⚜ 8 ⚜
[ Yoongi ]
Cuando el miércoles llegué a casa de Minnie para cenar con él, su apartamento estaba lleno de cajas de mudanza.
— Has estado ocupado —comenté.
Nos sentamos a la mesa de la cocina y empezamos a disfrutar del pollo braseado y el maíz que había preparado.
— JungKook ha contratado un camión de mudanzas para este fin de semana, para que recojan las cosas de Tae, y han sobrado algunas cajas.
— ¿Crees que te sentirás solo cuando se vaya?
Sus ojos revolotearon por la habitación al tiempo que detenía el tenedor a medio camino de su boca.
— No tengo previsto pasar mucho tiempo aquí después de la boda.
Me quedé sin aliento.
Sabía que Minnie quería vivir conmigo.
Sabía que se trataba de mucho más que de un tema de mera conveniencia, pero oírselo decir en voz alta...
Me sorprendía cada vez que lo hacía.
— ¿Se ha molestado Tae Hyung cuando le has dicho que no estarás aquí para ayudarlo con la mudanza este fin de semana?
— No —contestó— Ya sabe que nuestros fines de semana no son asunto suyo.
«Nuestros fines de semana»
— Así me gusta —dije, para provocarle un poco— Yo soy el único que toma decisiones sobre nuestros fines de semana.
— Tae lo está haciendo mucho mejor —aseveró Minnie— Esta vez me está demostrando mucho más apoyo.
— Me alegro. No me gustaba nada pensar que intentaba convencerte para que me dejaras.
— No me malinterpretes. No digo que lo comprenda, pero lo ha aceptado —paseó el maíz por el plato— Incluso ha llegado a decirme que los diamantes de mi collar combinarán muy bien con el traje.
«¿Los diamantes y el traje?»
— Y, ¿por qué te ha dicho eso? —inquirí.
Dejó de jugar con el maíz y me miró.
— Es en fin de semana.
— ¿El qué?
— Su boda, Yoongi—respondió, como si lo que estaba diciendo tuviera todo el sentido del mundo.
— Eso ya lo sé. Sólo estoy intentando decidir que... —empecé, pero entonces entendí lo que quería decir con eso— ¿Cree que vas a llevar el collar a la boda?
Minnie frunció el cejo.
— Y, ¿no es así?
Joder.
Lo había vuelto a hacer.
Había asumido que él lo sabía.
— No había pensado ponerte el collar ese fin de semana —dije.
— ¿Ah, no? —preguntó— ¿Por qué?
Deberíamos haber tenido esa conversación hacía ya varias semanas, quizá incluso cuando hablamos por primera vez de la frecuencia con que llevaría el collar.
— ¿Te acuerdas de los motivos por los que decidí que no quería que llevaras el collar durante la semana?
Él asintió.
— Dijiste que me hace adoptar un estado anímico concreto.
Alargué el brazo por encima de la mesa y le tomé de la mano.
— Y ahora que lo has llevado durante todo un fin de semana y te lo quitaste el domingo, ¿estás de acuerdo conmigo?
Casi era capaz de ver cómo trabajaba su mente.
Me lo imaginé reviviendo la noche del domingo, cuando casi mete la pata en casa de Koo y Tae Hyung.
— Sí —respondió.
— Y, ¿crees que quiero que tengas ese estado de ánimo en la boda de tu mejor amigo, cuando además eres su padrino?
— Oh —se limitó a decir.
— Y a la inversa —continué— ¿Crees que yo quiero adoptar la actitud que tengo cuando llevas mi collar? ¿El día que mi primo se está casando y yo soy su padrino?
— Ya —dijo, cuando comprendió la realidad de ambas situaciones.
— Debería haber sacado este tema mucho antes —negué con la cabeza— Es que nunca imaginé que pensarías que ibas a llevar el collar a la boda.
— Entonces, ¿es como un fin de semana libre?
— Esto es una relación de doble sentido —le acaricié los nudillos con el pulgar— Tenemos que hacerla funcionar para los dos. Ir reorganizando las cosas según sea necesario.
Minnie esbozó una sonrisa traviesa.
— Adiós a mi fantasía de que me encerraras en un armario para azotarme con una percha.
Parpadeé.
Dos veces.
— ¿Tenías una fantasía en la que yo te azotaba con una percha? —le pregunté.
Él asintió.
Era evidente que estaba disfrutando de la ventaja de haberme tomado desprevenido.
— Y también me había imaginado chupándotela durante el banquete.
— ¿Sabes?, no sólo los fetichistas disfrutan de un armario cerrado en las bodas.
— O de un poco de acción por debajo de la mesa —añadió con un brillo pícaro en los ojos.
— Eres muy muy malo.
Minnie separó la mano de la mía y bebió un sorbo de su copa de vino blanco con serenidad.
— Eso dicen.
— ¿Qué voy a hacer contigo?
Él volvió a llevarse la maldita copa a los labios y bebió otro sorbo.
Yo era incapaz de apartar la vista.
— Te aseguro que no tengo ni idea —aseveró.
— Al contrario —repliqué, mirándole los labios e imaginándolos alrededor de mi polla— Estoy seguro de que tienes varias.
— Es posible.
— Quizá podamos comentar esas ideas —hice un gesto en dirección a su habitación— ¿Lo hablamos en un sitio un poco más cómodo?
— Podríamos —se levantó muy despacio— Pero primero tienes que quitar la mesa. No me gusta dejar los platos sucios toda la noche.
Recogí los dos platos y me fui hacia el fregadero.
Antes de salir del comedor, le miré por encima del hombro.
— Y, Minnie, sólo para que no haya ningún malentendido. Si fuera la boda de cualquier otra persona...
Él se detuvo a medio camino de su habitación.
— Sí que llevarías el collar —concluí.
[ ⚜ ]
La tarde del viernes se reunió conmigo en el aeropuerto a las cinco y media.
Yo le estaba esperando junto al jet.
— ¿Qué tal tu día? —le pregunté, dándole un beso en la mejilla y tomándolo de la mano.
— Largo.
«Sí, precioso. Sé muy bien a qué te refieres»
Su collar nos estaba esperando dentro.
Había planeado ponérselo en cuanto alcanzáramos la altitud de crucero.
Cuando estuvimos sentados y en el aire, me volví hacia él.
— Antes de hacer cualquier cosa, quiero hablar contigo.
— ¿Va todo bien?
— Claro —le dije— Sólo quiero dejar las cosas claras antes de ponerte el collar.
— ¿Y darme la oportunidad de expresar cualquier duda que pueda tener?
No pude evitar sonreír.
— Aprendes rápido.
— Lo intento.
Sabía que era cierto y quería ayudarlo en todo lo que pudiera.
— Quiero que este fin de semana te sientas cómodo —expliqué— Quiero que te sientas con libertad para poder hablar con Chan Yeol y Baek Hyun, y que te quede muy claro que puedes hacerlo también conmigo siempre que lo necesites.
— ¿De verdad?
Asentí.
—Tienes que ver la casa de Chan y Baek como una enorme biblioteca o como la mesa de la cocina. Seguirás teniendo que dirigirte a mí como «Señor» o «Amo» porque no hay nada que esconder delante de ellos. Tendremos que establecer nuevas normas para su cuarto de juegos, pero ya hablaremos de eso mañana. ¿Te parece bien?
— Sí.
— Si decido hacer algún cambio, te lo comunicaré.
— No estoy seguro de comprender eso.
Me alegraba que lo planteara.
Yo había formulado la frase de forma imprecisa con toda la intención, sólo para ver si me pedía que se lo aclarara.
— Si decido que se ha acabado la hora de la biblioteca o que no quiero que actúes con libertad por algún motivo, si decido que quiero jugar, te lo comunicaré —le miré a la cara para asegurarme de que lo entendía— ¿Te ha quedado más claro?
— Sí. Me dirás que has decidido azotarme con una percha.
— Exacto —me reí— Te diré que he decidido azotarte con una percha.
— Comprendido.
Me miré el reloj y luego miré por la ventana.
Estábamos volando tranquilamente y ya habíamos dejado de ascender.
Me desabroché el cinturón y me puse de pie.
Su collar estaba en una mesa cerca del mini bar.
Lo saqué de la caja.
Sus ojos seguían todos mis movimientos.
Lo sostuve con la mano.
— Ven aquí, Jimin —dije— Y demuéstrame las ganas que tienes de llevar mi collar.
[ ⚜ ]
Chan Yeol y Baek Hyun vivían en una modesta casa de dos pisos.
Mientras entraba con el coche por el camino, traté de recordar cuánto hacía desde la última vez que los visité.
¿Quizá dos años?
Miré a Jimin con el rabillo del ojo.
Estaba sentado rígido e inmóvil junto a mí.
No había cambiado de postura desde que salimos de la agencia de alquiler de coches.
— Relájate —le tranquilicé, acariciándole la rodilla— Son dos personas normales que comparten nuestros mismos intereses. Te prometo que no hay nada de lo que debas asustarte.
Asintió e inspiró hondo, pero no dijo nada.
— Acuérdate de lo que te he dicho en el avión —insistí— Quiero que te sientas cómodo para hablar este fin de semana, no sólo conmigo, también con ellos.
— Lo siento —se disculpó— Tenía muchas ganas de hacer esto. Es sólo que ahora que ya estamos aquí...
Le di unas palmaditas en la rodilla.
— Todo irá bien.
— Sí, Amo —convino, pero estaba poco convencido.
— No quiero que me contestes así sólo para darme la razón —le advertí— Quiero que me creas.
No dijo nada más.
Yo aparqué el coche y salí para abrirle la puerta.
Sabía que había poco que pudiera decir para convencerlo.
Tendría que aprender por sí mismo que en casa de Chan Yeol y Baek Hyun no había nada que temer.
Las luces estaban encendidas a pesar de que eran pasadas las nueve de la noche.
Me parecía recordar que Chan me dijo que su suegra no se llevaría a SuHo hasta el día siguiente.
Y entonces, cuando nos acercamos a la casa, lo oí, el inconfundible sonido del agudo llanto de un bebé.
— Me parece que va a ser una noche larga —auguré.
Él abrió la boca para decir algo, pero la cerró enseguida.
Yo le miré arqueando una ceja y llamé al timbre.
Chan abrió la puerta y los llantos se oyeron con más fuerza.
— Yoongi —dijo, tirando de mí para abrazarme— Me alegro mucho de que estés aquí.
Nos hizo un gesto para que entráramos en la casa.
Cuando lo hicimos, se volvió de nuevo hacia nosotros.
— Tú debes de ser Minnie —le tendió la mano— He oído hablar mucho de ti. Me alegro de conocerte al fin.
Él se sonrojó un poco.
— Yo también he oído muchas cosas sobre ti.
— No te creas nada —bromeó él con un grave susurro— Bueno, no te lo creas todo. Algunas probablemente sean ciertas.
— Créetelo todo —me indicó Baek, entrando en el salón.
— Cada una de las palabras que hayas oído y quizá algo más —se rio y me abrazó.
— ¿Cómo va todo, Yoongi? —luego alzó las manos— Minnie, bienvenido a nuestra casa. Como puedes ver, SuHo no se quería perder sus llegada.
— Considerenlo un buen método anticonceptivo —bromeó Chan Yeol.
Baek Hyun lanzó una mirada acusadora a su marido antes de volver a dirigirse a nosotros.
— Pasen. ¿Necesitan ayuda con las maletas?
— Yoongi —intervino Chan, haciendo un gesto en dirección a la puerta— Te ayudaré a llevar las maletas.
— Minnie y yo los esperaremos en el salón —anunció Baek— ¿Quieres tomar algo? —preguntó, mientras salían del vestíbulo.
— Es encantador —comentó Chan Yeol cuando por fin estuvimos solos.
— ¿Verdad que sí?
— ¿Un poco nervioso por el fin de semana?
— Claro. Pero yo tengo mucha fe en Baek Hyun. Él lo tranquilizará enseguida.
— Ajá —convino— Suele tener ese efecto en la gente.
— Eso espero. Minnie no ha dicho ni una sola palabra desde que hemos salido del aeropuerto.
Recogimos las maletas y nos adentramos en la casa.
— Les he instalado en la habitación de invitados que hay en el mismo pasillo de la nuestra —expuso— Espero que SuHo no los tenga en vela toda la noche.
— Estaremos bien.
Entramos y Chan dejó la maleta de Minnie junto a la puerta.
Luego se excusó antes de entrar al salón, donde él y Baek hablaban en voz baja.
Posó una mano sobre el hombro de su esposo, se inclinó hacia adelante y le susurró algo al oído.
Baek Hyun le contestó algo que no pude oír y se levantó para irse a la cocina, después de darle un beso a Chan Yeol en la mejilla.
Él me hizo un gesto para que entrara en el salón.
— Yoongi y yo vamos a ir un momento a mi despacho —le explicó a Minnie— No lo retendré mucho tiempo.
Él asintió.
— Enseguida volvemos —añadí yo.
Sabía que Baek le haría sentir como en casa, pero no quería estar separado de él mucho rato.
— Sí, Señor —dijo, bajando la vista al suelo.
Era la primera vez que me llamaba «Señor» en presencia de otras personas y no estaba preparado para lo que me hizo sentir.
Reprimí las ganas de hacer un gesto en dirección a la habitación de invitados y ordenarle que se reuniera allí conmigo para poseerlo rápido y duro...
[ ⚜ ]
— ¿Yoongi? —me llamó Chan Yeol.
El despacho de Chan no había cambiado mucho desde la última vez que lo vi.
Enseguida me di cuenta de que tenía nuestras listas sobre la mesa.
— ¿Un poco de lectura ligera? —le pregunté, mientras me sentaba en una silla.
— Sólo entre cólico y cólico de SuHo.
— ¿Qué has preparado para mañana?
— Bueno —tomó una de las listas— Parece ser bastante aventurero, incluso a pesar de tener poca experiencia. Pero lo que me ha sorprendido es que ha marcado las varas como límite infranqueable.
Asentí.
— Yo te enseñé a utilizar las varas —recordé— Eres un experto.
«Sí»
— Creo que las utilizaré mañana con Baek para demostrarle a Minnie que no tiene nada que temer.
Una parte de mí pensaba que era buena idea demostrarle las posibilidades de una vara cuando no se usaba para castigar.
Chan era muy bueno con eso.
Así, luego Minnie y yo podríamos hablar del tema.
Y él y Baek Hyun también podrían comentarlo.
Pero entonces recordé la conversación que mantuvimos algunas semanas atrás y el miedo que vi en sus ojos cuando me habló de aquel caso de Singapur.
Sabía que aún no era el momento de introducirlo en el mundo de las varas.
No podía hacerlo en nuestro segundo fin de semana de juegos.
— No —me negué.
Él arqueó una ceja.
— Es uno de sus límites infranqueables —expliqué— Y teniendo en cuenta que estamos comenzando lo que espero que sea una relación larga, o permanente, quiero ir despacio.
— Larga o permanente —repitió.
— ¿Qué?
— Es que cuesta de creer que seas el mismo hombre que vi cuando volé a Seúl hace algunos meses.
— Me han ayudado mucho —comenté— He recibido mucho perdón y mucho más amor del que merezco.
— Todo el mundo merece amor. Me alegro de que por fin te hayas dado cuenta. Y me alegro de que Minnie no te haya dejado.
— Exacto —dije— Así que no pienso recompensarlo obligándole a presenciar una escena con varas el segundo fin de semana que lleva mi collar.
— Tienes razón. Alguien ha debido de enseñarte muchas cosas.
— Joder. No empieces con el auto-alago.
Chan se rio.
— Sólo hazme el favor de recordar una cosa.
— ¿Qué?
— Esto es nuevo para ti —dijo— Es nuevo para Minnie. No intentes hacer lo mismo que hiciste en tus relaciones pasadas, porque no tiene nada que ver. Es bueno cambiar las reglas y establecer normas nuevas.
— Gracias. Necesitaba escucharlo.
Sonrió de nuevo.
— Ya lo sé.
Sus palabras resonaron en mi cabeza algunas horas más tarde, justo cuando Jimin entró al dormitorio, después de salir del cuarto de baño.
Paseó los ojos por la habitación y luego bajó la vista en dirección al suelo, probablemente en busca de su camastro.
Aquella semana yo había pensado muchas veces en cómo iría la noche.
En cómo debía organizarlo todo para dormir.
— Me gustaría que esta noche durmieras en mi cama, Jimin.
Abrió unos ojos como platos.
— Me puedes rechazar si quieres, claro —añadí— Te dije que este fin de semana quería que hablaras con libertad y Chan Yeol me ha dado un colchón para ti.
Él tragó saliva con tanta fuerza que pude oírlo.
— Te dije que no solía invitar a ningún sumiso a dormir conmigo —comenté con delicadeza— Pero no dije que no lo hiciera nunca.
Eso captó toda su atención.
Se acercó a mí y me tomó de la mano.
— Me encantará dormir contigo esta noche, Amo.
[ ⚜ ]
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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