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Seulgi era una mujer que poco llegaba a sorprenderse.
En su vasta carrera ha visto casos insólitos que dejarían a cualquiera que conociese sin habla; sin embargo, la omega siempre supo mantener sus emociones a raya y construir con el paso del tiempo el carácter perfecto que iría acorde a su profesión, llevándole a perfeccionar la intachable reputación de la cual se enorgullecía.
A pesar de su joven edad y "corta experiencia", la omega nunca ha perdido un caso; siempre que se ha impuesto en un juzgado o tribunal se ha cerciorado de recoger y analizar de manera minuciosa cada detalle y pista que construirían la base que le daría la victoria.
Por cada una de esas poderosas cualidades es que familias de renombre acuden a ella, con el fin de empezar una batalla y tener la certeza de una victoria asegurada.
Tal y como fue en el caso de los hermanos Park.
Cuando acudieron a ella y le contaron con lujo de detalles la complicada situación por la que estaban pasando, la castaña no dudó en tomar el caso y darle frente; sobre todo al ser Solar una de las implicadas, al ser la hija menor del difunto alfa y una preciada amiga para ella.
Como es lógico, en los detalles contados está todo el origen y desarrollo del último matrimonio del difunto alfa, y cómo esa unión fue el inicio de la guerra interna de aquella poderosa familia, dividida en opiniones y solo con el conocimiento y deseo de riquezas y renombre.
Siendo en aquel entonces la primera vez que había escuchado aquel nombre.
Park Jimin.
El omega viudo de uno de los alfas más poderosos y adinerados del país, y mayor dolor de cabeza para los hijos y legítimos herederos.
Seulgi había revisado el testamento con lujo de detalle, y aunque le parecía injusta cada decisión que había tomado el alfa al favorecer tanto al omega y anteponerlo, sí sabía que todo iba acorde a las leyes y que no había mucho que se pudiera hacer en ese caso.
Pero como había dicho antes; la omega no había perdido ningún caso, y definitivamente aquel no sería la excepción.
Con el pasar de los días y las historias contadas, la castaña se había formado una imagen del posible aspecto del misterioso omega; sabía que era joven, ya que entre medio de tantos insultos hacia él había logrado intuir que era mucho menor que el alfa fallecido. Quizá tendría la misma edad que su esposo, o estaría en sus treinta; sea como sea debería ser un omega lo suficientemente simple como para mantener sin problemas un perfil bajo.
Y solo ahora que lo tenía frente a frente fue que supo lo tan equivocada que estaba.
El chico era hermoso... de hecho, era más que eso.
Lucía extremadamente joven, Seulgi estaba segura que ella era incluso mayor. Sus cabellos castaños y brillantes, luciendo suaves y con un toque delicado y sensual; el rostro perfecto acompañado de gruesos y rojizos labios, con un par de ojos mieles que destilaban seducción siendo su mayor atractivo; eso, sin contar con el perfecto cuerpo que poseía, del cual la omega dudaba mucho que fuese completamente natural.
Debía admitir lo sorprendida que estaba, pues nunca en su vida había visto a alguien tan...
Perfecto.
Y no supo el por qué le aliviaba tanto que su esposo no estuviese en casa.
—Lamento la hora, pero mi abogado me notificó que quería reunirse conmigo a la mayor brevedad posible, y apenas he tenido tiempo —incluso su voz era sublime, ¿Cómo podía ser aquello posible?—. Mi nombre es Park Jimin, viudo de Park Jaesang.
La omega camufló su impresión en una sonrisa perfectamente ensayada, pero quizá debió saber que todo aquello que había venido construyendo con el tiempo, no le serviría de nada con el castaño frente a ella.
—El gusto es mío señor Park; soy la abogada Min Seulgi, y estoy a cargo del caso de Park Solar y Park Leehi.
Un atisbo de sonrisa quiso nacer de los labios rellenos del omega, más pudo ocultarlo a la perfección. Los ojos mieles centellearon en una emoción que la castaña fácilmente reconoció, llevándola a preguntarse el por qué de aquella extraña reacción.
Diversión.
La más pura y descarada diversión bailaba frente a ella sin molestarse por ser ocultada.
¿Qué le divierte tanto, señor Park?
—Ya veo —respondió Jimin, sus ojos suspicaces y juguetones empezaban a incomodarla—. ¿Volverán a intentarlo?
Seulgi sabía que no era el primer intento que los hermanos Park hacían para despojar de toda la herencia al omega frente a ella. Un rastro de incomodidad pasó por su rostro al saber que ella sería una más de los tantos abogados que trataban de joderle la vida al viudo de Park.
—Sí —respondió, tratando de sonar segura—. Y como sabrá, desde un inicio he tratado de contactarme con usted por todos los medios posibles para hacer esto más sencillo.
Una de las delicadas cejas del omega se elevó. —¿Más sencillo?
¿Cómo podía lucir tan relajado y sensual? Ese comportamiento se le hacía sumamente curioso, y la omega sentía que el castaño estaba más que acostumbrado a tratar con situaciones incómodas y desagradables.
—Un acuerdo que beneficie a ambas partes implicadas —informó.
—¿Cómo me beneficiaría el despojarme de mi herencia? —una risa leve salió de sus labios—. Espero disculpe mi imprudencia, pero no le veo sentido alguno.
Seulgi no supo que responder, ambos se sumieron en un profundo silencio observándose de vez en cuando. La omega trataba de crear una estrategia lo suficientemente eficaz que le fuera de utilidad en el caso; pero muy en el fondo sabía que cualquier opción sería refutada de manera astuta por su visita.
—Confiar es la mejor opción —se aventuró a decir.
—¿Es esa su filosofía de vida?
La omega jugó con la tela de su pantalón. —Tal vez.
—¿Basa su caso en un "tal vez"? —hizo comillas con sus dedos.
—¿Cree que haría tal cosa? —sonrió por primera vez.
Jimin la observó profundamente. —No la conozco lo suficiente como para asegurarlo.
—Entonces debería darme esa mínima ventaja, ¿No le parece?
—No sería inteligente de mi parte —susurró.
Se observaron por un par de minutos, atentamente y en silencio.
—¿El confiar en mí? —preguntó ella.
El castaño rió entre dientes. —Tal vez.
Yoongi estacionó el auto fuera de su residencia y salió con una expresión agria en su rostro; poco tiempo atrás se había reunido con Tony y éste le había confesado de la existencia de un sobreviviente del experimento que su organización tanto estaba buscando. Sabía que años atrás su familia había estado íntimamente involucrada en ese asunto, pero nunca se enteró de que lo hayan llevado tan lejos.
Subió las escaleras y entró a su casa siendo recibido inmediatamente por una de las omegas de servicio; la chica hizo una respetuosa reverencia, y mientras Yoongi le entregaba su abrigo, ella le brindaba su respectiva taza de café.
—¿Dónde está mi esposa? —fue lo primero que preguntó, rechazando el líquido amargo.
—En la sala, tiene visitas —respondió la omega que le había recibido.
Yoongi frunció el ceño, había sido claro desde un principio y había ordenado que cada visita que la omega recibiera le fuese notificada inmediatamente. No le gustaba para nada que extraños invadieran su territorio, suficiente tuvo con su esposa.
—Fuera de mi vista —ordenó, abriéndose paso hacia la sala de estar para verificar la supuesta visita.
Y maldito infierno con la menuda sorpresa que se llevó.
Ahí, sentado tan malditamente cautivador y sensual estaba la razón de su inquietud e irritación de los últimos días.
En su puta casa, y en su maldito sillón.
Park Jimin, el maldito que lo había estado ignorando.
Después de la intensa noche que habían pasado días atrás, el omega hizo lo que Yoongi nunca creyó posible, y eso era ignorarlo olímpicamente. Llamadas, mensajes, obsequios e incluso había tenído la osadía de no querer recibirlo el día anterior que lo había visitado en su pent-house.
Estaba furioso. Sabía que sus razones eran inverosímiles, después de todo ya había obtenido lo que siempre deseó del omega; no existía razón aparente para insistir y arrastrase ante alguien que se había comportado como Yoongi esperaba de sus amantes.
Pero quería más, y ese pensamiento lo llenó de furia, cuando la resolución le golpeó fuerte en su orgullo.
Sus ojos oscuros observaron en silencio al par de omegas que le devolvían la mirada, aunque con diferentes emociones bailando en sus orbes.
Seulgi le observaba con tanto amor y admiración que sintió que solo bastaba un minuto más bajo esa mirada para que vomitara arcoíris. Sin embargo, el verdadero centro de su atención le veía con la más descarada burla.
Oh, precioso... disfrutas tanto haciéndome encabronar.
—Buenas noches —saludó con voz profunda.
Seulgi se levantó y se aventó a sus brazos para saludarlo con un beso en los labios que el alfa no rechazó por obvias razones; y aunque besaba a la omega con intensidad, sus ojos seguían fijos en el castaño que no había mostrado algún indicio de interés.
Cuando se separaron del beso la omega mostró un rubor en sus mejillas al ser consciente del impulsivo acto frente a su visita.
—Amor, déjame presentarte —pidió ella, guiando a su esposo hacia el centro de la sala.
Jimin observaba el intercambio en silencio, y tenía que admitirlo... se estaba divirtiendo.
—Señor Park —llamó la omega—. Él es Min Yoongi, mi esposo.
Jimin observó al hombre frente a él y sonrió como sabía volvía loco al alfa.
—Lamento decir que ya nos conocíamos —sonrió.
—Y muy bien —añadió Yoongi, con el calor abrazador brillando en sus ojos.
La familiaridad con la que se trataban incomodó a la omega; sin embargo, trató de no demostrarlo al regalarles una breve sonrisa.
—Entonces la sorprendida soy yo —dijo, y sin poder soportar su curiosidad lo sacó—. ¿De dónde se conocen?
El omega dejó de observar a su esposo para brindarle una sonrisa encantadora. —De su boda por supuesto.
—¿Asistió a nuestra boda? —preguntó sorprendida, ignorando por completo la mirada hambrienta que su esposo tenía en el castaño.
—Acompañé a Park Chanyeol.
Yoongi frunció el ceño.
—Oh, su relación es buena con el mayor de los Park entonces —sonrió la omega, ignorando nuevamente las reacciones de su esposo.
Jimin sonrió divertido, sabiendo que su próxima respuesta causaría una reacción en el alfa.
—Somos muy íntimos.
Y ahí estaba, aquella risa sarcástica que Yoongi le daba cuando estaba molesto, o en este caso como intuía el omega... celoso.
—¿Es así? —inquirió el pelinegro con los dientes apretados.
Jimin se encogió de hombros. —Nos conocemos muy bien.
Seulgi iba a responder, pero nuevamente la demanda en la voz de su esposo hizo que cerrara la boca.
—¿Qué tanto?
Los ojos mieles del omega capturaron la completa atención del alfa, sintiendo como su polla se endurecía con la sonrisa torcida que Jimin le dio.
—Tanto como usted y yo lo hacemos —con la implicación de aquellas palabras Yoongi enfureció.
El omega mostró una sonrisa arrogante y llena de suficiencia cuando observó el ceño fruncido y puños cerrados del alfa. Se levantó del sofá y le sonrió a la inocente omega.
—Señora Min —saboreó aquellas palabras, y el alfa no dejó pasar la expresión humorística de su fruto prohibido—. Fue un gran placer conocerle, pero me temo que debo irme.
Seulgi le sonrió con amabilidad. —Permítame acompañarle.
—No será necesario —sonrió—. Conozco el camino.
Hizo una reverencia y salió de la sala de estar, a medida que sus pasos aumentaban lo hacía su sonrisa. Ciertamente nunca imaginó que su visita fuese tan interesante.
—Así que, conoces a ese tipo tan bien como a mí ¿eh?
Jimin resopló divertido porque sabía que aquello sucedería; volteó lentamente para encarar al alfa que lo había seguido hasta la salida.
—Eso dije.
Los ojos de Yoongi no mostraban emoción alguna, pero la densidad de los aromas demostraba la rabia contenida que el alfa tenía.
—¿Lo disfrutas?
Jimin empujó su lengua en el interior de la mejilla. —¿A qué te refieres?
El alfa cortó toda distancia entre ellos; tomó de la cintura al omega en un agarre posesivo y sus narices estuvieron a solo un milímetro de distancia, ambos compartiendo del tibio aliento del otro.
—Te follo malditamente fuerte, me dejas probarte y me haces adicto —la nariz del alfa se paseaba por el rostro delicado del castaño—. Luego me ignoras y apareces en mi casa como si nada, ¿Cómo debería tomar eso?
Jimin se apartó, pero aun así no quitó los brazos que lo envolvían. —¿Es eso un reclamo?
—Lo es —concedió ceñudo.
El omega no pudo evitar reír. —¿Puedo saber el por qué?
—Eres mío.
Parpadeó sorprendido, sin estar seguro de haber escuchado bien. Jimin es consciente de que el enorme deseo que el hombre sentía por él era peligroso y excitante, pero no era más que eso, simple deseo que no ataba ni significaba nada importante entre ellos.
—Estás siendo muy intenso, ¿No crees?
Yoongi hizo el abrazo más posesivo. —Siempre soy intenso con lo que es mío.
La risa del omega calentó cada fibra de su ser, y con eso Yoongi sabía que estaba más que jodido.
—Ese es el problema, señor Min —susurró, saliendo del fuerte toque del mayor—. Yo no soy tuyo.
La mirada que el alfa le dio le corroboró que no le había gustado aquella respuesta.
—Repite lo que dijiste.
Jimin no se inmutó. —No te pertenezco, no soy de tu propiedad —dijo con convicción—. El hecho de que hayamos follado, no significa nada —ladeó la cabeza en gesto juguetón—; creí que un jugador como tú, lo sabría.
Yoongi tensó la mandíbula. Él malditamente sabía que Jimin tenía razón y que nada de lo que pasó entre ellos debería significar algo; pero por todos los infiernos, al alfa le importaba, y mierda que lo hacía.
Volvió a tirar del omega contra su cuerpo, y sin darle tiempo alguno unió sus labios en un beso fuerte y demandante. El omega gimió sorprendido ante el brusco movimiento, sintiendo como la lengua experta del pelinegro volvía a profanar su boca con movimientos certeros y profundos.
Al cabo de unos minutos el alfa se separó de aquella boca que tanto le gustaba; sintiendo con una sonrisa los jadeos que había provocado en el omega, y preguntándose muy seriamente cuando sería el momento que Jimin reconocería lo jodido que también él estaba.
El alfa acarició las suaves mejillas del castaño y juntó sus frentes. Jimin sonrió con el acto, colocando sus manos sobre las del alfa.
—Alguien nos puede ver —susurró el omega, sintiendo una sonrisa de malicia asomar por su rostro.
—Me importa una mierda.
El castaño rió, separándose del caliente tacto. —A mí sí.
Yoongi observó al omega bajar los escalones en silencio, sintiéndose satisfecho y con una sonrisa arrogante bailando en su rostro.
—Precioso —llamó, alzando una ceja cuando el castaño detuvo sus pasos y le observó sobre su hombro.
—¿Señor Min? —inquirió el menor.
—Recuerda esto... —bajó un par de escalones, el omega seguía estático en su lugar—. Tú eres mío y de nadie más —aseguró—. Y si alguna vez lo olvidas...
Jimin alzó una ceja. —¿Y si alguna vez lo olvido? —lo instó a seguir.
Una sonrisa ladeada bailó en los finos labios del alfa, ambos observándose a los ojos con algunos metros separándolos.
—Siempre será un placer para mí recordártelo —respondió ronco—. Sobre todo, si eso implica volver a marcar cada rincón de tu cuerpo.
Jimin no respondió; en su lugar, retomó su camino hasta llegar a su auto.
—Tan peligroso, prohibido... y tan mío... —habló para sí mismo, observando el lujoso auto rojo desaparecer en la oscuridad de la noche.
—Las rosas lucen preciosas —halagó la omega, observando fascinada la manera tan delicada en la que su señor las podaba.
SeokJin había despertado con mejor ánimo en aquella mañana; se podía decir que los últimos días que habían pasado no habían sido por completo una mierda. Namjoon había estado ocupado en sus asuntos, y en consecuencia no tenía tiempo para su esposo, lo cual era un alivio para el omega embarazado.
Las peleas habían cesado... los golpes habían desaparecido.
Sonrió ante el recuerdo de la sonrisa que se formó en su rostro al ver su reflejo aquella mañana; lucía hermoso y radiante, sin ninguna marca que oscureciera su brillo, su cachorro crecía en su interior sin problema alguno; se fortalecía y le daba fuerzas para continuar con aquella mentira.
Pero, ¿Cuánto más soportaría?
Se decía a sí mismo que debía aprender y ser fuerte, que incluso lo estaba siendo en aquel momento. Sin embargo, sabía que solo se estaba engañando a sí mismo, y que toda aquella fortaleza enmascarada era por la ausencia de su esposo; porque muy en el fondo sabía que aun no tenía la fuerza suficiente para enfrentarlo.
Suspiró profundamente mientras realizaba pequeños cortes en las grandes ramas de sus preciadas rosas; el aroma que desprendían llegaba a calmarle, y eran un efectivo sedante para las molestias que habían iniciado en la nueva etapa de su embarazo.
—¿Me pasas la regadera?
La omega que lo asistía asintió en silencio, pasándole el recipiente portátil con agua; el omega lo tomó y empezó a regar con suma sutileza cada uno de sus rosales, ambos enfrascados en un profundo silencio que empezaba a rozar las líneas de lo incómodo.
SeokJin sabía que no era para nada amable con el personal de servicio, más no se arrepentía del trato que ofrecía. Aquel lugar al que tantas veces han querido convencer de hacerle llamar hogar, no lo era; así como la lealtad de los trabajadores que laboraban ahí, todos bajo el mando de su esposo, sin la más mínima compasión para con él. El omega aseguraba bien que, en un momento crucial, cada uno de ellos era capaz de apuñalarlo por la espalda con tal de salvarse de la furia del alfa, sin importar el destino que él tuviera que aceptar.
No confiar. Esa era su única regla y mayor verdad.
Siguió regando las rosas en completo silencio; casi ignorando a la omega que insistentemente trataba de entablar conversación con él, hasta que en algún punto de aquella mañana sus manos empezaron a temblar cuando su lobo captó la presencia de alguien a quien nunca en su vida estaría listo para enfrentar.
No puede ser...
Aferró ambas manos en el frío material que sostenía mientras sentía como sus ojos se iban nublando producto de las lágrimas; su cuerpo empezó a estremecerse asustando a su acompañante debido a su penosa imagen.
—Omega Kim, ¿Se siente bien? —preguntó la mujer con preocupación.
¡No, carajo! Nada está bien...
—¿Mi esposo tenía alguna visita? —se las arregló para preguntar.
—No lo sé —respondió dubitativa—. ¿Quiere que lo averigüe?
—No —respondió inmediatamente, retomando su labor segundos después—. Puedes retirarte, terminaré esto solo.
—Pero el señor Kim dijo...
—Que te retires —ordenó con frialdad.
A la joven omega no le quedó otra opción que no fuese obedecer. A regañadientes abandonó el jardín, sabiendo que si el señor de la casa se enteraba estaría en grandes problemas.
Cuando por fin estuvo solo sintió que pudo respirar tranquilo; retomó su tarea, tratando de ignorar la inquietud y extraña emoción que sentía su lobo. SeokJin trataba de recordarse a sí mismo que ya había pasado aquella época en la que cosas como aquellas le emocionaban; ahora, lo que antes significó alegría y emoción, no era más que peligro y un doloroso pasado acompañado de una traición que siempre le atormentaría.
—Sigues siendo tan hermoso.
La regadera que sostenía en sus manos impactó en la mojada tierra producto de sus fuertes emociones encontradas. Esa voz, sin duda seguía siendo la misma, aquella que le arrullaba y que le contaba historias de amor; los aromas que llegaron a sus fosas nasales fue otro detalle que le aseguró que no estaba soñando, él estaba ahí; aquella sombra de su pasado venía nuevamente a atormentarlo, llevando su mente a aquellos recuerdos de cuando era un omega inocente y enamorado que no conocía nada del mundo real.
Tomó varias respiraciones profundas, tratando de que su temblor no fuese evidente. Justo en ese momento maldecía su decisión de querer estar solo; ahora no había nadie que le ayudara a enfrentar al único alfa que había amado con cada fibra de su ser.
Volteó lentamente, como si el hecho de hacerlo de aquella manera lo convirtiese en algo menos real, dándole el tiempo suficiente de reunir una valentía que no tenía. Y cuando por fin enfrentó aquel par de ojos oscuros sintió como volvía a derrumbarse.
El alfa lo detalló de aquella manera profunda que le hacía temblar las piernas, sus ojos audaces viajaban por cada rincón de su cuerpo sin ningún toque de malicia o lujuria; tan solo con el más sincero cariño y admiración brillando en sus orbes.
—No sabes cuanto te he extrañado... —susurró con el dolor cruzando por sus ojos, mientras daba un par de pasos para acercarse al tembloroso omega—. ¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó anhelante—. ¿Siete, ocho meses?
—Un año —respondió el omega en un tembloroso susurro, sintiéndose incapaz de ver nuevamente aquellos ojos que lo habían enamorado.
El alfa detuvo sus pasos cuando fue consciente de la incomodidad en el omega. Llevó las manos a los bolsillos del pantalón y sonrió cuando vio la pequeña protuberancia en el abdomen del mayor.
—El embarazo te hace lucir radiante —halagó con una sonrisa sincera.
SeokJin se sonrojó e hizo un puchero involuntario. —No hagas eso.
—¿Hacer qué? —indagó con una mueca divertida ante la evidente vergüenza del mayor.
—Ser amable conmigo, no lo merezco.
El menor frunció el ceño. —¿Por qué no lo mereces?
—Te engañé —dijo el omega con un nudo en la garganta—. Me dijiste que esperara por ti y no tuve el valor suficiente para hacerlo —sorbió su nariz, odiaba verse débil—. Ahora pertenezco a un alfa que no amo, y espero un hijo de él.
—No perteneces a él —el gruñido territorial que emanó del cuerpo del alfa estremeció cada fibra del cuerpo del mayor—. Siempre has sido mío, y he venido a recuperarte.
—Ya no tiene caso.
—Sí lo tiene, ese hijo de puta no va a arrebatarte de mí una segunda vez.
Una risa amarga brotó de los labios de SeokJin. —No hay nada que puedas hacer, a menos que quieras morir.
—El único que va a morir será él —dictaminó con una sonrisa torcida.
SeokJin apretó los puños, sintiendo como la furia que tenía atravesada en lo profundo de su ser por fin explotaba.
—¿Y que harás? ¿Matarlo y empezar una estúpida guerra donde se derrame sangre innecesariamente? —preguntó histérico—. Ambos estamos en la mira, y por si no te has dado cuenta, yo tengo mucho más que perder en todo esto —llevó sus manos a su pancita—. No pienso arriesgar la seguridad de mi cachorro por sentimientos que quedaron consumidos en el pasado.
La mirada del alfa se oscureció. —¿Sentimientos que quedaron en el pasado? —preguntó incrédulo, para luego reír sonoramente—. ¿En serio crees toda esa mierda?
—Solo vete —suplicó.
—No me iré —respondió con seguridad—. Ya te lo dije, vine a recuperar lo que me pertenece.
—¿Después de un año? —preguntó con acidez—, ¿No crees que ya es tarde?
El alfa se encogió de hombros. —Nunca es tarde; así que ve haciéndote a la idea de que no voy a descansar hasta que borre esa maldita marca de tu cuello para reemplazarla con la mía —el alfa empezó a caminar al interior de la mansión dispuesto a irse—. No importa cuanto me pidas alejarme, no lo haré.
—Perderás tu tiempo —replicó con terquedad el omega.
El alfa sonrió. —Ya lo veremos —se alejó unos pasos más y levantó la mano en señal de despedida—. Nos veremos muy pronto, Kim SeokJin.
El mayor quedó observando en completo silencio al alfa alejarse; su terco corazón latiendo furiosamente, mientras sentía como su omega era un desastre en su interior. De pronto, sintió como una amplia y genuina sonrisa nacía en sus labios, llevándole a preguntarse si sus sentimientos por aquel alfa permanecerían intactos.
—Nos veremos muy pronto, Jeon Jungkook.
Yoongi observaba atentamente la pista iluminada por las luces de los rápidos automóviles que correrían aquella noche. Tal y como Amox lo había pedido, el alfa había llegado solo a aquel lugar; en busca de la importante información que, según el asesino, le convenía.
Caminó con paso seguro y arrogante, ganándose miradas hambrientas de muchos omegas, y provocando gruñidos territoriales de algunos alfas, al ver a un extraño entrar en su territorio. Llevó las manos a los bolsillos de su chamarra de cuero y tronó su cuello; el chico había sido claro en sus indicaciones, y aunque el alfa no estaba seguro de necesitar aquella información, debe admitir que la curiosidad lo estaba consumiendo.
Yoongi nunca había estado en aquella clase de lugar; más, sí tenía una idea de cómo se vería; aunque, una vez más la realidad había superado la imaginación.
Gruesas paredes de concreto cubiertas por arte callejero rodeaban de extremo a extremo el amplio lugar; grandes barriles llenos de pólvora, los cuales estaban ubicados alrededor de una tarima improvisada donde múltiples grupos de rap se enfrentaban en una batalla campal. A su costado observó a hermosas omegas semidesnudas bailando al ritmo de la música que se distribuía por los altoparlantes; sus pasos, tan atrevidos y sensuales, haciendo el contraste perfecto con los lujosos automóviles que correrían dentro de poco, y que servían de escenario para sus mortales movimientos; mientras que, del otro lado, un gran grupo de chicos rebeldes se encontraban fumando lo que su olfato pudo reconocer como marihuana, encargándose de disfrutar del espectáculo desde los altos muros.
Sodoma y Gomorra en todo su esplendor. Un ambiente lleno de los más grandes deseos insanos, en compañía de la inminente excitación que se deslizaba en el viento acompañando a cada aroma extasiado.
Y a Yoongi aquello le gustaba.
—¿Buscas algo, lindo? —sus ojos se fijaron en una sexy pelinegra que le veía atentamente.
—Lo que todos —respondió con una sonrisa ladina.
La mujer alzó una ceja; sus pasos cautelosos se acercaron al forastero, tratando de olfatear algún indicio de aroma en él, y fallando en el intento.
—Un chico tan bonito como tú, no es de los que estarían aquí por voluntad propia —la mujer se detuvo frente a él y clavó sus oscuros ojos en los del alfa—. Así que mejor dime, ¿A quién buscas, guapo?
Yoongi sonrió ante la astucia de la chica. —Amox.
La sonrisa en la mujer se ensanchó al igual que la densidad de sus aromas, dándole la información a Yoongi de que se trataba de una alfa pura.
—Además de guapo, temerario.
El pelinegro dio un paso al frente, hasta que solo pocos centímetros separaban ambos rostros. —Lo conoces —afirmó.
Ella rió encantada. —Todos conocemos a Amox —dió una vuelta en su eje—. Se puede decir que él es el amo de todo esto —afirmó.
—¿De carreras clandestinas? —se cruzó de brazos con mueca arrogante.
Un destello de locura cruzó los ojos de la chica. —Y de nuestras vidas.
En ese momento Yoongi supo que sus próximos movimientos debían realizarse con extremo cuidado. Estaba solo, en territorio desconocido; y por lo que podía ver, todos ahí estaban locos y eran absolutamente fieles a Amox.
Un paso en falso significaba su muerte.
—Preciosa, ¿Me llevarías con tu rey? —supo que había dicho las palabras correctas cuando la mujer le sonrió ampliamente mientras asentía de manera efusiva.
—Sígueme.
El alfa la siguió en silencio; cruzaron la pista de carreras y se internaron en un pequeño callejón que estaba situado al lado del escenario; Yoongi se puso alerta cuando se percató que se iban alejando del gentío, siendo ahora un frío y oscuro paraje lo que sus ojos veían.
La mujer se detuvo frente a lo que parecía una bodega abandonada y se volteó hacia el tenso alfa.
—Es aquí —indicó.
Cuando estuvo completamente solo, el alfa inhaló profundamente el sitio, tratando de encontrar alguna señal de amenaza; sin embargo, no encontró nada más que el fuerte aroma a sexo, drogas y alcohol combinados. Con postura rígida abrió la puerta y se adentró al lugar que, para su sorpresa estaba completamente iluminado.
Pero nunca en su vida esperó encontrase con aquella escena.
Frente a él yacía un grupo de aproximadamente veinte personas; alfas, omegas y betas, completamente desnudos devorándose entre todos. Yoongi observaba atentamente los miembros de los alfas partir cada culo y coño húmedo y sudoroso presentes en la habitación, con los agudos gemidos y gruñidos acompañando cada salvaje empuje.
Era una puta orgía y su miembro despertó interesado.
—¿Tentadora vista? —la pregunta susurrada a sus espaldas lo sobresaltó.
El alfa volteó bruscamente y sus ojos se encontraron con aquellos bicolores que brillaban en locura.
—Lo es —respondió, observando el desaliñado atuendo del chico, lo cual le terminaba de corroborar que él también había formado parte de aquella orgía.
Amox terminó de abotonar su camisa y se acercó al alfa. —¿Salimos?
—¿Los dejarás así? —preguntó con una sonrisa, apuntando con la cabeza al grupo detrás de ellos.
El leve movimiento en el cubrebocas le dijo a Yoongi que el asesino estaba sonriendo.
—Creo que pueden terminar sin mí —se encogió de hombros—. Salgamos, tengo algo importante que decirte y no quiero distracciones.
Ambos salieron al frío exterior; Yoongi apoyó su cuerpo en una de las paredes de la bodega, mientras que Amox se sentaba encima del capó de un viejo auto. Ambos a un metro de distancia.
—Te escucho —fue lo que dijo Yoongi, luego de un rato de silencio.
Amox sacó de su bolsillo una pequeña tarjeta y la lanzó a los pies del alfa. Yoongi la recogió, y cuando reconoció el pequeño objeto no pudo evitar no enfurecerse avanzando un par de pasos.
—Por tu bien, mantén tu cuerpo justo donde está —advirtió el menor con tranquilidad—. Recuerda dónde te encuentras y con quién estás.
El alfa se tragó el gruñido que amenazaba en salir, y se obligó a permanecer tranquilo en su lugar. —Este es el chip que Tony ofreció para entrar en la organización —dijo sombrío—. En él hay información clasificada e importante, ¿Me puedes decir como diablos llegó a tus manos?
—Te lo resumiré —sonrió el menor—. Sé todo lo del experimento XY0 y es esa la razón por la que te cité.
Yoongi frunció el ceño tratando de mantener su furia a raya. Lo que aquel imbécil le decía era sencillamente imposible, nadie conocía del proyecto que se llevó a cabo; y los pocos que lo hacían habían acabado muertos. No tenía sentido alguno, a no ser que...
—¿Acaso eres...
—Sí —cortó Amox—. ¿Ahora ves que te conviene escucharme?
El mayor metió sus manos a los bolsillos de su pantalón para encontrar que hacer con ellas. —¿Tienes pruebas? Espero entiendas que no puedo creer tan fácilmente todo esto que me dices.
—Justo por eso te llamé —sonrió el de ojos bicolores—. Necesito que hagas algo por mí, y con ello te probaré que cada palabra que dije es cierta.
—¿Ahora trabajo para ti? —gruñó el mayor.
—Digamos que tenemos los mismos intereses —le guiñó un ojo—. Entonces, ¿Qué dices, Min?
Yoongi no tuvo que pensarlo mucho; después de todo, descubrir cada secreto del chip era una de las principales misiones del triángulo. En él residía la clave que los convertiría en los amos del mundo.
—¿Qué necesitas?
Amox sonrió complacido, aunque el alfa no pudo verlo. —Me enteré que mandaste a investigar al grupo de amigas de tu esposa.
El mayor se preguntaba el como diablos Amox supo aquello, pero fue una pregunta completamente diferente la que salió de sus labios.
—¿Qué con eso?
—¿Encontraste algo de relevancia?
Yoongi hizo memoria. —No, todas resultaron inofensivas.
La carcajada del asesino le confundió en demasía.
—Quizá debas contratar un nuevo equipo de investigación —sugirió el menor, mientras sacaba del bolsillo de su pantalón un pequeño papel para tendérselo al alfa.
—¿Qué es esto? —preguntó Yoongi, observando con curiosidad la dirección grabada en la hoja.
—El lugar que guarda la mayor respuesta a todo este lío —respondió Amox, mientras se internaba nuevamente en la bodega—. Ahí te darán la información que tan celosamente ella oculta.
—¿Ella? —preguntó el alfa más confundido que cabreado.
Amox detuvo sus pasos para observarle por encima del hombro. —Grace Nermet es más de lo que deja ver —dijo, para luego seguir caminando, dejando al alfa solo y confundido.
Yoongi salió rápidamente de aquel lugar, y mientras se dirigía a su mansión marcó rápidamente el número de Hoseok.
El alfa respondió al segundo llamado.
—¿Qué pasa?
—¿Recuerdas que te pedí investigar a las amigas de mi esposa? —preguntó Min, mientras pisaba el acelerador.
—Lo recuerdo, ¿Qué con ello?
—Hubo algo que dejaste escapar por alto —silencio de la otra línea—. Hay información de Grace Nermet que no me estás contando —rugió.
—Alto ahí —Hoseok empezaba a enojarse—. Recuerda que te dije que solo sabía información básica, y que cuando regresaras de Jejú habría un informe completo de cada una de ellas. ¿Los revisaste?
Mierda.
Yoongi colgó la llamada sin decir más y se apresuró en llegar a su mansión. Varios informes esperaban por ser revisados, y el alfa se aseguraría de no dejar pasar nada por alto.
—¿Quién eres con exactitud, Grace Nermet?
Les dije que las amigas de Seulgi eran clave y que no las olvidaran.
En este capítulo hay varias pistas. 👀
¿Confiar o no en Amox?
¿Cuáles serán sus intenciones?
Nos estaremos leyendo, familia Yoon~
LOVIUUUUUUUUU❤️
YOONGLH💀
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