indignación, saliendo de la escena sangrienta cuando algo más captó su completa atención.
Flor de loto.
Una hermosa flor de loto estaba dibujada en todo el ancho y alto de la pared izquierda de la sala de estar, el carmín que envolvía cada línea trazada le dijo al alfa que había sido hecha con la sangre de su equipo de seguridad, sintiendo como la furia dentro de él se removía con fuerzas.
Sintió como las náuseas hicieron acto de presencia, cuando a medida que observaba cada detalle del dibujo pudo captar los trozos de carne pegados y formando un círculo; los cuales tenían como objetivo encerrar el dibujo trazado.
El alfa sonrió con emoción.
—Los estaba esperando, hijos de puta.
Una horda de alfas armados irrumpió en la entrada de la mansión. Tony corrió escaleras arriba mientras reía de manera desenfrenada; los latidos de su corazón eran irregulares, y sus pupilas estaban completamente dilatadas debido a la excitación que el peligro siempre le brindaba.
Corrió hacia el fondo del pasillo ubicado del lado derecho donde abrió la única puerta que lo componía, encontrando en el interior la sala de seguridad. El alfa sonrió al comprobar que estaba en perfecto orden, y con rapidez se dirigió al centro de control; riendo una vez más al observar a través de las cámaras las cuatro camionetas y decenas de alfas que iban tras él.
—Hagamos esto divertido —habló a través de los parlantes que estaban ubicados por toda la mansión, riendo sin control cuando observó la tensión en los recién llegados—. ¿Qué pasa?, ¿Acaso no venían por mí? —preguntó con diversión, a la vez que presionaba el gran botón rojo ubicado en el centro de mando—. Entonces atrápenme.
Las luces que se encargaban de iluminar la casa desaparecieron, sepultándolos a todos en una profunda oscuridad. A los pocos minutos, tenues iluminaciones de luces rojas iluminaron los pasillos de manera deficiente, pero logrando lo necesario para que Tony atacara.
El alfa fue rápido y cauteloso en sus movimientos; abandonó la habitación en la que estaba y se dirigió con prisa hacia su cuarto de armas. En el pasillo se podían escuchar los movimientos apresurados de los miembros del circuito, pero Tony no les prestó atención. En ese momento su objetivo era otro.
Ingresó rápidamente al cuarto que contenía sus armas. Se colocó un chaleco antibalas, un par de guantes y una chamarra de cuero, para luego tomar seis granadas y salir en medio de la oscuridad.
Nuevamente las luces rojizas que iluminaban el pasillo superior lo recibieron; sonidos de órdenes dadas, disparos fallidos y maldiciones eran los que cubrían la planta inferior de la residencia, dándole a Tony la ubicación exacta del nido de ratas que habían invadido en su territorio.
El alfa se colocó cuidadosamente en la orilla de la barandilla que le daba acceso al piso inferior sin la necesidad de bajar las escaleras; debido a la pobre iluminación no podía ver con claridad lo que estaba sucediendo, pero sabía que tanto revuelo era provocado porque no podían subir las escaleras producto de las múltiples trampas que estaban colocadas en ellas.
Aún con esa información, Tony sabía que no contaba con mucho tiempo.
—¿Dónde mierdas están? —gruñó cuando la llamada fue respondida.
—A un par de kilómetros —respondió Kila, y de fondo el alfa podía escuchar el potente rugir de los autos de su organización—. ¿Estás bien?
—Por el momento —bufó, observando el bullicio de abajo—. Las trampas que coloqué en las escaleras los han mantenido a raya, pero no sé por cuanto tiempo.
—Tienes que resistir, cabrón de mierda —la orden de Yoongi le causó gracia.
—Hola bro —saludó el americano con tono casual.
Escuchó un bufido de la otra línea. —Déjate de idioteces. No dejes que te atrapen, estamos a poco de llegar.
—Si sobrevivo, ¿Compartirás al ardiente castaño que tienes conmigo? —preguntó el moreno en un arranque de valentía.
—Vuelves a decir eso y yo mismo te mato —la respuesta cruda del pelinegro hizo que Tony tragara en seco.
Una explosión en el piso inferior lo hizo tirar el teléfono. El americano tensó la mandíbula cuando corroboró que todas las trampas que lo dividían con sus enemigos fueron derribadas, dejando el camino libre a los hijos de perra que pretendían cazarlo.
—Con que esas tenemos —murmuró con una nueva sonrisa surcando en sus labios.
Quitó el seguro de tres de las granadas que llevaba consigo y sin esperar segundo más las aventó con fuerza hacia el piso inferior. La enorme explosión convirtió en escombros las paredes de la mansión, donde los cuerpos de sus víctimas cayeron destrozados sin la mínima oportunidad de salvación. El alfa se aferró con fuerza a uno de los grandes pilares, con la esperanza de soportar la caída; todo el cuerpo le dolía terriblemente y sentía su rostro quemado; los oídos le punzaban con fuerza por el potente impacto y sus piernas estaban entumecidas y enterradas entre tantos escombros que la explosión había dejado.
Sentía como poco a poco iba perdiendo la fuerza, el sueño se iba apoderando de su mente mientras que sus ojos levemente abiertos observaban sin pestañear las potentes llamas que iban consumiendo cada escombro derrumbado.
Sonrió como pudo, sabía que su fin había llegado y lo único que le quedaba era caer como los grandes.
Porque Tony Montana prefería mil veces morir quemado, a la humillación de caer bajo las balas de sus enemigos.
Cuando el triángulo llegó a la mansión del americano, escombros y cenizas fue lo único que encontraron.
Yoongi observaba el lugar con aparente calma, pero los demás sabían que el pelinegro estaba haciendo todo lo humanamente posible para retener la ira incontrolable que dejaba fluir su bestia en el interior.
—Busquen pistas —ordenó, los demás miembros se observaron entre ellos denotando confusión.
—Señor, todo se ha reducido a escombros —dijo Kila con tono bajo.
El alfa líder le dedicó una gélida mirada. —Busca las putas pistas —gruñó entre dientes.
—¡¿Qué carajo esperan?! —exclamó GoAra, mientras lideraba al primer equipo y se internaba en los escombros—. ¡Obedezcan al líder y muevan el culo!
No se movieron, estaban estáticos en su lugar observando los escombros y las débiles llamas que aún quedaban, provocando que la ira de Yoongi explotara.
—Si no obedecen, juro descuartizarlos ahora mismo.
Todos los presentes se estremecieron al escuchar a Yoongi utilizar su voz de mando. Rápidamente obedecieron, con el temor naciente de aquella amenaza sangrienta que había salido de la boca del líder del Dragón Negro.
Pasaron largos minutos de tensión, cada uno concentrado en encontrar el mínimo indicio que asegurara que el alfa americano seguía con vida. Sin embargo, las esperanzas parecían desvanecerse con cada intento, todo parecía indicar que Tony había perecido en la explosión y aún sabiendo aquello, ninguno se atrevía a manifestarlo en voz alta; mucho menos a comunicarlo con alguno de sus líderes, los cuales esperaban pacientemente la comunicación de los avances que fuesen teniendo.
—Líder Min, pudimos rastrear los aromas de Tony a un par de kilómetros al sur —comunicó MinHo.
—¿Estás seguro? —preguntó Yoongi con seriedad.
El alfa asintió. —Absolutamente, será cuestión de un par de horas para tener la ubicación exacta del americano y sus raptores.
—Muy bien —asintió Yoongi—. Cuando tengas todo listo me pasas el informe —sonrió ladino—, tenemos una caza por planear.
MinHo volvió a asentir y se retiró con una reverencia. Yoongi se disponía a fumar un cigarrillo, sintiéndose un poco más tranquilo al saber que Tony estaba vivo, más el sonido de llamada de su móvil detuvo todo movimiento.
Observó la pantalla y frunció el ceño extrañado, Jimin no solía llamarlo a aquellas horas.
—Precioso... —murmuró con voz ronca—. Me has llamado en un mal momento.
La respiración errática y leves sollozos que pudo captar del otro lado de la línea le pusieron alerta.
—Jimin, ¿Qué ocurre? —demandó saber, recibiendo silencio del contrario—. ¡Habla, joder!
—A-alfa —la quedita voz del omega le alertó—, a-ayúdame p-por favor...
La mirada del pelinegro se oscureció. —¿Qué está pasando?
—E-está aquí —sollozos—. V-vino por m-mí, q-quiere m-matarme...
—Jimin, sé más claro —demandó con enfado.
Sin embargo; el grito ahogado y bañado de terror del omega, vidrios rompiéndose, y el sonido estridente del disparo de un arma, fueron la única respuesta que Yoongi recibió.
Después de eso, solo silencio.
Después de todo, sí pude actualizar. 🎉🎉🎉🎉🎉🎉🎉🎉🎉
¿Qué les pareció el capítulo? 👀
Por cierto, si no lo han notado ya he comenzado a agregar en los capítulos los deseos y retos que pidieron en la dinámica. 🤭
Y solo para aclarar: Seulgi no sabe que Jimin era el omega con el que estaba Yoongi en la piscina.
Los y las amo. Infinitamente gracias por todo el apoyo que le dan al lado loco de mi mente. ♥️
Nos leeremos pronto~
YOONGLH💀
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