💀08💀
Por ahí dicen que todo lo que haces lo pagas. Dicen que la locura es algo relativo. La cual puede inspirarte, pero también mantenerte cautivo. Y la maldad que florece de la rosa de la cordura perdida, será el fruto de la perdición de todos aquellos que una vez dañaron el alma que ahora se encuentra podrida.
Un golpe sordo resonó por todo el lugar. Fue tan potente, que logró despertar al asustado alfa, que desde hace un par de horas se encontraba cautivo.
Con su corazón acelerado y respiración errática, trató de enfocar mejor su vista. Pero era imposible detectar algo en medio de la densa oscuridad. Intentó moverse, pero no pudo; Fue justo en ese momento que se percató de las múltiples cadenas que lo mantenían fuertemente sujeto a aquella fría silla de metal. Manos y pies inmovilizados, causándole un terror indescriptible al verse a sí mismo atrapado en un lugar desconocido. Sin ninguna posibilidad de escapar.
Trató de recordar lo que había ocurrido y nada. Su mente estaba en blanco, no sabía lo que había pasado y le frustraba y aterraba a la vez.
Agudizó sus sentidos y en la lejanía se podía escuchar una tenue melodía. Era lenta, triste y melancólica, con un toque fantasmal, logrando erizar cada bello de su ser al escucharla de manera continua.
Nada de lo que estaba pasando le gustaba. Esa música y el lugar oscuro con un hedor que desconocía lo estaban alterando, sabía que nada bueno ocurriría una vez esa triste melodía muriera y el infernal silencio, profundo, agonizante y mortal reinara. Listo para apoderarse de su cordura y hundirlo por completo en la densa oscuridad, que a gritos aterradores clamaba por su alma perdida.
Sintió como la atmosfera cambió. El aire se hizo más espeso, haciéndosele casi imposible de respirar. Sentía como poco a poco sus pulmones se sobrecargaban hasta sentirlos desgarrar por dentro, por el esfuerzo sobrehumano que hacían para poder mantenerlo con vida.
Nunca en su vida se había sentido tan miserable, pequeño e impotente. Siempre fue un hombre de riquezas y poder; con el mundo a sus pies y sus enemigos muertos, el viejo alfa creyó que nada ni nadie sería capaz de interponerse en su camino, que sería alguien intocable, que siempre estaría en la cima de la pirámide del poder.
Que equivocado estaba...
Ahora que se veía encerrado en un lugar desconocido, patéticamente atado sin poder escapar, sin saber quién le tiene ahí, sin recordar nada de lo ocurrido, sin saber que será de él, sin saber si saldrá con vida... todo eso unido, fue el detonante que hizo caer en lo más hondo de su ser su inquebrantable orgullo.
Los minutos pasaban en compañía de la tétrica melodía, y él se sentía cada vez más débil. Su cuerpo estaba entumecido, sus manos temblaban, su cabeza mareada y sus parpados pedían a gritos ser cerrados.
No sabía cuánto tiempo estaría así, hasta que de pronto escuchó un grito desgarrador con un golpe seco alertando por completo a su lobo, al percibir el gran peligro que ambos corrían.
De repente la música paró. Dando lugar al horripilante silencio, el cual no duró mucho, ya que luego de un par de minutos de densa oscuridad y profundo silencio, unos pasos lentos y pesados se dejaron escuchar.
El alfa, ahora con sus sentidos completamente alertas pudo escuchar como claramente los pasos se acercaban, haciéndole estremecer sin razón alguna. Sintió como su lobo se retorcía y gruñía en su interior en clara advertencia, hacia quien sea que estuviese acechándolo en la oscuridad. Pero todo parecía en vano porque los pasos no cesaban, y conforme los segundos pasaban su cuerpo se tensaba cada vez más.
Los pasos cesaron, volviendo al silencio por unos instantes. Sintió el fuerte crujir de la puerta al ser abierta con brusquedad y nuevamente los pasos se dejaron escuchar. Esta vez acompañados de un nuevo sonido, fuerte y molesto, alterando todavía más los nervios del alfa.
Trató de calmarse y poder identificar de dónde provenía dicho sonido, estuvo concentrado un par de segundos hasta que lo detectó, naciendo de la pared. Era el sonido de algo metálico siendo arrastrado por la gruesa pared de concreto. Quien sea el que se acercaba a él, era el que lo hacía. Y el alfa ya se estaba haciendo una idea de lo que podría ser; gustándole cada vez menos aquella situación en la que estaba.
Su cuerpo se tensó por completo de manera alarmante cuando a sus fosas nasales le llegó el aroma tan conocido de la sangre; junto a otros aromas que conocía tan bien, y que esperaba no volver a sentir nunca más.
Una capa de sudor frío cubrió su frente, ahora ya no importaba la oscuridad, pues ya sabía muy bien quién estaba con él en aquel lugar. Sintió terror y angustia como nunca antes los había sentido, porque estaba seguro que aquella persona no tendría piedad con él.
Los demonios de su pasado venían por él, y la rosa que años atrás fue disecada por sus manos, estaba hambrienta de su carne y sedienta de su sangre.
Nuevamente los pasos cesaron y con ellos el sonido del metal. La oscuridad y silencio envolvió a ambos individuos, en aquel viejo lugar.
Esta vez no se escuchaba ningún otro sonido, salvo la respiración profunda y errática del alfa atado, demostrando que estaba ahí. El otro sin embargo, estaba consumido en un silencio mortal. Su respiración era inaudible, que si no fuera por sus aromas en el aire pasaría inadvertido, como un espectro fantasmal.
—Sé quién eres —susurró en medio del silencio, pero no obtuvo respuesta—, ¿Qué quieres de mí? —preguntó. Otra vez silencio.
Nuevamente los pasos se hicieron escuchar, esta vez con un suave tarareo del recién llegado. El alfa, inmediatamente notó que se trataba de la misma melodía que momentos atrás había estado escuchando. Llenándole de terror y nerviosismo, al saber que aquel horror que había formado parte de su pasado había vuelto por él.
Víctima de sus propias emociones, se giró con brusquedad dónde él creía el tipo se encontraba. No sabía que pasaría, pero no se la dejaría fácil, jamás lo doblegaría.
—¡MUÉSTRATE COBARDE! —gritó con todo el valor que pudo reunir, escuchando por fin la risa llena de maldad del contrario.
Y justo en ese momento, tres bujías se encendieron, dando una luminosidad pobre al lugar, pero la suficiente donde ellos estaban; permitiéndole observar con mejor claridad dónde se encontraba, encontrando una sala, aparentemente abandonada por su estado. A un lado de donde él se encontraba había una gran cama de hierro, y al lado de ésta una vieja mesa de madera, que por la misma luminosidad no pudo ver lo que había en ella.
—Aquí estoy —le susurraron a sus espaldas, para luego observar como un hombre de cabellos negros, alto y delgado se situaba frente a él.
El mayor hizo una mueca cuando observó la horripilante máscara (de lo que al parecer era un conejo) que el menor llevaba, realmente era perturbadora y le hacía sentir incómodo.
El pelinegro, se dio cuenta de su incomodidad y rió divertido mientras se quitaba aquella máscara, dejando ver aquel rostro que el viejo alfa tanto odiaba y temía a la vez.
—Así que eres tú... —murmuró entre dientes, observando aquellos ojos penetrantes—. Tenía la esperanza de estar equivocado.
Amox sonrió en grande mientras extendía ambos brazos, dándole de este modo un saludo fraterno al maldito animal que había cazado.
—¡Sorpresa! —exclamó eufórico—, Ya te extrañaba ¿Cuánto teníamos de no vernos? ¿Un año quizás? —preguntó, mientras acariciaba su barbilla.
—Maldito bastardo —bramó el mayor—. Siempre supe que serías un estorbo, debí matarte con mis propias manos hace años —dijo lleno de rabia—¿POR QUÉ VOLVISTE? ¿QUÉ QUIERES DE MI? —gritó, sin importarle el dolor en su garganta.
Amox volvió a reír, esta vez más fuerte. Realmente se le hacía divertido ver a uno de los líderes del circuito tan desesperado y atrapado. Los ojos de aquel alfa le demostraban el miedo que alimentaba a cada uno de sus demonios, sedientos de sangre y poder.
—¿No es obvio? —preguntó cuando se pudo calmar, dejando el aura burlesca y divertida. Reemplazándola por una hostil, llena de ira y sed de sangre contenida—. Voy a matarte.
Ahora fue el turno del viejo alfa para reír, el ardor en su garganta aumentaba, pero eso no le detenía. Conocía bien a la basura que tenía frente a él y sabía que esas manos aún eran cobardes e inexpertas. Un ser débil que había nacido para ser nada.
—No tienes las pelotas —le aseguró—. He escuchado de ti ¿Cómo te haces llamar? —fingió pensar—, oh si, Amox —rió otra vez—. Vaya nombre Amox ¿Tanto te duele tu miserable pasado que no quieres recordar ni tu nombre? ¿TANTO TE DUELE TODAS LAS VECES QUE TE TORTURÉ, DROGUÉ Y FOLLÉ? —gritó fuera de si—, porque yo disfruté de destrozarte, hasta convertirte en la mierda que eres.
—Tu hijo dijo lo mismo un par de minutos atrás —habló tranquilo, borrando cualquier rastro de burla y superioridad en el mayor—. Sólo que con él no tuve paciencia ni ganas de jugar —hizo un puchero, fingiendo pesar.
—¿Dónde está mi hijo? —preguntó cauteloso, haciendo sonreír en grande al de ojos bicolores —¡¿Qué le hiciste maldita sea?!
Amox caminó hacia la puerta, bajo la atenta mirada del mayor, para luego regresar junto al alfa y responder sus dudas.
El mayor sintió como la bilis subía por su garganta queriéndole hacer vomitar, su corazón se aceleró y sus ojos ardían por la irritación que provocaban las lágrimas contenidas.
Amox le sonrió, pero sus ojos se mantenían oscuros. Llenos del odio inmenso que sentía por aquel ser que estaba frente a él.
—Aquí está —anunció, sosteniendo en alto la cabeza ensangrentada de un joven. Destrozando por completo el corazón del mayor, al ver el final que tuvo su único hijo—. Ahora dile ¡Hola papi! —se burló.
—Jong... —susurró lleno de dolor.
—¿No crees que se ve hermoso? —preguntó el pelinegro.
El alfa observó la cabeza de su hijo, viendo fijamente las dos rosas negras que estaban cruelmente incrustadas en ambas cavidades orbitarias, sustituyendo de manera cruel ambos ojos. La boca se encontraba cocida con un fino hilo rojo de extremo a extremo, dándole el aspecto de la cabeza de un muñeco tétrico.
—Tuve que cocerle la boca —la voz de Amox lo sacó de sus ensoñaciones—. Lo hice de camino hacia acá, así no escuchabas sus gritos —explicó tranquilo—. Luego le agregué las rosas, pero como ya no podía gritar no había problema que lo escucharas y mi sorpresa se arruinara —sonrió orgulloso—, ¿Te gustó? porque a mí sí.
—¡ESTAS DEMENTE! —gritó. Víctima del dolor que sentía, mientas observaba como Amox tiraba la cabeza de su hijo a la mesa de madera.
—Es lo que tú mismo creaste —respondió juguetón—. No te preocupes que su muerte fue rápida. En cambio la tuya... —sonrió lamiendo sus labios—, será muy lenta.
El alfa no respondió. Se mantuvo en calma y en silencio, observando como el pelinegro se dirigía a la mesa. Sintió a su lobo erizarse, cuando el sonido de varias herramientas impactó en el hierro de la cama. Dirigió su vista a ese lugar, solo para observar como Amox sostenía en su mano derecha un martillo y en la izquierda una navaja curva, con expresión indecisa.
Decidido a escapar de ahí, el viejo alfa empezó a idear una estrategia. Tenía que buscar la manera que le soltara y así poder atacarlo, sabía que el muchacho era fuerte y que sus habilidades en combate cuerpo a cuerpo eran mortales, después de todo había sido entrenado bajo su organización. Pero estaba seguro que si la oportunidad se le presentaba ganaría. Solo necesitaba un poco de tiempo para idear un plan.
—¿Dónde estamos? —preguntó con el fin de distraerlo y así ganar tiempo.
Amox levantó la vista hacia el alfa y le sonrió divertido, mientras que en su mente trastornada los gritos de un pequeño implorando piedad a sus agresores alimentaba su alma sedienta de venganza.
—¿No lo recuerdas? —preguntó fingiendo sorpresa. El mayor negó —, estamos en mi antiguo hogar.
El alfa se tensó, por eso la estructura del lugar se le hacía tan conocida. De repente su mente viajó a aquel pasado lleno de gloria dónde se había encargado de marchitar con su veneno aquella delicada rosa, hasta moldearla a su manera convirtiéndola en un cuenco vacío que sería manipulado a su completo antojo.
—No puede ser... —susurró perdido.
—Si puede ser —respondió acercándose a él con una pequeña jeringa que sacó de su bolsillo. Cuando estuvieron frente a frente, Amox se agachó para así estar a su altura y verle a los ojos—. Me pareció una excelente idea matarte en el mismo lugar que me mataron a mi —comentó el menor con mirada vacía—, es por eso que te traje al infierno que ustedes crearon para mí cuando era apenas un cachorro inocente que no podía defenderse —el pelinegro tensó la mandíbula, mientras el otro negaba frenéticamente—. Bienvenido a Gonjiam.
Apenas las palabras abandonaron los labios del menor, la poca cordura que le quedaba al alfa se esfumó. El miedo y quizá arrepentimiento se hizo presente. Gonjiam había sido uno de sus lados más oscuros en el pasado, un lugar al que no pensaba volver y el cual, de manera retorcida seria el testigo de su muerte.
Amox sacó una pequeña hoja de papel del bolsillo de su pantalón y empezó a leer en silencio, ante la mirada suplicante del alfa.
—He seleccionado varios de los procedimientos que me hicieron en este mismo lugar para experimentar contigo —dijo mientras observaba la hoja—. No te preocupes que son los más leves y escogí pocos —tranquilizó.
—P-por favor...
Amox carcajeó, en sus planes no estaba escuchar tan pronto las suplicas del alfa. Pero podía entender mejor que nadie la desesperación que se vivía minutos antes de comenzar con la tortura.
—Oh... siempre hacía lo mismo cada vez que iniciaban —recordó sonriente—. Siempre suplicaba, pero nunca pararon. Así que, como haremos lo mismo, pero con los papeles invertidos, yo tampoco me detendré —sentenció, sin dejar de lado su sonrisa llena de locura.
El alfa desesperado empezó a retorcerse en la silla, tratando inútilmente de deshacer las cadenas que lo mantenían cautivo, sintiendo la adrenalina pura viajar por todo su cuerpo haciendo estragos en su frecuencia cardiaca, alterando completamente sus sentidos.
Amox sacó la pequeña jeringa, la cual contenía un líquido negro. Le dio tres golpecitos con el dedo índice y luego observó al alfa que ya lo veía atentamente, con un miedo profundo y la respiración descontrolada.
Sin esperar más, enterró la aguja en el cuello de su víctima haciéndole gritar. El mayor sintió de manera automática como su cuerpo hormigueaba y poco a poco se hacía más pesado, imposibilitándolo de poder realizar el mínimo movimiento.
Amox se incorporó y se dirigió nuevamente a la mesa. El detalle del veneno era su parte favorita, y crearlo su mayor deleite ya que ambos fundidos eran uno solo, con una oscura maldición que seguiría hasta los confines del infierno a todos sus verdugos.
—El primer paso es administrar mort de minuit —comenzó a explicar mientras buscaba unas llaves—. Es un veneno natural que no es letal, pero sí te mantiene inmóvil por horas —cuando encontró lo que buscaba se acercó nuevamente al alfa para empezar a liberarlo—, ¿Sabes que es lo mejor? —preguntó—, casi no podrás hablar, ni moverte; pero tu sensibilidad estará más activa que nunca, así que sentirás con mayor potencia los demás procedimientos.
Amox levantó el peso muerto del alfa sin esfuerzo alguno, y lo acostó en la gran cama de hierro donde separó manos y pies, colocando pequeñas tablas de madera debajo de cada extremidad.
—Ahora vamos a sujetarte —le informó, mientras sacaba cuatro clavos grandes de acero inoxidable y un martillo—. Recuerdo que conmigo lo hacían en una pared, pero cambiaré la dinámica contigo. Aquí el reto es que no debes emitir ningún sonido. Si lo haces serás castigado y créeme, los castigos no son nada bonitos.
El alfa cerró fuertemente sus ojos cuando el primer martillazo golpeó con fuerza bruta en su mano derecha. Sintió las gotas tibias de su sangre manchar parte de su cuello y rostro, y un dolor electrizante extenderse por todo su brazo hasta llegar a su cabeza. El dolor era sin duda insoportable, pero él haría lo posible por soportarlo, su honor como alfa estaba en juego.
Cuando Amox terminó con la mano derecha empezó con la izquierda. El mismo procedimiento, hasta que el clavo quedó perfectamente enterrado entre la carne y la madera. Sin embargo, el alfa no se quejó en ningún momento, demostrando con coraje y valentía que estaba acostumbrado al dolor. El pelinegro no se sorprendió. Después de todo era uno de los hombres más peligrosos del país con el que estaba, y además, aún faltaban dos procedimientos más por soportar.
Pasaron algunos minutos y el alfa se encontraba clavado de pies y manos, la sangre escurría en grandes cantidades por su piel hasta derramarse y caer al viejo piso. Aun así, Amox no escuchó ninguna queja de su parte.
—Has soportado bien el primer procedimiento —alabó el pelinegro—. Ahora vamos a dibujar en tu piel. Debo decir que este es mi momento favorito, sé perfectamente qué se te verá bien.
El alfa observó por el rabillo del ojo como el menor sacaba de un estuche de cuero tres navajas, que a la simple vista se notaban filosas. Eran dos navajas curvas, una grande y la otra pequeña. Y una navaja recta de tamaño mediano. Tomó la última y las demás las colocó en la mesa de al lado.
Con ayuda de la navaja se deshizo de la ropa del alfa, destrozándola por completo; hasta que toda la parte superior del cuerpo quedó expuesta ante él.
Luego tomó la navaja curva más grande y le sonrió al hombre que le observaba con irreal neutralidad.
—¡Empecemos! —dijo animado, para luego empezar a cortar la piel del mayor.
La respiración del alfa se aceleró, sentía un ardor insoportable en toda la extensión de su abdomen. Dirigió su vista hacia abajo y observó la mirada llena de locura del menor, el cómo disfrutaba cortar su piel mientras se fascinaba con cada nueva gota de sangre que era cruelmente robada de su cuerpo. Todo en un frío y lento proceso, sintiendo y escuchando con claridad el sonido que creaban en sintonía el filo de la navaja con su piel al crear el doloroso contacto y abrirla a su paso.
Pasaron unos minutos cuando Amox se volvió a incorporar para tomar ahora la navaja más pequeña. Con ella comenzó a realizar cortes más profundos entre medio de los pliegues de la piel cortada, dándole así los detalles que buscaba para su dibujo.
Luego de unos segundos, se dirigió al centro del dibujo y clavó con un poco más de profundidad la navaja para darle la forma que buscaba, causando que de manera inmediata la sangre saliera con mayor intensidad, golpeando de lleno en su rostro, siendo bañado por completo del líquido escarlata.
El viejo alfa no pudo soportarlo más, estaba perdiendo mucha sangre y el dolor que le causaban los clavos ya no eran nada a comparación del insoportable dolor que le causaba su abdomen abierto. Más toda la sangre que estaba perdiendo, lo estaba haciendo sentirse terriblemente débil y mareado.
Amox sonrió triunfante cuando escuchó los débiles gimoteos y sollozos del contrario. Sabía que no soportaría por mucho tiempo lo que él tuvo que vivir por años.
—Ups —susurró, aparentando culpa—. Parece que perforé algo importante ahí dentro —rió divertido.
Siguió cortando piel durante un par de minutos más hasta que su dibujo estaba perfectamente hecho. Sonrió orgulloso ante su obra. Definitivamente la rosa que le había dibujado quedaba perfecta, y la sangre que salía sin cesar del cuerpo de su víctima le daba el maravilloso toque que tanto amaba.
—He terminado —anunció—. Ahora solo falta pintarlo con MDM y estará listo.
Se alejó unos metros del alfa en busca de más de aquel veneno negro para inyectarle entre medio de las capas de la piel cortada y así darle por completo la apariencia de una hermosa rosa negra.
Sin embargo, sus pasos quedaron congelados cuando entre medio del profundo silencio una palabra susurrada con esfuerzo salió de los labios del alfa, llenando de ira y temor al pelinegro, quien rápidamente se volvió a acercar al hombre. Completamente desquiciado.
—¿Qué mierda has dicho? —preguntó con sus ojos dilatados por la furia y adrenalina contenida.
—P-petit —susurró a duras penas, llenando de nerviosismo el cuerpo del menor al corroborar que había escuchado bien y que no era su mente trastornada jugándole una mala pasada.
Amox se relamió los labios ansioso, y en un arranque de su lobo tomó fuertemente de los cabellos al alfa; causándole una mueca de dolor por el movimiento repentino y brusco.
—¿Cómo sabes de ella? —exigió saber. Su cuerpo temblando por la furia—, ¡DIME! —gritó enloquecido—, ¿Cómo la descubriste?
El alfa tuvo las suficientes fuerzas para reír, causándole un dolor más agudo, pero no le importó. Si iba a morir, se llevaría la poca cordura que le quedaba a aquel chiquillo que años atrás había destruido.
—S-siempre l-lo supe —susurró, escupiendo sangre por el esfuerzo.
—Si alguien se atreve a tocarla se mueren ¿Escuchaste bien? ¡SE MUEREN! —gritó para soltarlo y buscar de manera ansiosa aquella arma con la que había matado al hijo del alfa.
Ya no quería jugar, había tenido suficiente.
El mayor observó como el pelinegro sostenía con ambas manos un hacha de metal y base de madera completamente ensangrentada. No le llevó mucho tiempo deducir a quien le pertenecía dicha sangre, como también saber que el sonido que había escuchado en la pared horas atrás era producido por esa misma arma.
—Me cansé de jugar —sentenció Amox, colocando el filoso objeto en el cuello del mayor —, ¿Últimas palabras?
El alfa clavó su vista en aquellos ojos bicolores que en un pasado desbordaban inocencia, y como pudo sonrió arrogante. Había llegado su final, pero detrás de él venían más personas que le darían su merecido a aquella escoria que atormentó cada momento de su vida.
—N-no podrás s-salvarla N-new Y-York... P-petit...
Y ese fue el detonante.
Un golpe seco cortó el silencio denso del lugar. Amox observó de manera sombría como la cabeza caía y rodaba sin parar hasta chocar con una de las mugrientas paredes, dejando un camino escarlata durante el proceso.
El aullido desesperado de su lobo lo sacó de su trance, recordando la situación en la que se encontraba. Sin perder tiempo, tomó su móvil y marcó aquel numero sin esperar más. Rogando de manera desesperada que su llamada fuese contestada.
—Hola... —la voz, delicada y femenina le devolvió la cordura y tranquilidad que momentos atrás había perdido.
—¿Estás bien? —preguntó con inquietud.
—Sí —respondió extrañada ante el tono preocupado del contrario, al percibir que no obtendría respuesta volvió a hablar—, ¿Qué ocurre? ¿Todo está bien?
Amox relamió sus labios nervioso. Sabía que lo que estaba por decir cambiaría sus planes, y que sería un movimiento sumamente riesgoso, pero no tenía alternativa.
—Volverás a Corea —demandó sorprendiendo a la chica—. No preguntes mis motivos, mañana mismo tomas un vuelo y regresas. New York ya no es seguro.
Pasaron unos segundos de completo silencio, hasta que Amox escuchó un suspiro de la otra línea, haciéndole sentir culpable por la vida tan complicada que había decidido por otros. Pero no había alternativa, debía proteger lo único que le recordaba que seguía siendo humano.
—Está bien —la afirmación lo hizo sonreír.
—Te veré pronto —y sin decir más colgó.
Salió de ese lugar dejando ambos cadáveres. Dentro de unas horas su equipo terminaría el trabajo por él, ahora en su mente tenía un solo objetivo.
Proteger con todo lo que tenía a su pequeño tesoro y matar a todos aquellos que quieran arrebatarla de su lado. Y para lograr su objetivo, haría lo que juró nunca hacer.
Formaría parte de una organización. Más concretamente, se convertiría en miembro del triángulo a como diera lugar.
Los días solitarios del asesino habían llegado a su fin. Con esta nueva amenaza necesitaría un apoyo y poder grandes. Lo quiera o no.
Y el dragón negro le ofrecía ambos... Min Yoongi le ofrecía ambos.
Dato curioso:
Gonjiam sí es real. Fue un hospital psiquiátrico que está ubicado en Gwangju, provincia de Gyeonggi. El cual, actualmente es uno de los lugares más embrujados de Corea.
En 2012 CNN Travel lo seleccionó como uno de los siete lugares más aterradores del planeta.
Lleva más de veinte años abandonado.
Entre los años 1995-1996, los pacientes que estaban en dicho hospital comenzaron a suicidarse de manera grotesca. Según cercanos al lugar, los médicos que los trataban los incitaban de una u otra forma a hacerlo. Pero hay otros que creen que los suicidios en masa que ocurrieron en aquella época, se debían a una intervención paranormal y demoníaca.
La historia de este hospital sirvió de inspiración para la famosa cinta de terror "Gonjiam: Hospital maldito" la cual se estrenó en Corea en Marzo del 2018, ganando numerosos premios dentro del cine asiático al contar con un gran elenco; además de la jugosa recaudación de 20.3 millones de dólares.
PD: Me vi la película y es excelente.
Los amo mucho familia Yoon~ gracias por todo🖤
YOONGLH💀
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