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Toda la alta sociedad, así como personas influyentes en la política, sin importar su lugar en la jerarquía conocían el nombre de Seulgi. O habían escuchado hablar de ella, aunque sea una vez en sus vidas.

Kang Seulgi era una omega preciosa, inteligente, delicada y de clase. A sus veintiséis años de edad, se había graduado con honores de la universidad de Harvard en la carrera de Derecho. Llenando de orgullo a sus padres. Una omega que sabe lo que quiere, que tiene sus ideales bien claros, y que quedó totalmente prendada de un imponente alfa que conoció una noche, en una de las tantas cenas organizadas por su madre, algunos años atrás.

Min Yoongi. Un alfa que emanaba poder por los poros, de carácter fuerte. Con un cuerpo y sonrisa de infarto. Seulgi quería ese alfa para ella. Yoongi era el indicado, uno de su clase, con poder, influencias y dinero. Claramente digno de ella. Estaba completamente enamorada de él y no le molestaba admitirlo. Aunque le frustraba que, en cada encuentro con el alfa, éste no diera señales de corresponderle o algún atisbo del mínimo interés para con ella, y eso le molestaba de cierta manera, hiriendo su orgullo. Poco a poco, con el paso del tiempo empezaba a perder las esperanzas cuando veía al alfa con una persona diferente en cada fiesta en la que se encontraban. Siempre ignorando sus intentos sutiles de coqueteo, o simplemente no notándolos, de tan insignificante que era ella para Min. O así lo creía la omega.

Cansada de tanto rechazo indirecto, Seulgi decidió dejar su enamoramiento por la paz, ya que estaba segura que su oportunidad con el alfa nunca se daría, y que todas las noches en que se soñaba en las sabanas de la cama con ese hombre haciéndole el amor se quedarían en lo que eran... Simples sueños...

Por eso cuando su padre le informó de su compromiso con el alfa Min Yoongi, no pudo evitar sonreír con anhelo y amor puro; sintiéndose la mujer más dichosa del planeta al tener la plena certeza que no eran simples sueños de adolescente enamorada, que era la realidad. Una que su amado padre hizo posible, llenándola de dicha y felicidad.

No preguntó motivos ni razones, simplemente no le interesaron en lo absoluto cuando el estas comprometida en matrimonio con el alfa Min salió de los labios de su padre, aquella tarde de té. Lo demás quedó en el olvido, su mente, corazón y alma centrándose únicamente en una cosa.

Se casaría con Yoongi... seria su esposa...

Esa era su verdad, y su corazón festejó en grande por ello, ya que había conseguido lo que ningún otro omega había hecho; y eso era atrapar al imponente lobo Min. Su orgullo aumentó, sintiéndose inalcanzable.

No le molestó que el alfa no le cortejara, ni le visitara en ninguna ocasión desde que el compromiso había sido anunciado a los medios. La omega comprendía que al igual que su padre, Yoongi era un alfa importante y tenía asuntos que atender antes de la boda. Por eso y muchas otras cosas, la preciosa joven con ayuda de sus amigas, pasó los últimos tres meses en la planeación de su boda soñada. Cuidando de cada detalle, revisando la lista de invitados una y otra vez, cuidando de quien asistiría ya que sería el evento del año. Donde solo las personas más importantes del país tendrían el derecho de asistir. Fue un arduo trabajo, pero valió totalmente la pena al ver todos los preparativos realizados. Ahora su única preocupación era lucir radiante y hermosa para su prometido, y disfrutar al máximo de su boda con amigos, familia, y por supuesto... con el amor de su vida.

Todo por lo que había luchado había valido totalmente la pena, llevándola a ese día. Esa misma tarde, ante los ojos de todos se convertiría en la señora Min. Y esa misma noche llevaría su marca. Demostrando una vez más que todo lo que quería tarde o temprano lo obtenía.

La tarde era encantadora. El sonido de las olas golpeando la arena blanca, con el aleteo constante de las gaviotas era un espectáculo digno de Jeju. El sol del atardecer con sus tonos naranjas y amarillos, iluminaban el enorme ventanal del hotel que estaba ubicado en la parte norte de la isla. Y con ello, a la hermosa joven, quien, vestida completamente de blanco, con una hermosa corona adornando su delicada cabellera oscura, observaba con una amplia sonrisa soñadora, como todo el personal encargado de la planificación y desarrollo de su boda, arreglaban los últimos detalles.

Estaba nerviosa. Y sus manos temblorosas, aferradas al hermoso arreglo floral eran testigo de ello.

Todo estaba listo. El lugar de la ceremonia y el de recepción, la comida, bebidas, los camareros, la música, las flores, las luces, los invitados presentes. Sin embargo, su prometido aún no llegaba y empezaba a sentirse ansiosa por no verlo.

No lo veía desde la cena de su compromiso, y de eso han pasado un poco menos de tres meses. Quiso llorar por ello, sinceramente soñaba con un gran cortejo. Citas a lugares románticos, para atesorar recuerdos inolvidables. Se le ocurrían muchas ideas para una cita ideal, como salir a la playa y contemplar la belleza del mar tomados de la mano, mientras caminaban por la blanca arena. Quizá ir al parque de diversiones y pasar una tarde, donde compartirían gustos y se regalarían sonrisas. También imaginaba que la sorprendía con lindos detalles, como chocolates o una flor, acompañada de una nota. O simplemente que demostrara el mínimo interés en conocer a la que sería su esposa.

Pero no ocurrió.

Y lo que obtuvo en su compromiso fue una sonrisa tensa carente de afecto, acompañada de un beso en su mano, el cual sintió tan frio como el hielo mismo.

Suspiró con resignación. Era estúpido que siguiera haciéndose ideas románticas, cuando era más que claro que su matrimonio era meramente por conveniencia. Pero no podía parar de soñar y no lo haría. Después de todo se casaría con el hombre que quiso desde el primer instante que lo vio. Seria suyo, y se encargaría de enamorarlo, aunque se llevara la vida en lograrlo.

Risas y pasos le distrajeron, y cuando giró en su lugar para observar en dirección a la puerta, se encontró con seis pares de ojos que la observaban fijamente. Seulgi sonrió con sinceridad a sus amigas que la acompañaban en su día especial como damas de honor.

—Te ves hermosa Seulgi —chilló Lía.

—Eres en definitiva la novia más hermosa que he visto, y eso que he asistido a muchas bodas —halagó en esta ocasión Melany.

La novia sonrió con aires de grandeza, pues ella misma era consciente de lo hermosa que lucía.

—El color rojo fue una gran elección —comentó, haciendo referencia al color del vestido que llevaban sus damas.

—Lo sigo detestando —se quejó Kila con el ceño fruncido—. Era más elegante el modelo perla.

—Yo prefería el celeste —murmuró Grace con voz baja—. Pero la mayoría optó por el rojo y no me quejo —restó importancia.

Seulgi observó ansiosa a sus amigas, y de vez en cuando miraba a través del ventanal hacia donde se llevaría a cabo su boda, buscando a su prometido, tratando de ser discreta y fallando en el intento, ya que su inquietud y el cambio en su aroma eran un claro indicativo de lo nerviosa que estaba.

—Si te preguntas por Min, llegó hace media hora —comentó Kila, leyendo sus pensamientos, mientras la observaba de manera intensa—. En estos momentos está con tu padre.

Seulgi frunció el ceño. ¿Por qué su padre hablaría con su prometido justo el día de su boda?

—¿Cuánto tiempo lleva con él?

—Desde que vino fue recibido por tu padre. Imagino que está recibiendo una serie de advertencias y amenazas, ya que desde que ingresaron a una de las salas no han salido. —habló por primera vez Dara, con un toque de burla en su voz.

Kila rió abiertamente ante el comentario de la japonesa, haciendo que la misma hiciera una mueca de molestia.

—¿Qué es tan gracioso pelirroja? —preguntó con irritación.

—Tu ingenuidad querida —respondió calmada—. Min Yoongi no es de los que reciben amenazas. Puedo asegurar que si hubiera un amenazado aquí... —guardó un momento silencio, observando directamente a Seulgi, la omega podía sentir un aura extraña en aquella alfa—. No sería precisamente él.

—¿Conoces al prometido de Seulgi? —preguntó Melany con inocencia, ya que según lo que tenía entendido, nadie de ellas lo conocía.

—Lo conozco —admitió Kila, sin dar importancia al asunto—. Es un gran amigo y socio de mi jefa —comentó despreocupada. Evitando contar la parte donde es malditamente follada por el alfa.

Min Yoongi era un animal en la cama. Y Kila se derretía cada vez que esas grandes manos tomaban su estrecha cintura, mientras arremetía contra ella una y otra vez. Claro que esa no es información para compartir con la futura esposa del alfa. Y aunque le ardía la sola idea de imaginarse a Yoongi en el altar con aquella omega mojigata tenía que sonreír y soportarlo; después de todo era un matrimonio por conveniencia y la pelirroja perfectamente sabía que Min siempre iría a sus brazos, porque ambos sí que sabían disfrutar del tiempo juntos.

—Había olvidado que trabajas para ella —habló Seulgi—¿Qué tal te va con ella? ¿Te trata bien?

Kila sonrió, recordando con admiración a su líder.

—Hwasa es increíble, y me siento cómoda trabajando con ella —comentó—. La paga es buena y el trabajo que hago es... emocionante. No me arrepiento de haber ingresado en su organización.

—Seulgi —le llamó Dara nuevamente, llamando la atención de todas las chicas por el drástico cambio en su tono de voz—¿Estás segura de hacer esto? —preguntó angustiada—, Sé que no conozco a tu prometido y que no tengo el derecho de meterme en tu vida y decisiones, pero desde que se comprometieron él no ha mostrado el mínimo interés. Ni en la boda, ni en ti, y eso hace pensar que él no te quiere —hizo una pausa insegura de seguir—. No me lo tomes a mal, pero es obvio que, en esta boda, solo tú eres la emocionada, y no quiero que arruines toda tu vida con alguien que no te hará feliz.

La novia hizo una fina línea con sus labios visiblemente molesta por lo que su amiga le dijo, y aunque quería con todas sus fuerzas gritarle que se callara no lo hizo. Porque, muy en el fondo sabía que Dara tenía razón. Aunque seguía sin entender el por qué le interesaría a su amiga con quien se casaba y con quien no.

—Bueno... no es el primer matrimonio arreglado en el mundo y tampoco será el último —opinó Melany, queriendo relajar la situación.

—La americana tiene razón Seulgi —dijo Grace, aunque era otra de las que pensaba que aquello era una total ridiculez y que la omega solo sería burlada—. Solo ten paciencia, con el tiempo viene el amor. Veras que, si sabes cómo tratarlo, él se encariñará contigo. Eres una dulzura, no hay modo de que no te ame —fingió una sonrisa.

Todas las presentes asintieron a las palabras de la chica, aumentando el ánimo de la joven novia, y llenándola de esperanzas e ilusiones.

Min Yoongi la amaría...

De repente, la música se dejó escuchar por todo el lugar. Convirtiendo la habitación de hotel en un silencio sepulcral, donde solo se escuchaba la melodía del exterior, la cual iba en aumento y con ello la ansiedad y nervios de la novia.

—Ya inició —canturreó Melany, completamente entusiasmada se dirigió hacia Seulgi, y con una alegría contagiosa tomó ambas manos de su amiga entre las suyas—. Estás a poco de casarte, así que camina segura hacia el altar y se feliz con tu futuro esposo. No dudes en ningún momento, estás a poco de obtener al hombre que quieres.

—Solo... —habló Caroline por primera vez desde que ingresaron a la sala, en un susurro bajo y misterioso. Llamando la atención de las chicas que se disponían a salir—. Solo no te vayas a desmayar—. Terminó por decir, ocasionando risas en las chicas, disminuyendo la tensión que se había formado entre ellas.

El gran momento por fin había llegado.

Yoongi estaba encabronado.

Después de que diera la noticia a la mafia americana del atentado que hubo en uno de sus bares, donde el alfa Sam Tomson y sus hombres habían perdido la vida, decidió realizar una videoconferencia con los extranjeros, donde dio a conocer su molestia por el atentado contra sus hombres, provocando bajas en la organización. Alegando que había sido traicionado, creando una fuerte tensión, sembrando dudas y discordias entre los miembros.

También fue el momento idóneo para que Min hablara de lo que realmente quería, el motivo oculto de sus acciones. Fue así, que exigió le cedieran poder en los estados de Chicago, Texas y New York, para poder implementar por fin los nuevos laboratorios. Asegurando que esos terrenos serían mejor controlados por el triángulo coreano, con el fin de ampliar sus territorios de ventas. Además de firmar un papeleo exhaustivo para que el reemplazo de Sam llegara a Corea en el mínimo tiempo posible.

Había sido un atentado directo contra el Dragón Negro; y EE. UU no dudó en cumplir con las exigencias de Min Yoongi.

Habían sido horas estresantes, pero había valido cada maldito dólar y segundo invertido. La misión había sido todo un éxito, se había librado de la basura y había obtenido al alfa que quería para sus filas. Tony Montana llegaría en tres días al territorio coreano.

No había dormido nada y su cuerpo lo sentía tenso debido al estrés al que fue sometido por la delicadeza del asunto. No se había permitido descansar, hasta que su última orden fue cumplida. Ahora con el hombre muerto, con EE. UU en la palma de su mano y con él fuera de sospechas, solo le quedaba un trato por cerrar, y que francamente era el motivo de su irritación y terrible mal humor.

Su matrimonio con Seulgi.

Había tenido una noche terrible y un día de mierda. No había podido llegar a su casa y descansar como lo hubiese deseado. Con una nueva carga de armamento italiano que le esperaba en el puerto de Busan, Yoongi tuvo que recibirla personalmente, llevándose horas en el conteo y verificación de la carga. También tuvo una reunión de emergencia, a la cual se vio con la obligación de asistir. Donde con la ayuda de Siwon y Hwasa llevaron a cabo la planificación para el equipo de protección que iría al aeropuerto en busca de Tony. Consumiendo más de sus energías y el poco tiempo del cual disponía, dejándole el tiempo justo para tomar un baño, vestirse y tomar el jet para estar a tiempo en su boda.

Y todo, porque de todos los putos lugares existentes en Seúl, la omega había elegido la puta isla Jejú para la puta boda.

Afortunadamente había llegado a tiempo, donde el viejo alfa ya le esperaba. Se reunieron en una pequeña sala, donde se dejaron claras una vez más las condiciones del trato. Claro que, Yoongi no desaprovechó la oportunidad, y luego de dejarle en claro su posición en el juego y un par de amistosas advertencias de su parte, informó que, por motivos de luto, seguridad y por el exceso de trabajo en la organización no habría luna de miel, ni nada de esas mierdas románticas que seguramente la omega esperaba. Él estaba ahí para cumplir con su palabra nada más, y no pensaba hacer algo más allá de lo que se había acordado desde el principio. No disponía ni del tiempo, ni las ganas para hacerlo.

Sí. Se casaría con la omega convirtiéndola en su esposa, pero no la trataría como tal, y eso se lo dejó muy claro al alfa mayor. SooJong no estuvo conforme por supuesto, pero a juzgar por el tono de voz de Min, sabía que no tenía oportunidad de protestar. Así que, para evitar un enfrentamiento, donde sabía sería el perdedor decidió abandonar la sala. Aceptando de manera silenciosa las condiciones del pelinegro, no sin antes advertirle al alfa menor que supiera tratar a su amada hija si quería seguir con el trato. Y que esperaba ver muy pronto la marca de éste, adornando el cuello de la omega.

Suficiente motivo para que Min Yoongi estuviera en esos momentos de pie en el altar, completamente cabreado. Con actitud sombría y postura rígida, el imponente alfa, pulcramente vestido con un fino traje gris, camisa blanca y zapatillas y corbata negras, esperaba en silencio la llegada de su prometida.

La melodía del piano que se dejaba escuchar por todo el lugar le relajaba, y la luminosidad ofrecida por aquellas bombillas, las cuales en compañía de las rosas blancas formaban una manta de cielo que iluminaba el lugar, fue un detalle que no pudo ignorar. Observó más a su alrededor, percatándose que la gran alfombra por la que caminaría la omega era de un blanco inmaculado, perfectamente a juego con las sillas en las que estaban los invitados, dando una combinación armoniosa entre el blanco de la decoración, con el verde vivo y natural, propio de la isla.

Observó a su izquierda, donde estaba la sección en la que se llevaría a cabo la recepción de la boda. Había mesas circulares de aspecto rústico, distribuidas en filas por todo el lugar. Con una mesa alargada, ubicada del lado izquierdo, donde reposaban las variedades de bebidas y bocadillos que se ofrecían. En el centro, un gran árbol era la principal atracción, decorado con bombillas de luces doradas, envolviendo el lugar en un ambiente romántico y elegante.

Cuando sus ojos oscuros saciaron su curiosidad por lo que la decoración ofrecía, clavó su mirada en los invitados. Quienes, al igual que él estaban en silencio, esperando la llegada de la novia.

Empresarios, políticos, cantantes, modelos y miembros de la mafia, eran las personas que tenía ante él. Conocía a la mayoría, y sabía bien que todos se componían de la misma basura. Todos corruptos, sin moral. Sedientos de riquezas y poder. Observó rostro por rostro, cada uno ofreciéndole diferentes emociones.

Respeto, curiosidad, envidia, deseo... Y la que más disfrutaba. Miedo...

Pudo ver diversión en los orbes grises de Hwasa, y burla mal disimulada en los oscuros de Siwon. Esos malditos sí que estaban disfrutando ver las consecuencias que tuvo que pagar por aquella alianza.

Alfas, omegas y betas. Aunque no tenían su aroma característico por cuestiones de etiqueta, sabía muy bien la jerarquía de cada uno. Observó con auténtica diversión a las y los omegas en compañía de sus parejas y padres. Comportándose adecuadamente, acorde a su clase.

Sonrió socarrón. Absolutamente todos los presentes habían sido follados por él. Y le resultaba tan gracioso que estuviesen comportándose como niños buenos, puros e inocentes de sociedad ante los demás, cuando Yoongi sabía lo enfermos y sucios que podían llegar a ser.

Lo mismo ocurría con las omegas casadas, esposas de sus socios que habían sido sus amantes. Todas comportándose como damas de categoría llenando de orgullo a sus alfas, los cuales no eran conscientes de las miradas sugerentes que sus amadas esposas dedicaban al alfa que estaba en el altar.

Min mordió su labio inferior divertido. Todas ellas eran unas putas que disfrutaban ser sometidas por él y acudían al mínimo llamado. Lo más gracioso para el alfa era que esas omegas felizmente casadas, eran las que se mostraban más dolidas y traicionadas por su boda con Seulgi. Yoongi estaba seguro que si no hubiese etiqueta por cumplir, dejando el aroma a flote de los invitados todo sería un caos por tanto omega despechado.

Aburrido de las miradas de dolor, decidió centrar su vista en las pocas personas que no conocía mientras esperaba. Y una de ellas llamó inmediatamente su atención, causándole curiosidad e intriga ya que era la primera vez que lo veía.

Cabello rojo, labios gruesos hidratados y rosados, y unos ojos oscuros y profundos que le veían de tal manera que se sintió derretir.

Y le encantó... le encantó la oscuridad, misterio y pasión que dejaban ver esos ojos. Le encantó la forma en la que rápidamente lo envolvió en una espiral sin fin, embriagándolo del misterio y del excitante peligro que lo rodeaba, llenándole de excitación y curiosidad por conocer al dueño de esa mirada, que rápidamente le había hipnotizado.

Sintió una corriente eléctrica que atravesó toda su columna vertebral, y un calor abrazador desconocido para él, alojándose en su pecho. Sin embargo, siguió observando con profundidad al desconocido que en ningún momento apartó su mirada de la de él. Sin intentar ser sutil. A pesar de la mirada letal que poseía, su rostro era digno de un ángel. Parecía un muñeco de la más delicada porcelana, con su nariz pequeña de botón, largas pestañas y mandíbula afinada. Sirviendo de la más cruel y traicionera tentación al tenerlo justo frente a él deleitándose de cada rincón pecaminoso que le componía.

Y su cuerpo, demonios... su cuerpo... Tenía las curvas perfectamente definidas. Cintura pequeña, por lo que dejaba ver la camisa de seda celeste pastel que llevaba, y unos muslos gruesos y definidos, que se marcaban deliciosamente en aquel fino pantalón de tela negro.

Manos delicadas, las cuales eran sostenidas por otro tipo que Yoongi había visto un par de ocasiones en el pasado, pero el cual no recordaba su nombre, ni tampoco le interesaba, a decir verdad. Su completa atención yacía en el ardiente pelirrojo a pocos metros de él.

Haciendo un intento inútil por descubrir su jerarquía olfateó en el aire, detectando solamente su propio aroma en el lugar y la tenue manzanilla, perteneciente a Seulgi, haciéndole bufar y maldecir.

Maldito neutralizador que no le permitía olfatear a ese demonio con rostro de ángel.

Y Min Yoongi pudo ser testigo del momento exacto en el que el chico le sonrió. Una sonrisa oscura y torcida que encantó al alfa sin explicación alguna, impidiendo que apartara sus ojos de los contrarios. Observó con fascinación como el pelirrojo le observaba detenidamente de pies a cabeza, y como se detenía justo en su entrepierna, viéndola, deseándola sin pudor, mordiendo su labio inferior mientras le observaba. Para luego subir lentamente la mirada, hasta encontrarla con la oscura del alfa, y ahí frente a sus ojos relamerse sus rellenos labios. Con sus ojos llameantes de pasión y deseo. Haciéndose desear tal cual fruto prohibido.

Oh... maldito infierno...

La melodía que anunciaba la llegada de la novia se escuchó fuerte y claro por todo el lugar. Yoongi observó a lo lejos a las seis mujeres vestidas de rojo salir del hotel, para luego ocupar su campo de visión la omega que sería su esposa. Vestida de blanco, del brazo de su padre, y con una enorme sonrisa en su delicado rostro.

El alfa dirigió su vista donde la tenía anteriormente antes que la música le distrajera, observando nuevamente al extraño pelirrojo, donde de manera inmediata sus miradas volvieron a encontrarse, haciendo que una sonrisa lenta, cómplice y seductora brotara de los labios de ambos a la vez.

Una promesa hecha... un susurro desvanecido en el aire, sirviendo de testigo aquel deseo latente ante el encuentro de un depredador letal y su presa inocente...

Yoongi supo en ese mismo instante que no habría matrimonio, alianza o trato que le impidiera conocer a ese chico. El cual, con solo una mirada había logrado lo que cientos de amantes, que había tenido a lo largo de su vida no.

Enloquecer a su alfa.

Había reaccionado por él. Por sus ojos, labios, cuerpo, haciendo picar sus manos, muriendo de la ansiedad por tocar la delicadeza de su piel. Por sentir su cercanía y aliento...

Ambos volvieron a sonreír con picardía para luego apartar la mirada, dándole el tiempo justo a Yoongi para recibir la mano de su prometida. Aun así, el alfa sentía el peso de su mirada, mientras se llevaba a cabo la ceremonia.

Le quemaba y le encantaba...

Y mientras sellaba su matrimonio besando a su ahora esposa, escuchando los aplausos de fondo. Yoongi solo podía pensar en esos rellenos labios, que le habían estado tentando durante la espera.

Oh... era un maldito paraíso y una dulce tentación...














YOONGLH💀

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