ᴍᴇᴍᴏʀɪᴇs












SeokJin tenía doce años cuando conoció a JungKook.

Ambos asistían a una escuela pública en un barrio pobre de Gwacheon, Corea del Sur.

JungKook se caracterizó por ser un busca pleitos, además de ser un vago, ya que desde muy pequeño debido a la mala influencia de sus padres y hermanos mayores, él había aprendido a beber y fumar.

Fue testigo de las muchas veces que su padre golpeó a su madre y esta no hacía nada por protegerse, después sólo era consciente que su padre le decía que debía aprender la lección. Que las mujeres estaban para servirle al hombre y nada más.

JungKook pensó que así debía ser y le enseñaría la misma lección a quién fuese su pareja en el futuro.

Él creció siendo un abusador, doblegando a los demás a su antojo; aprovechándose se sus temores, peleando con sus hermanos mayores...

Entonces conoció a SeokJin. Aquel dulce niño que no se metía en problemas.

La primera vez que lo vio, pensó que sería un buen juguete para sobornar, pues el niño se veía débil y delicado.

Jeon lo molestaba diciéndole que parecía niña, ya que no tenía amigos y a veces se juntaba con las demás niñas de su salón.

Pero SeokJin siempre lo ignoró.

Y JungKook aborrecía ser ignorado.

Un día, cansado de no recibir ni una mirada del niño de cabellos rubios, durante el receso se acercó a él y lo empujó con fuerza. SeokJin cayó de trasero y su almuerzo había ido a parar al sucio piso de la cafetería.

¡Eres un inepto! -Le gritó al niño que yacía recogiendo la comida.

Y JungKook se puso rojo de la rabia, otra vez estaba siendo ignorado.

Tomó al mayor por meses de la camisa y lo alzó hasta que estuvo a su altura.

¿Qué acaso eres sordo o mudo?, ¡¿por qué no respondes cuando te hablo?! -Le gritó mientras lo agitaba por los hombros pero el niño no respondió.

Sumamente enojado, lo empujó de nuevo y entonces empezó a golpearlo, los demás niños alentaban a Jeon a seguir lastimándolo mientras SeokJin no se defendía.

JungKook se preguntó la razón, golpear a alguien sin que este se defienda no era divertido, así que lo soltó.

SeokJin tenía la boca reventada y un ojo morado, con dificultad se puso de pie y a paso lento se fue a la enfermería, ignorando las burlas de los demás hacia él.

Jeon lo observó sumamente intrigado, era la primera vez que se topaba con alguien así de extraño. Entonces decidió que lo vigilaría.

Los meses pasaron y JungKook notó que SeokJin en realidad no hablaba con nadie, siempre se mantenía alejado de la gente, sobre todo de los varones.

También descubrió que era el mejor de su clase, y que sólo vivía con su abuela.

Jeon aún más curioso, empezó a investigarlo. Sin darse cuenta se había vuelto obsesivo con el mayor, pues cuando veía que alguien se acercaba al rubio con malas o buenas intenciones, él rápidamente acudía en su auxilio aunque este ni se diera por enterado, golpeando a aquellos que osaran con si quiera, dirigirle la palabra.

Poco a poco, aquella obsesión se estaba convirtiendo en algo más fuerte. SeokJin ya no le parecía un niño debilucho y aburrido. No. SeokJin empezaba a volverse un jovencito muy bello y educado.

Con el pasar de los años, JungKook supo y entendió la razón del distanciamiento que SeokJin mantenía para con los demás.

Y es que cargaba un trauma, él había sido violado por su padre desde que era un niño, siendo su madre la que nunca movió un dedo por él.

Tiempo después los vecinos dieron aviso a la policía, los padres de Jin estaban pudriéndose en prisión pero él había tenido que asistir con varios psicólogos ya que le tenía pavor a la gente.

A raíz de eso, SeokJin no volvió a hablar, y sólo regresó a la escuela después de muchas terapias.

JungKook en ese momento se había arrepentido de haberlo golpeado, él no lo merecía.

Y en un intento de enmendar su error, cuidaba de Jin sin que este lo supiera.

Se había encargado de esparcir rumores en los que declaraba ser su protector. Desde entonces, muchos dejaron de prestarle atención y Jin se sintió aliviado, aunque desconocía el motivo.

Los años pasaron y cuando se dieron cuenta, ya tenían dieciséis años.

SeokJin había desarrollado y se había vuelto tan alto como JungKook, pero seguía conservando la fineza de su esbelto cuerpo. Sin embargo, Jeon se había ejercitado y logró que su cuerpo luciera notoriamente más corpulento.

Aún así, ellos no se hablaban. Pero Kook seguía cuidando de Jin desde las sombras.

JungKook estaba metido con una pandilla, fumaba sin restricciones y constantemente estaba metido en peleas callejeras donde ganaba dinero, también estaba aprendiendo a usar armas, pues había escuchado que el trabajo de sicario dejaba buenas ganancias y él quería salirse de la casa de sus padres. Aquellos miserables que no servían para nada, según el pensamiento del pelinegro.

Por otra parte, SeokJin seguía estudiando y había conseguido un trabajo de mesero en una pequeña cafetería local, entonces él había decidido que ya era momento de empezar con una vida diferente, se mostraba amable con los comensales y su voz dulce era bien recibida.

Aún seguía sin hablar demasiado, pero no era necesario ser parlanchín para que los demás le entendieran. Agradecía que ni su jefe, ni compañeros lo presionaran.

Así que un día, mientras estaba de turno, atendió a un cliente que en un principio le dio miedo. Pero se obligó a ser fuerte.

Buenas tardes. -Saludó con voz dulce. — ¿Qué va a ordenar?

JungKook se había quedado sorprendido, él había ido a esa cafetería porque tenía hambre pero no sabía que SeokJin trabajaba ahí, al parecer sus fuentes no se habían actualizado; aunque la razón que lo tenía sin habla, era el hecho de haber escuchado su voz angelical por primera vez. Era tan linda, que deseó que el mayor le cantara todas las noches para poder dormir como un bebé.

Carraspeó ante esos cursis pensamientos.

Quiero un croissant de pollo y una coca cola. -Contestó tardío.

En seguida. -El rubio le sonrió levemente y después se retiró.

Desde ese día, JungKook visitaba la cafetería a menudo y poco a poco estaba entablando comunicación con el rubio.

SeokJin en un principio fue reacio al acercamiento con aquel chico con porte de matón. Pero al ver que no tenía segundas intenciones con él, decidió relajarse. Había olvidado que ese mismo joven lo había golpeado cuando eran más jóvenes, pues había cambiado tanto que el rostro aniñado que él recordaba, había desaparecido por un rostro más masculino, donde los piercings adornaban sus rasgos. Además el joven se había dejado el cabello largo y lo llevaba amarrado en un pequeño moño. No, él definitivamente no lo recordaba, y aunque no lo supiera, JungKook agradecía ese hecho.

A veces, Jeon iba a recogerlo cuando su turno terminaba; alegando que la noche era peligrosa para un bonito muchacho como él. Por supuesto que Jin se sentía halagado, y le permitía acompañarlo a su pequeña casa. Sin saber que después de dejarlo sano y salvo, JungKook se transformaba en el monstruo que era, y siendo la oscuridad su cómplice, él cometía sus atrocidades con calma y sin remordimiento.

Cuando menos se dieron cuenta, los dos habían desarrollado sentimientos mutuos, SeokJin no estaba seguro si aquello sería bien visto, pero a JungKook no le importaba lo que dijeran, él se había enamorado del dulce joven rubio, inteligente y estudioso. Y SeokJin se había enamorado de un Lobo vestido de oveja, engañado por el dulce trato que Jeon siempre le demostraba, sin saber que esas mismas manos que lo acariaban con suavidad, habían arrebatado vidas de la manera más despiadada.

Ese chico no es quién dice ser, SeokJin. -Le había dicho su compañero de trabajo, JaeHwan. —Es un pandillero peligroso, te puede lastimar. -El chico había dejado una caricia fugaz en la tersa mejilla del rubio.

Pero Jin hizo caso omiso, su novio le había dicho que era un mecánico, y él le creía. No tenía razones para no hacerlo.

Un día, mientras caminaban de la mano por las desoladas calles del barrio, Kook le había hecho una pregunta de forma "casual".

¿Quién es el chico que estaba contigo hoy en la cafetería?

Umm, ¿te refieres a Ken? Hoy tuvimos turno juntos. -Dijo con inocencia.

¿Ken? -Kook empujó el interior de su mejilla con la lengua.

Es su apodo, pero se llama JaeHwan. -Respondió con una pequeña sonrisa.

SeokJin no sabía que había dado sentencia de muerte a su compañero, pues JungKook, al ver como el hombre tocaba el inmaculado rostro de su novio, se juró desaparecerlo para que no molestara más.

Y lo hizo, pues dos días después SeokJin recibía la noticia que Ken había sido encontrado muerto en un callejón con una profunda cortada en el cuello y claros signos de tortura.

Él, conmocionado le había contado a JungKook siendo consolado por este, entonces aprovechó para pedirle que se fuera a vivir con él, pues no podía seguir más tiempo solo debido a que su abuela había fallecido hacía un año.

SeokJin con temor había aceptado, pensando que con su novio estaría seguro...

Pero no sabía que su inocencia estaba pronto a ser destruida por quien él creía, era su héroe.

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