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Había pasado todo el día en cama. La noche anterior había sido difícil para él y Jimin realmente creía que se merecía un día completo de descanso; es por eso que había decidido apartarse de todo. Apagó su móvil, al igual que se alejó de su laptop, televisión y tablet. Los libros y el café fueron sus únicos amantes en el día, y eso estaba bien.

Pero ahora que había anochecido, había decidido cambiar los libros por la televisión, y el café por unas deliciosas y frescas uvas verdes, las cuales estaba degustando tranquilamente mientras veía una película que había escogido al azar. Así pasó por un buen rato, riendo de vez en cuando, hasta que el teléfono fijo sonó, sobresaltándolo un poco.

—Joven Park. El señor Min Yoongi solicita verlo. ¿Le dejo pasar? —la voz de la recepcionista inundó sus oídos, y le costó varios segundos procesar lo que había dicho.

Se relamió los labios, los cuales no sabía que estaban resecos. Poco a poco un leve atisbo de ansiedad se iba adueñando de su cuerpo; era la primera vez que el alfa lo visitaba, y aunque no lo quisiera admitir, aquello le inquietaba.

—Déjelo pasar —aceptó, para luego finalizar la llamada y correr a su habitación.

Calculó el tiempo que el alfa tardaría en llegar hasta su pent-house, y eran más o menos cinco minutos, suficientes para peinarse un poco y ponerse un pijama más decente. Notó que los labios los seguía teniendo resecos, así que tomó un poco de bálsamo y los hidrató con rapidez. Se observó en el espejo de cuerpo completo e hizo una leve mueca, el pijama gris que llevaba era un completo "mata pasiones" por ende, no era de sus favoritos. Aunque era mejor así, conociendo los instintos de su próxima visita, no era buena idea recibirlo con unas bragas de encaje blancas y una camisa de seda manga larga del mismo color.

Justo cuando salía de su habitación el timbre sonó, y solo eso bastó para que los latidos del omega aumentaran de ritmo, sintiendo una ansiedad que era desconocida para él, y como poco a poco la garganta se le secaba en un deseo tan sucio como desconocido, que, sin él saberlo, lo iba consumiendo mientras caminaba.

Respiró profundo y trató de mantener sus aromas a raya; cuando se sintió listo abrió la puerta y un sexy y tentador alfa con vaqueros, camiseta blanca, boina y cubrebocas negro le esperaba del otro lado, con una rosa roja extendida, a la espera de que fuese recibida por el omega.

Jimin la recibió con una sonrisa y se hizo a un lado para que el alfa ingresara. Cuando lo hizo, el pelinegro dejó la boina con el cubrebocas en la mesita que estaba en la entrada y se giró para observar al omega que ya estaba dejando la rosa en el florero que tenía en la sala justo al lado del cuenco con frutas que estuvo degustando.

Lo observó detenidamente, deleitándose una vez más en la belleza del castaño. El día había sido de mierda, la llegada de Jungkook con la noticia de la traición de uno de los miembros del triángulo lo habían tenído en completo descontrol. Así que, para no cometer una estupidez antes de tiempo decidió que era buena idea visitar a su fruto prohibido, ya que estaba seguro solo él era capaz de domar la sed de sangre que tenía su bestia.

El omega sintió la pesada y penetrante mirada del alfa sobre él, así que giró y le sonrió con una dosis de inocencia y coquetería.

—¿No le han dicho que llegar a un lugar sin avisar con antelación es de muy mala educación, señor Min? —interrogó con los brazos cruzados sobre su pecho y alzando una ceja.

Yoongi le sonrió descarado, mientras se dirigía a uno de los sofás. Se puso cómodo y extendió la mano derecha al omega. Jimin entendió el mensaje, así que tomó la mano que se le era ofrecida y se aproximó hacia el alfa, cuando estuvo frente a él se sentó a su lado, posando ambas piernas en el regazo del mayor, sintiendo de manera inmediata las suaves caricias que las grandes manos del pelinegro le daban por encima de la fina tela.

—¿Y a ti no te han dicho que es de mala educación esperarme con esas fachas? —preguntó el alfa, observando con disgusto el enorme pijama que cubría por completo al omega.

El castaño rió con diversión. —¿Te disgusto, alfa? —puchereó.

—¿Disgustarme tú? —la hambrienta mirada del mayor aumentó el ego en el castaño—. Sabes que eso es imposible, precioso.

—Problema resuelto entonces —rió con suficiencia haciendo que el pelinegro rodara los ojos.

—Como sea, ¿Cómo te fue en tu junta? —preguntó, mientras encendía un cigarrillo para poder fumarlo.

Jimin frunció el ceño en disgusto; el solo recordar el desagradable encuentro que tuvo que soportar con los maleducados de sus hijastros le causaba migraña. El omega estaba convencido de que nunca podría tener una discusión civilizada con ellos, y esa tarde había podido comprobarlo. Sin embargo, no podía quejarse ya que todo aquel comportamiento agresivo y malcriado le beneficiaría en demasía.

—De la mierda —refunfuñó, quejándose ante el golpe que recibió en sus muslos por parte del alfa.

—Cuida tu lenguaje —advirtió el mayor—. Palabras sucias solo en la cama.

El castaño elevó una de sus cejas desafiante. Retiró sus piernas del regazo del mayor y se sentó correctamente para poder susurrarle en el oído.

—A mí nadie me dice como hablar —su voz baja y sensual creando sensaciones placenteras en el alfa—. Digo lo que yo quiera, donde quiera —una risa traviesa que lo calentó—. Ya sea en público o en la cama...

Yoongi dio una profunda calada a su cigarrillo, el caliente humo invadiendo su garganta y envenenando sus pulmones mientras en su mente se reproducía una y otra vez la sensual voz de su fruto prohibido como si de un disco rayado se tratase. Sentía la respiración cálida y pausada en su cuello, junto con los aromas que tanto le drogaban; volteó lentamente y ambos pares de ojos hicieron contacto; el alfa sonrió con completa lascivia, mientras poco a poco expulsaba el humo del cigarrillo en el hermoso rostro del menor.

Sabía que el omega había comprendido ya que de manera inmediata una sonrisa traviesa hizo aparición en los pomposos labios.

—¿Y a ti como te fue con tu esposa? —preguntó Jimin, al mismo tiempo que tomaba de la mesita de centro el cuenco que contenía las frutas.

Yoongi ladeó la cabeza. —¿Qué quieres saber? —preguntó con una sonrisa ladeada.

El castaño llevó una jugosa fresa a sus labios y de manera lenta dio el primer mordisco donde el rojizo y delicioso néctar de la fruta cubrió sus labios, y pequeñas gotas se escurrían por su comisura, creando una imagen prohibida y tentadora para el pelinegro.

—Todo —respondió, seguido de un gustoso gemido producido por tan exquisito sabor.

Lo estaba provocando. Ambos lo sabían, y ambos lo disfrutaban.

—Todo en orden —respondió finalmente—. Hasta el momento ha sabido lo que le conviene y espero por su bien que así siga.

—¿Solo eso? —cuestionó el omega, tomando ahora una uva.

El mayor lamió el piercing que tenía al lado derecho de su labio inferior. Su mirada denotando diversión.

—¿Quieres saber si me la follé?

—Sí.

La respuesta del omega le sorprendió, no pensaba que el chico lo admitiría tan fácil. Acortó un poco la distancia, y con su mano derecha brindó suaves caricias en el cuello del menor, mientras sus ojos seguían fijos en aquellos jugosos labios cubiertos del líquido que cada fruta devorada iba dejando en su camino.

—¿Puedo saber por qué? —su voz se volvía más baja y ronca, haciendo contraste con la oscuridad que se iba adueñando de sus ojos.

El castaño relamió sus labios lentamente. Su músculo recogiendo cada gota de delicioso néctar y sus ojos fijos en la oscuridad contraria; al igual que el alfa acortó distancia, quedando a escasos centímetros del hombre que le veía con el hambre más peligrosa y mortal que haya visto en su vida.

—Porque de esa respuesta depende lo que pase esta noche.

La bestia que formaba parte del pelinegro se removió gustosa en su interior. Un espeso y profundo gruñido cosquilleaba en su garganta queriendo salir, mientras que su inquieto animal ansiaba tomar el completo control para poder devorar de una vez por todas a aquella delicia de fruto que lo ha estado tentando tanto hasta el punto de hacerle delirar y perder cada gramo de cordura.

—No —respondió con anticipación.

—¿Seguro? —la inquietud en el alfa era el disfrute del omega.

Una sonrisa depredadora se formó en los finos labios. —Completamente.

—Solo eso necesitaba saber —murmuró complacido para luego cortar toda distancia con el mayor y combinar sus labios en aquella primera y tan prohibida unión.

De ambas bocas un profundo gemido escapó; los dos amantes se encontraban envueltos en la bruma de lo placentero y prohibido que el suave contacto de los labios contrarios les ofrecía. Los movimientos del alfa eran rudos y demandantes, su lengua experta profanando cada milímetro de la boca del menor, quien se dejaba hacer gustoso ante las caricias y mordidas que el mayor dejaba plasmados en sus labios como prueba de todo aquel oscuro y fuerte deseo reprimido.

Yoongi sentía que no podía controlarse, después de semanas por fin probaba aquellos labios que moría por exprimir. El echo de tener a su fruto prohibido en sus brazos y sus esponjosos, suaves y deliciosos labios apresados en sus dientes era una experiencia que lo tenía al límite; su bestia gruñía extasiada y le pedía devorar por completo al precioso omega que tanto le había estado tentando.

El prohibido dulzor del néctar del pecado atravesando cada célula del cuerpo que empezaba a entrar en calor, sintiendo como aquel maldito veneno corroía en cada uno de sus huesos, creando deseos insanos por una unión prohibida.

Supo que nada que aquel omega le ofreciera sería suficiente como para alejarse de él; el primer placer vivido de aquella combinación de bocas y el profundo danzar de las lenguas amantes eran prueba de ello. El alfa se encargaba de dejar su huella por cada milímetro que iba probando y profanando, reclamando aquel paraíso como suyo, sin siquiera importarle lo necesitado y desesperado que se estaba mostrando.

Jimin sentía que solo era cuestión de tiempo para que sus labios empezaran a sangrar; los dientes del alfa dejaban grabados en sus labios la fiereza que prometía para esa noche, y la excitación no hacía más que crecer, haciendo una combinación perfecta y lujuriosa con la danza de los imponentes aromas combinados, denotando un solo y oscuro deseo.

Quiero todo. Rugían ambas bestias desde el interior de cada portador, estando en perfecta sintonía y completamente listos para acoplarse.

Después de largos minutos dieron por terminado aquel placentero y húmedo contacto; ambos amantes se veían con la pasión y deseo ardiendo en sus ojos, oscureciéndolos con una lujuria insaciable, el alfa delineó con delicadeza los labios que había mordido y chupado a su antojo deseando tomar más de ellos, mientras que el omega brindaba suaves caricias en su nuca, enviando un cosquilleo electrizante al resto de su cuerpo ante el tacto tan seductor del sensual castaño.

—Eres un omega travieso —suspiró Yoongi, al sentir como el castaño besaba con deleite cada centímetro de su mandíbula.

—Alfa... —gimió Jimin con la travesura danzando en sus orbes.

El pelinegro observó el rostro del menor y una vez más se deleitó con el pecado que solo su fruto prohibido era capaz de crear. El alfa nunca se había preocupado por el placer que lograsen tener sus amantes; sin embargo, había algo en aquel omega que lo hacía desear el brindarle el máximo placer, llevarlo a los confines del infierno y elevarlo al máximo cielo con tan solo sus caricias, reclamar cada centímetro de piel hasta dejar en claro que no había nadie más apto para él, siendo ambos los perfectos amantes malditos por la luna.

—Tu hermosa boquita dotada del más prohibido veneno es la que me hará pecar —gruñó Yoongi, mientras lamía el apetitoso labio inferior de su amante.

—Y ese pecado es el que nos condenará en nuestro propio infierno personal —jadeó Jimin cuando el alfa había tomado su belfo entre los dientes brindándole exquisitos tirones.

—¿Estás listo para jugar, pequeño?

—Quiero pecar... —susurró tentador.

—Vamos a tu habitación —fue la propuesta del pelinegro con una sonrisa letal danzando en sus finos labios.

Jimin soltó una risa traviesa que calentó aún más al alfa, se mordió el labio inferior sintiendo complacido el ardor que los dientes del pelinegro le habían provocado; tomó la mano del mayor y sin esperar lo guio a su habitación.

Ambos entraron al dormitorio del omega y los besos hambrientos nuevamente dieron comienzo; Yoongi se encargaba de satisfacer las demandas que su fruto prohibido exigía en las feroces mordidas que los rellenos labios le daban, sabía que no existía otra cosa que deseara más que complacer al omega; se había dado cuenta de que el menor era su perdición y máximo deleite, y estaba seguro de no querer soltarlo; ni los efectos de la droga más adictiva habían causado tales sensaciones en él, y ese descubrimiento no hizo más que excitarle.

Jimin era aquel pecado que quería cometer siempre para vivir una exquisita condena por toda la eternidad.

El castaño sentía un gran calor embargarle al verse víctima de los besos violentos, húmedos y demandantes, los chasquidos inundaron sus oídos haciendo que su cuerpo vibrara en anticipación; los dientes del pelinegro jaloneaban sus belfos provocándole gustosos gemidos los cuales eran consumidos por ambas bocas expertas; sintió como las manos contrarias realizaban un lento recorrido por toda la extensión de su espalda, hasta detenerse en sus caderas y brindar suaves y constantes apretones, instándolo a más.

Decidido llevó ambas manos hacia los extremos de la camiseta del alfa, sus dedos hormiguearon cuando hicieron contacto con la piel cálida que esperaba ansiosa por sus caricias; poco a poco fue profundizando el tacto, pero sin atreverse del todo, provocando una sonrisa complacida en el pelinegro.

—¿Qué esperas, precioso? —preguntó el alfa, separándose apenas unos milímetros de los labios hinchados y rojizos—. Solo hazlo —instó en un ronco jadeo, para luego besar aquel terso cuello que tanto estaba deseando.

El menor sonrió con deleite, sujetó la camiseta con ambas manos y tiró de ella hacia arriba donde el alfa levantó los brazos para ayudarle con su tarea; cuando se libró de la prenda retrocedió un par de pasos, dedicándose a observar la tentadora imagen que tenía ante él.

Un alfa imponente y jadeante; la piel tan blanca y apetecible brillaba bajo las tenues luces de la habitación, el fuerte pecho subía y bajaba de manera acompasada debido a la respiración tranquila del pelinegro. El omega llevó su vista al tatuaje de un dragón negro que cubría por completo el pectoral derecho, queriendo lamer cada escama impresa en el peligroso animal, para segundos después trasladar sus pupilas dilatadas a los fuertes brazos, delineando cada vena remarcada y pulsátil.

—Si me sigues observando así, terminaré sonrojado —se mofó el alfa, sintiendo como su bestia se alzaba en su interior por tener la atención completa del omega sobre él.

—Quiero lamer ese tatuaje —murmuró el castaño, con su vista concentrada en ese lugar que le estaba llamando a gritos.

Los orbes del mayor se oscurecieron en un deseo insano. —Hazlo bebé —susurró, acariciando con una de sus grandes manos el tatuaje que lo representaba como líder—. Soy todo tuyo —tentó.

Jimin lamió sus labios con el deseo centelleando en sus ojos; siendo víctima de la innegable pasión se acercó nuevamente hacia su amante, llevó ambas manos a aquel tatuaje y acarició a su antojo, sintiendo complacido como el cuerpo contrario se estremecía ante su tacto.

Yoongi cerró sus ojos complacido, mientras envolvía entre sus brazos la estrecha cintura del omega; jadeó excitado cuando el húmedo tacto en su pecho le envió fuertes corrientes eléctricas que avivaron el calor que se había formado en su entrepierna.

El menor estaba concentrado en brindar suaves y deliciosas lamidas por toda la extensión del tatuaje, su tibia lengua cubría cada pequeño rincón reclamando la piel ajena como un premio del cual solo él era merecedor; poco tiempo después sus labios se unieron a la tarea de darle placer al alfa, besando en todo lo ancho de su pecho, lamiendo de vez en cuando, mientras sus pulmones eran adormecidos por los imponentes aromas concentrados que reclamaban y pedían por él.

—Eres mi perdición, omega —gruñó el pelinegro.

El mencionado dejó de probar la piel contraria y observó directamente los ojos llenos de deseo y lujuria de su amante.

—Y eso te encanta —respondió, para luego en un rápido movimiento tirar del alfa hasta tenerlo tumbado en la amplia cama.

Yoongi se sorprendió ante el movimiento rápido del omega, intentó levantarse pero Jimin fue más rápido al colocarse a horcajadas sobre el alfa y dejarlo inmovilizado en el suave colchón con la fuerza de sus muslos.

—Será a mi manera, alfa —sonrió Jimin, empezando con un vaivén lento en sus caderas.

Yoongi alzó una ceja. —Me gusta tener el control —dijo, toqueteando los gruesos muslos y frunciendo el ceño ante la molesta tela.

Jimin se inclinó y le regaló un beso que lo hizo suspirar complacido. —No conmigo —respondió, los movimientos en sus caderas aumentaban a medida que el bulto que sentía en su trasero crecía.

El pelinegro no quiso seguir insistiendo y solo dejó que su cuerpo expresara el enorme deseo que desde hace mucho tiempo estaba sintiendo. Sus ojos se quedaron fijos en la imagen que tenía ante él, y por el maldito infierno que era tentadora.

Un hermoso y caliente omega, jadeante y con ojitos lujuriosos que movía sus caderas tan malditamente sensual que lo estaba volviendo loco; el voluminoso trasero se encargaba de brindarle las caricias exactas y necesarias para sentir como su polla se endurecía dentro de su bóxer, mientras sus ojos permanecían fijos en los movimientos lentos y cautivantes que realizaba el menor al ir desabotonando botón por botón aquella camisa de seda, dejando a la vista la exquisita y acanelada piel, en compañía de dos botones marrones perfectamente erectos, con un plano y perfecto abdomen que mordería y disfrutaría hasta el cansancio.

Un agudo gemido salió de los labios de Jimin cuando los dedos del alfa acariciaron sus pezones, dando leves apretones y frotándolos entre las tibias yemas, brindándole sensaciones placenteras al jadeante omega.

El castaño se recostó sobre el torso del alfa y ambos suspiraron complacidos cuando no hubo ningún centímetro de distancia entre sus pieles ardientes, siendo aquel el primer encuentro directo entre ellas. El omega se movió muy lentamente provocando que sus pezones con los del mayor chocaran, frotándose entre si y sintiendo aquel cosquilleo electrizante que envolvía a sus entrepiernas despiertas.

Jimin sonrió cual depredador mientras iba descendiendo con lentitud angustiante sobre el fornido cuerpo del pelinegro; sus labios iban dejando un camino de húmedos besos por todo el pecho y abdomen del mayor, sin dejar porción de piel sin marcar con sus belfos sedientos y expertos.

Cuando la boca del omega chocó con la pretina del pantalón un gemido de anticipación salió de los finos labios del alfa. Jimin desabotonó la molesta prenda, pero antes de bajarla observó al desesperado alfa con una sonrisa.

—Tus zapatos —dijo, y en un instante el pelinegro se libró de ellos, sin importarle demostrar lo impaciente que estaba.

El omega elevó una ceja en gesto burlón por la obediencia del alfa, retomó su tarea y adentró sus manos en la tela del pantalón ignorando por el momento la erección evidente del mayor; fue bajando poco a poco, obteniendo la ayuda de su amante quien se había impulsado hacia arriba para facilitarle la tarea a su fruto prohibido de desnudarle.

Jimin se puso de pie y observó con hambre voraz al imponente y sexy hombre que tenía tumbado en su cama esperando ser disfrutado por él; sintió como su propia excitación aumentaba cuando desde su lugar fue capaz de ver el glande hinchado y rojizo del alfa, el cual sobresalía de la tela blanca del bóxer que apresaba el grueso falo erecto.

—¿Te me quedarás viendo por toda la noche? —preguntó el mayor mientras se sentaba en la orilla de la cama.

—Es una tentadora opción —confesó el castaño con una sonrisita—. Quiero que me beses —demandó, colocándose a horcajadas sobre un gustoso alfa—, que me acaricies —suaves movimientos de caderas dieron comienzo, provocándole gruñidos extasiados al pálido—, que me folles... —susurró con un gemido.

Yoongi tomó con violencia exquisita aquella boca tentadora y la devoró a su completo antojo, mordidas salvajes eran dejadas en los maltratados labios sacándoles gemidos a ambos, Jimin se apegó aun más al cuerpo fornido del mayor, aumentando sus gemidos cuando las grandes manos del pelinegro se adentraron en su pantalón de pijama amasando con fuerza su trasero.

El alfa abandonó el pasional beso y observó al menor con una sonrisa de malicia. —Este pijama no me gusta —informó, para luego romper con sus manos la fina tela dejando el trasero del castaño al descubierto y provocando un grito sorprendido de éste.

El castaño sintió el frío de la noche golpear en su trasero, aunque no fue por mucho tiempo ya que nuevamente las manos del mayor se dirigieron a ese lugar donde amasaron y nalguearon en varias ocasiones hasta sentir el ardor y cosquilleo unidos provocándole deleite.

A Yoongi le encantó ver aquellas delicadas bragas de encaje blancas cubrir las voluminosas nalgas de su fruto prohibido; la belleza y sensualidad que el omega poseía le hacía actuar con posesión; llevó sus manos al elástico de la prenda y lo suspendió con fuerza hasta que toda la tela se perdió entre los dos gordos glúteos, escuchando gustoso el agudo gemido que obtuvo a cambio, mientras su mirada estaba fija en el espejo del frente que le mostraba aquella excitante escena.

—Mírate —murmuró ronco—. Me encanta como tu culo se traga por completo esas bragas —dio una nalgada que impactó en el glúteo izquierdo y se acercó al oído del castaño para susurrar—. Solo de imaginarme como se tragará mi polla, me calienta.

—Eres un sucio... —gimió el omega sintiendo como su boca babeaba y su cuerpo temblaba en deseo—... y no sabes cuánto me gusta...

El alfa sonrió y se levantó de la cama cargando el cuerpo del omega; dejó al castaño en la cama y ahora él se posicionó encima, su boca hambrienta se posó en el terso cuello donde empezó a dejar marcas que tardarían días en desaparecer; a diferencia de Jimin, Yoongi sí quería marcar con violencia cada espacio del cuerpo ajeno, reclamándolo como suyo dejando claro que nadie más que él tenía el derecho de tocarlo.

El menor arqueó su espalda jadeando gustoso cuando los labios del alfa tomaron uno de sus sensibles pezones, sintiendo como la tibia lengua lo envolvía en deliciosos movimientos circulares y suaves succiones que provocaban sonidos húmedos que lo tenían al límite de su cordura.

Yoongi seguía en su tarea de probar en su totalidad la piel que tenía a su disposición, sin permitirse omitir centímetro alguno; dejó el pezón derecho y continuó con el izquierdo, brindando constantes y perfectas lamidas en compañía de fuertes succiones que estremecían a su fruto prohibido, mientras sus manos acariciaban con avidez los gruesos muslos que envolvían con fuerza su cintura.

—Te quiero devorar —gruñó el alfa entre los besos y chupetones que dejaba en el plano vientre del omega.

Jimin utilizó la fuerza de sus muslos para tumbar al alfa y él quedar encima del cuerpo del mayor; colocó sus manos en el elástico del bóxer del pelinegro y tiró de él con fuerza hasta librarse de la última y molesta prenda.

Cuando sus ojos por fin pudieron observar la hombría del pelinegro sin prenda de por medio un escalofrío recorrió su cuerpo por completo y no pudo evitar el lamerse los labios.

—Eres tan grande —susurró con deseo, observando con intensidad el largo y grueso pene que se alzaba orgulloso en el vientre del pelinegro—, quiero probarte.

Yoongi sonrió con arrogancia, sus grandes manos jugando con la fina tela de las bragas del omega. —Pruébame entonces —tentó con una sonrisa ladeada—. Soy todo tuyo.

Jimin se movió colocándose frente al pene erecto; observó con intensidad el largo y grosor, acompañado de aquellas venas azuladas que palpitaban y le llamaban para ser probadas. Empezó a dejar besos suaves y lentos sobre la punta sensible y húmeda, recibiendo suspiros y caricias en sus cabellos; su lengua experta delineaba cada vena, sintiéndolas palpitar en su paladar por el bombeo fuerte de la sangre caliente.

Empezó con suaves y certeros masajes, desde la base hasta la punta; escupió sobre el glande, observando gustoso como la saliva escurría por todo el falo en un camino lento hasta llegar a sus manos; masturbó con un poco más de fuerza, escuchando extasiado los sonidos húmedos y obscenos producto del contacto que ambas pieles hacían.

Yoongi murmuró miles de maldiciones cuando sintió la tibia lengua del omega hacer contacto con su polla, delineando todo lo largo y ancho de ésta, sintiendo como cada fibra y vena respondían a las caricias, y como la sangre hervía en su carne hambrienta; jadeando sonoramente al sentir como su fruto prohibido comenzaba a chupar con verdadera devoción su hombría enrojecida y despierta.

Jimin disfrutaba lo que provocaba en el mayor y lo que él mismo sentía; tomaba en su boca toda la carne que era capaz de meter, sus papilas gustativas degustando la esencia que el alfa expulsaba entre cada succión, tomándolo todo sin detenerse por un segundo, estando completamente enloquecido en el placer del morbo que consistía en alimentarse de aquella monstruosa pieza de carne despierta.

—Vamos bebé... chúpalo todo —jadeó el pelinegro, mientras tomaba los cabellos del omega de manera firme y empezaba a embestir aquella boquita deliciosa y experta que tanto placer le estaba dando—. Mgh... así, así... eres tan bueno...

Jimin relajó la garganta y abrió la boca lo más que pudo para que el alfa tuviese un mejor acceso. El sonido que se creaba ante el contacto de la dura polla, húmeda y palpitante entrando en la cavidad bucal del castaño sería su mayor adicción; y las sensaciones que el menor estaba recibiendo al tener el pene de su amante profanando cada rincón de su boca, sería su mayor condena.

Ambos amantes entregándose en el completo placer que solo el veneno producto de su pecado era capaz de crear.

Yoongi detuvo los movimientos del menor y lo empujó haciéndole caer de lleno en la cama; sentía que si seguía por más tiempo en aquel paraíso recién descubierto terminaría antes de tiempo, y ahora lo que más deseaba era enterrarse por completo en el exquisito interior de su fruto prohibido.

Se arrodilló quedando entre las piernas abiertas del castaño y llevó sus manos hacia la última prenda que le cubría; fue tirando de ella poco a poco con una lentitud exasperante; sin embargo, él quería que fuese de aquel modo, quería probar cada centímetro y robar cada gemido que el omega estuviese dispuesto a darle, grabándose en su mente trastornada el motivo por el cual su bestia había enloquecido.

Cuando por fin lo tuvo en completa desnudez sus ojos oscuros recorrieron cada rincón de la perfección peligrosa que componía a su amante, dedicando segundos eternos para deleitarse en silencio con el delicioso manjar que cubría los apetitosos muslos.

Tomó entre sus manos el pie derecho del menor y empezó a besarlo con sensualidad; Jimin soltó una pequeña risa debido a las suaves cosquillas que eran producidas por las caricias del mayor. El alfa fue ascendiendo con sus besos, su ávida lengua acariciando y delineando la delicadeza y dulzura de la piel de su amante, sintiendo lo exquisito de lo prohibido al alcance de sus hambrientos labios.

Los fríos dedos se adueñaron de los muslos fibrosos del omega; las caricias erizaban cada vello de cada porción de piel que iba acariciando, sus labios recogían cada gota de dulce néctar que era desprendido, mientras hacían un tortuoso camino a aquel punto dulce en el que terminaría de envenenarse.

—Abre tus piernas, bebé —demandó ronco, provocando un cosquilleo en el omega al sentir el cálido y errático aliento cerca de su entrepierna.

Hizo caso a lo pedido y abrió las piernas; sintió como las manos del alfa pasaban por debajo de sus muslos y lo mantenían fijo en su lugar. Esa aura dominante y peligrosa empezaba a gustarle más de lo que debería, y estaba ansioso por sentir lo que el pelinegro le haría.

Su respiración se aceleró y sus pequeños ojos se dilataron en la más pura y fuerte excitación, mientras de su boca salían los más lujuriosos y placenteros gemidos, haciendo añicos toda cordura entre ellos, y envolviéndolos en el manto más placentero que existiese creado solamente para ambos amantes, cómplices de un mismo pecado.

Yoongi no detuvo el movimiento experto y sucio que su lengua estaba creando en el agujero necesitado y mojado de su amante; ahora que escuchaba con más claridad los deliciosos gemidos que el menor le otorgaba siguió con su tarea, y con más decisión introdujo por completo su lengua en la cálida entrada, saboreando con deleite la pura esencia que era suciamente robada del interior del omega. Chupó y lamió todo a su paso, sin dar ninguna tregua a su amante que se retorcía de placer en la cama haciendo un desastre de las sábanas, siendo víctima del enfermo placer que el pelinegro le daba.

—Mgh... q-quiero m-más... a-alfa...

El mayor cumplió con la orden dada; introdujo uno de sus largos dedos en la húmeda y rosada entrada que se contraía en necesidad, sintiendo cómo lo encerraba en un exquisito agarre mientras empezaba a moverlo para darle más placer al omega. Los gemidos de Jimin aumentaron de volumen y velocidad, siendo rápidos, altos y constantes, denotando el profundo placer que sentía bajo el toque sucio del pelinegro; el cual había llevado nuevamente su lengua a la necesitada entrada de su amante. La estimulación que creaban la lengua y dedo del mayor lo tenían en el completo precipicio, y estaba más que ansioso por caer.

Yoongi introdujo un segundo dedo, y con ayuda de éste comenzó a hacer movimientos de tijeras en el interior de su amante; cerraba y abría sus dedos, así como los sacaba y metía constantemente y de manera fuerte, intercalando los movimientos para un mayor placer. Estaba ansioso por penetrarlo y hacerlo suyo, pero no quería lastimarlo; además de que nunca se le había hecho tan excitante la sola imagen del disfrute de alguien más que no fuese él mismo, llevándole a sorprenderse cuando se descubrió a si mismo disfrutando en demasía cada gesto, movimiento y gemido que recibía por parte del castaño.

Siguió con los movimientos de tijeras mientras su boca iba dejando besos en el plano abdomen del omega, ascendiendo poco a poco por el delicado pecho. Cuando se encontró nuevamente con los erectos y apetitosos pezones no dudó en tomar uno entre sus labios para chuparlo con locura, sintiéndolo endurecer en su interior hasta dejarlo perfectamente erecto e hidratado; cuando su tarea estuvo hecha con el izquierdo, tomó el derecho haciendo el mismo proceso; su lengua delineando, acariciándolo y mordiéndolo con travesura, haciéndole sentir a Jimin que cada centímetro de su cuerpo era fielmente adorado por él.

Retiró la mano que se encargaba de dilatar al menor y alineó su erecto pene en la entrada que se contraía ansiosa por recibirlo.

—Estamos cayendo, omega —susurró en su oído como un sucio secreto, mientras frotaba la punta de su miembro alrededor del agujero dilatado.

—Caigamos juntos —susurró en respuesta, para luego reclamar los labios del alfa en un apasionado y demandante beso, ahogando un grito en los finos labios contrarios cuando el mayor lo empaló con una fuerte estocada.

Yoongi le gruñó a su bestia en una clara advertencia para mantener el control; se mantuvo quieto por algunos segundos, esperando a que el omega le permitiera seguir.

Jimin tomaba profundas respiraciones tratando de acostumbrarse al exuberante tamaño que el alfa poseía; sentía como sus músculos estaban estirados y como su interior se encontraba completamente lleno, todo envuelto en un placentero dolor que lo hacía gemir. Cuando se sintió completamente listo movió sus caderas, demandándole al pelinegro que se moviera.

Y así lo hizo.

Movimientos fuertes, constantes, profundos y certeros; nada de la sensualidad inicial y solo el más primitivo deseo reflejado, haciendo a Jimin delirar en el más puro éxtasis. Yoongi lo penetraba con una fuerza y locura insaciable, las gotas de sudor hicieron acto de presencia en ambos cuerpos como fieles testigos del calor y pasión que ambos amantes estaban llevando a cabo encerrados en las paredes de aquella habitación, con la luna y la noche sirviendo de testigos de su condena.

Después de un largo rato de violentos movimientos Yoongi salió del interior del omega y se acostó en la cama de espaldas; el castaño lo observó jadeante, y aún con el cansancio y ardor en sus cuerpos, sonrieron con descaro.

—Móntame bebé.

La sonrisa en el menor se amplió al escuchar la demanda del alfa; se colocó sobre el mayor y con su pequeña mano guio la polla del pelinegro a su punzante entrada, cuando la alineó se dejó caer poco a poco, gimiendo gustoso al sentir como su culo se tragaba cada centímetro de carne hasta encontrarse completamente lleno.

Las caderas del omega iniciaron con un lento vaivén, sereno y mortal. Movimientos sutiles y circulares tenían enloquecida la polla del pelinegro, Yoongi besaba con desenfreno los dulces pezones que tanto le ponían, mientras sentía la gloria que los movimientos del castaño le daban a su endurecido falo.

Adelante y atrás, de lado a lado, arriba y abajo, para culminar nuevamente con la danza circular. Jimin montaba como los Dioses, y sus gemidos eran la puta gloria.

—Inclínate precioso —susurró el alfa.

Cuando el castaño lo hizo, el pelinegro lo abrazó por la cintura de manera firme, mientras colocaba ambos pies en la cama para tomar mejor equilibrio.

—Prepárate —jadeó con una sonrisa ladeada, el omega suspiró excitado.

Cuando se sintió listo empezó a impulsarse hacia arriba con una velocidad y fuerza escalofriantes, la fuerza de sus movimientos creaba temblores exquisitos en el pequeño cuerpo quien no pudo evitar moverse en sincronía con el placer que estaba sintiendo; las embestidas del mayor eran gustosamente recibidas y se encontraban con los movimientos del menor, creando estocadas más profundas que estaban sobre estimulando aquel punto dulce que tan descontrolado tenía al omega.

—¡Alfa! —exclamó en medio de su éxtasis, blanqueando los ojos por el sin fin de sensaciones que le atacaban sin piedad.

El mencionado llenó de besos el cuello del castaño, tomando con una de sus manos la erección desatendida del omega para empezar a masturbarlo con rapidez, aumentando de esta manera la estimulación en el pequeño cuerpo sudado y tembloroso. Sabía que su fruto prohibido estaba próximo a alcanzar el máximo clímax, y Yoongi quería apreciar cada detalle de ese excitante momento.

—Córrete para mí, amor —instó el alfa sin disminuir sus movimientos—. Quiero ver tu hermosa carita cuando te dejes ir.

El omega no necesitó de más, pues era tanto su disfrute que sabía no podía seguirlo reteniendo. Con un agudo y placentero grito dejó salir sus fluidos en pequeños hilos blancos que mancharon ambos cuerpos, con sus imponentes aromas dulcificándose y concentrándose en su cuello que exigía ser mordido.

Yoongi sintió como el lubricante del menor bañaba por completo su polla al éste haber alcanzado su orgasmo, el cosquilleo peligroso que sus colmillos habían iniciado lo pusieron en alerta; querían salir y cumplir con todas las necesidades que el omega pedía.

En un movimiento rápido tumbó al castaño en el colchón quedando sobre él, y sin dejar de embestirlo con ferocidad. A los pocos minutos sintió como su propio orgasmo se iba construyendo, así que aumentó los movimientos, mientras sus manos apretaban las más pequeñas de su amante sobre las sábanas arrugadas de la cama.

Se liberó en un gutural gruñido que emitió en sincronía con su bestia, las oleadas del líquido espeso y caliente salieron sin control llenando todo a su paso, provocando la satisfacción en su animal interno.

Jimin recibió gustoso toda la semilla que era ofrecida por el alfa, gimiendo en completo placer cuando sintió el prominente nudo enterrarse en su interior, sintiendo como se expandía, asegurándose de que ninguna gota de su esencia fuese desperdiciada.

Yoongi estaba temblando, los deseos de morder al omega eran abismales; así que, para calmar esa sed descargó todo el poder de su mordida en su brazo; gruñendo de dolor cuando la carne se abrió, dejando salir a la tibia sangre para bañar a ambos cuerpos unidos en la cama.

Luego de un rato en profundo silencio el nudo se desinflamó permitiéndole al alfa salir del omega sin lastimarlo; se acomodó mejor en la cama y atrajo el pequeño cuerpo de su amante, donde lo abrazó y besó con lentitud y deseo latente.

—¿Sabes lo que esto significa? —preguntó Jimin rompiendo el silencio, mientras sus ojos se iban cerrando producto del placentero cansancio—. Estamos jodidos.

—Y me encanta —respondió Yoongi, besando los húmedos cabellos del menor, mientras les brindaba caricias perezosas a sus muslos que yacían entrelazados.

Ahora que ya había probado en su totalidad a su fruto prohibido no había nada ni nadie que lo salvara del veneno que lo haría caer en completa oscuridad.

Y que el infierno retumbara en las profundas tinieblas, porque él se había robado el fruto que había sido el causante del pecado original.

Y no pensaba soltarlo.











¡Por fin esta historia está de vuelta! Y que mejor que celebrarlo con una buena dosis Yoonmin. 🌚

¿La extrañaron? Porque yo sí, y realmente espero actualizarla más seguido, ustedes y yo lo merecemos. 🥺

Lo digo y lo sostengo. Soy pésima en el Lemon, y no me da vergüenza admitir que me tardé porque no encontraba manera para escribir este capítulo y que quedase bien. Espero haber cumplido sus expectativas y prometo mejorar. ♥️

¿Que les pareció el capítulo? ¿Les gustó? Quiero saber sus opiniones.

Pd: si no comentaron se condenaron. 👀

L@s amo familia Yoon~

Nos seguiremos leyendo.


YOONGLH💀

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