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—¿Cuál crees que se vea mejor? —fue la pregunta que Seulgi le hizo a Lila, mientras le mostraba dos vestidos.

Lila sonrió, la esposa del señor Min era sin duda hermosa, y su belleza no hacía más que aumentar cuando sonreía. Carraspeó un poco, observando detalladamente ambos vestidos.

—Si permite mi opinión señora —comenzó—. El vestido rojo es un gran candidato, pero no llega a convencerme —hizo una pausa—. El negro por otro lado, tiene todas las cualidades para hacerla lucirse esta noche —asintió—. Le aseguro que las miradas de todos estarán solo en usted.

Seulgi observó ambos vestidos. El rojo tenía un estilo clásico, corte recto y mangas largas sin ningún detalle extraordinario que lo llevara a relucir ante el evento de esa noche. El negro por otro lado era precioso, con un corte estilo corazón adornado de cristales del mismo color y pequeñas flores en tonos dorados, con caída libre realzando el volumen del diseño de la prenda, donde había una abertura que dejaba ver toda la pierna y gran parte del muslo derecho de la omega. Además, las múltiples capas de tul que conformaban la parte inferior del vestido, le daban el volumen necesario y el estilo princesa que la castaña tanto amaba. Haciendo una gran combinación con lo ajustado del corsé que formaba parte de la sensualidad que el vestido ofrecía.

La mayor sonrió —Tienes razón, usaré el negro —aceptó sonriendo, mientras tomaba dicho vestido y lo dejaba en la cama—. ¿Podrías guardar el rojo por mí?

Lila asintió, realizando lo pedido. Seulgi sacó de uno de los cajones el hermoso antifaz que su esposo le había regalado la noche anterior, y sonrió en grande cuando corroboró que combinaba de manera perfecta con su vestido. Siguió buscando, esta vez en su joyero, en busca de los accesorios adecuados para la ocasión, optando por unos aretes de diamantes a juego con una pequeña pulsera. Pensó por unos segundos en sí debería llevar anillos o no, pero luego descartó la idea. Quería lucir única y exclusivamente su anillo de matrimonio.

Cuando tuvo todo listo empezó a vestirse con la ayuda de su asistente. El vestido era pesado y un poco incómodo, pero cuando se miró en el espejo supo que el sacrificio valdría la pena. Para el calzado prefirió usar unas preciosas zapatillas doradas de tacón alto. Luego se colocó los accesorios y en el maquillaje no quiso profundizar tanto, como llevaría antifaz el único centro de atención serían sus labios, así que se dedicó de lleno a ellos, pintándolos de un hermoso rojo vino.

Para el peinado optó por un delicado recogido dejando caer el cabello en forma de cascada en el lado izquierdo, donde aprovechó para realizar finas y elaboradas hondas, con el fin de darle un poco de volumen y brillo a su cabellera. Cuando estuvo conforme con el resultado, agregó una peineta de oro blanco y diamantes (regalo de su padre) la cual le daba el toque sublime, delicado y elegante.

—Está espléndida señora —halagó Lila, sorprendida con la belleza de la omega.

Seulgi le sonrió agradecida, realmente estaba satisfecha con el resultado, sentía que iba acorde a la ocasión y que quedaría bien ante las amistades de su alfa. Sin embargo, estaba nerviosa, las delicadas manos que sostenían el antifaz temblaban producto de su nerviosismo. Realmente quería dar una buena impresión y hacer quedar bien a su esposo. Pero sobretodo, quería que Yoongi la notara. Esperaba que las arduas horas que invirtió en su arreglo le ayudaran en algo, y que no fuera solo trabajo en vano.

Yoongi se preguntaba una y otra vez el por qué le había pedido a Seulgi que fuera con él al evento. Sí, era verdad que la mayoría de los alfas mayores que asistirían al baile creían y obedecían fervientemente las viejas leyes que involucraban a alfa y omega, pero eso al pelinegro nunca le había importado. Es por eso que no sabía en qué carajo estaba pensando cuando le planteó la idea a su esposa.

Pensó seriamente en ir a la habitación de la omega y decirle que ya no quería ir con ella, que mejor se quedara y se recuperara, después de todo, su esposa no lucía del todo bien.

Sonrió con malicia, era una buena idea hacerlo, pero primero le preguntaría a Jimin si quiere ir con él. Si el omega aceptaba era un hecho que cancelaría a su esposa, sin importarle en lo más mínimo sus sentimientos.

Frunció el ceño mientras arreglaba su corbata frente al espejo. Desde un principio lo más sensato era invitar al omega y dejar a Seulgi fuera de esto, aunque fuera taladrado por las miradas acusadoras de los viejos alfas que vivían con principios antiguos, al verlo llegar a un evento importante en compañía de alguien más que no fuese su esposa.

Decidió mandar todo al carajo y llamar al omega. Lo que pensaran los demás no le importaba. Después de todo, el que mandaba ahí era él, nadie desobedecía ni se atrevía a desafiarlo.

—Min Yoongi —la suave y seductora voz del omega endulzó sus oídos—. Es grato saber que aún me recuerdas.

Yoongi no pudo evitar soltar una pequeña risa ronca. —Ayer te llamé bebé, y hablamos hasta la madrugada. No sabía que me extrañaras tanto.

—Siempre tan modesto —rió—, ¿A qué se debe tu llamada?

El alfa se relamió los labios ansioso. —¿Te gustaría acompañarme a un baile esta noche?

Hubo un breve silencio en la otra línea.

—¿A qué hora será?

El pelinegro sonrió ladeado. —A las 22:00 horas inicia. Pero podremos llegar a las 23:00 horas si te parece.

—El evento inicia en una hora Min —Yoongi supo de inmediato que se negaría—. ¿Crees que es correcto una invitación así de precipitada?

—¿Eso es un no?

Escuchó un suspiro de la otra línea. —Agradezco la invitación Yoongi, pero estoy algo ocupado revisando las finanzas de la empresa ya que pronto tendré una junta importante. Además, el tiempo no es suficiente para estar listo.

El alfa chasqueó la lengua irritado. Después de todo, sí tendría que ir con su esposa.

—Como tú digas precioso —accedió a regañadientes—. ¿Te veré mañana?

—Por supuesto alfa, estaremos en contacto —y sin más colgó.

Yoongi resopló frustrado. Se dirigió al mini bar que tenía en su habitación y se sirvió un trago de tequila. Aunque no quiera admitirlo la negativa del omega no le había gustado, nunca le habían dicho que no en algo, y lo que acababa de ocurrir, lo quiera o no había afectado su orgullo.

Consumió todo el líquido que se había servido de un solo trago, sintiendo el ardor tan satisfactorio inundar cada zona de su garganta. En un impulso para calmar su creciente mal humor arrojó el vaso con fuerza a la pared más cercana, creando un estruendo al impacto del cristal con la dura superficie.

Se tronó el cuello y se colocó el saco negro y el par de guantes de cuero. Observó el reloj en la pared y descubrió que tenía el tiempo justo, así que agarró el antifaz y salió de la habitación en busca de su esposa.

Al salir, en el pasillo se encontró con Lila, la cual le saludó con una respetuosa reverencia mostrando en su rostro neutralidad y permaneciendo en silencio.

—¿Mi esposa está lista?

—Sí señor —respondió la omega—. Espera por usted.

Yoongi empezó a caminar. —Dile que la estaré esperando abajo —demandó, bajando las escaleras—. Que no tarde, estamos retrasados.

El alfa llegó hasta la sala y esperó por unos minutos. Mientras lo hacía observó su móvil con inquietud, debatiéndose entre sí enviarle un mensaje a Jimin o no.

Tú.
¿Qué haces?
21:17 pm.

No se resistió. Esperó con impaciencia hasta que a los pocos segundos las vibraciones de su móvil le avisaron que su pregunta ya tenía una respuesta.

Mi fruto prohibido.
-imagen adjunta-
Trabajo.
21:20 pm.

Yoongi sonrió tenue al contemplar al omega en esa tierna pijama rosa, con sus cabellos castaños rebeldes y ojitos pequeños y cansados.

Tú.
Yo ya me estoy yendo al evento. Te escribiré mañana para nuestro encuentro bebé.
21:21 pm.

Pasaron pocos segundos cuando obtuvo la respuesta.

Mi fruto prohibido.
Está bien. Ve, folla y diviértete.
21:21 pm.

Sonrió divertido, negando con la cabeza y deseando tener a ese pequeño entre sus brazos y mandar a la mierda todo aquel teatro. No había duda que le encantaba ese omega.

—¿Nos vamos amor? —la delicada voz de la omega lo sacó de sus puros pensamientos.

Yoongi la observó y admite que llegó a sorprenderse un poco. La omega lucía muy hermosa y sensual, esa faceta en ella era nueva para Min y tenía que admitir que le gustaba lo que veía. Sonrió con sorna cuando observó el sonrojo en las mejillas de la menor.

—Te ves hermosa —dijo, a sabiendas de lo que sus palabras provocarían. No se equivocó y observó entretenido como el sonrojo aumentaba—. Vámonos —ofreció su brazo, el cual fue gratamente aceptado por una sonriente omega.

Seulgi estaba muy emocionada, realmente no esperaba recibir un halago de su alfa, al menos no tan pronto. Caminó mucho más animada y llena de confianza hacia la blanca limusina que esperaba por ambos, esperando que esa fuera una grata noche.

El lugar donde se llevaría a cabo el baile se hacía llamar la torre blanca. Consistía en una construcción de dos pisos, con fuertes y pulcras paredes blancas, rodeadas de un amplio jardín, compuesto de rosas rojas y estatuas de ángeles, hechas del más fino mármol blanco. Además de un laberinto, el cual estaba ubicado en el lado posterior de la torre.

El portón principal era custodiado por lo menos por una docena de alfas, pertenecientes al triángulo. Era ahí donde se corroboraba si las personas que iban llegando formaban parte de los invitados, y si era así, se pasaba al área de inspección donde se aseguraban que no se infiltraran armas. Al culminar con ambos procedimientos las personas podían ingresar sin problema alguno al excéntrico lugar.

Lo primero que se veía era un pequeño sendero, cubierto en su totalidad por pétalos de rosas rojos y blancos. A ambos lados, había múltiples cartas de póker de gran tamaño compuestas por cristal, las cuales eran iluminadas por pequeñas luces led en rojo y azul. Donde al finalizar un par de omegas esperaban por cada invitado que iba llegando, donde ofrecían una rosa roja a los omegas y una blanca a los alfas, para que la lleven por el resto de la noche.

Fue así como SeokJin obtuvo una preciosa rosa roja, mientras que su alfa llevaba una blanca. El omega debía admitir que estaba asombrado. La decoración era sublime, le encantó el detalle de las rosas en el gran jardín, y el blanco inmaculado del edificio.

—¿Te gusta? —preguntó su esposo, mientras subían por las escaleras para por fin entrar al lugar.

El mayor se sonrojó furiosamente cuando se percató que los omegas encargados de atender a los invitados estaban totalmente desnudos. Sí, era verdad que llevaban pintura blanca con detalles en rojo y negro alusivos a la temática de la fiesta en sus cuerpos, pero no quitaba el hecho de que estaban desnudos, y sin ningún tipo de complejo o pudor modelaban de un lado a otro con charolas que contenían diferentes tipos de bocadillos y bebidas.

SeokJin dejó de observarles sacudiendo un poco su cabeza con la esperanza de salir de su estupor. Cuando logró calmar el pequeño bochorno, observó a su esposo a través del antifaz. Ese era otro asunto que lo tenía mortificado. Namjoon lucía muy bien en aquel traje azul marino a juego con el antifaz de cuero negro que llevaba, el omega podía sentir con claridad la autoridad que el alfa desprendía, obligándolo a comportarse como un maldito sumiso que se sentía seguro mientras caminaba del brazo de su alfa.

—¿Por qué se llama baile de las cartas? —ignoró la pregunta de su esposo, y mejor decidió hacer una él.

Namjoon sonrió. El orgullo de su omega era grande, tanto como para no poder admitir que se encontraba asombrado por lo que sus ojos habían visto hasta ahora.

—Cuando el baile va a iniciar, cada alfa sacará una carta de un baúl que estará ubicado en la mesa principal —comenzó su explicación—. Serán diamantes y corazones, si obtienes un diamante, podrás realizar el baile con cualquier omega que esté presente. Sin importar si está acompañado por alguien más o no —hizo una pausa—. En cambio, si obtienes un corazón, el baile será con tu acompañante, y en la última melodía debes renovar la marca, en símbolo de unión y respeto a la Diosa luna.

El omega asintió mientras observaba con disimulado asombro la exquisita decoración del blanco salón. Ya con algunos invitados presentes.

—¿Y si le toca una carta de corazón a un alfa que trae de acompañante a un omega que no es su pareja? —preguntó genuinamente curioso.

El alfa le observó con una intensidad que logró intimidarlo. Nuevamente una pequeña sonrisa nacía de sus labios, aprovechando el momento para besar una de las delicadas manos de su omega y acariciar con cierta ternura el levemente abultado vientre.

—Aquí se volverá su pareja, como tributo a la Diosa. La tradición debe cumplirse sin importar que consecuencias traiga en el futuro —respondió el alfa con convicción—. Es un sacrificio que hacemos para que la semana de sangre sea bendecida.

SeokJin decidió no seguir preguntando, todos los asuntos que ligaban al triángulo le recordaba de cierta manera a su matrimonio y todo lo que conllevaba, por ello prefirió callar y quizá así podría disfrutar un poco de la velada.

Namjoon entendió a la perfección el silencio de su esposo, así que el también prefirió callar. Lo que menos quería era un escándalo donde ambos fueran los completos autores. Caminó en silencio llevando del brazo a su pareja, saludando cordialmente a cada persona que se iba encontrando. Hizo una mueca sutil cuando entre las omegas acompañantes estaba su amante, viéndolo con lo que el alfa reconoció como el enojo más vivo y puro. Decidió ignorarla y pasar de largo.

En el centro del salón había una pareja, ambos vestidos de negro. El alfa luciendo imponente y la omega sensual y elegante. El matrimonio Kim los identificó de inmediato debido a sus aromas. Fue por eso que decidieron acercarse y presentar sus saludos cordiales.

—Min Yoongi —saludó el moreno con un apretón de manos, para luego dirigir la mirada a la hermosa mujer que acompañaba al alfa.

Yoongi ladeó la cabeza mientras sonreía. —Kim Namjoon —murmuró bajo—. Me alegra que hayas asistido —dijo, para luego observar al omega—. Kim SeokJin, como siempre es un gusto verte.

El mencionado le regaló una sonrisa mecánica, mientras observaba curioso a la callada castaña.

—Ella es Seulgi, mi esposa —presentó Yoongi, al notar la mirada curiosa de los recién llegados—. Cariño, ellos son SeokJin y Namjoon, grandes amigos.

La omega realizó una respetuosa reverencia sonriendo amablemente, siendo gratamente correspondida por los Kim.

—Mis felicitaciones Yoongi —dijo Namjoon—, tienes una esposa preciosa —halagó.

—Tú no quedas atrás, Kim —respondió el pálido—. Tu esposo sin duda es uno de los omegas más bellos que he conocido.

El moreno infló su pecho orgulloso, ante los halagos que su esposo recibía. SeokJin por otro lado evitó rodar los ojos, y en cambio volvió a observar a la esposa de Min, la cual lucía aburrida al igual que él. Solo que ella lo disimulaba casi a la perfección.

—Yoongi —llamó al pelinegro, obteniendo la atención de éste y su esposa—. ¿Me permitirías llevarme a tu esposa por unos minutos para buscar algo de tomar? —preguntó con cortesía, con la esperanza de que la castaña accediera y así librarse por fin de Namjoon.

—Si ella desea acompañarte, no hay problema —concedió, sus ojos fijos en la omega a la espera de una respuesta.

Seulgi lo pensó por algunos segundos, la verdad era que no quería separarse de su alfa. Había notado en varias ocasiones las miradas que varios omegas le daban y algunas descaradamente eran respondidas por el pálido, haciendo que el instinto territorial de la castaña despertara, pegándose al brazo del pelinegro sin darle oportunidad de librarse. Fue por eso que quiso negarse, pero sería un gran desplante y el omega que tenía frente a ella lucía agradable, además de ser el único hasta el momento que no le había coqueteado a su esposo.

—Está bien —aceptó luego de unos segundos, haciendo sonreír en grande al omega Kim.

Ambos alfas observaron en silencio a sus parejas marcharse rumbo a las mesas de los bocadillos.

—Pensé que vendrías con alguno de tus amantes, tal como lo has hecho los años anteriores —se burló Namjoon.

—Iba a hacerlo —aceptó el pelinegro—. Pero no sería beneficioso para mí —comentó, obviando el hecho de que había sido malditamente rechazado.

El moreno asintió en acuerdo. —¿Has presentado a tu esposa con los demás miembros?

—Solo a Siwon y Tony —respondió—. Los demás miembros no la aceptan por la impureza de su sangre.

Namjoon alzó una ceja. —¿Qué hay de Hwasa? —indagó, observando a la nombrada a pocos metros de ellos acompañada de una chica de antifaz rojo al igual que su cabellera.

—Fue la primera en rechazarla —contó divertido—. Luego del desplante que le hizo, Seulgi corrió avergonzada a los baños, donde Kila la siguió seguramente para consolarla, que sé yo.

—¿Y tú no la seguiste? —preguntó Kim mientras reía.

—No iba a humillarme, bastante tuve con tener que traerla —dijo indignado—. Además, Hwasa tenía que decirme todo lo relacionado al acuerdo de Japón. Así que, prioridades son prioridades.

Ambos aceptaron una copa de vino tinto ofrecido por una de las omegas encargadas de servirles y se dispusieron a disfrutar del sabor de la bebida, mientras más personas iban llegando. En un momento de la velada, un alfa pelinaranja con antifaz dorado ingresó por la puerta principal, siendo acompañado por una omega vestida con un sensual vestido color oro y antifaz negro con bordes dorados.

Namjoon y Yoongi observaron en silencio como la pareja de recién llegados se acercaban a ellos. El alfa con una sonrisa de oreja a oreja y la omega mortalmente seria.

—¡Yoongi! Te luciste con esta fiesta. Quedó mucho mejor que el año anterior —dijo Hoseok animado, observando con fascinación cada detalle de la decoración.

—Siendo el Dragón Negro el anfitrión ¿Cómo podrías esperar menos? —respondió el pálido con arrogancia.

El pelinaranja rió divertido. —¿Dónde está tu esposa Yoongi? —preguntó—. Porque me imagino que viniste con ella.

—Se fue por ahí, en compañía de SeokJin —respondió Namjoon, por el pelinegro.

Jung asintió contento, para luego observar a su sensual acompañante.

—¿Quieres ir a dar una vuelta por ahí amorcito? —preguntó meloso, con sus dedos acariciando la fina cintura de la omega.

La chica asintió en silencio, así que Hoseok afianzó el agarre y se marchó con ella a algún lugar del gran salón. Dejando nuevamente a los alfas solos.

El moreno observó su reloj y suspiró. —El baile dará inicio en unos minutos —anunció, haciendo bufar al pálido.

—Lo único bueno de todo esto, es que al culminar el dichoso baile el resto de la noche será libre —respondió Yoongi, dejando la copa vacía en una de las mesas.

Namjoon asintió en acuerdo, y al igual que el pálido dejó su copa en la mesa.

—Iré por mi esposo —informó el moreno, ajustándose el antifaz—. Tú deberías de hacer lo mismo, entre más rápido mejor.

Yoongi suspiró pesado mientras seguía al más alto, en busca de su esposa.

—Bien, salgamos de esto.

En el baile varias emociones habían despertado, unas eran positivas y otras sumamente negativas, creando el ambiente más incómodo y hostil que era la cereza del pastel de cada año.

Cuando Yoongi se dispuso a seguir a NamJoon, éste ya venía de regreso en compañía de su esposo y Seulgi. El pelinegro había tomado de la mano a su esposa, y como grandes anfitriones habían sido los primeros en situarse en la pista de baile a la espera que el baúl que contenía las cartas fuese abierto.

Habían pasado pocos minutos cuando un par de omegas encargadas de la organización del lugar había abierto el baúl de oro. Creando los nervios y ansiedad en las parejas que participarían del baile.

Como anfitrión principal, el primero en sacar una carta fue Yoongi. El alfa recuerda perfectamente como el joven rostro de su esposa se desfiguró por completo cuando del baúl sacó una carta de diamantes y la sostuvo en alto, obteniendo el pase directo para bailar con cualquier omega que deseara. El pelinegro estuvo sin duda aliviado, ya que no tendría que marcar nuevamente a la castaña. Estaba seguro que la chica moriría si él volvía a marcarla, es por eso (y porque no había nadie en especial con quien quisiera bailar) que decidió hacer el baile con Seulgi, llenando de felicidad infinita el corazón de la omega. Por otro lado, a Yoongi ni siquiera le importó. Él solo pensaba que al terminar el baile todos los omegas se irían al salón de al lado a jugar o seguir bailando como lo hacían cada año, mientras los alfas se quedaban en la planificación de la semana de sangre, discutiendo pequeños y grandes detalles, fumando y bebiendo.

En conclusión, unos minutos de baile a cambio de horas sin su esposa era un sacrificio que Yoongi veía merecedor de hacer. Así que, si se observaba con atención, ambos obtendrían lo que querían.

Pero no todos ganaron en aquel baile.

SeokJin nunca había sentido tanto terror como el que sintió cuando su esposo con una sonrisa descarada y triunfal le mostró la carta de corazón. Estaba seguro que ni todos los golpes y humillaciones que había sufrido eran tan grandes como el que sufriría al ser marcado en público por su alfa. Recuerda que se aferró a su vientre como última esperanza, y como la única manera de mantenerse cuerdo al verse atrapado nuevamente en la oscuridad.

Y entre la melodía clásica que se dejaba escuchar por todo el lugar, el lamento de un corazón herido que comenzaba a podrirse se escuchaba, como un susurro lastimero a la lejanía que es manipulado por el viento y olvidado por el tiempo.

Sus manos se aferraron fuertemente a la fina vestimenta del alfa, el sudor bañó su frente y sus dientes dolieron de tanto que los apretó para contenerse y no dejar salir su aroma y así delatar el inmenso miedo y asco que sentía.

Sonríe y frente en alto. Ya pasará...  cierra los ojos y no sentirás...

Cerró sus ojos, y aún con su voluntad y fortaleza de hierro no pudo evitar la dolorosa, traicionera y sangrienta lágrima que fue derramada cuando los fuertes colmillos de su esposo profanaron una vez más su delicado cuello, encadenando a su lobo en un oscuro lazo que lo envenenaba día a día.

Sintió escalofríos para nada agradables cuando la tibia lengua de su esposo pasó de manera delicada sanando la herida. Quiso empujarlo, alejarlo de él y salir corriendo de ahí. Pero la amenaza estaba presente, y aunque quisiera no podía hacer tal insensatez.

En un momento del baile su mirada se clavó en un par de ojos bicolores que le observaban con profundidad. SeokJin podía sentir como aquellos ojos le desnudaban el alma y le trasmitían sentimientos que para él eran imposibles de comprender. No sabía quién era aquel joven de antifaz blanco, pero su aura era de completo poder, la sentía palpable en el ambiente y de una manera curiosa y extraña se sintió cómodo y confiado. La mirada fría y retadora del desconocido le sirvió de impulso para volver a retomar su máscara de hielo ante todos los invitados y no dejarse doblegar ante el poder que su esposo quería imponer en él.

Se acabaron los días en los que era manipulado y manejado al antojo de los demás. Ahora él tenía el control, y esa nueva faceta sería su mayor arma contra todos aquellos que lo lastimaron.

Todos los alfas estaban sentados alrededor de la enorme mesa redonda, tomando como completos adictos mientras reían de los diferentes tipos de torturas que habían hecho, o el número de violaciones, asesinatos y secuestros que tenían hasta el momento. Cada uno compitiendo por quien había hecho las mayores atrocidades, felicitándose entre ellos por tan grandes hazañas.

Yoongi estaba entretenido. Hasta el momento iba a la cabeza de todos, y realmente dudaba que hubiese alguien de los presentes capaz de destronarlo de su reino sangriento y de poder.

—Ok. Ya sabemos que el más desquiciado de todos nosotros es Min, así que vamos a examinar en otro ámbito, uno mucho más interesante —habló Siwon, quien se encontraba completamente animado tras litros y litros de alcohol haciendo estragos en su sangre.

Yoongi tomó posición altiva y orgullosa mientras daba una profunda calada al tercer cigarrillo de la noche. —Adelante. Dudo mucho que me superen en algo manada de perdedores —comentó arrogante, escuchando las quejas de los presentes.

—Sabemos que tienes el título en torturas, manipulación, robo, y en follador de omegas y betas.

—También en alfas —respondió el pelinegro guiñándole un ojo al líder de Xolot, creando las burlas en los demás.

Siwon carraspeó con un leve rubor. —Como sea. Lo importante aquí es que hay algo en lo que ya no eres el rey mi querido amigo —celebró burlón—. Hace tiempo fuiste destronado, pero con tu gran ego nunca lo notaste.

Yoongi alzó una ceja y sonrió ladino. —¿Y en que fui destronado?

—En matar.

Un denso silencio se propagó por todo el salón, Yoongi observó cada uno de los alfas interrogante mientras seguía disfrutando de su cigarrillo. Muy pocos le veían directo a los ojos, y los demás se escondían tras los antifaces que llevaban.

Todos los presentes se sobresaltaron cuando el silencio fue roto por las estridentes carcajadas del pelinegro.

—¿Qué es tan gracioso Min? —preguntó Hwasa, bebiendo de vez en cuando de una copa de vino.

—Lo que dice el idiota de Choi —limpió una lagrima falsa, y luego observó seriamente a los demás que ya le veían con gesto divertido—. ¿Y así dicen que el del ego alto soy yo? —bufó incrédulo—. ¿Quién de ustedes se atreve a decir en mi cara que es mejor asesino que yo? —preguntó altanero.

—Yo —respondieron a sus espaldas y todo el vello de Yoongi se erizó.

El pelinegro observó en silencio como el recién llegado rodeaba la mesa ante la mirada atenta de todos los presentes, y se ubicaba justo frente a él. No pasaron muchos segundos cuando los deliciosos aromas a té verde y frambuesa danzaron por todo el lugar de manera exquisita y sublime, haciendo respirar profundo y pesado a más de un alfa.

Yoongi miró aquella sonrisa cínica y llena de malicia, combinando a la perfección con aquellos ojos bicolores, los cuales brillaban en la más pura locura y sed de sangre y poder. Todo en un refinado contraste con sus ropas totalmente blancas al igual que el delicado antifaz que llevaba. Dando la perfecta representación de un ángel caído del cielo, el cual fue corrompido por la delicia de lo carnal y lo tentador de la oscuridad.

Fue hasta ese momento que el alfa pudo apreciar con verdadero deleite las curvas que poseía el asesino. Aquel pantalón de cuero blanco no dejaba nada a la imaginación, revelando así los deliciosos muslos gruesos y firmes. La delicada camisa de seda blanca era tan delgada que Yoongi pudo notar los piercings que el chico llevaba en cada pezón, haciéndolos resaltar, y resecar la boca del alfa por las ansias repentinas de querer chuparlos y morderlos hasta el punto de hacerlos sangrar. El pálido sintió como un delicioso hormigueo viajaba por todo su cuerpo y se asentaba en su polla irguiéndola por completo ante la imagen de Amox gimiendo su nombre.

Y aunque su fruto prohibido siempre sería el elixir que lo saciaría por completo, no puede negar que se sentía atraído ante la maldad y locura que Amox le ofrecía. Siendo ambos sus ángeles infernales. Jimin el ángel bueno, que se encargaría de renovar su cordura y mantenerlo estable dentro de los límites del más puro deseo que el elixir prohibido del castaño le ofrecía. Mientras que Amox sería su ángel malo, aquel encargado de llevarlo a los confines de la locura mientras ambos sucumbían en el morbo y oscuridad.

Su Caín y su Abel... atrapado en el encanto y sensualidad de Jimin, y la locura y misterio de Amox.

—Pero que sorpresa, guapo —la voz de Hwasa lo sacó de sus ensoñaciones—. ¿Con quién has venido?

Amox dejó de observar a Yoongi para centrar su atención en la Alfa pelinegra. —Vine con Taehyung —respondió, mientras se sentaba en el regazo del mencionado.

—¿Y que hace un precioso Omega aquí? —preguntó Siwon, emocionado de poder hablar con el famoso asesino—. La sala de los Omegas es la de al lado.

Amox lo observó directamente a los ojos. —¿Me veo del tipo de Omega que toma el té mientras habla de modas y alfas?

Todos los presentes rieron, y Siwon captó la respuesta. Así pasaron varios minutos mientras hablaban de cosas banales, siendo el humor negro el anfitrión de cada comentario. Yoongi no podía dejar de observar el cómo Taehyung acariciaba la cintura de Amox y éste le hacía mimos en el rubio cabello, mientras cada tanto de segundos se susurraban cosas que el pelinegro no lograba escuchar.

Luego de un rato el omega se levantó, llamando la atención del resto de los presentes. —Es momento de retirarme.

—¿Tan pronto se va? —preguntó GoAra, sonrojándose furiosamente cuando su tono de decepción fue tan evidente.

Amox se acercó a la alfa y le acarició suavemente la cabellera, tal y como lo había hecho la última vez que se habían visto. —Iré al laberinto, aún debo esperar a Taehyung —respondió bajito.

Yoongi observó como el chico le daba un asentimiento a su acompañante y se disponía a salir del lugar, pero antes de hacerlo lo miró directamente a los ojos y le dio un guiño coqueto y descarado, sonriéndole de la manera más malditamente sensual.

Solo pasó un minuto cuando el alfa se puso también de pie.

—Yo también me voy —anunció. Y sin esperar respuesta salió del lugar rumbo al laberinto.

No sabía por qué tenía tanta ansiedad por llegar. El aroma que el chico iba dejando por todo el lugar lo tenía dopado, tanto así que apresuró el paso hasta que luego de unos minutos estaba fuera del edificio y frente al gran laberinto.

—¿A qué estás jugando? —susurró al viento de la oscura y silenciosa noche.

—Al gato y al ratón —susurraron en su oído, mientras una mano traviesa acariciaba la evidente erección del alfa.

Yoongi trató de tomar aquella mano, pero, así como apareció desapareció. Giró rápidamente y nuevamente la soledad lo invadía. ¿Es que acaso era un puto fantasma? ¿Cómo podía moverse tan rápido? Estaba confundido y frustrado. Pero una risa divertida y proveniente del inicio del laberinto le corroboró que no se trataba de ningún fantasma, sino más bien de un pequeño roedor que moría por ser cazado.

Con una sonrisa lasciva caminó los pocos pasos hasta el inicio del laberinto, y notó curioso que el delicado antifaz que Amox llevaba estaba tirado en el suelo, así que optó por hacer lo mismo quitándose el propio y aventarlo a algún lugar del amplio jardín.

Sin mirar atrás se adentró al oscuro lugar, sin importarle perderse. El único guía que tenía eran los fuertes aromas del omega, los cuales le iban diciendo que camino tomar en aquel oscuro y complicado terreno.

Recto, izquierda, derecha, derecha, recto, derecha, izquierda, recto, izquierda y luego derecha.

—Hasta que llegas Min —susurró Amox, oculto bajo el manto de la oscuridad.

—Tus aromas fueron una excelente guía.

Sintió las hojas de los arbustos moverse, y Yoongi supuso que el chico se estaba acercando a él.

—¿Por qué me seguiste? —quiso saber. Su tibio aliento chocando contra el rostro del alfa.

Yoongi posó ambas manos en la cintura ajena y poco a poco fue ascendiendo hasta que acarició aquellos pezones endurecidos y adornados con los piercings, haciendo al contrario jadear.

—Tú me invitaste —murmuró ronco.

Amox gimió ante la exquisita tortura a la que sus pezones fueron sometidos. —¿Lo hice?

—Tus ojos lo hicieron.

La risa y el calor contrario tenían los sentidos del alfa alertas, y las ganas de sacar a flote sus instintos más primitivos y oscuros lo estaban matando.

—Tienes razón —aceptó Amox, librándose fácilmente del toque de Yoongi y desapareciendo en la oscuridad, aunque estaba cerca, el alfa lo sentía—. Quiero invitarte a las carreras clandestinas que serán en dos días, hay un par de asuntos que debo hablar contigo.

El alfa se cruzó de brazos. —¿Y esos asuntos no podemos hablarlos aquí y ahora?

—No.

Resopló. —Entonces ¿Por qué estamos aquí?

El menor rió con diversión mientras como un completo depredador rodeaba el cuerpo del alfa. Yoongi sintió como el chico volvía a estar frente a él, y sin tiempo que perder lo apresó en sus brazos impidiéndole escapar.

—Tranquilo Min, no me escaparé —informó divertido.

—¿Qué es lo que quieres?

Yoongi sintió como su erección vibró en el mismo momento que una lengua traviesa lamía toda la extensión de su garganta, subiendo de manera lenta y agonizante por la fina mandíbula hasta detenerse en la comisura de sus finos labios, resecos y ansiosos.

—Esto... —susurró el menor, para luego estampar sus labios con los finos del alfa en un beso ardiente, ansioso y voráz.

Yoongi correspondió con la misma intensidad aquel beso. Sintió como el hambre por poseerlo aumentaba, y los deseos que hasta el momento habían estado ocultos en la prohibida y densa oscuridad salían para hacer estragos en la cordura de las mentes de ambos amantes entregados al placer de lo prohibido. Era una lucha que ambos tenían, por ver quién era capaz de soportar el veneno que desprendía el otro, dejándose consumir por el contrario en un espiral de emociones donde el placer del morbo era lo que mantenía el libido de ambos fuera de los limites posibles.

Y fue con ese primer beso regalado por el mismo Lucifer que Yoongi se dejó enredar por el tallo lleno de espinas que poseía aquel misterioso ser, dejándose envenenar por el dulce veneno que desprendía aquella rosa negra, llena de lujuria y placer.











Uy. 🌚
¿Jimin y Yoongi?
¿Amox y Yoongi?
Piensen piensen...

Mis amores, realmente espero que el capítulo les haya gustado y desde ya les voy avisando que lo meramente emocionante de la historia apenas empieza. Así que agárrense fuerte.

Para l@s que leían la versión anterior, déjenme informarles que a partir de los próximos capítulos haré varias modificaciones. Quitaré escenas y agregaré otras. Espero sorprenderl@s con lo que mi mentecita ha venido preparando jsjsjs.

También quería decirles que hice una cuenta en Instagram. Me encuentran como moondreams774 fue hecha especialmente para mis historias. Así que si quieren saber detalles extras y ver imágenes que no subiré por aquí les recomiendo que la sigan.

Como siempre agradeciendo su paciencia, apoyo y amor. Ustedes son la razón por la que me siento a escribir con una sonrisa en mi rostro.

Si te gustó el capítulo apóyame dejando tu voto y comentarios.

¡Hasta aquí mi reporte familia Yoon!

Nos vemos en la próxima ❤️




YOONGLH💀

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